Psicología
Drogadicción: Los mecanismos de la adicción
Trabajo Práctico
Drogadicción
Educación Cívica
Descubriendo los mecanismos de la adicción.
El consumo ilegal de drogas psicoestimulantes, como la cocaína, adquirió en los últimos años proporciones epidémicas. El creciente interés científico por los aspectos médicos, neuroquímicos y sociales de dicho fenómeno se vio reflejado en una serie de investigaciones centradas en las bases nerviosas y químicas del abuso en el consumo de drogas.
En 1860, Albert Niemann, quien trabajaba en el laboratorio de Friederich Wöhler (1800-1882) - uno de los fundadores de la Química orgánica - en Göttingen, logró aislar a partir de las hojas de coca una sustancia cristalina, incolora y de sabor amargo, a al que llamó clorhidrato de cocaína. La forma habitual de administración de esta sustancia es la vía intranasal - rara vez los adictos recurren a la aplicación intravenosa -, en tanto que la variante conocida como crack se fuma.
La cocaína tiene nitrógeno en su estructura molecular y puede reaccionar o interactuar con determinados neurotransmisores. Así, estimula el SNA simpático e induce a la vasoconstricción, eleva la presión arterial y acelera el pulso, a la vez que acrecienta el estado de alerta y la capacidad de reacción. La cocaína también modula las funciones cerebrales relacionadas con la esfera cognitivo-afectiva y parece mejorar momentáneamente el estado de ánimo y producir una sensación de euforia muy breve. Pero tras reiterados episodios de intoxicación, se manifiesta una serie de efectos indeseables y graves: desde un estado de ansiedad e hiperirritabilidad hasta síndromes de alucinación, además de ataques de pánico y de una necesidad compulsiva del consumo que terminan comprometiendo gravemente la salud.
Pero, ¿cuál es el mecanismo por el que la droga desata sus efectos tan terribles?
Se sabe que los neurotransmisores recorren milésimos de segundo la hendidura sináptica para llegar a los receptores específicos de la neurona postsináptica. Sin embargo, la acción de los neurotransmisores puede quedar bloqueada por la degradación enzimática o por la recaptación desde la neurona presináptica. Y es esto lo que modula la cocaína: inhibe la recaptación presináptica de los neurotransmisores noradrenalina, dopamina y serotonina, con lo que prolonga su actividad. Así, la dopamina lleva a un estado de euforia momentáneo, ya que interactúa con el nucleus accumbens, un circuito cerebral del sistema límbico. Se trata de una red neuronal subcortical relacionada con ciertos impulsos y emociones, como la sed, el placer y la ira, es decir, con el instinto de supervivencia.
Por lo tanto, el bloqueo de la absorción y la ulterior acumulación de dopamina que induce la droga en la hendidura sináptica activan intensamente el circuito mencionado.
Las drogas y la drogadependencia
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una droga es cualquier sustancia que, introducida en el organismo, puede modificar una o varias de sus funciones.
Así, por ejemplo, la sustancia conocida como LSD es una droga, ya que altera profundamente la función de relación del hombre, produciendo alucinaciones (percepción de cosas inexistentes) y ocasionando perturbaciones en el aparato locomotor.
El consumo habitual de drogas suele desembocar en drogadependencia o drogadicción, que es la necesidad de consumir cada vez más cantidad de droga. Algunas drogas como la cocaína producen dependencia psíquica. Otras como la heroína causan dependencia física. En este último caso, si la necesidad de droga no es satisfecha, el drogadicto sufre el dominado síndrome de abstinencia, que se caracteriza por malestar general, fuertes dolores en todo el cuerpo, ansiedad, depresión y otros trastornos.
Incluso las drogas no prohibidas como algunos medicamentos y las bebidas alcohólicas, producen trastornos de conducta en quienes abusan de ella. El consumo excesivo de anfetaminas, de cigarrillos o de alcohol, provoca, con frecuencia, una gran irritabilidad.
El alcoholismo, además de provocar la destrucción física, y mental de la persona, suele desembocar en serios problemas sociales y familiares.
¿Qué es una droga? Acción física de las drogas.
Drogas como el tabaco, el alcohol, el café y los psicofármacos son socialmente aceptadas y se las considera drogas legales o licitas. Otras, como la cocaína, la heroína, la marihuana, el ácido lisérgico (LSD) y el opio, no son aceptadas, y tanto su comercialización como su consumo están estrictamente prohibidos y penalizados. Son las drogas ilegales o ilícitas.
El organismo manifiesta diversos grados de adaptación a las drogas. A medida que el cuerpo se habitúa a una droga determinada, necesita aumentar su ingesta para sentir efectos similares a los iniciales. Este fenómeno estrictamente físico, que se denomina tolerancia, varia según las personas y el tipo de droga. Pero cuando el consumo de droga se suspende, aparece un conjunto de signos y sintamos conocidos con el nombre de síndrome de abstinencia, que se manifiesta mediante temblores, espasmos y, en los casos mas graves, hasta puede sobrevenir la muerte. Este síndrome coloca al individuo ante una situación limite: necesita conseguir la droga de cualquier modo y para ello recurre, a veces, a la violencia.
Actualmente, los expertos coinciden en ampliar el alcance del concepto de dependencia: ya no sólo se considera adicción a la conducta incontrolada de consumir drogas ilegales, sino también a cualquier tipo de comportamiento que tienda a generar dependencia en las personas.
Hoy en día, también se consideran adicciones la afición por algunos juegos de azar, ciertos vínculos afectivos, la comida, el sexo, el habito de derrochar dinero, el destinar horas y horas diarias a mirar TV y trabajar en forma obsesiva. Todas estas conductas corren el riesgo de convertirse en adictivas si las personas pierden la capacidad de elección de decir “no” frente a ellas. Los investigadores sostienen que la adopción de estas actitudes es una forma de suplir las carencias internas. Las personas propensas a las adicciones persiguen relaciones materiales que les permitan ser libres, sin darse cuenta de que se convierten en verdaderos esclavos...
Órganos que se ven afectados por el consumo de drogas y algunas consecuencias de los daños provocados:
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Inhalantes: Afecciones respiratorias. Cirrosis. Arritmia cardiaca. Trastornos psicológicos.
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Cocaína: Insuficiencias cardíaca y pulmonar. Insomnio. Jaquecas. Taquicardia. Fatiga.
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PCP o polvo de ángel: Taquicardia. Somnolencia. Convulsiones. Coma, infarto y muerte.
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Sedantes e hipnóticos: Reflejos lentos. Dificultad en el habla y en el andar.
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Opiáceos (heroína): Infección de los tejidos cardiacos. Abscesos de piel. Afecciones hepáticas. Congestión pulmonar. Encefalopatía. Coma y muerte.
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Marihuana y hachís: Cáncer de pulmón. Insuficiencia cardiaca. Cefalea. Daño cerebral.
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LSD: Trastornos visuales. Perdida de la memoria. Cefalea. Infarto y muerte.
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Estimulantes-Anfetaminas: Desnutrición. Afecciones en la piel. Ulcera. Trastornos pulmonares y cardiacos. Cefalea. Daño cerebral. Movimientos involuntarios.
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Crack: Disminución de la potencia sexual. Cefalea. Hemorragia cerebral. Mal de Parkinson.
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Extasis: Cefalea. Dificultad para orinar. Impotencia. Encefalopatía. Coma, infarto y muerte.
Acción neurofisiológica de las drogas
Las drogas actúan sobre las neuronas: alteran la función de los neurotransmisores en el proceso sináptico. Algunas drogas estimulan la transmisión del impulso nervioso y otras lo inhiben o bloquean. Y al igual que existen receptores específicos de los estimulantes (que actúan a través de la dopamina/ norepinefrina), también existen otros para los depresores.
El objetivo de esta descripción es dar una visión global de las sustancias químicas que generan dependencia, las cuales se pueden dividir en tres grandes grupos según su acción farmacológica sobre el SNC.
Acción Farmacológica Algunas de las principales drogas |
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Alucinógena Derivados de Cannabis sativa (marihuana y hachís). Ácido lisérgico |
(LSD) |
Excitante o estimulante Alcaloides, como la cocaína y las xantinas (cafeína del café, el té y el |
mate; teofilina del té y teobromina del cacao). Nicotina del tabaco. |
Anfetaminas. Éxtasis. |
Depresora Opiáceos (opio, morfina, heroína). Hipnóticos y sedantes. |
Benzodiazepinas. Inhalantes (gases o líquidos volátiles, de uso |
doméstico o industrial, como pegamentos, quitamanchas, etc.). |
Barbitúricos. PCP o polvo de ángel. |
Neurotransmisores afectados en las adicciones |
Éxtasis Acetilcolina |
Anfetaminas Dopamina/norepinefrina |
Crack, cocaína Dopamina/norepinefrina |
LSD Serotonina |
Opio, morfina, heroína Sustancia p encefálica |
Marihuana, hachís Ácido gamma-aminobutírico (GABA) |
Drogas que engañan al cerebro
Científicos del Instituto Pasteur estudian la relación molecular existente entre las drogas y las sinapsis neuronales. Hasta ahora pudieron identificar 40 neurotransmisores, entre los que se encuentran la acetilcolina, las catecolaminas y algunos péptidos. Estos son sustancias químicas especificas que colaboran en la comunicación entre las neuronas.
Los neurotransmisores son reconocidos en el cerebro por moléculas especializadas, los receptores, que intervienen en la conversión de la señal química en respuesta eléctrica o bioquímica. La nicotina, la marihuana, el alcohol, los alucinógenos, los analgésicos y los opiáceos pueden bloquear los receptores neuronales, con lo cual impiden la fijación del neurotransmisor endogeno especifico. Las drogas “engañan” al cerebro, ya que “emulan” el funcionamiento de ciertos neurotransmisores fisiológicos: los opiáceos, por ejemplo, imitan a las encefalinas, y la cocaína, a las catecolaminas.
Consecuencias psíquicas de la adicción
El principal factor que genera sintamos en la drogadicción es la dependencia psíquica; esta es el primer indicador de la secuela que el consumo de drogas deja en el sujeto. Se refleja en la actitud del consumidor que centra su vida en la droga y que, cuando se ve privado de ella, experimenta diversos grados de angustia.
En el caso de la drogadicción por marihuana y hachís la persona intoxicada se muestra plácida, despreocupada, somnolienta y apática, y su capacidad de concentración y su memoria se reducen. En los casos graves, surgen fantasías paranoides o temor persecutorio que, inclusive, pueden llegar al pánico.
En lo que respecta a la cocaína, el adicto manifiesta locuacidad e insomnio, y al comienzo aparecen sensaciones de bienestar y vigor, que, en menos de una hora, viran hacia la angustia, irritabilidad, la desorganización psíquica y la falta de ánimo. La depresión sistemática, el desgano ligado a un sentimiento de autodescalificación y otros síntomas de anorexia nerviosa son otros de los signos frecuentes.
En cuanto al opio y sus derivados (morfina, heroína, etc.), son conocidos también como narcóticos, a sus efectos sedantes y calmantes del dolor se suman la euforia, la confusión mental y el estado de embriaguez.
Factores de desarrollo y etapas de las drogadependencias
Para que exista una relación de uso, abuso y dependencia, deben darse conjuntamente los siguientes factores:
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un agente, en este caso, una sustancia química que actúa sobre el SNC.
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un individuo consumidor, es decir, predispuesto a la ingesta de drogas, que generalmente es un joven vulnerable.
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un ambiente favorecedor, que posibilite la ingestión del agente por el individuo.
Por otra parte, en el individuo se suelen dar tres etapas en el desarrollo de la drogadependencia:
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Uso: Hace referencia a un primer contacto, casual y voluntario, de la persona con la droga. Por ejemplo, la invitación a probar un cigarrillo de marihuana, tomar alguna pastilla para dormir o beber alcohol en una discoteca. La persona sabe cuál es e; peligro y la con sume sólo en ocasiones.
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Abuso: Se refiere al uso reiterado de la droga. Para lograr el mismo efecto obtenido las primeras veces, se comienza a incrementar la cantidad y/o frecuencia de la ingesta. El individuo sabe que, ante determinada situación, consumirá drogas.
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Dependencia: En este nivel, el sujeto hace uso permanente y constante de una droga, su vida gira en torno a ella y tiene una necesidad imperiosa de conseguirla.
El individuo consumidor presenta algunas características que lo predisponen a su actitud adictiva: los estados depresivos; la identificación con modelos negativos; la necesidad de gratificarse inmediatamente la incapacidad de afrontar la realidad y de tolerar límites; los sentimientos de soledad y de angustia; la ausencia de proyectos o intereses; la autoestima baja o nula; la dificultad para encontrarle un sentido a la vida y la baja tolerancia al dolor.
¿Por qué la adolescencia es la etapa más vulnerable?
El adolescente, durante el proceso normal de maduración y crecimiento, pasa por una fase de búsqueda y afirmación de la propia identidad y de independencia. Durante este difícil y complejo proceso, se hacen cuestionamientos al mundo de los adultos y a la figura paterna y es, en este momento, cuando reviste mayor peligro el ambiente favorecedor.
En este sentido, ejerce gran influencia la “cultura de la droga”, que ofrece una serie de valores y actitudes opuestos a la autoridad paterna, a la familia y a la escuela. A esto hay que agregar la sobreestimación del valor del éxito, como si la vida cobrara sentido únicamente al salir triunfante de las acciones emprendidas, y el debilitamiento de la figura paterna así como los cambios en el rol normal de la familia.
La interminable historia de las drogas
La droga estuvo presente en las civilizaciones prácticamente desde el nacimiento de estas. En la antigüedad, era muy común que en las fiestas rituales se ofrecieran brebajes extraños que “poblaban las mentes de los novatos de imágenes espeluznantes”, tan lúcidas que parecían reales.
Plutarco, biógrafo y ensayista griego, narra los síntomas que padeció un iniciado: “Poco después de haber tomado un misterioso brebaje, sintió un violento dolor de cabeza cuando las apariciones empezaron, y sufrió estos mismos dolores cuando cesaron las alucinaciones”.
Plinio el Viejo (23-79 a.C.) describe en su libro Historia Natural las diferentes formas en que se presenta el opio y sus propiedades. Y en los famosos libros La Ilíada y La Odisea, Homero cuenta que la adormidera, o amapola (Papaver rhoeas album), planta de la que se extrae el opio, hace olvidar cualquier pena.
De hecho, el opio es el medicamento más antiguo del que se tiene noticia: fue conocido por los sumerios hacia el año 4000 a.C..
El consumo masivo de opio comenzó en Asia hacia fines del siglo XVI. Se lo fumaba en pipa hasta obtener el “sueño, el desdoblamiento o la abolición de la personalidad”. En 1803 se aisló morfina del opio: se trató del primer aislamiento de un alcaloide puro.
En1898, los médicos descubrieron que el uso de la morfina para calmar los dolores producía una terrible adicción. Entonces, comenzaron a investigar con el fin de encontrar un nuevo derivado del opio que fuera analgésico y no provocara adicción como la morfina. El doctor Dreser, de la Universidad de Berlín, logró aislar una sustancia química nueva, la diacetilmorfina que, según él, calmaba el dolor sin provocar adicción. La llamó heroína, por considerarla “heroica”. Pero poco duró la alegría, ya que en los pacientes que se la inyectaba provocaba intoxicación y generaba una adicción aún mayor que la de la morfina.
La planta de marihuana, cuyo nombre científico es Cannabis sativa, se cultiva en los climas templados y cálidos del mundo desde hace 5000 años. De la marihuana se obtiene el hachís, el cual se menciona en el famoso libro Las mil y una noches, que data del siglo X. Antiguos documentos que se remontan al siglo VI reflejan que, al igual que la cerveza y el vino, la marihuana se encuentra entre las sustancias “embriagadoras” conocidas por la humanidad desde tiempos remotos.
Es probable que los pueblos andinos conocieran el efecto de la cocaína hace más de 4500 años. Para combatir el hambre y el cansancio, masticaban hojas de la coca (Erythroxylon coca), arbusto que crece en climas subtropicales a 500 y 1000 m. de altura. Entre los indígenas del altiplano argentino, también es usual el consumo de la coca.
Los incas atribuían a esta droga significados social, político y religioso especiales: consumo se consideraba privativo de la aristocracia y la casta sacerdotal, mientras que el acceso de otras personas a ella era ocasional. Los incas practicaban el coquismo o coqueo (que no es lo mismo que el cocainismo; éste último se refiere al consumo de cocaína, y el primero, al de hojas de coca). Pero a partir de la conquista de los españoles, se generalizó en toda la población el consumo de la cocaína.
En 1860 se identificó la sustancia química presente en la planta, el clorhidrato de cocaína.
Cuando los españoles conquistaron México, descubrieron que los aztecas empleaban unas pócimas mágicas que producían alucinaciones y visiones terroríficas, y relacionaron esto con las fuerzas oscuras del mal. Se trataba del extracto de una especie de cacto, el peyote (Lophophora williamsii), que contiene el alcaloide mescalina. Los nativos le atribuían misteriosos poderes, ya que bajo su influencia afirmaban que les sería dada la sabiduría.
Drogas en el deporte
Además de ser una afrenta al juego leal, una falta de espíritu deportivo y un engaño a los compañeros y a sí mismos, el uso de drogas en el deporte tiene un sinfín de efectos secundarios a corto y a largo plazo para la salud, que en ocasiones pueden ser mortales.
El uso de esteroides anabolizantes -grupo de compuestos químicos liposolubles naturales o artificiales- induce un aumento de peso y de la masa muscular. En las últimas décadas, se registró un abuso del empleo de esteroides por parte de muchos atletas, con la esperanza de mejorar su rendimiento físico, quienes no tuvieron en cuenta los efectos psicológicos y fisiológicos que traen aparejados, incluso graves conductas agresivas y hasta cáncer de hígado.
En 1974, el Comité Olímpico Internacional sancionó el uso de esteroides y la “utilización de cualquier sustancia química natural o artificial con el objeto de mejorar la condición física y/o mental del atleta”. El consumo de estas drogas se conoce con el nombre de doping.
El primer registro de doping deportivo se registró en la ciudad de Amsterdam en el año 1865, ocasión en que se acusó a nadadores de haber ingerido drogas. En 1869, algunos ciclistas consumían una mezcla de heroína y cocaína, speedballs, para aumentar su resistencia frente al esfuerzo, pero tuvo una consecuencia fatal: la muerte de uno de ellos.
Las anfetaminas y la cocaína están totalmente prohibidas. Lo único que hacen estas drogas es engañar al organismo en ese cansancio atroz: “le hacen creer al cuerpo” que ese cansancio no existe, y es en ese momento cuando se lo somete a una sobreexigencia tal que puede sobrevenir la muerte inmediata.
En las mujeres deportistas, los esteroides anabólicos causan efectos virilizantes y andrógenos. Además, provocan en ambos sexos graves secuelas psicológicas, como alteración de la libido, agresividad aumentada y conductas depresivas.
El uso de drogas en el deporte adquiere cada vez más actualidad. El abuso de estimulantes entre los deportistas, lejos de brindarles la consagración definitiva, los convierte ante los demás en farsantes de su condición física, con lo que siembran la desilusión de sus seguidores.
¿Cómo se realiza el control antidoping? En esta campaña intervienen químicos, bioquímicos y profesores de Educación Física.
La identificación de la cocaína o sus metabolitos a partir de una muestra de orina, por ejemplo, puede llevarse a cabo utilizando diversas técnicas. Entre ellas, podemos citar técnicas inmunológicas, en las que se observa la capacidad que tienen tanto los antígenos como los anticuerpos para “conjugarse” de manera exacta con una enzima. Ejemplo de ellas son: FPIA (inmunoensayo de fluorescencia polarizada), ELISA (ensayo ligado a enzima inmunoadsorbente) y AMIA (multiinmunoensayo ascendente).
Estas técnicas permiten obtener en unos pocos minutos (AMIA: 15', FPIA: 30' y ELISA: 90') los resultados del control antidoping.
Otra técnica muy usada y de excelentes resultados es la espectrometría de masas.
La base del funcionamiento del espectrómetro de masas consiste en convertir las moléculas en iones y separarlas de acuerdo con su masa y con su carga, lo que permite determinar la composición química de la muestra de orina en estudio. Para ello se utiliza un haz fino de iones con carga positiva, que se desvía en primer lugar mediante un campo eléctrico y que, a continuación, se desvía con un campo magnético en la dirección opuesta. La cantidad de partículas resultantes de estas desviaciones, que dependen de la masa y de la velocidad de las partículas, se registran en una placa fotográfica.
Otra técnica utilizada es la cromatografía, mediante la cual se separan sustancias puras a partir de muestras complejas. En la cromatografía se aprovecha la adsorción selectiva que tienen los compuestos frente a un sustrato determinado. Para la detención de anfetaminas en la orina, se utiliza una variante especial de esta técnica, llamada cromatografía gaseosa, pues las anfetaminas, por ser volátiles, se evaporan fácilmente en presencia de una fuente de calor.
¿De qué es capaz la droga?
La droga produce enfermedades
En muchas ocasiones, la adicción a las drogas, sobre todo las inyectables (como la heroína y, con frecuencia, la cocaína), lleva asociada la aparición de enfermedades como la hepatitis (inflamación del hígado) y, sobre todo, el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Así, un informe sobre la propagación del SIDA en nuestro país asegura que una parte importante de los afectados por esta enfermedad son adictos a las drogas e intercambian jeringas. Ello se debe a la costumbre, entre los drogadictos que se inyectan, de compartir la jeringa con sus compañeros. Como el SIDA se transmite por la vía sanguínea, si el usuario anterior padecía este mal, quien la utilice después correrá serios riesgos de contraer también la enfermedad. Además, el consumo de drogas, incluso las no inyectables, suele llevar al debilitamiento progresivo del organismo del drogadependiente, que en consecuencia se halla cada vez más expuesto a contagiarse con enfermedades contagiosas.
La droga mata
Todos los años mueren en el mundo varios miles de personas como consecuencia del consumo de drogas. Estas muertes se deben al hecho de consumir drogas y a muchos factores asociados, entre los cuales podemos destacar los siguientes:
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La adulteración, es decir, la mezcla de ciertas drogas, como la heroína y la cocaína, con sustancias que a veces son tóxicas. Esta adulteración permite multiplicar los beneficios de los narcotraficantes, ya que de una dosis de droga pura pueden obtener más de cinco dosis de droga adulterada.
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La sobredosis, es decir, un consumo de drogas superior al que se puede tolerar.
La droga altera la conducta
Además de las enfermedades físicas que puede causar, las drogas producen enormes trastornos en la personalidad de quien las consume. Bajo el efecto de las drogas, la voluntad se anula y el individuo puede actuar como, seguramente, no lo haría en condiciones normales.
Así, por ejemplo, los efectos de un consumo excesivo de alcohol pueden conducir a actos violentos o ridículos, impropios de una persona, y que, en muchas ocasiones, ni siquiera son recordados por quien los realizó.
Por otra parte, las drogas disminuyen los reflejos, de manera que una persona drogada constituye un peligro potencial para la sociedad. Basta decir que casi la mitad de los accidentes de tránsito a nivel mundial son causados por individuos que se hallan bajo los efectos de alguna droga, fundamentalmente alcohol.
La droga crea delincuencia
, La vida de muchos drogadictos está imperiosamente dominada por el deseo de obtener, a toda costa, su dosis de droga. En las drogas que producen dependencia física esto se agrava con el síndrome de abstinencia.
Para ello, y a causa del alto precio que alcanzan los narcóticos, el toxicómano puede llegar al robo con tal de conseguir el dinero que les permitirá comprar su dosis.
Llevadas por la necesidad de consumir la droga a la que son adictas muchas personas, inofensivas en su vida cotidiana, se convierten en peligrosos delincuentes, lo cual hace peligrar seriamente la seguridad pública.
Sin embargo, los mayores responsables de los actos delictivos que pueda cometer un drogadicto son los narcotraficantes.
En la actualidad, muchas organizaciones de narcotraficantes poseen extensos terrenos en diversos lugares del mundo en los cuales cultivan las plantas de las que se extraen las drogas. La venta de las siniestras “cosechas” que se realizan en estas plantaciones produce enormes beneficios a esas organizaciones.
Desde su producción hasta su consumo, la droga pasa por las manos de numerosos intermediarios. En la mayor parte de estos pasos, la droga es adulterada con otras sustancias y el producto se va encareciendo hasta llegar a manos del consumidor. El narcotráfico es un grave delito social que genera, además, fabulosos beneficios económicos.
La droga afecta a la vida familiar y laboral
La vida cotidiana de un drogadicto se ve seriamente alterada, tanto en el plano familiar como en el laboral.
Muchas drogas generan agresividad en quien las consume, que la descarga en su familia y otras personas próximas.
Por otra parte, la drogadicción impide, en muchas ocasiones, la permanencia en un trabajo estable.
El rendimiento laboral de un drogadicto disminuye respecto del de sus compañeros, ya que los efectos de la droga le impiden concentrarse. Muchos de los accidentes laborales que se producen a diario, son causados por trabajadores sometidos a los efectos de algún tipo de droga, alcohol o abuso de medicamentos.
La lucha de la sociedad contra la droga
Medidas legales
Como el narcotráfico es la raíz del problema de las drogas, en todos los países existen leyes que castigan duramente este delito. Muchos estados castigan severamente no sólo el narcotráfico sino también la posesión de drogas, aunque sea en pequeñas cantidades.
En nuestro país, el Código Penal prevé condenas de varios años de cárcel para todo el que incurra en el tráfico y en el uso de drogas. Existen, también, tratados de extradición con otros países, para que los narcotraficantes no puedan burlar la justicia del lugar donde han cometido el delito. Además las autoridades establecen sistemas de vigilancia en fronteras, puertos y aeropuertos, para evitar la entrada de partidas de drogas.
Medidas sociales
Aparte de las normas penales contra el narcotráfico, los estados también toman medidas para evitar en lo posible el consumo de drogas, tanto de las prohibidas como de las permitidas (anfetaminas, tabaco y bebidas alcohólicas).
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Muchos países, entre ellos el nuestro, han puesto en vigor planes de prevención de la drogadependencia, cuya finalidad es sensibilizar a la opinión pública acerca de los perjuicios que las drogas causan tanto física como psíquicamente. Tales planes están especialmente dirigidos a los jóvenes, ya que son ellos quienes más riesgo tienen de caer en el mundo de la droga.
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En todas las bebidas alcohólicas, la etiqueta indica el porcentaje de alcohol que contienen. Así es posible conocer el riesgo de intoxicación etílica que se corre al ingerir una determinada bebida.
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En los paquetes de cigarrillos de las marcas que se comercializan en nuestro país, es obligatorio imprimir una advertencia de las autoridades sanitarias al consumidor acerca del peligro que el tabaco representa para la salud.
Medidas personales
Ni las medidas penales ni las sociales pueden erradicar el problema de la droga sin la colaboración de los afectados y, en general, de todos los ciudadanos.
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Los drogadictos deben asumir su enfermedad y el sufrimiento al que exponen a sus familiares y amigos e integrarse en los planes de reinserción que la sociedad pone a su disposición.
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Los ciudadanos deben cooperar con las autoridades en la lucha contra las drogas y contra el narcotráfico.
Todos debemos ayudar a los toxicómanos que deseen rehabilitarse, apoyándolos y mostrándoles nuestra solidaridad, y no tratarlos como a delincuentes, sino como a personas que necesitan de nosotros para reintegrarse en la sociedad.
Prevención y rehabilitación de la drogadicción
A través de la droga, la psique inmadura d algunos jóvenes tiende a buscar una relación con el medio, como una manera de escapar de las tensiones que los angustian. Por ello es imprescindible que el adolescente se sienta contenido, protegido, querido y acompañado por su familia en el desafío de encarar la vida, y que no trate de buscar “pócimas” mágicas ni falsos escapismos para solucionar los problemas. L a existencia de modelos contradictorios incrementa la angustia que, vivida por una personalidad inmadura, resulta intolerable y requiere una solución inmediata.
La estrategia consiste en desarrollar y aplicar programas a largo plazo -desde muy temprana edad-, orientados desde diversos puntos de vista por diferentes profesionales, para evitar el contacto con cualquier tipo de droga. La idea es fortalecer la personalidad del individuo para que enfrente los problemas con la mayor entereza posible.
Entre la familia y la escuela debe existir el firme compromiso para incentivar tres características fundamentales: la autoestima, la información adecuada y el desarrollo de habilidades para que el adolescente se desenvuelva en la vida.
Distintos organismos internacionales opinan que si queremos disminuir el número de afectados, es preciso articular una estrategia de intervención mixta que esté destinada a limitar la disponibilidad de las drogas y a reducir su demanda.
Una manera de impedir el uso de las drogas es asegurarse de que la población no sólo esté informada, sino que “internalice” esa información. Algunos creen que con el solo hecho de obtener información sobre las sustancias tóxicas y sus efectos negativos en el organismo, los jóvenes tomarán conciencia de su peligrosidad y adoptarán medidas preventivas frente al tema, pero esto no es así: la información, por sí sola, no trae aparejado un cambio de conducta. Pensar que la futura conducta responderá a la racionalidad y que la gente, con sólo conocer los riesgos, cambiará de actitud es negar otros aspectos de nuestro ser, como la emocionalidad, la historia personal y las expectativas individuales.
Si el adicto toma conciencia de su problema, puede recurrir a centros de rehabilitación. Para tratar las adicciones existen varios caminos: asistencia individualizada o grupos de autoayuda, intervención del médico, etc.
En nuestro país, se creó por los Decretos N°. 271 y 779, de 1989, la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, dependiente de la Presidencia de la Nación, que pone en práctica acciones de prevención y asistencia en todo el territorio.
A partir de 1973, funciona el Centro Nacional de Reeducación Social (CENARESCO), que además de brindar asesoramiento y asistencia, se ocupa de la readaptación y resocialización de las personas adictas.
Por su parte, la asociación Alcohólicos Anónimos (AA) es una de las entidades que bregan por erradicar el flagelo del alcoholismo, y la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) es una de las instituciones que brindan cursos para quienes desean dejar de fumar.
-Apéndice-
Adicciones
La adicción es la dependencia que establece una persona con una sustancia de la que no pude prescindir, a pesar de saber que perjudica.
Los adictos se caracterizan por negar la realidad en la que viven y por tener ideas fantasiosas acerca de sí mismo. Es por eso que la palabra adicto significa actuador y también esclavo.
Este mecanismo negador conduce al adicto a prometerse controles y cambios cada vez más irrealizables. No poder cumplir estos proyectos va alterando su conducta y su estado de ánimo. Así llega a creer que su adicción cubre todas sus necesidades.
Las drogas por su acción sobre el SNC puede clasificarse en:
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Estimulantes: anfetaminas, cocaína, etc.
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Depresoras: barbitúricos, heroína, alcohol, sedantes, etc.
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Despersonalizantes: LSD, marihuana, etc.
Sin embargo, tanto la acción, como el efecto colateral, depende de tres variables:
Clase de droga, cantidad de principio activo, dosis y vía de administración utilizada.
La personalidad de quien la toma y su estado psico-físico en el momento concreto de la angustia
El medio ambiente que rodea al sujeto en el momento de la administración
Clases de drogas
Las drogas pueden ser clasificadas atendiendo a su origen o a sus efectos.
Considerando su origen, las drogas se clasifican en dos grupos: los opiáceos y los derivados del cannabis.
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Los opiáceos son drogas que se obtienen a partir del tallo y las hojas de la adormidera o amapola (Papaver rhoeas), y suelen consumirse por vía intravenosa. Entre las drogas de este tipo se destacan el opio, la morfina y la heroína.
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Los derivados del cáñamo (Cannabis sativa) son drogas que se obtienen a partir de la planta del mismo nombre, y suelen consumirse mezcladas con tabaco. Entre estas drogas se destacan el hachís y la marihuana.
De acuerdo con sus efectos, las drogas se clasifican también en dos grupos: los alucinógenos y los estimulantes.
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Los alucinógenos son drogas que producen alteraciones en la percepción de los objetos. Entre las drogas de este tipo se destaca el LSD (dietilamida del ácido lisérgico).
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Los estimulantes son drogas que ocasionan un aumento temporal de la resistencia, tanto física como psíquica. Entre estas drogas se destacan la cocaína y las anfetaminas.
El estado de dependencia de los toxicómanos exige la necesidad de aumentar la dosis para obtener los efectos deseados. A medida que las cantidades aumentan se crea en el individuo un estado de verdadera servidumbre para proveerse de la droga.
Las drogas se caracterizan por su marcada toxicidad que se manifiestan de las siguientes formas:
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Toxicidad aguda: se produce de inmediato al ser ingeridas provocando cambios y perturbaciones muy diversas
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Toxicidad crónica: se adquiere por un estado de dependencia, producido por la necesidad permanente de absorber una droga y conduce al desequilibrio total del organismo.
Relación: Drogas y deporte
Si nos remitimos al concepto de salud representado por el equilibrio óptimo entre el hombre y su ambiente, resulta evidente que la incorporación de cualquier sustancia tóxica promoverá un desajuste que se expresará en los planos psicológico, biológico y social.
La adicción es la dependencia que establece una persona con una sustancia sin poder prescindir de ella. Los adictos se caracterizan por negar la realidad en que viven. Al consumir drogas en forma frecuente, se produce un estado de alteración llamado drogadependencia o toxicomanía. Es indudable que su conducta adictiva es incompatible con el deporte. Cualquier ejercicio (desde una actividad deportiva hasta el simple caminar), si se practica regularmente, se transforma en un programa útil y favorable que favorece el buen mantenimiento del cuerpo y aumenta la alegría de vivir. Sólo cabe expresar una reflexión: las drogas son peligrosas y dañinas al ser humano; cuidar la salud y ocupar el tiempo libre son buenas defensas para combatir los miedos que acompañan al deseo de libertad e independencia y representan una barrera frente al camino de las drogas.
El control antidoping es el mecanismo para averiguar si los deportistas consumen drogas. Consiste en un análisis de orina que se realiza en dos jugadores elegidos al azar cinco minutos antes de terminar el partido.
Prevención y rehabilitación del adicto
En todos los casos, el consejo de los padres y el médico debe ser el fundamento de la lucha contra la drogadicción. La oportuna información tanto en la escuela como en la familia, es necesario para prevenir situaciones de riesgo.
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La medida preventiva deberá estar dada en la toma de conciencia de rechazar todo ofrecimiento de prueba de una droga desconocida, ofrecida con insistencia por amistades circunstanciales.
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El adicto es un enfermo cuya rehabilitación es posible. El tratamiento alcanza también a la familia y puede realizarse mediante internación en instituciones especializadas o bien en forma ambulatoria.
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La mejor forma de prevención es la de mantener una comunicación armoniosa con los padres y los miembros de la familia, con los grupos de estudio, con los compañeros en el lugar de trabajo, y en especial, con los amigos con los cuales se comparte el tiempo libre.
La droga y la sociedad
Los padres siempre desean saber cómo hablarle a sus hijos acerca de las drogas. La información es, en efecto, un aspecto primordial de la prevención. Lo que se habla depende de muchos factores: la edad del chico, su conocimiento previo sobre el tema, el medio en que se desenvuelve, sus intereses, sus hábitos, etc. Antes de que un padre aconseje a su hijo, es necesario escuchar lo que el hijo piensa del problema. “La droga” como tema se halla tan difundido en nuestra sociedad que cada padre debe hallar el momento apropiado para conocer lo que piensa o sabe su hijo.
Para que una persona sea drogadependiente deben confluir determinadas características individuales de esa persona, determinadas características individuales de esa persona, determinadas características de su grupo familiar y del contexto social en que se desarrolla.
Es imprescindible, para evitar la drogadependencia, que existan campañas adecuadas de prevención que incluyan a la familia y a la sociedad en conjunto.
Por ello, reviste gran importancia el trabajo terapéutico en la rehabilitación de un adicto, tanto del individuo como del grupo familiar. Hay tratamientos que incluyen la internación del adicto durante un tiempo, y otros, de tipo ambulatorio, que no necesitan de dicha internación. De acuerdo al compromiso que el paciente tenga con la droga, los años de consumo, el núcleo familiar, etc., se decidirá entre una posible internación, un tratamiento ambulatorio o ambos. En el caso del tratamiento ambulatorio, el paciente puede continuar con sus actividades laborales, deportivas, sociales, etcétera.
Por qué se drogan los jóvenes
“Soy drogadicto y alcohólico. También soy padre de dos niños, feliz en mi matrimonio y fundador del Programa Palmer contra el Abuso de las Drogas, en Houston. Fumaba marihuana, inhalaba cocaína, me inyectaba heroína, tomaba alcohol... A veces hacía todo esto al mismo tiempo. Robaba a la gente. Ya no hago estas cosas porque he encontrado una mejor manera de vivir.
En los 16 años transcurridos desde mi última euforia inducida por las drogas, he enseñado a miles de adolescentes y padres de familia lo que he aprendido. La mayoría de los jóvenes ha resuelto su problema de drogadicción.
He dicho que soy drogadicto. Considero que somos el resultado de nuestras experiencias, buenas y malas. Durante diez años consumí drogas y pasé tres de ellos en prisión. Todavía soy adicto, pero ya no tomo drogas.
¿Qué me hizo cambiar? En 31 ocasiones, diversas personas habían tratado de alejarme de las drogas, sin lograrlo; pero, a los 27 años, me vi en la cárcel. Por primera vez, mis padres no pagaron la fianza para liberarme. Infinidad de veces, me pregunté: ¿Por qué estoy aquí? Culpé a mis padres, a las escuelas y a la policía. Pero al cabo de semanas, reconocí la verdad: Estoy aquí porque yo mismo me coloqué en este lugar.
Poco después de salir de la cárcel, conocí a Charles Wyatt-Brown, ministro episcopal de voz suave y estatura elevada. El padre Charlie me inició en el trabajo con adolescentes que tenían problemas de drogadicción. Al principio, me sentía como un impostor; pero conforme empezaron a escucharme cada vez más jóvenes, empecé a creer en mis propias palabras: era mejor estar sobrio. Tenía un empleo, tenía amigos. Advertí lo que me ofrecía la sobriedad (dicha, seguridad, amor), y que dependía enteramente de mí que lo tomara o lo dejara. Por eso dejé de consumir drogas.
Por qué se drogan los jóvenes. Es tan probable que los chicos ingieran drogas o alcohol como que contraigan sarampión. Incluso niños de primaria consumen drogas.
Es común el concepto de que los niños se drogan las primeras veces para rebelarse o para escaparse de la realidad. Aunque es posible que estos factores promuevan el abuso cuando se empieza a contraer el vicio, casi todos los jóvenes prueban inicialmente las drogas para obtener aceptación. La “sociedad de drogadictos” en que viven les señala que tomar drogas es algo “refinado”, un comportamiento aceptado. Y así, los jóvenes anhelan experimentar.
Aunque en el hogar haya un sólido muro contra las drogas, el mágico camino que conduce a ellas comienza cuando el joven sale a la calle. Muchos jóvenes se aventuran por dicho camino movidos por la curiosidad o por la presión de sus compañeros.
¿Por qué algunos adolescentes prueban las drogas unas cuantas veces y luego la dejan, en tanto que otros la toman como una panacea? ¿Por qué influyen las drogas más en unos que en otros? Un motivo es la escasa autoestima. Es posible que algunos adolescentes necesiten las drogas para agradarse a sí mismos, como me ocurría a mí. Por tanto, una clave para prevenir el abuso de las drogas consiste en reforzar a temprana edad la autoestima del niño: darle un amor incondicional, satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible, evitar que se sienta mal por ser como es.
No se puede impedir que los niños estén expuestos a las drogas, como tampoco se puede evitar que se resfríen. Pero, así como los niños físicamente sanos están en condiciones de combatir a los virus, los que tienen una gran autoestima son menos susceptibles a la drogadicción.
Aceptación de la realidad. La solución, lo mismo que la prevención del problema de la drogadicción, se inicia con los padres de familia. Si “estos descubren que su hijo está probando drogas o consumiéndolas excesivamente, no deben empantanarse en sus sentimientos iniciales de culpabilidad, indignación, ira e impotencia. En vez de culpar al joven, es mejor que los padres tomen medidas que ayuden de inmediato a su hijo.
Es posible que un joven de 15 años sepa más que sus propios padres sobre el mundo contemporáneo de las drogas. Los adolescentes anhelan adquirir experiencia y, en cuanto se han metido profundamente en ese medio, la “educación” referente a las drogas no les ofrecerá nada que se aproxime a consumirlas, a esa sensación instantánea producida por las sustancias químicas, de que todos los problemas se han esfumado.
Precisamente en la época en que el joven necesita aprender a resolver los problemas de adulto, las drogas pueden darle un medio para eludirlos. Ingiere las sustancias químicas y, entonces, dichas sustancias lo dominan y socavan su espontaneidad y vitalidad. Las drogas no constituyen un medio para que el joven “se encuentre”, como muchos pretenden. En realidad, su efecto es el opuesto. Lo que necesitan hacer los padres es lograr que los adolescentes experimenten la sobriedad para que puedan aprender a afrontar el verdadero, penoso proceso del desarrollo.
Resolver el problema de las drogas exige honradez y buena disposición. Es mucho más fácil negar que existe el problema: “Sólo fuma marihuana. Eso no es muy grave” O: “Está atravesando por una etapa que pronto pasará”. Pero no conviene pasar por alto esta situación. Es preciso escuchar lo que dice el joven acerca de su consumo de drogas, y prepararse para hacer lo más conveniente. Esto requiere de tiempo y dedicación.
Lo malo es lo malo. Es importante señalar que el amor incondicional no es igual que la indulgencia. El amor exige que se establezca una distinción entre la persona (que es buena) y su comportamiento (no siempre bueno). La indulgencia consiste en soportar el mal comportamiento. En mi opinión, no hay peor perjuicio que un padre pueda causarle a su hijo, porque este interpreta la indulgencia como abandono.
Como todo el mundo, los padres desean agradar. Suponen que, al imponer límites morales y prácticos, sus hijos los considerarán aburridos y tontos. Tienen razón. No obstante, los adolescentes necesitan creer que sus padres son tontos y aburridos; es ley universal que, durante varios años, hasta los mejores padres parezcan anticuados, ilógicos, exasperantes y tontos a los ojos de los adolescentes.
Es vital que los padres busquen apoyo para resolver el problema de la drogadicción. Lo mejor es buscar ayuda hablando con otras personas que han pasado ya por la situación que usted afronta.
Hacia la recuperación. He conocido a miles de personas que han superado la farmacodependencia. Independientemente de quien les ha ayudado o el programa al que han asistido, todos han pasado por lo que yo llamo Fenómeno de Recuperación, que se basa en los principios de Alcohólicos Anónimos.
El adicto debe reconocer qué sustancias que alteran la mente le han hecho imposible gobernar su vida. Los que abusan de las drogas poseen una notable capacidad para racionalizar su comportamiento y hacer responsables a otras personas de los problemas que ellos mismos crean. En el primer paso de la recuperación, el vicioso debe buscar un nuevo villano. Esto conduce a un cambio radical en el proceso mental, cambio por el cual el adicto deja de considerarse víctima de otras personas y reconoce que es víctima de ciertas sustancias químicas.
Un drogadicto en recuperación debe convivir con personas que no consumen drogas, ya sean también drogadictos en recuperación o sencillamente personas que creen en la sobriedad. Tal vez necesite de 12 a 18 meses de mantenerse sobrio, para adquirir la fortaleza necesaria para convivir, sin sentirse incómodo con los demás, en una sociedad que busca “enajenarse”. Aun entonces, será conveniente que cuente con un círculo de amigos sobrios en quienes pueda apoyarse.
Además, necesita reconocer que existe un poder superior a él y que debe dirigir su voluntad y vida hacia ese Poder Superior. El apoyo de otras personas es lo que el drogadicto más necesita cuando decide regenerarse. El apoyo demás es amor. Ese amor se expresa cuando alguien cree que debe drogarse, pero en vez de adquirir la droga, telefonea a un amigo para pedirle apoyo.
La decisión de Crystal
Cierta noche, en una reunión del Programa Palmer contra el Abuso de las Drogas, Buster, el ex novio de una joven participante llegó en motocicleta al estacionamiento y pidió ver a su chica. Crystal había ingresado en el grupo seis meses antes y, desde entonces, no había visto a Buster.
Salí. Buster medía 1.96 metros y parecía un sujeto de esos que se desayunan con cadenas de motocicleta oxidada.
-¿Dónde está Crystal?- preguntó altaneramente.
-Dice que no quiere verte- repliqué-. ¿Por qué no te vas de aquí?
-Quiero que ella me lo diga.
A regañadientes, Crystal salió y se enfrentó con su pasado. Cinco personas formaron conmigo un semicírculo detrás de ella: su patrocinador, dos amigos íntimos, yo y el consejero que la había recogido de las calles cuando padecía los graves efectos físicos y mentales de la drogadicción y estaba a pocas semanas, quizá días de la muerte.
Crystal se encaró en silencio con Buster. Todos pudimos percibir la influencia que ejercía sobre ella. Sin decir una sola palabra, le ordenó que se acercara.
Dentro de Crystal, algo ansiaba aquella vida de libertad total, aquella vida en que cada decisión es dictada por los imperativos de la drogadicción. Recordó la sensación de frío y calidez que se percibe cuando la droga entra en la vena y el dolor desaparece. El dilema era suyo: podía montar la motocicleta de Buster para volver a las drogas, o permanecer con nosotros para ser feliz.
Se volvió y nos miró a todos los que le habíamos brindado amistad. Nadie habló, pero algo resonó en su mente. Una decisión. Se volvió al motociclista y le dijo:
-No. Nunca. No quiero volver a verte.
Buster la miró fijamente, como para poner a prueba su resolución; entonces, convencido de que hablaba en serio, montó en la motocicleta y se fue.
Lo que ocurrió fue un enfrentamiento entre el bien y el mal, y la persona que estaba en medio debía elegir a uno de los dos. La presencia de nosotros cinco, que la queríamos y deseábamos que se mantuviera sobria, la ayudó a tomar la decisión correcta.
En eso consiste realmente el programa antidrogas: en el poder del amor, en gente que se comunica, se ayuda y se quiere mutuamente. Esto es lo que hace funcionar.
Hasta los adolescentes más enviciados pueden cambiar de vida... Y verdaderamente lo desean. Porque en el fondo, los chicos no son adictos a las drogas... sino a la esperanza.
Mensaje del mundo de los toxicómanos
“¡Quiero vivir!” (Testimonios)
Vito: Fue en abril. Un amigo mío acababa de llegar de Estambul con mucho hachís. Yo tenía algo de LSD. Decidimos hacer un “viaje” juntos. Vagamos por Florencia toda la noche. Llegamos a la plaza donde se encuentra aquella hermosa fuente de espléndidos surtidores.
-¡Mira! ¡Cucarachas!- exclamó mi amigo.
-¿Quieres decir que hay cucarachas?
Al cabo de algunos minutos yo también empecé a verlas. Estaban por todos lados. Me subí al pretil de la fuente porque no sabía cómo escapar de los insectos. Mi amigo dijo:
-Las cucarachas mueren en el agua, así que ¡vamos a ahogarlas a todas!
-No.- contesté-; todo el mundo sabe que hay que aplastarlas... Espera que se acerquen y las aplastaremos.
Veía cómo se acercaban a nosotros. La plaza estaba llena de cucarachas. Por último saltamos a la fuente. No salimos hasta que se nos pasó el efecto de la droga.
Oscar: Hasta 1969 fumé marihuana y tomé jarabe para la tos. Después enfermé gravemente. A raíz de eso me hice muchas preguntas. He llegado a la conclusión de que las drogas son muy útiles si nos hacen comprender que hay que prescindir de ellas. Si no se hace uno este razonamiento, estará realmente perdido. Puede llegar a inyectarse heroína directamente en las venas. Todos mis amigos son viciosos, pero nadie los sermonea. Ni siquiera yo. Nadie dice: “¡Tengan cuidado muchachos, se están suicidando!” En cambio, decimos “¡Pásame el cigarrillo de marihuana!” o “Dame un poco de ácido” o “Vamos a inyectarnos”. “¡Es lo máximo!” nos aseguramos unos a otros. “Te hace ver claramente. Haremos un viaje a las estrellas”. Todo esto es tontería, porque cuando se vuelve de un “viaje” ¿qué es uno? Sólo un pobre infeliz, como los demás. Y realmente da rabia que nadie explique la verdad. Aunque esté uno convencido, lo más seguro es que no va a predicar contra las drogas. Y se extiende el culto y la afición.
Krishna: He pasado noches enteras sollozando como un niño, porque he vivido con un grupo que se inyectaba cuando no tenía otra cosa que hacer. Había muchachos y muchachas tan flacos que se les notaban todos los huesos. Uno de ellos se inyectaba heroína; tenía todas las venas de los brazos estropeadas de tanta inyección y debía inyectarse en el cuello. Al cabo de un tiempo también se le estropearon las venas del cuello y entonces empezó a echarse gotas de heroína en los ojos. No podía soportar ver a mis amigos así, medio muertos. Pensaba: yo todavía creo en la vida y ellos ya no. Pero pronto seré igual que mis amigos y tampoco creeré yo en la vida. Y no quiero ser como ellos; por eso lloro.
Martino: Una noche tomé una dosis muy fuerte de LSD y después empecé a sentir que todos me miraban, como si todo el mundo estuviera enfadado conmigo. Todavía estaba yo completamente drogado cuando me aparté de ellos y empecé a vagar por las calles de Turín. Andaba sin rumbo, dando vueltas a diestra y siniestra. Aún estaba yo aterrorizado. Sentía que me perseguían. Ansiaba escapar, pero no podía; seguía inquieto, andando a la deriva, creyendo que me pisaban los talones. Por fin me topé con un amigo mío. Le dije:
-Alguien me anda siguiendo. Oigo sus pasos claramente.
Me contestó:
-Estás paranoico. Nadie te está siguiendo. Da media vuelta y mira.
Me volví y no vi a nadie, pero pensé: “Hay un hombre allí”, y vi una sombra. Entonces rogué a mi amigo:
-Por favor, acompáñame, vamos a mirar en la esquina.
En ese momento vi más sombras y oí muchos ruidos, como pasos que nos siguieran y doblaran la esquina. Era el efecto de la paranoia en imágenes y sonidos.
Adriano: En los últimos años he probado drogas de todas las clases; desde la más ligera hasta la más fuerte. No creo haber olvidado ninguna. Pero he llegado a la conclusión de que me siento mucho mejor sin ellas. Creo haber superado las peores dificultades. Hoy tengo amigos. Confío n la gente y realmente disfruto de la vida. Existe una alternativa al problema de nuestra sociedad actual y espero que se solucione a fuerza de comprensión y amor. He empezado a pensar en los demás, queriéndolos tal como son y respetándolo todo: desde las suelas de los zapatos que llevo puestos hasta el pan que como y el agua que bebo. Amo todas las cosas por su valor intrínseco, y ya no me parece que la vida carezca de objeto.
Fabrizio: Si alguien cree que va a resolver sus problemas con las drogas, más vale que lo piense detenidamente. Sé por experiencia propia que inyectarme me ayudó a solucionar una alternativa que no había podido resolver: ¿es mejor sentirme feliz y embotado, o conocer las respuestas y ser desgraciado? Quería ser un bobo feliz, pero no lo era. De cualquier modo, ahora no me importa ser feliz o no. Estoy bien como estoy. ¿Por qué me sigo inyectando? Porque sé que no sirvo para nada; y para castigarme porque soy toxicómano. Sí, inyectarse es castigarse a sí mismo.
Sballo: Estoy harto, aunque me encuentro metido hasta el cuello en las drogas. Me obsesiona porque veo que todos los buenos amigos que me rodean están muy enfermos. Toman tabletas de bencedrina (u otra anfetamina). Se dice que todo el mundo es libre de morir como le plazca; esto es una mentira estúpida. Las tabletas de bencedrina tienen efecto rápido para hacer comprender, pero matan con la misma rapidez. Me siento dominado por el hábito, pero tengo que dejarlo. Me importa estar vivo, y pienso que a todo el mundo debe importarle. Desde hace seis años nunca he tenido un problema por la bencedrina; ni siquiera con la policía de narcóticos. Pero anoche sentí que enloquecía. Un amigo mío acababa de salir del hospital y ahora está en la cárcel. Otro amigo estaba tan mal que tuvo que regresar a su casa; tenía miedo hasta de su sombra. Una amiga mía cree que sufrir es lo normal, y ya no es capaz ni de pensar. Y finalmente comprendí que las personas que dejan el hábito son más libres que los viciosos. Así es como veo ahora las cosas. Creo que soy práctico y tengo la mente clara. No quiero morir ni perder la libertad por la que tanto he luchado. ¡Quiero vivir!
Narcotráfico en América: itinerario siniestro
La avioneta bimotor, procedente del Caribe, se deslizó a través de la abrupta península de Guajira, en Colombia. Los dos pilotos observaron los matorrales en busca de las cicatrices delatadoras de pistas de aterrizaje. Al localizar una, se inclinaron, nivelaron el aparato y apuntaron su cámara fotográfica hacia los aviones que se divisaban abajo. Una bala silbó junto a la cabina. Los pilotos bajaron en picada hasta el nivel de los árboles y se alejaron rápidamente; sólo se detuvieron en una finca de café para reabastecerse de combustible y emprender el viaje de 2000 km. de regreso a Miami.
A medianoche del 24 de abril de 1978, se encontraban a salvo en Miami con su cargamento de películas. Habían cumplido una misión secreta para la Administración Ejecutora de las Leyes sobre Drogas (DEA) de los Estados Unidos. Durante varias semanas agotadoras, habían efectuado vuelos de reconocimiento sobre Colombia (con permiso del gobierno) para detectar aviones y barcos de contrabando con rumbo a los Estados Unidos.
Ese día, por ejemplo, habían fotografiado casi una docena de aviones, desde avionetas hasta un DC-7, de cuatro motores, y 30 barcos. Todos cargaban impunemente marihuana y, según los informes desde tierra, cocaína. No obstante, lo que los dos hombres vieron no era más que una parte del negocio.
El tráfico de drogas en el sudeste de los Estados Unidos ha alcanzado proporciones enormes. He aquí unos cuantos datos:
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Los embargos de cocaína en el sudeste de Norteamérica durante los primeros nueve meses de 1978 duplicaron el total de 1977. Los de marihuana durante ese mismo período aumentaron casi un 1000% sobre los de 1975. Y las drogas decomisadas representan solamente un 10% del tráfico total
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En la zona de Miami, sólo las cifras del tráfico de marihuana en 1978 alcanzaron 7000 millones de dólares, cantidad muy superior a la deriva del turismo, con lo que el tráfico de drogas se convirtió en la principal industria de la ciudad.
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Cada tantos días el Servicio de Guardacostas o la Aduana de los Estados Unidos interceptan en las costas de Florida un barco que lleva toneladas de marihuana. Sin embargo tales capturas son la excepción: por lo general los botes contrabandistas no son descubiertos. Y casi a diario aviones con cargas semejantes parten de Colombia rumbo a pistas de aterrizaje en Florida, Georgia y las Carolinas.
Recién salida del barco. Con 260 aeropuertos y pistas de aterrizaje y más de 1500 km. de costa, Florida ha sido siempre uno de los sitios favoritos de los contrabandistas. Por el sur de su territorio entra del 60 al 80% de todo el tráfico de cocaína y marihuana que ingresa a los Estados Unidos desde Sudamérica. Distante unas cuantas horas de vuelo de Colombia, sus sitios de aterrizaje son por lo general aislados trechos de playa o caminos desiertos. Los contrabandistas aéreos conocen a menudo las frecuencias de radio que usan la DEA y la Aduana, así logran eludir a las fuerzas, lastimosamente pequeñas, empleadas contra ellos.
Según cierto cálculo del gobierno, 160 barcos costeros van y vienen desde Colombia tocando puntos secretos de reunión en aguas internacionales cerca de Florida, justo donde terminan las aguas jurisdiccionales de los Estados Unidos. Allí estos “buques escolta” transfieren sus cargamentos a embarcaciones pequeñas y de alta velocidad.
El aspecto económico de las operaciones supera a la imaginación. Comprada en Colombia a granel a 8 dólares el kilo, la marihuana se vende, “recién salida del barco”, a los importadores norteamericanos, a 200 dólares el kilo. En un solo viaje, un buque escolta típico lleva 40 toneladas de marihuana, y rinde al propietario del cargamento una ganancia bruta de 8 millones de dólares. Quizá también transporte de 100 a 200 kilos de cocaína, que tiene un precio al mayoreo de 28.000 dólares por kilo, con lo que se suman varios millones más a los ingresos del viaje. Y estos buques hacen el recorrido cada cuantas semanas.
Los barcos patrulleros de la Aduana y del Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos no pueden cubrir eficazmente miles de kilómetros cuadrados de océano. El uso que hacen los contrabandistas de equipo electrónico y de navegación muy refinado complica su tarea. Si los riesgos de los contrabandistas son pequeños, también lo son las penas que les imponen. En el sur de Florida, las condenas aplicadas en casos serios de contrabando de drogas -principalmente cocaína- son un 20% menores que el promedio nacional. Muchos contrabandistas extranjeros obtienen la libertad bajo fianza y escapan a América del Sur. Con tantos casos de tráfico de marihuana, algunos fiscales prefieren someter a juicio sólo los más importantes.
Miles de millones de dólares en unidades obtenidas de las drogas se transfieren de cuentas en Miami a bancos en las Bahamas, las islas Cayman y Panamá. Otro tanto se queda en Estados Unidos para invertirlo. Cierto contrabandista importante descubierto por la DEA poseía no menos de 30 negocios legítimos en la región de Miami. Según creen algunas fuentes del gobierno, los traficantes y abastecedores colombianos son propietarios de cinco bancos, cuando menos, en Miami.
La corrupción ha infectado a un amplio sector de la población de Florida. Los dueños de casa en las costas alquilan rutinariamente sus muelles a contrabandistas por sumas de hasta 100.000 dólares por cargamento. Algunos directivos bancarios aceptan sobornos del 2% en grandes depósitos en efectivo, a cambio de falsificar informes de transferencias monetarias internacionales. Ciudadanos prominentes “compran acciones” de un cargamento. El 29 de abril de 1977, Samuel Smith, juez del tercer circuito judicial de Florida, fue condenado por conspiración para distribuir 725 kilos de marihuana. También declararon culpable a Grover Lee investigador de la oficina del abogado de oficio. Ambos apelaron el fallo.
“Oro colombiano”. En 1976 México, en otro tiempo la fuente principal de marihuana, lanzó por insistencia en los Estados Unidos un programa de erradicación. Su producción de marihuana y opio se ha reducido significativamente.
Los contrabandistas colombianos proveen ahora el 60% del contrabando de marihuana, y alrededor del 75 del de cocaína. La mayor industria individual de Colombia es el tráfico de drogas: se calcula que sus ingresos -de 7000 a 8000 millones de dólares al año- son casi cinco veces el presupuesto total del gobierno. Con tanto dinero ilegal disponible, la corrupción se ha extendido. Se sabe que comandantes del ejército han exigido y recibido cuantiosas comisiones por las utilidades.
La cocaína vale muchas veces su peso en oro. Sin embargo la demanda -y las ganancias- son mucho mayores con el tráfico de marihuana. La mayoría de la de Colombia (llamada “oro colombiano” por los consumidores norteamericanos) se envía en barco desde la Guajira. La DEA tiene un archivo con informes sobre 300 pilotos sólo del sur de Florida, que han hecho viajes a la Guajira.
Con ganancias d hasta 40.000 dólares por viaje, los pilotos están dispuestos a correr tremendos riesgos. Con frecuencia cargan a tal grado los aviones que no pueden despegar. Las 24 pistas de aterrizaje de la Guajira están salpicadas de huellas de choques. Los traficantes simplemente empujan los restos hacia un lado y los entierran en fosas cavadas rápidamente... a menudo con la tripulación adentro.
Pero la mayor industria de la Guajira consiste en cargar y servir a las embarcaciones contrabandistas. Durante los viajes, quizá cambien el nombre del buque escolta, lo pinten de otro color, o incluso modifiquen su superestructura. Cierto barco, llamado Night Train, esquivó al Servicio de Guardacostas estadounidense por más de un año, e hizo cuando menos 12 viajes con una carga promedio de 18 millones de dólares en marihuana y, según creen los agentes del gobierno, cocaína. Capturado finalmente en febrero de 1977, resultaron vanos todos los intentos para determinar quién era el dueño. Toda posibilidad que hubieran tenido los investigadores norteamericanos se esfumó meses antes cuando un capitán de barco, Harold Derber -su único eslabón en una cadena de compañías desde Canadá a las islas Cayman- murió bajo una lluvia de balas fuera de su apartamento en Miami.
No más de diez organizaciones controlan el tráfico de la Guajira. Caso típico entre los contrabandistas importantes es un individuo de 58 años, conocido como “El Padrino”. Desde Cartagena supervisa una enorme organización con sus propios aviones y barcos. Es también copropietario de una aerolínea que, según informes de la DEA, le garantiza un flujo continuo de cocaína desde Perú y Bolivia. Se dice que su influenciase extiende a altos círculos gubernamentales en Bogotá.
Medidas temporales. En el pasado la Aduana y los agentes federales encargados de combatir el narcotráfico se enfrascaban en discusiones triviales sobre la jurisdicción. La DEA fue creada en 1973 en gran parte para evitar tales conflictos, y se le dio el papel principal en la campaña para frenar el tráfico ilegal de drogas. En todas las ocasiones en que los dos organizadores han emprendido una lucha total y sincronizada para combatir el contrabando, los resultados han sido espectaculares. En diciembre de 1977 una fuerza de operaciones integrada por la DEA y el Servicio de Guardacostas (asistidos por la Aduana) montó la “Operación Stopgap” (tapón), que en tres meses logró la detención de veintenas de traficantes, el embargo de barcos y aviones, y la confiscación de drogas con valor de 224 millones de dólares.
Un grupo de la DEA llamado CENTAC (Grupo Táctico Central) emplea la experiencia de hasta media docena de agentes de todo el país que concentran sus esfuerzos en un solo caso. Cuando los han usado, los equipos CENTAC han tenido un efecto devastador sobre el tráfico. Sin embargo, dichos esfuerzos son costosos y temporales.
El meollo del problema es: ¿ hasta qué grado quiere realmente el gobierno norteamericano detener el tráfico de drogas? Consideremos:
Cierto antiguo decreto sobre “buques que rondan”, aprobado durante la Ley Seca, hacía posible procesar a los contrabandistas de ron capturados fuera de las aguas jurisdiccionales de los Estados Unidos. Pero debido a una laguna en la ley sobre sustancias sujetas a control, no constituye un acto ilegal el que los ciudadanos norteamericanos posean drogas en alta mar. Así que cuando las patrullas del Servicio de Guardacostas consiguen interceptar y abordar un barco cargado con narcóticos, lo conducen hasta el puerto más cercano de los Estados Unidos y confiscan el cargamento. Pero entonces los narcotraficantes consiguen un pasaje gratis de regreso a Colombia. No se les formula ningún cargo, pues no han infringido ninguna ley estadounidense. El barco se remata, y algunas veces los dueños contratan un corredor y compran otra vez su embarcación. Pintada de otro color y con un nombre nuevo en unos cuantos días vuelve a hacer el viaje desde la Guajira.
Los aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea estadounidenses patrullan constantemente las vías aéreas y marítimas de Florida. En ocasiones, los que rastrean por medio del radar en las bases militares norteamericanas del Caribe descubren aviones y embarcaciones contrabandistas, pero no están dispuestos a pasar la información a las agencias encargadas de aplicar la ley. Cierta ley conocida como posse comitatus garantiza la separación de los papeles civiles y militares y prohibe a las fuerzas armadas inmiscuirse en la aplicación de la ley en asuntos civiles
La controversia pública en torno a la legalización de la marihuana y la cocaína es un elemento importante en la decisión del gobierno norteamericano de no dar prioridad a la lucha contra las drogas. Entre tanto, no se hace casi nada para frenar el tráfico, que es un negocio de miles de millones de dólares.
Receta. Para resolver el problema, no basta dejarlo en manos de las naciones donde se origina, como Colombia. El narcotráfico es un asunto de los Estados Unidos. Por tanto, el Congreso norteamericano debe:
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Enmendar el posse comitatus para permitir a las fuerzas armadas delatar a los contrabandistas a las agencias encargadas de la aplicación de la ley.
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Poner al día la ley sobre sustancias sujetas a control. Cuando a un ciudadano norteamericano se le detiene por traficar con drogas en alta mar, y luego se le deja libre sin formulársele cargos, se da a entender claramente que el gobierno estadounidense no toma en serio la lucha contra el narcotráfico.
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Reforzar los organismos como la DEA, la Aduana y el Servicio de Guardacostas, que no cuentan con personal suficiente y están mal equipados. Destinar fondos adicionales a los esfuerzos de contraataque, como CENTAC y la Operación Stopgap
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Lanzar una ofensiva total contra las conexiones financieras de los traficantes internacionales, con penas más severas por violar las leyes monetarias. Hacer cumplir los estatutos que disponen el embargo de cualquier negocio adquirido con capital mal habido. El Departamento de Justicia debe recibir los recursos para hacer estas investigaciones complicadas.
A menos que se haga algo pronto, es posible que la marihuana y la cocaína lleguen a corromper la economía de Florida, y que tengan un efecto grave sobre la de todos los Estados Unidos.
Coca, cocaína y geografía
Entre los múltiples elementos de juicio que hoy permiten diferenciar una América Latina y una América Anglosajona se encuentra la coca y su derivado, la cocaína. En efecto, es válido manifestar que América Latina es la productora de la cocaína, cuyos consumidores principales residen en la América Anglosajona.
La coca (Erythroxylum coca) es un arbusto originario de América del Sur del que existen numerosas variedades. Se cultiva en las laderas orientales de los Andes, desde Colombia a Bolivia, en valles con altas temperaturas, abundantes lluvias y en alturas de 700 a 1800 m. estos valles en Bolivia se denominan yungas. De las hojas de la coca se obtiene la cocaína, que es una sustancia blanca, cristalina, amarga, que constituye un estimulante del sistema nervioso central.
El consumo histórico
Durante siglos las hojas de coca fueron consumidas por los indígenas sudamericanos, particularmente de la zona andina, para paliar su agotamiento físico y las condiciones hostiles de la alta montaña. Los conquistadores españoles llevaron hojas a Europa sin éxito, posiblemente por los deterioros sufridos durante el viaje. El alcaloide contenido en las hojas de coca fue aislado y caracterizado químicamente a mediados del siglo pasado: se lo denominó cocaína.
A fines del siglo XIX la cocaína fue estudiada, entre otros, por Sigmund Freud (el creador del psicoanálisis) y su administración médica alcanzó algunos éxitos como reemplazante de la morfina (calmante de alto poder), pero al demostrarse su alta toxicidad y su carácter adictivo se abandonó su aplicación en las ciencias médicas.
El consumo actual
Durante la primera mitad del siglo actual, la cocaína fue utilizada como tópico en algunas intervenciones de cirugía plástica por su valor vasoconstrictor (evita pérdidas de sangre) y como anestésico local (disminuye el dolor).
Se mantiene en algunas áreas (Perú, Bolivia y Noroeste de la Argentina) un uso tradicional consistente en la masticación de las hojas de coca (el denominado “coqueo” o “acuyicu”) y en la administración de una infusión (el mal denominado “té de coca”) con el fin de evitar los males que produce la residencia en la alta montaña (mal de altura, apunamiento o “soroche”). En estos casos -con un consumo promedio de 3 a 4 kilos de hojas de coca por año por adulto- no es correcto hablar de un consumo de cocaína sino, simplemente, de un hábito consuetudinario que mitiga el hambre y la fatiga.
Hacia 1960 el uso de la cocaína, presuntamente con una finalidad “recreacional”, comenzó a aumentar en tal forma que hoy es un flagelo, particularmente en los Estados Unidos, en Canadá y en Europa. Mucho se ha discutido sobre las causas de este auge pero la principal es la fabulosa ganancia que produce su comercialización clandestina, fomentada maliciosamente por criminales denominados “narcotraficantes”; se estima que en 1987 el narcotráfico ascendió en el mundo a 250.000 millones de dólares estadounidenses.
Producción de la cocaína
La cocaína es un alcaloide de fácil producción química y los narcotraficantes la obtienen, en laboratorios precarios, de la siguiente manera:
Las hojas de coca (que sólo contienen cocaína en el 1% de su peso) son maceradas en un líquido solvente (usualmente gasolina o kerosene). Se obtiene así la “pasta cruda” en Bolivia y en el Perú;
Se agrega ácido sulfúrico y se extrae el solvente, resultando el sulfato de cocaína (“pasta de coca”). El contenido de cocaína es del 45%;
Se agregan éter y ácido clorhídrico, principalmente en Colombia, obteniéndose clorhidrato de cocaína, con una pureza del 95%: es el “polvo de cocaína” o “polvo de estrellas”;
Los residuos del proceso y algo de cocaína pura se mezclan con bicarbonato de sodio y éter (o agua) obteniéndose el “crack”, de baja pureza, cuyo consumo se difunde de manera creciente por su bajo precio.
Consecuencias del consumo de cocaína
Las principales consecuencias nefastas del consumo de la cocaína son:
En el orden individual: tras sensaciones placenteras iniciales se produce el deterioro creciente de las condiciones físicas del drogadicto. Dado el alto costo de la cocaína, gran [arte de los consumidores caen en el delito (asaltos, crímenes, prostitución, etc.) para obtener el dinero necesario para adquirirla. Se ha comprobado, a nivel mundial, que el 60% de la población penal ha sido consumidora habitual de drogas.
En el orden social las consecuencias de la drogadicción, tanto con respecto a la cocaína como a otras drogas, son graves pues el drogadicto se convierte en una víctima que necesita asistencia y protección, sin que aporte nada positivo a la comunidad que integra. Por lo demás, se sabe que existen alianzas entre el terrorismo internacional y el narcotráfico.
Introducción
Drogas
Hoy éste término se reserva para cualquier principio activo presente en los vegetales (alcaloides, aceites esenciales, saponina, aceites purgantes) o en los animales (almizcle, cantaridina). Se usa en experimentación y terapéutica, aunque algunas personas lo consumen sin prescripción médica.
También se considera una droga la sustancia que, siendo o no medicamento, se usa con la intención de actuar sobre el sistema nervioso central para conseguir un mayor rendimiento (físico o mental), o para experimentar nuevas sensaciones, o con el fin de mejorar el estado psíquico del individuo. Su consumo puede crear dependencia y la manifestación de consecuencias nocivas para la salud.
Hay tres tipos fundamentales de drogas: depresivas (opioides, hpnóticas, sedantes, tranquilizantes, alcohol); estimulantes (cocaína, cafeína, tabaco); y sicotrópicas (LSD, peyote, mescalina, hongos alucinógenos, cáñamo y sus derivados).
A estas tres grandes divisiones podríamos añadir las llamadas drogas “de diseño”, totalmente artificiales, como el speed, el éxtasis, el “crack”, etc.
Los hipnóticos, sedantes y tranquilizantes se emplean para disminuir o calmar el dolor. El alcohol está incluido en las drogas depresivas porque su capacidad estimulante es sólo aparente.
Café, té, chocolate y el tradicional mate contienen alcaloides que provocan una sensación de euforia o alivio del cansancio; efectos parecidos causan las bebidas refrescantes a base de cola. Las drogas estimulantes más extendidas en su uso son la cocaína (coca), la nicotina (tabaco) y las anfetaminas.
Las drogas sicotrópicas provocan alteraciones en la percepción sensorial. Hay muchas sustancias, naturales y sintéticas, que provocan esta reacción. La belladona, el estramonio, el peyote, la silocibina, el LSD y, más recientemente el éxtasis y el speed son las principales. Mención aparte merecen ciertas variedades de cáñamo (Cannabis sativa) y sus derivados: el hachís, la marihuana, el kiffi y la grifa, que algunas personas fuman por su efecto deshinibidor.
Toxicomanías
Se reserva este nombre para el uso abusivo de drogas como la morfina, la cocaína, la heroína, la marihuana, el opio, el éter, etc.
Estas toxicomanías se adquieren a veces por necesidad, y otras, por vicio. Un enfermo afectado de dolores agudos, que sólo se calman con morfina, termina en la morfinomanía a poco que se prolonguen sus malestares. Otros, sin estar enfermos, inducidos por las malas compañías, o por snobismo, comienzan “probando” esos tóxicos, siguen “gustando” de ellos, y terminan “acostumbrándose”, cayendo en la toxicomanía.
Toxicomanía es, pues, la necesidad imperiosa de tomar un tóxico. Cuando se trata de la morfina, tendremos la morfinomanía; de la cocaína, la cocainomanía; de la heroína, la heroinomanía, etc.
Todos esos tóxicos, al principio y a dosis moderadas, producen un fuerte estímulo, hacen olvidar recuerdos desagradables y provocan cierto grado de euforia. Después de un tiempo, ese deseo, que al principio fue facultativo -solamente si él quería-, se torna imperioso. El toxicómano siente una desazón terrible, que sólo se calma con una nueva dosis de droga. Pero esa dosis bien pronto se torna insuficiente, y es necesario aumentarla. Poco a poco éstas van siendo cada vez mayores, y se llega a dosis que serían mortales para los no acostumbrados.
La acción de los tóxicos se ejerce sobre el sistema nervioso, produciendo un embotamiento particular, por cuya razón se les llama también estupefacientes. El individuo pierde la voluntad y el carácter. Se apodera de él la dejadez más grande, y termina por desentenderse de todo lo que no sea la droga. La decadencia orgánica hace sus progresos; las defensas naturales se amortiguan y el individuo es fácil presa de cualquier enfermedad infecciosa, que puede terminar con su vida.
La forma de ingerir el tóxico traerá, a su vez, lesiones locales en la nariz (cocaína) o en la piel (morfina). Las lesiones se traducen en abscesos, producidos porque, muchas veces, las inyecciones son aplicadas sin esterilizar las jeringas.
Por efecto del tóxico el individuo se transforma en una piltrafa humana, hasta que un día un exceso de la dosis termina con él.
Contrasta la falta de carácter y voluntad del toxicómano con la energía que pone para procurarse la droga, y para ello no vacila, a veces, en llegar al crimen.
La acción contra las toxicomanías se logra con una legislación rigurosa, que persigue a los expendedores y consumidores de estupefacientes y fiscaliza severamente su introducción y venta, la que sólo puede hacerse con receta médica y en dosis apropiadas.
Para convertirse en toxicómano se requiere cierta predisposición, cierto grado de debilidad mental predisponente. Una ocupación absorbente, que evite el tedio y la aridez mental consecuente con una vida de molicie, es un buen antídoto contra estos venenos sociales.
Drogadependencia: “es una enfermedad cerebral”
Reconocer que la adicción a las drogas es una enfermedad cerebral puede ser un factor clave para poner el problema del abuso de sustancias bajo control. “Necesitamos ver al adicto como alguien cuya mente ha sido alterada fundamentalmente por drogas”, escribe el Dr. Alan Leshner, director del National Institute on Drug Abuse de Rockville (Maryland, USA) en el último número de la revista Science.
El especialista cree que reconociendo a la adicción como un desorden cerebral crónico se establece el foco de atención en el tratamiento médico, antes que en las políticas de control social que han sido poco exitosas.
Leshner destaca los avances en la investigación neurológica, que han ayudado a los científicos a determinar los efectos a corto y largo término de varias drogas adictivas en el cerebro. El autor del reporte en Science indicó que el cerebro del adicto es distintivamente diferente al de un no adicto. El uso prolongado de drogas causa cambios en funciones cerebrales que persisten mucho tiempo después de que un individuo detiene el insumo de las sustancias.
“Los estudios -señaló Leshner- están revelando que mecanismos comunes del cerebro subyacen en todas las adicciones”. El especialista cree que en algún punto del patrón de drogadependencia, se dispara un switch neurológico. Cuando esto ocurre, el individuo se mueve en el estrato de la adicción, caracterizada por la búsqueda compulsiva de sustancias y su uso. Es un comportamiento compulsivo que está detrás de la actividad criminal, la pobreza, la enfermedad y negligencia comúnmente encontrado en adictos a las drogas.
Sin embargo, Leshner cree que -en gran medida- la sociedad ignora los aspectos neurológicos de la adicción, prefiriendo concentrar los comportamientos adictivos en motivaciones de carácter moral y social. El punto de vista más común es que los adictos a las drogas son débiles o gente mala. De hecho, hay muchas personas que creen que los drogadependientes no merecen tratamiento.
No obstante, si la adicción es una enfermedad neurológica, desde una perspectiva médica, debemos considerar a los afectados como a los pacientes que sufren de otras enfermedades cerebrales como la esquizofrenia o la enfermedad de Alzheimer.
El caso de la esquizofrenia puede, de hecho, poseer interesantes paralelismos. Leshner marcó que en el comienzo de este siglo seguíamos poniendo individuos con esquizofrenia en manicomios con características de prisión. Ahora sabemos que ellos requieren un tratamiento médico.
Teniendo en cuenta el actual conocimiento sobre las adicciones, el autor cree que un drogadependiente sin tratamiento es igualmente irresponsable.
Desde que las drogas realizan cambios en los procesos cerebrales el principal objetivo de tratamiento debe ser revertir o compensar esas modificaciones. Leshner cree que una terapia con medicamentos y/o de comportamiento podrá cortar el ciclo de la adicción que, si mantiene sin tratamiento, puede perjudicar a los afectados de por vida.
Polémica por las terapias para la adicción a la heroína
Diversos expertos en abuso de drogas condenaron el reciente anuncio del alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudolph W. Giuliani, en el sentido de terminar con los tratamientos con methadone antes del año 2000.
Algunos argumentan que este tratamiento es la mejor terapia para la adicción a la heroína, permitiendo a los consumidores evitar la cárcel y conseguir trabajo.
De acuerdo con el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA), existen en los Estados Unidos aproximadamente 4 millones de adictos, incluyendo unos 800 mil consumidores de heroína.
A pesar de las cifras señaladas, los avances en los tratamientos contra las adicciones han sido lentos. El Dr. Alan Leshner, titular del NIDA, justifica la situación: “hasta hace poco tiempo -dijo-, muchas compañías farmacéuticas no observan un mercado viable”. Asimismo, muchas de esas empresas no desean tener un “vínculo” con las adicciones. Sin embargo, algunas pequeñas firmas se han interesado por el tema y el NIDA ha comenzado a colaborar con socios industriales, gastando unos 100 millones de dólares anuales en las pruebas.
“Legalizar las drogas es erróneo”
Según Barry R. Mc.Caffrey, director de la Oficina norteamericana de Control de Drogas, la legalización de sustancias bajo la teoría de que ésta reduciría el abuso de las mismas, es erróneo.
En su comentario aparecido el pasado 20 de agosto en el Miami Herald, Mc.Caffrey asegura que la legalización de la marihuana, cocaína y heroína “no servirá para reducir su consumo” y para justificar sus dichos recordó que en Holanda, “la legalización de la marihuana encabeza las razones por el actual incremento en el consumo de esa droga”.
Asimismo destacó que el tratamiento de los adictos a la heroína mediante la droga oral methadone, evita riesgos de contagios del virus VIH, por la no utilización de las jeringas.
Maradona teme morir por las drogas
El ex futbolista argentino Diego Armando Maradona expresó que aunque no desea la muerte, siente a veces que se encuentra camino a ésta, al no ser capaz de ganar la batalla contra su adicción a las drogas.
En declaraciones a la revista Rolling Stone de Buenos Aires, admitió que no ha superado su adicción. Maradona, de 37 años, expresó que ansía ponerle punto final a su problema, pero que no lo consigue porque “no hay ninguna pastilla, ninguna inyección que cure esta enfermedad increíble”.
Expresó luego que por las “cosas malas” que hace con su cuerpo siente “como estar eligiendo la muerte. No quiero morir, no quiero morir para nada”, insistió. Agregó que “el tiempo para mí no sé cuando será. Será el día que llegue o antes me llegará la muerte”.
Más adelante se quejó de las críticas que recibe por su adicción al decir: “Me di un saque (una dosis) y ya salen todos a decir que no quiero a mi hija y que no quiero a mi madre. Mentira, mentira. Mis hijas saben que yo estoy con ellas, que tienen todo de mi parte”. Maradona negó luego creerse “un mito” por el hecho “de haber ganado algunas batallas futbolísticas o por defender a la gente como quiero defenderla. Soy un ser humano como cualquiera”. Maradona agregó: “Lo voy a repetir hasta el cansancio; si alguien todavía me quiere y me cree, es porque sabe que yo no le metí la mano en el bolso. Porque yo puedo equivocarme, pero me equivoco con mi cuerpo, sin llevara nadie a la rastra”.
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La Comisión de Expertos en Farmacología de la OMS considera droga a cualquier sustancia-terapéutica o no- que, introducida en el organismo, es capaz de modificar una o varias funciones.
La drogadicción, o adicción a las drogas - llamada tambien drogadependencia o toxicomanía- es un estado de alteración provocado por el consumo repetido y periódico de drogas.
En este sentido, la Ley Federal de Educación tiene un objetivo primordial: “Desarrollar una conciencia sobre nutrición, salud e higiene, profundizando sus conocimientos y cuidados como formas de prevención de las enfermedades y de las dependencias psicofísicas”.
La prevención de la drogadicción es una tarea de todos que nadie puede eludir, un gesto de solidaridad, que cada uno puede poner en práctica desde el lugar en que se encuentre, una lucha mancomunada.
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