“Efectos de la crisis económica de 1929 en Europa y Chile”
Si bien la primera guerra mundial se desarrolló en algunas regiones europeas, la crisis económica que desencadenó, afectó a todo el planeta. La primera guerra mundial había favorecido de gran manera la economía de EEUU, siendo el principal proveedor de materias primas, alimentos y productos industriales. Además era el mayor acreedor del mundo, y su influencia en Europa y Chile era fundamental para sus economías. Cuando en octubre de 1929 la Bolsa de Nueva York quebró, la crisis fue inevitable y se extendió al sistema bancario, a la industria, el comercio y a la agronomía estadounidenses.
El boom de la crisis obligó a todos los gobiernos del mundo a adoptar medidas proteccionistas, como subir los tipos de interés y los aranceles, lo que terminó por afectar a EEUU en el retorno de la crisis. Se quitó el valor de la moneda en casi todo el mundo. Otra consecuencia fue la sustitución de las manufacturas, que antes se importaban, por productos nacionales. Se redujo el comercio internacional, había que estimular el consumo interno.
En la vida política internacional se acentuaron posturas extremas, como el fascismo italiano o el nazismo alemán. En Alemania se dio una situación crítica. En esta, se produjo una hiperinflación ante la retirada de los inversores internacionales, lo que condujo al pánico financiero y a la adopción de medidas extremas y severas por parte del canciller Brüning como fue la de reducción por decreto de todos los salarios lo que creo un aire de descontento por parte de los trabajadores, además de reducir así el consumo interno llevando a la quiebra a las empresas. Fue esta situación la que favoreció a las posturas extremistas, como preámbulo de la segunda guerra mundial.
Según un informe de la Liga de las Naciones (World Economic Survey), Chile resultó la nación más afectada del mundo. Esto se reflejó en la notable baja de las exportaciones y en la caída del valor de los productos. Las ventas de salitre y cobre, pilares de la economía en ese entonces, se redujeron bruscamente provocando graves consecuencias en la economía interna.
El Banco Central decidió abandonar el patrón oro a mediados de 1931 y durante los siguientes años la moneda sufrió una fuerte devaluación real. La situación económica del país pareció tocar fondo, pues se dicta, por vez primera, la suspensión del pago de su deuda externa. Se reduce el gasto público dejando de recibir créditos externos, se reducen los salarios en un 40% aproximadamente y las importaciones disminuyen en un 88%.
Por su parte los prestamistas extranjeros exigían el pago de la deuda externa, la cual se había suspendido. Se observaba una alta tasa de cesantía. Hay que agregar que el principal producto de exportación de aquel entonces, el salitre, dejó de exportarse porque durante la primera guerra mundial, los alemanes crearon el salitre artificial, que tenía un menor costo. Luego del “crack” económico, el salitre perdió para siempre la importancia que tenía. Producto del fracaso económico los cesantes llegaron a un número de aproximadamente 130.000 personas. El gobierno a través de los Comités de Ayuda a los Cesantes debió alimentar y albergar a miles de familias; las ollas comunes proliferaron en los barrios, y mucha gente terminó viviendo en cuevas en los cerros aledaños a la ciudad.
Antes de la crisis, Chile vivía una sensación de prosperidad económica durante el gobierno de Carlos Ibañez del Campo, lo cual era estimulado por la destinación del gasto público a la infraestructura del país, lo que auguraba prosperidad. Sin embargo, este apogeo tuvo su origen producto de los créditos que fluían desde Nueva York; créditos que destinaban deudas externas.
Luego de la crisis, el país se desilusiona de la supuesta prosperidad y comienzan los manifiestos sociales en contra del gobierno, lo que obligó a Carlos Ibañez del Campo a renunciar al cargo y al exilio, quedando el país en una crisis política y económica, que solo se recupero con la llegada al poder de Arturo Alessandri Palma (1932)
Brüning, Heinrich; Abogado y especialista en asuntos financieros Designado canciller de Alemania en 1930, su período de gobierno coincidió con los inicios de la depresión en Alemania, que intentó combatir con medidas deflacionistas.