Literatura


Don Quijote de la Mancha; Miguel de Cervantes


UNA NOVELA PARA EL SIGLO XXI

Don Quijote de la Mancha, es una imagen de un hidalgo cincuentón, embutido en una armadura anacrónica y tan esquelético como su caballo, que, acompañado por un campesino basto y gordinflón montado en un asno, que hace las veces de escudero, recorre las llanuras de la Mancha, en busca de aventuras. Lo anima un designio enloquecido: resucitar el tiempo eclipsado siglos atrás (y que, por lo demás, nunca existió) de los caballeros andantes, que recorrían el mundo socorriendo a los débiles, deshaciendo tuertos y haciendo reinar una justicia para los del común que de otro modo estos jamás alcanzarían, del que se ha impregnado en las novelas de caballerías, a las que el atribuye la veracidad de escrupulosos libros de historia. Este ideal es imposible de alcanzar por que todo en la realidad en la que vive Quijote lo desmiente: Ya no hay caballeros andantes, ya nadie profesa las ideas ni respeta los valores que movían a aquellos. Ahora, como se lamenta con melancolía el propio don Quijote en su discurso sobre las Armas y las Letras, la guerra no la deciden las espadas y las lanzas, es decir, el coraje y la pericia del individuo, sino el tronar de los cañones y la pólvora, una artillería que, en el estruendo de las matanzas que provoca, ha volatizado aquellos códigos del honor individual.

¿Significa esto que Don Quijote de la Mancha es un libro pasadista, que la locura de Alonso Quijano nace de la desesperada nostalgia de un mundo que se fue, de un rechazo visceral de la modernidad y el progreso? Eso sería cierto si el mundo que el Quijote añora y se empeña en resucitar hubiera alguna vez formado parte de la historia.

Así, el sueño que convierte a Alonso Quijano en don Quijote de la Mancha no consiste en reactualizar el pasado, si no en algo todavía mucho más ambicioso: realizar el mito, transformar la ficción en una historia viva.

LA FICCIÓN Y LA VIDA

La ficción es un asunto central de la novela, por que el hidalgo manchego que es su protagonista ha sido “desquiciado” por las fantasías de los libros de caballerías, y creyendo el que existe un mundo como lo describen las novelas de Amadises y Palmerines, se lanza el en busca de unas aventuras que vivirá de manera paródica, provocando y padeciendo pequeñas catástrofes. El no saca de esas malas experiencias una lección del realismo. Al final, termina por salirse con la suya. La ficción va contaminando lo vivido y la realidad se va gradualmente plegando a las excentricidades y fantasías de don Quijote. El propio Sancho Panza, a quien en los primeros capítulos de la historia se nos presenta como un ser terrícola y materialista a mas no poder, lo vemos, en la Segunda parte, sucumbiendo también los encantos de la fantasía y, cuando ejerce la gobernación de la Ínsula Barataria, acomodándose de buena gana al mundo del embeleco y la ilusión.

UNA NOVELA DE LOS HOMBRES LIBRES

Al mismo tiempo que una novela sobre la ficción, don Quijote es un canto a la libertad. Conviene detenerse un momento a reflexionar sobre la famosísima frase de don Quijote a Sancho Panza: <<La libertad, Sancho, es uno de los más precioso dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no se pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres>> (II, 58, págs. 984-085)

Detrás de la frase, y del personaje de ficción que la pronuncia, asoma la silueta del propio Miguel de Cervantes, que sabía muy bien de lo que hablaba. Los cinco años que pasó cautivo y las tres veces que estuvo en la cárcel de España, debían de haber aguzado en él, como en pocos, un apetito de libertad, y un horror a la falta de ella, que impregna de autenticidad y fuerza a aquella frase y da un particular sesgo libertario a la historia del Ingenioso Hidalgo.

El Quijote no cree que la justicia, el orden social, el progreso, sean funciones de la autoridad, sino obra del quehacer de individuos que, como sus modelos, los caballeros andantes, y él mismo, se hayan echado sobre los hombros de la tarea de hacer menos injusto y más libre y próspero el mundo en el que viven. La autoridad, cuando aparece, en vez de facilitarle la tarea, se la dificulta.

LAS PATRIAS DEL <<QUIJOTE>>

La imagen de España que se muestra en la novela es de un mundo vasto y diverso, sin fronteras geográficas, con aldeas y pueblos a los que los personajes le llaman “patrias”. Es una imagen muy semejante a aquella que las novelas de caballerías trazan los imperios o reinos donde suceden, ese género que supuestamente Cervantes quiso ridiculizar en Don Quijote de la Mancha.

A lo largo de sus tres salidas, el Quijote recorre la Mancha y parte de Aragón y Cataluña. Como, con el paso del tiempo, esta idea de <<patria>> iría desmaterializándose y acercándose cada vez más a la idea de nación (que sólo nace en el siglo XIX) hasta confundirse con ella, conviene precisar que las <<patrias>> del Quijote no tienen nada que ver, y son más bien írritas, a ese concepto abstracto, general, esquemático y esencialmente político, que es el de nación y que está en la raíz de todos los nacionalismos. La España del Quijote no tiene fronteras y es un mundo plural y abigarrado, de incontables patrias, que se abre al mundo de afuera y confunde con él a la vez que abre sus puertas a los que vienen a ella de otros lugares.

UN LIBRO MODERNO

La modernidad del Quijote está en el espíritu rebelde, justiciero, que lleva al personaje a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor, aun cuando se equivoque y se estrelle con obstáculos insalvables y sea golpeado. Pero también es una novela de actualidad por que Cervantes, para contar la gesta quijotesca, revolucionó las formas narrativas de su tiempo y sentó las bases sobre las que nacería la novela moderna.

Narradores: Quienes cuentan la historia de Don Quijote y Sancho Panza son dos: El misterioso Cide Hamete Benengeli, a quien nunca leemos directamente, pues su manuscrito está en árabe, y un narrador anónimo, que habla a veces en la primera persona pero más frecuentemente desde la tercera de los narradores omniscientes.

Pero estos dos narradores, y su delicada dialéctica, no son los únicos que cuentan esta novela de cuentistas y relatores compulsivos: Muchos personajes los sustituyen, como hemos visto, refiriendo sus propios percances o los ajenos en episodios que son otras tantas cajas chinas más pequeñas contenidas en ese vasto universo de ficción lleno de ficciones particulares que es Don Quijote de la Mancha.

Aprovechando lo que era un tópico de la novela de caballerías, Cervantes hizo de Cide Hamete Benengeli un dispositivo que introducía la ambigüedad y el juego como rasgos centrales de la estructura narrativa.

Y también produjo trascendentales innovaciones en el otro asunto capital de la forma novelesca, además del narrador: el tiempo narrativo.

LOS TIEMPOS DEL <<QUIJOTE>>

Como el narrador, el tiempo es también en toda la novela un artificio, una invención, algo fabricado en función de las necesidades de la anécdota y nunca una mera reproducción o reflejo del tiempo <<real>>.

En el Quijote hay varios tiempos que, entreverados con maestría, inyectan a la novela ese aire de mundo independiente, ese rasgo de autosuficiencia, que es determinante para dotarla de poder de persuasión. Hay, de un lado, el tiempo en el que se mueven los personajes de la historia, y que abarca, más o menos, un poco más de medio año, pues los tres viajes del Quijote duran, el primero, tres dias, el segundo un par de meses y el tercero unos cuatro meses. A este período hay que sumar dos intervalos entre viaje y viaje (el segundo, de un mes) que el Quijote pasa en su aldea, y los días finales, hasta su muerte. En total, unos siete u ocho meses.

La relación entre la ficción y la vida, tema recurrente de la literatura clásica y moderna, se manifiestan en la novela de Cervantes de una manera que anticipa las grandes aventuras literarias del Siglo XX, en las que la exploración de los maleficios de la forma narrativa tentará a los mejores novelistas.

LA INVENCIÓN DEL <<QUIJOTE>>

Quien se proponga considerar el proceso de creación de don Quijote, hará bien en detenerse, ante todo, a medir el alcance del siguiente hecho: para el lector actual, la pareja de protagonistas de la novela posee una existencia anterior al texto mismo. Don Quijote y Sancho constituyen ante él, dos seres ficticios de quienes ha oído hablar antes que hubiera pensado siquiera en ponerse a leer su historia, dos hombres cuya imagen ha visto reproducida muchas veces, cuyo carácter es familiar, y algunos que conoce como proverbiales.

Ahora bien, Don Quijote y Sancho no son caracteres en un sentido genérico y universal-humano. Su carácter respectivo es absolutamente singular y originalísimo.

Mas todos los héroes poéticos fueron elaborados a base de elementos que estaban ya ahí, a la disposición del poeta que debía imprimirles con su genio una conformación definitiva. Tanto los héroes de Homero como los de Shakespeare, tanto de Don Juan como Fausto, existían de antemano, pertenecían a la tradición religiosa, a la historia, la leyenda y el folklore.

En cambio, cuando por primera vez aparece el Quijote, ignora el mundo la posible existencia de tal héroe. Y el repaso de las actitudes críticas asumidas frente a su creación por las sucesivas generaciones nos enseña que sólo a lo largo de tres siglos alcanzaría a desentrañarse su sentido más profundo, por mucho que éste fuera presentido ya, y en forma poderosa, aun cuando confusa, desde el punto inicial. El lector de aquel nuevo libro de Cervantes en 1605 debió enfrentarse con una criatura de ficción inaudita y nunca vista, para cuyo entendimiento no podía asirse a precedente alguno. Al leer el Quijote hoy en día, hay que tener en cuenta que la perspectiva del lector que hoy se aboca la libro es completamente opuesta a aquella desde la que debió de abordarlo quien leyera su edición original, y con la que su autor necesitó contar al componerlo.

El escenario de Quijote y sus personajes se trata de un mundo histórico casi esfumado, al que sólo la lectura nos presta acceso. Por eso nos parecen personajes <<novelescos>> curiosos, sorprendentes, pintorescos, y su mundo es para nosotros convencional.

Así se explica que, en los primeros años del pasado siglo, se revolviera Unamuno contra ese mundo cervantesco, y contra el propio Cervantes, en una rabiosa, integral afirmación del Quijote, frente al accidente en que se manifiesta. La vulgarizada tesis según la cual el autor del Quijote habría sido un pobre hombre, genio inconciente sin capacidad para percatarse de la especie de criatura que engendraba, se funda en la intuición del significado trascendente alojado en la obra de Cervantes. Oscuramente, se percibió siempre ahí la presencia de n algo descomunal, secreto, que falta en la gran turbamulta de las figuras inventadas por la imaginación literaria.

La obra se plantea como una sátira literaria: la sátira de los libros de caballerías. Y ya con eso, se la sitúa de lleno en el plano de una densa actividad cultural en cuanto elemento combativo que entra a polemizar en el campo de los problemas estéticos; actitud e interés espiritual en que se mantendrán a lo largo de todo el libro, en su Primera y en su Segunda parte. Pero, en seguida, mediante el artificio de la locura con tanta profundidad empleada por el autor, la sátira nos entrega a un héroe que, inspirado en los ideales góticos, enfrenta al mundo circundante para acreditar paradójicamente su grandeza, su calidad y una virtud sutil que triunfa de él, sucumbiendo a sus embates.

Desde las primeras páginas del Quijote, el hidalgo trastornado choca, en su quimera caballeresca, con la realidad ambiente; una realidad vulgar hecha de circunstancias humildes, tradicionales en todo caso: la casa, la aldea, la ama y sobrina, el cura y barbero. El mismo carácter tienen todavía los seres y ocasiones sucesivas con que va tropezando en sus aventuras: venteros y mozas de partido, yangüeses, cabreros, etc. Pero, llegado un cierto instante, el héroe ingresa en otras realidades, penetra en otro mundo, el mundo de la alta cultura, constituido por ideales de vida muy peculiares. Así, pues, aunque en rigor sea ilícito contemplar las diversas novelas del Quijote como piezas independientes intercaladas, no deja de ser cierto que, cada una de ellas, tiene su propio centro de gravedad, dentro del equilibrio de la obra, y es por eso hasta cierto punto autónoma.

CERVANTES Y EL <<QUIJOTE>>

Miguel de Cervantes Saavedra, hijo de Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas, nació el 29 de Septiembre de 1547, día de San Miguel. Fue el cuarto de siete hijos que tuvo Rodrigo de Cervantes, modesto cirujano que, con toda su familia se trasladó a Valladolid en 1551, donde la suerte no les fue propicia, ya que estuvo encarcelado por deudas varios meses, a pesar de su hidalguía, y sus bienes fueron embargados.

Nada seguro se sabe sobre los primeros estudios de Cervantes, que, desde luego, no llegaron a ser universitarios. Parece que cursó las primeras letras en Valladolid, en Córdoba o en Sevilla; En un colegio probablemente jesuítico, ya que los nombra en la novela El coloquio de los perros.

En 1566 la familia Cervantes se halla establecida en Madrid, y Miguel asiste al Estudio de la Villa regentado por el catedrático de gramática Juan López de Hoyos.

En 1569 Cervantes está en Roma, fugitivo de España por haber causado ciertas heridas a un tal Antonio de Sigura, por lo cual fue condenado en rebeldía. Entra al servicio de Giulio Acquaviva (que será cardenal en 1570), pero lo deja pronto para sentar plaza de soldado en compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Montcada. Su compañía se embarcó en la galera Marquesa, que el 7 de Octubre de 1571 se halló en la acción de Lepanto. Consta en una información legal hecha ocho años mas tarde, que peleó como valiente soldado con los turcos, en la batalla naval, en el lugar de Esquife. De la dicha batalla naval salió herido del pecho y su mano izquierda, la cual no le fue cortada sino que le quedó anquilosada; pero tales heridas no debieron de revestir mucha gravedad, ya que Cervantes, una vez curado, volvió a ser soldado y participó en otras acciones militares.

Durante toda su vida Cervantes se mostrará con gran orgullo de haber luchado en la batalla de Lepanto, que decía ser “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros” (Prólogo de la Segunda parte del Quijote).

Regresaba de Nápoles a España con cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, cuando, el 26 de Septiembre de 1575, a la altura de la actual Costa Brava, se cruzó su galera con una flota turca en combate, dejando varios soldados y el capitán de la galera española muertos, e hizo prisioneros, entre otros, a Miguel de Cervantes y a su hermano, Rodrigo. Fueron llevados a Argel como esclavos al renegado griego Dali Mamí. El hecho de haberse encontrado en su poder las cartas de recomendación de don Juan de Austria, hizo creer que Cervantes era una persona de elevada condición de la que podría conseguir un buen rescate.

Los cinco años de cautiverio en Argel fueron una durísima prueba para Cervantes, que en todo momento manifestó un fuerte espíritu que le permitió soportar con elevado ánimo toda suerte de penalidades y castigos, y un heroísmo realmente extraordinario. Vemos en el un hombre de acción y atrevido, ya que intentó fugarse cuatro veces, y para defender a sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable ante sus enemigos, y prefirió la tortura a la delación. Gracias al libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia general de Argel, podemos encontrar grandes noticias sobre el cautiverio de Cervantes, ya que realizó varias grandes obras literarias como Los tratos de Argel y Los baños de Argel, ambas comedias, y continuó del capítulo 39 al 41 del Quijote.

Mientras tanto, la madre de los Cervantes, había reunido, a base de peticiones y de venderse parte de sus bienes, cierta cantidad de ducados, con la esperanza de rescatar a sus dos hijos. Pero cuando en 1577 se concertaron los tratos, resultó que la suma no era suficiente para rescatar a los dos, y Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano, Rodrigo, el cual efectivamente regresó a España. Pero Rodrigo llevaba un plan trazado por Miguel a fin de libertarlo a él y a catorce o quince cautivos más; pero el plan, una vez puesto en ejecución fue un fracaso, y como castigo, Miguel tubo que ser encerrado en el baño del bey de Argel, Azán Bajá, donde permaneció, cargado de cadenas, cinco meses. Meses después, Cervantes planeó otro intento de fuga, que fracasó nuevamente, y esta vez fue condenado a dos mil palos, sentencia que no fue cumplida ya que muchos intercedieron por él.

En el cuarto intento de fuga, su plan fue delatado y, Azán Bajá decidió trasladarlo a una prisión suya en Constantinopla, donde la fuga se haría casi imposible. Cervantes, ante sí, como las otras veces, asumió la responsabilidad del intento. Pero en Mayo de 1580 llegaron a Argel los padres Trinitarios fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. El segundo disponía de 300 escudos siendo que, por Cervantes le exigían 500, entonces recolectó entre los mercaderes cristianos la cantidad que le faltaba, y logró salvar a Cervantes, el cual ya estaba embarcado para ir a Constantinopla. Luego fue enviado junto a otros cautivos rescatados a España, y llegó el 24 de octubre. En noviembre estaba ya con su familia en Madrid.

En mayo de 1581 Cervantes se trasladó a Portugal, donde estaba la corte de Felipe II, con el propósito de pretender algo con que organizar su vida y pagar las deudas que había contraído su familia para rescatarle. En Portugal recibió cincuenta ducados y se lo encomendó, por su gran experiencia, a una misión secreta en el norte de África. Realizada esta comisión, regresó por Lisboa, y ya estaba de nuevo en Madrid a fines de año.

En estos años Cervantes tiene una relación amorosa con Ana Villafranca de Rojas, la cual reconoció tener una hija que se llamó Isabel de Saavedra.

El 12 de Diciembre de 1584 Miguel de Cervantes se casó en Esquivias con Catalina de Salazar y Palacios, joven que no llegaba a los veinte años y que aportó una pequeña dote.

Entre los años 1581 y 1583 Cervantes escribió su primer obra literaria de volumen y consideración, La Galatea, que se publicó en 1585.

De 1587 a 1600 Cervantes fija su residencia en Sevilla, y se gana la vida ejerciendo un humilde oficio de comisario de abastos.

En 1590 Cervantes presenta su brillante hoja de servicios a Felipe II con un memorial en que solicita, (por segunda vez, ya que la primera fue rechazada) un empleo en las Indias. La negativa fue de lacónica sequedad, lo cual desilusionó amargamente al escritor, pero gracias a las cuales tenemos Quijote, pues si Cervantes llegaba a establecerse en América, no hubiera escrito su genial novela. En 1594 obtuvo la comisión de cobrar atrasos de alcabalas y otros impuestos en el reino de Granada, y depositó lo recaudado en una banca de Sevilla. Pero el banquero quebró, y Cervantes, que se vio imposibilitado de hacer efectivas de las sumas recogidas, fue encarcelado tres meses en la cárcel de Sevilla.

Hacia 1603 Cervantes traslada su hogar a Valladolid, donde Felipe III había establecido la corte. Había muerto Ana Franca, y su hija Isabel de Saavedra pasó a vivir con la familia del escritor. En septiembre de 1604 obtiene el privilegio real para publicar Quijote, que se editará muy pronto.

En 1606 la corte se traslada de Valladolid a Madrid. Cervantes la siguió con su familia; y, por entonces se casó su hija Isabel.

En sus vejeces la producción literaria de Cervantes se divulga con asiduidad. Desde que en 1585 había publicado La Galatea no había aparecido ningún libro suyo hasta veinte años después, cuando se imprimió la primera parte de Quijote. El éxito de este libro movió a Cervantes a publicar otros y a los editores a imprimirlos. En 1613 aparecen las Novelas Ejemplares; en 1614 el Viaje del Parnaso; en 1615 la Segunda parte del Quijote y las Comedias y entremeses; y en 1617, póstumamente, el Persiles y Sigismunda. O sea que la gran época de aparición de obras de Cervantes, corresponde a la etapa que va de los 66 a los 68 años del escritor.

El 22 de abril de 1616 murió Miguel de Cervantes en su casa de la calle León de Madrid. Tres días antes de morir redactó la dedicatoria al conde de Lemos de su obra Los Trabajos de Persiles y Sigismunda. Fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas, donde sin duda reposan todavía sus restos sin que haya posibilidad de identificarlos.

2

La primera parte de la novela, dedicada al Duque de Béjar, se publicó con el título de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, y en la Segunda y última, dedicada al Conde de Lemos, apareció en 1615 con el de El Ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.

El Quijote carece de tramado novelesco y su asunto se puede exponer en muy pocas palabras: un hidalgo aficionado a leer libros de caballería que se vuelve loco, le da por creer que es un caballero andante y sale tres veces de su aldea en busca de aventuras, hasta que, obligado a regresar a casa, enferma, recobra el juicio y muere cristianamente.

La locura lleva a don Quijote a tres conclusiones falsas, en las que estriba la esencia de su caso patológico y toda esencia de la novela. Estas tres conclusiones son las siguientes:

1. Don Quijote, hidalgo de aldea, así que enloquece se cree de absoluta buena que es un caballero.

2. Don Quijote está convencido de que todo cuanto había leído en los libros de caballerías es verdad histórica y fiel relación de hechos que en realidad ocurrieron y de hazañas que llevaron a término auténticos y reales caballeros en tiempos pasados.

3. Don Quijote cree que en su época, principios del siglo XVII, y en la España de Felipe III, era posible resucitar la vida caballeresca de antaño y mantener los ideales medievales de justicia y equidad.

Pues, para llegar a una cabal compresión de Don Quijote, es preciso tener bien en cuenta que esta novela no es una sátira de la caballería, como algunas veces se ha afirmado, sino la parodia de un género literario muy en boga durante el siglo XVI.

TÉCNICAS NARRATIVAS

1. Recapitulación: Cada cierto tiempo de los acontecimientos, a fin de que el lector no se pierda en una narración tan larga.

2. Contraste: Entre lo idealizado y lo real, que se da a todos los niveles.

3. Humor: Respetuoso con la dignidad humana de los personajes.

PERSONAJES

Principales:

  • Alonso Quijano: Mas conocido como don Quijote de la Mancha, también nombrado como Caballero de la Triste Figura y El Caballero de los Leones. Hombre alto, entrecano, de nariz aguileña y bigotes negros y caídos.

  • Rocinante: Nombre del caballero de don Quijote. Uno de los primeros rocines del mundo y fiel acompañante de nuestro protagonista. Viejo y Delgado.

  • Sancho Panza: Escudero, vecino y amigo de don Quijote. De contextura gorda, bonachón y sencillo. A diferencia de su señor, es realista y práctico así también como atropellado e ignorante al hablar.

  • Aldonza Lorenzo: Más conocida como Dulcinea del Toboso. Personaje femenino, fundamental para la vida Caballeresca de don Quijote.

Secundarios:

  • Pero Perez: Cura del pueblo. El que más se preocupa por la salud mental del protagonista. Hombre sensato y de buenas actitudes.

  • La Sobrina: Siempre preocupada por la salud de su tío, al cual le quemó todos sus libros de caballería.

  • Ginés de Pasamonte: Preso peligroso, Ladrón del burro de Sancho Panza.

AVELLANEDA: LA IMITACIÓN CERVANTINA

El 23 de abril de cada año se celebra el día del idioma y por supuesto el Quijote escrito por Cervantes, no obstante el otro Quijote, el de Avellaneda apenas se menciona. Antes de la publicación de su obra magna, como lo es Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) era lo que se dice un escritorzuelo del montón. 

En el año 1605 se publica en Madrid la primera parte de “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra. El éxito del libro fue inesperado, incluso para su autor. Pasaron los años y la gente pedía con entusiasmo la segunda parte en la que presuntamente trabajaba Cervantes.  

Emiliano M. Aguilera en el prólogo del libro, “Nuevas andanzas del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, de Alfonso Fernández de Avellaneda nos informa: “Nueve años después de aparecida la primera parte del Quijote cervantino y uno antes de que la segunda viese la luz, un novelista que decía ser licenciado y llamarse Alonso Fernández de Avellanada publicó en Tarragona, con los correspondientes permisos eclesiásticos, un segundo tomo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha que contiene su tercera salida y es la quinta parte de sus aventuras”.

Desde la aparición del libro de Avellaneda, conocido también como el Quijote apócrifo, ni su autor ni el libro gozaron de popularidad alguna y menos todavía al publicarse en el 1615, la segunda parte escrita por Cervantes, que agotó en un año la primera edición realizada por Juan de la Cuesta en Madrid.

Sobre Alonso F. Avellaneda se han producido infinidad de conjeturas y pesquisas, sin que las mismas hayan logrado descubrir su verdadera identidad.

Con el correr del tiempo el Quijote de Avellaneda se convirtió en un libro si se quiere maldito. Su autor fue tachado de advenedizo, resentido y envidioso. En el prólogo escrito por el propio Avellaneda explica las razones que lo impulsaron para escribir el libro y de paso aprovecha la oportunidad para insultar a Cervantes. Avellaneda buscaba, aparte de dinero, un poco de la fama que el Quijote Cervantino había deparado a su autor. Lo cierto de todo este asunto es que el libro no tuvo resonancia de ningún tipo, al punto tal que tardó más de un siglo en imprimirse de nuevo en castellano por allá en el año de 1732.




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Enviado por:RFB
Idioma: castellano
País: Argentina

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