Educación y Pedagogía


Educación en época de Fernando VII


INTRODUCCIÓN.

FERNANDO VII Y SU ÉPOCA.

UNA APROXIMACIÓN PATOBIOGRÁFICA.

  • LOS COMIENZOS DE UN MONARCA.

Era el primer hijo de Carlos IV y de María Luisa de Parma, siendo considerado a su vez como el último representante del absolutismo en España.

Aunque fue educado para reinar, nunca mostró interés alguno por ampliar sus conocimientos ni tampoco por la práctica deportiva.

Para hacernos una idea de cómo era su vida cotidiana a la edad de 11 años retomaremos las palabras que en su libro titulado “FERNANDO VII. VIDA Y REINADO”, reproduce Pedro Voltes, para describir la situación:

<< Se levantará su alteza a las 6 de la mañana, desde 1º de Septiembre hasta fin de Abril y, luego que esté vestido, asistirá el preceptor y rezará con su alteza…>>.

Su preceptor fue un hombre muy culto, el padre Felipe de San Miguel, y probablemente le inculcó su amor por las artes, que le llevaría en el futuro a la Creación del Museo del Prado.

  • SURGEN LAS INTRIGAS Y LLEGA LA GUERRA.

Tras la muerte de la reina, Juan de Escoiquiz, que había sido uno de los encargados de la educación de Fernando VII, contactó secretamente con Napoleón, solicitando como nueva esposa a una princesa de la familia Bonaparte.

Tras varias batallas y conflictos, en Diciembre de 1813 Bonaparte firmó la paz con Fernando, en el llamado “Tratado de Valençay”, concediéndole la libertad.

  • UN MONARCA ABSOLUTO.

En 1814, una vez que acabó la contienda con los franceses, Fernando VII regresó a España, con la intención, según sus propias palabras, de ser <<un rey absolutamente absoluto>>.

Fue un periodo de privación de libertades, teniendo lugar el cierre de universidades, la supresión de publicaciones y el acoso a los liberales rebeldes.

Pronto pasó el monarca de ser el “rey deseado”, a convertirse en “rey malquerido” y “rey felón”.

En esta época, el rey alternaba su viudez con las escapadas a los burdeles y el trasiego celestinesco de cardenales y embajadores, que no descansan en seducir vírgenes de estirpe real para arrojarlas al lecho del felón.

  • TRAS LA ETAPA LIBERAL VUELVE EL ABSOLUTISMO.

Desde el año (1820 - 1823). A partir de 1823 hasta 1833, comienza la década absolutista, de nuevo.

  • FINAL DE FERNANDO VII Y UNA NUEVA ETAPA PARA ESPAÑA.

En el momento del óbito de Fernando VII, tenía 49 años de edad, dando comienzo el reinado de Isabel II.

Triunfaron así los isabelinos, pero los carlistas se prepararon para la lucha.

LA EDUCACIÓN DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII

El reinado de Fernando VII empieza en el año 1808 hasta 1833. Con el inicio de la década absolutista (1823-1833) la Universidad española estuvo regulada por el Plan de Estudios de 1824, llamado también Plan de Calomarde, que llegó a estar vigente hasta 1845, ya que tras el reinado de Fernando VII, los liberales realizarán cambios de poca relevancia.


Los problemas que van surgiendo durante el reinado de Fernando VII se ven reflejados en el mundo universitario, que se convertirá en un auténtico campo de Agramante ( lugar donde todos pelean o riñen con todos). Donde se debate la vida universitaria en general.
A los pocos meses de iniciarse el Trienio Constitucional, antes de que diera principio el curso 1820-1821, cuando los liberales triunfaron decretaron el provisional retorno al Plan de 1807, mientras se apresuraban a preparar una nueva reforma que se plasmaría en el Reglamento de 1821, basado en el Proyecto de Arreglo General de la enseñanza pública, que se había presentado a las Cortes en marzo de 1814 y que estaba inspirado en el Informe de Quintana de 1813 (el informe de Quintana establecía una educación universal, pública, libre, gratuita y uniforme) . No llegó a implantarse hasta enero de 1823, al menos en la Universidad de Sevilla, su intento resulta significativo para comprender la decidida confrontación mediante la que se pretende monopolizar el sistema educativo.


Los hechos originados en el verano de 1823 produjeron la vuelta al gobierno absoluto de Fernando VII, lo que originó una nueva política educativa, que, sin lugar a dudas, supuso un considerable avance y se vio reflejada en la publicación de planes de estudios para las Universidades, Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades, Escuela de Primeras Letras y Colegios de Medicina y Cirugía, además de la creación de la Inspección General de Instrucción Pública, encargada de supervisar todos los centros de enseñanza.


Finalizado el Trienio Constitucional, en septiembre de 1823 se ordenó el restablecimiento del Plan de 1771, por el que se regiría la Universidad durante el curso 1823-24 mientras se terminaba de elaborar el Plan de Calomarde, que, iniciado en 1815, se vio interrumpido en 1820 tras el triunfo del pronunciamiento de Riego.

El Plan de Estudios de 1824 supuso un notable progreso en la Universidad española, resolviendo el difícil papel de la transición de la política educativa del Antiguo al Nuevo Régimen. Transformó el gobierno de la Universidad, potenciando la figura del Rector, al tiempo que limitaba la del Claustro, con lo que se daba un paso importante en el proceso de centralización.


Muchos españoles fueron sometidos a persecuciones y depuraciones durante esta nueva etapa absolutista de Fernando VII.

LAS FACULTADES

Las Facultades universitarias eran a partir de 1824 cinco: Filosofía, considerada Menor, y las Mayores de Teología, Leyes, Cánones y Medicina. Con la ley Moyano serán siete: Filosofía y Letras, Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Farmacia, Medicina, Derecho y Teología. Como innovaciones hay que destacar la desaparición de la división de Facultades Mayores y Menor, el cambio de denominación de Jurisprudencia por Derecho y, sobre todo, que los estudios de Filosofía han dado origen a las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En todas ellas se podían obtener los grados de Bachiller, Licenciado y Doctor.

EL PROFESORADO

Existían diferentes tipos o categorías de profesores y su acceso a la docencia.
El Plan de Calomarde establece tres clases de profesores:

1.- Los propietarios.

2.- Los sustitutos -interinos en la terminología actual-, que ocupaban las cátedras vacantes.

3.- Los que sustituían a los anteriores, que se denominaban también sustitutos.

Además, según la cátedra que ocuparan, había catedráticos de Ingreso, Ascenso y Término. El sistema de acceso a la docencia era diferente, según se tratara de profesor sustituto o propietario. Los sustitutos de profesores eran nombrados a propuesta de éstos; los sustitutos de cátedra debían presentar una solicitud con los méritos al Claustro y su elección se hacía mediante votación, y para llegar a ser catedrático propietario había que realizar las oposiciones. Hasta el 1835-36, el 20% de su profesorado era sustituto y al finalizar la vigencia del Plan, los catedráticos propietarios representaban el 36%, y ello a pesar de que en los últimos años se había suspendido la convocatoria de oposiciones por motivos económicos.

En lo referente a la docencia, hemos de señalar que el Plan de 1824 en lo que hoy entendemos por Didáctica universitaria, exige al profesorado:

- La realización de un diseño, proyecto o programa, donde exponga lo que va a hacer en sus clases y cómo lo va a llevar a cabo

-Cada profesor debía entregar un ejemplar de la programación de su asignatura al Rector y otro que se enviaba al gobierno. En ella no sólo debían ir los contenidos de la asignatura, sino el método razonado que vaya a adoptar en su cátedra. Los programas debían revisarse anualmente en función de los resultados obtenidos al objeto de modificarlos, actualizarlos o hacer en ellos las observaciones oportunas, lo que en nuestros días es imprescindible en todo proyecto didáctico.

-El profesor debe organizar la hora y media de clase: la primera media hora de cátedra se dedicará a leer la lista, anotar las faltas y tomar las lecciones, empleándose lo restante del tiempo en la explicación que hará el catedrático, concretándose al texto y acomodándose a la capacidad de los discípulos. El último cuarto de hora se ocupará precisamente en preguntas y argumentos.

-El profesorado debía dar ejemplo de sana doctrina y buena conducta y ser responsable del aprovechamiento de sus alumnos. Por eso, en el acceso a las cátedras que se hacía por oposición, se valoraba tanto la formación humana, moral y política, como la académica. Se presta atención a la formación continua, concediendo premios a su labor y a los progresos alcanzados e, incluso, se indica que los catedráticos orienten a sus alumnos, elaborando una lista con notas individuales y expresivas de su capacidad, aplicación, instrucción y aptitud para los cargos o destinos que podrán desempeñar en las carreras de la Universidad o del Estado.

Pero la enseñanza tampoco entonces era fácil, no sólo por la preparación y responsabilidad exigidas, sino, a veces, por la indisciplina de los alumnos o por la carencia de medios.


Y respecto a la formación humana del profesor, dispone que si algún catedrático observase mala conducta moral o cometiese acciones impropias de una persona que debe por su profesión servir de modelo a la juventud, será amonestado por el Rector y su reincidencia podía causarle hasta la separación de la docencia. Este rigor se extendía hasta llegar a ser privados del sueldo si faltaban sin justificación a clase o a cualquier otro acto convocado por el Rector o Decano.

EL ALUMNADO

Mientras que el Reglamento General de Instrucción Pública de 1821 nada dice acerca de los alumnos, el Plan de 1824 regula tanto su selección para acceder a la Universidad como su preparación científica y humana a lo largo de su estancia en ella. El nuevo Plan va a tener por finalidad formar nuevos hombres.

En cuanto a la selección, se dispone que el tribunal que realice el examen de Latinidad, que precedía a los estudios de Filosofía y que los alumnos que se matriculen por primera vez presenten junto a sus datos personales, la fe de bautismo y certificados de buena conducta moral y religiosa.

Regula las condiciones que debían reunir las posadas o casas que acogieran a los estudiantes, que sólo podían alojarse en lugares que contaran con la autorización expresa del Rector, y los comportamientos que estaban prohibidos:

-Salir a deshora de la noche o en las horas de estudio.

-Relacionarse con personas de malas opiniones.

-Malgastar en vicios o en excesivo lujo.

Y hasta las normas de urbanidad que debían observar:

- La mayor compostura en sus modales, demostrando respeto al Rector, catedráticos y otras autoridades.

- Ir a clase con el traje académico que será manteo y sotana larga hasta el zapato, de bayeta negra con alzacuello, chupa, calzón y chaleco de paño negro, sombrero de tres picos, sin más adorno que una presilla sencilla y un calzado decente.

Se establecen las horas de estudio, que debía ser de siete a once de la mañana y las tres primeras horas de la noche, y se exige asiduidad y puntualidad, hasta el punto de perder el curso si las faltas fueran superiores a un mes, pero se daba la oportunidad de poderlas recuperar al finalizar las clases en el mes de junio.

El curso escolar se abría mediante una oración inaugural el 18 de octubre, día de San Lucas, y duraba hasta el 18 de junio. Estas fechas pasaron al 1 de octubre y 15 de junio. Poco antes de finalizar las clases, en junio, comenzaban los exámenes de curso y grado y nuevamente tenemos que decir que el de 1824 fue el primero de los Planes Generales de Estudios Universitarios que estableció que los alumnos aprobaran cada curso mediante exámenes, pues hasta entonces sólo se examinaban al ingresar en la Universidad y para la obtención de los grados de Bachiller, Licenciado y Doctor

En los exámenes, que eran públicos y obligatorios para todos los alumnos, sólo se podían presentar los que hubieran conseguido de sus profesores el certificado de asistencia y aprovechamiento.

Las clases a las que tenían que asistir los alumnos eran dos: una por la mañana, de hora y media, y otra, por la tarde, de una hora.

Además, debían asistir todos los domingos a la Academia Dominical de su Facultad, después de misa, durante dos horas. A éstas irán todos los alumnos, excepto los de Teología, Leyes y Cánones, que irán los jueves, y los domingos, a la academia de Oratoria.

Para estimular a los alumnos tanto en conducta como en estudio, en cada Facultad, se destinará un grado de Bachiller gratis como premio al estudiante rico o pobre más sobresaliente y, cada dos años, un grado de Doctor gratis a los Licenciados sobresalientes que aspiren a conseguirlo. También se disponen otros tipos de premios para los mejores alumnos, según los fondos de la Universidad.

La Facultad con el alumnado más numeroso fue la de Derecho.
La profesión de los padres es un dato poco frecuente en los expedientes de los alumnos.

TEORÍAS E INSTITUCIONES CONTEMPORÁNEAS DE LA EDUCACIÓN

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Enviado por:Wendy
Idioma: castellano
País: España

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