Historia
Descubrimiento de América
Introducción
La expansión marítima de la cultura occidental se produjo simultáneamente con otros dos acontecimientos, el Renacimiento y la reforma, que contribuyeron a formar en el hombre de Occidente un nuevo concepto de la naturaleza, del hombre mismo y de la vida humana.
Para tratar de comprender lo que realmente permitió el descubrimiento de América, es necesario recordar algunos antecedentes:
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Las relaciones comerciales con Oriente, iniciadas por los venecianos. Sobre todo por Marco Polo, a través de los viajes que realizó en el siglo XIII.
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La conquista de Constantinopla por los turcos, a mediados del siglo XV, lo que produjo el bloqueo del tráfico de especias por el Mediterráneo. Los europeos iniciaron entonces, la búsqueda de nuevas rutas comerciales que los llevaran a Oriente.
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La necesidad de obtener productos asiáticos como la seda, la pimienta y el clavo de olor.
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Los progresos técnicos que permitieron la navegación oceánica. Como la brújula, el sextante, la cartografía, el uso de la carabela y la idea de la esfericidad de la tierra.
Todos estos antecedentes hicieron posible el inicio de las grandes exploraciones marítimas europeas encabezadas por los portugueses y los españoles
En este trabajo veremos la vida y obra de tres grandes descubridores, como lo son Cristóbal Colón, Americo Vespucio y Fernando de Magallanes.
Biografía Cristóbal Colón
Nació en Génova (algunos autores se refieren a Colón como: catalán, castellano, francés, griego, etc.
Fue hijo de un matrimonio de humildes tejedores: Diego Colón y Susana Fontanarrosa, quienes eran cardadores de lana
Se interesó desde niño por la navegación, trabajando desde muy joven como grumete.
En 1477, vivió en Lisboa, Portugal, donde vivió dibujando mapas y se casó con Felipa Muñiz de Perestrello, hija de Bartolomé Perestrello, un marino Italiano que estaba el servicio de Enrique "El Navegante").
De este matrimonio, nació hacia 1482, su hijo Diego Colón. Durante los años en que vivió en Portugal, concibió Colón el proyecto de navegar al occidente para llegar a las indias, proyecto que elevo la consideración del rey Juan II, solicitándole su apoyo. El soberano consulto a sus consejeros técnicos y estos lo rechazaron, no por irrealizable sino por que el país contaba con excelentes marinos y necesitaba de los servicios de un extranjero a quien nadie conocía como cosmógrafo ni como marino, y también por que Colón exigía recompensas que parecieron exorbitantes.
Ante el fracaso y también por el fallecimiento de su esposa (1484) viaja con su hijo Diego a España, albergándose en el Convento de la Rábida donde los monjes aceptan sus teorías y proyectos.
Deseaba llegar a las Indias Orientales, tierras en las que suponía encontraría grandes riquezas.
En 1486, los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez a Colón en Alcalá de Henares (Madrid) pero una junta de expertos no aceptan sus proyectos.
En 1488 mientras esperaba la decisión de los Monarcas, conoció a Beatriz Enríquez de Arana, que le dio un hijo: Fernando Colón.
Con la ayuda de uno de los religiosos (Fray Juan Pérez), logró finalmente el apoyo de los reyes que gobernaban España: Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los ¨Reyes Católicos¨, quienes le proveen de ayuda económica con el fin de organizar la expedición.
El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fé, que concedieron a Colón el título de almirante de la expedición, virrey de la tierra que conquistaran y el diez porciento de la riquezas que pudiera traer a España.
Del Puerto de Palos (España), Cristóbal Colón parte el 3 de agosto de 1492, con tres naves: la Santa María, la Pinta y la Niña(acompañado en la empresa por los hermanos Martín y Alonso Pinzón y los hermanos Niño).
La tripulación estaba formada por ciento veinte hombres (aproximadamente).
El 12 de octubre de 1492, el marinero Rodrigo de Triana vio una costa cubierta de palmeras y gritó: Tierra!!!!.
Desembarcaron al día siguiente en la isla de Guanahaní (bautizada San Salvador).
Continuó viaje descubriendo otras islas entre las que se destacaban La Española (ocupada actualmente por Haití y Dominicana) y Juana (Cuba). Regresó a España (dejando en La Española una pequeña guarnición), con el fin de contarle a los reyes que había llegado a las Indias. Cuando regresó a España tuvo un gran recibimiento por parte de los reyes.
A partir de allí se suceden varios viajes, pero ninguno con el éxito que tuvo el primero.
En 1498, Colón partió por tercera vez con ocho naves, desde San Lucas de Barrameda. Descubrió la isla Trinidad, el golfo de Paria y la isla Margarita. Arribó a la desembocadura del río Orinoco y al llegar a la Española, se enteró que Santo Domingo, se había sublevado. Los enemigos de Colón, convencieron a los reyes para que lo destituyeran de su cargo. Viajó a la Española un comisionado real, Francisco de Bobadilla, quien ordenó apresar a Colón y a su hermano Diego, enviándolos de regresó a España. Los monarcas ordenaron su liberación, pero no le devolvieron su cargo.
Después de su ultimo y cuarto viaje, vuelve a España para morir en Valladolid en 1506, dos años después de la reina Isabel. Colón nunca acepto que había descubierto un nuevo mundo hasta el fin de sus días
Un año después de su muerte se empieza a difundir la idea de Américo Vespucio de que las tierras halladas por Colón eran un nuevo mundo y se les dio injustamente el nombre de América.
Primer viaje de Colón
El 23 de mayo de 1,492, los vecinos de la pequeña villa de Palos fueron convocados en la iglesia parroquial de San Jorge, donde en presencia de Colón y fray Juan Pérez se leyó la orden real. El pueblo de Palos era requerido para abastecer y armar dos carabelas, a fin de que Colón pudiera salir donde los soberanos le enviaban. La Corona pagaría por anticipado cuatro meses de sueldo a las tripulaciones, en la cuantía normal para la navegación de altura.
Se consiguieron la Pinta (de Gómez Rascón y Cristóbal Quintero) y la Niña (de Juan Niño). Seguramente fue Juan Pérez quien atrajo a la causa a los hermanos Pinzón, pertenecientes a una antigua familia de marineros y armadores de Palos. Las tripulaciones afluyeron incluso para la tercera unidad, la nao la Gallega ( de Juan de la Cosa), fletada por Colón y rebautizada con el nombre de Santa María. Tanto Santángel como Colón pidieron considerables cantidades de dinero a préstamo.
Una circunstancia que contribuyó a retrasar el viaje fue la expulsión de los judíos. En principio se había decidido que todos los judíos no conversos abandonarían el país antes del 30 de junio, pero la imposibilidad de cumplir dicho plazo hizo ampliar la fecha límite hasta el 2 de agosto. Los judíos más ricos fletaron barcos en todos los puertos españoles y los cargaron de gente y efectos personales. Quizá los armadores de Moguer y Palos pensaron que podían obtener mayores beneficios si los dedicaban al transporte de judíos, y por ello no estuvieron bien dispuestos a fletar sus carabelas a Colón, quien a menudo se quejó de las malas cualidades marineras de la Santa María. Según las versiones la cifra de judíos expulsados en 1.492 oscila entre 160.000 y 800.000.
Colón aguardó hasta el último momento la fecha de expulsión, y entonces fijó su salida para el 3 de agosto. Las tripulaciones subieron a bordo la tarde del día 2.
En las tres naves embarcaron noventa hombre, aunque algunos hablan de ciento veinte. En la nave capitana acompañaban a Colón, capitán general, el maestre y propietario Juan de la Cosa y el piloto Peralonso Niño. En la Pinta iba el capitán Martín Alonso Pinzón; Francisco Martín Pinzón era maestre, y Cristóbal García Sarmiento, piloto. La Niña era mandada por Vicente Yáñez Pinzón; el propietario de la nave, Juan Niño, iba como maestre, y Sancho Ruiz de Gama como piloto.
El 6 de septiembre, las tres naves zarparon de La Gomera (I. Canarias) rumbo al Oeste. El 7 de octubre alteraron el rumbo al Oessudoeste. Dos horas antes de la medianoche del 11 de octubre atisbaron una luz, y San Salvador (Guanahaní) fue avistado al amanecer. Colón desembarcó y tomó posesión de la isla para España. Sucesivamente, las naves visitaron Santa María de la Concepción (Rum Cay), Fernandina (Long Island), Isabela (Crooked Island) y la isla de Arena (Little Ragged Island), antes de fondear en un puerto de Cuba llamado posteriormente San Salvador (Bahía Blanca). Colón se creía en Cipango, pero llamó al país Juana. Navegaron al Oeste hasta el Río de Mares (Puerto Gibara), y encontraron vientos de proa cerca del actual Puerto Padre. La convicción de que aquella costa pertenecía al continente asiático comenzó a prosperar. Regresaron al Río de Mares y navegaron hacia el Este rumbo a las islas Doradas de Babeque (Gran Inagua).
El 22 de noviembre, la Pinta se apartó de las otras naves. La Santa María y la Niña fondearon en el puerto de Santa Catalina (Puerto Cayo Moa), Puerto Santo (Baracoa), Puerto de San Nicolás (Haití), Puerto de la Concepción (Baie des Moustiques) y Mar de Santo Tomás (Baie de l´ Ácul). El 24 de diciembre, la Santa María encalló y se hundió a la altura del actual cabo Haitien. Dos días después se fundó la fortaleza de La Navidad, primer asentamiento Colonial en América. El 6 de enero de 1.493, la Pinta se reunió con la Niña a la altura de Monte Cristi (República Dominicana). Cinco días más tarde, los españoles lucharon por primera vez contra los taínos en Puerto de las Flechas (Bahía de Samaná). El 16 de enero, la dos naves iniciaron el viaje de regreso. Un temporal las separó, y tras una breve escalada en Santa María, la Niña fondeó en Rastelo, el puerto exterior de Lisboa. El 9 de marzo, Colón visitó a Juan II en Val do Paraiso, y el 15 la Niña arribó a Palos.
A primeros de abril, encontrándose en Sevilla, el Almirante recibió una carta de los reyes, que le confirmaban los títulos prometidos en Santa Fe y le rogaban que acudiese a Barcelona a fin de preparar una nueva expedición. Antes de partir, el Almirante escribió un largo memorial destinado a Isabel y Fernando, donde daba sus ideas para la primera Colonización a gran escala de las tierras recién descubiertas. Entre otras cosas sugería que la Española fuese Colonizada por dos mil emigrantes voluntarios, y proponía medidas para el control del oro que se hallase. En el momento del triunfo hizo una propuesta que después lamentaría: la de permitir el descubrimiento de nuevas tierras a cuantos quisieran realizarlo.
Para obtener del Papa Alejandro VI el reconocimiento de sus derechos sobre las islas y cualquier continente que pudiera encontrarse, los reyes enviaron inmediatamente instrucciones a su representación en Roma. A finales de marzo, la carta que Colón había enviado a Luis de Santángel fue impresa en Barcelona; en 1.493 aparecían nueve ediciones en idiomas distintos.
El Almirante fue recibido a mediados de abril por los reyes en el palacio del Tinell de Barcelona. Allí hizo Colón el relato del viaje, presentó a los seis indios que habían sobrevivido a la travesía de regreso y mostró el oro recogido. Los soberanos se arrodillaron y con ellos todos los presentes, agradeciendo a Dios los favores recibidos. A Colón se le concedió el privilegio de incluir en su escudo de armas los emblemas oficiales de Castilla y de León, y se le otorgó una donación de mil doblones. Los indios fueron bautizados, actuando como padrinos los propios reyes.
La decisión del Papa Alejandro VI, español de nacimiento, llegó a Barcelona a finales de mayo: era una bula mediante la que disponía que todas las tierras descubiertas por los soberanos de Castilla les pertenecía, siempre y cuando no fuesen ya propiedad de otro príncipe cristiano. Como una bula Anterior prohibía a los españoles hacer descubrimientos al sur de las Canarias, y de la carta de Santángel se deducía que las islas recién descubiertas estaban al sur de las Canarias, Colón propuso una gestión que indujese al papa a asignar a Castilla todas las tierras al occidente de una línea de polo a polo, cien leguas al Oeste de las Islas Azores y Cabo Verde. Una nueva bula, que ampliaba la concesión papal a Castilla, fue publicada el 26 de septiembre. El soberano portugués no se amilanó, consciente de que su superioridad naval le permitía obstaculizar a los castellanos el acceso a las Indias, optó por negociar directamente con los Reyes Católicos. El resultado, obtenido cuando Colón ya se hallaba nuevamente en América, fue el Tratado de Tordesillas de junio de 1.494, por el que la línea de demarcación era trasladada 370 leguas al Oeste de Cabo Verde, lo que permitió que el futuro Brasil quedase en el área portuguesa.
Tripulación del primer viaje de Colón
Tripulación de la santa María * Cristóbal Colón.......Capitán general. * Rodrigo Sánchez....Veedor. (De Segovia). | Tripulación de la pinta * Martín A. Pinzón...............Capitán. | Tripulación de la niña * Vicente Yáñez Pinzón.....Capitán. |
Nadie sabe a ciencia cierta cuentos hombres componían las tripulaciones de las tres carabelas que partieron en la primera expedición con Cristóbal Colón. Hay quienes hablan de 90, 100 e incluso 120 hombres, pero pocas son las pruebas que se pueden aportar sobre la cifra verdadera.
Segundo viaje de Colón
El 29 de mayo de 1.493, Colón recibió instrucciones reales, según las cuales el primer objetivo de la nueva expedición era la conversión de los nativos y el segundo la explotación económica del descubrimiento. La organización de la vasta flota patrocinada por Isabel y Fernando fue obra conjunta del propio Colón y del archidiácono de Sevilla Juan de Fonseca. Diecisiete navíos y mil doscientos hombres integraron la expedición. La Capitana, que bien podía tener unas doscientas toneladas, fue llamada Santa María, como su predecesora; perteneciente a Antonio de Torres. Otras naves grandes eran la Gallega y Colina. Se embarcaron cinco religiosos, entre ellos el benedictino catalán fray Buil, y numerosos hombres de armas, incluidos veinte caballeros con sus monturas y también arcabuceros y ballesteros; además, centenares de labradores y artesanos, entre los que abundaban los albañiles. La flota partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1.493. Cristóbal Colón, capitán general de la misma, iba acompañado por su joven hermano Diego
No se conserva el diario de a bordo del Almirante ni hay trascripción de Las Casas, por lo que resulta imposible seguir este viaje con la precisión del anterior. Sin embargo, dos miembros de la expedición escribieron interesantes relatos: Michele de Cuneo, de Savona, amigo de infancia del Almirante y Diego Álvarez Chaca, médico de Sevilla y cirujano principal de la expedición.
Tras la usual escala en Canarias, el 13 de octubre comenzó la auténtica travesía del Atlántico. El rumbo dispuesto por Colón era Oeste cuarto del Sudoeste, a fin de alcanzar las islas habitadas por los indios caribes, que no había podido visitar el año anterior. Esta ruta discurría enteramente por la zona de los alisios, que le llevaron a su destino en sólo tres semanas. En la madrugada del domingo 3 de noviembre avistaron una isla a la cual Colón dio el nombre de Dominica en atención al día.
Desde allí describieron un arco hacia el Noroeste y Oeste hasta llegar a San Juan Bautista (Puerto Rico), costeando las bellas islas de sotavento, que el Almirante bautizaba a medida que aparecían en el horizonte: Santa María de Guadalupe, Santa María de Monserrate (Montserrat), San Jorge (St. Kitts), Santa Cruz (St. Croix), las Once Mil Vírgenes (Virgin Islands). Desde Puerto Rico se dirigieron rápidamente hacia La Española. El 27 de noviembre, la flota fondeó a la altura de La Navidad, para descubrir que la guarnición había sido aniquilada por los taínos.
Tras navegar hacia el Este ciñendo el viento, anclaron en una bahía donde Colón fundó el asentamiento de Isabela, en la actual República Dominicana. Hojeda y Corbalán exploraron Cibao y regresaron con noticias de haber encontrado oro abundante. El 2 de febrero Antonio Torres volvió a España con doce naves y el memorial que Colón le había entregado para los reyes. Del 12 al 29 de marzo Colón recorrió Cibao y ordenó construir el fuerte de Santo Tomás en el interior de la isla, al sur de la llamada Vega Real; allí dejó un destacamento de cincuenta hombres mandados por Pedro Margarit. Luego navegó hacia el Oeste con la carabelas Niña, Cardera y San Juan. Sucesivamente fondearon en el cabo Alfa y Omega (Cabo Maisi, en Cuba), en Puerto Grande (bahía de Guantánamo) y en el emplazamiento del actual Santiago de Cuba. Era un viaje de aparente recreo, pero Colón seguía buscando la identificación de Catay con Cuba; hizo un viraje lateral y descubrió Jamaica. Luego surcó las aguas poco profundas y salpicadas de islotes del Jardín de la Reina (Laberinto de las Doce Leguas), hasta la actual bahía Cortés. Allí, su secretario Pérez de Luna obligó a las tripulaciones a firmar una declaración en el sentido de que consideraban a Juana (Cuba) como parte de un continente. El 13 de junio comenzaron el largo viaje hacia el Este, barloventeando. Tras contornear Jamaica y La Española, Colón observó un eclipse de luna en la Bella Saonesa (la actual Saona). Su salud se había quebrantado: se le nublaba la vista y ocasionalmente caía en coma cuando fondearon en Isabela el 29 de septiembre.
En Isabela colón tuvo la alegría de encontrar a su hermano Bartolomé, a quien no había visto en cinco o seis años, y que acababa de llegar al mando de tres carabelas. Pero los informes de su otro hermano, Diego, a quien había dejado como presidente del Concejo, eran preocupantes. Insatisfechos, los hombres de Pedro Margarit habían saqueado Vega Real y sometido bárbaramente a los indios. Cuando la situación se hizo ingobernable, Pedro Margarit comenzó a discutir con Diego Colón el mando de la isla y finalmente, se embarcó con el padre Buil y otros clérigos, rumbo a España, en las carabelas que había llevado Bartolomé Colón.
Concejo, eran preocupantes. Insatisfechos, los hombres de Pedro Margarit habían saqueado Vega Real y sometido bárbaramente a los indios. Cuando la situación se hizo ingobernable, Pedro Margarit comenzó a discutir con Diego Colón el mando de la isla y finalmente, se embarcó con el padre Buil y otros clérigos, rumbo a España, en las carabelas que había llevado Bartolomé Colón.
Pequeñas partidas de soldados continuaban empeñadas en luchas y saqueos. Los indios tomaron represalias y algunos españoles fueron acechados y muertos.
A finales del otoño de 1.494 Alonso de Torres volvió de Castilla con cuatro carabelas bien pertrechadas y una carta, en la que los reyes pedían a Colón que regresase para ayudarles a determinar la línea de demarcación indicada por el Tratado de Tordesillas. Pero el Almirante todavía se encontraba enfermo y no deseaba informar del desorden imperante en su virreinato. Retomó la presidencia del Concejo y envió una expedición de castigo contra los indios. Los españoles, que luchaban con armas blancas y de fuego, caballos y perros, tornaron a Isabela con mil seiscientos prisioneros taínos, que fueron repartidos o enviados a Castilla como esclavos, en las carabelas de Torres.
El Almirante acabada de dar el título de Adelantado a su hermano Bartolomé, lo que convertía a éste en su segundo, cuando supo que el cacique Guatiguaná había reunido una fuerza en Vega Real y planeaba atacar a los españoles. Recuperada la salud, Colón marchó al frente de una tropa de doscientos ballesteros y mosqueteros, veinte lanceros, veinte perros y un número indeterminado de indios rivales de Guatiguaná. Dice Hernando Colón que acometieron tan vigorosamente al ejército de indios hostiles que " todos, siguiendo y matando, hicieron tal estrago, que en breve fue Dios servido tuviesen los nuestros tal victoria, que siendo muchos muertos, y otros presos y destruidos". Seguidamente, Colón quiso anular a Caonabo, el cacique de Maguana, a quien se suponía instigador de la matanza de La Navidad. Mediante un ardid, Alonso de Hojeda consiguió apresar al cacique y lo llevó en triunfo a Isabela, donde Caonabo permaneció encadenado casi un año, antes de ser enviado a Castilla.
Aunque todavía hubo escaramuzas en diversos lugares de las islas, el Almirante no tuvo mayores dificultades.
Restablecida la paz, impuso a los indios onerosos tributos en oro. Incapaces de reunir las cantidades exigidas y obligados a descuidar sus cultivos, muchos taínos murieron de hambre; otros se suicidaron para escapar al acoso. Un tercio de la población indígena de La Española pereció entre 1.494 y 1.496.
En octubre de 1.495 arribaron cuatro carabelas castellanas. Los reyes habían escuchado las quejas de fray Buil y Pedro Margarit y enviaban a un cortesano llamado Juan Aguado para que informase de las condiciones de la Colonia. A principios de 1.496 Colón hizo botar una nueva carabela llamada la India. La Niña fue carenada y calafateada y el 10 de marzo el Almirante salió de Isabela rumbo a Castilla. Bartolomé quedó al mando de La Española, encargado de buscar emplazamiento para una nueva población con buen puerto; el Adelantado fundaría Santo Domingo al sur de la isla, en el estuario del río Ozama.
El Almirante decidió gobernar al sur para evitar tempestades; los consiguió, pero a costa de realizar un viaje muy largo. El 11 de junio de 1.496 la India y la Niña fondeaban en Cádiz con 225 españoles y poco más de 30 indios cautivos.
En Burgos, vestido con el humilde hábito franciscano que había adoptado como penitente, Colón se arrodilló ante Fernando e Isabel, les hizo un relato del viaje y comprobó que, pese a los informes desfavorables que habían recibido, mantenían su confianza en él. Pero los gastos que suponían las alianzas matrimoniales y la guerra contra Francia impidieron que los reyes pudieran satisfacer inmediatamente su demanda de emprender una nueva expedición. Hasta el 23 de enero del año siguiente no lograría enviar dos carabelas ( la veterana Niña y la India) a La Española con víveres, abastecimientos y mujeres. Mientras, Vasco de Gama había salido de Lisboa con la intención de doblar el cabo de Buena Esperanza y llegar a la India
Tercer viaje de Colón
La preparación de la flota para la tercera expedición fue en extremo laboriosa, en parte por la lentitud con la que llegaba el dinero prometido por la Corona y, en parte, por la renuencia de los patrones y la dificultad de encontrar voluntarios; de nuevo los reyes concedieron el perdón a cuantos delincuentes embarcaran, salvo en los casos más graves.
Para la nueva expedición se fletaron seis barcos, que levaron ancla el 30 de mayo de 1.498. Tres fueron directamente a La Española, mientras Colón, al mando de los otros tres - la Santa María de Guía, la Vaqueños y el Correo -, seguían una derrota más al sur. Gracias a las buenas relaciones ahora existentes entre los dos reinos ibéricos, Colón pudo recalar en la isla de Cabo Verde. La flota avanzó luego hacia el Sudoeste, impulsada por un viento cada vez más leve, que cesó por completo el 13 de julio. Se hallaban en la zona más tórrida y clama del Atlántico en aquellas estación, Parece ser, que tras ocho días sin viento, sopló el alisio del Sudeste, ya que en el extracto de la carta a los reyes que hizo Las Casas consta que se sucedieron diecisiete días de vientos favorables. Como no se atrevía a ir más al sur a causa del calor, el almirante enmendó el rumbo al Oeste. El 31 de julio, cuando el agua potable comenzaba a escasear a bordo, avistaron Trinidad y al día siguiente divisaron al Sur lo que les pareció una isla y que era la actual punta Bombeador, en el gran delta del Orinoco. Por primera vez se hallaban los españoles ante el continente sudamericano.
Una inmensa ola, probable consecuencia de una erupción volcánica submarina, zarandeó a la flota en la Boca de las Sierpes, entre Trinidad y el delta. Atravesado el estrecho, Colón penetró en el plácido golfo de Paria, donde observó que los indios se adornaban con perlas. Navegaron después hacia una tierra montañosa que resultó península (península de Paria) y cuya costa meridional exploraría buscando una salida. El 13 de agosto abandonaron el golfo de Paria por la Boca del Dragón y vislumbraron Belaforma (Tobago) y Asunción (Granada). Colón se encontraba enfermo y casi ciego, como durante el viaje anterior. Llegó a presentir que había descubierto "tierra infinita", esto es, un nuevo continente. Pero, negando esta opinión razonable, terminó persuadiéndose a sí mismo de que había llegado al umbral del Paraíso Terrenal, el bienaventurado dominio cuya ubicación había sido discutida tan vivamente por los geógrafos medievales.
Preocupado por su enfermedad y porque los víveres se corrompían, el Almirante se dirigió a La Española, a la que llegó con rumbo seguro. El 31 de agosto fondeaba en la boca del Ozama y se reunía con su hermano el Adelantado, que le transmitió noticias descorazonadoras. Los españoles habían levantado la nueva Colonia de Santo Domingo, donde se hallaban en una relativa paz con los taínos; pero la escasez de víveres y la falta de noticias de la metrópoli habían propiciado que, aprovechando la ausencia de Bartolomé, dedicado a la recaudación de impuestos en la provincia de Xaragua, el alcalde mayor Francisco Roldán y otros descontentos se rebelaran. A instigación de Roldán, los sublevados se aliaron con los súbditos de Guarionex, cacique antaño poderoso, a quien prometieron la abolición de impuestos a cambio de su ayuda para atacar el fuerte de Concepción de la Vega, en el camino entre Isabela y Santo Domingo. Bartolomé regresó a tiempo, incendió los poblados de Guarionex y finalmente prendió a éste. La intentona del Roldán pudo terminar en aquel punto; pero los tres navíos de abastecimiento que habían precedido a Colón fueron a recalar cerca de los rebeldes y parte de sus tripulaciones se habían unido cuando llegó el Almirante.
En octubre de 1.498 Colón envió a su capitana y a la carabela El Correo de regreso a Castilla, con su carta a Isabel y Fernando y un informe de los sucesos de la Española; requería sacerdotes y un juez para ejercer la autoridad real. Incapaz de actuar con energía y de obligar a Roldán a la sumisión en nombre de los reyes, Colón empezó a negociar con el jefe rebelde, que pidió y obtuvo que se retirasen las acusaciones contra él, que se le confirmara en su puesto de alcalde mayor y que se le concediera, como a sus hombres, tierras e indios.
El 15 de octubre Colón supo que una flota al mando de Alonso de Hojeda había fondeado en el cercano puerto de Brasil. Tras tener noticias de los descubrimientos del Almirante en Trinidad, Paria y zona del Paraiso Terrenal, Hojeda había obtenido la ayuda de Juan de Fonseca para efectuar una expedición a dichas regiones; con él fueron Juan de la Cosa y Américo Vespucio. Hojeda y sus hombres llegaron a Trinidad y descubrieron las ricas pesquerías de Cubagua y Venezuela, antes de dirigirse al Norte y arribar a Brasil, en La Española, donde se dedicaban a cortar árboles de palo Brasil y a cazar indios.
Como el oro, el palo Brasil pertenecía a la Corona, y el Almirante estaba en el derecho de intervenirlo. Roldán se ofreció para capturar a Hojeda, quien tras breves escaramuzas, se retiró y fue a las islas al norte de La Española y luego a Castilla, con sus carabelas cargadas de esclavos.
Otros navegantes como Peralonso Niño y Vicente Yáñez Pinzón habían sido autorizados para descubrir nuevas tierras en las Indias, como consecuencia de la pérdida de influencia de Colón en la corte.
Viendo la falta de confianza del Almirante en sí mismo, los antiguos rebeldes aspiraron a nuevas concesiones y volvieron a sublevarse. El 23 de agosto de 1.500, mientras el Almirante reprimía un levantamiento local en Concepción de la Vega y Bartolomé Colón otro en Xaragua, una flota castellana entró en el estuario del Ozama. Al mando iba el nuevo gobernador Francisco de Bobadilla, enviado por los reyes para ejercer la justicia. Acababa de desembarcar Bobadilla cuando vio los cuerpos de siete españoles que pendían de la horca. Diego Colón, al mando de Santo Domingo en ausencia de sus hermanos, le hizo saber que eran rebeldes y que otros cinco iban a ser colgados al día siguiente. Tras una rápida investigación, Bobadilla arrestó a Diego Colón y mandó una orden a Concepción de la Vega para que regresara el Almirante. Al volver, éste fue preso y encadenado. El Adelantado intentó liberar a sus hermanos por la fuerza de las armas, pero el Almirante le conminó a obedecer a Bobadilla, que parecía actuar de acuerdo con las instrucciones reales. En consecuencia, Bartolomé fue también arrestado.
Bobadilla había decidido enviar a los tres hermanos a Castilla. Durante su prisión en Santo Domingo, Colón escribió a Juana de la Torre, hermana de Antonio Torres y persona próxima a la reina, dando rienda suelta a su amargura.
Se le había juzgado, decía, como a un gobernador cualquiera, y no como a un capitán que estaba ganando nuevas tierras para España.
A comienzos de octubre de 1.500 el Almirante fue embarcado en la carabela la Gorda; él y sus hermanos iban encadenados. El 20 de noviembre arribaron a Cádiz, desde donde el Almirante dirigió un mensaje a Isabel y Fernando, que se hallaban en Granada. Los reyes dieron orden de dejarlo libre, así como a sus hermanos y le enviaron dos mil ducados para que pudiera presentarse en la corte de un modo digno, pues todos sus bienes habían sido incautados por Bobadilla. El 17 de diciembre los reyes recibieron a los hermanos Colón en la Alhambra. El Almirante consiguió palabras de consuelo y la restitución de sus bienes, pero no fue repuesto como gobernador de La Española.
En Granada, donde permanecería, Colón encontró a sus hijos Diego y Hernando, convertidos en pajes de la reina. Tuvo noticias de las Indias, que él mismo comenzó a llamar Indias Occidentales para distinguirlas de las que Vasco de Gama había descubierto al navegar al Sur y al Este de África. Un explorador portugués llamado Cabral había descubierto tierras al Sudoeste (el futuro Brasil) y de Inglaterra se sabía que Giovanni Caboto, de Génova, había encontrado tierra al Oeste (la costa oriental norteamericana).
Pensando que así se libraría de la injusticia y el posible olvido real, el Almirante ocupó su tiempo en redactar memoriales sobre sus títulos y privilegios y reunió cuarenta y cuatro documentos con el título de Libro de los Privilegios. Escribió también el Libro de las Profecías, con gran número de pasajes proféticos de la Biblia, con la intención de presentarse como elegido por Dios para llevar el cristianismo al fin de la tierra y obtener allí el oro necesario para reconquistar Jerusalén.
Cuarto viaje de Colón
En septiembre de 1.501 los reyes nombraron a Nicolás de Ovando gobernador y juez supremo de las Indias. En la flota de éste fueron el joven Bartolomé de las Casas y Alonso Sánchez de Carvajal, encargado de recaudar para Colón los beneficios correspondientes del comercio de las Indias y del oro. El Almirante había empezado a preparar otro viaje de descubrimiento y escribió a Isabel y Fernando pidiendo las necesarias instrucciones y documentos. Respondieron los reyes autorizando la expedición, pero le prohibieron hacer esclavos y tocar tierra en La Española, salvo en el viaje de regreso.
El 11 de mayo de 1.502, ya con cincuenta años y la salud quebrantada, y al mando de cuatro pequeñas carabelas - la Capitana, Santiago de Palos, Gallego y Vizcaíno - Colón zarpó rumbo a la más arriesgada de sus expediciones. Le acompañaban su hermano Bartolomé y su hijo Hernando. Por la acostumbrada ruta de Canarias, el 29 de junio ancló ante Santo Domingo, decidido a sustituir la nave Santiago de Palos por otra. Notó inequívocos signos de que se avecinaba una gran tormenta y así se lo comunicó al gobernador Ovando, a quien solicitó permiso para entrar en el estuario y recomendó que no dejara partir a una numerosa flota a punto de regresar a España. De acuerdo con las instrucciones de los reyes, Ovando negó su permiso e, ignorando los consejos, ordenó la salida de la flota. Las carabelas de Colón tuvieron, pues, que afrontar fuera del puerto el huracán que se abatió sobre Santo Domingo. Sólo la nave del Almirante pudo mantenerse anclada; las demás, rotas las amarras, fueron arrastradas lejos de la costa. Las cuatro, sin embargo, lograron reunirse días después. En cambio, la flota que regresaba a España perdió veinte barcos y más de quinientos hombres.
El 24 de julio fondearon en una isla del Jardín de la Reina (quizás el actual Cayo Largo) y el 1 de agosto descubrieron la América Central a la altura de la punta de Caxinas (cabo Honduras). El Almirante no buscaba un estrecho, como pretendió Hernando Colón cuando ya era notorio que existía un breve istmo de separación entre el Atlántico y el Pacífico, sino un cabo, el más meridional de la provincia de Chiamba, la larga península que constituía el límite oriental de Asia. Costeando sucesivamente los actuales países de Nicaragua, Costa Rica y Panamá, las cuatro carabelas barloventearon hacia el Este. Cuando los indios le hablaron de la dorada tierra de Veragua y de Ciguare, al otro lado de la cadena montañosa, Colón entendió que Ciguare era lo mismo que Chiamba y que había llegado al lugar donde la península era más estrecha. Supuso que de allí a once días de viaje por las montañas se encontraba el Índico. Asombrosamente, la prolongada península desmentía los mapas asiáticos y torcía al Sudeste y al Este, en vez de hacerlo al Sudoeste y al Oeste.
Durante la navegación fondeaban de noche donde podían o se aguantaban al pairo. Tras zarpar de río Cativa (río Cherebequi) lucharon con temporales durante dos meses. Del 17 al 20 de diciembre anclaron en Puerto Grande (bahía Manzanilla en el moderno Colón, a la entrada del Canal de Panamá). Concentró entonces el Almirante sus esfuerzos en la búsqueda del oro y desde la parte oriental de Panamá, retrocedió al Oeste hasta la tierra que los indios llamaban Veragua, donde le habían informado de la existencia de minas. Este retroceso se convirtió en una de las etapas más duras del viaje, a causa del mal tiempo y de la comida agusanada. Finalmente, el 6 de enero de 1.503, fondearon junto al río Belén. Encontraron yacimientos de oro y se dispusieron a fundar una Colonia, Santa María de Belén, que quedaría a cargo de Bartolomé. Sin embargo, los indios se manifestaron tan hostiles y los elementos tan inclementes que, tras perder una docena de hombres, el Almirante desistió de la empresa.
El 15 de abril Colón partió de Río Belén con la Capitana, la Santiago y la Vizcaíno; la Gallego, más dañada por el temporal y la broma, fue abandonada. En Puerto Bello renunciaron también a la Vizcaíno y continuaron costeando hasta cabo Marmóreo, probablemente el actual cabo Tiburón, en la frontera entre Panamá y Colombia, para seguir al Norte de regreso a La Española. Pasaron junto a Las Tortugas (Little Cayman y Cayman Brac) y fondearon en la costa sur de Cuba. El 25 de junio, la Capitana y la Santiago, ya inútiles a causa de la broma, quedaron varadas y apuntaladas en la playa de Santa Gloria (St. Ann´s Bay), Jamaica. El 7 de julio Colón terminó su carta a los reyes, que diez días después entregaría a Diego Méndez, criado del Almirante y a Bartolomé Fieschi, antes capitán de la Vizcaíno, que marcharon a buscar socorro a La Española. Iban en canoas nativas, a las que le añadieron batemares, falsas quillas y velas.
Quiso el Almirante mantener una estricta disciplina para evitar conflictos con los nativos y prohibió que la tripulación bajara a tierra sin su permiso. Mediante un organizado sistema de trueques obtenía víveres de los indios. Más de cien hombres yacían amontonados en las cubiertas y toldillas, protegidos con hojas de palmeras; unos cuarenta padecían desnutrición y fiebres. El 2 de enero de 1.504 se declaró un motín, encabezado por los hermanos Francisco y Diego de Porras. Sólo el temor al castigo real salvó la vida de Cristóbal Colón y de su hermano. Los amotinados intentaron alcanzar La Española en canoas, pero fracasaron y de regreso a Jamaica establecieron su propio campamento.
Viendo que los extranjeros se habían debilitado por las discordias y, hartos de cuentas, cascabeles y bonetes, los indios manifestaron que no les proporcionarían más víveres. Colón resolvió el problema de un modo espectacular. Leyó en el Almanach Perpetuum, de Abrahám Zacuto que en el plazo de tres días, el 29 de febrero, se produciría un eclipse total de luna y advirtió a los indios que iba a pedir a su Dios que los castigara, privándoles de la luz lunar. En la tarde anunciada, cientos de indígenas se congregaron ente los barcos. Cuando salió la luna ya estaba parcialmente oscurecida y el pánico cundió entre los nativos al verla menguar. Rogaron al almirante que la hiciera volver y éste pidió a cambio la reanudación de los suministros. Colón aprovechó el eclipse para calcular la posición de Santa Gloria: determinó la latitud con precisión notable, pero se equivocó en la longitud, situando Jamaica en un punto que correspondía al Pacífico, al Oeste de la costa mejicana.
Ocho meses después de la partida de Fieschi y Méndez, algunos hombres que habían permanecido fieles al Almirante planearon un nuevo motín. En plena conspiración les visitó un navío enviado por el gobernador Ovando para conocer su situación, pero sin intención de rescatarles; les llevaron, al menos, una carta de Diego Méndez, que prometía un pronto socorro.
En vista de la carta, el Almirante ofreció amnistiar a los amotinados. Pero estos quisieron imponer sus condiciones. Rehusó Colón y, anticipándose, envió al Adelantado al mando de cincuenta hombres armados. Hubo combates: murieron algunos rebeldes y el resto huyó. Francisco de Porras fue capturado y puesto en el cepo. Hasta fines de junio no llegó el navío fletado y pertrechado por Méndez. Habían permanecido más de un año en Jamaica. El viaje fue lento, en contra del viento y las corrientes y el 13 de agosto arribaron a Santo Domingo. Allí Colón fletó otro navío y el 12 de septiembre partió de aquellas Indias a las que nunca regresaría.
El 26 de noviembre de 1.504, tres semanas después de la llegada del Almirante a Sanlúcar, fallecía la reina Isabel. Colón quería visitar al rey, pero estaba demasiado enfermo para cabalgar y se entretuvo enviado cartas a su hijo Diego, describiendo sus recelos sobre el desarrollo de las Indias y exagerando sus dificultades económicas. Hasta mayo de 1.505 no pudo realizar el proyectado viaje a Sevilla. Cuando el rey Fernando le recibió en audiencia, Colón reclamó los privilegios que antaño le habían sido concedidos en Santa Fe.
La corte se trasladó a Salamanca en octubre y en abril a Valladolid. Colón y sus allegados la siguieron, pero el rey tenía poco tiempo para atender al Almirante y, seguramente, se sentía molesto por sus cartas reiterativas, a las que contestaba con evasivas y cumplidos.
En un último intento por que se hiciera justicia, Colón se dirigió a Juana, la heredera de la corona de Castilla y a su esposo Felipe de Habsburgo, ofreciéndoles sus servicios.
Cronología de la vida y los viajes de Cristóbal Colón.
Primeros años
1451-- Nace en Génova. Es hijo de un comerciante de sedas y tejedor.
1476-- Nada hasta la costa cuando su barco es hundido por piratas en Portugal.
1476-- Se une a su hermano Bartolomé, cartógrafo en Lisboa.
1477 a 1482-- Realiza viajes comerciales a Islandia y Guinea.
1484-- Concibe «La Empresa de las Indias.» Intenta convencer al rey Juan de Portugal para que apoye su plan.
1485-- Se dirige a España.
2/1/1492-- Fernando e Isabel conquistan Granada, la última ciudad musulmana en España.
Primer viaje
2/8/1492-- Parte del puerto de Palos (Huelva).
6/9/1492-- Parte de La Gomera (Islas Canarias) después de efectuar reparaciones y repostar. 12/10/1492-- El Nuevo Mundo es avistado a las 2 a.m. por Rodrigo de Triana.
29/10/1492 -- Llega a Cuba.
22/11/1492-- Martín Alonso Pinzón, capitán de la Pinta, deserta en la expedición a Cuba.
1/12/1492-- Colón llega a la Española.
25/12/1492-- La Santa María naufraga en la Española. Colón funda el fuerte de La Navidad.
6/1/1493-- Pinzón se reúne de nuevo con Colón. 16/1/1493-- Colón parte de la Española rumbo a España.
15/2/1493-- Avista la isla Santa María en el archipiélago de las Azores.
4/3/1493-- Llega a Lisboa.
15/3/1493-- Regresa a Palos, España.
Segundo viaje
9/1493-- Una gran flota con 17 barcos parte de Cádiz.
13/10/1493-- Parten del Hierro (Islas Canarias), poniendo rumbo W-S-W.
3/11/1493-- Avista la isla Dominica al alba; poco después avista la isla Guadalupe.
22/11/1493-- Llega a la Española.
28/11/1493-- Regresa a La Navidad. Encuentra el fuerte destruido.
8/12/1493-- Funda una nueva Colonia en La Isabela.
24/4/1494-- Navega desde la Isabela en busca de tierra firme.
30/4/1494-- Llega a Cuba.
5/5/1494-- Llega a Jamaica.
14/5/1494-- Regresa a Cuba.
13/6/1494-- Parte de regreso para La Isabela.
20/8/1494-- Llega a La Española.
10/3/1496-- Parte de La Isabela rumbo a España.
8/6/1496-- Alcanza las costas de Portugal.
Tercer viaje
30/5/1498-- Parte desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) con seis barcos.
19/6/1498-- Llega a La Gomera (Islas Canarias); divide la flota en dos grupos.
4/7/1498-- Parte desde la Islas de Cabo Verde.
31/7/1498-- Llega a Trinidad.
13/8/1498-- Abandona el Golfo de Paria, llega a Margarita.
19/8/1498-- Llega a La Española.
10/1500-- Colón es arrestado y enviado a España encadenado.
Cuarto viaje
11/5/1502-- Parte de Cádiz con cuatro barcos.
29/6/1502-- Llega a Santo Domingo ( La Española).
30/7/1502-- Llega a la Costa de los Mosquitos (actualmente Nicaragua).
9/1/1503-- Establece una guarnición en Río Belén.
6/4/1503-- La guarnición es atacada por los indios y abandonada..
16/4/1503-- Abandona Río Belén poniendo rumbo a España.
25/6/1503-- Los barcos encallan y son abandonados en Jamaica. La tripulación está aislada.
29/6/1504-- La tripulación es rescatada de Jamaica.
7/11/1504-- Colón regresa a España.
20/5/1506-- Colón muere en Valladolid.
Dos tumbas para Colón
Dos tumbas distintas y un solo cadáver verdadero. Dos catedrales se disputan el honor de poseer los restos de Cristóbal Colón: la de Santo Domingo y la de Sevilla. El Almirante fue sepultado primero en Valladolid, donde había muerto el 20 de mayo de 1.506: Después, en ese mismo año, su hijo Diego trasladó los restos a Sevilla. Diego Colón, que sustituyó a Ovando como gobernador de la Española, falleció en 1.526. Su viuda, María de Toledo y Rojas, virreina de las Indias, trasladó los restos de Diego y de su padre a La Española, donde fueron enterrados en la catedral de Santo Domingo . En 1.795, cuando España cedió a Francia la isla, entre los objetos evacuados a Cuba iba una cajita que contenía los restos de Colón, que fueron sepultados en la catedral de La Habana. Pero en 1.877, durante unas obras en la catedral de Santo Domingo, apareció una caja funeraria rotulada con el nombre del Almirante ("C.C.A"). En la caja había vértebras y fragmentos de otros huesos, junto con una delgada chapa de plata que llevaba la inscripción -- U" A P"TE DE LOS RTOS DEL PMER ALTE D CRISTOVAL COLÓN DES -- (última o única parte de los restos del primer almirante Don Cristóbal Colón descubridor), y una bala del plomo que algunos atribuyeron a un hipotético disparo recibido por el Almirante en su juventud. El arzobispo de aquella archidiócesis, el italiano Rocco Cochia, anunció que aquellas eran las verdaderas reliquias del Almirante. Pero, la Real Academia de la Historia, a instancias de Cánovas del Castillo, emitió su veredicto: " Los restos de Colón yacen en la catedral de La Habana a la sombra de la gloriosa bandera de Castilla ".
En 1.898, cuando España se retiró de Cuba, los restos colombinos de la catedral de La Habana se trasladan a la metrópolis y fueron sepultados en Sevilla, donde todavía permanecen. Cuando abrieron la caja que los contenía las personalidades invitadas al solemne acto pudieron contemplar " una porción de tierra que no levantaba dos centímetros y algunas astillas de hueso ". Recientemente se celebró un congreso colombino en Sevilla. Durante la visita a la catedral, el delegado dominicano se negó a posar junto a la tumba del Almirante. El representante del arzobispo zanjó sabiamente la polémica: " Aquí están los restos de Colón. Luego, cuando salgan, discutan ustedes lo que quieran ".
Algunos investigadores barajan la posibilidad de que el hallazgo de 1.877 no sea una falsificación, y que los restos de Sevilla pudieran pertenecer a Diego Colón.
Américo Vespucio
La segunda mitad del siglo XV en Europa, estuvo marcada por un espíritu de aventura. Fue una época en que la inquietud por adentrarse en los océanos en busca de nuevas tierras dio lugar a grandes momentos históricos. Fue también el tiempo de Colón y de otro famoso personaje: Américo Vespucio.
Nacido en Florencia en 1454, era un hombre de tierra adentro, que sólo en su edad madura comenzó a interesarse por las cosas de los navegantes. De Florencia, en cuyo ambiente flotaba y se discutía el tema de las tierras no descubiertas, Vespucio pasó a Francia en 1480.
Posteriormente, entró al servicio de la familia florentina Médici, y trabajó con los conocidos comerciantes Lorenzo y Juan, gracias a quienes Américo entró en contacto con España cuando éstos huyeron de Florencia por altercados con Lorenzo el Magnífico. En 1491, fue a radicarse a Sevilla, capital del Nuevo Mundo, allí se puso al servicio de otro mercader, Giannotto Berardi, uno de los principales armadores y aprovisionadores de los barcos de Cristóbal Colón. En Sevilla Vespucio comenzó a alimentar la idea de marchar a las Indias, recién descubiertas. Berardi, estaba encargado de preparar una expedición a ellas, y en esta tarea estaba cuando murió. Así, tras la muerte de Berardi en 1496, Vespucio asumió la dirección de sus negocios, actuó como su albacea y terminó de equipar la expedición.
Maravillado por los relatos de Colón -para quién trabajó arduamente en la fabricación de embarcaciones de sus otras expediciones- Vespucio decidió integrar, como navegante, la aventura que comandó Alonso de Ojeda en 1499. Se sabe que la expedición partió en mayo de ese año desde Cádiz, y que además de Ojeda, iba Juan de la Cosa, marinero y aprendiz del segundo viaje de Colón, y quien más tarde alcanzaría fama como cartógrafo. Era una flota española de cuatro naves que pretendía seguir la ruta del tercer viaje de Colón.
Sin embargo Vespucio, más curioso que Ojeda, aparentemente abandonó al grupo cuando éste tocaba las costas de Guyana y enfiló hacia el sur, siempre pensando que lo que estaba recorriendo no era más que el extremo oeste de Asia. Con esta idea en mente, descubrió la boca del Amazonas y avanzó hasta el Cabo Consolación o de San Agustín, en las costas de Brasil. En el camino de vuelta, pasó por Trinidad, la desembocadura del Orinoco y por Haití. Convencido aún de que se encontraba en los mares asiáticos, e influenciado por las teorías de Ptolomeo que ubicó una zona llamada Kittigara en una península similar, Vespucio la bautizó como Cabo Kittigara.
En junio del año 1500, y tan pronto como regresó de esa primera expedición, Vespucio trató de convencer a la corte española para realizar un nuevo viaje. Sin embargo no contó con el apoyo esperado de España, así es que sin dudarlo, se puso al servicio del rey Manuel de Portugal, quien lo respaldó en su segunda travesía.
El navegante italiano partió de Lisboa el 13 de Mayo de 1501 y viajó durante dieciséis meses con tres naves. En agosto dieron con tierra firme, donde al parecer llegaron a la zona comprendida entre Ceará y Río Grande del Norte, luego alcanzaron San Roque y más tarde San Agustín. Posteriormente arribaron a la bahía de Río de Janeiro, con la que dieron en 1502.
Hay certeza de que el explorador siguió su trayecto aún más al sur donde descubrió el Río de la Plata y luego visitó la costa de Sao Paulo, no conocida hasta entonces. No se sabe cuándo y desde dónde, la expedición inició el retorno, pero una versión señala que avanzó hasta orillar la costa meridional de la Patagonia. Otra dice que regresaron en abril y sin haber alcanzado el Río de la Plata. Sin embargo, lo trascendental de este viaje es que reportó importantes descubrimientos y el convencimiento de la unidad continental.
Fue en 1507 cuando el Nuevo Mundo Empezó a ser conocido como América. Esta iniciativa la tomó el destacado humanista alemán Waldseemüller, llamado Hylacomylus, quien, dos años después de la muerte de Colón, además de rescribir las cartas de Vespucio, les añadió un planisferio que incluía los países descubiertos, completamente separados de Asia.
En 1507 Waldesmüller publicó las "Quattuor Americi navigationes" y su propia "Cosmographiae introductio" como anexo al "Atlante" de Ptolomeo. En esta cosmografía, el alemán sugirió que el continente del Sur se denominara tierra Americus, o América, por Américo Vespucio, que lo había descubierto. Pese al éxito final de la idea, debido en parte al mantenimiento de la tradición en sucesivas reediciones de Ptolomeo, el descubrimiento de las mencionadas contradicciones en los textos atribuidos a Vespucio generó más tarde, por parte de los historiadores españoles y portugueses, la acusación de que se había limitado a usurpar los méritos de otros navegantes. Además de esto, se había impreso y puesto en circulación una carta sin fecha en que Vespucio describía el viaje que realizara con Ojeda a las costas de las Perlas y Trinidad. Esto, sumado al error introducido en el mapa, fue causa de que el nuevo continente fuera conocido con el nombre de América, derivado del de un nombre que sólo exploró lo que otros habían descubierto. Al nuevo mundo se le dio el nombre también de indias occidentales para diferenciarlo con el nombre de las verdaderas indias o indias orientales. A sus pobladores se les llamo indios.
Parece probable que entre 1503 y 1504 realizara un tercer viaje a las Indias, también al servicio de Portugal, bajo la dirección de Fernando Noronha, que llegó hasta Brasil. En 1504 estaba de regreso en Sevilla y al año siguiente fue recibido por el rey Fernando el Católico en Toro (Zamora) que le concedió la ciudadanía castellana. En 1508 fue designado primer piloto mayor de la Casa de Contratación, cargo que compaginó con sus negocios indianos, invirtiendo su dinero en alguna de las flotas que partían al Nuevo Mundo. En abril de 1511 Vespucci (Vespucio) redactó su testamento y murió el 22 de febrero del año siguiente.
Años más tarde, Waldseemüller se dio cuenta de su error y trató de subsanarlo, pero el nombre de América gozaba ya de aceptación general. Inicialmente, esta denominación correspondía sólo a América del Sur. La central y la del norte se añadieron tiempo después.
Fernando de Magallanes o
Hernando de Magallanes
En el siglo XVI, España y Portugal mantenían una guerra pacífica pero nada silenciosa por ver cuál de los dos se hacía con más territorios y conseguía dominar el Imperio de mayor extensión. Cristóbal Colón había descubierto un Nuevo Mundo hacía menos de treinta años, pero aún este descubrimiento se quedaba pequeño para los reinos en litigio.
Entonces, un experto navegante con amplia experiencia militar que apenas contaba cuarenta años, Fernando de Magallanes, propuso a la corona española un plan que había perfeccionado durante dos años, después de que el rey portugués lo rechazara por la enemistad que los separaba: explorar el desconocido mar que separaba América de Asia.
Fernando de Magallanes era en realidad portugués. Había nacido en la región portuguesa de Trás-os-Montes hacia 1480, sus padres fueron Rui de Magallanes y su esposa Alda de Mesquita en el seno de una familia de nobles que lo dejó huérfano a los diez años. Cumplidos los doce ingresó como paje en la corte de la reina Leonor, consorte de Juan II. En 1505, con 25 años, se incorporó a la flota de Francisco de Almeida, virrey de la India Portuguesa. Participó en numerosas luchas contra los turcos destinadas a establecer factorías portuguesas en el norte de África, la India y las Molucas (Indonesia) donde recibió una herida que le dejó secuelas permanentes en la pierna izquierda. Alcanzó el grado de capitán a los treinta años.
Luchando en el norte de África fue acusado de comerciar con el enemigo y renegó de su rey y su país ofreciendo su lealtad a Carlos I de España. Su gran amigo Rui Faleiro, astrólogo y matemático, le expuso sus teorías acerca de la existencia de un paso marítimo a Asia en el extremo sur de Sudamérica.
El Tratado de Tordesillas impedía a España competir con Portugal en el monopolístico control que ejercía sobre la ruta de las Especias, y le obligaba a dirigir hacia el Oeste sus intenciones de expansión. La corte española vio en el proyecto de Magallanes una ocasión perfecta para buscar el paso hacia Asia a través de América.
El 20 de septiembre de 1519, tras un año de preparativos, zarpó de Sevilla un grupo de cinco carabelas de nombre "Trinidad", "San Antonio", "Victoria", "Concepción" y "Santiago". Bajo el mando único de Magallanes iban doscientos cincuenta hombres entre los que se contaban portugueses, italianos, franceses, griegos y hasta un inglés. Faleiro no pudo embarcar porque se había vuelto definitivamente loco.
Magallanes dejó atrás a su esposa Beatrix Barbosa con la que se había casado dos años antes, y había tenido un hijo que bautizó Rodrigo.
Durante la travesía del Atlántico tuvo que arrestar al capitán de la "San Antonio" por negarse a obedecer órdenes, lo que le valió el enfrentamiento de sus compatriotas españoles.
Se dirigieron primeramente al extremo oriental de Brasil, a la sazón territorio portugués, y en cuya travesía emplearon dos meses. Tras una parada de dos semanas tomaron rumbo sur, pero la costa se alargó más de lo que el capitán había calculado.
Dejándose llevar por su intuición y su experto conocimiento de vientos y corrientes, exploró sistemáticamente la bahía de Guanabara, en Río de Janeiro, y el golfo de San Matías, en península Valdés, pero lógicamente en ninguno de los dos tuvo éxito.
Esperó la primavera austral en Puerto San Julián, donde hubo de racionar los alimentos, soportar un riguroso invierno y superar un motín en tres de sus naves, que supuso la ejecución del líder y el abandono en una isla de dos cabecillas más.
Pero también tuvo tiempo para descubrir el hoy famoso Bosque Petrificado, dar nombre a una especie de pingüinos y explorar la desembocadura del Río de la Plata. La "Santiago" naufragó en una tormenta y al refugiarse en tierra, sus tripulantes encontraron a un indígena de gran estatura que dio origen a una leyenda sobre el tamaño de los patagones.
Por fin, el 21 de octubre de 1520, la sagacidad del marino obtuvo su recompensa al intuir un paso a través de un tortuoso estrecho en el que invirtió 38 días para recorrer 540 kilómetros.
La victoria le costó también la deserción de la "San Antonio", pero al final del paso, llamado hoy Estrecho de Magallanes, bordearon un cabo que llamaron Deseado y alcanzaron de nuevo el mar abierto.
A un lado del Estrecho queda la Patagonia y al otro un territorio agreste en el que los marinos divisaban las hogueras de sus pobladores, los indios Yámanas, que le valieron el nombre de Tierra del Fuego.
Durante cuatro meses recorrieron 10.000 kilómetros del nuevo mar, tan calmado que lo bautizaron Pacífico, y en el que los marineros llegaron a comer ratas y masticar cuero para aliviar el hambre.
Una veintena de hombres perdieron la vida en esta travesía. En marzo de 1521 alcanzaron por fin la tierra volcánica que el propio Magallanes había descubierto unos años antes y bautizado Filipinas. Esto le convirtió en el primer hombre en haber dado la vuelta completa al mundo.
Allí se conservan todavía una cruz conmemorativa en la isleta de Limasawa y otra en Cebú donde se celebró la primera misa.
También se conserva la llamada Marca de Magallanes en Punta Engaño, donde murió luchando contra los nativos el 27 de abril de 1521. Fue herido de muerte mientras intentaba proteger la huida de sus hombres, después de que el rey de la isla Cebú le convenciera para apoyarle en su lucha contra el rey de Mactán.
El capitán guipuzcoano Juan Sebastián Elcano tomó entonces el mando de los 110 supervivientes, insuficientes para navegar las tres naves, por lo que quemaron la "Concepción", y se dirigieron hacia las Molucas, llamadas Islas de las Especias en los dos barcos restantes.
Mientras recogían allí una valiosa carga, supieron que la armada portuguesa intentaba apresarles, así que resolvieron separarse y la "Trinidad" tomó rumbo Este para regresar hacia Panamá.
Pronto naufragó en una tormenta muriendo la mitad de su tripulación y el resto fueron hechos prisioneros por los portugueses cuando regresaron a las Islas.
La "Victoria" continuó el viaje a través del Océano Indico y costeando África mientras el hambre y el escorbuto hacían estragos en la tripulación. Uno de los tripulantes, el veneciano Antonio Pigafetta, narró en un detallado diario los pormenores de su aventura.
De los 250 hombres que habían partido tres años antes, sólo dieciocho arribaron a Sevilla aquel 6 de septiembre de 1522. Al día siguiente caminaron descalzos y con una vela en la mano el kilómetro y medio que separaba el puerto de la capilla de Santa María de la Antigua.
Los portugueses reconocieron a Magallanes sólo como un traidor, y los propios españoles no dieron valor a su hazaña, sino que crearon una leyenda sobre su crueldad y sus errores de navegación. Con el tiempo, sin embargo, su nombre fue restituido.
Mapa de la Ruta seguida por Magallanes
Conclusión
En este trabajo vimos la vida y obra de unos personajes en el descubrimiento de América, que fueron Cristóbal Colón, Américo Vespucio y Fernando de Magallanes.
Cristóbal Colon (aunque sin saberlo o sin quererlo aceptar) descubrió por error nuestro continente, después Américo Vespucio dijo que estas tierras no eran la india, sino un nuevo mundo y por esto le pusieron su nombre a esta nueva tierra y finalmente Fernando de Magallanes fue el que mas se acerco a nuestro país descubriendo el estrecho que hoy en día lleva su nombre.
Para hacer este trabajo busque información de Internet, libros y CD's. No me costo encontrar el material, ya que hay mucha información de estos personajes.
Bibliografía
Libros
Nombre | Autor | Editorial |
Manual de Historia de Chile | Francisco Frías Valenzuela | Zig-Zag |
CD
Nombre | Autor |
Encarta 99 | |
Historia de Chile 1.1 | Ictirom |
Internet
Pagina | Dirección |
Icarito Interactivo | http://www.icarito.cl |
Colón | http://www.me.gov.ar/efeme/Colón/ |
Chile Austral | http://www.chileaustral.com/scott/spa-bulnes.htm |
- 23 -
Retrato de los reyes católicos despidiendo a Colón antes del viaje
Mapa de la ruta seguida por Colón en su primer viaje, ida y vuelta.
Mapa de la ruta seguida por Colón, solamente ida
Mapa de la ruta seguida por Colón en su segundo viaje
Mapa de la ruta seguida por Colón en su tercer viaje
Mapa del cuarto viaje de Colón
Mapa de los cuatros viajes de Colón a América
La Victoria
Ruta seguida por Magallanes
Ruta que continuo Sebastián el Cano después de la muerte de Magallanes
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Enviado por: | Camila Vargas |
Idioma: | castellano |
País: | Chile |