Literatura


Drácula; Bram Stoker


DRÁCULA

de Bram Stoker

TEMAS QUE TRATA

EL AUTOR

  • EL BIEN Y EL MAL

  • LA VIDA Y LA MUERTE

  • EL PLACER

  • LA PERSONALIDAD DOBLE

EL BIEN Y EL MAL

Stoker fue de los primeros en dar un nombre al vampiro y a crear una historia gloriosa para su personaje: el guerrero valiente que fue Vlade Tepes, un hombre que detuvo el avance de los árabes por su tierra, un héroe cristiano que abandona el redil y se hace aliado del Mal.

Bram Stoker nos ofrece una visión propia de su tiempo sobre el Bien y el Mal. No trata de inculcar una ideología sobre lo que está bien y lo que está mal, sino que ofrece un enfoque totalmente cristiano sobre el Bien y el Mal partiendo del mito del vampiro. Según la perspectiva del libro, se podría decir que el Bien y el Mal son encarnados por Dios y el Diablo, respectivamente, quienes se debaten en una continua lucha por hacer que el adversario desaparezca. Es la eterna lucha del Bien contra la voracidad y el ansia de poder del Mal y sus servidores. Están concebidos como dos entes opuestos y enfrentados, ambos con un poder prácticamente ilimitado, capaz incluso de superar a la muerte, otro de los temas capitales de este libro.

Para empezar, debería dejar claro el concepto de Bien y de Mal que nos presenta la metafísica y el que el autor nos presenta.

  • Según la metafísica, el Bien incluye multitud de conceptos: todo lo que tiene un valor, mérito, dignidad o ética. Si concretamos más designa los valores correspondientes que debería tener el ideal de persona humana. El Bien es el origen de todo ser, pero no se confunde con ninguna clase de seres; el Bien se halla más allá de todos ellos. La filosofía medieval recogió las nociones de Plotino, identificando el Bien con Dios; ésta es una postura muy similar a la que nos ofrece Bram Stoker en su libro. Hay otras concepciones metafísicas como la de Hegel, quien hacía coincidir el Bien con la realidad. Las posturas de la metafísica respecto al Bien y al Mal guardan una estrecha relación con lo que puede sugerirnos el libro sobre este tema. Veamos ahora el concepto de Stoker:

Según lo que nos presenta el libro, el Bien es un ente ilimitado, que se hace presente en el interior de las personas en las que recae la labor de servirle. Guía a sus enviados desde el inicio de la vida hasta el momento de su muerte. El escogido acepta su destino porque así ha sido decidido y porque tiene la fe o la convicción de que está haciendo lo correcto, tanto para él como para aquellos a quien ama. Así mismo, es capaz de proporcionar la fuerza y el valor que puede faltar en el momento final. En la novela está encarnado por Dios, por el cristianismo. Sus enviados son Mina Murray, Jonathan Harker, el profesor Van Helsing, Arthur Holmwood, Quincey Morris, John Seward y Lucy Westenra. Todos ellos son poseedores de unas cualidades que les ayudan en su lucha contra el Mal, por ejemplo: la sabiduría, el valor, la fuerza o la inteligencia. Quizás el poder del Bien es menos aparatoso y espectacular que el de su oponente, pero de la misma manera que el Mal puede poseernos, el Bien puede devolvernos la libertad, deshacer la maldición que persigue a los que deben vivir para siempre apoderándose de la vida de inocentes. Según la visión cristiana que nos ofrece el libro, el Bien también habita en el interior de aquellos que se han entregado al Mal. Esto puede comprobarse en las caras de serenidad que muestran aquellos que han sido liberados del Mal.

  • Según la metafísica, el concepto de Mal tiene un carácter relativo, y se define en relación a otra instancia: ya sea como el objeto de aversión o reprobación del hombre, ya como lo opuesto al Bien, que sería el objeto de atracción. En el campo religioso, las religiones primitivas asociaban los conceptos del Bien y del Mal a divinidades contrapuestas: el Mal era la divinidad maligna, envidiosa de la serenidad del dios bueno.

En la filosofía griega este dualismo metafísico se refleja claramente en los presocráticos. En la moral socrática, el Mal surge de la ignorancia. En Platón, el Mal es constitutivo de una esfera de la realidad: la de lo múltiple, sensible, no-ser. Plotino intenta eliminar este dualismo, pero será el cristianismo quien lo hará con su concepto de la creación: si todo ha sido creado por Dios, la materia no pude poseer esta negatividad, el Mal. Según el cristianismo, éste procede únicamente de la naturaleza humana. Desde la perspectiva cristiana, el Mal es un misterio: el de la permisión del Mal por un Dios omnipotente y extremadamente bondadoso. Hay quien, como Campanella, Spinoza o Nietzsche, más adelante y en distintas épocas postularon el Mal como una realidad inexistente o una creación de la mente humana que nos hace esclavos.

Según lo que nos ofrece Drácula, el Mal es un ente sobrenatural que posee a las personas, igual que el Bien pero de diferente manera. Su poder también es grandioso, sus enviados también le son fieles y también tienen sus propias armas. Sin embargo, el Mal utiliza su tremendo poder contra las personas. Es tan poderoso, que es capaz incluso de superar a la muerte para que sus aliados puedan seguir a su servicio; de hecho, para muchos de ellos, la muerte es el punto de partida (éste era el caso de Lucy). El Mal es seductor, engañoso y traicionero (las concubinas de Drácula sedujeron a Jonathan y Drácula mismo se permitió jugar con la locura de Renfield para entrar en su habitación), puede esconderse bajo varias formas animales para esconderse y huir (más adelante analizaré estas formas animales o no en las que se manifiesta Drácula en la novela, así como las armas que utilizan para destruirlo). Huye porque tiene una debilidad que le hace fracasar en la novela: el miedo. Drácula teme a la luz, teme al tiempo, a los símbolos del cristianismo, a las rosas. Eso le hace débil frente a unos seres enviados por Dios que no tienen miedo a la muerte. Estos vampiros representan los ángeles caídos o negros que llevan a cabo los designios impuestos por el Mal.

Esto se resume en una frase de Van Helsing: “Pues uno de sus terrores, y no el menor de todos, es que este ser maligno está arraigado profundamente en todo lo bueno, que no puede descansar en un suelo que esté desprovisto de recuerdos sagrados”.

Sin embargo tiene otras armas que le permiten llevar sus intenciones por caminos insospechados. En la novela es interesante ver cómo mezcla las fuerzas del Bien con las del Mal y cómo representa en el vampiro la posibilidad que tienen las energías tenebrosas para intoxicar los aspectos más inocentes. Otro punto interesante es que las víctimas de Drácula se convierten en vampiros: además de intercambio de sangre, existe una misma identidad compartida. De ahí los cambios operados en Lucy y en Mina, cuya relación telepática con Drácula se revela tan útil como peligrosa. Es decir, el Mal pude poseernos y convertirnos en sus lacayos, en sus cazadores. Si la sangre simboliza la vida, el Mal (Drácula) nos quita nuestra vida y nos entrega la suya.

Drácula es el demonio al que temen cristianos y paganos. Stoker ve en Drácula el objeto al cual debemos temer todos, ya que entiende el Mal como un concepto universal e ilimitado para actuar en este mundo. Stoker, de alguna manera, también muestra que el vampiro no es simplemente una amenaza externa, sino algo interior que está al acecho (éste es un hecho observable en uno de los personajes más paradójicos de la novela, Renfield).

SIMBOLOGÍA DEL BIEN Y DEL MAL EN LA OBRA DE STOKER:

SIMBOLOGÍA DEL BIEN

Básicamente, voy a analizar la simbología de las armas que utilizan Van Helsing y los demás para luchar contra el Mal:

  • La rosa. Es esencialmente, un símbolo de finalidad, de logro absoluto y de perfección. Por eso puede tener identificaciones que coinciden con dicho significado, entre ellas, por descontado, está Dios, que es la auténtica perfección para los cristianos. Asimismo, símbolo en el que se apoya el Bien para luchar contra el Mal.

  • La cruz. En el complejo simbolismo de la cruz, que no niega ni substituye, sino ratifica su sentido histórico en la realidad del cristianismo, entran dos factores esenciales: el de la cruz propiamente dicha y el de la crucifixión. La cruz se ofrece como una derivación dramática del árbol de la vida paradisíaco. Situada en el centro místico del cosmos, es el puente o la escalera por los que las almas suben hacia Dios. La determinación más general de la cruz es la de conjunción de contrarios: lo positivo y lo negativo, lo superior y lo inferior, la vida y la muerte. Por esto, la cruz es la antítesis de la serpiente o dragón, que expresa el dinamismo primordial anárquico anterior al cosmos (orden). Por esto hay una relación estrecha entre la cruz y la espada, puesto que ambas se esgrimen contra el monstruo primordial.

  • El agua bendita. El agua es símbolo de renacimiento y de vida. El agua bendita es símbolo del bautismo, momento en el que Dios entierra nuestra vida pasada (lo único que le queda a Drácula) y nos lleva a una nueva vida.

  • La luz. Identificada tradicionalmente con el espíritu. La superioridad de éste respecto al Mal se reconoce inmediatamente por su intensidad luminosa. La luz es la manifestación de la moralidad, de la intelectualidad y de la virtud. Su color blanco alude precisamente a esa síntesis de la totalidad. La luz es también la fuerza creadora, la energía cósmica y la irradiación. Psicológicamente, recibir la iluminación es adquirir y recibir la fuerza espiritual.

  • El espejo. Es un símbolo de la conciencia y el pensamiento. Son emblemas de la verdad. En algunos países del este, los creen dotados de cualidades alegóricas a la felicidad y de poder en contra de las influencias diabólicas.

SIMBOLOGÍA DEL MAL

Para analizar la simbología del Mal se debe analizar las diferentes formas que puede adaptar Drácula cuando se encuentra en la plenitud de su poder y las huellas que deja en sus víctimas:

  • El lobo. El lobo aparece aquí, en la novela, como un símbolo del principio del Mal, en un orden de ideas que no deja de tener una relación con la cosmología gnóstica. También tiene conexión con todas las ideas de aniquilamiento final de este mundo, sea por el agua o el fuego.

  • El murciélago. Por su carácter ambiguo presenta significaciones contradictorias tiene un sentido semejante al del dragón y al del ser hermafrodita.

  • La niebla. La niebla simboliza lo indeterminado, la fusión de los elementos aire y agua, el oscurecimiento necesario entre cada aspecto delimitado y cada fase concreta de la evolución. Simboliza también los misterios de la naturaleza, la ignorancia y el paganismo.

  • La rata. Se hallan en relación con la enfermedad y la muerte. La rata fue una deidad maléfica de la peste de Egipto y China. El ratón, en el simbolismo cristiano medieval, es asimilado al demonio. Se le superpone significado fálico, pero en su aspecto peligroso y repugnante.

  • La mordedura. Como la inmensa mayoría de los signos, presenta un doble significado, que alude a los planos místicos y sicológicos. En el primero, la mordedura o la huella de los dientes equivale al sello, la impronta del espíritu sobre la carne. En el segundo, especialmente cuando se trata de la mordedura de animales o bestias, es símbolo de la acción repentina y peligrosa de los instintos sobre la psique.

  • El zorro. En la Edad Media, símbolo frecuente del diablo. Expresa las aptitudes inferiores, las tretas del adversario.

  • La sombra. Como el sol es la luz espiritual, la sombra es el doble negativo del cuerpo, la imagen de su parte maligna e inferior. Entre los pueblos primitivos está generalmente arraigada la noción de que la sombra es un alter ego, un alma, idea que se refleja en el folklore y en la literatura de las culturas avanzadas. Frazer ya indicó que es frecuente que el primitivo considere su sombra, o su imagen en el agua o en un espejo, como su alma o una parte vital de sí mismo. Jung denomina sombra a la personificación de la parte primitiva e instintiva del individuo.

Para finalizar este apartado, recojo este párrafo de M. Luter, de De servo arbitrio, que dice así:

“ La voluntad humana es, por decirlo así, una bestia entre dos amos. Si Dios está por encima de ella, quiere y va donde Dios manda (...). Si es un diablo quien está por encima de su voluntad, ésta quiere y va como Satanás quiere. No está en su poder ni siquiera la posibilidad de escoger por cual de los dos correrá ni a quien buscará, sino que ambos seres se disputan a quienes deben obedecerlos y retenerlos”.

LA VIDA Y LA MUERTE

La muerte

Todos nos hemos preguntado alguna vez que es lo que nos espera tras la muerte. Para responder a esta pregunta se ha expuesto multitud de visiones y teorías. Una concepción es la muerte como un hecho definitivo, que implica el final de toda forma de supervivencia. Ésta es una visión propia de los filósofos materialistas (aquellos que concebían al hombre como un ser únicamente material). Las más optimistas son las que nos ofrecen las religiones, la que hablan de reencarnación, del paraíso, etc. Al contrario que las anteriores, éstas son propias de aquellos que tienen una concepción dualista del hombre; somos una parte material que muere cuando sus tejidos se desgastan por la edad o por cualquier otro motivo y una parte formada por un alma inmortal.

Todas estas visiones se cimentaban en el hecho de que si había algo después de la muerte, ese algo tenía que ver con la supervivencia del alma y la degradación del cuerpo.

Stoker nos presenta el caso contrario a través de la figura del vampiro: un ser que no está vivo, que no tiene alma, pero que se mueve en nuestro mundo como si estuviera vivo. De ahí la calificación de no-muerto: vivo no está, pero muerto tampoco, ya que su cuerpo sigue viviendo. El autor nos ofrece así su ilusión de la inmortalidad: la existencia del vampiro es una continua negación de la muerte, de la que cree haber escapado. Con todo, se hace consciente de su poder a medida que avanza la historia, pero sigue temiendo que le arrebaten su “vida”, por eso huye cuando se sabe desposeído de sus refugios. En resumen, cree haber engañado a la muerte, pero sabe que siempre estará persiguiéndolo.

Una frase de Van Helsing que prueba su visión es la que le dirige a su amigo Seward cuando le explica cómo acabó con las concubinas del conde: “Pues, amigo John, cuando mi cuchillo acababa apenas de cortarles la cabeza a cada una, todo el cuerpo empezaba a disolverse y a disgregarse en el polvo del que había salido, como si la muerte que había debido llegar hacía siglos se hubiera hecho valer al fin, diciendo de pronto y en voz alta: “Aquí estoy”.”.

Eso desde el punto de vista del vampiro, pero también los personajes humanos de la obra tienen un concepto de la muerte. La entienden como una liberación, como el eterno descanso al lado de Dios, el fin del castigo que supone vivir en un mundo que les es hostil. Por eso tanto Mina como Lucy, que se ven afectadas por la maldad del vampiro, llegan a desear la muerte como el rescate que les va a liberar del sufrimiento que suponía ser consumidas por la maldición de una eternidad en la que deberían alimentarse de la vida de los demás.

Si analizamos las armas que emplean para dar muerte o para evitar el avance a Drácula y sus vampiresas, observaremos que todas ellas tienen un fondo religioso (la rosa, la hostia, la cruz...). Por eso se llega a la conclusión que sólo Dios tiene derecho a entregar el descanso a quienes les llega la hora.

La vida

Desde siempre se han formado distintas concepciones de la vida. Una de las que guarda una relación o parecido con la que ofrece Aristóteles. Su visión hace una distinción entre vida y alma. Según su teoría, el alma es la forma o esencia de los seres vivos, en virtud de la cual pueden desarrollar su vida, que es el conjunto de actividades propias de estos seres: nutrición, reproducción, etc. El alma no es separable del cuerpo y muere con él, salvo quizás su parte racional, que debe ser parecido a los dioses inmortales, ya que nos permite conocerlos.

La vida es el don que le ha sido negado a los vampiros; carecen de él y, por lo tanto, para seguir existiendo, deben buscarlo en aquellos que sí lo poseen. Tal y como decía Renfield: “La sangre es la vida”. Esta sed es el precio que deben pagar por haber despreciado a la muerte, es su debilidad. Necesitan alimentarse de la vida.

Es interesante analizar que la sangre humana representa para el vampiro vida y alimento; pero a la inversa, la sangre de este demonio para un humano supone su destrucción. De ahí decimos que el Mal se alimenta del Bien.

Los humanos representan la vida, puesto que son seres dotados de un carácter dual: son alma y cuerpo en estado puro, sin la corrupción del cuerpo ni la no-existencia del alma. La vida es capaz de reproducirse, de utilizar su energía, de evolucionar y de morir. Acciones que Drácula no puede realizar, porque únicamente es materia, y la materia es inerte, inmóvil, incapaz de reproducirse.

Mina acaba convirtiéndose en el símbolo de la vida y de querer amarrarse a ella. Su lucha con la voluntad de Drácula la eleva hasta la posición de alma del grupo que se encamina hacia Transilvania persiguiendo al conde.

Stoker reduce así la vida a un estado de pureza del cuerpo y del alma. Estado que reside en Mina (hasta que Drácula la corrompe) y compañía, que son los seres que tienen, para empezar, el derecho a morir y a cambiar.

Todo lo que fluye y crece ha sido utilizado por las antiguas religiones como símbolo de vida: el fuego por su intensidad necesitada de alimento, el agua por su poder fertilizante de la tierra, las plantas por su verdecer durante la primavera. Ahora bien, todos o la inmensa mayoría de los símbolos de la vida lo son también de la muerte. Así el fuego es destructor y las formas diversas del agua expresan la disolución. De la misma manera se distingue esta ambigüedad en Lucy y Mina: ambas están dotadas de una inmensa bondad y pureza, pero se convierten en seres destructores de la propia vida.

EL PLACER

Para empezar, debemos decir que la sociedad de la época de Stoker era una sociedad puritana y represora de la expresión del placer. Para ellos las jóvenes decentes resultaban «desgraciadas» cuando eran seducidas; pero, ¿qué ocurría si su seductor era un demonio procedente de más allá de la tumba? Entonces, cuanto más inocente era la víctima, mayor era su excusa y mayor su atracción por el vampiro.

La sensación mitad miedo mitad placer que experimenta la víctima de Drácula cuando él se materializa en su dormitorio; la sensación opresiva de agotamiento, el abandono total, el placer y el dolor que causan los colmillos del vampiro al hundirse en su cuello mientras ella es incapaz de moverse o gritar... Todo ello puede ser interpretado claramente como una versión romántica de la seducción.

Tal vez se trate de esa curiosa mezcla de sexualidad explícita e implícita, de sumisión, de posesión, de promesas de inmortalidad, de llegar a ser hombres y mujeres superiores en una atmósfera embriagada de malignidad.

Por todo esto, es imposible ignorar las connotaciones sexuales que contiene su novela, por más veladas que puedan estar. Para ello reproduzco un fragmento en el que Jonathan Harker es seducido por las concubinas del conde en el castillo Drácula:

“Me quedé tendido en silencio, atisbando entre mis pestañas, en un suplicio de impaciencia deliciosa. La muchacha de tez clara se adelantó y se inclinó sobre mí hasta que sentí su aliento. Era dulce en cierto sentido, dulce como la miel, y me provocó el mismo estremecimiento de los nervios que su voz, pero la dulzura tenía un fondo amargo, una hediondez amarga como la que se huele en la sangre.

No me atreví a levantar los párpados, pero miraba entre las pestañas y veía perfectamente. La muchacha se puso de rodillas y se inclinó sobre mí, con expresión de franco deleite. Tenía una voluptuosidad morosa que era turbadora y repugnante a la vez, y cuando dobló el cuello llegó a relamerse los labios como un animal, hasta que vi la luz de la luna del brillo de la humedad en los labios encarnados y en la lengua roja que lamía los dientes blancos y afilados. Bajó la cabeza más y más, y sus labios dejaron de estar a la altura de mi boca y mi barbilla y me apuntaron al parecer a la garganta. Entonces se detuvo, y oí el movimiento de su lengua al lamerse los dientes y los labios, y sentí en el cuello su aliento caliente. Entonces empezó a hormiguearme la piel de la garganta, como suele suceder a la carne cuando se acerca más y más la mano que le va a hacer cosquillas. Sentí el contacto suave, tembloroso, de los labios en la piel ultrasensible de la garganta, y la punzada dura de dos dientes agudos que apenas me tocaban y se detenían allí. Cerré los ojos, sumido en un éxtasis lánguido, y esperé, esperé con el corazón palpitante.”

Estas ideas eróticas que aparecen en la novela siguen siendo un punto esencial de la fascinación que aún flota en torno al vampirismo. Lo tememos, tememos al vampiro por ser una forma de vida maligna y traicionera; pero aun así somos capaces de admirarlo, envidiarlo y quedar seducidos por él.

Rememorando una frase de Christopher Lee, uno de los muchos actores que han recreado la imagen del vampiro a lo largo de la historia del cine, se puede explicar esta extraña paradoja:

“Ofrece la ilusión de la inmortalidad... el deseo subconsciente de poder ilimitado que todos tenemos... un hombre de una inteligencia y de una fuerza física tremendas... o bien es una reencarnación o bien no ha muerto nunca. Es una imagen de superhombre, con un atractivo erótico para las mujeres, las cuales lo juzgan totalmente irresistible. En muchos aspectos es todo lo que a la gente le gustaría ser: el antihéroe, el “malo” heroico... Para las mujeres, significa el abandono completo al poder de un hombre”.

LA PERSONALIDAD DOBLE

Sería imposible terminar este trabajo sin dedicar nuestra atención a uno de los personajes más paradójicos, después de Drácula que aparece en la obra de Bram Stoker. Estoy hablando de Renfield; el loco que se comunica con Drácula y se declara su siervo y el hombre valiente que intenta detenerlo para evitar que avance con sus fechorías.

Si nos atenemos al campo científico, sin tener presentes las circunstancias de su conducta, Renfield es un caso claro de un trastorno de personalidad múltiple. En este trastorno disociativo hay una alteración de la personalidad y la persona que lo sufre va asumiendo personalidades distintas. No suele recordar a sus otros "yo" y va de un personaje a otro de forma continuada. La personalidad principal no es consciente de las demás, que suelen emerger en momentos de crisis para “tomar el control del cuerpo”.

Esta ambivalencia de caracteres lo hace objeto de un estudio, estudio que versará sobre su doble personalidad.

Si seguimos la línea de la temática de la novela sobre el Bien y el Mal, observamos que el único elemento imposible de clasificar en uno u otro bando es Renfield. Su salida de la tónica abre un debate sobre la verdadera existencia del Bien y el Mal con las siguientes hipótesis:

  • No existe el Bien, ni tampoco existe el Mal. Únicamente existe moralidad y perversión. Objetos de creación del propio ser humano.

  • Existe una laguna que separa el Bien y el Mal, que es el lugar en el que se encuentra Renfield.

  • Sí existen el Bien y el Mal y Renfield es objeto de deseo tanto de uno como del otro, que pretenden poseerlo al mismo tiempo.

Ésta última hipótesis sería la causante de la locura de dicho personaje, que pasa la mayor parte de la novela buscando su huída hacia Carfax en busca de su amo y maestro. Sin embargo, en la parte decisiva de la historia, se hace consciente de lo que ocurre de verdad y trata de ayudar (aunque sin éxito) al grupo de personas que antes trataban de impedirle sus actos.

En resumen, Renfield tiene su propia visión del Bien y del Mal. Al quedar anuladas las fuerzas de ambos entes, la decisión recae sobre él. Primero cede a las falsas promesas y a la ilusión de la inmortalidad que le ofrece el conde; mas luego ignora sus órdenes y le hace frente pese a saberse inferior a él.

Para ello transcribo algunas de sus frases más instructivas sobre este aspecto psíquico:

Al conde Drácula, convertido en murciélago, en la mansión Carfax: “He venido a obedecer tus órdenes, Amo. Soy tu esclavo y tú me recompensarás pues te seré fiel. Te he adorado desde hace mucho y desde lejos. Ahora que estás cerca espero tus órdenes; ¿te olvidarás tú de mí, Amo, al repartir tus bienes?”

Al doctor Van Helsing poco antes de morir: “Así pues, cuando llegó Él esta noche le estaba esperando. Vi colarse la niebla y la sujeté con fuerza. Había oído decir que los locos tienen una fuerza fuera de lo común. Y como sabía que yo mismo estaba loco, por lo menos a ratos, decidí hacer uso de mi poder. Y él lo notó, pues tuvo que salir de la niebla para luchar conmigo. Lo aferré con fuerza, y me pareció que iba a vencerlo, pues no quería que le quitara más vida a ella (a Mina); hasta que vi Sus ojos. Me quemaban por dentro y mi fuerza quedó maleable como el agua. Se zafó de mí y cuando intenté detenerlo me levantó en vilo y me arrojó al suelo. Vi ante mí una nube roja y oí un ruido como un trueno, y me pareció que la niebla salía deslizándose por debajo de la puerta.”

Otro aspecto de Renfield que vale la pena analizar es su manía zoófaga, aunque ésta tiene más fácil explicación: según su amo, el conde, la sangre es la vida, y la vida le hará ser inmortal. Por ello captura moscas que come esporádicamente, o se las da de alimento a las arañas de su celda y éstas son el alimento de un gorrión que captura y luego devora. Así se alimenta de la vida de seres inferiores al hombre hasta que el conde lo haga uno de los suyos y pueda alimentarse de sangre humana.

Haré reseña de una de sus más célebres frases: “La sangre es la vida”, dijo después de atacar al doctor Seward e intentar beber su sangre.

Si examinamos la morfología del dragón, podemos apreciar una combinación de los animales más agresivos y peligrosos: la serpiente, el león o el cocodrilo. El dragón es, por lo tanto, lo animal, salvaje y primitivo por excelencia. En multitud de leyendas, el dragón aparece con ese significado de enemigo primordial, el combate con el cual constituye la prueba por excelencia. En la Edad Media y en Occidente, los dragones tienen el busto y las patas de águila, alas de murciélago y cuerpo de serpiente. En términos generales, la actual sicología define el símbolo del dragón como algo terrible que vencer, pues sólo el que vence al dragón se convierte en un héroe. En la ideología romántica de la época de Bram Stoker, la heroicidad era el punto máximo de gloria; y el dragón, el enemigo a vencer.




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Enviado por:Andrea Burgos Prieto
Idioma: castellano
País: España

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