Lenguaje, Gramática y Filologías
El árbol de la ciencia; Pío Baroja
PRIMERA PARTE: La vida de un estudiante en Madrid.
Andrés Hurtado comienza la carrera
Los estudiantes
Andrés Hurtado y su familia
En el aislamiento
El rincón de Andrés
La sala de disección
Aracil y Montaner
Una fórmula de la vida
Un rezagado
Paso por San Juan de Dios
De alumno interno
Andrés Hurtado estudió bachiller en el instituto de San Isidro. El primer día los estudiantes estaban formando un gran escándalo. Hurtado observaba lo que estaba ocurriendo, y le parecía todo muy raro. Se encontró con Julio Aracil y Montaner, el primero había sido un antiguo compañero. Entre ellos había cierta tensión por la diferencia de gustos, pero más por Montaner, que poseía gustos totalmente opuestos a Hurtado en cuanto a ideas políticas, a forma de ver la vida, a autores preferidos de libros, etc.
El profesor de Química era un viejo al que le gustaba que le aplaudiesen y fácil de burlar por los alumnos más alborotadores. Otras asignaturas que tenía eran: Botánica, Zoología.
Los estudiantes iban a Madrid con un aire donjuanesco. Los estudiantes en clase de Química fumaban, leían novelas y no atendían al profesor. Todo esto no le cuadraba a Hurtado, que lo veía todo muy raro.
En la familia Hurtado había de todo un poco. La madre había fallecido; el padre (Pedro) era un egoísta y déspota, que por cierto se lleva a muerte con su hijo Andrés; Le seguía en edad Alejandro, que era muy parecido al padre, salvo que era más inútil y egoísta aun, y trabajaba en un oficina del estado donde no hacía nada; Le seguía luego Margarita, que era muy responsable a la vez que muy dominadora, un poco seca según Andrés; A continuación venía Pedro, que estudiaba para abogado y era un poco indiferente; Le seguía Andrés, que quería mucho a Luisito, admiraba a Pedro y Margarita, pero odiaba a su padre y a Alejandro; y por último en la familia estaba Luisito, que tenía muy poca salud.
La madre le había inculcado la religión, pero con el paso del tiempo, ésta había desaparecido de su vida. Sus dos hermanos estudiaron en un colegio y a él le metió en un instituto por falta de dinero su padre, aunque eso era una mera excusa. Discutía frecuentemente con él ya que el padre era conservador y el hijo republicano. Al igual que pasaba en el piso de arriba en una familia catalana, pero el hijo allí era el conservador y el padre el republicano. Margarita era la que se interponía en las discusiones.
El padre era amable con los de fuera y mantenía amistades interesadas. Trabajaba para un marqués, cobrando alquileres. En su mismo edificio vivían dos ex-bailarinas, protegidas por un viejo senador, llamadas “las del moñete”. Pedro padre las elogiaba muchísimo. Andrés dormía en la habitación con su hermano Pedro; cuando empezó Medicina de trasladó a un cuarto alto sólo, donde se guardaban antes los trastos viejos.
En los primeros exámenes, aprobó 4 asignaturas, quedándole Química, aunque él en su casa dijo que no se había presentado. Luego pidió a su tío Iturrioz, que le recomendara y consiguió así aprobar un examen que por cierto, le había salido fatal.
Hurtado y Montaner se hicieron más amigos. En anatomía, tenían que diseccionar. Andrés no tenía ningún reparo, pero le molestaba cómo sacaban a los muertos del carro y cómo metían los pedazos en calderas.
Andrés también salía con Rafael Sañudo y Fermín Ibarra. Con Sañudo iba al Café del Siglo donde se hablaba de Wagner y donde había una chica rubia que destacaba Sañudo y compañía, quienes hablaban mal de todo el mundo. También frecuentó cafés para cantaores y otros sitios que creía peligrosos. Los domingos por la tarde iba a visitar a Fermín Ibarra, que tenía artritis y leía ciencia recreativa. Le daba impresión de dolor y amargura. De puertas adentro, Andrés desarrollaba ideas republicanas.
En el verano, Aracil se fue a Galicia, Montaner a la sierra y Hurtado se quedó en Madrid. Por las mañanas, iba al Retiro con Luisito y Margarita y por las tardes, leía. Tenía fisiología, y pensaba que le iba a entusiasmar pero su profesor y su libro eran muy malos. Este año, intimó más con Aracil, que le gustaba sentirse superior e iba de guaperas, y Andrés lo definió como un tipo semita. Aceptaba todo, se acomodaba a lo que fuese necesario. Montaner era otro semita, tranquilo, odiaba la violencia y blando de carácter. Aracil se marchó en el verano y Hurtado y Montaner se quedaron solos. Montaner y Hurtado hablaban mal de Aracil, pero cuando éste llegaba, iban con él.
Comienzan las clases de Letamendi. Su teoría sobre la vida, que era una multiplicación entre el individuo y el cosmos, la quiso explicar Hurtado en el café de su amigo Sañudo y otro estudiante se la rebatió. La segunda vez que la leyó le pareció una tontería. Lo único que tenía Letamendi era palabrería. Por ello, Hurtado se interesó por la filosofía, leyendo libros de Schopenhauer, Fichte y Kant. Leyó libros de filósofos franceses e italianos
que no le gustaron.
El quinto año de carrera, Luisito cayó enfermo con fiebre tifoidea. El cuidado de Margarita le hizo a Andrés sentir estima por ella. Se le pasaron las fiebres y Andrés de preguntó si de verdad servía la medicina para algo. Pero Luisito siguió malo. En ese curso, Andrés se hizo amigo de Antonio Lamela, un rezagado, que iba haciendo como un curso cada dos o tres años. Éste estaba enamorado de una dama noble, vieja y fea. Era muy católico anticuado. Hurtado pensaba que estaba un poco loco.
Aracil, Montaner y Andrés se apuntaron a un curso de enfermedad venéreas. Visitaron una sala de mujeres y a Hurtado le pareció deprimente. La vida le estaba enseñando su peor cara. El médico de la sala, amigo de Aracil era cruel y maltrataba a los enfermos de palabra y obra. Abandonó Andrés el curso de San Juan de Dios por la arrogancia y crueldad del médico hacia una enferma y su gato.
Montaner, Aracil y Andrés hicieron el examen para el Hospital General. Aracil y Andrés aprobaron, aunque Andrés lo hizo porque llevaba una recomendación de su tío. El médico adivinó que no tenía vocación para la medicina porque le gustaba investigar, sentía curiosidad por todo. Veía que en el hospital se jugaba demasiado a juegos de azar, como por ejemplo, dos curas, uno de ellos llamado Lagartijo. Hurtado se hizo amigo de las monjitas de la Caridad. Un enfermo le dio el diario de una monja, sor María de la Cruz. Quiso conocerla, pero ya había muerto. Había en el hospital, un tipo muy ansioso llamado Juan que cuidaba de enfermos contagiosos que para Andrés era repulsivo.
SEGUNDA PARTE: Las carnarias.
Las Minglanillas
Una capuchinada
Las moscas
Lulú
Más de Lulú
Manolo el Chafadín
Historia de la Venancio
Otros tipos de la casa
La crueldad universal
Julio Aracil se acercó a Andrés Hurtado y comenzó a despreciar a Montaner, que no asistía ya a clase. Julio le comentó a Andrés que él estaba con una chica llamada Niní que era una de las dos hijas que tenía una viuda pobre, antipática, a las que llamaba las Minglanillas. La viuda se llamaba Doña Leonarda y la otra chica Lulú. A Andrés la parecía incorrecto que Julio tomase a Niní como querida para luego abandonarla cuando quisiese.
Julio le informó a Andrés que había baile en casa de las Minglanillas el domingo de Carnaval y que si quería ir, tenía que pagar. Uno de los que asistió fue un periodista llamado Casares, que era un mujeriego, que quería una mujer rica y un sainetero. Entre las chicas había una rubia que había sido raptada por un señor rico y ella había conseguido escapar. La chica se llamaba Estrella y era odiada por las mujeres. Tenía una hermana de unos doce o trece años, sinvergüenza, que se llamaba Elvira. Andrés se sentó al lado de Lulú. Se acercó Casares a invitarla a bailar pero ella rechazó la invitación. Lulú le dijo a Hurtado que ella conocía las verdaderas intenciones de Julio. También dijo que quería morirse. Esta conversación les hizo muy amigos.
Salieron de la fiesta y fueron a casa de Doña Virginia, una comadrona de 45 años, rubia, que estaba acompañada de dos hombres (uno su amante, supuesto profesor de italiano y el otro el director de la revista El Mesón Ilustrado). La comadrona tenía a chicas en su casa, pero les dijo que se tenían que marchar. Ya en la calle se encontraron con Victorio, el hijo de un prestamista, que conocía a Julio. El director de El Mesón Ilustrado advirtió a Andrés que Virginia tenía un negocio basado en el aborto y rapto de chicas y que el supuesto profesor era su cómplice. Fueron a la casa de Villasús, un escritor pésimo de comedias bohemio.
Lulú era una persona simpática, graciosa, sin vergüenza al hablar. Pero Andrés no se sentía atraído por ella. Cuando fue pequeña estuvo una temporada sin hablar, poruqe decía que le ponía triste. No guardaba respeto a nada ni a nadie. Era servicial y no tenía amigas de su edad. Cuando iba Don Prudencio a hablar con Doña Leonarda ella empezaba a llorar.
A veces, Andrés acompañaba a Lulú y a Doña Leonarda. Decía la mujer, que Lulú de pequeña sufría ataques de nervios, jaquecas y se comía el yeso de las paredes. Pero seguía un poco desigual. Comía cosas frías y picantes. No le parecía mal el adulterio, el vicio... pero sí la hipocresía. Lulú decía que se iría con cualquier hombre que la quisiera. Tendencia final a lo trágico. Estuvo a punto de ser violada por un bestia de la vecindad. Muchas veces salían por ahí, Niní, Leonarda, Julio, Lulú y Andrés.
Lulú tenía una amiga llamada Venancia, de unos 60 años, que vivía con su hija y su yerno, Manolo el Chafandín, que era muy chulo y muy vago y la hija, una borracha vaga. Todos vivían a cargo de la señora Venancia . Un día se pelearon Lulú y la hija de la Venancia y Manolo le fue a Lulú a pedir explicaciones de lo que había dicho. Andrés terminó peleando con Manolo y éste se marchó malhumorado. Cuando Andrés se despidió apretó la mano de Lulú más fuerte que de costumbre.
Para la Venancia, vieja seca, el aristócrata era superior a lo humano. De joven había servido en casas. Mientras planchaba, contaba sus historias con sus amos. La primera era malévola, que pegaba a todo el mundo y les enfrentaba. Su segunda ama fue una duquesa muy guapa con muchos amantes. Una vez tuvo que salvar la situación de que el duque casi encontrara a su esposa con un amante. Sabía toda la vida amorosa en la época de Isabel II.
Lulú estaba interesada casi exclusivamente en su vecindario. Vivían muchas familias. Vivía también la tía Negra, una vieja verdulera, alcohólica, republicana. En realidad se llamaba Sra. Nieves. También vivía la Sra. Benjamina, que bebía aguardiente y pedía limosnas con diferentes excusas. Tenía un hijo de más de 20 años llamado El Chuleta, que trabajaba en una funeraria, un vengativo y rencoroso. Odiaba a Manolo el Chafandín. El Chuleta tenía muchos hijos. Había también una casa de huéspedes de una gallega bizca, la Paca, donde se alojaban algunos conocidos de Julio y Andrés y Don Cleto, el filósofo de la casa; hombre culto y educado en la ruina.
Andrés fue a ver a Iturrioz porque con el podía hablar de cosas trascendentales. Se fueron a la azotea desde la que se podía ver el Guadarrama. Su tío tenía un criado que era un antiguo soldado. Le contó la vida de la vecindad de Lulú y su tío sacó la consecuencia de que la vida es luchar, que en un sentido absoluto no hay lucha ni justicia. Le dijo que el hombre sereno tiene dos soluciones: o ser indiferente o actuar en círculos pequeños. Pone ejemplos de insectos usureros que son como algunas personas. Al final dice que él cree que sólo lo artificial, creado por el hombre es bueno. Andrés se levantó y vio dos jardines: uno de niñas y otro de frailes.
TERCERA PARTE: Tristezas y dolores.
Día de Navidad
Vida infantil
La casa antigua
Aburrimiento
Desde lejos
El día de Navidad tuvo Andrés que marchar a Valencia para ver el piso de unos tíos para que Luisito viviera allí porque escupía sangre y tenía síntomas de tuberculosis y el médico de la sala y Andrés creyeron que sería lo más conveniente. Viajó en tren en tercera clase con un manchego. Negoció con un tartanero para que le llevase al pueblo. Pidió la llave a la vecina y entró en la casa, decorada con dos estatuas: Flora y Pomona. Ésta tenía un huerto, y parecía muy tranquila. Devolvió la llave pensando que era el lugar ideal. Al llegar a Valencia escribió un telegrama a su familia y volvió a Madrid.
Don Pedro, Margarita y Luisito se marcharon a Valencia; los otros tres hermanos, se quedaron en Madrid. Andrés sacó el curso y se fue a Valencia, esta vez en primera. Luisito, seguía igual. Luisito y Andrés plantaron muchas cosas en el huerto, aunque sólo salieron ajos. Los dos cuidaban el precioso jardín. Luis se duchaba por las mañanas con agua fría porque así se lo habían recomendado.. Luisito inventaba cuentos; decía que un gato que le perseguía era un brujo y caricaturizaba a los que iban a la casa. Luisito conocía a Roch, el hijo del saludador y dos medoreadores: Choriset y Chitano. A veces, Andrés iba al café y allí se enteraba de los conflictos entre el casino carlista y el republicano.
Don Pedro advierte a Margarita que no pueden sostener las dos casas. Viene doña Julia, prima de Don Pedro y les invita a que Andrés, Luis y Margarita vayan a Valencia Capital. Fueron a visitar a los primos. Les recibió don Juan, uno de ellos. En la casa vivía él, Don Vicente, enfermo de gota y doña Isabel, los tres solteros. La casa era oscura con un naranjo muy grande en medio y a los pocos días los tres hermanos se trasladaron. Margarita y Luisito estaban bien, pero Andrés escribía para ser médico rural. Luisito se iba poniendo más exigente y no quería tomar el sol. Una criada tomó por loco a Andrés al decirle éste, que abriese las ventanas para que muriesen los gérmenes, y definió éstos como moscas que existen pero que no se ven.
Andrés se impacientaba porque no le daban plaza para médico rural y se puso a estudiar las asignaturas del doctorado. No salía de casa. Subía a una azotea a observar el pueblo. Pensaba, bajo las estrellas cosas perturbadoras como las fuerzas de la naturaleza, y se angustiaba.
Volvió a Madrid a examinarse del Doctorado. Leyó una oferta de médico rural en Burgos y se marchó allí. Sustituiría allí a un médico rico, viudo, aficionado a la numismática. Hizo amistad con él y se quedó a vivir en su casa, con una criada vieja.
Recibió una carta de su padre diciendo que Luisito había muerto en Valencia, con muchas ganas de saber de él. Pero la muerte no le creó ninguna desesperación, no sentía dolor. Recordó el caso de un chico de 6 ó 7 años. Recibió carta de Margarita, donde le explicaba que Luisito había muerto de meningitis tuberculosa. Pero no le recordaba enfermo, sino sonriendo.
CUARTA PARTE: Inquisiciones.
Plan filosófico
Realidad de las cosas
El árbol de la ciencia y el árbol de la vida
Disociación
La compañía del hombre
Andrés volvió a Madrid, envió dinero a Margarita y se encontró con Fermín Ibarra ya curado. Fue a su casa y le enseñó sus inventos, a los que quería sacar patente, como de unas llantas que luego salieron al mercado. Por las tardes iba a casa de Iturrioz, y hablando de la carrera de medicina, decía que los profesores no tenían más finalidad que cobrar su sueldo. Andrés está realmente angustiado y su tío le dice que está perdido, que pensar como él no le va a llevar a nada bueno. Andrés comienza a defender a Kant mientras que Iturrioz dice que todo lo que él dice son cosas absurdas.
Sigue la discusión filosófica diciendo Iturrioz que juzga por las sensaciones de los sentidos. Y Andrés le responde diciendo que la duda lo arrasa todo, que cuando nuestra inteligencia afirma sus verdades no hace más que señalar su mismo mecanismo. Fuera de los axiones lógicos y matemáticos, las verdades tienen como condición ser unánimes. Son unánimes porque son verdades. La ciencia es la única construcción fuerte de la realidad.
Iturrioz replica diciendo que la ciencia arrolla esos obstáculos y también al hombre.
Según Iturrioz la vida necesita estar basada en la mentira.
Andrés está en parte de acuerdo con él, y afirma que el hombre, a más comprender, menos desea. La ciencia debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida.
Iturrioz basándose en la filosofía que él lee, la inglesa, alega que cree que hay ideas que son fuerzas, que partiendo de la relatividad de todo, hay que darle un valor absoluto a las relaciones entre las cosas.
Andrés le dice que fuera de las matemáticas y lo empírico, la ciencia no dice mucho.
Sigue la discusión filosófica, con Iturrioz diciendo que el intelectualismo es estéril, a lo que Andrés rebate diciéndole que hay formas de agrupación social unas mejores que otras y que se deben ir dejando y tomando las buenas. Con nuestras fuerzas vamos siendo dueños del mundo.
La conversación acaba con Iturrioz diciendo que él es romántico práctico, y que inventará la Compañía del Hombre: enseñar el valor, la serenidad y el reposo. A lo que por último, Andrés contesta que cuando funde esa compañía, le escríba al pueblo.
QUINTA PARTE: La experiencia en el pueblo.
De viaje
Llegada al pueblo
Primeras dificultades
La hostilidad médica
Alcolea del Campo
Tipos de casino
Sexualidad y pornografía
El dilema
La mujer del tío Garrota
Despedida
Nombraron a Andrés médico titular de Alcolea del Campo, un pueblo entre Castilla y Andalucía. Se compró un billete de primera y se fue. En su vagón estaba un hombre americano y un chico alto. Entró el revisor y pidió los billetes. Él le advirtió al americano que su billete era de segunda y el hombre empezó a gritar y a insultar a los españoles y a España. El joven alto se le enfrentó y defendió su patria. El tren se paró y entró una compañía de cómicos. Llegó a la estación y esperó a que llegase el coche hacia Alcolea.
En la diligencia en la que fue al pueblo viajaba también una vieja de pocas palabras. Se bajó en la Fonda de la Palma donde pidió una habitación espaciosa. En el patio había un canario y tres hombres: un catalán, un riojano y un andaluz. Con los que luego se acercó al casino. Luego marchó a ver al Secretario y con él, al médico compañero, el Doctor Sánchez. Éste le dijo que no pensase en ganar mucho dinero porque a los ricos los trataba el doctor Don Tomas Solana. Mientras que el doctor Sánchez se marchó, el Secretario y Andrés subieron a un cerro desde donde se veía el pueblo con viñedos y alguna higuera. Bajaron al pueblo y Andrés cenó en la fonda y luego dio una vuelta por el pueblo.
El doctor Sánchez y Andrés se dividieron el pueblo en dos. Los primeros días resultaron muy tranquilos. Se cansó de la fonda y el agua en Alcolea era carísima. Decidió abandonar la fonda y el doctor Sánchez le buscó una casa en las afueras. Se quedó una habitación en el piso bajo. Era amplia y daba a una callejuela. Pidió una tinaja y un mozo que la llenara y de comer legumbres. Por pedir esto le tomaron por loco. El marido de la patrona se llamaba José, pero le llamaban Pepinito. Tenían una hija llamada Consuelo de unos 12 años.
A Sánchez le gustaban demasiado los toros. Una tarde se fue a Baeza y vino un hombre a avisar a Andrés de que la hija del molinero estaba muy enferma. Él la operó. Al día siguiente, Sánchez y él discutieron porque Andrés había aconsejado a la madre que llevase a la chica a Madrid. Mientras la gente se ponía del lado de Andrés, Sánchez hablaba mal de él para desacreditarle. Andrés, con su escepticismo iba ganando prestigio.
Alcolea vivió una etapa de esplendor cuando Francia firmó con España tratados del vino, pero luego, empezó el declive al no haber sensación de asociación. Sobre política, el pueblo estaba dividido en dos bandos: los ratones (liberales) y los Mochuelos (conservadores), como el alcalde. En Alcolea los ricos defraudaban a Hacienda y no se les tomaba por ladrones. El tiempo se hacía eterno. Pepinito era un petulante que trataba fatal a su mujer y a la niña. Era de Tomelloso y le gustaba contar historias de muertos. Andrés, junto con Dorotea, la niña y los dos criados, bajaron a la bodega y a la Cueva de los Enanos. Llegó la vendimia y Andrés vio a varios hombres sudando haciendo el vino: fue entonces cuando le dio la razón a Iturrioz en que lo artificial era lo bello.
En invierno Andrés comenzó a ir a La Fraternidad, el casino de Alcolea. Había dos personajes pintorescos, el pianista y el hidalgo, Don Blas Carreño. Don Blas invitó a Andrés a ir a su casa y le enseñó su librería ofreciéndosela para cuando quisiera. Le gustaba hablar con citas, utilizar expresiones de los libros y llamar a los pueblos por su nombre antiguo. Había un joven en el casino, abogado, hijo de usurero que le parecía imbécil.
Vio en la librería unas revistas pornográficas y llegó a la conclusión de que cuando había una vida sexual activa, la pornografía no se necesita y en sitios, como Alcolea, donde la vida sexual es pobre, la pornografía estaba en todo.
Andrés comenzó a tener mala reputación. Dejó de ir al casino y leía en su cuarto. Intentó dejar los libros de filosofía y probó los libros de historia y de astronomía. También probó a escribir. Comenzó a padecer dolores articulares y a caérsele el pelo, ya que él era neuro artrítico. La solución era encontrar una mujer, pero sólo conocía a la hija de Sánchez, y la del Secretario. Se puso a dieta y mejoró, porque sabía que tenía que encontrar a alguien.
Una noche de invierno alguien se cayó en la calle. Era la mujer del Tío Garrota y sufría una conmoción cerebral. Llegó el juez y dos guardias; interrogaron a todo el mundo y preguntaron si se podía interrogar a la vieja a Andrés. La vieja, tenía una lesión cerebral y por ello no podía responder a las preguntas. Al rato, murió y se pensó al principio que había sido el marido quien la había asesinado. Al hacer la autopsia, en la que intervinieron los 3 médicos no dijeron nada convergente, cada uno daba una versión. Andrés defendía que había sido un accidente.
Debido a esto, los pobres del pueblo no le querían. Así que decidió presentar la dimisión, despedirse de Don Blas Carreño y del juez, y hacer las maletas. La última noche, aprovechando que estaban solos Dorotea y Andrés, éste se declaró y pasaron la noche juntos. A la mañana siguiente, Andrés se marchó camino de Aranjuez.
SEXTA PARTE: La experiencia en Madrid.
Comentario a lo pasado
Los amigos
Fermín Ibarra
Encuentro con Lulú
Médico de higiene
La tienda de confecciones
De los focos de la peste
La muerte de Villasús
Amor, teoría y práctica
Cuando Andrés volvió a Madrid, allí se vivía el preparativo contra los E.E.U.U. por Cuba y Filipinas y se vivía con optimismo. Se perdió la guerra, como pensaba Iturrioz. Un día Andrés fue a casa de su tío y le contó su experiencia en Alcolea. Según Iturrioz la naturaleza le da al rico el espíritu de riqueza y al pobre el de miseria.
Un día en el Apolo se encontró con Montaner y entraron en un café. Hablaron sobre ellos. Montaner acabó la carrera gracias a que los padres de su novia se la llevaron a Santander y él se marchó a Salamanca. Le cuenta que Aracil montó una clínica y que después de haberle ayudado él, se asoció con Nebot (un valenciano). Lamela se fue a Galicia y no ejercía pero vivía bien. Aracil estaba casado con una muchacha a la que prostituye y, según Montaner, iba a llevar a Nebot a su casa para que se acostaran juntos. Días más tarde, Andrés se encontró con Julio. Estuvieron hablando y él dijo que tenía plena confianza en su mujer y que todo era normal el gasto que tenían.
Se encontró con Fermín Ibarra, quien se iba a Bélgica para aprovechar sus inventos ya que en España eran todos unos chulos sin futuro. A los pocos días le escribió Ibarra a Andrés desde Bélgica diciéndole que sus empresas iban bien.
Un amigo del padre de Andrés le estaba buscando trabajo. Un día, al salir de la casa de éste, se encontró con Lulú y quedaron un café. Le contó que Julio había abandonado a Niní y que ésta se había casado con Prudencio y le había puesto una tiendecita a Lulú. En el café también estaba Doña Leonarda, quien le miraba con desprecio y un tipo joven con anteojos. Acordaron en verse otro día.
El puesto de médico de higiene no le agradaba. Comenzaba a aumentar su instinto antisocial y veía desfilar a prostitutas que le daban pena. Un cura tenía dos casas de prostitución y a veces, cuando tenía que hacer visitas en este tipo de casas, veía a señoritos de la alta sociedad. Todo esto le llevaba a reflexionar, sacando como conclusión que la casta burguesa se iba preparando para someter a la casta pobre y hacerla su esclava.
Andrés fue a visitar a Lulú a la tienda, que era grande. Lulú dijo que le había dicho a Julio que cuando Andrés estudiaba había dicho que casarse con ella era lo mismo que casarse con un orangután. A veces iba al café con Lulú, el tipo de anteojos y Leonarda. Andrés recriminó a Lulú que tratase de manera desdeñosa al farmacéutico por ser su pretendiente.
Andrés, desilusionado y angustiado con lo que veía en las casas de prostitución le cuenta a Lulú que le habían escrito una carta unas chicas que viven y ejercen la prostitución firmando Las Desgraciadas. Le cuenta que fue a un prostíbulo un tipo afeminado que junto con el ama, eran los que captaban a las chicas. Le contó algunos trucos para retener a chicas, como a una chica de Sevilla que fue reclamada por sus padres y fue imitada por otra. Hablaba con amargura y Lulú le aconsejó que dejase ese puesto.
Abandonó el puesto de médico de higiene, y gracias a Julio se puso de médico en La Esperanza, un hospital para pobres que le fatigaba a la vez que le encolerizaba.
Seguía con su instinto antisocial y tenía ganas de matar los domingos a aquellos que volvían de los toros, lo único que le tranquilizaba era estar con Lulú y a veces iba con ella y su madre al paseo de Rosales. Fue a visitar a su niño enfermo y al lado vio a un viejo ciego y medio loco, que resultó ser Villasús y a los pocos días murió. Fue Andrés a visitarlo y le vio rodeado de bohemios desarrapados todos medio locos diciendo que quizás Villasús seguía vivo.
Andrés le dice a Lulú que hay dos procedimientos del amor, como en la medicina: el de los tímidos es buscar pareja opuesta y el de los satisfechos de su físico, que buscaban alguien semejante. Pero dice que ella es diferente. También define el amor como la confluencia del instinto fetichista y el sexual. Pero que en el fondo el amor es un engaño. Un día, después de ver a Lulú con un militar que la visitaba en la tienda, Andrés estuvo por la Moncloa, cuando sintió la necesidad de ir a ver a Lulú. Primero la piropeó, luego se declaró y luego la beso. Lulú le dijo que ella estaba enamorada de él desde el primer día y que a partir de ese día donde él fuera, tenía que llevársela.
SÉPTIMA PARTE: La experiencia del hijo.
El derecho a la prole
La vida nueva
En paz
Tenía lago de precursor
Andrés fue a pedirle consejo a Iturrioz hablando como si fuese un tercero que le había pedido consejo. El tío le recomendó que dijera que si era fuerte y quería casarse, que se casase y tuviese hijos. Si era débil y quería casarse, que se casara, pero que no tuviera hijos. Por la tarde escribió Andrés a su tío diciéndole que se iba a casar.
Lulú pidió a Iturrioz que le buscase un trabajo nuevo a Andrés, y le buscó uno como traductor de artículos. Se fueron a vivir al barrio de Pozas. Se casaron por la Iglesia, Andrés se negó a que Dña. Leonarda viviera con ellos y cogieron a la Venancia para que ayudase en la casa. Le pasaron a Andrés a hacer estudios originales con datos obtenidos por científicos extranjeros. Estaba cada vez más a gusto y temía que esa paz se desmoronase en cualquier momento. Cada vez estaban más enamorados. Lulú pensaba que
Pasaron varios meses y la tranquilidad se turbó. Lulú se deprimía porque quería tener un hijo y Andrés se angustiaba. Cuando le dijo que estaba embarazada, ella estaba histérica y muy celosa y sentimental y él estaba muy nervioso y angustiado. No podía dormir y tomaba morfina cada vez estaba peor.
Cuando tenía que dar a luz hubo un problema con el cordón umbilical y el bebe nació muerto. Lulú sufrió una grave hemorragia y a los tres días murió. Todo esto superó a Andrés quien se envenenó tomándose un producto tóxico y murió.
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Enviado por: | Fran |
Idioma: | castellano |
País: | España |