Francis Ford Coppola arranca un final distinto de la historia narrada en El corazón de las tinieblas. Aunque el reinado de Kurtz se derrumba igualmente, Apocalypse Now nos sugiere un nuevo dios capaz de reemplazar al que muere; y ese nuevo diablo no es otro que el mismo Willar (la encarnación de Marlow en el film).
La tentación del poder es uno de los pilares sobre los que Conrad ha construido su novela. Un europeo de clase media verá su mundo destruido al trasladarlo al interior de la selva africana, poco a poco olvidará el racionalismo que antes guiaba su vida, y en algún momento mirará el rifle que tendrá entre sus manos y comprenderá todo el poder que le ha sido otorgado. Esta es la forma que cobra la tentación en África.
A lo largo de su travesía por el río, Marlow ha visto como muchos de sus compatriotas han cedido a la seducción de este poder. Por doquier emergen signos de inequívocos del violento abuso al que Europa está sometiendo la región. Marlow siente la corrupción muy cerca; incluso ve cómo ésta ha logrado deslizarse dentro del barco y ha impulsado a los peregrinos a disparar sus Winchester hacia la maleza en un arrebato de sangrienta lujuria. Él mismo ha de resistirse a la atracción del gatillo en diversas ocasiones. Tal es la facilidad con que se presenta a los blancos el poder que, pese a su templanza, es inevitable que Marlow no lo saboree en parte. La sirena del barco despierta en nuestro héroe una angústia secreta, ha visto cómo un sólo gesto de su mano bastaba para ahuyentar a cientos de nativos. En su mano radica la fuerza para dominar a todo un pueblo, una fuerza con un potencial abismal, una fuerza que halla su raíz en el miedo y el terror.
No obstante, en Apocalipse Now la tentación cobra una nueva dimensión. Muerto Kurtz, Willar sale de su cabaña ensangrentado, machete en mano, y contempla ante sí todo el pueblo reunido. Los nativos, desconcertados por el nuevo huracán humano que ha llegado hasta ellos y ha sido capaz de matar a su dios, se arrodillan ante Willar cómo lo hicieron ante Kurtz, en un acto de absoluta sumisión; rogando la clemencia y compasión de lo que creen que es un ser superior en fuerza y sabiduría. Para ellos el mundo también ha cambiado, todo en lo que antes habían creído, que, de hecho, se reducía a la voz del coronel Kurtz, ha desaparecido. Ahora, desamparados, buscan un nuevo guía que les pueda explicar lo ocurrido. Ya no saben valerse por sí mismos, necesitan a Willar como un niño necesita a un padre, y están dispuestos a adorarle y a entregarle sus vidas si con ello el nuevo dios accede a quedarse en el poblado. De hecho, Kurtz constituía su religión, y resulta difícil que una sociedad primitiva pueda subsistir sin una creencias religiosas que rijan sus vidas.. En El corazón de las tinieblas el encuentro con Kurtz es diferente, pero el proceso psicológico que sufre Marlow es similar al que debe sentir Willar ante el pueblo arrodillado.
Willar acaba de ser golpeado por las últimas palabras de Kurtz: el Horror. Es el juicio que ha dado el anterior dueño del pueblo sobre las acciones de su alma en la selva. En una sola palabra, Kurtz ha descrito infinidad de matices y sentimientos de un significado abominable. Cuando el aliento de la muerte se volcaba sobre su nuca, Kurtz ha comprendido que su alma ha tocado lo prohibido; y el Horror es lo único que puede describir su vida, su arrepentimiento y su dolor.
Willar tiene, por tanto, un consejo inestimable que le guía en su elección. No será el nuevo señor del pueblo, no traicionará la memoria de Kurtz, no remplazará su lugar y no seguirá los mismos pasos que le condujeron hasta el Horror. Momentos antes Willar dudaba entre matar o no a un hombre tan sabio y fascinante, pero ahora sabe por boca de su propia víctima que ha obrado con justícia. Kurtz había logrado someter a todo un pueblo con su voz, y casi estuvo a punto de someter a Willar. La elocuencia y potencia de su discurso eran avasalladoras, y por un momento era capaz de dar explicación al infierno que había desatado en el pueblo; podía justificar todas las muertes y todo el dolor que había causado. Pero las últimas palabras de Kurtz eran la clave para el misterio; se había equivocado, y la raíz de ese error se hallaba en la tentación del poder.
La tentación que siente Willar ante el pueblo arrodillado es inmensa, pero aún es más grande la fuerza del secreto que le acaba de revelar Kurtz. El camino del abuso de poder conduce al Horror, y ese es un concepto que ninguna alma humana debe nunca conocer. Conmocionado, Willar avanza entre la multitud; recoge a Corbin, el anterior enviado a asesinar Kurtz, y abandona el pueblo en la lancha motora. Sólo le queda una última elección, y es dar o no la orden de arrasar el pueblo. Tras sopesar todas las posibilidades Willar decide utilizar una última vez el inmenso y terrible poder de la civilización moderna, esta vez, sin embargo, para lo que cree que es un fin benigno, aunque el medio para llevarlo a cabo siga siendo la destrucción y el dolor. Decide acabar definitivamente con todos los vestigios de Kurtz y enterrar el Horror en el olvido; envía la orden Todopoderoso.
Todopoderoso
(Ensayo basado en El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y Apocalipse Now de Francis Ford Coppola)