Historia
Desestalinización
FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA DE OVIEDO |
LA DESESTALINIZACIÓN |
HISTORIA CONTEMPORÁNEA |
Índice
- Definición de términos 3
- Inicios del comunismo: Lenin 4
- La URSS durante el periodo Estalinista 7
- La Unión Soviética tras la muerte de Stalin 11
- Kruchev 17
- Bibliografía 18
Definición de Términos
Dacha: Casa rusa.
Kremlin: Fortaleza.
Kulak: Nombre con el que en la Rusia zarista se designaba a los terratenientes ricos que explotaban al proletariado agrícola.
Mujik: Campesino ruso.
Politburó: El buró político del Comité Central del partido comunista. Fue el máximo órgano de gobierno y dirección del PCUS.
Presídium: Entre los años 1952 y 1966 al Politburó se le conoció como Presidium.
Purgas: Campañas de represión y persecución política llevadas a cabo por la Unión Soviética.
Soviet: Por definición, consejo o junta. Es una asamblea o “consejo obrero”.
Inicios del Comunismo: Lenin
Es socialismo es un orden político basado en la apropiación de los medios de producción por parte de la clase obrera. También se define por socialista la teoría, doctrina o movimiento que aboga por su implantación y a su vez deriva de la esencia política del comunismo. El socialismo puede no ser estatal, mediante la propiedad comunitaria en un sentido amplio: o estatal a través de la nacionalización y la planificación económica de la producción.
En el socialismo a diferencia de lo que ocurra con el comunismo1, la contribución común es libre y no planificada, mientras el consumo se vive en común. La palabra socialismo describe la organización colectiva de la producción y la distribución en tanto el consumo permanece siendo particular.
La ideología con que muchas veces se relaciona en la actualidad el sistema del socialismo es con una interacción de la nacionalización de todo recurso económico y la implantación de un gobierno comunista.
El socialismo alcanzó su apogeo político durante el s. XX en el bloque comunista de Europa: la URRS, estados comunistas de Asia y del Caribe.
Los diferentes socialismo tienen en común la idea básica de que la consecución de la libertad, entendida sobre el soporte de la igualdad, tiende a desembocar en un régimen colectivista que haya abolido la propiedad privada de los bienes de producción o por lo menos sea capaz de controlarla.
Nace el socialismo en el fragor revolucionario de los años 1789 – 1799, implícito en el afán de libertad, fraternidad e igualdad que la revolución exalta. Nace como la reacción revolucionaria a las consecuencias sociales de la llamada revolución industrial.
Hacia 1830 aparece el término que se vincula en Inglaterra al reformismo social de Robert Owen. Conviene subrayar que en su origen el socialismo, es una creación anglo-francesa, que como reacción a la experiencia francesa de la revolución y a la revolución industrial que originalmente lleva una impronta inglesa, emerge en los países más desarrollados de la Europa de su tiempo.
El Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), fue el partido único del régimen comunista soviético. Surgió en los preámbulos de la revolución como fracción bolchevique del Partido Socialdemócrata Obrero Ruso y tras la revolución fue conocido como Partido Comunista Ruso. No fue hasta 1952, en que eliminaron la referencia bolchevique del nombre oficial del partido, que pasó a denominarse Partido Comunista de la Unión Soviética.
Con Lenin el Partido Comunista asume el control de los soviets, y con Stalin se identifica el Estado con el Partido.
El presidente de la Unión Soviética es el Secretario General del PCUS. Los miembros de los soviets pertenecen al Partido Comunista, y se estructuran en regiones hasta llegar al Soviet Supremo.
El partido Comunista tenía además una serie de mecanismos de control sobre las Fuerzas Armadas.
La pertenencia al partido podía significar importantes beneficios personales en especial para la burocracia gobernante. Por otra parte representa un mecanismo importante de control social.
Lenin se había formado en la antigua escuela marxista, que comenzó a existir en la Europa occidental, cuando los países de esta zona estaban a la cabeza del desarrollo industrial. Las hipótesis de trabajo de Lenin, de la revolución proletaria, la dictadura del proletariado y la forma de operar de una economía socialista, estaban destinadas a sociedades capitalistas altamente industrializadas, civilizadas y organizadas, con una clase obrera industrial muy desarrollada. Rusia en ese momento, según la mayoría de los marxistas rusos, no estaba preparada para la aplicación de esas ideas. Posteriormente, poco antes de 1917, Lenin llegó al convencimiento de que la revolución rusa no sólo debería eliminar el Imperio y lo que quedaba de feudalismo, sino el subdesarrollado capitalismo ruso.
La clase obrera rusa, joven y pequeña en número, pero muy activa políticamente, pasó a ser el motor de la revolución. Los obreros no sólo debían enfrentarse y eliminar al Zar, sino que también debían acabar con otro enemigo inmediato que eran los industriales capitalistas, y que en una situación revolucionaria debía ir en la dirección de la expropiación y eliminación de estos últimos. Esto marcaria el comienzo de una revolución socialista conducente al establecimiento de una economía nacionalizada y planificada. Tal era la posición de Lenin al estallar la revolución de 1917.
En 1917, el Imperio Ruso, gobernado por el zar Nicolás II, pasaba una situación paupérrima de hambre, miseria, muerte y guerra. Ya a principios del s. XX, había habido un intento revolucionario aplastado con dureza por las fuerzas zaristas. El 7 de octubre de 1917 se inicio la Revolución Rusa (o bolchevique), en la cual los revolucionarios marxistas se dividieron en bolcheviques (mayoritarios, dirigidos por Lenin) y mencheviques (minoritarios, dirigidos por Mantov). Comienza una guerra definitiva contra la burguesía. En noviembre triunfan los bolcheviques, luego de su entrada en Moscú. El ejercito zarista queda exterminado. Lenin implanta un régimen socialista basado en las ideas de Karl Marx y Friedrich Engels, y el Zar y su familia son encarcelados. En 1918 es proclamada la Republica Federal Soviética Rusa (RFSR) y Nicolás II y su familia son ejecutados. Con la ejecución del derrotado tirano, se inicia la historia de la RFSSR.
Lenin comenzó un programa de colectivización aboliendo así la propiedad privada y nacionalizando todos los recursos nacionales. En 1922 se consumó el triunfo final de los comunistas. Lenin creo la URSS (Unión de Republicas Socialistas Soviéticas), para darle igual protagonismo a todas las nacionalidades que aglutinaban la RFSSR, simbolizando así la unión de los pueblos.
Durante la guerra civil (1918 – 1920) destacaron dos figuras descollantes del comunismo: Lev Trotsky (comandante en jefe del ejército rojo, triunfante en la guerra civil) y Joseph Stalin (Militar integrante del Consejo de Comisarios del Pueblo).
Entre 1922 y 1924, Lenin enfermó y se veía dificultado para su labor gubernativa. A su vez, crecía el enfrentamiento ya patente entre Trostky y Stalin por la sucesión. Lenin murió en noviembre, y en una carta recomendó a Trostky, y advirtió en Stalin a un hombre cruel y sin escrúpulos. Stalin ocultó la carta y se hizo nombrar Presidente del Consejo de Comisarios del pueblo (jefe del Estado).
La URSS durante el periodo Estalinista
Una vez se hizo con el poder, Stalin propugnó la política de socialismo en un solo país, debido a los recientes fracasos revolucionarios en Europa. Estaba decidido a hacer del sagrado egoísmo del único estado proletario mundial, la idea guía del comunismo internacional. Allí donde los intereses del comunismo extranjero chocaban, o parecían chocar con los de la Unión Soviética, sacrificó el comunismo extranjero.
Con el apoyo de Bujarin y Rykov, en el XXV Congreso del Partido de la Unión Soviética, Stalin expulsó en 1929 a Zinoviev, Kamanev y Trotsky. A su vez, ese mismo año se volvió contra sus aliados, Bujarin y Rykov, quienes fueron asesinados.
Mediante una serie de purgas, a partir de 1934, una gran cantidad de líderes partidarios opuestos a Stalin fueron ejecutados (Piatakov, Solkomicov, Kamenev, Zinoviec…). Stalin se encargó de eliminar todo atisbo de disidencia en todo el país. Mientras tanto, la URSS desarrollaba ambiciosos planes de industrialización y colectivización, el último sobretodo en el combate contra los kulaks.
La lucha contra los kulaks, la pésima planificación hecha por el gobierno stalisnista y una crisis económica dentro de la URSS provocaron una tremenda hambruna, especialmente en Ucrania. Los planes de industrialización no estuvieron exentos de una terrible explotación de los obreros que hacían jornadas laborales de entre 16 y 18 horas diarias. Muchas personas murieron a causa de la férrea explotación estalinista. La industrialización acelerada dio al régimen una espectacular expansión en la industria armamentística, en carrera con la Alemania nazi, Italia y EE.UU.
Bajo los planes quinquenales, el Gobierno hizo una gran inversión en lo concerniente a la agricultura dotándola de maquinaria, tractores, cosechadores, fertilizantes artificiales, etc. También se embarcó en proyectos más ambiciosos de repoblación forestal y regadíos. Sin embargo, todos estos esfuerzos se tradujeron en un logro moderado de la producción agropecuaria con respecto al crecimiento de la población industrial. Esto se debió a que la efectivación de la mecanización agraria se vio contrarrestada por el retraso tecnológico y la inestabilidad política del campesinado. Los campesinos eran incapaces de manejar las nuevas maquinas.
La tecnología, la planificación y la expansión industrial que millares de mujiks tuvieran que convertirse en técnicos y administradores en un corto tiempo, formándose atropelladamente. El gobierno formó agrónomos, peritos mercantiles y gerentes en masa. El grueso de la industrialización lo produjo una clase normal severamente regimentada, disciplinada y dirigida.
No hay que olvidar que cuanto más instruidos estén los granjeros y agricultores de las colectividades, menos soportarán las incompetencias y arbitrariedades de la servicial burocracia. Así Stalin insistió que debían hacerse de una manera lenta y gradual, a fin de no resultar antagónico con los campesinos, y evitar así violentas situaciones entre el Estado y el campesinado. Las granjas colectivas, en las que la “propiedad de grupo” seguía dominando, pasarían a ser, finalmente, de una u otra forma, propiedad del Estado.
Observando la Rusia de la nueva política económica, se pueden ver las novedades introducidas por el nuevo régimen de la Unión Soviética. La transformación había afectado a la fábrica, al ritmo cotidiano, a los slogans e incluso, en cierto modo, al propio partido. La vida política y las medidas adoptadas, eran diferentes y firmes. Retratado en un primer momento junto a Lenin, Stalin no tardó en aparecer en solitario, y su imagen aparecía en los muros de las ciudades y plazas de los pueblos, donde se alzaba el líder. Este sistema estatal no tardó en ser conocido como estalinismo, y estaba manifiesta e inequívocamente controlado por el hombre situado en la cúspide.
Stalin en solitario gobernó un vasto país durante casi treinta años. Se puede sostener que la mayor grandeza de Stalin reflejó la magnitud de los eventos y la inmensidad de los procesos sociales subyacentes a su carrera.
Se puede sostener el argumento de que debido a las nuevas técnicas de gobierno, éstas permitan a un gobierno totalitario, como en el caso del gobierno de Stalin, convertir a la nación más turbulenta en un simple juguete. Los medios modernos de propaganda de masas, las todopoderosas redes de espionaje, el poder del Estado como patrón y, el terror de los campos de concentración, pueden asegurar pues la estabilidad de cualquier gobierno totalitario, encaminado a evitar o aminorar la formación de opiniones independientes.
Pero en una sociedad, aparte del aspecto de la mecánica del poder político, hay que contemplar los aspectos económicos, sociales, culturales, etc. que condicionan la efectividad de la mecánica gubernativa. En el estalinismo se dio la paradoja de que con una mano luchaba afanosamente para perpetuar su dominio sobre las mentes y los cuerpos del pueblo ruso y con la otra, con igual dureza y pertinencia, destruía los propios requisitos previos de su auto perpetuación. Stalin hizo en ese sentido cosas positivas y negativas.
El estalinismo atravesó diferentes fases, cada una de ellas con características propias. Hubo varias generaciones soviéticas todas ellas con un común denominador: el culto a Stalin, pero las enseñanzas, los slogans y los mitos del estalinismo se han reflejado de manera diferente en las mentes de cada grupo, ya que han crecido en diferentes condiciones sociales. En efecto, el estalinismo fue una continuación del leninismo, aunque solo en algunos aspectos, ya que en otros se distanciaba mucho. Hay que pensar que podría ocurrir lo mismo en la época post-Stalin, que en parte seria una continuación del estalinismo, y habría aspectos en los que hubiera una ruptura con lo que hasta entonces era.
Durante muchos años, el estalinismo abolió las pequeñas propiedades rurales y construyó las granjas colectivas a base de punta de bayoneta. Del mismo modo ocurría en la estructura social soviética, sobretodo en la gigantesca economía pública perfectamente planificada. Una de las situaciones más difíciles y explosivas de la era estalinista fue la gran desigualdad económica predominante en la sociedad soviética y que continuaría después de Stalin.
El mensaje de la revolución de octubre era implícitamente igualitario. Los obreros rusos y los campesinos apoyaron la revolución y acudieron en masa a la llamada, en base a los anhelos de igualdad que les garantizaba el nuevo régimen.
El régimen bolchevique no podía conseguir esta premisa de “igualdad” de las masas, sino que la frustró. No había suficiente para cubrir las necesidades de toda la sociedad, solo podía cubrir una parte de los rusos. Comenzó así una desigualdad, y esto trajo consigo cierto enfrentamiento entre los que tenían el privilegio de acceder a los productos básicos y quienes no lo tenían. A favor del Estado y la economía, el gobierno estalinista fomentó las desigualdades, basándose en una diferente escala de valores entre las personas cuyos servicios fueran esenciales para el desarrollo nacional en detrimento de los otros. Basándose en un interés nacional, fomentó el gobierno estalinista, una minoría privilegiada de administradores, planificadores, ingenieros y obreros especializados. Esta minoría buscó acrecentar sus privilegios. La desigualdad creció y alcanzó proporciones sorprendentes. Las pocas viviendas tolerables, buenas o lujosas se entregaban a obreros especializados y a los burócratas del partido. En contra de la reacción por el clamor de la igualdad, Stalin estableció el culto a la desigualdad. Con el tiempo, la desigualdad pasó a ser llevada al extremo.
El estalinismo surgió del leninismo, del que conservó algunos aspectos, pero desecho otros. Hubo una tradición leninista, pero también una férrea oposición al mismo. Lo más probable es que en ese momento se adoptase en el estalinismo la misma tendencia, a conservar algunos aspectos, modificar otros y a rechazar de forma tranquila otros.
Otra fuente vital para el estalinismo, el aislamiento, dejó de tener justificación. Sí es cierto que cuando Rusia se consideraba baluarte de la revolución proletaria, el mundo que lo rodeaba era hostil, pero sin embargo, cuando los nuevos regímenes comunistas habían formado grandes “cinturones de seguridad”, alrededor de Rusia (en Asia, y Europa oriental y central), ya no resultaba justificado el aislamiento a base de pánico y terror que el gobierno había empleado.
En los últimos años de gobierno de Stalin, la magia primitiva del estalinismo se burló en la cara de Rusia. El culto al dirigente llegó a extremos mas allá de lo racional, ya que de fomentarlo se encargaban los estalinistas y el propio Stalin. Esto hubiera calado en una sociedad como la Rusia de la revolución, analfabeta, pero en una sociedad a la que se le había inculcado una insaciable sed de conocimiento, después de la revolución, ya no tenía mucho crédito. Todavía en vida de Stalin, se pudo apreciar que la magia del estalinismo libraba ya su última batalla.
El anhelo de un cambio no solo crecía entre los gobernados sino también entre muchos de los dirigentes. La burocracia se sentía oprimida por los anacrónicos métodos estalinistas y lo mismo sucedía con los obreros y los campesinos. Debían hablar por la voz de Stalin, no por la suya. Además el secretismo con el que actuaba el gobierno, ponían en riesgo a todo aquel que osara transgredirlo2.
Al igual que Lenin, Stalin murió en una encrucijada de la historia bolchevique. La crisis bolchevique que coincidió con la muerte de Lenin, afecto la política interna y externa del bolcheviquismo.
La crisis a la muerte de Stalin vino motivada por una modificación existente en la relación entre gobernantes y gobernador. Tras décadas de terror, toda la sociedad había perdido el hábito de expresar su propia opinión. No existía por tanto una oposición organizada al gobierno estalinista. Poco a poco los rusos aprenderían a expresar sus propias opiniones, y así avanzarían a gran velocidad a una extraordinaria fertilidad de sus mentes.
El método de gobierno estalinista no se podía llevar en el tiempo más allá. Algunas de sus características han sido aceptadas por un pueblo apático y sin instrucción, pero no caben en un pueblo a punto de alcanzar la madurez política y cultural. El estalinismo había agotado su función.
La principal tendencia anti estalinista fue reformista, que abogaba por el retorno a los orígenes democráticos de la revolución bolchevique. Los refugiados en el extranjero después de la guerra, habían creado el “Partido de Lenin”. La leyenda de Lenin estaba sobreviviendo al culto a Stalin. El deseo del slogan de “volvamos a Lenin” era la regeneración de la democracia soviética, reformando el orden actual, pero no derribándolo.
La Unión Soviética tras la muerte de Stalin
En periodo comprendido entre los años 1928 y 1939 sobresale porque condensa los problemas pasados y futuros del sistema soviético.
En los últimos años del gobierno de Stalin, el Kremlin parecía un nido de víboras. De todos los compañeros de Kruschev en el Kremlin, Beria era especialmente peligroso. Kruschev contaba con algunos puntos fuertes, sobre todo la fama, por lo que algunos rivales lo menospreciaban. Cuando se produjo la muerte de Stalin, su claro heredero fue Malenkov.
En los últimos años, Stalin redujo las reuniones formales del partido: desde 1939 a 1952 no hubo ninguna. Los plenos del Comité Central también eran infrecuentes y el Politburó apenas se reunía en pleno. En su lugar Stalin convocaba a su círculo interno (Beria, Malenkov, Kruschev y Bulganin), para ver películas en el Kremlin, comer, charlar y beber hasta el amanecer3.
En un pleno del Comité Central posterior al XIX Congreso de octubre, Stalin atacó sin piedad a Molotov y Mycoyan. Arremetió contra Molotov acusándole de cobarde y derrotista y contra Mycoyan utilizó palabras más groseras y dañinas.
Tras la guerra, dos facciones formadas por una hornada algo más joven de políticos porfiaran por los puestos de poder4. Sobre el papel, Beria y Malenkov parecían imbatibles, ambos ostentaban cargos claves en Moscú desde 19395. Aunque Malenkov tenía mucho poder, resultaba poco atractivo para sus colegas que lo veían algo débil, no así Beria (al cual, hasta el propio Stalin le tenía miedo). Los defectos de Beria dieron ventaja a Zhdánov, Stalin ascendió a Zhdánov, porque Malenkov y Beria habían adquirido demasiado poder. Zhdánov murió en 1948, en circunstancias que nunca se aclararon.
En septiembre de 1950, los delegados del Politburó, entre ellos Kruchev, firmaron las sentencias de muerte de Voznesensky, Kuznestov y varias más; Malenkov y Beria permanecieron en sus puestos. La tarea de Malenkov de entregar el informe principal en el XIX Congreso de octubre de 1952, parecía ungirlo como el sucesor elegido por Stalin. La posición de Beria era incierta, el papel de Kruschev en todas las luchas internas no está claro.
En los meses posteriores a la muerte de Stalin, cuando se eligió el nuevo Presidium del Partido, Krichev ocupó el quinto puesto de la lista, por detrás de Malenkov, Beria, Molotov y Voroshilov. El hecho de que los tres primeros leyeran las oraciones en el funeral de la Plaza Roja, indicaba que formaban un triunvirato dirigente. Nadie se podía imaginar en la URSS que poco tiempo después, Kruschev fuera a desbancarlos a todos.
Fuera cual fuera el papel exacto de Kruschev en los últimos años de Stalin, parece que le exigía simultáneamente ofrecer su amistad a Malenkov y Beria, y traicionarlos. Stalin no alentaba la amistad entre sus lugartenientes: los hombres de Stalin jugaban a varias bandas, lo que a Kruschev se le daba cada vez mejor. Lo que más llama la atención es la habilidad de Kruschev para “leer” a Stalin y Beria, y para ver lo que ellos “leían” de él. Aun mayor era la habilidad que tenia para ocultar su desenvoltura tras la convincente imagen de hombre tosco y limitado. Hubo varios hechos que fomentaron esa imagen: a la vez que sus logros como primer secretario del Partido en Moscú, en la industria y la agricultura posteriores a 1949, le hicieron ganar puntos ante Stalin, sus errores permitieron que sus rivales siguieran subestimándole.
Kruschev atacó la crisis de la vivienda en Moscú con energía e imaginación. La mayoría de la población vivía en apartamentos comunales. Había familias que incluso compartían una sola habitación. Aunque la población había crecido, la oferta total de vivienda apenas superaba la de 1940; Kruschev revolucionó la construcción con el hormigón prefabricado y aceleró la construcción del metro. Una de las innovaciones agrícolas de Kruschev fue la expansión de las granjas ganaderas y avícolas mediante la consolidación de pequeñas parcelas y la puesta en marcha de proyectos de mejora del suelo. Estas medidas no fueron bien aceptadas por los campesinos que se negaron a ello6. A Kruschev el golpe le dolió, pero cuando llegó a ser jefe del Gobierno Soviético a primeros de 1958, añadiendo ese puesto a su jefatura del Partido Comunista, se revocó la resolución del Politburó de abril de 1951 que condenaba su error.
Después del XIX Congreso, Stalin sustituyó repentinamente el Politburó por un Presidium más amplio formado por 25 delegados más jóvenes, siendo su propósito preparar la purga definitiva de la vieja guardia.
A finales de los años 30, Malenkov estaba ya a cargo de los cuadros de oficiales del partido. Su responsabilidad le exigía designar al “hombre adecuado para cada labor” en cada giro de la política. En nombre de Stalin, ya tenía el partido en sus manos, y esto le daba mayor influencia que muchos miembros del Politburó. Así pues los hombres clave en la maquinaria del partido a finales de los años 30 y durante los 40, fueron “hombres de Malenkov”. En este sentido la posición de Malenkov era “más fuerte” que la del propio Stalin, ya que tenía que deshacerse de sus oponentes en la maquina del partido y sustituirlos por sus favoritos.
Stalin fomentó a sabiendas la carrera de Malenkov, de manera que se pareciera lo más posible a la suya. Le proporcionó los mismos puestos que él había ocupado al lado de Lenin.
Al morir Zhdanov (posible rival de Malenkov, como Trotsky de Stalin), la ascensión de Malenkov se aseguró por completo, aunque todavía tenía que lidiar con la vieja guardia estalinista encabezada por Mólotov, que podía reclamar mayores derechos dentro de la jerarquía del partido.
En la tarde del 5 de marzo de 1953, mientras Stalin agonizaba, la cúpula del gobierno celebró una sesión conjunta del Comité Central, el Consejo de Ministros y el Presidium del Soviet Supremo. Kruschev presidió la sesión, pero Malenkov y Beria la dirigieron. Retiraron a Stalin de la Jefatura del Gobierno, Malenkov fue nombrado Presidente del Gobierno del Soviet. Malenkov nombró a Beria director de la policía. Ya dividido el botín, los hombres de Stalin volvieron apresuradamente a presenciar la agonía de Stalin.
El 9 de marzo se celebró el funeral de Stalin en la Plaza Roja, ante una tremenda aglomeración de gente. Cuando Molotov, Malenkov y Beria desde lo más alto del mausoleo que ya era de Lenin y Stalin, se dirigieron a la muchedumbre, se oyó solo en Molotov, un “sentimiento de amor y amargura que hacia estremecer su voz, él que era como un piedra”7y sin embargo, en los discursos de Malenkov y Beria “no hubo rastro de pena, emoción o sentimiento de pérdida”, por el contrario dada la sensación “de haber accedido al poder y estar encantados por ello”. Presidia el acto Kruschev, con aire oscuro y sombrío. Todo el mundo le rindió homenaje al “personaje” muero y a la leyenda que emanaba de él.
Tras sustituir a Stalin en el cargo de Primer Ministro, Malenkov presidia las sesiones del Presidium. Al parecer llevado por el temor de sus colegas a que acaparara demasiado poder, se retiró de su cargo como máximo secretario del Comité Central, el 14 de marzo de 1953.
Beria no sólo controlaba la policía, sino que además dirigía los proyectos nucleares y de misiles del país, haciéndose con el suficiente material de archivos personales de Stalin, para chantajear y destruir a sus asociados.
Molotov parecía conformarse con ser Ministro de Exteriores.
Kruschev ascendió a Primer Secretario del Comité Central.
Repartidos de momento el poder y la autoridad, llegaron las nuevas medidas interiores y exteriores. Todos los dirigentes aprobaron formalmente los cambios. El gobierno desempeñó un papel reformador. A mediados de marzo se dieron órdenes a los grupos de seguridad del estado para que revisaran casos judiciales amañados, entre ellos el del sabotaje o complot a los médicos. El 17 de marzo de 1953 se propuso que buena parte del imperio industrial y de la construcción pasara del MVD a los ministerios económicos ordinarios, y en pocos días se suprimió el trabajo de obras de la construcción, con mano de obra forzada.
Cuando la economía está fortalecida y así garantizado el orden público, el terror, justificado por las grandes revoluciones, queda en este momento fuera de lugar. La persistencia de esa dictadura, fraguada a sangre y hierro, para evitar el retorno a la época antirrevolucionaria, aseguraría su caída.
Las primeras actuaciones de Malenkov en el poder tenían un papel racionalizador. Comenzó con una ruptura con los aspectos eclesiásticos del estalinismo y con los hábitos escolásticos – burocráticos del pensamiento, que tanto habían entorpecido toda la maquina del gobierno.
La reforma sólo se podía iniciar desde arriba. El gobierno de Malenkov comenzó su trabajo con la solemne afirmación de que conservaría la continuidad de la política de Stalin, tanto interna como externa.
Los sucesores de Stalin estaban obligados a conservar las líneas generales de la política socio-económica que había desarrollado Stalin. Estaban dispuestos a continuar con la industrialización, el reforzamiento de la estructura colectiva de la agricultura y perseverarían por tanto en la economía planificada. En los aspectos fundamentales la continuidad estaba a salvo, en los primeros años después de la muerte de Stalin, como lo estuvo con Stalin a la muerte de Lenin. En otras palabras, se seguirían los objetivos marcados por el socialismo según la interpretación del Partido Comunista. Esto es quizá lo que Malenkov, de una forma sincera, hablaba de una continuidad.
Otra cuestión que se abordó a las pocas horas de los funerales de Stalin fue la reorganización del partido del gobierno. El Presídium del partido que había sido elegido tan solo cuatro meses antes de la muerta de Stalin, se redujo a un tercio de su tamaño. Catorce ministerios se fusionaron en cinco, y las fusiones continuaron a gran ritmo, tanto que el 15 de marzo de 1953, 45 ministerios se habían reducido a 14.
En esta distribución de puestos, ciertos componentes de la Vieja Guardia de Stalin sufrieron degradaciones, mientras que otro como Voroshilov y Kaganovich ascendieron.
En la presidencia de la Republica se produjo un cambio curioso, Shvernik, Presidente del Soviet Supremo y Jefe del Estado Titular, y Gorkin, Secretario del Soviet Supremo, fueron recomendados para el cese; y el mariscal Voroshilov fue recomendado para el puesto de Jefe de Estado. Malenkov como Primer Ministro estaba flanqueado por cuatro comisarios: Beria (jefe de los fundidos ministerios de Asuntos Interiores y Seguridad), Molotov (Ministro de Asuntos Exteriores), Bulganin (Ministro de Defensa) y Kaganovch (supervisor de todos los departamentos económicos).
Todos los cambios efectuados en el Partido, el Gobierno y la Presidencia motivaron un sentido de discontinuidad e incertidumbre en la jerarquía soviética. Ahora de forma más evidente se pudo ver que los reformistas y los estalinistas estaban formados en orden de batalla.
Los dos instrumentos materiales en los que descansaba el régimen en el pasado eran la policía y el gobierno. La policía política pretendía mantener su status quo, y miraba con aprehensión y sospechaba cualquier intento de liberalizar el régimen. Difícilmente, la policía política podría haber estado en contra de la reforma sin haber contado con la Vieja Guardia de Stalin. Por resentimiento hacia Malenkov por su ascensión o por puro convencimiento, Molotov miraba con precaución los gestos de éste.
La primera preocupación de Malenkov fue controlar la policía política para evitar su interferencia en las reformas proyectadas. Para asegurarse, proyectó el debilitamiento de Molotov.
Ya a primeros de marzo fusiona el Ministerio de Seguridad del Estado en el de Interior y coloca a la cabeza del nuevo departamento a Beria, que abrió los dossiers del anterior Ministro de Seguridad del Estado e investigo el “complot de los médicos”. Posteriormente la policía política sufrió un duro revés cuando se supo que todo había sido una maquinación por parte del jefe del Departamento de Investigaciones del antiguo Ministerio de Seguridad del estado.
En la misma sesión del Comité Central en la que Ignatiev8, fue destinado al Secretariado General del Partido, Malenkov dimitió del mismo. El 6 de abril de 1953, Ignatiev fue destituido de su nuevo cargo. Malenkov pudo verse obligado a su retirada del Secretariado por presiones de sus oponentes celosos de su ostentación de los más altos cargos tanto en el Partido como en el Estado. Pero es posible que para él el Secretariado no fuera tan importante como lo fue en otra época para Stalin.
Algunos éxitos de las reformas se vieron reflejados en el anuncio de una amnistía el 28 de marzo de 19539.
Estos cambios también se manifestaron en la apertura de más libertad de prensa.
Las confesiones que obtenía la policía por parte de los presos eran obtenidas en ocasiones por métodos que estaban estrictamente prohibidos por la ley soviética; pero esto no se podía detener si no se hacían públicas las técnicas de terror utilizadas por la policía política. Fue de este modo como el gobierno de Malenkov, dio un golpe importante cuando ordenó el arresto de los funcionarios y oficiales encargados de la investigación del complot de los médicos, e hizo pública la criminal forma por la que habían obtenido las pruebas.
Por otro lado, con estas actuaciones, Malenkov pretendía amansar a la policía política más que deshacerla, puesto que la liberalización para un régimen dictatorial resulta difícil y peligrosa. En su primera declaración como Primer Ministro, Malenkov en relación a la Política Exterior manifestó: “La política exterior más correcta, indispensable y justa es la de paz entre todos los pueblos, una política de confianza mutua, sistemática, basada en las realidades y confirmada por las realidades”.10
Poco después de la acaecida muerte de Stalin, el estilo en asuntos soviéticos dio un giro menos obsesionado por el prestigio que sus antecesores. Era un gesto que contrastaba con el constante enfangamiento de la guerra fría. De todos modos seguía habiendo dos facciones opuestas, la una a favor de una coalición con occidente y la otra contraria al “apaciguamiento”. Este desacuerdo estaba basado en la diferencia de percepción de unos y otros entre las posibilidades de guerra o paz.
Entre los contrarios al apaciguamiento estaban los que veían inminente una nueva guerra mundial y por lo tanto eran contrarios a perder posiciones en Europa central sobre todo en Alemania y Austria, ya que eran igualmente vitales tanto desde el punto de vista defensivo como ofensivo. La Unión Soviética desde este punto de vista estaba interesada en mantener la división en Alemania, para mantener así su status quohasta que estallase la hipotética guerra. Por lo tanto toda propaganda a favor de la unificación de Alemania era mera falacia. No era así la opinión de los que estaban a favor de una coalición exterior, que aunque veían con buenos ojos la ventaja de conservar Alemania Oriental, creían que la unificación de Alemania debía ser objetivo primordial en la política soviética y no era una mera propaganda publicitaria sin verdadero contenido. El precio por la pérdida del régimen comunista en la Alemania oriental traía consigo el compromiso por parte de occidente también de retirar sus fuerzas en Alemania. Una Alemania neutral seria un útil “tapón” entre el este y el oeste.
Stalin, en los últimos años, era más proclive a comulgar con los apaciguadores, ya que dejó constancia de su opinión sobre la evitabilidad de una guerra entre los bloques comunistas y anticomunistas. De todos modos no dejaba del todo claro sus decisiones en este terreno, de modo que parecía andar en dos aguas. Esta ambigüedad y falta de criterio decisivo hizo que las formulas propuestas para la retirada de los ejércitos en la Alemania ocupada, siempre iban acompañados de ciertas clausuras que resultaban inaceptables por parte de las potencias occidentales.
Parece ser que entre estos dos frentes Malenkov formaba parte de los pacifistas, entendiendo que relajar las tensiones internacionales favorecerían las reformas internas.
Todo esto, sin embargo, no pasaba de ser en la realidad teórico, ya que por ambas partes, Rusia y occidente se veían envueltos a su vez en su afán por el control y la supervisión internacional. Occidente presionaba a Rusia para que disminuyese el tamaño de sus ejércitos tan grandiosos que tenía en pie de guerra, y a su vez Rusia pedía información sobre la cantidad de bombas atómicas que almacenaba EE.UU. pero tanto unos como otros protegían con gran celo sus secretos, y se habían negado a divulgarlos.
Aunque como ya se dijo, en materia exterior, la doctrina legada por Stalin era de “autocontención”, es difícil pensar que en aquel momento esto sería fácil, ya que en ese momento en el tercio del mundo comunista no estaban claramente delimitadas las fronteras. Para el gobierno de Malenkov, la retirada de Alemania debía pasar por la retirada a su vez de las potencias occidentales.
Kruschev
Dos años y medio después de la muerte de Stalin, Beria fue arrestado y ejecutado; Malenkov degradado y Mólotov sujeto a grandes criticas. Pese a caer en desgracia tanto Malenkov como Mólotov conservaron sus escaños en el Presidium, pero para entonces, sino antes, Kruschev ya era el jefe.
Tras suceder a Stalin, Kruschev empezó a pronunciarse acerca de los aspectos culturales. Kruschev actuó con gran habilidad en el secretariado y explotó el temor del “aparato” a la dictadura de un solo hombre, hasta que Malenkov, Jefe de Gobierno renunció a su puesto de secretario en el Comité Central del PCUS.
Ya quitado de en medio Beria, fue elegido primer secretario, restableció la supremacía del partido y se arrimó a los conservadores, contrarios a la policía liberal de Malenkov, destituido y remplazado por Bulganin en 1955. Entonces, cambió de táctica, se enfrentó a Mólotov, e inauguró un nuevo estilo diplomático de viajes y contactos personales con dirigentes no comunistas. En el XX Congreso (febrero de 1956), leyó un informe secreto, en el que condenaba el culto a la personalidad y denunciaba los crímenes durante la época de Stalin. La desestalinización acabó con el terror, y descentralizo la economía; en el exterior tuvo una enorme repercusión en la marcha de los partidos comunistas y disminuyó la tensión internacional mediante una política de coexistencia pacífica.
Alarmados por los efectos del “deshielo”11, sus adversarios en el politburó le destituyeron, pero él cambió la situación a su favor en una reunión del Comité Central. La mayoría del Politburó fue acusado de formar un grupo “anti partido” y Malenkov, Mólotov, Kaganpovich eliminados en junio de 1957.
Después de este triunfo, asumió también el cargo de presidente del Consejo de Ministros en 1958. El éxito de los primeros satélites artificiales y el amplio plan septenal, no pudieron paliar su fracaso de ultimátum sobre Berlín.
Después de otros acontecimientos, algunos con más éxito que otros, fue destituido en 1964 por el Comité Central de todos sus cargos, fundamentalmente por sus fracasos en política agraria y por su forma excesivamente personal de llevar la política exterior.
Así pues la desestalinización aunque comenzó realmente a partir de 1953, es en 1956 el momento clave, cuando Kruschev hace público el Informe Secreto.
Bibliografía
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- FEJTÖ, François: Historia de las democracias populares, 1953 – 1970. Barcelona, Martínez Roca, 1917.
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- PRIESTLAND, David: Bandera Roja. Historia política y cultural del comunismo. Barcelona, Critica, 2009.
- TAUBMAN, William: Kruschev. El hombre y su tiempo. Madrid, La Esfera de los libros, 2005.
1 Término ya utilizado por Platón.
2 Ningún funcionario podía divulgar ningún dato, por trivial que fuera, sobre la vida nacional o de los trabajadores del Gobierno. En los últimos años fue tal, que pasó a ser un crimen de Estado.
3 Según Mikoyan, Stalin “quería soltarnos la lengua” para saber “qué pensaba cada cual”.
4 Beria y Malenkov dirigían una; la otra era conocida como facción Leningrado y estaba compuesta por Zhdánov, Voznesensky y Kuznestov
5 Malenkov a cargo del personal del Partido y Beria a cargo de la policía secreta.
6 Malenkov hizo referencia a esto, considerándolo como un error, en el XIX Congreso del Partido de 1952.
7 Según lo describe Simonov.
8 Que parecía, podía controlar a los reformistas.
9 “Somos más fuertes que nunca y por consecuencia podemos permitirnos suavidad.” Esto formaba parte del preámbulo del decreto de amnistía.
10 Ésta declaración fue una crítica a la política exterior de Stalin. Stalin no podía permitir que nada menoscabase la grandeza e infabilidad del Padre del Pueblo, así es que exageraba cada éxito soviético y disfrazaba de logro todo aquello que no lo era.
11 Insurrecciones en Polonia y Hungría.
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