Literatura


El Buscón; Francisco de Quevedo


LA VIDA DEL BUSCON LLAMADO DON PABLOS - FRANCISCO DE QUEVEDO

Primera Parte - Analisis capitulos I, II y III del Libro Segundo.

Resumen : En estos primeros tres capítulos del libro segundo de “El Buscón”, Pablos, el protagonista de la novela, deja la Universidad de Alcalá para marcharse hacia Segovia.

Durante el camino, encuentra al principio un loco con el cual empieza a discutir de cuestiones políticas, pero no transcurre más tiempo que topa en otro hombre el cual, consultando un libro, se entretiene haciendo rayas con un compás: se trata de un maestro de esgrima medio loco; los dos deciden irse juntos a Madrid.

Al llegar a Rejas, los dos compañeros de viaje deciden quedarse en una tranquila posada para descansar y pasar la noche.

El amanecer corresponde con el principio del segundo capítulo en el cual Pablos se despide del maestro de esgrima y toma su camino para Madrid.

Por la calle Pablos encuentra a un clérigo, el cual resulta ser un poeta en el momento en que empieza a recitar una comedia y unos sonetos de amor.

Llegan a Madrid y se van a una posada, donde después de cenar, el sacristán ruega a Pablos para que le lea una premática, y con el principio de esta lectura, empieza el tercer capítulo.

Pablos y el sacristán se despiden al salir de Madrid y el protagonista sigue su camino, pero antes encuentra a otro hombre, en este caso un soldado, y poco más tarde a un ermitaño.

El viaje sigue entre varias conversaciones de los tres compañeros ocasionales y al llegar a Cercedilla se quedan en una posada donde deciden jugar al parar; la suerte no acompaña ni a Pablos ni al soldado, que pierden todo su dinero mientras que el ermitaño se queda muy contento siendo el ganador.

Por la mañana Pablos y el soldado salen del pueblo para encaminarse hacia el puerto y encuentran por el camino un genovés, con el cual conversan todo el tiempo de dinero y negocios.

Por fin llegan a Segovia y Pablos encuentra a su tio verdugo, principal razón de su viaje; el tio lo saluda muy alegremente y lo lleva a su casa para llegar a un acuerdo sobre la herencia dejada por los padres de Pablos.

Comentario : ”El Buscón” de Francisco de Quevedo es una obra que se halla en la linea de la auténtica picaresca iniciada por el “Lazarillo de Tormes” y definido como género amargo en “Guzmán de Alfarache” de Mateo Alemán. Aún teniendo un origen de inspiración muy clara a todos los estudiosos de literatura, esta novela se diferencia por muchos aspectos de la obra de Alemán.

Se puede empezar diciendo que el autor ofrece en toda la novela una visión grotesca del ambiente picaresco, con el intento principal de lograr un efecto de comicidad que, como se notarà, aparece en la páginas de toda la obra.

Se habla de lo grotesco porque si la orientación realista es uno de los rasgos más notables de la picaresca, hay que notar cómo a menudo el realismo cede el paso a una tendencia hacia la estabilización deformadora de la realidad.

Quevedo, el más alto y reconocido representante de la sátira española, se distingue también por su increible fuerza cómica y su insuperable vigor expresivo.

Su humorismo se manifiesta perfectamente en esta obra, donde lo típico adquiere su apariencia ridícula.

Comicidad y grotesco se juntan brillantemente en toda la novela, pero se puede notar bien en estos tres primeros capítulos del Libro Segundo, donde los encuentros del protagonista con personajes ambiguos por el camino hacia Segovia, harían sonreir a cualquier lector .

Aquí la comicidad aparece clara porque, en realidad, Pablos se encuentra con un falso ermitaño, un falso poeta, un falso esgrimador, un falso caballero y finalmente un falso soldado.

Con esta creación inventiva, el autor se limita a recordar la existencia en la sociedad de varias clases, pero su intento es jugar con los personajes más curiosos que pertenecen a estas clases.

Es importante comprender que Quevedo, quizàs diferentemente de otros autores, no se plantea el tema de la justicia de las clases sociales, la da por supuesta.

No sólo Quevedo se plantea mencionar temas típicos que podrían afectar a los pícaros del periodo, sino que trata de tocar, a través de las palabras de sus personajes, conceptos más abstractos y quizas más dificiles.

Por ejemplo, en el segundo capítulo, aparece otro concepto muy importante típico de la picaresca: el concepto de honra.

En efecto, en el momento en que, durante el camino hacia Madrid nuestro protagonista se encuentra solo, el mismo empieza a reflexionar sobre la honra y la virtud:

Iba yo entre mi pensando en las muchas dificultades que tenía para profesar honra y virtud, pués había menester tapar primero la poca de mis padres, y luego tener tanta, que me desconociesen por ella. Y parecíame a mi también estos presentimientos honrados, que yo me los agradecìa a mí mismo. Decìa a solas: - « Màs se me ha de agradecer a mi, que no he tenido de quién aprender virtud, ni a quién aparecer en ella, que al que la hereda de su agüelos ».

Esta parte del texto se presenta como el enésimo intento del pícaro para convencerse de la posibilidad de alcanzar esa honra y esa virtud, de hecho él no tiene en la cabeza otra cosa que librarse de esa herencia de su nacimiento y condición, aunque en el texto él mismo exprese su perplejidad. Es evidente también que estos tipos de comentarios y la llegada en la obra de esta condición extrema en la que el pícaro sólo busca una nueva vida son el resultado de una serie de acontecimientos qua han ido marcando la vida de Pablos, como por ejemplo el hambre pasada en el Colegio de Segovia bajo las tiranía de Cabra o las burlas malvadas de los estudiantes de Alcalá. Todas estas experiencias del pícaro se relatan en el Libro Primero precisamente como antecedentes de la situación que se nos presenta a partir de estos capítulos del Libro Segundo.

Podemos por lo tanto confirmar que los temas preferidos de la picaresca no tratan sólo el tema del hambre, de la indigencia y de la lucha por la vida, sino también y sobre todo el de la honra, es decir de la respetabilidad exterior, que se basa en la aparencia y en la calidad social heredada ya que el picaro es la negación viva de esta honra exterior.

Y algo similar a esta inclinación, se encuentra también en estos tres capítulos porque hay personajes que actúan como lo que verdaderamente no son, incluso Pablos intenta ser un caballero pero con escasos resultados.

Es esta una tendencia continua del autor de la obra aunque seguramente su intento principal sea el de jugar sobre las personalidades varias y extravagantes de los que alimentan el lado grotesco de la historia.

Concluyendo hay que destacar otro aspecto de la manera de escribir de Quevedo: en efecto, es interesante ver como se consigue moverse al protagonista de un pueblo a otro, marcharse de una posada a otra, sin que el lector se de cuenta verdaderamente del camino recorrido; es decir, toda la atención de quién lee está capturada por los varios y raros dialogos que los diferentes personajes ambiguos y curiosos se intercambian recíprocamente durante el camino.

El modo de contar las aventuras del protagonista es muy ordenado y ademàs el esquema narrativo no resulta ser complicado: aquì vemos a un Pablos como simple relator que cuenta lo que vee ante sus ojos.

Es la típica formula del viajero que durante su camino hacia su próxima destinación mantiene la oportunidad de encontrarse con personajes que le hacen compañia durante el recorrido y cuenta los hechos como si estuviera escriviendo su proprio diario de viaje.

Segunda Parte - Analisis capitulos IV, V y VI del Libro Segundo.

Resumen : En Segovia Pablos es acogido en casa de su tío verdugo que le debe la herencia del padre. A la misma casa acuden tres personajes grotescos : un corchete, un porquero y un mulato zurdo y bizco. Tiene aquí lugar un banquete en el que abunda todo tipo de comida y bebida, y Pablos asiste asì a la borrachera de los invitados y de su tío que tras tanto beber y comer pierden la razón y caen al suelo dormindos. Pablos decide entonces salir a la calle y dar una vuelta por su ciudad natal, pasando por delante de la casa de Cabra descubre que éste ha muerto (era Cabra el terrorífico dueño del colegio en el que Pablos había estado internado sirviendo a Don Diego Coronel durante su infancia). Al volver a casa del tío asiste Pablos al despertar de los cuatro hombres que ignorando su propia borrachera no distinguen la hora y quedan asombrados al ver las estrellas y la oscuridad (confunden la noche con un eclipse a primeras horas de la tarde). Tras cobrar la herencia Pablos decide huir de aquella casa al amanecer del día siguiente dejando una carta a su tío, estando éste aún acostado. En la carta Pablos expresa su intención de no volver nunca más a Segovia y de no desear volver a ver al tío, estando intencionado en renegar a su familia para buscarse una nueva vida. Pablos se dirige a Madrid precisamente para esto y en el camino encuentra a un supuesto hidalgo, se trata en realidad de un noble empobrecido que también se dirige a Madrid. Éste le cuenta a Pablos sus peripecias en la Corte, de hecho el hidalgo sobrevive en Madrid gracias a una serie de engaños y trucos que le permiten esconder su estado real. Pablos muestra mucho interés en los cuentos del pobre acompañante puesto que su intención es también llegar a la Corte y sobrevivir escondiendo su estado, en las palabras que oye se abren esperanzas para llegar a conseguir lo que se había propuesto al dejar Segovia. A las puertas de Madrid Pablos invita al hidalgo a cenar y los dos se quedan aquella noche en una posada listos para entrar en la Corte a la mañana siguiente.

Comentario : Se puede considerar el cuarto capítulo como la expresión del elemento grotesco, todo aparece grotescamente deformado, es la descripción de la borrachera del tío de Pablos y los demás invitados al banquete un caso típico del arte caricaturesco: la obra exagera de esta manera la realidad, presentando con la descripción de esta escena un elemento de máxima exaltación barroca de la obra, es decir precisamente el elemento grotesco y caricaturesco. A Quevedo le interesan sobre todo las descripciones de los personajes cargadas de rasgos caricaturescos (esto ya es evidente en capitulos anteriores, por ejemplo en la descripción del Dómine Cabra), y se puede notar por ejemplo el contraste con la falta de otro tipo de descripciones, por ejemplo con respecto a los lugares geográficos que en toda la obra sólo quedan mencionados (en estos capítulos se trata de Segovia y el camino hacia Madrid), no hay una geografía de escenarios concretos como los que aparecen en otras obras picarescas. En el estilo y en la prosa llena de recursos satíricos e ingeniosidades verbales es donde mejor se puede apreciar la particularidad quevedesca de la obra, por ejemplo en la descripción de los tres personajes que acuden a la casa del tío, que resultan totalmente ridículos y extravagantes a partir de su indumentaria, asì como lo resulta toda la situación en sí, concluyéndose esta con el santiguamiento de todos al confundir la noche con el eclipse.

Otro tema fundamental de este capítulo y sobre todo de los siguientes es el elemento social que se desarrolla a partir de los pensamientos y las intenciones del joven Pablos que muestra su interés en renegar a su familia, el tema de la honra domina en relidad toda la obra, significativa es la siguiente frase que resume este tema : “Yo que vi cuán honrada gente era la que hablaba mi tío confieso que me puse colorado, de suerte que no pude disimular la vergüenza” - cap. IV - , no se olvide el contraste siempre evidente en la sociedad del siglo XVI entre honor y vergüenza en donde la busqueda de la honra queda caracterizada por elementos como la nobleza, la familia o la herencia, todos temas tratados ampliamente en estos capítulos de “El Buscón”. La exaltación del tema de la honra es evidente en la conclusión del mismo capítulo : “Dejéle en el aposento una carta cerrada, que contenía mi ida y las causas, avisándole que no me buscase, porque eternamente no lo había de ver”. Y en el capítulo V aparece esta misma carta en la que se exponen las causas de esta huida: “No pregunte por mí, ni me nombre, porque me importa negar la sangre que tenemos.”

Y el elemento que domina la obra en los capítulos V y VI es precisamente el de la búsqueda de una identidad, o más propiamente la muestra de una identidad, siendo el personaje central un hidalgo hambriento, noble empobrecido cuya finalidad es esconder su propia condición de pobreza. El hidalgo representa una de las figuras habituales de la novela picaresca, su presencia en esta obra recuerda al personaje del Tercer Tratado del “Lazarillo de Tormes”, el escudero, que como el hidalgo de estos capítulos trata de esconder su pobreza ante la sociedad, sin embargo éste se diferencia del hecho de que cuenta directamente al protagonista de la obra (y por supuesto indirectamente al lector) su drama, el hidalgo narra sus vicisitudes en la Corte y sus trucos para no perder esa honra aparente que es casi el único objetivo de su existencia, esto crea por supuesto grandes expectativas en el pícaro, que precisamente se va encaminando hacia la Corte con la intención de buscar una nueva identidad y por supuesto esconder su pobreza, para Pablos lo que cuenta el hidalgo son consejos inolvidables (esto queda bien reflejado en la frase “me hallaba obligado a sus avisos porque con ellos abrí los ojos a muchas cosas...”). El personaje del hidalgo (como ya ocurriera con el del escudero del Lazarillo) representa la decadencia moral española que se basaba en la obsesión hacia el dinero y su poder, y como dice el mismo personaje “es la lisonja llave maestra que abre a todas voluntades...”, quedando exaltada en esta frase la falsedad de la sociedad retratada. Otro elemento fundamental en las palabras del hidalgo es precisamente la mentira y la exaltación de la misma como medio de supervivencia : “Jamás se halla verdad en nuestra boca
/ “No es oro todo lo que reluce”.

En un análisis comparativo entre el escudero del Lazarillo y el hidalgo del Buscón se ha de considerar las innumerables afinidades entre ambos personajes que demuestran como estos son el reflejo de un nuevo grupo social que apareció en España en el siglo XVI. Representan estos personajes una nobleza relativa y a la vez una pobreza cierta, que reflejan a su vez esa nueva condición de la sociedad en la que ya no se contraponen la nobleza y la pobreza. En la nueva sociedad el pobre trabajando puede llegar a ser bienestante, sin embargo el noble que se niega a trabajar por cuestiones de honra puede volverse pobre cuando pierde sus posesiones, y el hidalgo del Buscón el ejemplo más evidente de esta situación: dice el noble “He vendido hasta mi sepultura, por no tener sobre qué caer muerto, que la hacienda de mi padre se perdió en una fianza.”

Volviendo a la comparación entre el escudero del Lazarillo y el hidalgo del Buscón hay que destacar el diferente punto de vista del pícaro : Lázaro criticaba la actitud del escudero, su afán de honra y la formalidad vacía, mientras que Pablos siente casi admiración por el hidalgo y sobre todo siente impulso a imitarle, también hay que considerar que si Lázaro llega a colocar al escudero a su mismo nivel pero exaltando su pobreza y desvalorando su honra, Pablos se sube al nivel del hidalgo considerándose capaz de alcanzar esa falsa honra tras renegar a su familia y su pasado. Lo que sí destaca es sin embargo cierto desprecio monstrado por el autor de la novela hacia la actitud del personaje de Don Pablos que quiere hacerse pasar por lo que no es, esto destaca aún más cuando el mismo autor, en otros capítulos llega a insinuar un antagonismo de clase entre Pablos y Don Diego.

No hay que olvidar como elemento fundamental de la obra los juegos de palabras, chistes, asociaciones - fonéticas, abstractas o de imágenes - que se suceden sin interrupción. Destaca por ejemplo en el capítulo V la asociación del nombre del hidalgo con el sonido de las campanas : “Don Toribio Rodríguez Vallejo Gómez de Ampuero y Jordán. No se vió jamás nombre tan campanudo, porque acababa en dan y empezaba en don, como son de badajo”. Siempre al don se refiere un juego verbal del mismo capítulo: el hidalgo se queja de no tener nada más que vender excepto el don de su nombre, que nadie quiere, “pues quien no le tiene por ante, lo tiene por postre, como el remendón, azadón, pendón, blandón, bordón y otros así”.

En el capítulo VI es interesante analizar como lo que cuenta el hidalgo puede reflejar la sociedad española del Siglo de Oro , en particular la alta sociedad de la clase noble, puesto que lo que este personaje nos expone es precisamente una serie de costumbres què el mismo intenta seguir (más que nada ante la aparencia, pues su condición económica le impide ser como los demás nobles) para que se le considere parte de esa sociedad aristocrática. Es evidente que en este tipo de citaciones el autor critica una sociedad hipócrita, esto es por supesto evidente en todo el género picaresco, la crítica social representa un tema fundamental de este tipo de novela.

El hidalgo cuenta al pícaro como un grupo de hombres en su misma situación siguen una serie de trucos precisamente pare defender esa falsa honra ; a continuación lo más significativo:

- Durante un convite se ofrecen para servir y de paso prueban la comida que van sirviendo, gustando asì la mitad de lo que luego reparten (elemento fundamental es el hambre).

- Se hacen ver en las salas de juego porque es evidente que se trata de un lugar donde sólo suele ir la gente con dinero (elemento fundamental es el dinero).

- Se afeitan entre sí para no gastar en barbero (además del dinero se puede considerar aquí fundamental la solidariedad).

- Cuando consiguen subirse a un coche de caballos hacen de todo para que la gente los vea, se asoman y van hablando para que todos los noten (reina la aperencia).

- Prestan atención para que no se vean los remiendos de la ropa (se cita incluso el sol como enemigo por descubrir los defectos de la misma), siendo su indumentaria vieja y de segunda mano, incluso se ponen cuellos sin tener camisas (destaca por supuesto la ingeniosidad).

Con respecto al tema de la ropa el hidalgo cita su capa teniendo ésta la facultad de esconder los indumentos viejos o rotos, ya en el capítulo anterior (V) el pícaro descubre precisamente los defectos de los pantalones del hidalgo cuando al ayudarle a subir al burro le levanta sin querer la capa. Esta prenda de nuevo recuerda al escudero del Lazarillo que monstraba particular interès en su capa, para el escudero esta representa la nobleza y para el hidalgo del Buscón representa tambièn una cobertura tras la cual se esconde su verdadero estado: la pobreza.

Toda la actitud del hidalgo queda bien definida en una frase que el mismo cita al final del capítulo VI : “el que sabe bandear es rey, con poco que tenga”. Esta frase resume el pensamiento del hidalgo y también las esperanzas del pícaro que precisamente en los capítulos siguiente se ingeniarà para satisfacer sus propias necesidades y para buscar esa honra tan deseada.




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Enviado por:Alex Gemini & Gartes
Idioma: castellano
País: España

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