Filosofía y Ciencia
Diferencias entre filosofía y ciencia
Trabajo Práctico
N1
Materia: Filosofía
Alumna:
Curso: 2 Año
Fecha de entrega: 27/08/07
Consignas
1- La ley: concepto y cuestiones filosóficas planteadas por el autor.
2- La filosofía: concepto y definición. Diferencias planteadas por el autor entre filosofía y ciencia.
3- El conocimiento, concepto y cuestiones filosóficas planteadas por el autor.
4- La verdad, concepto y cuestiones filosóficas.
Las leyes son lo claro, lo cierto, el apoyo último de toda acción racional, son el supuesto de nuestra civilización, el elemento de claridad y racionabilidad en nuestra visión del mundo. La ley es cierta igualmente en todas partes, es intemporal, la misma no esta sometida a cambio alguno, ni pueda tampoco estarlo, la ley no es un individuo, no es particular, sino general. Con esto está relacionado lo más importante: la ley es necesaria, es decir, no puede ser de otro modo que como se enuncia.
Todas las otras ciencias dan por supuesto el hecho de que existen leyes. Las ciencias establecen leyes, las buscan e investigan, pero a ninguna de ellas le interesa lo que es una ley. Para comenzar se podría opinar que las leyes son entes de razón. Las leyes serían puras ficciones de nuestro pensamiento. En este supuesto, una ley sólo existiría en el pensamiento del científico. Sería una parte de su conciencia. Esta Hipótesis ha sido propuesta por el filosofo David Hume, según el mismo, las leyes son necesarias solo por el echo de que nos acostumbramos a ellas. Luego esa misma costumbre se convierte en una nueva naturaleza y el hombre ya no puede pensar contra su costumbre. La ley se revelaría como algo que se ajusta dócilmente a nuestro buen mundo del tiempo y del espacio; perecedera e individual. Sin embargo el autor no parece conformarse con esta solución y la refuta opinando que de ser este supuesto real, al colocar las leyes en el pensamiento, no existirían ya en el mundo, gobernarían en nuestra alma. De ser así las leyes se encontrarían en nuestro espíritu, y todavía así faltaría explicar lo que una ley, ya que ciertamente no son parte de nuestro espíritu ya que todo espíritu es siempre el espíritu de un hombre. No puede estar en dos hombres, como un trozo de manera no puede estar al mismo tiempo en dos lugares. En cuanto son conocidas por el espíritu también tendrían que existir de algún modo fuera de este. Este camino consiste en decir sencillamente que las leyes son algo que no depende de nuestro espíritu ni de nuestro pensamiento. Se afirma pues que, de algún modo, existen, son o, si se quiere, rigen fuera de nosotros. Los hombres solo podemos conocerlas mejor o peor, pero no crearlas. Así pues, según este modo de ver, en la realidad junto a las cosas, hay algo más, las leyes justamente. Su modo de ser se llama lo ideal. Se dicen que estas leyes pertenecen al ser ideal. Dicho de otro modo, hay dos especies de ser o ente: lo real y lo ideal, se dice que las leyes pertenecen al ideal.
La filosofía es un conjunto, una actividad racional y científica, una doctrina o teoría. Es una ciencia universal, en el sentido que no se cierra a ningún campo y emplea todo método que le sea accesible, que busca esclarecer la realidad. Es considerada una ciencia de los problemas limite y de las cuestiones fundamentales, y, por ello, también, una ciencia radical que no se da por satisfecha con los supuestos de las otras ciencias, sino que quiere investigar hasta la raíz.
La filosofía se distingue de la ciencia por:
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Buscar un saber universal, su dominio no se limita como el de la ciencia a un terreno estrictamente acotado. Mas, si ello es así, puede suceder, y de hecho sucede, que la filosofía trate los mismos objetos en que se ocupan las otras ciencias. Por eso se suele denominar a la filosofía como una ciencia universal.
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Su método: Al filosofo no se le niega ninguno de de los métodos a conocer, no esta obligado, como por ejemplo el físico a reducirlo todo a los fenómenos observados sensiblemente. Es decir, el filósofo, no tiene porque limitarse al método empírico, reductivo puede también valerse de la intuición del dato y de otros medios.
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Su punto de vista: Cuando considera un objeto, lo mira siempre y exclusivamente desde el punto de vista del límite, de los aspectos fundamentales. Donde otras ciencias se paran, donde ellas no preguntan y dan mil cosas por supuestas, allí empieza a preguntarse el filósofo.
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El hombre como fundamento y supuesto de todo lo demás: Según los defensores de esta opinión, todo está en la realidad referido de alguna manera al hombre. Las ciencias naturales y hasta las ciencias del espíritu dejan a un lado esta referencia. La filosofía se enfrenta con ella y, consiguientemente, tiene al hombre por su objeto propio. Así muchos filósofos existencialistas.
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Los valores: Toda otra ciencia estudia lo que es. La filosofía investiga lo que debe ser. Esta respuesta la han dado, los seguidores de la llamada escuela suralemana y muchos filósofos franceses contemporáneos
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La teoría del conocimiento: Las otras ciencias conocen. La filosofía estudia la posibilidad del conocimiento mismo, los presupuestos y límites del conocimiento posible. Así Immanuel Kant y muchos de sus seguidores.
3. El conocimiento humano se entiende como un aprehender o como un crear el objeto.
El estudio del conocimiento, es introducido en este caso mediante tres premisas que fueron introducidas por un filósofo griego llamado Gorgias de Leontino, que son:
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Nada existe
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Si existe algo, no podemos conocer
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Supuesta de que existiera algo y lo pudiéramos conocer no podríamos comunicarlo.
Tras conocer estas tres premisas, el autor las contrasta con opiniones de diferentes filósofos, y por supuesto con las suyas propias.
Otro filosofo, Descartes, Dos mil años después de Gorgias, hizo por su cuenta una meditación pareja. Descartes afirma que nuestros sentidos nos engañan con harta frecuencia. Una torre rectangular se nos presenta, de lejos, como redonda. Replican entonces que los sentidos pueden engañarnos, pero la razón puede conocer con certeza sus objetos. Pero también esto puede ser fácilmente refutado. También en las matemáticas se dan errores. Si me engaño, dice descartes, tengo también que existir, pues para pensar tengo que existir. A parecer del autor Descartes confundió dos cosas totalmente distintas: el fondo o contenido del pensamiento y del pensante mismo. Todos creemos indudablemente que, para que haya un pensamiento, ha de haber un pensante. Pero la conclusión de la existencia del pensante no esta en absoluto justificada.
Para llegar a la formulación de una nueva tesis se recorren 3 caminos abiertos. Primeramente, se puede ver si el escéptico se contradice, en segundo lugar, puede ver si se verifican sus hipótesis y finalmente se puede ver si estas tres cosas que Gorgias niega no son evidentes, es decir, tan claras como nosotros creemos.
El primer camino se tomo ya en la antigüedad. Si el escéptico dice que nada puede conocerse, se le puede preguntar como puede el sentar esa afirmación. ¿Está seguro de su tesis?, si lo está, es que realmente hay algo cierto y conocido.
Siguiendo con el segundo camino si supusiéramos que hay realmente cosas y que podemos de algún modo conocerlas, con la siguiente hipótesis se armonizaría casi todo. La diferencia entre lo que se llama realidad y la apariencia consiste en que la realidad esta ordenada, en ella mandan leyes, mientras que en las apariencias no muestra regirse por orden.
Finalmente cabe notar que la falsedad de las proposiciones de Gorgias es evidente. Se ve, en efecto, con claridad que existe algo, que se conocen muchas cosas con certeza y que son comunicadas por las palabras de otros.
Una vez finalizado el recorrido el autor formula tres nuevas tesis:
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Existe con toda certeza algo
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Podemos con toda certeza conocer algo que existe.
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Es igualmente evidente y cierto que podemos comunicar a los otros algo de lo que conocemos.
Algo es verdadero cuando se da en la realidad, cuando se sucede o se cumple. Es fácil darse cuente de que este cumplimiento puede verificarse en una doble dirección. Primero, en el sentido de que una cosa corresponde a una idea. Esta primera especie de lo verdadero y de la verdad suelen llamarla los filósofos “ontológica”. En otros casos es a la inversa: la idea, el juicio, la proposición, etc., se llaman verdaderos si corresponden a la cosa. Verdaderos, en este segundo sentido sólo lo son las ideas, los juicios, las proposiciones, pero no las cosas del mundo. Esta segunda especia de la verdad se llama entre los filósofos “verdad lógica”.
El autor decide limitarse a la segunda especie de verdad: la verdad lógica. Esta verdad presenta dos grandes y difíciles problemas.
El primero: si una proposición es verdadera cuando la cosa es como en ella se dice, la proposición tendrá que ser absolutamente verdadera o falsa independientemente de quien la diga o cuando la diga. Dicho de otro modo: si una proposición es verdadera, es absolutamente verdadera para todos los hombres y para todo los tiempos. Muchos filósofos suelen decir que la verdad es relativa, condicional, variable, etc. Para sostener esto se basan en ciertas proposiciones, por ejemplo: “hoy no llueve”, esta frase solo es relativamente verdadera aquí en el lugar donde yo la estoy señalando, en otro país o incluso ciudad podría estar definitivamente lloviendo y ya pasaría a ser una afirmación falsa. Pero aún diciendo esto estaríamos equivocados, pues solo basta con formular plenamente la frase en cuestión y decir claramente lo que se quiere decir para ver que no puede aquí hablarse de relativismo alguno. La dificultad procede aquí de una formulación insuficiente de las proposiciones. Si los pensamientos se formulan suficientemente, se ve en seguida que son absolutamente verdaderos o falsos y nada tiene que ver con la relatividad. Por otra parte si suponemos que en el terreno de las matemáticas y de la lógica hay distintos sistemas, de suerte que una proposición verdadera en uno sea falsa en otro, surge inmediatamente la pregunta: ¿qué decide la elección de uno y no de otro entre los varios sistemas? Aquí surge una respuesta que tiene gran importancia filosófica. La respuesta dice que el sabio y el hombre en general no tiene por verdaderos una proposición o un sistema porque se ajusten a la realidad, sino porque le son útiles. Siendo así habría que llamar verdaderas a aquellas proposiciones que nos sean útiles. La verdad es la utilidad, se dice. Pero aquí hay que observar dos cosas:
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En primer lugar, que en tales casos no sabemos a punto fijo si la tesis o hipótesis en cuestión son verdaderas o falsas. Solo son realmente útiles.
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En segundo lugar, que, aun tratándose de la utilidad, no podemos conocer siquiera algunas proposiciones verdaderas.
En segunda cuestión nos podemos preguntar: ¿Qué es ese algo con el que ha de coincidir la proposición, frase o juicio, para ser verdadera? Pudiera pensarse que la frase ha de coincidir con la situación, con el estado, con la realidad de las cosas, tal como se hallan fuera de nosotros. Solo así es verdadera. No puede, pues, decirse que nuestra frase es verdadera cuando se verifica en la situación exterior, pues no existe tal situación.
Según el idealismo epistemológico, existen realmente las cosas y se dan verdades absolutas, pero no fuera, sino, en uno u otro sentido, dentro de nosotros, en nuestro pensamiento. Naturalmente, aquí surge al punto la cuestión cómo podemos entonces distinguir las proposiciones verdaderas y las cosas reales de las proposiciones falsas y de las fantasías. A esto responden los idealistas que también desde su punto de vista se da la distinción. Todo lo que conocemos es ciertamente un producto de nuestro pensamiento, está en nosotros; pero unos de estos objetos los producimos según leyes, otros arbitrariamente. En resolución, hay dos posibles interpretaciones de la realidad: la idealista y la realista. Ambas tienen grandes dificultades y no es tarea fácil decidirse por una u otra.
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