Literatura


Don Quijote de la Mancha; Miguel de Cervantes


1. RESUMEN DE LA OBRA.

PRIMERA PARTE.

PRESENTACIÓN DE DON QUIJOTE.

En un lugar de La Mancha, vivía un hidalgo que rozaba los cincuenta años. Era de complexión recia, delgado, gran madrugador y amante de la caza.

En su casa tenía un ama que pasaba los cuarenta años, y una sobrina que no llegaba a los veinte.

En la mayoría de los ratos, este hidalgo, se dedicaba a leer libros de caballería con tanto énfasis, que hasta olvido el ejercicio de la caza y tubo que vender gran parte de sus tierras para comprar más libros; hasta el punto, de que tanto leer le secó el cerebro.

Se le lleno la cabeza de tantas fantasías, que un día se le ocurrió la idea de hacerse caballero. Lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus antepasados. Tras esto, fue a ver a su caballo, y tras muchos nombres que se le pasaron por aquella loca cabeza, decidió ponerle Rocinante.

Después de ponerle nombre a su caballo, quiso ponerse nombre a sí mismo. Dispuso en llamarse Don Quijote de La Mancha.

Limpias las armas, puesto nombre a su caballo y a sí mismo; se le ocurrió buscar una dama de la cual enamorarse.

Cerca de donde vivía, había una moza que se hacía llamar Aldonza Lorenzo; pero a Don Quijote, le pareció bien darle título de señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, ya que era natural del Toboso.

PRIMERA SALIDA DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA.

Una vez preparadas las armas y su caballo, Don Quijote arrancó su salida. Al rato le vino a la cabeza, que no había sido nombrado caballero, y entonces no podía retar a ningún hidalgo. Pues, solventó nombrarse noble ante la primera persona que se le cruzara en su camino.

Al caer la noche y después de todo el día caminando a lomos de su caballo Rocinante, vio a lo lejos una venta. Aceleró el ritmo y una vez a las puertas de la hospedería, vio a dos mozas, que por su locura, le parecieron ser do damas que estaban a las puertas de su castillo.

Don Quijote llamó al huésped para que guardase su caballo, y mientras, las mozas le prepararon la cena a las puertas de la venta. Él se dispuso a comer sin quitarse la armadura y no podía llevarse nada a la boca, con lo que tubo que recurrir a la ayuda de una de las mozas. Y para ingerir el vino, el hospedero tuvo que recurrir al apoyo de una caña.

NOMBRAMIENTO COMO CABALLERO.

Don Quijote no aguantaba más tiempo sin ser nombrado caballero. Para eso hizo llamar al posadero, para que en las cuadras de la venta le fuera otorgado este título.

Una vez en las caballerizas, Don Quijote se echo de rodillas ante el hospedero, diciendo que al día siguiente tendría que ser nombrado, y que esa misma noche la pasaría en la capilla del castillo velando sus armas.

El ventero le comentó a su huésped que en el castillo no había altar, ya que lo habían derruido para construir otro. Entonces Don Quijote decidió pasar la noche, velando sus armas, en uno de los jardines del palacio.

En una pila depositó sus armas y él se dedicó a dar vueltas alrededor de un pozo que se encontraba en el patio.

Uno de los huéspedes que se encontraban en la posada, decidió dar de beber a su caballo, y para ello necesitaba quitar las armas de la pila. Cuando se dispuso a desalojar la fuente, Don Quijote levantó la voz diciendo que no se atreviera a tocar sus armas. Pero el dueño del caballo no ceso en su intento, una vez que desalojó la pila, Don Quijote enfundó su espada y golpeó la cabeza de aquél hombre derribándolo al suelo.

Cuando el posadero se enteró, se dio prisa por nombrar caballero a dicho elemento, para así evitar otro accidente con un nuevo huésped.

LA SEGUNDA SALIDA.

Don Quijote pidió a un vecino suyo si le apetecía ser su escudero, pero le advirtió que ello acarrearía dejar a su mujer e hijos. Pero, Sancho Panza, que así se llamaba dicho vecino, aceptó la petición del hidalgo.

Una mañana bien temprano, el caballero y su escudero partieron en su primer viaje, que transcurriría por el campo de Montiel. Sancho Panza iba a lomos de un burro, y de pronto su amo le dijo:

-Has de saber Sancho, que fue costumbre muy usada de los caballeros, de hacer gobernadores a sus escuderos de los reinos que ellos conquistaban.

A lo que Sancho Panza respondió:

-Pues de esa manera, si yo fuese rey por algún milagro de los que su merced dice, Mari Gutiérrez, mi mujer, será reina, y mis hijos infantes.

El caballero Don Quijote afirmó que así seria, pero su escudero replicó que ninguno de los reinos existentes estaría a gusto para su mujer Mari Gutiérrez.

EL SUCESO CON LOS MOLINOS DE VIENTO.

Más tarde, se toparon con unos treinta molinos de viento, cuyas aspas eran movidas por el viento. A todo esto, su merced, Don Quijote de La Mancha advirtió a su escudero Sancho:

-¿Ves allí, amigo Sancho, dónde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla?

A lo que Sancho alegó:

-¿Qué gigantes?

-Aquellos que ves allí, con los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

Refiriéndose a las aspas de los molinos.

Sancho Panza advirtió a su merced, que lo que veía no eran más que molinos de viento. Pero su amo, le reprochó que él no estaba muy enterado en esto de las aventuras; y tras esto, salió al galope dirección a los molinos de viento, con su lanza al frente, a fin de derrotar a los gigantes.

Una vez que llegaron al primer molino, sus aspas envistieron contra la lanza del caballero y la hizo añicos, llevándose tras de sí al caballo, Rocinante, y a su amo, Don Quijote de La Mancha.

En cuanto Sancho se percató de lo ocurrido, acudió al auxilio de su amo a lomos de su burro. Y ayudándole a subir a su caballo, medio aturdido por el golpe, continuaron su camino.

LA AVENTURA CON LOS DESALMADOS YANGÜES.

Una vez en el bosque, avistaron un prado con fresca hierba y un riachuelo en el cual cesad la sed. Y fue allí donde decidieron parar a almorzar de las provisiones que cada cual llevaba.

El asno y el caballo, Rocinante, pastaron en aquél verde prado. Hasta que el caballo de su merced Don Quijote de La Mancha, percibió la presencia de unas cuantas jacas de los arrieros, yangües. Y Rocinante las siguió, hasta que los arrieros se percataron de su presencia y acudieron con piedras y estacas.

Cuando Don Quijote y Sancho se enteraron de lo que ocurría, acudieron a toda prisa, con el propósito de retar a esos más de veinte yangües. Pero el escudero advirtió a su caballero de que ellos eran solamente dos, y que los arrieros eran más de veinte, con lo cual era imposible vencerlos. Pero el tozudo de Don Quijote no hizo caso a su escudero. Sacó su espada y se dispuso a enfrentarse con un yangüe, a lo que el resto del grupo acudió con tantas estacas como manos tenían cada uno.

Tras la lucha, los dos aventureros quedaron tendidos en el suelo sin poder levantarse; hasta que Sancho logró acomodar a su amo sobre el burro, y levantar a Rocinante, para así emprender de nuevo su viaje.

Al rato, Sancho avistó a lo lejos una venta, que al parecer de su amo era un castillo; cosa que no era cierta debido a sus alucinaciones.

LO QUE OCURRIÓ EN LA VENTA QUE A SU PARECER ERA UN CASTILLO.

Una vez en la venta, Don Quijote fue acostado y emplastado de arriba abajo, ya que el golpe de la caída había sido grande, por la ventera y su hija, a la luz del candil que sostenía Maritornes.

Sancho también se quejó de los golpes que había recibido, y fue curado por Maritornes, la asturiana; para más tarde, acompañar a su amo, en el lecho que había improvisado en ventero en uno de los establos.

Estaban el escudero y su amo casi dormidos, y apareció la asturiana, a la cual Don Quijote, en un golpe de ira le cogió la mano. Tras los gritos del forcejeo, el arriero acudió al auxilio de Maritornes, con tal ira, que proporcionó tal puñetazo a su merced que de su boja afloraba la sangre. Y no contento con esto, el arriero se subió a la espalda de Don Quijote. A lo que la cama de este, que no era de gran calidad, cayó al suelo.

Tras el fatídico golpe, Sancho se despertó creyendo que todo había sido un sueño. Pero pronto reaccionó y se puso a dar mamporros a diestro y siniestro. Uno de esos golpes llegó a la asturiana, que del tremendo porrazo cayó al suelo. Pronto se levanto, y junto con el arriero se puso a dar golpes a Sancho.

En esos momentos, en la venta se encontraba un cuadrillero, que por el murmullo de la trifulca acudió a esta para poner orden. Una vez en el establo, y sin luz alguna, tropezó con Don Quijote, que yacía en el suelo por la paliza que había recibido anteriormente. El cuadrillero, al notar que este no se movía grito a los que allí se encontraban:

-¡Ciérrense la puerta y la ventana! ¡Miren no se valla nadie, que han muerto aquí a un hombre!

Al día siguiente, Don Quijote llamó a Sancho, que aún seguía acostado; para que trajera a su amo: aceite, vino, sal y romero, ya que tenía que hacer un bálsamo porque se sentía mal.

Sancho pidió al ventero los condimentos de aquella extraña receta para llevárselos a su amo. Don Quijote los coció a fuego lento, y cuando creyó que estaba en su punto se lo tomó. Al instante empezó a vomitar por los efectos de aquél mejunje, también comenzó a sudar y pidió que le arropasen con una manta y lo dejasen descansar.

Sancho, que también se sentía algo mal, pidió a su amo lo que quedaba de la pócima, se lo tomó y comenzó a sentirse muy mal. Le dieron ansias, espasmos hasta se desmayó; creía que había llegado la hora de su muerte. Tras esto, el escudero comenzó a arrojar todo aquello que había ingerido.

A las dos horas, los aventureros despertaron de su larga siesta. Don Quijote se levantó como nuevo, pero su escudero Sancho seguía aturdido de aquél bálsamo. Don Quijote, ya que se sentía tan bien, decidió proseguir el viaje. Ensilló a Rocinante y abandonaron la venta. El ventero, al ver que se marchaba y no había pagado, acudió al escudero; pero este le dijo que no llevaba dinero. Entonces, el ventero y otros hombres que se encontraban en la venta, mantearon a sancho en los establos de la posada. A los diez minutos, dejaron partir a Sancho a lomos de su burro, al encuentro con su amo.

Una vez que llego a la altura de su amo, este le dijo a Sancho que aquel castillo o lo que fuera estaba encantado. Don Quijote miró al frente y vio dos grandes polvaredas que creía que eran dos ejércitos, uno de Alifarón y el otro de su gran enemigo el rey Pentapolín del Arremangado Brazo. Pero Sancho advirtió a su amo que lo que él veía solo eran dos grandes rebaños de ovejas. Aunque Don Quijote replicó a su escudero que no era cierto.

Cuando los dos ejércitos, o lo que quiera que fuese, estaban más próximos a los dos aventureros, Don Quijote emprendió la carrera empuñando su lanza, a lomos de Rocinante. Se introdujo al galope en el rebaño de ovejas, ante el asombro de los pastores que empezaron a apedrear al loco caballero. Una de esas piedras logró desmontar a Don Quijote, y una vez en el suelo fue apedreado en una mano y en la cabeza.

Sancho acudió al auxilio de su amo, y rogó a este que le siguiera a un lugar seguro. Se trataba de un prado verde que estaba detrás de una colina, en el que los dos aventureros se dispusieron a comer.

SEGUNDA PARTE.

LO QUE LE OCURRIÓ A DON QUIJOTE AL IR A VISITAR A SU AMADA.

Don Quijote y su escudero Sancho, se encontraban en el camino del Toboso, ya que tenían la intención de ir a visitar a la amada del caballero. Sancho advirtió a su amo que sería difícil visitar a Dulcinea, ya que la ultima vez que la vio se situaba detrás de las bardas de un corral. Pero Don Quijote dijo que eso era imposible, que en cualquier caso la abría visto tras los muros de su palacio; cosa que era imposible ya que Dulcinea no era aristócrata, pero el caballero creía que sí, debido a su locura.

Acechaba la noche, y estos dos aventureros decidieron pasarla debajo de un árbol de los alrededores del pueblo; para al día siguiente ir en busca de la casa de la amada, ya que los dos desconocían su ubicación.

Era ya de madrugada cuando Don Quijote y su escudero emprendieron el camino hacia el pueblo. Una vez allí, y ante la oscuridad de la noche, se dedicaron a buscar el palacio de dulcinea.

Don Quijote pidió a su escudero que le guiara en la búsqueda d dicho palacio, pero este advirtió a su amo que la ultima vez que la vio no estaba en palacio alguno, sino en una casa de las afueras. Pero el caballero insistió en la búsqueda.

En una de las calles Don Quijote avisto entre la oscuridad de la noche la sobra de un gran edificio, que a su parecer era el castillo. El hidalgo pidió a su escudero que lo llevara a las puertas de este. Y una vez que lograron tocar el edificio, ya que no se podía distinguir de que edificación se trataba, dijo Don Quijote:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho.

Tratándose sin lugar a duda de este religioso edificio.

Pasaba por el lugar un labrador, al cual, su merced decidió preguntarle por el palacio de la princesa Dulcinea del Toboso. El labrador contestó a Don Quijote que él no tenía constancia de que en aquél lugar habitara una princesa; pero que podían preguntar en la iglesia ya que allí sabían de todas las personas que residían en aquella villa.

Por esas horas amanecía, y Sancho pidió a su amo que abandonaran el pueblo para no ser descubiertos, y que él volvería para dar con la casa o el palacio de su amada Dulcinea del Toboso.

Cuando Sancho dejó a su amo en el bosque, se dispuso a volver al pueblo, pero a mitad de camino se apalancó bajo un árbol para razonar sobre: a quién buscaba, dónde y por qué.

Respondidas sus dudas, dio con la idea de que si encontraba a alguna campesina que se hiciera pasar por Dulcinea, podía librarse de la misión de dar con tal princesa que no existía.

Al momento se levanto, miró hacia el pueblo, y observó que en el camino que iba del Toboso al bosque venían tres mozas subidas en sus burros.

En cuanto avistó a estas mozas, fue a la búsqueda d su amo, para decirle que su amada venía de camino. Ambos se dirigieron al encuentro con las aldeanas y una vez que llegaron al lugar por donde pasaban ellas, los dos aventureros, Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza, se arrodillaron en el suelo. Don Quijote decía que simplemente eran tres campesinas, pero Sancho insistía en que era Dulcinea.

Una de las campesinas pidió al caballero y a su escudero que se apartaran de la vía, para dejarlas proseguir su camino, ya que tenían algo deprisa. La moza que se hacía pasar por Dulcinea, aceleró el ritmo de su burra, y esta, que se sentía algo aturdida por el cambio de cadencia tan repentino, empezó a tambalearse hasta lograr tirar a la aldeana.

Don Quijote y su escudero, acudieron a ayudar a esta moza. El caballero intentó ponerla en pie, pero ella rechazó su auxilio. Una vez en pie, tomó impulso y subió a horcajadas a lomos de su burro. Las otras campesinas, salieron corriendo al pueblo, asombradas de lo que habían visto.

Tras esta peripecia, ambos aventureros volvieron a sus bestias para proseguir el camino, esta vez hacia Zaragoza, donde por esas fechas se celebraban unas solemnes fiestas.

LA AVENTURA CON EL CABALLERO DE LOS ESPEJOS.

Los aventureros pasaron la noche siguiente en un bosque, bajo unas Encinas. Sancho soltó a su burro para que pastara e hizo lo mismo con Rocinante.

Pasadas varias horas, mientras Don Quijote y Sancho dormían, se oyó tras ellos un ruido que parecía provenir de un caballero y su escudero. Estos estaban apeándose bajo un árbol para así pasar la noche.

Don Quijote se despertó debido a los ruidos; se percató de lo que ocurría y avisó de una posible aventura a su amigo Sancho. El caballero del bosque oyó murmurar a los dos aventureros, y dijo en voz alta:

-¿Quién va allá? ¿Qué gente? ¿Es por ventura la del número de los contentos o de la del de los afligidos?

-De los afligidos- Respondió Don Quijote.

Tras esto, el caballero del bosque, invitó a Don Quijote y a su escudero a acercarse a él. Se aposentaron en unas piedras e iniciaron una conversación.

El desconocido caballero preguntó a Don Quijote, puesto que era un hidalgo, sí tenia alguna amada. Don Quijote respondió que si, y que nunca se olvidará de ella. A lo que Sancho añadió:

-No, porque es mi señora como una borrega mansa y blanda como una manteca.

El caballero del bosque, asombrado por lo que había oído de Sancho, preguntó a Don Quijote si era este su escudero; él respondió que sí. A lo que el espontáneo caballero afirmó, que su escudero, que estaba separado del grupo, no se entrometería en ninguna conversación en la que él, su amo, tuviera parte.

El otro escudero, llamó a Sancho para que fuera a su lado, para conversar de cosas de su agrado y dejar tranquilos a los dos caballeros. Pero aun así, Sancho replicó antes de irse al encuentro con el escudero:

-Sea en buena hora; y yo le diré a vuestra merced quien soy, para que vea si puedo entrar en docena con los más hablantes escuderos.

Una vez reunidos ambos escuderos, se dispusieron a hablar de sus vidas. Sancho, decía que estaba arto de ese trabajo, que preferiría estar en su casa cuidando a sus hijos; también estaba arto de comer todos los días lo mismo, unos cuantos frutos secos y una bola de queso, tan dura que podría descalabrar a un gigante. En cambio, el escudero del bosque sacó una bota con un buen vino, la dio a probar a Sancho, y este, como un buen aficionado al vino, adivinó enseguida la procedencia de la bebida. El desconocido escudero, pregunto a Sancho que como sabía de donde era, y Sancho respondió que esa virtud venía de familia.

Los dos escuderos, comieron y bebieron de los alimentos que llevaban en sus alforjas. El escudero del bosque, propuso a Sancho, que una vez que lleguen a su destino, Zaragoza, podían dejar a sus amos para volver a sus hogares y disfrutar de sus familias y además dedicarse a otra profesión que sea más de su agrado.

Tras la larga conversación, ambos escuderos se recostaron bajo un árbol para así descansar y reposar la merienda.

Mientras los dos escuderos almorzaban en la oscuridad, sus amos conversaban sobre su oficio y sus amadas. El caballero del bosque, decía, que su amada Casildea de Vandalia, era muy hermosa, y que por ella, estaba recorriendo España para propagar a todos los caballeros con los que se cruzase, que ella es la más sublime amada; y que él, es el más valiente y enamorado caballero.

También le contó, que de lo que más se alegraba de su largo viaje, es de haber derrotado al famoso Don Quijote de La Mancha.

Aun, el caballero del bosque, no se había percatado de que estaba entablando conversación con dicho personaje. Don Quijote, siguió escuchando al caballero, esperando que confesase que aquello no era cierto, ya que Don Quijote no había sido derrotado por nadie.

Pasó el rato, hasta que Don Quijote le dijo al extraño caballero que no ponía en duda que hubiera derrotado a algún caballero, pero que hubiese derrotado a Don Quijote de La Mancha le parecía algo extraño. Nuestro noble caballero afirmó que tal vez se trataría de algún enemigo de este, que se hizo pasar por Don Quijote para así manchar su honor.

Pero el caballero del bosque, dio una detallada descripción de Don Quijote: flacucho, con una gran barba blanca, era acompañado por un escudero que se hacía llamar Sancho Panza, y tenía por amada a una aldeana, Dulcinea del Toboso. Al oír esto, Don Quijote afirmó que el personaje que había descrito, era un buen amigo suyo, tan bueno que se podría hacer pasar por su misma persona.

Tras esto, empuñó su espada y retó a duelo al otro caballero. Este, le dijo que el combate se llevaría a cabo con los primeros rayos de la mañana del día sucesivo y que el vencido haría todo lo que el vencedor le pidiese.

A la mañana siguiente, Don Quijote y su contrincante, empuñaron sus lanzas y subieron a sus caballos. Se disponían a tomar impulso para la carrera, cuando Sancho pidió a su amo que lo ayudara a subir a un árbol para poder observar el duelo desde las alturas. Mientras tanto, el otro caballero ya había iniciado la carrera, pero observó a Don Quijote que aun estaba ayudando a Sancho, y a consecuencia de esto paró en seco. Nuestro caballero, Don Quijote de La Mancha, inició la marcha al creer que su contrario ya venía hacia él; con tal impulso, que cuando llegó a su contrincante, que aun estaba clavado por el duro frenazo, no pudo esquivarlo y le clavó de lleno su lanza.

Don Quijote acudió a ver como estaba el derrotado caballero, al igual que Sancho y el otro escudero. Cuando el caballero derrotado se quitó la armadura que le cubría el rostro, Don Quijote observó que era el Sansón Carrasco, un enemigo suyo. Al observar Sancho que se trataba de dicho personaje, ofreció a su amo, meterle la lanza por la boca.

A todo esto llegó el escudero del Sansón, y Sancho al verlo, descubrió que se trataba de su vecino Tomé Cecial.

Como la noche siguiente acordaron, Don Quijote, pidió al vencido lo que deseó. Tal deseo, consistía en que Sansón, afirmara que Dulcinea del Toboso era la más hermosa de las amadas, por encima de Casildea de Vandalia. Y así lo hizo el derrotado Sansón Carrasco.

El Sansón Carrasco, consultó al cura y al barbero, la forma para que Don Quijote de La Mancha volviese a su casa y no reanudara otra aventura caballeresca. La idea que estuvo a favor de todos fue dejar partir a Don Quijote, y si Sansón se lo encontraba alguna vez le retaría a un duelo, el vencido estaría a disposición del vencedor, y entonces él podría mandar a Don Quijote de vuelta a su casa y no dejarle salir en almenos dos años.

Emprendieron la búsqueda, Sansón Carrasco y su escudero Tomé Cecial, hasta dar con Don Quijote en el bosque. Este no los reconoció, ya que iban con unas mascaras que impedían verles el rostro. El caballero Sansón perdió su oportunidad de derrotar a su enemigo Don Quijote de La Mancha.

El escudero del Sansón Carrasco, dijo a su amo, que quería abandonar su oficio, ya que su señor estaba algo loco. El Sansón también le dijo que quería dejar la caballería, pero antes tenía que derrotar a su enemigo.

Cuando ambos aventureros llegaron a un pueblo para curar las heridas de Sansón; su escudero, Tomé Cecial, lo abandonó; mientras él imaginaba la forma de derrotar a Don Quijote de La Mancha.

SANCHO COMO GOBERNADOR.

El duque dijo a Sancho que estuviese preparado para ser gobernador, ya que sus insulados le esperaban. Antes de marchar hacia su gobierno, Don Quijote se lo llevó a una habitación para darle una serie de consejos sobre su administración.

Las lecciones eran sobre comportamiento: que comiera poco y despacio, que anduviera y hablara lentamente, que no bebiera vino, etc.

Tras los consejos el duque llevó a Sancho al juzgado. Una vez allí, aparecieron un sastre y un labrador para contarle lo sucedido:

El día anterior, el labrador acudió al taller del sastre con un trozo de tela. Este, preguntó al sastre que cuantas caperuzas podían sacar de ese pedazo, y el costurero dijo que tal vez cinco. Al día siguiente, cuando el labrador acudió a por sus cinco caperuzas, se negó a pagárselas, ya que lo que le había hecho eran unas especies de fundas para los dedos de las manos.

Sancho decidió pues, que las caperuzas fueran a parar a los presos de la cárcel.

El siguiente caso, trataba de un préstamo entre dos amigos. El que tomó el dinero afirmaba que ya se lo había devuelto al prestamista, pero este, afirmaba lo contrario. El negociante, dijo que si el estafador rogaba ante Dios que había devuelto el préstamo, le absolvería de toda casa.

Y así hicieron. El prestamista tomó la vara que el timador llevaba, este se arrodillo ante Sancho y afirmó que él no tenía dinero alguno. Tras esto, Sancho los dejó marchar, pero tras un momento de duda, mando llamar de nuevo a ambos amigos. Presentes nuevamente ante Sancho, este pidió al dueño de la vara que se la diera al negociante, para así sufragar la deuda. Pero el prestamista renegó que tal vara no tenía el mismo valor que el préstamo; Sancho pidió a este que la rompiera y de ella salieron las monedad que él había prestado.

LA MUERTE DE DON QUIJOTE.

Ya de vuelta a la villa de Don Quijote de La Mancha y su amigo Sancho, a la entrada del pueblo, se encontraron con el cura y el bachiller Carrasco, que se ofrecieron a acompañar hasta la casa de Don Quijote a los dos aventureros.

Cuando llegaron a esta, en la puerta estaba el ama y su sobrina; y de camino ya venía la mujer de Sancho con su hija. En cuanto la familia de Sancho se reunió, emprendieron la vuelta hacia su casa, dejando atrás a Don Quijote.

El caballero le dijo al cura y al bachiller, que durante aquél año, tenía pensado no salir del pueblo y hacerse pastor, junto con sus amigos Sancho, el cura y el bachiller.

Tras esta explicación, pidió que lo trasladaran a su habitación para descansar. Tras seis días metido en la cama, sus amigos decidieron llamar al médico, ya que Don Quijote de La Mancha, tenía una fiebre espantosa. El médico dijo que su merced estaba ya en las últimas, y que atendiesen a su salud porque corría peligro. Don Quijote pidió que le dejasen descansar, y así hicieron.

Tras seis horas de intenso sueño, Don Quijote despertó e hizo llamar al confesor y al escribano, para que redactase su testamento. Cuando ambos llegaron, paso en primer lugar el confesor, y cuando este terminó, pasó a toda prisa el escribano.

En su testamento, Don Quijote decía que cuando él muera, no se le pida a Sancho las deudas que él ha dejado a lo largo de su vida. También dejó a su sobrina parte de su dinero, pero con una condición, que si se casaba con un hombre enloquecido por las novelas de caballerías, ese dinero iría a parar al cura y a Sansón Carrasco.

Tras esto, Don Quijote de La Mancha murió sosegada y cristianamente.

2. LOS PERSONAJES.

-Don Quijote de La Mancha: Es el personaje principal; es alto, delgado, tiene una gran barba blanca, apasionado de las novelas de caballería, por las cuales enloqueció. Emprende una aventura por tierras españolas, a lomos de su caballo Rocinante y acompañado por su amigo Sancho.

-Sancho Panza: escudero de Don Quijote, acompaña a su amo en la aventura, cabalgando a lomos de un burro; respecto a su físico, es todo lo contrario que Don Quijote; bajo, regordete, inculto, pacífico...

-Dulcinea del Toboso: Es un personaje ficticio que no aparece físicamente en la historia. Es la amada imaginaria de Don Quijote, que crea debido a su locura.

3. EL AUTOR: MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA.

Miguel de Cervantes Saavedra, nació en Alcalá de Henares (Madrid), el 29 de septiembre de 1547.

Hacia 1551 se trasladó a Valladolid junto con su padre Rodrigo Cervantes. Una vez allí, Rodrigo fue encarcelado ya que debía algunas deudas, a los seis meses fue liberado al declararlo inocente. Después de residir en Córdoba y Sevilla, se instaló en Madrid.

Tras once años de ausencia en España, regresó a Madrid; y fue mandado a África en busca de trabajo, por el rey Felipe II. Tras su estancia en África, regresa a la capital española, por esas fechas estaba escribiendo “La Galatea”.

El 14 de junio de 1584, su primera obra era impresa en su pueblo natal. A los seis meses se casó con Catalina de Salazar.

En 1603 se traslada a Valladolid, y es allí donde termina la primera parte de “El Quijote”. En 1605, y de forma un tanto precipitada, se edita“ El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”, “Novelas ejemplares”es publicada en 1613, un año más tarde “Viaje al Parnaso”, en 1615, se publica “Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados”, el mismos año, la segunda parte de El Quijote es impresa, esta vez con el nombre de “El ingenioso caballero Don Quijote de La Mancha”.

Finalmente, el día 19 de abril de 1616, redacta su ultimo escrito “Puesto ya el pie en el estribo”, el día 22 del mismo mes, un día antes que Shakespeare, muere enfermo de hidropesía en la calle León, esquina con Francos, en Madrid. Debido a su pobreza, la Venerable orden Tercera, a la cual pertenecían él y su mujer, se encargó de su entierro, que se produjo en el convento de las Trinitarias Descalzas.

4. OPINIÓN PERSONAL.

Debido a que esta obra es muy conocida, y que todo el mundo conoce la historia; no me a entusiasmado demasiado su lectura. También, debido al vocabulario de la época, me a resultado un tanto difícil su lectura; aunque hay capítulos realmente divertidos.

La puntuación que le doy, en una escala de un mínimo de cero y un máximo de diez, es un: seis.

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Idioma: castellano
País: España

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