Psicología
Diferencias sexuales en la experiencia subjetiva de celos
El pasado
de nuestra
Sexualidad
Introducción
En las siguientes líneas se verá reflejada la aceptación y aporte de nuevos ejemplos, en base al texto: “EL
ORIGEN EVOLUTIVO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL HUMANO: UNA APROXIMACION DESDE
EL CAMPO DE LA PSICOLOGIA EVOLUCIONISTA” de Federico Guillén-Salazar y Gemma Pons-Salvador.
Nuestro enfoque no será muy critico o de opinión, si no que más bien en nuestros aportes se ve reflejada nuestra
aceptación o rechazo, más que una redacción critica es un ensayo de deducciones en base al texto, haciendo un
orden lógico de las ideas globales
El pasado de nuestra sexualidad
Podemos observar en el texto una gran claridad en cuanto a los fundamentos dados sobre la sexualidad y la
reproducción humana en la evolución, ya que los autores utilizan variadas herramientas para sustentar sus
planteamientos, basados en la teoría de la evolución, como por ejemplo estadísticas, referencias de encuestas, y
ejemplos empíricos sobre sus datos, ahora comenzaremos con las deducciones y entendimientos que se dieron
con la lectura del texto.
Partiendo de la base de que el objetivo de las especies es reproducirse y por ende perpetuar en el paso del tiempo,
por esa razón, se pueden tomar los enunciados del texto como clara evidencia de esto, ya que se observa que en
el tiempo de la evolución todas las variaciones o cambios genéticos tienden a adaptar la reproducción y las
formas de las especies a las condiciones del hábitat de estas.
Las condiciones del terreno someten a las especies variadas dificultades, gracias a las cuales estas se van a adap_
tando, modificándose genéticamente en el paso del tiempo, es decir evolucionando o simplemente cambiando,
de forma fallida como también acertada. Las posibilidades de variación genética y de cambios evolutivos es un
hecho que compartimos con muchas especies del mundo animal, esto incluye las formas de apareamiento y
reproducción, como consecuencia también podemos encontrar especies con otras formas de reproducción como
la asexual, o además con diferentes formas de apareación sexual, las cuales son consecuencias de una adaptación
a las condiciones de los hábitats de las diferentes especies.
Cito textual “… El conocimiento de la historia evolutiva de nuestra especie resulta imprescindible para
comprender el origen de nuestras adaptaciones, incluidas las de nuestro comportamiento sexual…”,
de acuerdo con la idea anterior esto es fundamental para entender el porque hemos llegado hasta este punto en
nuestra línea de evolución, a modo de analogía: es necesario remontarnos al pasado de la historia humana para
poder entender el presente de nuestras sociedades. Por ende entendemos que la evolución de nuestra especie es
debida al profundo efecto moldeador del proceso evolutivo reflejado en nuestro comportamiento sexual. Uno
de los planteamientos del texto afirma que nuestra especie no siempre se reprodujo de la misma manera, dedu_
ciendolo desde la teoría del origen de la vida en la tierra, que dice que la vida multicelular en el planeta se
inicio en el agua, podemos saber que nuestro linaje cuando habitaba en el agua se reproducía de otra forma
por lógica esta debió haber sido muy similar a la manera de reproducción de los peces, es decir que los gametos
eran expulsados al entorno, ya que este por su estado de fluido permitía a los gametos transportarse con facilidad,
pero después de la salida de nuestro antepasado evolutivo al entorno terrestre, esta forma de reproducción se fue
adaptando, quizás primeramente este tenia que volver al agua para reproducirse (como los anfibios actuales),
para más tarde, millones de años, comenzar a adaptar sus características físicas al entorno terrestre, y como
consecuencia de esto evolucionó una reproducción donde los gametos fueran depositados en un hábitat húmedo
y cálido y además establecerse en la tierra definitivamente, por lo cual la hembra desarrollo un útero para que así
los gametos no muriesen en el entorno seco del hábitat terrestre.
Desde ahí todo dependió del éxito reproductivo de cada integrante de nuestra especie, el cual dependía de
muchos factores, tales como, las condiciones de vida, la alimentación, la capacidad de supervivencia de la
especie en conjunto e individualmente y por último como no mencionar que en gran parte es debido a la
selección natural, que no necesariamente tiene que favorecer la perpetuación de la especie, pero que se encargo
de crear una proporción entre machos y hembras tal que la especie se vio favorecida, tal como lo podemos
observar hoy en día en nuestro país, v. gr. En nuestro país nacen más hombres que mujeres pero contradictoria-
mente en la población total hay más mujeres que hombres, en esto se ve comprobado que en las especies los
progenitores masculinos son un menor número debido a que pueden fecundar en variadas hembras en un corto
tiempo, siendo la hembra la que mantiene al hijo en su interior durante el periodo de gestación. De lo último
también llama la atención el surgimiento del cuidado maternal, que según el texto aunque sea muy inherente a
nosotros, es un comportamiento muy extraño en el mundo animal. El hecho de que muchos mamíferos hayan
desarrollado cuidados parentales, (favoreciendo enormemente a la perpetuación de las especies), es el
surgimiento de la Homeotermia, que es la capacidad del organismo para mantener su temperatura corporal
relativamente constante independiente de la temperatura ambiental, lo que facilitó al adulto la capacidad para
influir en la supervivencia de sus crías, lo que también ayuda al traspaso consciente o inconscientemente de
experiencias. En cierta forma nos sentimos en el derecho de plantear que este desarrollo de los cuidados
parentales también se debe en gran parte a la evolución de las emociones y al sentimiento de posesión que
poseen muchos animales (territorio). No podemos dejar de destacar otros factores importantes en pro o en
contra de la perpetuación de nuestra especie, tales como la organización de nuestra sociedad y la forma de expresión de nuestra cultura. Como sabemos en el transcurso de la historia humana han sucedido cosas que han tenido sus consecuencias en el volumen de población, v. gr. El descubrimiento de la agricultura, la división de labores, lo cual dejó más tiempo libre, el cual aumentó las posibilidades de encuentros sexuales; así como también la revolución industrial, la cual produjo un efecto parecido, debido al reemplazo de la mano de obra por maquinaria, las situaciones de promiscuidad debidas al gran número de personas en una misma vivienda en el caso de los obreros, y al mayor tiempo libre debido a la mayor eficacia de las nuevas maquinarias.
Después de este modo de introducción a nuestro tiempo actual, podemos entrar en el tema de cómo nuestra sociedad moderna influye en el comportamiento, edad de paternidad y número de descendientes, el texto mencionó el uso de anticonceptivos, de lo cual dedujimos que es un factor consciente de control de natalidad, motivado por las situaciones económicas, característico en nuestra época, por la necesidad de tiempo para el surgimiento personal para entrar en competencia en la sociedad etc. Lo cual ha ido aumentando desde el comienzo de la urbanización, producida por la revolución industrial. Existen más factores influyentes en la reproducción en nuestros tiempos, como por ejemplo el estrés, el cansancio, la gran variedad de distracciones, las muertes de desnutrición en locaciones pobres, lo cual se puede ver de dos maneras, mal desde el punto de vista de la perpetuación o bien desde el punto de vista de la sobrepoblación por lo cual estos sirven como un control consciente o inconsciente de la natalidad.
Nuestra evolución continuará su camino, tal como nuestra lucha por la supervivencia.
ENCABEZADO: Diferencias Sexuales en los Celos
Diferencias Sexuales en la Experiencia Subjetiva de Celos en Jóvenes Chilenos: Prueba del Alcance Intercultural de la Psicología Evolucionista.
Sex Differences in the Subjective Experience of Jealousy Among Chilean Young People: A test of the Cross-Cultural extent of Evolutionary Psychology.
Ana María Fernández, Rogelio Olcay, Pedro Castro, Leticia Escobar, Carolina Fuentes
Escuela de Psicología, Universidad Miguel de Cervantes
Resumen
En el presente estudio se investigó el dimorfismo sexual en la experiencia subjetiva de celos con jóvenes chilenos. La muestra estuvo compuesta por un total de 241 participantes (132 mujeres y 109 hombre), que respondieron a dos preguntas de opción forzada desarrolladas por Buss, Larsen, Westen & Semmelroth (1992), indicando si la infidelidad emocional o sexual les causaría mayor molestia. De acuerdo a la hipótesis evolucionista, los hombres reportarían mayor molestia que las mujeres ante la infidelidad sexual, y las mujeres reportarían una mayor molestia que los hombres ante la infidelidad emocional. Los resultados avalan predicciones evolucionistas, constituyendo un aporte a la comprensión de la búsqueda de pareja en Latinoamérica, y se comparan con resultados de otros países, analizando algunas de las críticas que se han originado desde perspectivas socioculturales.
PALABRAS CLAVE: Diferencias Sexuales, Celos, Psicología Evolucionista
Abstract
In the present study we investigated sexual asymmetries in the subjective experience of jealousy among Chilean young people. The sample included a total of 241 participants (132 females and 109 males) that answered two forced-choice questions developed by Buss, Larsen, Westen & Semmelroth (1992), asking whether sexual or emotional infidelity would cause them the most distress. The evolutionary hypothesis predicted that men would be more distressed than women by the sexual infidelity, and that women would be more distressed than men by the emotional infidelity. The results support the evolutionary prediction, providing an important means to understand mate choice in Latin America, and are compared to the results from other countries, analyzing some of the criticisms that have arised from sociocultural perspectives.
KEYWORDS: Sex Differences, Jealousy, Evolutionary Psychology
Introducción
De acuerdo a la Psicología Evolucionista, las diferencias psicológicas entre ambos sexos se originan debido a un dimorfismo histórico-biológico entre ambos sexos, que hizo que miembros del sexo masculino y femenino hayan evolucionado en conductas específicas para los problemas adaptativos encontrados a través de la evolución de nuestra especie. Durante la evolución, hombres y mujeres tuvieron que resolver muchos problemas adaptativos similares, pero también enfrentaron problemas específicos para cada sexo (Buss, 1994; Symons, 1979).
La psicología de nuestra especie se ha diferenciado sexualmente, y esto queda particularmente ilustrado por la experiencia subjetiva de celos en ambos sexos (Buss et al., 1992; Buss, Larsen & Westen, 1996). Los hombres sienten celos principalmente debido a la infidelidad sexual de su pareja, ya que este tipo de infidelidad afecta sus posibilidades de reproducción y perduración de genes a través del tiempo. Para las mujeres, la infidelidad emocional es lo que activaría la experiencia de celos, afectando sus posibilidades de sustento y la viabilidad de supervivencia de un hijo, lo cual disminuiría su capacidad de perduración genética (Buss & Schmitt, 1993).
Investigaciones previas acerca de la evocación de celos debido a motivaciones sexuales o emocionales, que concuerdan con estrategias evolucionistas sexualmente dimórficas, postulan la existencia de diferencias sexuales importantes en la psicología de la especie humana. Esto sería un fenómeno universal, modulado en cierta medida por la experiencia específica de distintas culturas, pero al ser un mecanismo adaptativo, el dimorfismo sexual es constante interculturalmente (Buss et al., 1992; Buss, Shackelfold, Kirkpatrick, Choe, Hasegawa, Hasegawa et al., 1999; Buunk, Angleitner, Oubaid & Buss, 1996).
Psicología Evolucionista
La Psicología Evolucionista ha sido considerada como un “Nuevo Paradigma” para investigar y entender los mecanismos psicológicos de nuestra especie (Buss, 1995; Tooby & Cosmides, 1992). Enfatizando la herencia biológica de los seres humanos, Buss & Scmitt (1993), proponen que las diferencias sexuales observadas en el presente se pueden explicar mirando retrospectivamente a los problemas adaptativos que hombres y mujeres debieron resolver en el pasado evolucionario. Así, los problemas adaptativos que datan desde la época del Pleistoceno, moldearon la psicología de nuestra especie. Symons (1979) distingue entre selección natural y selección sexual, explicando que la primera es producto de diferencias individuales en la capacidad de los individuos para adaptarse a su medio, mientras que la selección sexual sería producto de diferencias individuales para lograr reproducirse. El cortejo y la elección de pareja serían aspectos fundamentales de la evolución humana, pero los hombres y las mujeres no comparten de manera similar estos dos aspectos de la reproducción y perduración de la especie. Darwin (1872) especificó que existe una teoría secundaria a la Teoría de la Evolución: la Selección Sexual. Esta sería el proceso causal mediante el cual evolucionan ciertas características sobre la base de la ventaja reproductiva que otorgan a quienes las posean (Buss, 1994). Los hombres están biológicamente preparados para reproducirse con un esfuerzo mínimo, por lo que el cortejo no constituiría una gran motivación para ellos. En contraste, las mujeres deben invertir su tiempo y recursos biológicos para reproducirse exitosamente, por lo tanto, la reproducción tiene un mayor costo para ellas. La inversión en la crianza del recién nacido es sexualmente dimórfica, siendo las mujeres las que tienen el mas alto costo, debido a la gestación interna y un largo período de dependencia después del nacimiento de los hijos. Esta diferencia en la cantidad de recursos que invierte cada sexo en la tarea reproductiva, constituye una fuerte presión evolucionista, que habría moldeado la motivación de las mujeres por encontrar hombres dispuestos a invertir tiempo y recursos en el cortejo y emparejamiento, a largo plazo. Por otro lado, debido a la gestación interna de las mujeres, los hombres nunca pueden estar 100% seguros de que sus hijos son propios, debiendo resolver el problema de la certeza de su paternidad, otro proceso psicológico determinante de la evolución de la psicología masculina actual. Este dimorfismo sexual en el costo de la reproducción, habría originado una especie de intercambio entre lo que las mujeres y los hombres dan y reciben en sus esfuerzos reproductivos, los cuales deben ser entendidos en el contexto de la evolución, como mecanismos psicológicos inconscientes que originarían diferencias entre la psicología y el comportamiento social de hombres y mujeres (Buss, 1994; Buss & Schmitt, 1993; Symons, 1979).
En una investigación acerca de los mecanismos psicológicos que subyacen las estrategias reproductivas de hombres y mujeres, Ellis & Symons (1990) indagaron en las fantasías sexuales de ambos sexos. Los resultados indicaron que mientras que un 43% de las mujeres tienen fantasías acerca de una pareja estable, solo un 12% de los hombres tendrían esta fantasía. Asimismo, el contenido de las fantasías femeninas tiende a referirse a las emociones y sentimientos de un compañero (compromiso emocional), siendo el afecto una característica fundamental de las fantasías de las mujeres. Por otro lado, la mayoría de los hombres fantasean acerca de múltiples encuentros sexuales casuales con mujeres desconocidas. Estudios realizados en muestras de habla castellana, (Sierra, Vera-Villarroel & Martín-Ortiz, 2002), han encontrado que las fantasías sexuales de ambos sexos son diferentes. En España y en Chile, los hombres tienen fantasías sexuales impersonales, mientras que las mujeres fantasean con situaciones románticas.
Diversas investigaciones amplían el poder explicativo de la Psicología Evolucionista, y el dimorfismo sexual que existe en la psicología actual de nuestra especie. Existe evidencia de ventajas adaptativas de la preferencia masculina por el atractivo físico femenino (Singh, 1993), las diferencias sexuales en cuanto al nivel de ingresos esperado en una pareja a largo plazo (Townsend, 1989), y diferencias de expectativas en cuanto a una pareja estable (Wiederman & Allgeier, 1992), entre otros. Todo este conocimiento se ha basado en una agenda de investigación que se llevó a cabo en 37 países (Buss, 1989), en la cual se demuestra que, los hombres y mujeres coinciden en su preferencia por una pareja cariñosa e inteligente, pero que los sexos se diferencian en la preferencia femenina por un compañero con buenas expectativas financieras (signo de sustento económico a largo plazo), y en la preferencia masculina por compañeras con un alto atractivo físico (signo de fertilidad y buena salud).
Otra estrategia de investigación de los mecanismos psicológicos que subyacen la psicología de cada sexo, consiste en determinar cómo hombres y mujeres buscan atributos en el sexo opuesto que facilitan sus motivaciones reproductivas. Symons (1979) hipotetizó que los hombres buscaban una pareja joven y fértil, mientras que las mujeres buscaban miembros del sexo opuesto que tuvieran características que indicaran la posibilidad de sustentar una familia (siendo una mayor edad determinante para estas características). Por otra parte, estudios de avisos del periódico, dónde ambos sexos buscan pareja, han demostrado que en Estados Unidos (Thiessen, Young, & Burroughs, 1993) y en Canadá (Wiederman, 1993), los hombres buscan una pareja más joven y fértil, mientras que las mujeres buscan estabilidad y buenas perspectivas económicas en la pareja. En un reciente estudio con sujetos españoles (Burmann, Peláez & Sánchez, 2002), se encontró que “El rasgo que las mujeres más solicitan del hombre es el estatus socio económico, mientras que los hombres buscan más el atractivo físico” (pag. 270). Igualmente, un estudio llevado a cabo en Brasil, (De Sousa Campos, Otta & De Oliveira Siquiera, 2002), encontró que a medida que las mujeres envejecen (perdiendo su valor reproductivo), son menos selectivas con el sexo opuesto, mientras que los hombres de mayor edad (y mayores ingresos), son más selectivos y buscan una pareja más joven y sin hijos.
Los Celos
Los celos son un elemento clave para la demostrar las motivaciones adaptativas que moldearon la psicología actual de nuestra especie (Buss et al., 1992; Trivers, 1972). Así, estos autores plantean que si hombres y mujeres enfrentaron problemas adaptativos distintos durante la evolución, debieron haber evolucionado estrategias sexuales diferentes para lograr la reproducción y supervivencia. Un problema clave para los hombres, es la certeza de la paternidad, ya que al invertir en hijos de otro hombre (creyendo que son propios) la perduración de sus genes se ve seriamente disminuida. Asimismo, las mujeres deben asegurar la inversión de su pareja a largo plazo, para poder sustentar la viabilidad de la crianza de un hijo. Estos dos problemas adaptativos fundamentales, son sexualmente distintos, y conllevan estrategias de resolución diferentes: para los hombres significa desarrollar mecanismos de sensibilidad a la infidelidad sexual, mientras que para las mujeres, significa desarrollar mecanismos de detección de la posible desviación del compromiso y sustento de la pareja. Los celos han sido definidos anteriormente como “un estado emocional que es evocado por la percepción de una amenaza a una relación valiosa” (traducción de la definición entregada por Buss et al., 1992, p.251).
En un clásico estudio acerca del divorcio se encontró que más del 50% de los hombres y menos del 25% de las mujeres atribuían la infidelidad sexual a su ruptura conyugal (Kinsey, Pomeroy & Martin, 1953). Asimismo, las leyes de diversas culturas penan la infidelidad sexual de las mujeres, sin un paralelo para los hombres, y los esfuerzos de los hombres por controlar la sexualidad de las mujeres han sido una fuerte motivación de homicidios en USA y en Grecia (Chimbos, 1998; Daly, Wilson & Weghorst, 1982).
Una importante predicción de la Psicología Evolucionista es que los celos son provocados por motivos distintos en ambos sexos, y esto conllevaría a un dimorfismo sexual en la experiencia subjetiva de celos. Buss et al. (1992) desarrollaron una ingeniosa forma de poner a prueba las diferencias sexuales en la evocación de los celos, con una muestra de estudiantes estadounidenses. Utilizando un cuestionario de opciones forzadas, estudiaron si la infidelidad emocional o la infidelidad sexual evocaba de forma sistemáticamente diferente los celos en hombres y mujeres. Los participantes debían indicar cuál situación les causaba mayor molestia o desagrado: (a) que su pareja formara un profundo vínculo emocional con un miembro del sexo opuesto, o (b) que su pareja disfrutará de un encuentro sexual apasionado con un miembro del sexo opuesto. Los resultados revelaron que un 83% de las mujeres y solo un 17% de los hombres, reportaban mayor molestia o desagrado ante la infidelidad emocional, y que 60% de los hombres, y solo un 17% de las mujeres, reportaban molestia o desagrado ante la infidelidad emocional. Análisis electrofisiológicos apoyaron estos resultados, ya que la fisiología de hombres y mujeres se diferenciaba en función de imaginar la infidelidad sexual o emocional. Las extensiones de este estudio han sido múltiples, encontrándose que en Alemania, Corea, Holanda, Japón y USA (Buss et al., 1999; Buunk, Angleitner, Oubaid & Buss, 1996) la infidelidad sexual evoca mayores celos en los hombres que en las mujeres, mientras que la infidelidad emocional evoca mayores celos en mujeres que en hombres. Aún más, en estudios de sujetos de raza negra, se encuentran las mismas diferencias sexuales (Abraham, Cramer, Fernández & Mahler, 2002).
En la presente investigación, se puso a prueba la hipótesis evolucionista que postula que existe un dimorfismo sexual en la experiencia subjetiva de celos, con una población de jóvenes chilenos. Se hipotetizó que hombres y mujeres responderían de forma distinta a la infidelidad sexual y emocional, en la dirección esperada por la psicología evolucionista. Específicamente, los hombres tendrían una experiencia subjetiva de celos mayor que las mujeres ante la infidelidad sexual de su pareja, y la evocación de celos en mujeres sería mayor que en los hombres ante una infidelidad emocional de su pareja.
Método
Participantes
Un total de 241 estudiantes voluntarios fueron seleccionados para participar en la investigación, todos jóvenes pertenecientes a tres Universidades Chilenas de la Región Metropolitana, de edades entre 18 y 36 años. En total, 109 hombres (con una edad promedio de 21.5 años) y 132 mujeres (con una edad promedio de 20.9 años) respondieron el instrumento.
Instrumentos
Se aplicó la traducción de una encuesta de 15 preguntas, que constituye la totalidad de los ítems utilizados en la investigación de la infidelidad en los últimos años (aplicada por Fernández, 2000, a una muestra homosexual). Solo se analizan las dos preguntas de opción forzada que desarrollaron Buss et al. (1992), en el presente estudio.
Las dos preguntas de opción forzada pedían a los participantes: “Por favor piense en una relación romántica seria que usted haya tenido en el pasado, tenga en el presente, o quisiera tener a futuro. Imagínese que descubre que la persona con la cuál usted estaba seriamente involucrado(a) está interesada en otra persona”. El primer ítem preguntaba: ¿Qué le causaría mayor molestia o desagrado? (Marque una sola alternativa, a o b): (a) Imaginarse que su pareja disfruta un encuentro sexual apasionado con la otra persona; o (b) Imaginarse que su pareja forma un profundo vínculo emocional con la otra persona. El segundo ítem preguntaba: ¿Qué le causaría mayor molestia o desagrado? (Marque una sola alternativa, a o b): (a) Imaginarse que su pareja se enamora de la otra persona; o (b) Imaginarse que su pareja practica distintas posiciones sexuales con la otra persona.
Para evitar posibles efectos del orden de las respuestas, la opción a y b fue alternada en cada una de las preguntas. En el ítem 1, la infidelidad emocional tenía la letra (a), mientras que en el segundo ítem tenía la opción (b). Esto no afectó sistemáticamente los resultados del cuestionario, por lo que no se considera para efecto de análisis de los resultados.
La validez y confiabilidad de esta encuesta se extrae de la reiterada aplicación de este paradigma en los últimos 10 años (Abraham et al., 2002; Buss et al., 1992, Buss et al., 1996; Buss et al., 1999; Buunk et al., 1996; DeSteno & Salovey, 1996; Fernández, 2000; Harris & Christenfeld, 1996), que ha demostrado ser una forma válida de estudiar la experiencia subjetiva de celos en hombres y mujeres.
Procedimiento
El instrumento fue aplicado en forma colectiva y anónima, durante el segundo semestre del año 2002, en tres Universidades de Santiago. Los participantes recibieron instrucciones de contestar individualmente a todas las preguntas, responder una página de preguntas demográficas y luego el cuestionario.
Resultados
Para evaluar la relación entre las dos variable, sexo del participante (hombre o mujer) y tipo de infidelidad elegida (sexual o emocional), se realizó una prueba de Chi- cuadrado de independencia, encontrándose que en la primera pregunta (X2 = 31.407, gl= 1, p =0.000), y en la segunda pregunta, (X2 = 46.817, gl = 1, p = 0.000), la distribución del tipo de infidelidad elegido con relación al sexo del participante era distinta al azar.
Específicamente, en la primera opción forzada un 50.5% de los hombres y un 16.7% de las mujeres indicaron que la infidelidad sexual les molestaría más que la infidelidad emocional, X2 (1, N = 241) = 31.355, p = 0.000, Cramer V = 0.361. Mientras que la infidelidad emocional fue causa de mayor molestia en un 83.3% de las mujeres y un 49.5% de los hombres (ver Figura 1).
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Insertar Figura 1, aproximadamente aquí
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Los resultados de la segunda pregunta fueron similares, con un 43.5% de los hombres y un 15.3% de la mujeres indicando que la infidelidad sexual les molestaría más que la infidelidad emocional, X2 (1, N = 240) = 23.753, p = 0.000, Cramer V = 0. 315. Siendo la infidelidad emocional causa de mayor molestia en un 84.8% de las mujeres y un 53.5% de los hombres (ver Figura 2).
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Insertar Figura 2, aproximadamente aquí
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Finalmente, una prueba de Chi-cuadrado entre el tipo de infidelidad que causó mayor molestia a cada sexo, encontró una diferencia significativa para las mujeres, X2 (1, N = 241) = 58.667, p = 0.000, en la primera pregunta. Esta diferencia femenina, se mantuvo en la segunda pregunta, X2 (1, N = 240) = 64.121, p = 0.000. Para los hombres, la diferencia no fue significativa en ninguna de las dos preguntas.
De acuerdo con estos resultados, los hombres tendrían una experiencia subjetiva de celos mayor que las mujeres ante la posible infidelidad sexual de su pareja, y las mujeres sentirían más celos que los hombres ante una posible infidelidad emocional de su pareja.
Discusión
En el presente trabajo, se intentó ampliar la cantidad de conocimiento que existe respecto al dimorfismo sexual en la experiencia subjetiva de celos desde la disciplina de la Psicología Evolucionista. El objetivo de este estudio pretendió establecer los parámetros de generalización de investigaciones previas referentes al mismo paradigma, comprobando que la cultura hispana, anglo-sajona y asiática comparten el dimorfismo sexual en relación con la experiencia de celos. La hipótesis formulada, de que los hombres tienen una experiencia subjetiva de celos mayor que las mujeres ante la infidelidad sexual de su pareja, y las mujeres sienten más celos que los hombres ante una infidelidad emocional de su pareja, fue sustentada por los datos recopilados en la presente investigación con sujetos chilenos.
De acuerdo con el paradigma Evolucionista, la asimetría sexual en la experiencia de celos aquí encontrada, correspondería a diferencias en la evolución de la psicología de hombres y mujeres para resolver problemas adaptativos distintos para cada sexo. Los hombres desarrollaron una mayor sensibilidad a la infidelidad sexual a través de la historia, y las mujeres desarrollaron una mayor sensibilidad a la infidelidad emocional. Este postulado ha sido criticado desde una perspectiva socio-constructivista (Eagly & Wood, 1999) aludiendo a que la historia patriarcal de la cultura contemporánea han determinado la existencia de diferencias sexuales debido al poder que han ejercido los hombres sobre las mujeres tradicionalmente. Así, las mujeres han aprendido a aceptar la infidelidad del hombre, quién es libre de ejercer su dominio, lo cual se ve agravado por un aprendizaje femenino de tolerancia a la infidelidad. Sin embargo, este argumento tiene varios problemas que se discutirán brevemente. Primero, si la represión de las mujeres hubiese determinado el origen de los celos en ambos sexos, se esperaría que uno de los dos sexos expresara azarosamente mayor perturbación ante ambos tipos de celos, y no que cada sexo aprendiera a percibir como más molesta una sola forma de infidelidad. La hipótesis socio-constructivista también es débil al atribuir al aprendizaje las características de la experiencia de celos de ambos sexos, ya que la evidencia empírica señala que en sociedades donde existe igualdad de oportunidades de poder entre los sexos, la diferencia sexual en relación a los celos también se da (Buss et al., 1996; Buss et al., 1999). Finalmente, y relacionado con lo anterior, al atribuir el aprendizaje de los celos al “status quo” social, se esperaría que el presente avance hacia la igualdad entre los sexos tuviese un fuerte impacto en la asimetría de los sexos, lo cual no es posible avalar por la evidencia antes revisada, que data a lo más de las últimas dos décadas.
Con respecto al alcance intercultural de la Psicología Evolucionista, es relevante que los resultados de esta investigación son muy similares al estudio original de Buss et al. (1992), realizado con sujetos estadounidenses, hace aproximadamente diez años. Utilizando exactamente las mismas preguntas que desarrollaron estos autores, encontramos una cantidad significativamente mayor de hombres que informaron mayor molestia a raíz de la infidelidad sexual, y una cantidad significativamente mayor de mujeres que reportaron mayor molestia ante la infidelidad emocional. En ambos estudios, pese a la diferencia sexual encontrada en la experiencia subjetiva de celos, solo los sujetos de sexo femenino presentan una diferencia significativa entre ambas infidelidades. Esta continúa siendo un área abierta a la investigación, y que no ha logrado ser explicada por otras teorías rivales (DeSteno & Salovey, 1996; Harris & Christenfeld, 1996).
La Psicología Evolucionista, tiene un mayor valor predictivo que otras teorías alternativas que intentan explicar diferencias sexuales sobre la base de situaciones sociales determinadas. Esta disciplina, reconoce que la evolución del hombre tiene una historia que es similar para ambos sexos, pero que también diferencia a hombres y mujeres en aquellos aspectos en los cuales encontraron diferentes problemas adaptativos. La evidencia es clara, hombres y mujeres en Chile, USA, Holanda, Alemania, Korea y Japón (mestizos, caucásicos, blancos y negros), todos sienten distintos niveles de molestia ante un tipo de infidelidad particular. Por lo tanto, las implicancias prácticas de este tipo de conocimiento constituye un aporte a las distintas ramas de la psicología. Dado el desarrollo actual de pruebas de ADN, la proliferación del SIDA, y el aumento de la delincuencia a nivel mundial, la identificación de diferencias subjetivas en la psicología de hombres y mujeres, pueden ser una forma de continuar explorando el alcance explicativo de la Psicología Evolucionista en culturas de habla hispana.
Referencias
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Anexos
Figura 1
Porcentaje de personas que indica mayor molestia ante la infidelidad sexual, en la primera pregunta.
Figura 2
Porcentaje de personas que indica mayor molestia ante la infidelidad sexual, en la segunda pregunta.
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Enviado por: | Enrique Lafuente Diaz Ripoll |
Idioma: | castellano |
País: | Chile |