Literatura


Don Quijote de la Mancha; Miguel de Cervantes


Capítulo XX

De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó

el valeroso don Quijote de la Mancha

El texto propuesto para el comentario es el capítulo XX de la primera parte de la famosa obra de Miguel de Cervantes Saavedra: Don Quijote de la Mancha. Cervantes concibió esta obra como una parodia cuya intención era ridiculizar los libros de caballería tan en boga en aquella época. Para ello crea un personaje, el cual se deleitaba con la excesiva lectura de libros de caballería. Con estos textos, Alonso Quijano perdía el juicio hasta el punto de concebir la necesidad de convertirse en Caballero Andante, adoptando el nombre de don Quijote de la Mancha, e ir por todo el mundo con sus armas y su caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído.

Una de las aventuras que encuentra ocurre en un “terrible” lugar, el cual describe detalladamente el narrador (un narrador omnisciente): “Era la noche, como se ha dicho, oscura, y ellos acertaron a entrar entre unos árboles altos, cuyas hojas, movidas del blando viento, hacían un temeroso y manso ruido; de manera que la soledad, el sitio, la oscuridad, el ruido del agua con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto, y más cuando vieron que ni los golpes cesaban, ni el viento dormía, ni la mañana llegaba; añadiéndose a todo esto el ignorar el lugar donde se hallaban” (pág. 178 § 3). Don Quijote se encuentra junto con su escudero, Sancho Panza, horrorizado y asustado. Sin embargo, respondiendo a su papel de caballero, esconde su evidente miedo y decide acometer valerosamente esta aventura y enfrentarse, de esta manera, al causante de estos ruidos. Por lo tanto, ordena a Sancho que se espere allí durante tres días, al cabo de los cuales, si aún no había vuelto, debía regresar a su aldea e informar a su amada Dulcinea que había muerto en al batalla. Sancho, al oír las palabras de su amo, se puso a llorar y le suplicó que “aunque no quiera vuestra merced desistir de acometer este fecho, dilátelo, a lo menos, hasta la mañana” (pág. 179 § 3). Pero don Quijote seguía empeñado en marchar. Así que Sancho “ató con el cabestro de su asno ambos pies a Rocinante, de manera que cuando don Quijote se quiso partir, no pudo, porque el caballo no se podía mover sino a saltos” (pág. 181 § 1). Por lo tanto, don Quijote tuvo que esperar toda la noche hasta que amaneciera. Mientras tanto, Sancho empezó a contarle la que para él era “la mejor de las historias”, la cual hablaba del romance entre el pastor Lope de Ruiz y la pastora Torralba. Sin embargo, no pudo acabarla de explicar debido al gran “miedo que había entrado en su corazón” por el constante ruido que se oía. Tal era el miedo que tenía, que hasta se hizo sus necesidades encima (pág. 182 § 2 - pág. 186 § 7).

“En estos coloquios y otros semejantes [...] acabó en esto de descubrirse el alba y de aparecer distintamente las cosas”. Ahora, una vez se había hecho de día, don Quijote podía observar dónde se encontraban, aunque no veía el origen de aquellos constantes golpes. Así que decidió ponerse en camino, y de nuevo ordenó a su escudero que esperara allí. Pero Sancho, debido al gran miedo que tenía, y aún más el que le producía quedarse allí sólo, decidió acompañar a su amo hasta el fin de aquella aventura. Así que “comenzó a caminar hacia la parte por donde le pareció que el ruido del agua y del golpear venía” (pág. 186 § 8 - pág. 187 § 2). Finalmente llegan a “un pradecillo que al pie de unas altas peñas se hacía, de las cuales se precipitaba un grandísimo golpe de agua. Al pie de las peñas estaban unas casas mal hechas, que más parecían ruinas de edificios que casas, de entre las cuales advirtieron que salía el ruido y estruendo de aquel golpear, que aún no cesaba” (pág. 187 § 3). Andan un poco más y, al fin, dan con el origen de aquellos ruidos: “seis mazos de batán, que con sus alternativos golpes aquel estruendo formaban” (pág. 187 § 5). De esta manera, el narrador presenta el segundo lugar donde suceden los hechos. A partir de este momento, el terrible miedo que les había acompañado durante toda la noche deja de existir. Por una parte, don Quijote enmudece y se queda paralizado, dando muestras de enfado, mientras que Sancho empieza a reírse y a burlarse de todas aquellas razones que su amo dio la primera vez que oyeron aquellos golpes, ya que la valentía de don Quijote no valió para nada. Al ver don Quijote que su propio escudero se estaba burlando de él, cogió su lanzón y le dio dos palos. Entonces Sancho humildemente le pidió perdón e intercambiaron algunas palabras.

A lo largo de esta aventura se contrastan sus dos personajes principales: don Quijote y Sancho Panza. Don Quijote es un hidalgo pobre enloquecido por su desmedida afición a los libros de caballería, lo cual le convierte en un valeroso caballero entregado a la defensa de su propio ideal. Por este motivo, el miedo no consigue apartarle de su voluntad. Hasta él mismo se describe como “aquel para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos” (pág. 179 § 1) aunque, como en este caso, no encuentre su recompensa. Sancho es el inseparable escudero de don Quijote, un claro ejemplo de fidelidad. En esta aventura destaca por su gran miedo y horror (al principio), debido a su apego a los valores materiales, que después se transforma en risas y burlas. Aunque totalmente distintos, no son figuras contrarias, sino que se complementan de tal manera que llegan a mostrar los dos campos que forman a las personas: el materialista y el idealista a la vez.

También aparecen otros dos personajes: Lope Ruiz y Torralba, aunque no son, ni mucho menos, tan importantes como los anteriores. Estos personajes surgen fruto de un cuento popular que explicó Sancho a don Quijote. Lope Ruiz es un pastor de cabras extremeño, el cual se enamoró de una pastora, hija de un ganadero rico, llamada Torralba. La historia cuenta que, a pesar de que estaba gorda y tenía bigote, continuamente le daba celos, lo cual acabó en que le llegara a tener odio. Así es que Lope Ruiz tomó camino hacia Portugal, junto con sus cabras, mientras ella le seguía con ruegos y lágrimas (pág. 182 § 2 - pág. 183 § 6).

Durante el relato, podemos observar la presencia de diversos elementos caballerescos. Como se ha comentado anteriormente, la locura de don Quijote le convierte en un valeroso caballero, característica indispensable para poder enfrentarse a cualquier tipo de situación y llevar a cabo diversas aventuras. También se muestra la total dependencia económica que tenía el escudero de su caballero. Cuando don Quijote se enfada por las burlas de Sancho, el narrador nos explica que don Quijote se “enojó de tal manera, que alzó el lanzón y le asentó dos palos, tales, que si, como los recibió en las espaldas, los recibiera en la cabeza, quedara libre de pagarle el salario” (pág. 188 § 4). Por otra parte, ya al final del relato, don Quijote llama la atención a su escudero porque “jamás he hallado que ningún escudero hablase tanto con su señor como tú con el tuyo [...] Así que, desde hoy en adelante, nos hemos de tratar con más respeto, sin darnos cordelejo [burlarse]” (pág. 189 § 4).

En resumen, este capítulo nos muestra en forma de parodia la valentía del hidalgo don Quijote de la Mancha, gracias a la cual consigue defender su ideal de caballero sin que el miedo ni su escudero consigan apartarle de su voluntad aunque, al final, todo se haya quedado, como dice el título, en “la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada por el valeroso don Quijote de la Mancha.”

Mazos de batán: mazos de madera que mueve una rueda con el ímpetu de la corriente.




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Enviado por:Cocoycoco
Idioma: castellano
País: España

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