La identidad de nuestro Ecuador tiene sus raíces en los grupos autóctonos de la época aborigen. Posteriormente esta identidad adquirió rasgos o características fundamentales en la época de la colonia, con el mestizaje. Pero no es sino después cuando la nación ecuatoriana parece recién empezar a surgir, en la época de las luchas de independencia en Latinoamérica, cuyos ideales estaban apoyados precisamente por la búsqueda de una identidad americana. En la época republicana primó una identidad hispanizante y de desprecio hacia el indígena. Con el liberalismo, en 1895 llegan nuevas formas de ver la Patria, pero no es sino en 1920 con el surgimiento del socialismo y el indigenismo, cuando realmente se empieza a fortalecer el sentido de la identidad ecuatoriana, con la creación de organizaciones y sindicatos, tanto de obreros como de indígenas; que llevaron al borde el cuestionamiento de la identidad mestiza. Con esto, ha surgido una conciencia de diversidad, como reconocimiento de que lo mestizo no es la única identidad vigente en el país y la resistencia indígena que ha mantenido su identidad.
Actualmente a la identidad ecuatoriana no se la puede definir según una determinada etnia, ya que es el resultado del sincretismo de varias épocas y culturas, desde la indígena, la mestiza, hasta las manifestaciones culturales foráneas que son producto de nuestra sociedad globalizada y el desarrollo de los medios de comunicación, que imprimen rasgos de culturas extranjeras en los ecuatorianos, por lo que la identidad popular, tradicional y verdadera del Ecuador, se va perdiendo y mezclando con elementos extraños a ella.
¿Pero, a qué se debe que los ecuatorianos imitemos estos modelos, en vez de defender lo nuestro y despreciarlo?
Se debe a todo un proceso histórico proveniente desde la época colonial, donde la identidad indígena se rechazó, además del conocido conflicto de los mestizos ecuatorianos, que tienen en su sangre y costumbres dos culturas totalmente diferentes; haciéndose por esto difícil proporcionar una definición del mestizo sin que se tienda a inclinarse por un sólo lado, ya sea el indígena o el español. Es decir, el mestizo no tiene una identidad única y propia, sino ésta es la expresión de la simbiosis de las dos anteriores.
Esta identidad poco sólida, más bien ambigua, es la que ha originado el desprecio del hecho de ser ecuatoriano; todo aquello, sumado a la visión de país tercermundista y subdesarrollado, pequeño; ha hecho que nuestro gente pierda la confianza en sí misma y se muestre insegura ante el hecho de ser ecuatoriana.
Esto es muy importante para entender la idiosincrasia del ecuatoriano y el porqué de su actual condición socioeconómica, claro está que en parte ésta se debe a las políticas a lo largo de la historia.
Pero esto debe cambiar, no debemos dejarnos influenciar por los espejismos externos de otros países. Debemos evitar adorar e idealizar los cánones de vida de sociedades de otros países, prefiriendo lo nuestro antes que copiar lo ajeno. Sólo así creeremos en nosotros y aceptándonos tal como somos, nos sentiremos fuertes y seguros como ecuatorianos, lo que permitiría que el potencial de nuestra gente se muestre con gran esplendor, para así poder hacer cosas buenas por el lugar en el que vivimos.