Economía y Empresa


Economía política heterodoxa


Curso 2000-2001

Economía II

ECONOMÍA

POLÍTICA II

Tercer curso

El objetivo central del presente trabajo es el de aproximarse a ciertos aspectos generales de la macroeconomía a partir de un enfoque heterodoxo. Se partirá de un breve análisis del subdesarrollo desde diferentes puntos tales como la ideología de la competitividad o las teorías de las ventajas absolutas para realizar un acercamiento bien fundado del análisis del capitalismo y la crítica expuesta por Marx sobre este.

Como el trabajo se plantea desde un punto de vista heterodoxo, básicamente se ha utilizado documentación que siga esta línea de pensamiento.

EL SUBDESARROLLO

Uno de los problemas que primero se plantean dentro de la Teoría del Comercio Internacional es el de la competitividad. Sin embargo, no es que haya una confusión general en cuanto a la competitividad, sino que más exactamente, ciertos conceptos que la definen son generalmente confundidos. Básicamente se trata de los conceptos de “ventaja absoluta” y “ventaja comparativa”.

David Ricardo (1772-1823) las distinguió claramente, siendo la ventaja absoluta, la ventaja competitiva intrasectorial y la ventaja comparativa, la ventaja competitiva intersectorial. Dio primacía a la ventaja comparativa sobre la absoluta.

En contra de esta teoría se puede afirmar que “la superioridad teórica de la ventaja absoluta no ofrecerá dudas a quien se acerque al análisis sin prejuicios de ningún tipo” (D. Guerrero). Sin embargo, la teoría de Ricardo es especialmente útil para apoyar los fines de la teoría neoclásica del comercio internacional. Desde luego, es más útil para los neoclásicos utilizar la ventaja comparativa dentro de un modelo de competencia perfecta.

A pesar de todo, lo primero es especificar que el término “ventaja” es excesivamente relativo y además, simplemente comparativo. Por ejemplo, se puede tener ventaja absoluta respecto a una o unas empresas (o países) y viceversa, es decir, estar en desventaja absoluta con respecto a una o unas empresas o países.

El concepto que Ricardo emplea como ventaja comparativa se basa en la relación entre diferentes sectores productivos de un mismo país. Por ello, se habla de ventaja intersectorial.

Por otro lado, Adam Smith (1723-1790) ya conocía el carácter comparativo del término “ventaja”. En sus reflexiones se insiste en los aspectos comparativo y relativo de la ventaja absoluta. En este sentido, la comparación se establece en la ventaja entre países y por consiguiente, en la desventaja que implica para uno o unos de ellos. En cuanto a la relatividad del concepto, esta se afirma en la ganancia o pérdida frente a un país rival.

Ricardo, tras citar el pasaje de Smith sobre la naturaleza relativa de la ventaja absoluta, realiza una crítica sobre la influencia de los tipos de beneficio sobre los niveles de precios. Y, paradójicamente, admite que la ventaja absoluta es absoluta y relativa a la vez.

Entonces, se podría afirmar que la ventaja absoluta es una ventaja esencialmente intrasectorial, es decir, que implica la comparación entre distintas unidades productivas del mismo bien. Si admitimos los costes laborales unitarios como un indicador fiable de los costes laborales unitarios o medios, la ventaja absoluta vendría entonces determinada por la productividad y el nivel salarial.

Sin embargo, un error bastante frecuente es el de plantear como “biunívoca” la relación entre coste unitario y productividad. Es decir, que a mayor/menor productividad, menor/mayor coste unitario. Pero como el coste unitario depende de dos factores, la relación debería plantearse de la siguiente forma: Precio unitario del Trabajo x Número de unidades de trabajo por unidades de producto = Coste Unitario del Producto. Esto se resume en la ecuación: W/L x L/Q = W/Q.

Por lo que el coste laboral unitario (CLV) sería: CLV = Salario/Productividad = W/M = ( W/L): (Q/L).

Sin embargo, esto no afecta a la teoría general de la ventaja absoluta, ya que esta parte de que la ventaja absoluta se basa en el menor coste y no en la mayor productividad.

Los autores mencionados utilizan en contra de la ventaja absoluta el argumento de que resulta insuficiente comparar las productividades respectivas en la fabricación de un determinado producto para explicar las reglas del comercio internacional entre países del susodicho producto.

Pero en realidad, este argumento construido lógicamente afecta a la tesis que identifica la ventaja con la productividad, haciéndola más errónea todavía.

La teoría de la ventaja comparativa se caracteriza por su insistencia en la importancia que le asigna al bajo coste relativo desde la perspectiva intersectorial, omitiendo por completo la perspectiva intrasectorial. En el extremo opuesto se sitúa la teoría de la ventaja absoluta ya que el criterio que utiliza es el de estudiar cada sector por separado y aplicar el test de sí el coste unitario intrasectorial es inferior en un país o en otro. Por Ello, lo que realmente hay que tener en cuenta es el coste relativo internacional de carácter intrasectorial y en absoluto, el coste intersectorial.

Aquellos que apoyan la teoría de la ventaja comparativa siempre se han apoyado en que el criterio de productividad no es suficiente en el análisis. Es preciso entonces, complementarlo con la “ratio salarial entre nuestro país y el extranjero”. Sin embargo, en esta discusión se difumina aquello que realmente es esencial en la cuestión, es decir, hay que preguntarse si se tiene o no ventaja absoluta en la producción de cada mercancía.

Ciertos economistas afirman que la ventaja de costes es una ventaja comparativa intersectorial y que por ello, la utilidad de la teoría de la teoría de la ventaja comparativa es mayor que la de la ventaja absoluta.

La obsesión actual con respecto a la supremacía de las ventajas comparativas parte de la admiración por las teorías de Smith y Ricardo, por la relación existente entre sus conceptos del comercio internacional y por sus interpretaciones de las teorías del valor y el dinero. Dentro de las relaciones económicas internacionales, Smith continuo la tradición teórica clásica del valor-trabajo, mientras que para Ricardo este puede transformarse en algo totalmente ajeno, e incluso opuesto a la teoría del valor.

El propio Ricardo sentó las bases para un desarrollo teórico diferente. Dentro de su teoría del comercio internacional y en sus reflexiones sobre las ventajas y desventajas entre países, afirma que el principio general del valor-trabajo es inválido para el ámbito internacional y que por ello, hay que recurrir a la teoría cuantitativa, es decir, a la teoría específica del dinero.

Exponiendo brevemente la argumentación del autor, se puede decir que se divide en tres partes y se desarrolla de la siguiente manera:

  • Afirma que no es el valor el que determina el precio relativo en las relaciones comerciales internacionales.

  • Si la movilidad internacional de capital equivaliese a su movilidad interna, no existirían razones para que persistieran a largo plazo como significativas en los niveles de eficacia de los diferentes capitales nacionales. Como esto no es así, y como en el ámbito internacional existen obstáculos en la movilidad del capital, las diferencias entre los niveles nacionales de productividad pueden ser notables y duraderas. Esto mostraría una tendencia al superávit comercial de los países más productivos acompañada de una tendencia inversa al déficit por parte de los países menos productivos.

  • Aunque las diferencias de productividad pueden perdurar en el tiempo, los desequilibrios comerciales que originan solo pueden ser coyunturales porque existe un “mecanismo automático” de ajuste que se pone en marcha desde la aparición de los primeros síntomas.

Finalmente, entrarían entonces en juego las ventajas comparativas para determinar cuáles serían los bienes que tendrían primacía sobre los demás. Así hasta que la variación inversa del nivel general de precios en ambos países llegue al punto de posibilitar el equilibrio en las respectivas balanzas de pagos.

Por ello Ricardo opina que el comercio exterior solo puede ser regulado mediante la alteración del precio natural, no del valor natural, al cual puedan producirse los bienes en los respectivos países. Esta alteración se realiza alterando la distribución de metales preciosos y materias primas. Pero hay autores como Samuelson que creen poder prescindir del mecanismo monetario en su caracterización de la teoría de la ventaja comparativa.

Al final, Ricardo abandona su propia teoría del valor en el campo internacional y sus discípulos reclamarán la autosuficiencia de la Ley de la Oferta y la Demanda, llegando más lejos que el propio autor. Sobre la base de esta Ley se afirma la “ecuación de la demanda internacional” por la que “los productos de un país se cambian por los de otros países a los valores que precisan para que el total de sus exportaciones pueda exactamente pagar el total de sus importaciones”.

Se deduce entonces que la teoría moderna de la ventaja va más allá de la teoría de Smith, ya que no se trata solo de enfatizar los diferenciales de costes absolutos de cada mercancía. Si, además, se reconoce expresamente la validez de la teoría del valor-trabajo en el ámbito internacional dentro de un sistema monetario distinto, llegamos a la versión marxista de la teoría de la ventaja absoluta. Aunque haya habido muchos marxistas que han interpretado incorrectamente al propio Marx, no vendría mal recuperar un poco su reflexión.

Marx (1818-1883)trató de derivar las leyes del desarrollo capitalista sin renunciar a dos puntos fundamentales: el principio del intercambio de equivalentes y la ley del valor-trabajo como forma específicamente capitalista del principio ya mencionado. Para él, son los tipos de interés los que responden al desequilibrio comercial entre países de diferente nivel competitivo. Rechaza entonces la teoría monetaria de Ricardo además de la teoría cuantitativa del dinero. Las consecuencias de este análisis son:

  • Los tipos de interés tenderán a subir en los países pobres pero competitivos y tenderán a bajar en los países ricos y eficientes. Siendo el diferencial de tipos resultante el que genera un incentivo para que los primeros se endeuden con los segundos en el mercado de capitales de los últimos.

  • La creación de una segunda forma de dominación como resultado de la unión de la exportación de capital-mercancias (base del problema) y de la exportación de capital-dinero ( a cargo de los países desarrollados).

  • El crédito y la inversión financiera extranjera permite a los países pobres superar la diferencia hasta cierto punto. A partir de un momento, este instrumento contribuye a crear un nuevo tipo de separación en forma de deuda. Y esta limitación forzará una tercera forma: la importación directa del capital menos productivo por parte de los países pobres.

Según Saikh, este proceso se repite indefinidamente agrandando y agravando aún más las desigualdades entre estos conjuntos de países.

Pero recordemos por un momento los dos tipos de ventaja existentes de manera sintética:

Ventaja absoluta(costes, precios absolutos) = concentrada o repartida.

Ventaja comparativa(costes, precios relativos) = solo repartida.

Según la definición de Tamames y Gallego, en el comercio internacional “es la situación según la cual un país tiene un producto más barato que todos los demás (ventaja absoluta), a pesar de lo cual puede convenirle producir otro distinto en el que tiene mejores costes comparativos ( ventaja comparativa)”.

Retomando a Ricardo defiende la segunda ya que cree en la teoría cuantitativa de Dinero por la que el nivel medio de los precios depende de la oferta monetaria y que funciona como mecanismo autoregulador (P = V/Q.u).

A partir del siguiente ejemplo, su argumentación quedaría así:

Supongamos dos países A y B que producen dos bienes x e y en una relación comercial estable:

A

B

Px

2

4

Py

3

5

Pxy

2/3= 0,6

4/5= 0,8

Pyx

3/2= 1,5

5/4= 1,25

Resultando que A tiene ventaja absoluta en Pyx y B en Pxy.

Y por el mecanismo autocorrector se equilibra la balanza.

La crítica que se puede hacer a este planteamiento se resume en tres afirmaciones: si la teoría fuese real:

  • Habría un equilibrio real y no déficit o superávit.

  • Habría una competitividad perfecta, sin problemas.

  • Finalmente, si se rechaza la teoría cuantitativa del dinero se rechaza la mayor parte de esta teoría.

Existe entonces un desarrollo desigual sobre la base de un intercambio igual en el que participan dos grandes bloques: por un lado los países desarrollados (productores, acreedores y exportadores) y por otro los países subdesarrollados (dependientes, deudores e importadores). Desde luego, el subdesarrollo parece un problema de difícil solución en un contexto capitalista y “globalizado”.

EL CAPITALISMO

Se pueden distinguir tres enfoques sobre el capitalismo:

  • Clásico: interpretación asimétrica, el beneficio de unos perjudica a otros.

  • Marxista: evolución del capitalismo hacia el socialismo.

  • Tercer enfoque: imposibilidad para encontrar tendencias reales en cualquier evaluación económica ya que el sistema funciona basándose en fuerzas innatas y latentes y además, sería el sistema menos malo por el control que ejercen las instituciones públicas sobre el Mercado.

La primera cuestión que se impone es la de saber si el mecanismo de funcionamiento del sistema es intrínseco o extrínseco al propio sistema. Aquí difieren clásicos y keynesianos liberales (también llamados socialdemócratas políticamente). Los primeros mantienen su postura sobre los conflictos de clase que aparecen por la producción y la distribución, mientras que los segundos repiten o revisan a su maestro. Sin embargo, en todos los marxistas perdura la idea que el socialismo sucederá al capitalismo.

Por ejemplo, Schumpeter señala la importancia de la teoría del valor en el conjunto de la teoría económica capitalista como medio para la llegada del socialismo. De esta fusión de ideas se deduce que toda forma heterodoxa defiende bien al socialismo, bien a la teoría del valor.

Con relación a la teoría del valor aparece también cierto eclecticismo: afirmado en primer lugar por Samuelson, articula teorías procedentes de distintos puntos de vista y abre el tema a nuevos conceptos y aportaciones.. Sin embargo, solo Marx logró unir realmente la teoría del valor para un futuro sistema socialista y por ello ocupa un lugar esencial en la historia del pensamiento económico.

El esquema ideado por Marx representa al capitalismo financiero en el que: D-  -D'.

Se compra mercancía por dinero, se vende esta y se obtiene mayor capital (D') que lleva implícito un incremento de valor (D-D'). Este excedente es también: D'-  (=rup,FT)…  -D'

La mercancía comprada incluye materia prima y fuerza de trabajo, con los que se obtiene la producción y por consiguiente, la mercancía excedente: D'-D= d(excedente)

Lo que une la los clásicos con Marx es el análisis del proceso de generación, extracción y distribución del excedente. Según el esquema, como los P son los que transfieren su valor al producto, el excedente tiene que provenir de la fuerza de trabajo. Para Marx, el excedente viene de la diferencia entre el valor que crea y el valor que cuesta la fuerza de trabajo. Los neoclásicos, alternativamente, transladaron su atención sobre las condiciones dinámicas de la producción hacia las estáticas que aparecen en los ciclos D- y '-D' y convertir el intercambio entre capital y trabajo en un intercambio entre iguales.

Así, el esquema de Marx quedaría prácticamente igual pero se añaden factores intangibles para no situar el excedente a partir de la producción.

Así, los neoclásicos buscaron alejarse del trabajo como fundamento del valor de las mercancías. La combinación de la teoría utilitarista del valor con los resto de la vieja teoría clásica dio lugar a los principios de utilidad y coste monetario de la producción como fundadores del valor de las mercancías. La teoría neoclásica se veía en un mundo perfecto.

La evolución de la economía durante el siglo XX provocó la reforma de las escuelas durante los años 30 a partir de una reformación de la teoría keynesiana pero esta vía se agotó tras la II Guerra Mundial y la crisis del Welfare State.

Analizando a Keynes (1883-1946) se observa que toma al Estado y sus intervenciones como un medio para garantizar la supervivencia y la estabilidad del sistema capitalista. Para él, las convincentes expectativas empresariales causan insuficiencias en la inversión para materializar la capacidad de ahorro que tiene una economía a partir de un cierto nivel de producción y renta. Surge entonces la depresión y ya que la inversión privada se nuestra indiferente ante el estímulo de una política de dinero barato, el Estado debe realizar inversiones públicas para rellenar esas insuficiencias y reducir el nivel de desempleo al mínimo posible. Estas inversiones son los “gastos deficitarios” característicos de las décadas posteriores a 1945.

LA CRÍTICA DE MARX

Marx(1818-1883) inició su crítica al capitalismo observando en primer lugar la distribución de la renta en vez de la teoría laboral del valor. A partir de 1835 se inclinó hacia la teoría del valor-trabajo y el posible uso social que se podía hacer de esta. Más adelante, criticó el análisis del valor-trabajo conceptualizando un derecho del obrero a todo el producto de su trabajo y se familiarizó también con la concepción relativa de los salarios ideada por Ricardo.

En primer lugar, el incremento de la fuerza productiva tenía tres consecuencias directas: el empeoramiento de la situación del trabajador frente al capitalista; relatividad en el disfrute del valor producido; descenso del salario, primero en términos relativos en relación con el desarrollo de la riqueza y segundo, en términos absolutos al disminuir el salario del obrero por la mercancía producida.

En segundo lugar, Marx se apoyó en el concepto ricardiano del salario relativo para estructura su teoría de la plusvalía. En esta, el valor de los salarios depende en absoluto de la proporción de la parte de jornada de trabajo durante la cual el trabajador trabaja para sí. Esta afirmación fue criticada por Malthus (1766-1834)tanto en la “relatividad” de la subida o bajada de salarios como en su “proporcionalidad”.

Malthus y Ricardo deseaban el desarrollo de la producción capitalista. Sin embargo, Malthus deseaba este desarrollo siempre y cuando se adaptase a las necesidades de la clase aristocrática, mientras que Ricardo no hacia diferencias sobre quienes debían y podían participar en el desarrollo. Tanto Ricardo como Marx eran intransigentes en este punto.

Continuando con Marx, procederemos ahora a realizar una breve síntesis de su impresionante y voluminoso análisis del Capital a partir de las dos teorías que lo configuran: la teoría del valor y la plusvalía por un lado, y la teoría del valor y la plusvalía por otro.

El Capital: teoría del valor y plusvalía:

La teoría del valor se compone de los siguientes epígrafes que analizaremos brevemente uno a uno:

  • Teoría completa del valor, el dinero, los precios y sus medidas.

  • Teoría de la equivalencia basada en el libre movimiento de capital en el intercambio de equivalentes.

  • Teoría hilefórmica de la sociedad capitalista: siendo su materia las variables económicas y su forma social a partir de las relaciones de producción capitalista.

  • Teoría completa del valor:

  • Para Marx, toda mercancía posee dos propiedades cuantificables y exclusivas. Por un lado, “ser producto de trabajo humano” y por otro, “tener un precio”. La acumulación de capital depende solo de la demanda de trabajo asalariado, típico de la sociedad capitalista. Hay críticos que han añadido otro tipo de propiedades como el deseo y la utilidad, dando lugar a teorías divergentes.

    Marx, sin embargo afirma que el valor intrínseco de una mercancía se mide indirectamente a través del dinero por el que se cambia de hecho en el mercado. Su medida del valor tiene más profundidad que la de Ricardo, mide trabajos concretos en términos de tiempo. Esto representa una abstracción a través de un patrón (el dinero) que a diferencia de otros autores, inserta el mecanismo de funcionamiento en el interior de la economía capitalista.

  • Teoría de la competencia:

  • Teóricamente, el valor es el trabajo socialmente necesario para producir mercancías. Es social por dos tipos de socialización: la competencia intrasectorial y la competencia intersectorial. Por ello, el cálculo de este trabajo ha de tener en cuenta que se basa en el libre movimiento de capital con la consiguiente tendencia a la igualación sectorial. Si suponemos unos precios directos (Pd), el volumen físico producido será igual a la suma del capital constante, variable y la plusvalía, siendo entonces:

    Pd.Q= C+v+pV

    Dentro de un contexto dinámico hay que tener en cuenta el tiempo real y determinar el momento al que se refiere las variables. Los precios de producción son los que determinan la oferta normal, según Marx. El precio electivo puede entonces moverse dentro de unos márgenes establecidos en función de las diversas condiciones, de acuerdo con la posición de la demanda.

  • Competencia a escala internacional:

  • Marx continuo la teoría de Smith sobre la ventaja absoluta sobre la base de la teoría del valor-trabajo. Por ello, tendrá ventaja absoluta intrasectorial la empresa que ofrezca el menor coste para igual cantidad de producto. Esto no es más que el reflejo de la mayor productividad de los países desarrollados frente al déficit productivo de los países menos desarrollados. Los desarrollos solo muestran un superávit comercial estructural. No existe un ajuste automático de las balanzas comerciales por lo que los déficits habrán de ser compensados con capital financiero y productivo procedente de los países desarrollados.

    El Capital: teoría de la acumulación del capital y de la crisis:

    • TEORÍA DE LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL Y DE LA CRISIS

    Existe una clara tendencia a la acumulación de la capital por las siguientes razones:

  • Aunque solo hubiese una competencia o un capital, su objetivo sería maximizar la explotación del trabajo a través de la mecanización de la producción y la primacía del capital sobre el trabajo real.

  • La competencia solo añade un impulso adicional a la tendencia anterior. La tasa de acumulación (k) resulta de k=I/K siendo I la inversión y K el stock de capital al principio de año

  • Puesto que la capitalización es el medio para la mecanización (vía de éxito para el capitalista), el poseedor del capital se ve obligado a maximizar la expansión de capital para maximizar los beneficios a su vez.

  • La existencia y generalización del crédito materializa las facilidades de sobreacumulación de capital. Las empresas pueden entonces incrementar su capital a mayor velocidad que sus beneficios. Sin embargo, la masa de ganancias puede experimentar un estancamiento que llevaría a la crisis.

  • Según Marx, se producirá una crisis de sobreacumulación cuando CB=beneficios

    • TEORÍA DEL SOCIALISMO

    Las luchas entre clases en el trabajo, el capital, la competencia, el crédito y las crisis desarrollan lo que Marx denominó las fuerzas productivas sociales del trabajo. El sistema capitalista se basa en el dominio de estas fuerzas por parte del capitalista gracias justamente a su capital que le permite controlar las relaciones de producción. Esta fiscalización de las relaciones de producción frena el pleno desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, al existir los medios técnicos para terminar con la fuerza de trabajo asalariada y con el mercado, solo faltaría que las masas proletarias acaben con ellos.

    Por ello, Marx idealizará la neutralización de los medios de producción, la planificación económica y la dictadura del proletariado para implantar el nuevo sistema socialista. Empero, nada impide que exista una fracción previamente planificada del producto social que tenga como objetivo el consumo descentralizado de los individuos y de las familias. Esto no ha de confundirse ni con el mercado ni con el socialismo del mercado.

    BIBLIOGRAFÍA

    • GUERRERO, Diego, “Historia del pensamiento económico heterodoxo” Editorial TROTTA (1997)

    • GUERRERO, Diego, “Competitividad: Teoría y Política” Edit. Ariel (1995)

    • MOCHÓN, Francisco, “Principios de Economía” Edit. McGraw Hill (1995)

    • TAMAMES, Ramón y GALLEGO, Santiago, “Diccionario de economía y finanzas” 2º Edición, Edit. Alianza (1998).

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    Enviado por:Quintiliano
    Idioma: castellano
    País: España

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