El estudio de los fenómenos culturales es una preocupación de importancia central para todas las ciencias sociales, este estudio se podría interpretar como el estudio de las maneras en que los individuos situados en el mundo sociohistórico producen, construyen y reciben expresiones significativas de diversos tipos. Entonces, pues, ¿a qué concepto de cultura podríamos aludir hasta este momento? Podríamos (y digo podríamos porque no es el definitivo, pero por algo se comienza) decir que la cultura es aquel término que alude a una variedad de fenómenos y a un conjunto de preocupaciones.
A través de la historia los pueblos francés y alemán han tenido bastantes enfrentamientos, y uno de ellos fue el intelectual. Los franceses tenían pensado que la cultura era el ennoblecimiento y refinamiento de las costumbres, algo así como la consecuencia de la civilización; los alemanes, en cambio, con su término Kultur, opinaban que la cultura eran los productos intelectuales, artísticos y espirituales donde se expresaban la individualidad y la creatividad de la gente.
Y ¿Quién tenía la razón? Por supuesto, nadie. No es que estos dos puntos de vista (pertenecientes a la concepción clásica de “cultura”) sean inválidos, tan solo no estaban completos ni totalmente acertados. Bueno, bien, pero ¿Y nuestra cultura?
La cultura mexicana es una peculiaridad bastante interesante a nivel mundial. Una cultura producto de la mezcla entre la cultura prehispánica (mexica principalmente) y la española inquisidora... lo que salió fue un mestizaje que creó sus propios símbolos y adoptó los ya existentes. Una cultura que es plástica. Una cultura única.
Además de la concepción anteriormente dada (estimable lector espero me perdone el salto tan brusco) tenemos que, posteriormente, a un grupo de personas les da por tomar más en serio la historia y crean lo que es la Antropología; a partir de esta ciencia se descubren dos nuevas concepciones, la descriptiva y la simbólica. La descriptiva, con sus dos exponentes principales, Klemm y Tylor, se vuelve coextensiva de la antropología misma, o más precisamente, de la “antropología cultural”, ya que se usaba para abarcar todo lo que “varía” en la vida humana, a parte de las meras características físicas y fisiológicas del ser humano. La segunda, con Geertz y White, considera el uso de los símbolos como un rasgo distintivo en la vida humana. Esta, quizá sería la definición de cultura más acertada (me tomé la molestia de resumirla, ya que es bastante larga) hasta la aparición de la concepción estructural.
John Thompson propone una nueva concepción tomando en cuenta las deficiencias de las anteriores. Se basa en la concepción simbólica para formular que la cultura enfatiza tanto el carácter simbólico de los fenómenos culturales como el hecho de que tales fenómenos se inserten siempre en contextos sociales estructurados. Pero esta concepción no es tanto una alternativa ala concepción simbólica como una modificación de ella; es una manera de modificar la concepción simbólica tomando en consideración los contextos y procesos estructurados socialmente. Esta concepción posee 5 características que la hacen única, es: intencional, convencional, estructural, referencial y contextual. ¿Qué? Al momento de decir intencional queremos decir que, las formas simbólicas son expresiones de un sujeto y para un sujeto (que quiere decir); lo convencional se refiere a la producción o empleo de formas simbólicas, así como su interpretación por parte de los sujetos que las reciben, son procesos que implican típicamente la aplicación de reglas, códigos o convenciones de diversos tipos (codificación y decodificación); la estructural refiere a que las formas simbólicas son construcciones que presentan una estructura articulada (un común acuerdo); la referencial indica que las formas simbólicas son construcciones que típicamente representan algo, se refieren a algo, dicen algo acerca de algo (dependiendo del tiempo y la situación, cada imagen y palabra tienen un significado); y, la contextual menciona que las formas simbólicas se insertan siempre en contextos y procesos sociohistóricos específicos en los cuales, y por medio de los cuales, se producen y reciben.
Más en la siguiente entrega, porque, querido lector, se acabó el tiempo.