Literatura
Don Quijote de la Mancha; Miguel de Cervantes
Obra
Estructura externa
Título: el personaje central de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha es Alonso Quijano, Quesada, Quijada o Quejana (variantes que el autor consigna para remedar la imprecisión con que en su época se registraban los apellidos), hidalgo de la Mancha, árida región de Castilla. Una vez armado caballero el nombre de on Quijote para llevar a cabo sus aventuras; con esto mantiene la raíz original de su nombre, añadiéndole el sufijo ote, de evidente matiz humorístico. Por parte, de acuerdo con un acostumbre rastreable en las novelas de caballería, agrega a ese nombre su lugar de procedencia -la Mancha-, tal como Amadís, prototipo del caballero andante, había agregado de Gaula.
La elección del nombre del hidalgo y el adjetivo ingenioso que lo califica evidencian la actitud irónica y divertida que adopta el autor para narrar las distintas situaciones por las que irán atravesando el personaje y sus acompañantes.
Esquema de contenido: las dos partes que forman el Quijote vieron la luz en 1605 y 1615, respectivamente. La primera, bajo el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha; la segunda, con el de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. En general, se supone que Cervantes comenzó a escribir hacia 1591.
En el prólogo de la primera parte, el autor explicita su principal intención -“todo él es una invectiva contra los libros de caballería”- y se satirizan algunas costumbres literarias de la época, como lo eran las poesías laudatorias que precedían al texto en sí. La burla cervantina permite que personajes de famosas novelas caballerescas - Amadís de Gaula, Belianís de Grecia, el Caballero de Febo, etc.-, firmen los poemas en elogio a don Quijote. Este tono llega a su culminación con el diálogo entre Babieca, el caballo del Cid, y Rocinante, el de don Quijote.
Estructura interna
Argumento: Alonso Quijano, hidalgo de la Mancha, apasionado lector de libros de caballería, entra en “la más extraña locura” y decide armarse caballero tomando el nombre de don Quijote. Para ello cumple supuestamente con todas las reglas de la caballería andante: vela las armas, contrata un escudero -a quien, entre otras cosas, promete el gobiernote ínsula-, busca un nombre adecuado para su caballo y se pone al servicio de una dama. Contra la voluntad de su sobrina, su ama, el cura y el barbero de la aldea, que tratan de disuadirlo, sale en busca de aventuras con el objeto de “deshacer agravios” y “enderezar entuertos”.
Los anhelos de este personaje se concretan en tres viajes (sus
salidas) que realiza por el este de España. Don Quijote y Sancho, su escudero -que lo acompaña a partir de la segunda salida-, atraviesan por distintas alternativas que los llevan a conocer variados tipos humanos, tanto por su extracción social como por su actitud frente a la vida.
Don Quijote termina generalmente matrecho de sus aventuras: la primera salida concluye con su regreso a la Mancha, malherido por mercaderes toledanos; la segunda culmina con la tramoya urdida entre el barbero y el cura, quienes simulando un encantamiento, enjaulan al héroe y lo devuelven a su aldea; la tercera termina con la derrota definitiva de don Quijote en un duelo con el caballero de la Blanca Luna. Por último, el hidalgo, fracasado en su planteo vital, muere en su casa renegando de los libros de caballería, mientras Sancho trata de apaciguar su desazón con argumentos favorables a la vida aventurera.
Género: Narrativa. El Quijote es la primera novela de concepción moderna de la literatura universal. En esta obra, las aventuras se desarrollan no como meros episodios aislados, sino engarzadas, constituyendo una estructura orgánica. Hasta este momento, la producción novelesca (de caballería, pastoril, picaresca) narraba hechos desvinculados entre sí, interrelacionados por un hilo conductor -generalmente el personaje central-, aunque sin llegar a constituir una unidad estructural.
El mismo Cervantes, en la segunda parte de El Quijote, se critica el haber interpolado la novela corta El curioso impertinente en la edición de 1605, lo que, de acuerdo con su novedosa concepción de la trama novelesca, constituía una ruptura del hilo narrativo.
Personajes: los personajes de la novela comienzan siendo tipos, es decir que responden a determinadas características prefijadas. Sin embargo, en forma dinámica y paulatina se humanizan, convirtiéndose en individuos, ya que detrás de cada uno de ellos parece descubrirse una clara intención de ser lo que son. Esta nueva actitud de un autor frente a su creación se vincularía más tarde con la llamada teoría del personaje autónomo.
Principales:
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Don Quijote: Alonso Quijano es un hidalgo castellano de aproximadamente 50 años, sosegado y casto, “de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro… alto de cuerpo, estirado y avellanado de miembros, entrecano, la nariz aguileña y algo corva, de bigotes grandes, negros y caídos”.
(Primera parte capítulo I). Este personaje se sitúa en una doble perspectiva que muestra en un nivel estético la oscilación vital por la que atraviesan los individuos: el verdadero Quijote -jinete en su caballo Rocinante- es, al mismo tiempo, el caballero de la Triste Figura y el humilde hidalgo de la Mancha. Es decir que en todo momento conlleva y asume ambas experiencias vitales.
Luis Cernuda, poeta español del siglo XX, recrea la personalidad íntima de don Quijote en su libro Poesía y literatura: “Ante don Quijote nos damos cuenta de que comenzamos a vislumbrar en el maduro hidalgo un alma juvenil, donde arde puro y vivo el fuego del entusiasmo apasionado. No le aburre nada, ni le cansa la vida; en todo halla alimento para su magnífica curiosidad, a diferencia de aquellas gentes que le rodean y vencen; y por eso le vencen, porque no tienen ni curiosidad ni pasión, y juegan en frío, mientras que don Quijote pone demasiado. Hay en él algo de niño y de poeta, ye s uno de los caracteres más generosos que jamás existieron en ficción o en realidad.”
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Sancho Panza: la aparición de este personaje en la novela ayuda a definir la figura de don Quijote, tanto en el plano externo como en el interno: como caballero andante, precisaba de un escudero para serlo; como individuo, necesitaba un interlocutor con quien comentar la marcha de los acontecimientos. Sin embargo, también Sancho se transforma de tipo en individuo, trascendiendo los límites que el mismo don Quijote le impone: de mero interlocutor pasa a ser coprotagonista activo de los hechos.
Sancho es un labrador vecino del hidalgo, “hombre de bien -si es que este título se puede dar al que es pobre-, pero de muy poca sal en la mollera” (Primera parte, capítulo VII); gordo, de baja estatura, y de aspecto rústico, acompaña a don Quijote montado siempre en su asno, al que llama “mi rucio”. Es codicioso y materialista, pero algunas veces adopta tiernas actitudes misericordiosas y de desprendimiento.
Cernuda habla también de Sancho: “no es sólo el móvil interesado, la ínsula prometida, lo que impulsa a Sancho a obrar así, sino que Sancho sabe cómo sólo en don Quijote hay fuerza capaz para convertir en realidad el sueño que también yace en su mente escuderil, oscurecido por la ignorancia y la rudeza de su condición… A veces tenemos al Sancho necio, el charlatán que atiende a su propio interés; y otras, al Sancho juicioso, bueno, que quiere a don Quijote y abandona el gobierno de la ínsula sin pensar en el propio medro.”
Secundarios:
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Dulcinea del Toboso: este personaje femenino, su bien no aparece nunca directamente en la novela, constituye el motor de la misión caballeresca de don Quijote. Dulcinea es “su dama”, es decir, aquella mujer de encumbrada posición que los caballeros elegían como amante idealizada para ofrenderle todas sus hazañas. Sin embargo, Dulcinea es sólo una llamada Aldonza Lorenzo, Sancho la ve así: “Tira tan bien un bala como el más forzudo zagal de todo el pueblo; vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante, ó por andar, que la tuviera por señora”. (Primera parte, capítulo XXV.)
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El cura, el barbero, el ama y la sobrina del hidalgo: constituyen un bloque unitario dentro de la novela; son los que intentan encauzar a don Quijote por el camino de la cordura convencional. Son personajes característicos de la vida pueblerina: recatados, de espíritu mediocre y sin vuelo, viven aferrados a los valores tradicionales. Sin embargo, sienten por Alonso Quijano un cariño verdadero y bien intencionado.
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El bachiller Sansón Carrasco: aparece por primera vez en la segunda parte de la obra; se acerca a don Quijote por curiosidad, ya que ha leído la primera parte de la novela; interesado vivamente en la personalidad de don Quijote, se disfraza dos veces de caballero andante para enfrentarse en duelos con él: una vez, como caballero de los Espejos, sale vencido por el héroe; más tarde, sus deseos de venganza lo llevan a convertirse en el caballero de la Blanca Luna, apodo con el que derrota definitivamente a don Quijote en su segundo encuentro. Este personaje asume la única actitud posible que permitiría hacer claudicar a don Quijote: no lo contradice ni trata de convencerlo de su locura, tal como lo venían haciendo el cura y el barbero; por el contrario, acepta el código del caballero, para destruirlo dentro de su propio sistema de valores.
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Los duques: el duque y la duquesa han leído también la primera parte de la novela. Conocen, por lo tanto, al protagonista pero, a diferencia del bachiller Sansón Carrasco, no se conmueven humanamente por él, sino que su atención se concentra en su aspecto ridículo: Sancho y don Quijote sólo les interesan como medio de diversión; para ello, crean en su palacio un universo ficticio, a la manera de los libros de caballería. Su actitud es cínica y desprovista de todo respeto por el prójimo.
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Roque Guinart: es un personaje histórico contemporáneo de Cervantes; Guinart era un famoso bandolero catalán que asolaba con sus hombres las regiones vecinas a Barcelona. El autor no oculta su admiración ante el coraje de este líder, a quien pinta como justiciero y reivindicador. El propio don Quijote ve palidecida su figura, supuestamente heroica, frente a este aventurero de verdad.
Temas:
Principales: la misión caballeresca y el choque entre realidad y fantasía. Estos temas se proyectan en dos dimensiones diferentes: el primero, emerge de la lectura en forma objetiva; el segundo, e muestra al lector como consecuencia del anterior, y evoluciona a lo largo de la novela. Tal como señala el crítico español Martín Riquer, en su primera salida es don Quijote el que desfigura la realidad desdoblando su personalidad; ya que en la segunda, el hidalgo y el caballero son una misma persona, aunque la confusión entre realidad y fantasía subsiste; en la tercera salida, en cambio, el héroe percibe la realidad tal cual es y son los que lo rodean quienes intentan retenerlo en el plano de la fantasía.
Secundarios:
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La vida aventurera.
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La burla y la malicia.
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El ridículo y la actitud grotesca.
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La honra; la pureza en la mujer; la fidelidad y la infidelidad en la pareja.
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El amor idealizado: servicio del caballero hacia su dama; relaciones amorosas entre pastores.
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El encantamiento.
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La justicia y el poder.
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El escarmiento.
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El coraje y la valentía.
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La agresión.
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La libertad.
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Las armas y las letras.
Ambiente o realidad representada:
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Geográfico: la mayor parte de las aventuras de don Quijote se desarrollan en la parte oriental de la Península: Castilla ( la Mancha), Aragón y Cataluña.
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Histórico: esta novela transcurre a principios del siglo XVII, momento en el cual la ruina de España -tanto en el aspecto político y económico como en el social y cultural- comienza a ser completa. Sucesivas guerras, gobiernos arbitrarios de favoritos y el creciente poder de la Inquisición, afirmado por la Contrarreforma, estaban provocando el socavamiento de las instituciones tradicionales. Don Quijote desarrolla entonces sus aventuras en un mundo que no tiene cabida para ellas: los héroes, idealizados por el espíritu español, no cumplen ya ninguna función en este proceso. Consecuentemente, aparece una nueva mentalidad que tratará de buscar otros valores que sustituyan a los que se están desmoronando.
También en el plano literario es rastreable este cambio: desde tiempo atrás se venía produciendo un paulatino pero creciente reemplazo del predominio de la poesía por la novela; El Quijote, según el crítico español Dámaso Alonso, representa “exactamente el momento del cambio”.
La novela de Cervantes es sumamente rica en la presentación de las diferentes perspectivas adoptadas por lo hombres del siglo XVII para enfrentar este proceso: don Quijote niega el cambio enajenándose en una locura que, paradójicamente, alcanza los límites de la rebelión. Sancho, por su parte, es al mismo tiempo comentarista y partícipe de esta situación. El bachiller, el barbero y el cura son portavoces de la sociedad establecida del momento; todos ellos intentan destruir la actitud rebelde encarnada por don Quijote, aunque con intenciones diferentes: el bachiller representa el cambio hacia delante; el cura y el barbero constituyen el freno para ese cambio.
Como narrador, Cervantes asume también una postura frente a la caducidad de valores tradicionales: por una parte, propone una actitud vital diferente a través de la figura generosa de don Quijote ; por la otra, sin embargo, la critica al mostrar su derrota final. Es posible que esta dualidad frente al cambio sea una concesión de Cervantes a su época, es decir, una manera de no adherirse por completo a la rebelión que él mismo postula.
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Social: esta novela es un muestreo de los diferentes estratos sociales de España a principios del siglo XVII.
- La nobleza linajuda (los duques)
-La nobleza advenediza (los hidalgos provincianos, pobres como Alonso Quijano).
-la burguesía en ascenso económico (el padre del cautivo, los mercaderes, algunos profesionales).
- La clase baja ( campesinos como Sancho, venteros, servidores)
- Otros sectores ( no llegan a constituir una clase ni se integran necesariamente con los anteriores): bachilleres, literatos, soldados, entre otros.
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Espiritual: el humor es la tónica fundamental de esta novela, ya que logra crear un clima de diversión aparente, aunque con un trasfondo a veces lastimoso.
Idea central: la complejidad de esta novela ha sido una de las dificultades con que se han enfrentado los críticos al intentar descubrir la idea central que la unifica. Por otra parte, estas interpretaciones han variado de acuerdo con la perspectiva de cada época, aunque en su mayor parte pueden reducirse a las siguientes:
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El Quijote podría ser, en síntesis, una parodia de los libros de caballería, porque el ideal aparente del protagonista es cumplir su destino aventurero.
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La novela representaría el enfrentamiento entre idealismo y realismo, corporizados en las figuras de don Quijote y Sancho, respectivamente.
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Esta obra sería el choque entre dos mundos: el de los ideales superiores (bondad, caridad, amistad, buen entendimiento entre los hombres) y el de los valores materiales. En el primer sector se ubicaría don Quijote; en el segundo, el bachiller Sansón Carrasco, el barbero, el cura, y los personajes que ocasionalmente no comprenden a don Quijote. Sancho Panza no estaría inscripto definitivamente en uno de estos dos mundos, pues participa de ambos en forma alternada.
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Todo el libro presenta la dualidad conflictiva del ser humano, quien constantemente debe elegir entre sus necesidades espirituales y su condicionamiento material, esta angustiosa dicotomía se expresa en el binomio den Quijote-Sancho. La “sanchificación” de don Quijote y la “quijotización” de Sancho, se va produciendo gradualmente a lo largo de la obra, tal como en la vida del hombre se suceden etapas de madurez creciente. El pensamiento medieval había radicalizado las actitudes humanas en las antinomias Bien-Mal, Espíritu-Materia; a pesar del franco Renacimiento por el que había atravesado España a partir del siglo XVI, perduraban en la Península resabios de esa mentalidad medieval. El Quijote representa una ruptura definitiva de esos cánones, postulando una actitud vital deferente: el hombre con sus contradicciones internas es una síntesis totalizadora inserta en su contexto, viéndose obligado a elegir su camino frente a cada circunstancia.
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Aspectos formales.
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Tipo de lengua: es, en general, narrativa, aunque aparecen numerosos diálogos. Por otra parte, de acuerdo con una costumbre de la época que Cervantes quiere imitar, se intercalan poesías populares y académicas, de diversos metros.
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Nivel de lengua literaria: Cervantes no sólo maneja con soltura los distintos niveles expresivos, sino que cada personaje habla de acuerdo con su posición social y cultural: Sancho utiliza exclamaciones, refranes, palabras y construcciones sintácticas de origen popular; Sansón Carrasco habla de manera erudita, recurriendo, algunas veces, a citas latinas; los pastores idealizaos se expresan con palabras afectadas; los galeotes tienen su jerga, propia de la gente del hampa; etcétera.
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Estilo: el estilo de El Quijote responde en líneas generales a ciertos cánones barrocos, aunque la complejidad de esta obra trasciende una mera codificación académica.
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La obra considerada como un objeto exterior a ella misma: la primera parte de la novela, pasa a ser materia narrativa de la segunda. Por ejemplo, cuando don Quijote pregunta al bachiller Sansón Carrasco sobre la veracidad de la existencia de una obra de autor árabe que narra sus aventuras, éste responde: “Es tan verdad, señor,… que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libro de tal historia”.
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Descripciones dinámicas y concisas: “… el cura daba voces; la ventera gritaba; su hija se afligía; Maritornes lloraba; Dorotea estaba confusa; Luscinda, suspensa; y doña Clara, desmayada”.
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Situaciones vistas a través de gestos: se dice de Sancho, por ejemplo: “Dio dos zapatetas en el aire, con muestras de grandísimo contento”.
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Diálogos vivaces: son ejemplificables a lo largo de toda la obra.
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Retrato de los personajes: están hechos con precisión y hablilidad para destacar los rasgos psicofísicos sobresalientes: “Era el bachiller, aunque se llamaba Sansón, no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón, de color macilento, pero de muy buen entendimiento: tendría hasta veinticuatro años, carirredondo, de nariz chata y de boca grande”.
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Recursos estilísticos: desde el punto de vista de los recursos estilísticos utilizados por el autor, se pueden señalar como relevantes los siguientes, haciendo la salvedad de que todos están dirigidos a conseguir un efecto humorístico:
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Digresiones en primera persona: Cervantes comenta con respecto a su personaje: “Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas”.
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Deformación deliberada del refranero. Por lo general, esta alteración aparece en boca de Sancho: “Porque quien tiene y mal escoge, por bien que se enoja no se venga”, en lugar del refrán tradicional: “Quien bien tiene y mal escoge, por mal que se venga, no se enoje”.
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Modificación del Romancero: en su primera salida, don Quijote se da a conocer valiéndose del romance tradicional de Lanzarote, célebre caballero bretón: “Nunca fuera caballero / de damas tan bien servido, / como fuera don Quijote / cuando de su aldea vino; / doncellas curaban dél, / princesas de su rocino…”.
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Alusiones irónicas a la poesía culta: Sancho, por ejemplo, al consolar a su derrotado amo, le dice: “Vuelva en sí y coja las riendas a Rocinante y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes”; ésta es una alusión evidente a las Coplas de Manrique (“Recuerde el alma dormida / avive el seso y despierte”).
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Eufemismos: don Quijote dice a Sancho: “hueles y no a ámbar”; el cabrero se dirige furiosamente contra el caballero y el autor acota: ”no debía ser muy bien intencionado”.
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Comparaciones populares: algunas de ellas se establecen con elementos de la naturaleza: “quedó la estancia como boca de lobo, como suele decirse”; “quedar más sano que una manzana”; “esta reina… la tenemos aquí como llovida del cielo”.
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Vocabulario:
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Amor idealizado: relación sin contacto físico, basada en la comunicación espiritual.
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Antinomia: contradicción entre dos leyes y, por extensión entre dos conceptos.
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Bachiller: estudiante universitario.
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Cosmos: mundo armónico y organizado. Se opone a la idea de caos, que significa desorden, confusión.
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Dicotomía: bifurcación, división en dos partes.
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Dualidad conflictiva: duda penosa y difícil entre dos opciones.
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Eufemismo: sustitución de la mención directa de una cosa desagradable por el concepto contrario que lo niega. Por ejemplo: en lugar de feo, poco lindo o no muy lindo.
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Grotesco: en el plano literario significa el tratamiento cómico de una situación trágica.
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Muestreo: término sociológico que significa extraer porciones significativas; es decir, muestras de un todo con el objeto de señalar determinados aspectos.
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Parnaso: lugar donde habitan las musas, protectoras de las distintas artes. Supuestamente, los griegos se dirigían a ese lugar en busca de inspiración poética.
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Parodia: imitación burlesca o ridícula de una situación.
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Personaje autónomo: esta teoría sostiene que, toda vez que un autor logra conformar adecuadamente a su personaje, éste se autonomiza, cobrando vida propia. De ese modo, el personaje ya no es más una creación del autor, sino que la supera y trasciende convirtiéndose en un individuo gobernado por sus leyes internas. Es el caso de don Quijote, Sancho, Hamlet, Martín Fierro. Dos autores del siglo XX han llevado hasta sus últimas consecuencias los alcances de esta teoría: Miguel de Unamuno en su novela Niebla; y Luiggi Pirandello en su obra teatral Seis personajes en busca de un autor.
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Poesía académica: literatura que responde a los cánones de una escuela o una academia (sociedad de literatos o artistas).
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Autor: Miguel de Cervantes Saavedra. Nace en el Alacalá de Henares en 1574; hijo de un médico cirujano, vive en varias ciudades españolas adonde su padre se traslada para ejercer su profesión. No se tienen noticias ciertas con respecto a su educación: se supone que estudió en Sevilla y quizás en Salamanca.
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Biografía: sus obras fueron: La Galeta (1585), novela pastoril; El ingenios hidalgo don Quijote de la Mancha (primera parte: 1605; segunda parte: 1615), novela; Enrtemese (1611), breves obras de teatro; Novelas ejemplares (1613), doce novelas cortas: La gitanilla, El amante liberal, Rinconete y Cortadillo, La española inglesa, El licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona, Las dos doncellas, La señora Cornelio, El casamiento engañoso, El coloquio de los perros; Viaje del Parnaso (1614), obra lírica; Los trabajos de Persiles y Segismundo (1617, obra póstuma), novela bizantina.
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Fuentes: esta novela sintetiza deliberadamente los aportes más significativos de la literatura anterior, aunque recreados y reelaborados con un sello cervantino totalmente personal:
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El Entremés de los romances. Esta pieza teatral, de autor anónimo, fue compuesta a fones del siglo XVI y cuenta graciosamente cómo el labrador Bartola enloquece y quiere imitar -tanto en sus hazañas como en su forma de hablar- a los héroes del Romancero. La primera salida de don Quijote, es decir, antes de la aparición de Sancho en la novela, estaría directamente inspirada en este entremés.
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Novelas de caballería: don Quijote remeda el habla artificiosa con que se expresan los caballero andantes de este tipo de novelas, ampliamente divulgadas en España durante el siglo anterior (Amadís, Palmerín, Orlando, etc.). por otra parte, las novelas de caballería influyen en la resolución de la estructura narrativa por medio de aventuras.
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Novelas picarescas: en El Quijote aparecen numerosas descripciones de costumbres españolas, a la manera de la picaresca. Por otra parte, el escudero del tratado tercero de El Lazarillo de Tornes constituye uno de los antecedentes literarios del carácter mixto de don Quijote: si bien es un personaje grotesco, despierta la simpatía afectiva del lector.
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Novelas pastoriles: para retratar algunos personajes, Cervantes toma como modelo a los que aparecen en este tipo de obras (por ejemplo, los de La Diana, de Jorge de Montemayor).
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El Romancero: en El Quijote se incluyen romances tradicionales, algunas veces modificados en forma humorística.
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Literatura Española Martha Fernández de Yacúbsohn, Edit Kapeluz. Edic. 1981.
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Literatura IV “España en sus letras” Editorial Estrada
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Don Quijote de la Mancha-M. de C. Saavedra- Editorial Colihue. Edición 1996.
Algunos críticos sostienen que El Quijote responde al ideal lingüístico de la Contrarreforma, tesis que se apoya en las palabras que Cervantes pone en boca del bachiller Sansón Carrasco cuando se refiere a la primera parte de la novela: “la tal historia es del más gustoso y menor perjudicial entretenimiento que hasta ahora se haya visto, porque en toda ella no se descubre ni por semejas una palabra deshonesta, ni un pensamiento menos que católico.”
Según Casalduero, la parodia sería la forma de expresar el contraste entre la locura de don Quijote y las pautas sociales del siglo XVII, ya que aquella permite llevar adelante las complicaciones barrocas, mezclando la emoción con la burla, lo grotesco con lo sublime, el humor con la ternura.
Desde el punto de vista de la técnica novelesca, resulta significativo consignar los siguientes elementos:
e- Rima: Repitamos una vez más el comienzo del Quijote: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…. Ahora, dividámoslo en dos versos, como si se tratara de un poema: En un lugar de la Mancha / de cuyo nombre no quiero acordarme.
Si contamos las sílabas y ponemos los acentos, resultan un octosílabo y un endecasílabo de los llamados dactílicos, anapésticos o, más vulgarmente, (de gaita gallega(. Los acentos van en las sílabas cuarta y séptima.
Esta comprobación parece, a primera vista, trivial. Pero el hispanista francés Maurice Molho, a quien se debe lo observado, ha hecho hincapié en la diferencia de ambos versos. El octosílabo es el típico de la versificación popular castellana, la del romance. Toda la economía de la lengua española, estudiada por Navarro Tomás, es octosilábica, es decir que la mayor parte de las veces, cuando la hablamos, nos salen espontáneamente versos como aquél.
En cambio, el endecasílabo no es (naturalmente) castellano, sino importado de Italia por los poetas humanistas del Renacimiento, Boscán y Garcilaso, entre otros. Pertenece a la llamada versificación culta, aunque el de gaita gallega tiene un marcado color popular: «Tanto bailé con el ama del cura, / tanto bailé que me dio calentura.
Como se ve, hay una decisión estética cervantina en este arranque del Quijote, una reunión, muy barroca, de lo popular y lo erudito. Sancho habla por refranes y don Quijote quiere imitar las parrafadas de las novelas que le han sorbido el seso. Parecen registros incompatibles pero, en verdad, resultan complementarios. Por eso se juntan don Quijote y Sancho, una suerte de pareja literaria, la del octosílabo con el endecasílabo.
Viaja a Italia donde integra el séquito del cardenal Acqueviva; aprende el italiano con corrección, lo que le permite leer directamente a los autores más importantes de la época e impregnarse del espíritu del Renacimiento. Como soldado, asiste a la batalla de Lepanto donde un arcabuzazo le inutiliza la mano izquierda. Participa de otras expediciones militares, y, al regresar a España, cae cautivo de los turcos.
Después de cinco años de permanencia en Argel, es rescatado y vuelve a su patria. Allí comienza para Cervantes una vida sin relieve ni fama. Se casa, ocupa cargos públicos menores (recaudador de impuestos, comisario para el acopio de trigo, etc.) en distintas ciudades de España. Pasa penurias económicas y sufre injusticias; su vida intelectual es también mediocre y, como escritor, no logra alcanzar el beneplácito de los grandes poetas: su fama se reduce a admiradores aislados. Luego de una existencia heroica primero, y casi miserable después, Cervantes enferma y muere en 1616.
Además, cabe consignar la influencia ejercida, en algunos aspectos, por las siguientes obras españolas: La Celestina, de Fernando de Rojas, en la introducción de elementos realistas y en la composición de algunos diálogos; El Corbacho, del Arcipreste de Talavera, en la utilización de numerosas sentencias; el Libro del conde Lucanor, del Infante Juan Manuel, en la elaboración de ciertos recursos narrativos.
Por otra parte, a lo largo de toda la novela se mencionan los autores en boga a comienzos del siglo XVII, autores que Cervantes conoce y valora con un criterio selectivo. (Cf. Capítulos VI y VII de la primera parte.)
Un último elemento de importancia con respecto a los antecedentes que ofrece El Quijote, es una fuente fingida: la Crónica de la vida del héroe, atribuida a Cide Hamete Benengheli, un autor supuestamente árabe, que Cervantes inventa para dar autoridad a su obra.
3) Lector: aquí no participa el lector.
4) Mensaje o conclusión: Ya desde un principio, Don Quijote actúa como un paranoico enloquecido por los libros de caballerías. Algunos lo consideran un loco rematado, otros creen que es un loco “entreverado”, con intervalos de lucidez. En general se admite que Don Quijote actúa como loco en lo concerniente a la caballería andante y razona con sano juicio en lo demás. Podríamos interpretar la locura de Don Quijote como un juego en la ficción siguiendo algunas reglas que él siempre respeta. Entrega su vida a un ideal y se estrella contra la realidad por que los demás no cumplen las reglas del juego. Don Quijote finge estar loco y desde jugar a caballero andante. Para esto lee libros de caballerías, transforma la realidad y la acomoda a su ficción caballeresca, imaginando castillos donde hay ventas, ve gigantes en molinos de viento, etc. Y cuando se produce el descalabro también lo explica según sus códigos: “Los malos encantadores le han escamoteado la realidad, envidiosos de su gloria.”.
Alonso Quijano, el día que decidió cambiarse el nombre, también decidió cambiar de modo de vida, de vestimenta, de forma de pensar, de trabajo y lo más importante de forma de ver las cosas, sus ojos ya no ven lo mismo que veían antes.
Le gustaría tanto que el mundo fuera tal como lo describe en los libros, que quiere cambiarlo y pretende hacerlo solo. Esta obsesión o ilusión es lo que mantiene vivo a Don Quijote y también, pienso yo, lo que lo mata. No sé si estaba loco o no, pero seguramente él veía las cosas de forma distinta al resto de la gente. Entonces ¿Por qué es de locos decir lo que uno ve?. Lo dieron por loco cuando dejo de hacer lo que hace todo el mundo, por ser distinto.
La locura, entendida como ilusión o pasión, es muy necesaria, y la vida sin ella no tendría sentido. Esta es la principal característica de la vida de Don Quijote, él siempre esta ilusionado con algo con sus aventuras, con su amada dama y con su sueño de cambiar al mundo.
La colusión final sería que Alonso Quijano esta loco por la lectura de libros de caballerías, Don Quijote es distinto al resto de los seres humanos, y sin embargo, ambos viven dentro del mismo cuerpo. La locura como obsesión no nos beneficia en esta vida, pero la locura o ilusión por alguna cosa, es necesaria y beneficiosa puesto que creo que, lo principal en esta vida es soñar con algo.
5) Bibliografía consultada:
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Enviado por: | Maianela |
Idioma: | castellano |
País: | Argentina |