Política y Administración Pública
Diplomacia
Introducción
Al hablar de Diplomacia hablaremos de aquellas actividades que se realizan a nivel institucional Estatal, en relación con asuntos internacionales que llevan consigo las diferentes relaciones entre diversos países.
La labor de la diplomacia se centra en la de dar forma, de orquestar, y llevar a soluciones positivas la política exterior de determinados Estados. Esto con el fin de construir puentes culturales y políticos entre naciones que permitan la consecución de relaciones de índole pacíficas para los integrantes de la sociedad de los Estados que comprende el juego internacional.
La tarea de la diplomacia cobra particular importancia si tomamos en cuenta que la diplomacia va junto de la mano con asuntos relacionados con el arte de la negociación y la política internacional, de ahí la necesidad de que existan diplomáticos preparados que tengan la capacidad de ser veraces, precisos, morales, pacientes, leales, buenos observadores, adaptables y fuertes.
Es por eso que entender el desarrollo de la diplomacia en el tiempo presenta un estudio muy interesante y lleno de explicaciones a realidades actuales a nivel Estatal y mundial en el marco de las relaciones entre naciones.
Desarrollo
La Diplomacia siempre ha ido de la mano con el hombre a lo largo de su desarrollo en la historia, claro reflejo de esto, lo podemos encontrar desde la prehistoria, en donde el intercambio entre diversas tribus tanto en el ámbito de pelea como en el de alimentos se daba por primera vez. Al hablar de este intercambio también nos referimos al concepto de negociación, el cual se verá ligado a la diplomacia.
Es entonces que comprendemos la necesidad del hombre por entablar contacto con los de su misma especie, no importando la diferencia que se puedan presentar entre sí, y buscando puntos de acuerdo entre diferentes puntos de vista en diferentes culturas o como lo presenta el caso, en las diferentes tribus.
El desarrollo hacia las primeras civilizaciones, lleva consigo un desarrollo de las nuevas maneras en que la sociedad se va a organizar, se dará entonces la reorganización en base a jerarquías se presenta entonces un respeto hacia aquellas personas que enarbolan una función en específico, como resultado encontramos que los primeros heraldos de las primeras civilizaciones tendrían una protección religiosa otorgada por sus respectivas sociedades y jerarcas, lo cual les permitía dar a conocer la posición de determinada civilización hacia otra.
Sin embargo las primeras formas que adquiere en las primeras civilizaciones la figura de un diplomático es la de una persona que funciona más como un vocero, ya que entre las cualidades que se le pedía era el de venir de una familia reconocida, tener una memoria en extremo retentiva y una voz muy sonora.
Conforme la civilización avanzó, se hizo imperante la necesidad de reforzar estos inicios de la labor diplomática, es entonces cuando se recurre a elegir como enviados a diferentes pueblos a aquellas personas que se conocieran por ser los oradores más elocuentes y con mayor desenvolvimiento, éstos personajes fungían como una suerte de abogados, ya que defendían las causas de la ciudad o pueblo a los cuales representaba, frente a asambleas de tipo popular, sin embargo a éstas figuras no se les pedía ningún informe de los lugares a los cuales visitaba, su labor consistía en realizar muy buenos discursos que hicieran comprender a las personas que los escucharan en esos momentos sobre la situación por las cuales habían sido mandados a pronunciar dicho discurso.
Las negociaciones entre ciudades y la negociación entre las mismas se vió incrementada de gran manera. La tradición de la negociación y de los representantes Estatales era una de las mayores virtudes de los griegos. Tal virtud fue heredada a los romanos, sin embargo los romanos se caracterizaron posteriormente por sus métodos basados más en la guerra que en la labor diplomática. Es entonces que encontramos que la diplomacia entre pueblos, (entre Roma y los demás pueblos) se basaba más en la fuerza y la conquista, es por eso que los romanos no desarrollaron el hábito de la negociación antes que el uso de la fuerza. Sin embargo su contribución a la diplomacia se da en base al desarrollo del derecho internacional.
Los romanas defendían la validez de los contratos, de ahí que se defendieran entonces la validez de los tratados que se establecían entre diferentes pueblos, es entonces que se establece el compromiso de ser leales y no alterar los compromisos adquiridos.
En el punto anterior, si bien encontramos las bases legales en las cuales se dan los principios de un derecho internacional, también deja en claro la labor más bien administrativa romana, los pueblos conquistados eran vistos entonces como un territorio más para el imperio romano, un territorio más para la gloria y el ego del césar que estuviera gobernando, relegando con esto la labor diplomática que bien se podía llevar a cabo dentro de la región conquistada.
El error del imperio romano de dejar a un lado la diplomacia, se comprende casi a finales del mismo imperio. Es entonces que entiende la necesidad de utilizar nuevas tácticas para conseguir lo que se necesita para evitar la desintegración del imperio, es entonces cuando se establecen negociaciones con diferentes tribus bárbaras comprando sus favores, incrementando la enemistad entre ellas y convirtiendo a gran cantidad de ellas al cristianismo
Al utilizar éstos nuevos medios diplomáticos se comprendió el valor que puede llegar a tener el arte de una buena negociación, sin embargo también se comprendió como se puede desestabilizar al enemigo en base a arreglos diplomáticos, lo cual llevó a una nueva etapa en donde se buscaba que los enemigos a una determinada civilización pelearán uno contra el otro. La manera en que se lograba esto era mediante el envío de representantes de determinada civilización y se encargaban de observar todo lo necesario para realizar un correcto informe en donde se detallaban las debilidades de un determinado gobierno (ambiciones, corrupción, número de tropas, alimentos etc.).
Esta evolución nos lleva al siglo XV, en donde es Italia, la que establece la figura de embajadores permanentes, esto surgió de un lento proceso durante el siglo XIII y XIV, en donde ésta región se encontraba dividida por diferentes intereses, por lo que se hizo necesaria la labor de desarrollar personas con la habilidad de negociación necesaria para establecer relaciones entre pueblos de la misma región. Italia estableció embajadas en París, Londres y la corte de Carlos V, Posteriormente Francia y el imperio Británico siguieron su ejemplo.
Podemos ver entonces como la evolución diplomática se da entonces desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, como un cambio de un sistema más clasista y de derechos divinos de reyes a un modelo diplomático más burgués es en esta transformación que encontramos que en el siglo XVIII los tratados, alianzas, convenciones o coaliciones se debatieron multitud de cuestiones de carácter internacional que nos indican los extraordinarios avances en este campo: la libertad de los mares, la libertad de pesca, el libre comercio de los neutrales en tiempo de guerra marítima, la confiscación de la propiedad privada enemiga en el mar, el derecho de visita, el contrabando de guerra, derecho y condiciones del bloqueo, la prohibición en momentos bélicos del comercio colonial, los peajes en los estrechos, el derecho de intervención, las condiciones de los beligerantes, la inviolabilidad y prerrogativas de los embajadores, la extensión del sistema de embajadas permanentes, las mediciones o los derechos de la población civil no beligerante.
Se llegó entonces durante ese tiempo a la plena separación del Derecho natural de la teología. Es en Gran Bretaña donde se fundamentaron las cuestiones jurídicas internacionales partiendo más de la práctica de los Estados que de las normas de Derecho natural.
Evidentemente, la diplomacia del siglo XVIII era la continuación de la de la centuria anterior, donde se establecieron las bases para el desarrollo posterior de embajadas, relaciones entre monarcas o procesos, se dió lugar a una actividad sin precedentes, tanto por el número de convenciones y negociaciones como por el perfeccionamiento de los mecanismos.
También en las épocas de paz las acciones diplomáticas se orientaban a objetivos muy variados, desde la consecución de empresas comerciales al estrechamiento de lazos cortesanos por muy distintos medios, para lo que se utilizaban las embajadas permanentes o los contactos particulares entre ministros y comisionados extranjeros. Mientras que en los tiempos bélicos, los fines consistían en influir sobre la conducta de los aliados, enemigos y neutrales y en conducir la guerra de acuerdo con unos intereses muy concretos.
Algunos Estados, aunque disponían de representantes permanentes, mandaban delegados extraordinarios para las negociaciones cruciales o embajadores solemnes para las funciones ceremoniales, por ejemplo, matrimonios o nacimientos.
Las negociaciones entre diferentes representantes de diferentes Estados se realizaban en diferentes lugares, no se contaba con un espacio físico en específico donde se realizaran las reuniones, (no como los conocemos en nuestros tiempos) se trataban asuntos relativos a nuevas pretensiones de algunos de los participantes, ya que entonces la atmósfera de tensión aconsejaba el desarrollo en un punto neutral o poco comprometido.
Puesto que los diplomáticos representaban a sus soberanos, que contaban con una categoría dentro de la jerarquía monárquica, debían elegir a sus delegados con mucho cuidado, con el fin de que estableciesen la gloria real -y estuvieran a la altura de las circunstancias-. La elección solía recaer en los aristócratas, ya que la costumbre asignaba al comisionado parte del costo de la embajada. El grado más alto dentro del cuerpo diplomático, el de embajador, sólo se mandaba a un reducido número de cortes, las de mayor consideración, donde el gobernante anfitrión se preocupaba de tratar a cada legación con el ceremonial preciso. Los otros agentes extraordinarios de la escala diplomática, incluyendo ministros residentes hasta secretarios de embajada, personal sin acreditar y secretarios, tenían diversas categorías que permitían realizar distinciones e intercambiarse los cargos. Aunque los puestos de nivel superior se ocupaban por aristócratas, había una amplía representación social en el resto de la organización; la corte versallesca hizo llamar a los hombres nuevos o nobleza de toga, relevantes en la vida político-social, que estaban cualificados y habían sido probados en los despachos de asuntos exteriores. El empleo de eclesiásticos, muy raro en la Europa protestante, era cada vez menos frecuente en los Estados católicos, con la excepción de las nunciaturas papales. Numerosos representantes de la aristocracia desempeñaban puestos militares en tiempos de guerra y, por tanto, servían a sus soberanos continuamente, ya como militares, ya como diplomáticos; otros llevaban una o dos misiones y volvían a sus países a ocuparse de cuestiones menos comprometidas, a veces en la corte o en el protocolo, e incluso se retiraban del servicio real directo. Los puestos consulares estaban monopolizados por los comerciantes, ya que contaban con la preparación adecuada en esa materia, considerada secundaria dentro del campo de las relaciones internacionales.
En los diplomáticos recaía toda la responsabilidad de las conversaciones y el acierto de los acuerdos en función de lo que entendían era la voluntad del soberano. La lentitud e incertidumbre de las comunicaciones condicionaba de forma especial las deliberaciones.
Conforme la labor y la actividad diplomática incrementaron considerablemente, se hizo necesaria que la actividad diplomática tuviera la formación necesaria para enfrentar las situaciones que a su paso encontrara, es por eso que en base a los archivos existentes y las actividades y la historia anteriormente realizada, se formaron instituciones que formarían a los futuros representantes de cada país.
Al lado de la diplomacia oficial, existía en Francia una diplomacia paralela o secreta, resultado de la especial atención requerida por determinadas cuestiones, la confidencialidad o la discreción. Era una organización definida como el secreto del rey, por la que se mantuvo una correspondencia sin informar a los ministros y que seguía unas directrices políticas a veces contradictorias con los proyectos elaborados por el Consejo Real o el secretario de Estado para los Asuntos Extranjeros. Los diplomáticos no siempre gozaban de la total confianza de sus soberanos y al comunicar sus comisiones trataban de resaltar su labor; de hecho la correspondencia quería convencer y explicar al mismo tiempo. Incluso, se prefería negociar por medio de informes escritos y no mediante discusiones, ya que de esta manera no había forma de modificar lo expuesto.
Hemos analizado el desarrollo de la diplomacia y las principales tendencias que presentó, sin embargo después del período comprendido durante y después de la primera guerra mundial de 1914 a 1918, encontramos esa tendencia de la diplomacia a realizarse en mesas redondas, esto quiere decir que se sustituye en gran medida la forma en que se llevaba realizando las relaciones entre los países.
La anterior medida se tomó sobre pretexto de la lentitud que se presentaba en las negociaciones entre países utilizando los antiguos medios diplomáticos. Además en tiempos de guerra como los que se presentaron la necesidad de plantear estrategias rápidas era necesaria. Además el hecho del problema de seguridad que podía presentar el viaje de representantes a diferentes Estados era latente.
Otro factor a tomar en cuenta es el del desarrollo de la importancia del comercio a nivel mundial, en donde las negociaciones ya se realizan de manera directa, dejando de lado los aspectos protocolarios.
Otro factor a tomar en cuenta es la propaganda, es por medio de esta que se busca el desacreditar líderes e inclusive naciones, como lo fue en sus momentos la propaganda nazi o la propaganda anticomunista, lo que daña severamente las relaciones entre países, inclusive como evidencia mucho más tangible a nivel nacional, tenemos el conflicto realizado entre México y Venezuela, en donde queda manifiesto la falta de oficio diplomático de las naciones en esta nueva era.
También no debemos dejar de lado otro fenómeno, como lo es el desarrollo de las comunicaciones, que si bien puede ser tomado como un instrumento para agilizar las negociaciones, también puede ser utilizado para comunicar de manera directa a jefes de Estado, que no necesariamente tienen los conocimientos necesarios para conducir una tarea de corte diplomático, dejando con esto a un lado a aquellos personajes preparados que si tienen conocimientos específicos de las diferentes áreas internacionales, tanto de historia, cultura, conflictos, tratados y protocolo.
Conclusión
El desarrollo de la diplomacia alrededor del tiempo, nos da las bases necesarias para poder comprender la realidad mundial que nos rodea, inclusive dentro de este proceso en su desarrollo encontramos como en un primer momento el arte de la negociación se hace presente con los griegos y como ese sentido negociador se pierde con Roma, dando paso a una política de corte más bélico, la evolución se va dando, la diplomacia adquiere tintes un poco más desestabilizadores y de adquisición de información de otras naciones, se llega a la etapa de los reyes, en donde se regresa el poder a la sociedad civil, cambiando el modelo divino del rey por un modelo más racional de orden legal, en donde las relaciones entre países van a ser un reflejo de dicha tendencia, sin embargo a últimas fechas podemos observar como con el desarrollo de nuevas tendencias expansionistas y de comercio a nivel mundial, vemos como se da una especie de retroceso en donde el factor bélico y la falta de labor diplomática nos remiten al factor bélico sobre el factor diplomático, dejando manifiesto la necesidad de reestructuración de la diplomacia a nivel mundial.
Bibliografía
Nicolson Harold La Diplomacia, Fondo de Cultura Económica, México 1994
Osmanczyk Jan Edmund , Enciclopedia mundial de relaciones internacionales y naciones unidas, Fondo de Cultura económica México 1976
Friedman John “Diplomacy and Protocol”, Delta editions, Estados Unidos, 1981
Estas son algunas cualidades propuestas por Harold Nicolson en su libro “la Diplomacia”.
Nicolson Harold, “La Diplomacia”, Fondo de Cultura Económica, México, 1994 p. 24
Op Cit p. 28
Op Cit p. 33
Friedman John “Diplomacy and Protocol”, Delta editions, Estados Unidos, 1981 pp. 115-200
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Enviado por: | Atena |
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