Ecología y Medio Ambiente


Ecología y contaminación


ECOLOGÍA

La ecología es la ciencia que estudia las relaciones existentes entre los seres vivos y el medio en el que viven. Así pues, estudia la relación entre el hombre y su medio, la Tierra un gran almacén que proporciona recursos materiales de todo tipo: agua, oxigeno, minerales, madera, alimento..., todo cuanto es precioso para la vida. Sin embargo, existe la posibilidad de que ese gran almacén se agote. Efectivamente, los recursos del planeta son abundantes a partir de la década de los años setenta la Humanidad es consciente de que dichos recursos son finitos y que es preciso reducir su consumo. Desde entonces, la preocupación por el medio ambiente ha ido en aumento y se han creado asociaciones y organismos dedicados a su estudio y protección, así como se han firmado algunos tratados y protocolos entre diversos países con el fin proteger las especies amenazadas y limitar la emisión de productos nocivos.

No obstante, no se ha logrado detener ni el proceso de agotamiento y malversación de los recursos terrestres, ni el de la contaminación del medio ambiente. Al contrario, a los desastres naturales, como las erupciones volcánicas, se suma un número creciente de desastres accidentales o indirectamente provocados (mareas negras y vertidos incontrolados de materias contaminantes al mar, accidentes en centrales nucleares, incendios de pozos de petróleo, desecación de zonas naturales, etc.) que contribuyen a la contaminación atmosférica y de las aguas, a la desertización de grandes zonas del Planeta, a la deforestación de los bosques, a la desaparición de especies animales, radicalización de los cambios climáticos, a la disminución de la capa de ozono y, cómo no, al incremento de las enfermedades. En una palabra, el hombre esta interfiriendo, incluso, en las altas capas de la atmósfera de modo que su cualidad de depredador, practicada desde los tiempos más remotos de su historia, ha alcanzado cotas inimaginables hace solo medio siglo, que conducen al Planeta a un situación límite y de alto riesgo. Ello se debe, en parte, a los efectos de la actividad industrial de la sociedad contemporánea, pero también a las necesidades derivadas del desorbitado incremento de la población mundial, la cual se ha duplicado en los últimos cuarenta años. Es más, las previsiones demográficas señalan un período de únicamente veinte años para que se duplique de nuevo, por lo que es preciso actuar con urgencia a nivel colectivo e industrial si se quiere que la Tierra siga manteniendo a la Humanidad.

Es quizás el momento de subrayar las palabras del Dalai Lama, Premio Nobel de la Paz, sobre este nuevo jinete apocalíptico: “Nuestro planeta madre nos está poniendo una luz roja de peligro; sed cuidadosos, cuidar la Tierra es cuidar nuestro propio hogar”.

La contaminación

La atmósfera, los océanos y la superficie terrestre, en una palabra los diferentes ecosistemas que conforman la Tierra, podrían parecer relativamente indiferentes a las actividades humanas, pero todos los organismos vivos forman parte de un inmenso ecosistema y la más mínima variación de una de sus partes puede alterar el equilibrio del conjunto. A la alteración causada por la inyección de elementos extraño a la biosfera, productos de las actividades del hombre, se la conoce como contaminación.

En otras épocas, los problemas ambientales no ocupaban el primer plano de la actualidad; la población humana era reducida, las fuentes de materias primas parecían ignorables y el Planeta era una vasta región sin explotar. Los verdaderos problemas surgieron con la industrialización y los modernos métodos de agricultura y silvicultura, de modo que, a principios de la década de los sesentas, los expertos en medio ambiente comenzaron a advertir al mundo sobre los peligros que comportaba la polución. La controversia pública se inició con la publicación del libro del libro de Rachel Carson “La primavera silenciosa” en 1962. En aquellos años, hubo grandes mortandades entre las aves de presa, debido a la acumulación en sus tejidos de sustancias venenosas como el DDT; en el Japón mucha gente murió o quedo invalida a consecuencia de los vertidos de mercurio al mar durante años por las fábricas Minimata; se mostraron los efectos de contaminantes múltiples como el fósforo, los gases sulfuros, los detergentes o el plomo de la gasolina y se descubrió que el mar no diluía ni neutralizaba las impurezas a la velocidad que se creía.

LA CONTAMINACION DE LAS AGUAS

La alteración del medio acuático

Durante mucho tiempo el hombre ha ido arrojando sus residuos a los ríos y al mar y, al no percibir ninguna alteración manifiesta, ha considerado infinita la capacidad de autodepuración de estos medios acuáticos. Sin embargo, con la llegada de los procesos industriales a gran escala, tanto la cantidad como la calidad de los contaminantes se ha multiplicado hasta límites intolerables.

No sólo se vierten hoy cantidades ingentes de estos productos sino que, lo que resulta todavía más peligroso, la capacidad destructiva de muchos de ellos es infinitamente mayor de la que poseían residuos de hace unas pocas décadas. Productos químicos concentrados, pesticidas, defoliantes, residuos nucleares, etc. han ido destruyendo gran parte de los ríos de los países industrializados y el mar, al que en un principio se considera con mayor capacidad de regeneración, da hoy muestras evidentes de encontrarse también gravemente afectado.

Uno de los principales peligros que supone esta contaminación es la posible vía que dichos residuos tóxicos seguirán en la naturaleza, pues se desconoce como se integra en los ciclos naturales, por lo que se desconoce también dónde y en qué medida causarán daños. Sin embargo, no hay duda de que el ser humano, que es miembro de estas cadenas, resulta afectado en algún punto de ese recorrido.

La importancia del medio acuático, del agua en general, es evidente al ser el origen y la base de la vida en nuestro planeta. Es el medio en que ésta se generó y sólo podemos encontrarla allí donde existe el agua, aunque se presente en formas ocultas: hielo, rocío en las rocas de un desierto, etc. El agua actúa como intermediario en el metabolismo de casi todos los organismos, es vehículo de sustancias y no en vano forma parte de la propia sustancia celular, del citoplasma, llegando a constituir casi el 99% del peso de algunos animales (medusas por ej.). La presencia en ella de sustancias tóxicas es naturalmente destructiva para el ser vivo, pero incluso aunque esas sustancias no sean tóxicas su presencia física perturba muchas de las propiedades del agua (el pH, la dencidad, la presión osmótica ejercida, etc.) y éste es un factor al que las células de cualquier organismo reaccionan con gran sensibilidad. Los peces dulceacuícolas mueren si aumenta la salinidad del agua y si un mamífero debe beber agua salada, acaba muriendo. Otro tanto sucede con las plantas y cualquier alteración de las condiciones hídricas destruye fácilmente el plancton vegetal, que está en la base de todas las cadenas tróficas del mar. Resumiendo, el agua no es únicamente importante como un medio líquido sino como un compuesto químico de determinadas características que la contaminación altera.

La contaminación en ríos y lagos

Los lagos han sido los primeros en manifestar los efectos de la contaminación, al ser muchos de ellos sistemas cerrados y, en cualquier caso, porque la entrada y salida de sus aguas no suele ser suficiente para deshacerse de una cantidad excesiva de residuos. La contaminación inicial era de tipo doméstico, procedente de las poblaciones humanas asentadas en sus orillas. Al ser productos orgánicos en su mayoría, se produjo un paulatino aumento de nutrientes en el agua, convirtiéndose los lagos oligotróficos en eutróficos y desapareciendo da manera lenta las formas de vida más exigentes.

Con los modernos métodos agrícolas, que recurren a fertilizantes y plaguicidas para aumentar la producción, el número y la peligrosidad de los residuos ha aumentado, acelerando los procesos. El resultado ha sido la muerte biológica de gran número de masa lacustres en los países industrializados.

Los ríos, gracias a su capacidad de arrastre, han sido capaces de absorber mayor cantidad de agresiones, pero también el proceso de intensificación y concentración de esos contaminantes ha superado los límites de la capacidad de auto regeneración, rompiéndose el equilibrio entre los distintos componentes del medio fluvial. Las cloacas circulantes en que se han convertido en el mundo industrializado son una buena prueba de ello. La flora y la fauna han quedado en muchos casos irreparablemente dañadas.

Al ser los ríos la fuente principal de suministro de agua potable para las poblaciones humanas, el problema se ha convertido en prioritario para las autoridades y las legislaciones actuales intentan impedir la contaminación, al tiempo que se llevan a cabo costosos proyectos de limpieza y regeneración de las aguas. La disponibilidad de agua potable está en camino de convertirse en uno de los decisivos del desarrollo humano para el cercano siglo XXI, transformándose en un bien preciado y cada vez más costoso.

La contaminación del mar

Los residuos arrojados a los lagos y ríos pasan de modo natural al mar y allí las corrientes los dispersan y trasladan a los puntos más lejanos. Muchos de estos contaminantes son transformados en elementos utilizables por los organismos marinos, dentro del proceso de auto depuración del mar. Pero hay otros, sobre todo los residuos radiactivos y los productos químicos de alta concentración utilizados en procesos muy diversos, que no pueden incorporarse a ningún ciclo natural de estas características y permanecer como tales provocando enormes daños en la flora y fauna marinas. Sus efectos son a menudo a largo plazo o en lugares remotos. Así, DDT utilizado masivamente en los años 50 y 60 en la agricultura paso a través de los ríos a las aguas de los océanos, acumulándose en los elementos del plancton y, de aquí, pasando a los tejidos de los peces, que en un superdepredador, el ser humano, utiliza como alimento. Se han encontrado restos de DDT en cantidades peligrosas en focas y otros carnívoros marinos.

A los vertidos directos a través de los ríos hay que añadir la contaminación con las precipitaciones que arrastran residuos tóxicos, los vertidos incontrolados en altamar y los accidentes de superpetoleros que vierten millones de litros de hidrocarburos a las aguas, o, a menor escala, pero igual de grave por su reiteración, las pequeñas cantidades resultantes de limpiar depósitos en altamar o procedente de fugas de los motores.

Agua potable

Más valiosa que el oro

Buenos Aires. Argentina. Por el simple gesto de mantener la canilla abierta mientras se cepilla los dientes, Roberto M. gasta diez litros de agua al día.

Bou Djébéha. Malí. En mitad del árido paisaje, media docena de niños peules acarrean tres baldes. Después de caminar 6 km. Conseguirán agua para abastecer a sus familias durante una jornada.

Nueva York. Estados Unidos. Cada vez que uno de sus habitantes vacía el depósito del inodoro desaparecen catorce litros de agua potable por las cañerías.

Depresión de Houleh. Israel. Diez litros de agua por día, utilizados gota a gota, sirven para regar unos 100 metros cuadrados de cultivos hortícolas.

París. Francia. 500.000 metros cúbicos de agua, aproximadamente el 50% del consumo diario de la ciudad, son vertidos a las alcantarillas día a día sin que hayan servido a nadie.

El empleo que el hombre hace del agua está relacionado con factores tan dispares como las costumbres, educación, grado de desarrollo y, sobre todo, región del mundo en donde viva. Pero siempre, desde que la especie humana apareció sobre el planeta, nuestra existencia ha estado ligada a este elemento. Y no sólo el hombre depende por completo del agua. El inicio de la vida en la Tierra aconteció en su seno. A partir de entonces, todos los seres viven en el agua o contienen grandes porcentajes de este irremplazable líquido, que en el caso de los humanos representa un 75% de su peso.

El agua es un bien escaso y muy vulnerable, que el hombre malgasta la mayoría de las veces. Durante la celebración, del 5 de junio de 1990, del Día del Medio Ambiente, los diferentes grupos de trabajo de distintos países llegaron a la misma conclusión: la escasez de agua dulce es el mayor problema con el que se enfrenta el mundo. Resulta evidente que la Tierra ya no tiene agua suficiente para abastecer una demanda que es excesiva y creciente. Nuestro planeta contiene la misma cantidad de agua que hace millones de años, en tanto que su uso y, sobre todo, su abuso por parte del hombre no deja de aumentar.

A fines del siglo XX el estilo de vida de los países occidentales se ha convertido en el modelo a imitar para el resto del mundo. Sin embargo, por historia, tradición y cultura, es una civilización que consume mucho agua, en cantidades incluso insultantes, si se contempla desde aquellos lugares en que el incoloro elemento es un bien escaso. Una persona necesita para vivir cinco litros de agua por día. Las exigencias del consumo occidental sitúan el gasto de esa misma persona entre 200 y 400 litros diarios. Para evitar esta absurda sangría, en algunos municipios de países como Alemania, Francia u Holanda se construyen viviendas con doble sistema de cañerías. Por un lado para el agua que podría llamarse normal, utilizada en toda clase de usos domésticos, como limpiar lavar o bañarse, y que llega a las casas sin pasar por todos loa procesos de depuración; y por otro la súper, empleada solo para beber y cocinar, siendo reciclados sus sobrantes en el primer circuito. Asimismo, actividades tan aparentemente poco preocupantes por el medio ambiente, como puede ser el

diseño industrial, han comenzado a tener en cuenta ese factor. Así, ya se comercializan canillas que sólo dejan fluir el agua cuando se mantiene la mano debajo de esta.

LA CONTAMINACION DEL AIRE

Contaminación y ecosistema

La contaminación de la atmósfera engloba todas aquellas alteraciones del medio aéreo, en cuanto a sus propiedades físicas y químicas, que se producen como consecuencia de la intervención directa o indirecta del hombre. Por consiguiente, las descargas de origen natural que en forma de humos o partículas en suspensión pueden producirse en el curso de, por ej., una erupción volcánica no deben incluirse en este contexto, considerándoselas como factores normales en la dinámica del ecosistema terrestre y como uno de los medios de relación entre las zonas más profundas del medio geológico y la capa de la biosfera.

La atmósfera ha experimentado en el curso de la historia geológica del planeta multitud de cambios y aquella primera que se formó en los inicios de la guarda escaso parecido con la que hoy conocemos. Las emisiones volcánicas, la acción de las radiaciones exteriores sobre los compuestos y elementos presentes y la propia actividad de los seres vivos, al principio básicamente las plantas (como productoras de oxígeno), han ido alterando la composición química y las propiedades físicas de esa masa gaseosa. Pero los cambios producidos han sido regresivos y, además, lo que es más importante, han ido estrechamente interrelacionados con la evolución de los seres vivos, es decir, al ser la atmósfera también un producto de la actividad biológica, sus cambios no han perturbado el ciclo natural de los organismos, si bien han actuado evidentemente como un factor evolutivo importante. La presencia de oxígeno en la atmósfera en cantidades suficientes permitió la conquista de los medios terrestres y aéreo por parte de formas vivas provenientes de otras surgidas en los mares. En cambio, la contaminación, como alteración ajena al desarrollo natural del ecosistema terrestre, supone un grave riesgo de destrucción de varios eslabones de la cadena y en última instancia del propio ecosistema terrestre.

La actividad industrial ha ido sobrecargando la atmósfera con sustancias de todo tipo y a partir de un umbral determinado los daños han comenzado a producirse de un modo acelerado, afectando en particular a los aspectos más visibles del ecosistema y también al entorno más inmediato del ser humano (el aire que respira, la destrucción de sus monumentos, etc.).

Esto ha despertado la conciencia de la población sobre la gravedad de esta agresión al medio.

Causas y efectos de la contaminación

atmosférica

Los agentes contaminantes son partículas sólidas, como por ejemplo hollín, así como vapores, gases, humos y diversas sustancias, a menudo de carácter tóxico, que se vierten a la atmósfera como producto residual de actividades industriales o domésticas y que muy a menudo aunque no sean tóxicos reaccionan allí con otros componentes, transformándose en productos peligrosos, como por ej., ácidos.

En la mayoría de los casos esta contaminación es evitable, ya sea utilizando filtros depuradores, mejorando la eficacia de los procesos o utilizando combustibles menos contaminantes.

Los contaminantes suelen dispersarse en la atmósfera a merced de los vientos imperantes, provocando a veces problemas en lugares distantes, donde esos residuos pueden acumularse. La propia dinámica atmosférica facilita de este modo hasta cierto punto la autodepuración, pero contribuye por otro lado a propagar el mal. Otras veces, cuando no sopla el viento, se acumulan formando una especie de hongo por encima de la zona que los genera (visible con frecuencia sobre las grandes ubres) o mezclándose y reaccionando con la niebla para dar lugar al llamado “smog”.

El efecto de todos estos productos no sólo se manifiesta en la pérdida de calidad de vida en las urbes y conglomerados urbanos y en la aparición de enfermedades respiratorias entre sus pobladores, sino que altera también gravemente los procesos de respiración natural de las plantas, provocando a menudo su muerte. De este modo se destruye la base de las cadenas tróficas y, en consecuencia, uno de los principales eslabones del ecosistema terrestre.

Hay tres efectos de la contaminación atmosférica especialmente notables que veremos en apartados especiales: la destrucción de la capa de ozono, el efecto invernadero y la lluvia ácida.

La destrucción de la capa de ozono

La erosión de la capa de ozono

La detección hace algunos años de una disminución del espesor de la capa de ozono en la Antártida y en el Ártico, el denominado “agujero” en la capa de ozono, ha planteado la hipótesis de una grave interferencia humana en la atmósfera, ya que el filtro que ejerce el ozono estratosférico sobre la radiación solar ultravioleta es esencial para el mantenimiento de la vida sobre el Planeta.

¿Qué es el ozono?

El ozono es un gas que de forma continua se genera en las capas altas de la estratosfera. Este gas es el resultado de una serie de reacciones químicas que sufre la molécula de oxígeno al aportarle energía suficiente, como por ej. Las radiaciones ultravioletas o una descarga eléctrica. Esta energía produce la ruptura de la molécula de oxígeno y forman el oxígeno triatómico, llamado ozono, un gas fuertemente corrosivo y venenoso.

Elementos destructores del ozono

La presencia de este gas en la estratósfera es beneficiosa puesto que cumple la misión de filtro de los rayos ultravioletas, los cuales si llegaran directamente a la Tierra dañarían muchos procesos vitales.

Sin embargo, el ozono es atacado por el cloro y otros elementos como el metano, el bromo y el flúor. Estos se liberan de los compuestos sintéticos que se originan en los aerosoles, frigoríficos, acondicionadores de aire, extintores, productos de limpieza y disolventes, así como en la fabricación de los materiales de aislamiento térmico o de las espumas plásticas. Todos estos productos contienen un nuevo gas, el freón, compuesto de clorofluorocarbonos (CFC).

Así mismo, el progresivo recalentamiento de las capas inferiores de la atmósfera, debido a desastres naturales, como las erupciones volcánicas o también desastres artificiales, como el efecto invernadero, provoca un enfriamiento de la estratósfera. Este enfriamiento puede conducir a la formación de más partículas de hielo ácido que facilitan una mayor liberación de cloro activo y el consiguiente incremento de la destrucción del ozono.

El “agujero en la capa de ozono

Las oscilaciones del espesor de la capa de ozono guardan estrecha dependencia con las variaciones de la radiación solar. Por eso, en los polos, la desigual incidencia de la radiación solar en verano o invierno ocasiona acusados contrastes en el espesor de la capa de ozono que los hace particularmente vulnerables a los efectos perjudiciales de los CFC.

Así por ej., en la estratosfera de la Antártida, a la acción destructora de los CFC se une la acción de las partículas de hielo ácido, que se forman sobre todo en primavera, causante de la liberación de cloro activo que destruye la capa de ozono. El resultado es la formación estacional de un “agujero” en la capa de ozono, que es motivo de preocupación, ya sea por el temido aumento del efecto invernadero en lo sucesivo, como por las consecuencias en materia sanitaria derivada de la debilitación en el tamizado de los rayos ultravioleta.

Cierta cantidad de rayos ultravioleta son necesarios, pues, por ejemplo, activan la vitamina D. Sin embargo, su exceso puede producir enfermedades en los ojos, como las cataratas, cáncer de piel, inhibir el sistema inmunológico o simplemente graves quemaduras. Además, pueden también retrasar o impedir el crecimiento de las plantas, así como deteriorar el plancton y el ecosistema marino.

Efecto invernadero

El anhídrido carbónico es un producto natural del metabolismo orgánico, producido por plantas y animales. Sin embargo, cuando se genera en cantidades excesivas en procesos artificiales (motores de combustión, etc.) se acumula en la atmósfera y actúa como un cristal filtrante, permitiendo el paso de la energía solar pero impidiendo su salida cuando la superficie del planeta refleja una parte de ella (albedo). La consecuencia es un progresivo calentamiento de la atmósfera, como sucede en el interior de un invernadero con paredes de cristal. Un aumento tal de la temperatura global es muy peligroso por sus consecuencias climáticas y, por tanto, sus efectos sobre el equilibrio natural de los ecosistemas

Lluvia ácida

Las partículas de anhídrido sulfúrico emitidos en el curso de numerosos procesos industriales y en el funcionamiento de los motores de los automóviles reaccionan con el vapor de agua para dar primero ácido sulfuroso y después sulfhídrico. Éste, mezclado con el agua de lluvia, cae al suelo alterando el pH de éste y de las masas de agua continentales (sobre todos los lagos), que al volverse ácidas impiden toda forma de vida en su interior. Además, el ácido tiene un efecto corrosivo directo sobre las plantas y, por ej., monumentos, como son las catedrales de Europa o simplemente los edificios convencionales.

La deforestación

En la actualidad, la superficie continental del globo está cubierta en un 30% por bosques. Estos constituyen ecosistemas terrestres más ricos, es decir son uno de los mayores recursos naturales de la tierra, tanto en flora como en fauna y muy especialmente en los bosques subtropicales húmedos. Que cubren África Occidental y Central, Asia Meridional, parte de América Central y del Sur, de Australia nororiental y muchas islas del Pacífico. Desde tiempos remotos, el hombre ha ido deforestando superficies boscosas. Con objeto de obtener materias primas como la madera o ganar tierras para la práctica de agricultura y del pastoreo: pero, a partir del siglo XX. El ritmo de deforestación a crecido de modo alarmante, sobre todo en regiones de bosque tropical húmedo, hasta poner en peligro el futuro de la biosfera. Se calcula que, por estos conceptos. Latinoamérica ha perdido un 37% de sus bosques, Asia el 42% y África el 52%.

La silvicultura comercial

Los bosques tropicales poseen variedades de árboles que dan valiosas maderas muy apreciadas en la fabricación de muebles de calidad. Con frecuencia, grandes empresas madereras foráneas explotan el bosque sin tener en cuenta su restablecimiento. Tal es el caso de la selva brasileña. El bosque y la selva cobijan además innumerables especies animales, por lo que la deforestación propicia también la extensión de la fauna.

Agricultura comercial

Principalmente en Latinoamérica se talan bosques para sustituirlos por pastos para el ganado o plantaciones. En los pastos se engorda el ganado que luego es producto de exportación. Por otra parte, en las plantaciones se cultivan productos también exportables, como la caña de azúcar o bien frutas y hortalizas muy solicitadas en los mercados de los países industrializados, como plátanos, piñas, cacahuetes, etcétera.

Agricultura de supervivencia

La presión demográfica a la que se encuentran sometidas muchas de estas zonas conduce a una explotación de las tierras poco productivas y muy dañina. Los campesinos siguen el proceso siguiente: talan y queman los árboles y la vegetación del terreno que se pretende explotar, utilizando las cenizas como fertilizante. Plantan cultivos de subsistencia y tras tres o cuatro cosechas el terreno se agota por lo que deben talar nuevos árboles y comenzar el proceso. Unos 150 mil millones de campesinos en todo el mundo esta modalidad en la actualidad.

Consecuencias de la deforestación

Las consecuencias más inmediatas y claras son la erosión del suelo, el avance del desierto y la pérdida de especies vegetales y animales que acompañan al ecosistema y que al desaparecer éste, sucumben.

Sin embargo existe otro tipo de efectos relacionados, como son las inundaciones, la pérdida de códigos genéticos de las especies vegetales y también el impacto climático global por incremento del efecto invernadero en el planeta.

Así, las inundaciones que en principio deberían catalogarse como desastres naturales, tienen su origen, en ocasiones, en la acción irracional del hombre. Por otra parte, la destrucción del medio y de todo lo que con él se relaciona comporta, entre otras cosas, la desaparición de especies primitivas de las plantas de cultivo. Estas últimas son híbridos más débiles que sus ancestros silvestres frente a las plagas y enfermedades y, según los especialistas, las nuevas enfermedades que afectan las plantas pueden vencerse aislando genes de resistencia procedentes de las especies originarias. Además, los bosques tropicales son ricos en plantas medicinales, muchas de ellas total o escasamente conocidas, por lo que su conservación es un esencial recurso sanitario.

Por último, la pérdida de masa forestal es especialmente grave dada la cantidad de dióxido de carbono que absorben de la atmósfera y el oxígeno que desprenden. Al disminuir la masa forestal, aumenta la concentración del gas carbónico atmosférico, lo que contribuye al efecto invernadero, causante del incremento de la temperatura global en la biosfera.

Energías alternativas

Los recursos no renovables

Las fuentes energéticas pueden dividirse en dos grandes grupos: el primero de ellos incluye todas aquellas ya formadas y con unas existencias más o menos grandes pero limitadas, por lo que reciben el nombre de no renovables. Una de las más importantes y las primeras que utilizó el hombre son las de origen fósil, siendo el carbón y el petróleo las más abundantes y utilizadas en la actualidad. Se trata de recursos con yacimientos de calidad diversa y distribuidos por distintas partes del mundo y que a largo plazo se agotarán, pues para su regeneración se requieren muchos millones de años (los mismos que tardaron en formarse) y unas condiciones ambientales que no se dan en la actualidad en nuestro planeta.

Otro aspecto de creciente preocupación son los residuos contaminantes producidos en la combustión de estos recursos. Muchos tipos de carbón pretenden cantidades muy elevadas de compuestos tóxicos y apenas pueden utilizarse. Los derivados del petróleo como son la gasolina y otros combustibles, provocan emisiones, muy perjudiciales. El gas natural es el que menos contaminación provoca, pero lo mismo que los restantes sus yacimientos, aunque de enormes proporciones todavía, son limitados.

La energía nuclear pareció al principio de su utilización ser un recurso prácticamente inagotable dado el elevado número de unidades enérgicas que proporciona en relación a su peso, muy superior a los de los combustibles tradicionales, pero no ha conseguido tampoco satisfacer las esperanzas puestas en ella. Las técnicas de su aprovechamiento no han alcanzado aún el rendimiento ni el nivel de seguridad esperados y, además, los residuos reactivos plantean un enorme problema de eliminación, no resultó hasta la fecha. Por ese motivo, gran numero de países han renunciado al empleo de esta forma de energía, en particular después de los numerosos incidentes en centrales ocurridos en todo el mundo y el espectacular y destructivo incendio de la central ucraniana de Chernobil, que además de las víctimas directas (muchas de ellas mortales) ha provocado una contaminación radiactiva de su entorno cuyas consecuencias son a muy largo plazo.

Los recursos renovables

El otro tipo de fuentes enérgicas son las denominadas renovables, es decir, aquellas que se están produciendo de nuevo constantemente. Unas son de origen vegetal, como es el caso de la madera (y en general de la biomasa procedente de las plantas), y aunque el exceso de consumo puede provocar dificultades de abastecimiento siempre es posible renovarlo, si bien puede dejar de ser rentable. Otras por el contrario, son prácticamente ilimitadas y dentro de ese grupo se incluyen el sistema solar, la geometría, la eólica y las producidas por las corrientes y mareas.

Entre estos recursos renovables, los que mayor importancia presentan en la actualidad son los llamados «limpios», es decir, los que no contaminan ni perjudican al medio ambiente. Sin embargo, de esta ventaja no es aprovechable en todo su enorme potencial puesto que las tecnologías disponibles no permiten todavía un aprovechamiento óptimo de estos recursos.

Aun cuando una energía de este tipo no perjudique directamente al medio ambiente, en ocasiones los medios técnicos utilizados para su aprovechamiento constituyen al menos riesgos potenciales para algunos ecosistemas. Este es el caso, por ejemplo, de las grandes compuertas que se necesitan para aprovechar la fuerza de las mareas, que provocan un cambio radical en las condiciones mecánicas del área marina afectada, alternado gravemente el régimen general de las corrientes, las variaciones cíclicas de los niveles del mar (a las que están genéticamente adaptadas numerosas especies marinas) y, en consecuencia, el ecosistema costero. De manera similar las grandes persas de los ríos, levantadas con fines de aprovechamiento hidroeléctrico, pueden destruir por completo el ecosistema fluvial, impidiendo el libre intercambio de especies entre los distintos tramos e interrumpiendo el curso natural de las migraciones de muchos peces, como anguilas o salmones.

Las energías limpias

La principal de estas energías es la solar, que se aprovecha en la actualidad mediante células que la transforman en electricidad. Se fabrican con silicio y se utilizan ya, además de en las naves y estaciones espaciales, en aplicaciones domésticas. Un sistema de células solares puede abastecer de energía a una vivienda y esta opción se utiliza sobre todo en aquellas regiones que el transporte de las formas convencionales de energía eléctrica a través de tendidos de cable resulta muy costoso debido a su aislamiento. Existen algunas centrales en diversos países que pueden producir electricidad conectada a la red general. Aunque el coste inicial de las instalaciones de energía solar resulta más elevado que el de las convencionales, tras unos pocos años de funcionamiento se amortiza y el consumo se realiza entonces de modo gratuito.

La energía eólica cuenta con una vieja tradición en los molinos de viento, pero en los actuales dispositivos la energía obtenida no es mecánica sino también eléctrica. Los llamados parques eólicos consisten en una serie de grandes molinos de aspas alargadas que se sitúan en regiones donde los vientos sean mas o menos constantes y de una determinada fuerza.

La energía geotérmica se basa en el propio calor de la superficie terrestre, cuya temperatura va aumentando con la profundidad. Para aprovechar este fenómeno se inyecta agua hasta una cierta profundidad, donde se calienta y asciende. Con intercambiador de calor, este aumento de la temperatura puede convertirse en energía eléctrica. De manera similar, se utilizan también aguas termales y géiseres.

La gran fuerza del oleaje y de las mareas ha sido también objetos de estudios para su aprovechamiento. Para ello se han realizados proyectos que contemplan la instalación de grandes compuertas y turbinas en regiones de mareas muy vivas y que se situarían en lugares confinados como una bahía o similares. El cambio de dirección de las aguas movería dichas turbinas, con las que se generaría corriente eléctrica. Un principio similar es utilizado en los ríos para obtener energía hidroeléctrica, situando turbinas accionadas por la fuente de la corriente o bien creando una presa y aprovechando de este modo una corriente artificial permanente.

El medio y el hombre

Importancia de la especie

humana para el ecosistema

El ser humano comparte con otros mamíferos la versatilidad general de este grupo zoológico que le ha permitido estar presente hoy en la mayoría de los medios del planeta. Dentro de los mamíferos se encuentra en la línea evolutiva de los primates, habiendo alcanzado un notable desarrollo psíquico y manual que son ya características de los representantes superiores de este grupo. Todos estos rasgos tienen una influencia decisiva sobre el ecosistema, después permiten al hombre intervenir de un modo mucho más activo que otros organismos y, además, independizarse él mismo en cierto modo de muchos de los factores externos.

Los pueblos primitivos de la actualidad, y nuestros propios antecesores en épocas prehistóricas y, hasta cierto punto, todavía en tiempos preindustriales, mantienen una relación intima con la naturaleza, participando en sus ciclos de un modo análogo a otros animales.

Sin embargo, la civilización como creación de nuestra especie, ha ido acompañada de una alteración cada vez más profunda del entorno, un fenómeno que hoy podemos constatar en general como destructivo. La aparición de las ciudades y de las vías de comunicación en la antigüedad supusieron ya una intrucción importante en la naturaleza, pero la relativa longitud del proceso permitió que esta se adaptara a los cambios con pérdidas poco importantes. La estepa cultivada o la dehesa (típica de la región occidental de la península Ibérica) son ejemplos de medios configurados por el hombre pero en los que la vida natural ha encontrado la vía adecuada de adaptación.

Los mayores problemas han surgido desde la era industrial debido a dos factores importantes: la generación acelerada de residuos procedentes de las actividades humanas y la gran rapidez con que se han producido los cambios, que no han permitido a las especies animales o vegetales hacer frente a las nuevas circunstancias.

Efectos de la presencia humana

El ser humano es un omnívoro que utiliza como recurso trófico una amplia variedad de organismos animales y vegetales. Este régimen alimenticio, unido a su capacidad intelectual, la han convertido en predador poderosísimo, que actúa con gran ventaja frente a los restantes animales. El incremento gigante de la población ha hecho que se pasara de la primitiva economía de subsistencia a la producción masiva de alimentos. Al no ser ya posible cubrir las necesidades con los métodos de depredación habituales (caza, pesca), el hombre se convirtió en agricultor y ganadero, actividad que biológicamente podría equiparse a un parasitismo, ya que no destruye al organismo atacado (en este caso la especie: trigo, vaca, gallina) sino que le mantiene como proveedor permanente de alimentos.

La presencia humana, por último ha adquirido un peso significativo con el conjunto de población animal del planeta al superar sus efectivos con creces a los de otras especies de mamíferos superiores. Una población de cinco a diez millones de seres supone una carga notable para el ecosistema terrestre.

La intervención humana

En los ciclos de la naturaleza

Junto a su actividad depredadora o parásita o a los efectos directos de su presencia (ya sean carreteras o urbes o bien la contaminación del medio con los residuos que produce), la intervención humana tiene un aspecto de indudable importancia y mucho menos visible pero no por ello menos peligroso. Se trata de la intervención sobre los ciclos de la naturaleza.

La simple producción de los residuos tóxicos o no, pero no por eso menos contaminantes, significa ya una alteración, a menudo muy profunda en un ciclo natural. El exceso de nutrientes vertidos a las aguas de un río o un lago lo transforman radicalmente, conviertiéndole en un medio eufórico en el que al final desaparece la vida. Estas intervenciones «brutas» conducen a unos resultados visibles que afectan directamente al propio bienestar humano, despertando por ello la conciencia de mal causado.

Pero existe además una serie de otras intervenciones que alteran también de un modo radical las condiciones del ecosistema, aunque muchas veces pasen desapercibidas. Se trata de las intervenciones indirectas que resultan de una actividad dirigida a otros fines. El caso más conocido es el del DDT. Empleado originalmente para compartir las plagas de mosquitos y después como insecticida para la agricultura, se acabó prohibiendo su uso a causa de su alto nivel contaminante; la presencia del producto en la grasa de las focas alertó sobre su peligrosidad. Al emplearlo por primer vez no se tuvieron en cuenta los ciclos de la materia a los que se encuentra sometida en nuestro planeta, los organismos vivos, incluido el ser humano, son solo eslabones en una larga cadena, a través de los cuales circulan la materia y la energía.

Otro ejemplo más actual de intervención está en el uso de variedades de plantas agrícolas obtenida por medios de ingeniería genética. Con el fin de conseguir mejores cosechas y productos más resistentes, se han provocado notaciones y se han llevado a cabo cambios artificiales en la constitución genética de varias especies, obteniéndose nuevos tipos con unas características óptimas. Otro tanto sucede con algunas especies animales, principalmente de insectos. Sin embargo, se desconocen todavía muchas de las vías por las que esos genes alterados discurrirán en la naturaleza; por consiguiente, el uso en los campos de cultivo o la liberación de esas nuevas especies modificadas supone una intervención a ciegas sobre unos ciclos en gran parte desconocidos. Un único eslabón es suficiente para cambiar todo una cadena. Las relaciones entre especies son muy diversas, como hemos visto anteriores capítulos, por lo que intervenir sobre ellas desconociendo los posibles resultados requieren un cuidado muy especial.

RESUMEN HISTORICO DE MOVIMIENTOS ECOLOGISTAS

1882: se crea en Estados Unidos el Sierra Club, que aglutina a cidar a ciudadanos amantes de las bellezas del país que ven como desaparecen con rapidez ante la voracidad humana.

1889: se funda en Gran Bretaña la Royal Society for the Protection of Birds, que agrupa actualmente a más de 500 mil afiliados.

1930-1940: surgen en diversos países el estudio y la defensa de los animales en general, que se ocupa de proyectos en todo el planeta.

1948: se crea la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos Naturales (UICN), con 112 agencias gubernamentales y 293 organizaciones no gubernamentales, de 57 estados.

1961: se crea el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Found, WWF). Su fin es organizar y financiar proyectos de protección de ecosistemas importantes en todo el planeta. Unas de sus primeras actividades fue la adquisición de terrenos para el futuro parque nacional de Doñana. Se divide en secciones nacionales (por ej., ADENA, en España).

1968: el Dr. Félix Rodríguez de la Fuente inicia sus programas divulgativos por televisión, que despiertan el interés por la naturaleza en España.

1969: se crea en EEUU la asociación Friends of the Earth, que se extienden por varios países. En España aparece en 1979, denominándose Federación de Amigos de la Tierra (FAT).

1971: aparece el núcleo inicial de lo que será Greenpeace. Un grupo de defensores de la naturaleza se opone a las pruebas nucleares estadounidenses en Alaska y crea la organización en Vancouver (Canadá). Emprende más tarde otras campañas por todo el mundo, destacando las que se oponen a la caza de las ballenas y a los vertidos tóxicos en los mares dispone hoy de socios en todo el mundo y es una de las organizaciones más conocidas y activas en la actualidad.

1971: se crea en la UNESCO el programa MAB (El hombre y la biosfera).

1972: tiene lugar en Estocolmo la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente.

1972: informe del Club de Roma sobre el estado del medio ambiente y los límites de crecimiento.

1973: se reúne por primera vez el movimiento ecologista español, que cuenta ya con numerosas organizaciones.

1979: mediante el Convenio de Berna y el anterior Tratado de Washington sobre Tráfico de especies, se intenta impedir la extinción de especies naturales en peligro de desaparición.

1981: aparece el primer número de la revista Quercus, que aglutina el pensamiento conservacionista Español y que consigue una amplia difusión y permanencia hasta la actualidad, convirtiéndose en una de las principales publicaciones ecologistas españolas, con una calidad científica creciente.

1987: la CE comienza a preparar una nueva legislación europea tendente a defender con mayor eficacia a los ecosistemas amenazados.

1992: se reúnen en Río de Janeiro los representantes de 175 países en la Cumbre de la Tierra para estudiar la vulnerabilidad del planeta y tomar medidas.

1993: se prolonga la moratoria para proteger la Antártida contra su explotación.

El medio ambiente en peligro:

Un problema de todos

La contaminación de las aguas, los suelos, el aire, y la desaparición de especies vegetales y animales, nos pone a los seres humanos en el desafío de cuidar la vida en el planeta, de la cual, junto con ellos, formamos parte.

La preocupación por la preservación y la recuperación del medio ambiente ha pasado a ser uno de los problemas más importantes del mundo del siglo XX. Muchas organizaciones nacionales e internacionales se ocupan de mantener a la población informada sobre el tema, de denunciar las acciones irresponsables y, entre otras tareas, de alertar a las autoridades sobre los riesgos.

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Enviado por:Germán Luis Stahringer
Idioma: castellano
País: Argentina

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