Historia


Cuba (1900-1952)


CUBA EN LOS AÑOS 1900 - 1952.

A. Sus orígenes y su historia política

I. INTRODUCCIÓN

Cuba, colonia española desde 1510 con grandes experiencias sociales y sin ningún tipo de etnias y culturas diferentes, en este tiempo sufrió cambios en la soberanía y semicolonia norteamericana de 1898 a 1958, en que se produce la intervención norteamericana. En este período de tiempo se introduce la gran masa de esclavos procedentes de África central a consecuencia de la creciente intensificación de la producción de azúcar.

Para comprender las características específicas del modelo cubano neocolonial de subdesarrollo capitalista en el siglo XX, es necesario establecer determinados presupuestos básicos. Es necesario destacar la debilidad de la burguesía dependiente cubana en relación con la fortaleza que esta clase llegó a alcanzar en la mayoría de los países latinoamericanos. La razón de esta debilidad reside en circunstancias históricas. La larga, cruenta y tardía lucha de liberación sostenida contra España_ , en tanto el sector más fuerte de la oligarquía criolla asentada en Occidente no era independentista, pues no quería perder el capital invertido en esclavos y debido al temor de una sublevación similar a la de Haití _, lucha que no concluyó en 1825 como en la parte continental de América, sino en 1898, dio lugar, por un lado, a la ruina de gran parte de la burguesía cubana _ ruina que fue total en el sector oriental, arrasado por la contienda _ , a causa de las guerras de independencia y de la competencia del azúcar de remolacha, que condujo a un proceso de concentración industrial, el cual sólo pudo ser afrontado por los ricos; y, por otro lado, a que los intereses oligárquicos del sector sobreviviente de la burguesía cubana se aliasen, que condujo a un proceso de concentración industrial, el cual solo pudo ser afrontado por los más ricos; y, por otro lado, a que los intereses oligárquicos del sector sobreviviente de la burguesía cubana se aliasen, en una coalición anticontinental a los poderosos intereses azucareros norteamericanos y españoles, que brindaban mayores oportunidades de enriquecimiento a este grupo que el mercado español. Estos intereses primero fueron complacidos por la intervención norteamericana en los finales de la Guerra del 95 _y la cual fue solicitada insistentemente por los distintos sectores de este bloque corporativo privilegiado_, y luego por el gobierno de <<nuestro primer presidente>>, Tomas Estrada Palma, viabilizando así la integración de la economía cubana al mercado norteamericano y el incremento veloz de las enormes inversiones norteamericanas. Estas inversiones subieron de 50000000 a fines del siglo XX y en las tres primeras décadas republicanas, terminaron de empobrecer a los sectores más débiles de la burguesía dependiente cubana que habían subsistido a la crisis del siglo XIX, e incluso a algunos de los más ricos entre ellos. Aprovechándose de la crisis de 1920, dieron el golpe de muerte al grupo que había prosperado en el sector financiero y, además, diezmaron el sector azucarero, apoderándose de multitud de ingenios hipotecados. Por otra parte, redujeron al colono a condiciones de miseria, lo que lo imposibilitó de venir agentes propulsores de un movimiento de desarrollo industrial como dueños de empresas nacionales productores, y/o importantes consumidores de un mercado interno.

El movimiento de desarrollo industrial de finales del periodo de Machado, representado por la Reforma arancelaria de 1927, fue tan débil y tardío que no pudo crear y propulsar un movimiento triunfante de la burguesía industrial, como ocurrió en América Latina en este período. En los países latinoamericanos, cristalizó y llegó al poder la ideología industrial - desarrollista - nacionalista, (en Argentina, Brasil, México, etc.), representada por líderes populistas (Vargas, Perón), que se aprovecharon del período de depresión posterior a 1929, y en particular del período posterior a la Segunda Guerra Mundial (1945-1957), desarrollo industrial, independientemente de que luego se vincularon de manera muy estrecha al capitalismo internacional y propiciaron un nuevo carácter de la dependencia. En Cuba, en cambio, no ocurrió este proceso en la dimensión que en los países mencionados.

Aunque anticipemos un poco el análisis epocal, debemos decir que precisamente la gran debilidad de la burguesía dependiente cubana en 1934, y en específico de su sector industrial, impide _ conjuntamente con el monto de las inversiones del capital norteamericano en Cuba y el papel que éste le tenía asignado a la colonia como consumidora de productos manufacturados metropolitanos y productores de azúcar _ que permanezca en el poder del gobierno populista Grau - Guiteras (aunque debe aclararse que la postura radical y antiimperialista del segundo lo diferencia del primero), animado por una ideología desarrollista - industrial - nacionalista similar a la que llegó al poder en muchos países de América Latina por estos años. Una vez más, el reducido bloque corporativo privilegiado cubano - norteamericano - español, propició la intervención del imperialismo (Welles - Caffery) que fue apoyada, como antaño, por los servidores locales de sus intereses (Céspedes, Mendieta, Batista), y que eran, en definitiva, los mismos del imperialismo frustrando el proceso revolucionario que se inició en 1933.

La política del Nuevo Trato de Roosevelt quiso decir para Cuba lo siguiente: 1) frustración de sus posibilidades desarrollo industrial mediante el tratado comercial de 1934, que reforzó la posición de la isla como consumidora de productos manufacturados y productora de azúcar, por medio de un nuevo régimen arancelario que tenía este objetivo; 2) represión del movimiento revolucionario con el ejército; 3) concesiones políticas y sindicales de carácter reformista a las masas, integrando la protesta nacionalista y revolucionaria a un cierto curso institucional, enmascarado de democracia y concesiones obreras, representado por obreras, representado por Batista. Aunque él provenía de los sectores populares y había liquidado el sector oligárquico del ejército, circunstancias en la que se empeñó un papel destacado en los inicios del movimiento revolucionario, servía perfectamente a la maniobra diversionista del imperialismo norteamericano y la oligarquía local.

Cuando después de la Segunda Guerra Mundial comenzó un proceso de desarrollo de una seudoburguesía industrial, preocupada por la inestabilidad política que hacía peligrar sus inversiones puso sus esperanzas en el Partido Ortodoxo y su líder populista de ideología industrial - desarrollista - nacionalista Eduardo Chibás _ con el eslogan político de las diversas clases sociales la denuncia de la corrupción administrativa <<vergüenza contra dinero>>. Al suicidarse, Chibás dejó un vacío, que fue llenado por el golpe de Estado de Batista. La seudoburguesía industrial se mostró dispuesta a apoyar a Batista mientras su dictadura garantiza un clima propicio a sus inversiones.

II. ANTECEDENTES

Cuba posee una historia rica en experiencias sociales, si bien no presenta las complejidades de tipo étnico y cultural que se dan en otras sociedades de pareja función dependiente. Hay en la línea de su acontecer secular una gran unidad pues casi no sufrió los efectos de traspaso de soberanía, salvo la efímera ocupación británica de La Habana (1762 - 1763) y, desde luego, la decisiva intervención yanqui en 1898. Otros ataques, agresiones y bloqueos anteriores a la ultima fecha.

No sobrevivieron los elementos indígenas y por ello se constituyó su pueblo como entidad de exclusivo, o casi, mestizaje hispano-africano. Por consiguiente alcanzó su expresión nacional con suma coherencia lingüística y cultural.

Su condición insular le proporcionó una evidente especificidad, a la que se unía la posición geográfica en el golfo de México. Adquiere una significación más universal a medida que, por un lado, la América continental atrae al capitalismo europeo y por otro se constituye al norte una potencia económica de creciente peso en el mundo: Estados Unidos. Cierto que esa posición en el mapa propició celos, recelos y ambiciones entre las fuerzas colonialistas, pero solo revistieron caracteres de crisis profunda cuando el capitalismo monopolista, a fines del siglo XIX, planteó la lucha encarnizada por un nuevo reparto del mundo.

Dentro del contexto universal su rol económico se basó desde el siglo XVI en la exportación de productos primarios, ganado en pie y cueros, azúcar, tabaco y más tarde, café los cuales vinculan el país al mercado internacional capitalista desde los días de la revolución mercantil mundial, en cuyo ámbito se producen el descubrimiento de América y la colonización. Este rasgo bien definido se encuentra hasta 1958 en la base de su evidente desarrollo o, de su crecimiento para un creciente subdesarrollo.

Debe destacarse que solo un cambio social de profunda repercusión durante los cuatro primeros siglos: la abolición de la esclavitud(1880 - 1886) que, de una parte, introdujo el esquema, bipolar, y de otra, liquidó la vieja clase terrateniente, fortalecida desde fines del siglo XVIII por el auge de las exportaciones.

Todo cuadro generalizador como el que esbozamos corre el riesgo de

reseñar fenómenos que se han observado en diferentes territorios coloniales, semicoloniales, y neocoloniales. Por ello, precisa subrayar un carácter significativo; la sociedad cubana no se forma sobre elementos humanos y culturales de una previa sociedad superviviente a pedazos, como sucedió en la América llamada indígena o en Asia sudoriental o en Africa o en países Árabes. A su vez los componentes africanos constituían, al llegar a Cuba, un abigarrado conjunto inconexo o de escasa unidad con un sustrato común mas con manifestaciones culturales y sociales diversas, entre ello las lingüísticas que forzaban a los esclavos a expresarse en español. Todo ello a pesar de que los esclavos provienen casi exclusivamente del Africa ecuatorial. Esto implica que el decisivo aporte africano a la formación de Cuba tuvo que insertarse en el marco de una economía y una cultura totalmente europea, de pura y simple conquista, lo cual, si bien mantiene un desgarramiento interno prolongado a través de siglos y particularmente agudo en los siglos XIX y XX, favorece asimismo el marcado carácter unitario de la nación.

  • Auge y crisis del colonialismo español (1790 - 1868)

  • La primera gran crisis coincide con una vasta depresión cíclica del capitalismo (1857 - 1866). Casi medio siglo antes, el viejo sistema colonial había sufrido un serio quebranto a causa de la emancipación de América Latina (1810 - 1875) y en diferente escala, con ocasión de la independencia de los Estados Unidos(1775 - 1783). La ola de liberación que se inscribe en el marco de transformaciones profundas (Revolución Industrial y Revolución Francesa) forma parte, por consiguiente, de un vigoroso movimiento de difusión universal del capitalismo, de la democracia burguesa y del surgimiento del nacionalismo, que la emancipación en ámbito continental acelera y profundiza.

    Cuba colonial se mantuvo casi totalmente al margen de la acción política propia del proceso, aun cuando no faltaron conspiraciones y cambios ideológicos inducidos por lo que sucedía en su derredor. A esa paz contribuye de modo especial el auge económico del azúcar, el café y el tabaco. La formación de la clase terrateniente exportadora y su acrecido poder en torno al núcleo de los hacendados azucareros, fue a la par que consecuencia de los cambios internacionales y promoción del desarrollo del país, un freno para toda veleidad o aspiración política. Ese crecimiento provocó una introducción masiva de esclavos africanos.

    A partir de las décadas tercera y cuarta del siglo XIX, aparecen las más modernas tecnologías azucareras, los nuevos mecanismos de créditos, el asociacionismo capitalista y el transporte ferroviario. La dependencia en que todas esas novedades capitalistas se encuentran respecto del régimen de trabajo esclavista genera y acentúa una progresiva contradicción que comenzará a revelarse en la matanza de africanos descontentos e insumisos, conocida con el nombre de Causa de la Escalera (1841 - 1845). El hecho de que más del 50% de la población sea negra, por si solo conformaba una causa decisiva en el mantenimiento del colonialismo español. Esta sanguinaria represión no trajo la paz y la seguridad que ambicionaban los grupos dominantes internos y metropolitanos. En consecuencia, se pretendió superar la situación promoviendo la modernización industrial con el objetivo de reducir la mano de obra esclava, de introducir empleados técnicos de raza blanca y de competir con la industria de azúcar de remolacha.

    Este cambio progresivo se extiende desigualmente por el país lo que provoca una división de la clase terrateniente en dos estratos diferenciados. En occidente, hay hacendados muy poderosos, poseedores de ingenios modernos, favorecidos por el crédito comercial exterior y relacionado con el poder colonial. El proceso de concentración industrial, de indudable carácter capitalista, a base de fabricas más eficientes, mas productoras y de mayores plantaciones, comienzan después de 1840. No sucede lo mismo en el centro y el oriente del país donde las condiciones internas e internacionales mantienen la industria a nivel muy semejante al que existía en 1790 y aun antes. Los hacendados son los menos poderosos y por faltarle el acceso a mercados, el crédito y la tecnología eficiente, son muy sensibles a la crisis.

    Tales diferencias objetivas van acompañadas de elementos ideológicos. Los hacendados de occidente son, colonialistas y cuando sienten la crisis que estremece sus riquezas algunos se inclinan al anexionismo, o sea a la incorporación de Cuba a los Estados Unidos como mecanismo para garantizar la perduración del esclavismo lo cual España bajo la presión económica y política de Gran Bretaña, no parece estar en pareja capacidad de hacer. Un grupo se inclina a cierto reformismo capaz de reducir las principales contradicciones politico-gubernativas que los enfrenta con los sectores colonialistas metropolitanos. En el centro y oriente la gama y la sucesión de actitudes políticas es más diversa y en todo caso hay condiciones de aislamiento que favorecen la gestación de profundos sentimientos anticolonialistas.

    Hay terratenientes que propugnan por un progreso basado tanto en reformas tecnológicas como en las de carácter social y cultural. La máxima ola anexionista se manifiesta en los años 1845 - 1855. Inmediatamente después - entre 1860 y 1865 - hay un movimiento reformista. Los cambios críticos en escala internacional favorecen este viraje de la clase terrateniente occidental que, por primera vez, trata de extender su influencia política por todo el país, aprovechando la primera expansión de sus intereses financieros hacia el interior. En fin de cuentas, el gobierno metropolitano se burla de ese reformismo medroso y medicante.

    En esa sazón, otros acontecimientos internacionales dejan su impronta en los cubanos. Mencionésmosles, sin más: el fortalecimiento del liberalismo en la metrópoli, la exitosa guerra del pueblo dominicano contra la reconquista española, la victoria del pueblo mexicano y de la Reforma encabezados por Juárez sobre los intervencionistas europeos y la guerra de secesión en Estados Unidos, que condujo a la abolición de la esclavitud decretada por Abraham Lincoln.

    Tales son los antecedentes lejanos e inmediatos de la revolución cubana de 1868.

    2. En pos de la conquista de una patria: formación de conciencia revolucionaria.

    (1868 - 1923)

    Esa coyuntura de crisis ofrecía la posibilidad de conquistar una patria verdadera por medios propios y adecuados, esto es, por el esfuerzo de los cubanos armas en mano. Aunque débil y matizada por los intereses en juego así como frenada por las contradicciones internas _ sociales y regionales _ la tradición nacional había contribuido a forjar sentimientos definidos de irreductible diferenciación entre lo cubano y lo español y de inicial repudio de lo anglosajón, inteligentemente expuesto por el ilustre reformista José Antonio Saco en 1850 - 1851.

    El alzamiento del 10 de Octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua (Manzanillo, Oriente) fue encabezado por terratenientes y gente de la burguesía urbana, seguidos por hombres de campo, esclavos manumitidos, negros libres y otros componentes de la población pobre y desposeídas, incluyendo algunos proletarios, por razón de inmadurez de sus dirigentes, la revolución sufrió una crisis inicial caracterizadas por la falta de unidad de los contingentes lanzados a la lucha (los camagüeyanos en Noviembre de 1868 y los villares en Febrero de 1869), y por las vacilaciones anexionistas y la falta de experiencia bélica pero todo ello no la puso en peligro: se fortaleció sin solución de continuidad, especialmente tras de la Asamblea Constituyente de Guáimaro (10 - 12 de abril de 1869). La grandeza del jefe de aquel movimiento _ Carlos Manuel de Céspedes _ las victoriosas campañas de Ignacio Agramonte en Camagüey y de Máximo Gómez en Oriente y el carácter popular que la guerra ganaba progresivamente, comunicaron a ésta un impulso que no cesaría en más de diez años.

    Aquella guerra, larga y devastadora en Camagüey y Oriente, no pudo extenderse al Occidente, pese a reiterados intentos de invasión; de modo que la región más rica y conservadora del país, fortaleza económica y política del colonialismo, se mantuvo libre de los efectos de la contienda y, aún más, continuó en su crecimiento tecnológico azucarero, acentuándose la desigualdad entre las grandes mitades del país.

    La guerra mostró a los cubanos sus reales posibilidades de acción independiente, creó lideres políticos y militares, miles de ellos de origen popular, definió la consciencia nacional y proporcionó una experiencia apreciable sobre la falsedad de la democracia norteamericana que, a partir de 1871, se inclinó al colonialismo español proveyéndolo de almas y barcos mientras sus gobernantes y periódicos alquilones trataban de "negros" y de "bandidos" a los patriotas y las autoridades confiscaban los escasos y barcos expedicionarios de que disponían los patriotas. El propio Carlos Manuel de Céspedes poco antes de morir mostraba que la ilusión del "modelo" democrático del norte había comenzado a disiparse.

    Cuando se firmó la mal llamada Paz del Zanjón (1878) no todos los patriotas depusieron las armas. Antonio Maceo el gran guerrillero negro y otros muchos cubanos continuaron la lucha porque no creían en las promesas reformistas del colonialismo y exigían la abolición de la esclavitud. En 1880 cesaron totalmente las actividades e insurrecciones. La revolución transcurrió en los momentos de gestación del capitalismo monopolista. La clase terrateniente cubana perdió la única oportunidad histórica de construir un país a su exclusivo beneficio. En lo sucesivo, la prepotencia norteamericana capitalizaría todos los cambios que pudieran suceder en una tierra a partir de 1880 se halla crecientemente sometida al comercio y a las finanzas de los monopolios. Aquella revolución cubana formaba parte de un encadenamiento universal de profundos conflictos en que se destacan la resistencia de los pueblos de Asia y Africa agredidos por el nuevo colonialismo, la rivalidad entre las grandes potencias representada por la guerra franco - prusiana y la agudización del enfrentamiento clasista cuyo punto culminante fue la comuna de París.

    Al finalizar las hostilidades, es abolida la esclavitud (1880-1886) que había constituido la objetiva vocación y realización de la guerra. Se consumaba el paso a una estructura capitalista. La clase terrateniente en virtud de su dependencia se torna toda ella conservadora y colonialista _ bajo España o los Estados Unidos _ o tímidamente reformista lo que indicaba el mantenimiento de la dualidad de dominación existente. La polaridad antagónica propia del capitalismo define y simplifica las posiciones políticas y de clase. Ya no habían, como en 1868, un "ala izquierda" terrateniente capaz de desencadenar una revolución. Por otro lado, comienza un nuevo asociacionismo obrero, penetran las ideas socialistas, anarquistas, y anarco-sindicalistas, gérmenes todavía inmaduros de una consciencia de clase. El congreso obrero de 1892 asoció la lucha por la liberación nacional con la de clases reconociendo su recíproca congruencia, cambio que a nuestro entender supone que las experiencias patriotas forjadas en 1868 - 1880 se transfieren a modo de experiencia histórica a los estratos populares. De esta suerte, como ocurre en todo proceso de "modernización", las contradicciones políticas y sociales se acentuaron.

    No faltaría en ese cuadro un período de crisis internacional caracterizado por recesiones y recuperaciones bruscas que duraron hasta 1893 - 1895. Uno de los efectos de estas perturbaciones provocadas por la aparición del capitalismo monopolista fue la estabilización de bajos precios internacionales de azúcar. Este fue uno de los primeros ejemplos de la aplicación de mecanismos generadores de una relación de intercambio desigual. El crecimiento de la American Sugar Refining Co. , de la sociedad inglesa Tate and Lyle y de la compañía francesa Say, unida al predominio del azúcar de remolacha europea, forma parte de un cuadro en que numerosos hacendados cubanos son eliminados de la producción y comienzan las inversiones directas norteamericanas. Se constata un súbito empobrecimiento general del país, verdadero sustrato de una renovada situación revolucionaria.

    Quien veía la necesidad de conquistar una patria en medio de aquel intrincado panorama de crisis económica _ que él menciona concretamente _ de soberanías yuxtapuestas, de creciente desgarramientos internos y de inmediatos peligros externos, era José Martí, cuyo nombre no requiere ulterior explicación. Martí, tras de unos diez años de viva presencia en Estados Unidos concibió la lucha libertadora de su país en dimensión apropiada al momento. La grandeza de su visión puede apreciarse si se tiene en cuenta que abarcaba: 1] la necesidad de ganar una patria independiente, continuando la lucha interrumpida en 1880; 2] la posibilidad de vencer al colonialismo español deteriorado dentro y fuera de Cuba; 3] La imperativa simultaneidad de una batalla contra el imperialismo naciente y amenazador; y 4] La creación de instituciones democráticas con un significativo carácter popular e igualitario.

    La revolución de 1895 mira hacia un futuro _ nuestro tiempo _ solo provisto entonces como corolario de los análisis de Marxs y Engels y realizados después como vocación libradora por Lenin, más que hacia el pasado de una democracia burguesa estilo 1789, frustrada por cierto en América Latina, tras la desaparición de Juárez, la débil resonancia de las incompletas ideas de Sarmiento y el suicidio del reformador Balmaceda. Había elementos de aquel contexto histórico que se hallan presentes hoy día en el quehacer de la liberación de modo que el pensar de Martí y otro cubanos de la época, propio del momento en que surge el imperialismo, dos fases de una misma parábola sociopolítica.

    La revolución iniciada el 24 de febrero de 1895 fue un ejemplo de la consistencia del pueblo cubano. 30000 libertadores mantuvieron a raya unos 300000 soldados colonialistas. Cuando las perspectivas favorecían las armas cubanas, destruidas en oriente y occidente la riqueza, acrecido, el descontento y la miseria, los imperialistas norteamericanos atacaron las colonias españolas (Cuba, Puerto Rico, Filipinas). Los grupos metropolitanos que vivían de parásitos de la riqueza de Cuba prefirieron entregarla al nuevo amo. Ni los patriotas sin cuya decisiva acción hubiera podido triunfar los intervencionistas, ni los reformistas siquiera, participaron en las deliberaciones del tratado de París (1898).

    Las vejaciones a nuestros libertadores, la discriminación de los combatientes negros, el despótico como de país conquistado, característicos de la ocupación norteamericana (1898 - 1902), encontraron, claro está, aliados en la burguesía colonialista de siempre pero también generaron un rechazo de los patriotas, hito primero de una nueva continuidad revolucionaria.

    Aparentemente el pueblo norteamericano está al margen de lo que sucede entonces. Hubo en él un sentimiento de solidaridad prontamente desnaturalizado por la campaña política y periodística "jingoísta". Sectores progresistas como el Knights of Labor habían hecho justicia a los cubanos amantes de su patria y aun antes, a los actos convocados por el Partido Revolucionario Cubano de Martí acudían norteamericanos pero no dispusieron de los medios y de la eficacia de los guerreristas dominadores. En país educado para la "metalificación helada" _ como diría Martí_ esas voces eran desoídas o calladas por fuerza o simplemente destruidas si amenazaban a los intereses en juego.

    No obstante su carácter crucial _ como primera guerra imperialista _ aquel momento no constituyó un tajo en la historia de Cuba. La república de 1902 surgió a modo de sustitutivo de la anexión colonial. La Enmienda Platt que, apéndice integrante de la constitución de 1901 reconoció el " derecho" de intervención norteamericana en los asuntos internos e internacionales de la nueva república, la concesión de bases navales y la concertación de un tratado llamado de Reciprocidad (1903) constituyeron los pilares de un mecanismo de dominación que anticipaba al régimen neocolonialista actual. Sin embargo, esta red de ataduras imperialista no era puro resultado de la voluntad de los " policy marrares" de Washington sino también un reflejo de la evidente repulsa cubana a la nueva dominación. Aquella república hemipléjica era, de este modo, un triunfo insatisfactorio, claro está, de la entonces manifiesta rebeldía cubana, pese a que los principales instrumentos de la revolución habían sido disueltos (Partido Revolucionario Cubano, periódico patria, ambos fundados por Martí, Ejercito Libertador y Asamblea de Representantes elegidos por éste).

    Los patriotas consecuentes se desunieron aun cuando los había decididos a no aceptar las duras condiciones impuestas por los imperialistas. Desde luego, los colonialistas _reaccionarios y reformistas por igual _ se aliaron al nuevo amo. Así nació con la república una política de prebendas y privilegios antipopular y farisaicamente austera, encabezada falsario al servicio de la política norteamericana, el señor Tomas Estrada Palma, primer presidente y también primer gobernante que aspira a mantener en el poder por la violencia y el fraude (elecciones de 1906). Vicio de origen acentuado en incesante proceso hasta 1958.

    Vinieron los años de reconstitución de una consciencia crítica oscilante organización de las fuerzas revolucionarias, de pugna y de difícil identificación de los nuevos enemigos. Se organiza la clase obrera que libra sus primeras batallas desde 1902, todavía confusa por la mezcla de anarquismo, sindicalismo gremialismo economicista, socialismo reformista. Hubo congresos obreros en 1914 y 1920. Después de 1915 aparecen grandes organizaciones proletarias y los gérmenes fértiles del socialismo científico. Hubo a la sazón años en que se desataron hasta cinco huelgas generales. Sin embargo, el peso de la burguesía y la clase media es aun muy comprometedor había asomado una corriente nacionalista de reforma vinculada del patriotismo del siglo XIX y a los elementos populares que siguen al Partido Liberal o, también, promovida por hombres que se separan del Partido Conservador heredero de la leyenda burguesa de la bondad de Estrada Palma o, incluso, por gente no comprometida. Su programa puede resumirse de la siguiente manera: 1] supervive al viejo colonialismo y hay que destruirlo, y 2] frente al poder extranjero hay que alzar la virtud doméstica, exaltar la ciencia, modernizar la cultura. Movimiento inorgánico _ más bien estado de opinión intelectual y popular_ cuyos resultados sólo pueden apreciarse de un modo disperso. Hombres de talla de Enrique José Varona, Fernando Ortiz, Manuel Márquez Sterling, Juan José Meza y Artola, Ramiro Guerra, José Antonio Ramos, influyeron sin duda en la formación de una consciencia crítica aunque estaba reservado a más jóvenes instrumentarla, unos enlazándola con el movimiento obrero marxista como Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, de heroica militancia comunista, otros, como Emilio Roig de Leuchsenring, en línea paralela con aquéllos manteniendo pareja temática en el campo de la difusión cultural, particularmente en la historiografía.

    Si aquella posición reformista es digna de considerarse, debe asimismo tenerse en cuenta la continuidad patriótica y martiana más radical representada por las ideas del general Enrique Collazo y de Julio César Gandarilla, de acento antiimperialista indudable. De este modo, hacia 1923 - 1925 se unía la tradición nacional y martiana con las más puras esencias del pensamiento revolucionario universal, cuya posibilidad de realización radicaba en la incipiente madurez de la clase obrera y otros sectores explotados.

    Con las inversiones incrementadas a causa de la primera guerra mundial (1914 - 1918) se produjo la importación de miles de braceros antillanos (haitianos y jamaiquinos) para abaratar el salario, se endureció la represión (gobierno de Menocal) y creció la corrupción. Lo más importante de todo lo sucedido entre 1898 - 1920 fue el surgimiento de un simplificado esquema político que hacía de cualquier manifestación de descontento una protesta antimperialista o un choque con poderosos intereses yanquis.

    Comenzaron los síntomas de crisis. Desembarcaron tropas norteamericana en 1917, año de significación universal (Revolución Mexicana y revolución socialista de Octubre), las cuales permanecieron aún después de terminada la contienda mundial. No fue la única intervención militar, pues además de la de 1898 - 1902 hubo otras en 1906, en 1912 - 1913 y un bloqueo naval en 1933.

    Se desencadenó la crisis deflacionaria 1921 - 1923 con la ruina de numerosos propietarios cubanos. La quiebra de los bancos de capital cubano e hispanocubano desposeyó a miles de pequeños comerciantes, empresarios y abortistas. Los grandes bancos norteamericanos y británicos quedaron dueños del mercado y de las fábricas. Este súbito empobrecimiento del país reveló de modo elocuente la debilidad de las estructuras semicoloniales.

    Además, de la clase obrera, otros elementos, de la sociedad cubana en crisis,

    comenzaron a comprender lo que significaba la Revolución socialista de octubre. Entre 1923 y 1925 se desata la ola revolucionaria. Movimiento de la juventud radical pequeño burguesa, grandes huelgas obreras, fundación del Partido Comunista y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) caracterizaron este viraje dentro de cuyos límites hay que incluir algunos agrupamientos momentáneos de la burguesía nacional liberal.

    La respuesta fue una dictadura, la del general Machado, quien trató de desviar el descontento general por el camino de la “regeneración”: Machado acrecentó la corrupción, prorrogó sus poderes por la violencia y además en la V Confederación Panamericana (La Habana, 1928), ante muchos delegados latinoamericanos asombrados, su gobierno defendió el “derecho” de intervención yanqui en el continente. Pero la solución represiva en un cuadro universal de depresión capitalista era tardía. Contra tamaños desmanes, entre los cuales hay que señalar el asesinato continuo de revolucionarios, se alzó un movimiento nacional en el cual la clase obrera y los estudiantes desempeñaron un papel decisivo, mientras la crisis económica lanzaba a todo el pueblo a una miseria solo comparable con la situación actual de millones de seres en los países neocoloniales.

    Una huelga general (julio - agosto 1933) echó por tierra la dictadura. La diplomacia norteamericana se había decidido a lanzar por la borda al gobernante cubano preferido; pero sus maniobras, merced a la “mediación” de Summer Welles, llegaron tarde para evitar el gran movimiento de masas. También el gobierno conservador provisional fue derribado (4 septiembre de 1933) por una sublevación de soldados y sargentos unidos a jóvenes nacionalistas. Pocos días después se instauraba el gobierno presidido por Grau San Martín que, a su vez, es eliminado en enero de 1934, por una confabulación del “nuevo” ejercito y el embajador Caffery representante de la flamante política del “buen vecino”. No por azar había en la vecindad de Cuba, buenos barcos de guerra norteamericanos...

    Cesaba en esa sazón una fase de la historia de América Latina: La batalla

    ejemplar de César Augusto Sandino, de Adolfo Martínez, de los tenientes de Luis Carlos Prestes, de la escuadra chilena. Se iniciaban gobiernos de la burguesía nacionalista con veleidades o apariencias fascistizantes, como el Getúlio Vargas y su “estado nuevo” en Brasil, pero también con el eminente Lázaro Cárdenas en México se expropiaban las compañías petroleras. En Cuba no faltó un representante de la tendencia imperialista, Antonio Guiteras Holmes, que compartió el poder después del 4 de Septiembre de 1933, y decretó la intervención del monopolio eléctrico. Una vez alejado del gobierno, Guiteras fundó el partido Joven Cuba que aspiraba, retornando a la consigna americanista de Martí, a unir a todos los pueblos hermanos y llegar al poder para instaurar el socialismo en Cuba en franca anticipación a lo que ha sucedido después de 1945 en diversos países. Las condiciones del momento no permitieron que se produjera la fructífera alianza de los agrupamientos revolucionarios de la clase obrera y de la pequeña burguesía. No había la madurez suficiente ni la coyuntura internacional favorecía el éxito de esta como de otras hazañas de los pueblos latinoamericanos; pero por primera vez se conmovía en todo el continente la prepotencia interna y externa de los imperialistas y asociados. En medio de las manifestaciones políticas de esta etapa van apareciendo los elementos del desarrollismo, tan de moda hoy pese a su obvia ineficacia. Todo ello anunciaba para Cuba el comienzo de una fase de su quehacer de liberación.

    La ciencia y la cultura antes de la revolución presentaban características apropiadas a la condición de dependencia y subdesarrollo, como deducidas de ésta y reproducidas continuamente por el sistema. La ciencia y la cultura prácticamente no constituían movimientos y conjuntos, salvo en lo que hace a la orientación ideológica y formal. Centros dedicados orgánica y sistemáticamente a su desarrollo, no los había, con excepción de algunos núcleos por lo general mantenidos con el puro esfuerzo de un grupo de especialistas. Un estado en que las cantidades asignadas al desayuno de los escolares y las medicinas de los hospitales iban a engrosarla bolsa de los altos funcionarios, lo dice todo y hasta lo explica todo,...

    No faltaron hombres de gran calidad en las ciencias médicas o en las matemáticas o en otras ramas que mantenían, bien a través de sus cátedras, cuando pudieron acceder a ellas, bien en algún centro de escasos recursos, cierta continuidad, heroica, pudiera decirse, en el trabajo científico. Desde fines del siglo XVIII Cuba pudo mostrar fuertes y perdurables individualidades en estos campos. A mediados del siglo XX, seguía siendo característico este imperio de las personalidades, muchas de las cuales pasaron sin dejar discípulos aun cuando quedó su ejemplo.

    Por un lado, el movimiento positivista que da su espaldarazo a la ciencia y a la cultura apenas realizada la independencia formal (Sanguily, Vartona, Ortiz); en la literatura, con el naturalismo al modo de Carrión y de Loveira, así como el modernismo de Boti y Poveda, todo se inspira en forma nebulosa, la única posible entonces, en proyectos de reforma; de otro, Las posibilidades reales de cambiarla persistente presencia del “arcaísmo” colonial disminuyen a medida que la República aquella muestra, sin decoración apologética, progresivamente menos eficaz, claro está, sus originales vicios y sus funestas carencias nacionales. Aquellos que pretendieron reformarla sólo pudieron y lo hicieron bien, con fruto, enjuiciarla y condenarla, sin, por otra parte, ofrecer la solución sustantiva como no fuera de carácter ético que si no es una fuerza para transforma, siempre en Cuba ha brotado como promesa de cambios y los ha acompañado cuando han sido reales.

    Precisamente hacia 1920 - 1930 se inicia una reacción crítica a la cual, tanto la conciencia antiimperialista como el marxismo, dieron la perspectiva y la certitud de una solución eficaz. Era otra vez, otra expresión, acción e ideación diferentes. De inmediato, lo afrocubano como signo de maduración nacional queda inscrito en la cultura (Fernando Ortiz, Nicolás Guillén, y el olvidado redescubridor Ramón Guirao). La palabra proletaria se expresa en poesía (Regino Pedroso). La poesía y la prosa más nobles se tornan acción (Martínez Villena y Juan Marinello) o corren pareja acción y poesía (María Villar Buceta). La historiografía en la huella impugnadora de Enrique Callazo es arma antiimperialista (Emilio Roig de Leuchsenring). La plástica alzada sobre el academicismo reivindica esencias colectivas: naturaleza, rostros, tipos, clases (Víctor Manuel, Abela, Carlos Enríquez). La música va hacia lo hondo del ser cubano (Roldán y García Caturla) aunque se revista de formas con el pasado convencional y con el presente conformista y arcaizante.

    III. RETORNO AL CICLO

    (1933-1952)

    Retorno ¿por qué? Al recapitular lo sucedido en Cuba desde 1902 se observa una suerte de diástole y sístole política que sólo podríamos calificar de diabólica. Para suplantar las ilusiones democráticas existentes en otros países, los imperialistas y sus cómplices instauraron una clara alternancia de gobiernos conservadores y liberales, de modo que cada cual llamaba a una mentida reparación de las fechorías del otro. Veamos el fenómeno más de cerca. El gobierno conservador y antipopular de Tomás Estrada Palma terminó frente a una insurrección de los liberales (1906), cediendo el paso a otra intervención norteamericana cuyo jefe corrompió aún más sistemáticamente al aparato estatal. Advino entonces (1909-1913) un gobierno liberal que “democratiza” el fraude y tras éste un nuevo gobierno autoritario (1913-1917; 1917-1921) que sofoca la segunda, y esta vez más falseada, revuelta liberal (1917); en esta ocasión el presidente de la República tuvo un inmoral apoyo imperialista para renovar su mandato. Tiempo de huelgas y de crisis, este momento fue seguido por un gobierno liberal, podrido al máximo, compuesto por el partido Popular (1921-1925), cuyos escándalos abren el camino a un nuevo equipo de origen liberal que, bajo pretexto de “regenerar” el país, se transforma en la sangrienta dictadura de Machado. Parecía que el destino de Cuba era oscilar entre peores y pésimos representantes de la situación semicolonial, bendecidos por la mano de los imperialistas y sus avispados amanuenses de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

    A partir de 1933 se produjeron cambios, con pretexto de los cuales los intereses dominantes instrumentaron el designio de retornar, por siempre, al ciclo. Claro está que, como veremos sería preciso aguzar el ingenio para represar la cólera torrencial del pueblo. Bastaron unos veinte años de nuevas y nefastas alternancias para que ya no fuera posible evitar las verdaderas transformaciones de estructuras.

    1. - El poderoso movimiento nacional contra la dictadura de Machado continuó después de la caída de éste; se pretendía ir más allá de un simple cambio de nombres. Como se ha dicho, las fuerzas revolucionarias (Joven Cuba y Partido Comunista) no supieron y, por ende, no pudieron unirse. El nuevo jefe del ejército surgido del golpe del 4 de septiembre de 1933, el ex sargento Fulgencio Batista se entregó rápidamente a la política imperialista. Los políticos burgueses, de matiz fascista (Partido ABC, organización secreta terrorista muy activa durante la lucha contra el dictador Machado) y los representantes de la politiquería precedente se unieron al nuevo agrupamiento de las fuerzas reaccionarias. En enero de 1934 retornaba el ciclo.

    Ahora la política al uso tenía que contar con un vigoroso movimiento popular que, si bien inmaduro y dividido, había mostrado su presagiante poder. Comenzaron a prodigarse términos como “diversificación agrícola”, “justicia social”, “nacionalismo económico” y otros que adornaban la repudiable continuidad del sistema. El propio gobierno de los Estados Unidos consideró necesario _ sobre todo, falto de riesgos _ abrogar la Enmienda Platt (1936), no sin concertar previamente (1934) un nuevo Tratado de reprocidad que consagraba la supeditación económica y política del país. Todo enmarcado en un ciclo de cambios palabreros que acostumbra a realizar el imperialismo para lograr una “nueva imagen”. Por su parte, la oposición burguesa no perdía oportunidad para practicar una demagogia paralela, vistiéndose con las galas de un nacionalismo revolucionario que sólo era patrimonio verdadero de Antonio Guiteras Holmes, asesinado por el ejército el 8 de mayo de 1935. Así fue como el Partido Revolucionario Cubano, nacido entonces, ganó prestigio en el pueblo.

    El movimiento obrero fue reprimido brutalmente en 1934 y 1935. El Partido Comunista permaneció ilegalizado. Ante la nueva situación _ disminuida la creciente revolucionaria popular, desatada la represión y la demagogia, surgido el nazismo y difundido el fascismo por la América _ el Partido Comunista elaboró una política de colaboración en la batalla diaria por la democracia con sectores y grupos progresistas y radicales especialmente en el seno de la clase obrera y la pequeña burguesía. Durante los años que reseñamos esta política rindió sus frutos, pues el partido afirmó su presencia, clarificó la conciencia política de miles de hombres, penetró de modo apreciable en las masas; definitivamente, dejó de estar aislado, creció numéricamente y, aunque en la ilegalidad, publicó revistas y periódicos. El régimen, primero bajo la presidencia de Carlos Mendieta, después con Miguel Mariano Gómez (electo y depuesto por Batista en 1936), se constituyó como gobierno en el cual los aparatos y mecanismos electivos eran un disfraz del poder verdadero en manos de las jerarquías militares y represivas. Como quiera que la persecución y los asesinatos (1933-1936) no liquidaron el movimiento revolucionario, que por el contrario se reponía, Batista lanzó algunas vistosas iniciativas demagógicas, como las Escuelas Cívico-Rurales atendidas por profesores semimilitarizados y el Plan Trienal, Combatido por todos los grupos de oposición.

    Tras de la gran conmoción continental de los años 1930-1933 las condiciones internacionales comenzaban de nuevo a ser favorables a las fuerzas progresistas. De un lado, el fascismo europeo inducía un vigoroso rechazo por parte de las masas y agrupaba a grandes sectores de la gente democrática, por otro lado, en América Latina, la expropiación de las compañías petroleras, decretada por el gobierno del general Lázaro Cárdenas en México, fortalecía las consignas populares, la resonancia de esos acontecimientos y de otros como la agresión de Mussolini a Etiopía (1935-1936) y la heroica lucha del pueblo español (1936-1939), unidos a la progresiva toma de posición del gobierno de Roosevelt contra el amenazante poderío nazi, contribuyeron a un cierto equilibrio de las fuerzas enfrentadas en Cuba.

    Las condiciones económicas no mostraban cambio alguno. Se hablaba de industrialización, diversificación, seguridad social. Sin embargo, continuaban las estructuras y los mecanismos establecidos en 1898-1902. Aún no se había repuesto el país de la depresión (1929-1933), cuando se producía una súbita recaída en 1937.Los instrumentos financieros privados y estatales continuaban, cada cual a su modo, la conocida política de protección de los negocios “seguros”, o sea los productos primarios de exportación. Las observaciones incidentales agudas en ocasiones del informe “Problemas de la Nueva Cuba”, realizado por la Foreing Policy Association (1933-1934), caían en manos de empresas o de funcionarios que temían cualquier reforma por insignificante que fuese. Avanzaba el proceso de esclerosis de los dispositivos semicolonialistas y con ello se ahondaban las presiones y desgarramientos internos, a la par que la población crecía aceleradamente. Cuando se contempla la reiteración de esos fenómenos se comprende que la política imperialista sólo admite, si acaso, reformas que dejan exactamente intacta la situación de privilegiado beneficio que la amamanta. Ayer, como hoy, la buena vecindad, la Alianza para el Progreso y el nuevo diálogo son fórmulas verbales. Su valor radica solamente en que dan una medida de la actitud colérica de los pueblos: nos dejan entrever la otra cara de la realidad.

    2. Desde 1934. El movimiento de oposición a la dictadura de Batista elabora una consigna: la celebración de una Asamblea Constituyente que incorpore al nuevo texto constitucional las conquistas democráticas ganadas en más de diez años de lucha y escamoteadas por el régimen militar. La vieja Constitución de 1901 estaba vigente por haberse derogado la de 1928 impuesta por la dictadura de Machado, aunque se habían promulgado con diversos nombres nuevos textos que modificaban aquélla en alguna medida. Al calor de la presión de las masas (movimientos proamnistía, de ayuda al pueblo español, antifascista, juvenil, estudiantil) y calculando que el gobierno de Estados Unidos se opondría a las agresivas ambiciones del nazismo, Batista comenzó a maniobrar en una perspectiva de apertura _ que se diría hoy _ para buscar apoyo en una política menos tensa. La legalización del Partido Comunista que se unió al Partido Unión Revolucionaria preexistente, el gran movimiento de unidad sindical que permitió fundar la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), las simultáneas garantías ofrecidas a otros partidos y grupos de oposición y aceptadas por éstos, y el inicio del proceso de convocatoria de la Constituyente de 1940. Elegida por votación popular directa, constituyen elementos básicos de una nueva situación. Por entonces, la amenaza universal del fascismo exigía que los revolucionarios aprovecharan la coyuntura para organizar las masas reprimidas después de 1933.

    Un hecho significativo: en la ceremonia inaugural de la Asamblea Constituyente hablaron el representante de los partidos de gobierno, el de la oposición y el del Partido Comunista Juan Marinello. La Constitución fue votada cuando comenzaba la segunda guerra mundial. En su copioso articulado se reconocían los derechos fundamentales, si bien muchos de ellos dependían de una legislación ulterior específica que los regularía. Otros quedaban castrados, sin más, como la proscripción del latifundio sólo cuando mediante indemnización total inmediata, onerosísimo requisito que reducía a nada la altisonante declaración del texto. Sin embargo, las fuerzas populares tenían en la letra de esa nueva carta fundamental un apoyo para la defensa de sus derechos y un término de referencia política. En efecto, el combate del pueblo adquiría entonces una dimensión jurídica que pese a su carácter formal, tenían un valor instrumental apreciable. Precisamente, los gobiernos no se suceden en 1940 a 1958, serían juzgados, ante todo, por su incumplimiento de la Constitución. La propia burguesía y sus agentes se encargaron de violar sin escrúpulos la legalidad burguesa.

    La guerra daba origen a una situación diferente, sobre todo cuando los ejércitos nazis invadieron la Unión Soviética. Batista, electo presidente en 1940, trató de mantener un artificial equilibrio entre los componentes más conservadores de su gobierno y la izquierda que demandaba el apoyo irrestricto a las fuerzas antifascistas tanto en el orden interno como internacional. Pero entre el dictador, oportunamente democratizado, y sus asociados burgueses, de un lado, y el pueblo, de otro, había una cuenta pendiente. Por eso en las elecciones de 1944 triunfó Ramón Grau San Martín, candidato del Partido Revolucionario Cubano (llamado partido auténtico por sus propagandistas). La ilusión nacionalista democrática forjada por el indebido disfrute del prestigio de Antonio Guiteras llegaba al poder.

    Poco después, cuando terminó la segunda guerra mundial (1945) se vio claro que ese gobierno ni siquiera era en alguna medida reformista. La corrupción sobrepasó los límites precedentes y la persecución al movimiento revolucionario se desató para favorecer a la burocracia sindical vendida. Se reanudaron los asesinatos políticos (Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, ambos dirigentes obreros de filiación comunista, y otros). Surge entonces una nueva fuerza democrática encabezada por Eduardo Chibás, cuyo programa denuncia la podredumbre de los gobiernos “auténticos”; en torno a él se agrupan miles de jóvenes descontentos. Esta ola de protesta anunciaba las condiciones para una vuelta al ciclo, ya que las ilusiones de reforma se disipaban ante las contundentes pruebas de los vicios y fraudes de los gobernantes. La acción crítica de Chibás, unida a la educación política realizada por el Partido socialista Popular (antiguo Partido Comunista) y a los efectos detonantes de la frustración democrática, abre el camino a una revolución transformadora capaz de darle a las consignas populares un contenido que excede del marco reformista.

    Por otro lado, aunque se hablaba mucho de desarrollo, el crecimiento no se producía en escala apreciable. En lo sustancial, la estructura permanecía intocada y , aún más, al amparo de las condiciones de guerra y de posguerra, se fortaleció un nuevo latifundio _ el arrocero _ , se expandió el latifundio ganadero y el comercio quedó como siempre concentrado en la exportación de azúcar. La crisis de estructura se agrava por razón de la tendencia histórica a la reducción de la parte de Cuba en el mercado azucarero norteamericano. Las inversiones directas no compensaban el estancamiento, ni la “repatriación” del capital invertido en la industria del azúcar era otra cosa que un pobre resultado de la formación de burguesía a través de la corrupción del gobierno y de la política. La población crecía por encima de los 5 millones y mantendría una tasa que la elevaría a 6 en la década de los 50. La terminación de la guerra de Corea (1952) coincide con una depresión que se acentúa al combinarse con la gran tensión política interna.

    3. La política de la “guerra fría” destaca las contradicciones del sistema de dominación imperialista en todo el continente, pues se prodigan las dictaduras militares. Aprovechando el descontento del pueblo cubano se propicia el golpe de estado de Batista (10 de marzo de 1952). Cayó el segundo gobierno “auténtico”. Se temía que Cibás con el empuje de miles de cubanos que seguían al Partido del Pueblo Cubano ( PPC, llamado ortodoxo) llegara al poder y pretendiese realizar las reformas siempre pospuestas, o sea, iniciase un proceso de superación de las condiciones impuestas por el régimen semicolonial. Se percibía que en la Juventud Ortodoxa había una reserva progresista muy vigorosa. Por su parte, aunque a la defensiva, el movimiento comunista, político y sindical, libraba su batalla por los derechos fundamentales del pueblo. Era obvio que los burócratas sindicales vendidos perdían prestigio por su vinculación al gobierno y a la burguesía, se alejaban de las masas, reprimían a los revolucionarios y sometían a la clase obrera a peores condiciones de vida. No era menos importante que toda la política ahondaba las diferencias entre las masas rurales y urbanas y, aún más, consolidada la desigualdad entre obreros, empleados y el creciente número de jóvenes sin esperanza de ocupación.

    Cuando se analizan los documentos de esos momentos se aprecia retorno al ciclo una vez más. La dictadura tenía por objeto cubrir el movimiento democrático y revolucionario y los grandes desajustes internos con el manto de sangre de la represión, con una denuncia demagógica de la corrupción de los gobiernos precedentes y con un cacareado “desarrollismo” al servicio de los intereses dominantes. Como en otras ocasiones y países, la dictadura sólo sirvió para enconar conflictos, pero sobre todo para demostrar que el camino de las reformas era imposible.

    B. República neocolonial y cultura nacional

    BLOQUE NACIONALISTA Y ANTINACIONAL

    (1902 - 1923)

    El bloque nacionalista.

    A principios del siglo, las fuerzas nacionalistas privadas de sus principales jefes antiimperialistas radicales _ Martí, Maceo, .... _ , y en situación desfavorable ante la alianza del bloque oligárquico y la potencia imperialista, trataron de salvar la revolución nacionalista - democrática martiana uniéndose en la coalición masoísta y luchando contra la Emnienda Platt y el Tratado de Reciprocidad Comercial.

    En 1905 las fuerzas nacionalistas se reagruparon en torno al Partido Liberal y llegó al poder en 1908 y fue electo presidente José Miguel Gómez con disgusto del bloque oligárquico y el capital financiero norteamericano.

    Sectores de las masa negras, defraudadas por el gobierno de José Miguel Gómez se separaron del bloque nacionalista liberal y llevaron a cabo una protesta liderada por Evaristo Estenoz.

    En 1925, el líder estudiantil Julio Antonio Mella fundó el Partido Comunista y nucleó en torno a su persona, las fuerzas nacionalistas de la pequeña burguesía radical y los elementos socialistas de la clase obrera pero su temprana muerte no permitió que esta alianza fraguara en un bloque antimperialista.

    El bloque antinacional

    En 1916 José Antonio Ramos publicó un estudio de nuestra dinámica político - social durante el desarrollo de la República, constituye el mejor análisis de la estructura política y de clases de aquel período. Para él << la clase adinerada >> estaba formada por: 1) terratenientes, hacendados, propietarios urbanos y profesionales acomodados procedentes de la época colonial. Afirmó que << la mayoría conservan sus estrechos lazos con la ex metrópoli y algunos viven en España y sólo vienen a Cuba a enterarse del estado de sus negocios>> 2) comerciantes e industriales de capitales importantes. Según él<<casi todos ellos son españoles>> 3) terratenientes, hacendados, etc., que han hecho su fortuna después de la República. << No pocos de ellos ocultan los orígenes de su fortuna en tenebrosas combinaciones e indescifrables misterios que el pueblo puede designar Paga del Ejército, Cheques en blanco de don Tomás, Época maguniana (Magoon), los teléfonos, Arsenal - Villanueva, el Dragado, etc.

    Bajo el acápite de <<clase adinerada>> Ramos incluye dos sectores del bloque oligárquico antinacional: el español y el cubano. Un grupo tradicional que hizo fortuna en la colonia y del cual dice << nuestra clase adinerada procedente de la colonia no es sincera ni cubana>>, y un grupo nuevo que comprende a los enriquecidos al amparo de la política. No incluye en esta clase adinerada del país el capital yanqui por su carácter extranjero, admite su influencia, atribuyéndole una gran importancia la hegemonía norteamericana y al capital estadounidense. Ramos afirmaba que, el capital extranjero <<tendía a desnacionalizarnos, a convertir a nuestra patria en factoría, y hacer tabla rasa de sus ideales y su movimiento autóctono>>, a <<descubanizarnos>>. Y por otra parte dice: <<nuestro a ricos tienen numerosos defectos, pero entre ellos es el más grave su falta absoluta de patriotismo, de solidaridad con la nación. [José Antonio Ramos, 1916, p. 42,166 a 168; ibid, p. 43, 167 a 190]

    El análisis del autor de Manual del perfecto fulanista, aporta datos valiosos que corroboraron nuestro planteamiento del carácter antinacional del bloque oligárquico.

    El bloque corporativo antinacional estaba formado, por la población española _ equivalente a la cuarta parte de la población total _ , por los 6700 residentes norteamericanos, y por aquellos que se hallaban vinculados a través de diversas formas de dependencia al bloque oligárquico _ , es decir, administradores, grandes colonos y en general todas las personas que se beneficiaban de alguna u otra forma en los enclaves norteamericanos, o que, disfrutaban de empleos ventajosos, prebendas políticas, etc., El bloque corporativo antinacional interclasista se opuso a todas las intentonas nacionalistas realizadas en el período, y. Pese a ser una coalición minoritaria se impuso gracias al apoyo de Estados Unidos.

    Entre 1920 y 1930, los diferentes sectores económicos y políticos dieron lugar a una nueva coalición que comenzó con el apoyo de los conservadores a Zayas, y cristalizó en el cooperativismo machadista. La alianza cooperativista, convirtió a los partidos políticos tradicionales _ , Liberal, Conservador y Popular Cubano _ en un grupo único subalterno de políticos profesionales, aspirando a perpetuarse en el poder, al servicio de la clase dominante antinacional y en particular, de su sector más fuerte: el capital financiero norteamericano. Machado, dueño de ingenio como Menocal, representó la consolidación de una clase dominante antinacional al servicio del imperialismo norteamericano.

    LA CRISIS DE LA CULTURA NACIONAL

    El hecho sociológico esencial de esta época, es la renuncia de la burguesía dependiente a su propia identidad cultural, como reflejo de su subordinación política y económica al imperialismo norteamericano. Los valores de la cultura nacional, quedaban circunscritos a las capas medias que serán portavoces de la cultura nacional, aunque no nacional - popular, por la crisis y atomización del pueblo - nación en el marco del neocolonialismo. Esta fragmentación social hacía difícil expresar en la cultura lo que estaba desmembrado, descujado, en la realidad, en un franco retroceso de la nación en relación con los finales del siglo XIX.

    Es en la literatura, particularmente en la novelística de Jesús Castellanos, Carlos Loveira y Miguel Corrión, y al final del período en la de Luis Felipe Rodríguez y José Antonio Ramos, en la poesía de Bonifacio Byrne y Enrique Hernández Miyares e incluso en la de Regino Boti y José Manuel Poveda; y en la ensayística de la vieja generación, Varona, Sanguily, Juan Gualberto,... y en la nueva, Fernando Ortiz, Ramos, Loveira, Carrión, Emilio Roig de Leuchsenring, donde aparecen representados con más rigor y fuerza los valores de una cultura nacional en crisis por la imposición foránea.

    La música de Guillermo Tomás y la de Sánchez de Fuentes, los dos compositores más representativos de esta época, se hallaba ajena a nuestras raíces, impregnada de <<cosmopolitismo>>, y representó una ruptura en la relación con la tradición nacionalista de Saumell y Cervantes.

    En la pintura, más aún que en la música, se observa también la ausencia de lo cubano. La pintura académica de Romañach y de Menocal, será expresión de los valores de su público: la burguesía dependiente antinacional, impregnada de hedonismo vulgar, autocomplascencia y afición al lujo, y ajena e insensible al drama nacional, del cual si bien también era víctima en su condición de clase dominante subordinada, era, sobre todo, una usufructuaria.

    La música y la pintura expresaron los valores antinacionales de la burguesía dependiente, y, por lo tanto, no son representativas de la cultura nacional, sino de la cultura antinacional; será en el tono retórico de los ex autonoministas _ Montoro, Giberga, Cortina _ , de los anexionistas _ Figueras, José Ignacio Rodríguez _ y de los caudillos políticos como Estrada Palma, Oreste Ferrara, Menocal...., donde aparecerá en su forma más clara, el pensamiento de la burguesía antinacional de la que son portavoces. Ellos son, por tanto, los representantes de la cultura antinacional, y los defensores de una relación neocolonial de la cual la burguesía era beneficiaria a través de la política de los negocios (trazada por los norteamericanos) y ellos del negocio de la política (también controlado por los estadounidenses).La imagen de la patria intervenida, de la República frustrada, está presente en la poesía de Hernández Miyares y Byrne; en las novelas de Castellanos, de Carrión y sobre todo de Loveira y en la ensayística que acoge entre sus páginas la revista Cuba Contemporánea (1913 - 1927).

    No obstante, en las manifestaciones antinacionales de la cultura, como en la pintura académica de Romañach y Menocal; y en el cosmopolitismo musical de Guillermo Tomás y Eduardo Sánchez de Fuentes, hay un tono ajeno a la frustración de la nación, ya que el objetivo es satisfacer a la burguesía dependiente antinacional.

    En 1901, surgen diversas instituciones, y pese a esta proliferación, la cultura cubana, desustanciada se hallaba en crisis. Al aspecto desolador de la cultura de esta época, reflejo armonioso de la imagen crítica de lo político - social, contribuye el hecho de que alguno de los mejores trabajos de los ensayistas de esta generación se publiquen después de 1924. Allí están presentes ensayistas notables _ José Sixto Solá, Max Henríquez Ureña, Enrique Gay Calbó, Chacón y Calvo, Emilio Roig, José A. Ramos..._ o lo formal como Luis Rodríguez Embil, que en su novela La insurrección (1910), había pintado un fresco lleno de ruralismo romántico tomando como tema la gesta independentista; y Alfonso Hernández Catá, cuyo desasimiento de lo autóctono es evidente, pese a lo cual su prosa lo fue.

    Por su parte, la actitud más próxima al esteticismo tuvo como símbolo la revista Fígaro, que había sido en el siglo anterior, cuna de la renovación modernista y del tono evadido. Aparece la revista Social de un tono frívolo. Cuba y América (1897 - 1917) una publicación que reflejó la constelación sociológica de estos confusos años, la cual, habiéndose iniciado en 1897 como defensora de la independencia, fue evolucionando hacia el esteticismo, al acoger entre sus páginas el tono mundano y despreocupado por las circunstancias de las crónicas sociales. Esta transformación de revista patriótica y nacionalista a mundana y esteticista y antinacional, es una muestra de la curva que describen los ideales de la época.

    Literatura y Cultura Nacional

    Los escritores que retornaban del exilio tras la Guerra de la Independencia, se hallaron ante un país ocupado por las tropas norteamericanas y sus nuevos aliados, los comerciantes españoles y la burguesía dependiente antinacional que, a diferencia del arruinado sector de tendencia nacionalista de la burguesía cubana, conservaban intactas sus riquezas. Los intelectuales darán testimonio de una situación que implicaba la desintegración del espíritu nacional.

    Tras la ocupación de Cuba por Estados Unidos, el siglo XX se inicia con la aparición de una variedad de obras, que la intensa actividad cultural produjo a fines del siglo anterior y a principio de presente. A pesar de los desbarajustes que trajo la guerra no afectó el nivel numérico de la producción literaria. Muy distinta situación se presentó a partir de los primeros años de la República, y en especial luego de la llamada Guerra de Agosto de 1906, que condujo a la segunda intervención norteamericana. El año 1908 marca una línea divisoria entre ambos momentos de expresión. En 1912 hay un evidente descenso de la actividad literaria la que se prorroga hasta 1920 en que los poetas salen al rescate de la tradición perdida, en forma eslabonada y con una óptica diferente. Aparecen Boti, Acosta y Poveda. El grueso de la producción narrativa será posterior a 1920. Tanto en la poesía como en la narrativa los temas abordan acerca de la defensa de la nacionalidad. El género oratorio que tan importante había sido en los primeros años del siglo decae en el mismo momento en que se dejaron de debatir los temas independentistas en el escenario político de los primeros años de la República. Manuel Sanguily, con sus discursos en el Senado contra el Tratado de Reciprocidad Comercial y contra la voracidad de los monopolios imperialistas que se apoderaban de la Isla, tuvo el mérito de encabezar el género oratorio en el país. Esta temática termina después de la segunda intervención norteamericana con Julio César Gandarilla, en 1913, publica Contra el Yanki, uno de los alegatos más apasionados que se halla realizado en aquella fecha contra la injerencia norteamericana; puede considerarse con antecedente de la obra de Roig. A partir de 1906 aparecen obras de indagación de las raíces nacionales de Fernando Ortiz, y de críticas de los males republicanos en 1915 el Manual del perfecto fulanista de José Antonio Ramos: ambas dan al tónica de la producción ensayística, de la segunda década republicana.

    Estos intelectuales y políticos no habían perdido la esperanza de encontrar una vía para sacudir al país de la dominación norteamericana. Un ejemplo de la claridad con que los pensadores más avanzados del independentismo veían la situación planteada con la intervención norteamericana y el surgimiento de la República formal, está escrito en El ciervo encantado, fábula de Esteban Borrero Echevarría, publicada 1905 un año antes de su muerte.

    En el marco de dependencia neocolonial al imperialismo, frustración nacional y corrupción política y administrativa, las expresiones culturales languidecieron y se opacaron, y Cuba, que hasta hace unos pocos años antes se encontraba con figuras como las de Marti y Casal a la cabeza de la renovación literaria en América Latina, pasó a ocupar un oscuro lugar en el conjunto, en el momento en que sobresalían las obras de los autores como Darío, Rodó, Lugones, Azuela, Gallegos, Güiraldes, Quiroga, Nervo, Reyes, Neruda y Vallejo. Esta será a grandes rasgos la situación que se encontrará la llamada<< generación del 30>>, cuando irrumpa en el escenario nacional a partir de 1923.

    La renovación del Modernismo: Boti y Poveda

    Al iniciarse el siglo XX nuestra situación poética es desoladora. Muertos Martí y Casal, así como sus discípulos, la poesía se salva por las voces de Bonifacio Byrne y Federico Uhrbach. Byrne, abandona, al iniciarse la Guerra de Independencia, la evasión modernista de Casal nutrida de quietismo romántico, para adoptar untono de exaltado patriotismo. La vivencia de la Patria intervenida le imprime a su poesía un tono angustiosa que se notará en la lírica posterior.

    En Byrne no logra triunfar la actitud casaliana de hastío. Su verso muestra un alma herida que se queja, pero que está intensamente ligada a la vida. Algo distinto ocurre con Federico Uhrbach y con René López, quienes <<son en realidad los últimos modernistas>>. En ellos se continúa la pasión decandentista de Casal, típica de una ausencia total de fe en el futuro de la nación.

    La manera modernista es el resultado de la evolución literaria. La actitud modernista, que culmina en la poesía artificiosa de Regino E. Boti y José Manuel Poveda, son fieles a su línea estetista y que domina el panorama lírico de la segunda década republicana. Tras el ademán purista, se oculta una profunda neurosis, que es el resultado de la desilusión que les produce una realidad de la cual esperan emanciparse con el embrujo de su arte. Lo trágico en Boti y Poveda, es que aspiran a mantener la estabilidad emocional arrojando de sí sus profundos sentimientos humanos. Boti logra convivir con la angustia. Poveda es destrozado por ella. Muere a los treinta y ocho años víctima del alcohol y de la droga.

    La desilusión, la falta de fe, el pensar que lo que hacen tal vez no tenga sentido, aparece en la obra de estos autores.

    En resumen, Boti, Arabescos mentales, Poveda, Versos precursores, representantes de las capas medias ilustradas, desarraigados de la burguesía y del proletariado, darán a luz , una valiosa poesía nacional en la segunda década republicana, renovando el Modernismo de Martí y Casal, y enfrentándolo a los cánones del pasado colonial españolizante. Lo cubano está presente en su poesía debido a que expresan sentimientos nacionales, y son autónomos formalmente de sus pariguales franceses y latinoamericanos. Aunque no en todos sus versos se dará lo cubano en forma pujante y diáfana, basta que en un puñado de ellos se exprese el sentimiento nacional, para que podamos considerar el Modernismo de ambos como expresión del espíritu nacional.

    La novela como diagnóstico: Castellanos, Carrión y Loveira

    Para establecer el carácter nacional de la novela de ésta época en la obra de Jesús Castellanos, Miguel de Carrión y Carlos Loveira, es necesario determinar su orientación ideológica, su contenido y su lenguaje.

    La orientación ideológica de estos novelistas, que jamás tomaron posición en sus novelas junto a la burguesía plattista; como su contenido, en que sus héroes más representativos son víctimas de la realidad social imperante, reflejarán la conciencia crítica de las capas medias ante el drama nacional. No importa que el lenguaje sea el de las capas medias ilustradas, ni que en él se deslice a veces un españolismo; lo importante es que la crítica implícita de la burguesía dependiente y el orden neocolonial, tenga un carácter denunciativo de los valores imperantes.

    La novelística será nacional en tanto que sea una crítica de los fundamentos de la relación neocolonial, del caudillismo y de la burguesía dependiente; y no llegará a ser nacional - popular, en la medida que no reflejará la visión de la sociedad de las clases fundamentales (proletariado y campesinado), sino de la intelectualidad proveniente de la pequeña burguesía.

    El estilo realista y naturalista será el instrumento idóneo para reflejar la realidad neocolonial mediante una descripción minuciosa que es de por sí, una denuncia, y una expresión de la resistencia a las relaciones políticas y sociales consagradas por el imperialismo norteamericano.

    Las influencias naturalistas presentes en la novelística de estos primeros años son un tanto superadas por Jesús Castellanos. Su obra muestra el abandono de la periferia sentimental en que Villaverde y otros autores realistas del Siglo XX disuelven parte de su creación y el adentramiento en el alma de sus personajes (La conjura), sin descuidar las relaciones sociales (La manigua sentimental). Lo más representativo de este autor es La conjura, donde la manera naturalista da paso a la exquisitez modernista, nos retrata el drama de la pequeña burguesía en una sociedad sin oportunidades para la juventud. El autor no se limita a observar la realidad para conformarse con ella, sino que anhela un cambio, pero su visión de la realidad está teñida de altivez. No desea un cambio revolucionario, sino que aspira a la vieja idea platónica y orteguiana de sustituir el gobierno de los mediocres por el de los talentos. En él se galvaniza el ideal aristocrático, tan propio del Modernismo, que si por una parte reaccionaba contra la burguesía proimperialista triunfante en Cuba durante estos años, por otra consideraba a la sociedad como una lucha de los mediocres contra los genios. La honestidad de Castellanos convierte su obra en un valioso documento de denuncias, matizado por su sentido de lo pictórico que imprime de un vivo colorido a su arte.

    En las novelas de Castellanos estará presente la contradicción esencial de la nueva intelectualidad, esto es, su incapacidad de integrarse a un mundo burgués utilitario, anticubano y que desprecia a los intelectuales, por un lado, y por otro, su imposibilidad de reconocerse en el proletariado y el campesinado, por sentirse socialmente lejana de estas clases, y por no existir aún un proyecto político que las uniese a ellas. Sin embargo, Jesús Castellanos era un optimista lleno de fe en la vida.

    Miguel de Carrión, analiza en forma lúcida las relaciones sociales imperantes, el agravamiento de la situación nacional imprime un deje pesismista, propio de una experiencia desilusionada. Carrión une a la decripción impresionista del ambiente una interiorización psicologista nueva. No obstante, pese a la profunda cubanía de sus novelas, estas no rebasan la visión nacionalista de la intelectualidad de las capas media. Su lenguaje conceptual y distanciado, y su visión del mundo ajenas a las maneras de pensar y sentir de las clases más populares del pueblo - nación, hacen imposible que se le califique como representante de lo nacional popular en la novelística cubana. No obstante, su preocupación por una reforma moral de acuerdo con los valores laicos, su lucha contra el clericalismo españolizante, y la denuncia permanente que hacen sus personajes de la farisaica moral de esta época, lo convierten en un abanderado de la literatura nacional de resistencia contra la imposición foránea.

    El drama de estos novelistas consiste en rechazar a la burguesía sin reconocerse en el proletariado y el campesinado.

    Las contradicciones y la angustia en que se ven inmersos los escritores, adquieren un perfil dramático en el caso de Carlos Loveira. Su prosa cruda y descuidada lo asemejan a Zola. Toda la obra de Loveira gira entorno a los males y calamidades que afectaban al pueblo - nación en su conjunto, y no sobre los problemas específicos que confrontaban las clases populares. Su denuncia nacionalista a las prácticas políticas corrompidas de los personeros de la burguesía dependiente, su crítica al bloque antinacional, reflejan la forma de pensar y sentir de aquella parte minoritaria de la oficialidad mambisa, que ha sido excluida de los <<beneficios>> de la relación neocolonial. Sus novelas representan los valores de la cultura nacional.

    Carrión y Castellanos novelaron, la vida burguesa, con independencia de lo que de ambiente proletario hay en Las impuras. Loveira, que primero fue el novelista del proletariado, en Juan Criollo se convierte en el sociólogo que nos brinda una excelente pintura de la evolución nacional a través de las diversas clases sociales.

    Castellanos y Carrión jamás tuvieron fe en la revolución desde abajo. El optimismo de Castellanos se nutre de la esperanza en el triunfo del talento. El escepticismo pesimista de Carrión es hijo de la convicción de que los genios no están de moda: la sociedad burguesa necesita hombres prácticos que realicen tareas concretas. El caso de Loveira es distinto: en él se observa cómo su anhelo revolucionario empapado de aliento obrero se disuelve en un corrosivo cinismo, que no es sino la imagen de la vida nacional.

    La amargura de Castellanos y el pesimismo de Carrión y Loveira, eran una actitud ante las posibilidades que las instituciones de Cuba neocolonial podían ofrecer para solucionar los graves males existentes.

    Acento ajeno en nuestra música:

    Guillermo Tomás y Sánchez de Fuentes.

    El nacionalismo musical cubano había nacido con Saumell, que introdujo las células africanas en las composiciones de origen europeo, ejecutadas con instrumentos musicales del Viejo Continente. En los compositores de ésta época Tomás y Sánchez de Fuentes se produce una ruptura en relación con el nacionalismo musical de Saumell y Cervantes. El encargado de restablecer esta fractura, y de enlazar la música nacional cubana con la nacional - popular de Caturla y Roldán, serían Ernesto Lecuona en la década del veinte, con su danza afrocubana La comparsa.

    Lo que caracteriza a la música durante esta época es el abandono del afán nacionalista del siglo anterior y su sustitución por un acento ajeno que va a imprimir un sello en las creaciones de Guillermo Tomás y Eduardo Sánchez de Fuentes. Lo musical está en armonía con el resto del panorama material y espiritual; no es por eso extraño que, junto al mimetismo general de lo foráneo, haga emergencia un romanticismo continuador de Espadero.

    Guillermo Tomás, apasionado con el estruendo wagneriano, compuso un Sakuntala, melólogo en cuatro actos sobre el drama sánscrito de Kalidasa, siguiendo la tónica del drama lírico germano. Pero pese a la tendencia cosmopolita del autor, se observa un acento cubano. Lo más notable de Tomás fue la ingente tarea difusora, gracias a él, en cuba se escuchó la música de Wagner, Berlioz y Debussy. Su labor de dirección de la Banda Municipal de la Habana le permitió la creación de la Academia Municipal de Música y la organización de una Orquesta Sinfónica (1908).

    Eduardo Sánchez de Fuentes, su obra, llena de contradicciones del ambiente, pretende lo cubano en una raíz indígena que jamás, imprimió su acento debido a lo precario, no ya de su calidad, sino de su misma existencia. Su ópera Yumuri, intento fallido de crear ópera nacional con acento indígena, es tan artificial como el retórico libreto de Rafael Fernández de Castro que le sirvió de base. Luego abandona el recién iniciado camino wagneriano y adopta el verismo. Sánchez de Fuentes, influido por los prejuicios de la época, no dió jamás cabida a lo negro, elemento mucho más vigente que lo indígena, dentro de la música cubana. Será recordado siempre en latinoamérica por su obra Habanera Tú.

    Así, en resumen, las obras de Tomás y Sánchez de Fuentes serán expresión del <<nacionalismo>> elitario, ajeno a lo cubano y a lo nacional, de la intelectualidad vinculada a la burguesía dependiente antinacional. Tendrá que venir Lecuona a rescatar lo nacional, los sentimientos del pueblo - nación, incorporando enfáticamente lo africano, para dar lugar al nacimiento de la música nacional - popular cubana, en la próxima época, con Caturla y Roldán.

    Los últimos pintores académicos: Menocal y Romañach.

    Descubanización de la arquitectura

    Lo más significativo en el arte pictórico de estas primeras décadas es su total disociación de la circunstancia insular. Y aún algo más: de todas las manifestaciones espirituales, ésta es la más alejada de la realidad, la más atrasada y la menos cubana. La causa de esto radica en la quiebra general de lo cubano que se produce en este momento, pero radica en la débil tradición de cubanía existente en la pintura, y sobre todo en el mercado artístico, esto es, en el gusto de la burguesía dependiente que compra los cuadros. Esta burguesía antinacional se caracteriza por su afición a lo banal, <<bonito>>, retórico, sentimentaloide y <<respetable>>. No admitía nada que la intranquilizara, de ahí que la pintura que se demende y se compre para adornar la casa no pueda contradecir el optimismo oficial de esta clase. Así, la ausencia de temas que expresasen la sensibilidad nacional en la obra pictórica de estos años testimonia la indiferencia y/o la hostilidad de esta burguesía hacia el legado espiritual y cultural del pueblo - nación.

    Armando Menocal, en el se aúnan un poderoso aliento místico, que lo lleva abandonar su lisonjera vida habanera por la heroica manigua, con un oficialismo que lo convierte en émulo cubano de David. La posición económica de su familia le permite formarse una sólida cultura en Estados Unidos y España; antes de los veinte años domina la técnica pictórica. La pasión retratista aflora en él. Al terminar la guerra vuelve a su cátedra de Paisaje en San Alejandro, y a sus retratos. Su pintura se desenvuelve dentro del academicismo romántico, apropiado vehículo artístico para una pintura oficial afanosa de exhibicionismo esteticista. El drama en que se debatió Menocal, fue de una parte, el afán de creación sincera, y de la otra, la demanda ávida de lo convencional. Triunfó una vez más la circunstancia sobre el phatos artístico: se dedicó a satisfacer las demandas de un público burgués ávido de notoriedad. Su pincel eterniza la imagen de intelectuales como Varona, Ferrara, y el Conde Kostia, pero va a deleitarse sobre todo, en la plasmación en el lienzo de bellas criollitas adineradas. La burguesía cubana adquiere maneras de élite; el nacionalismo deja paso al quietismo esteticista. Menocal se consagra como pintor oficial con su cuadro: La muerte de Maceo. Tras el historicismo oficial, exhibidor de un patriotismo helado, y la manía retratista, se oculta un pintor sencillo que logra apresar sin artificiosidad el paisaje en sus cuadros: Interior y Corredor colonial. En ambos está presente la mujer, símbolo de una época de culto a la belleza, y tema obsesivo en la pintura de este maestro cubano. En estas realizaciones está ausente, en cierta medida, la imposición profana desvirtuadora de la calidad estética con que el creador logra un microcosmos armónico.

    El carácter antinacional y falsificador de la pintura de Menocal ha sido puesto de relieve.

    La figura cumbre en la pintura de este momento es Leopoldo Romañach. Si bien no fue un gran pintor, al menos fue un importante maestro. Su tarea fue formar pintores. En sus cincuenta y un años como profesor de San Alejandro llevó a cabo un singular esfuerzo de acrisolamiento de nuestra técnica pictórica, que se tradujo en el arribo exitoso de tres generaciones de pintores. Romañach viajó a Europa, España e Italia donde recogía nuevos alientos.

    En su pintura hay tres momentos perfectamente diferenciables. El impresionismo. El afán impresionista es un producto de este despedazamiento, pero también de un phatos esteticista y degarrado, gracias a cuya existencia en Francia, creaciones (Abandonada y La convaleciente). En 1907, viaja a Italia, se inicia un nuevo período en el arte del pintor. Es un momento de angustia y vacilación. Se impone la vieja pasión romántica matizada por el deje velazqueño. En este período expone: El viejo de las naranjas y El viejo de la pipa. El colorido denota un imperceptible influjo de Cezanne. En 1910 pinta La promesa; esto marca el triunfo de la vieja manera patética. La tercera etapa de su pintura se sitúa entre 1911 a 1926. Es la época del gran cambio. Viaja a Madrid y a Italia. En los cuadros está presente la obsesión paisajista, los colores tienen gran frescura, pero lo más notable es la ausencia total de la dimensión trágica, pletórica de inmadurez sentimental, omnipresente en su plástica anterior.

    Existe gran diferencia entre Romañach y Menocal, pese a su coincidencia en el academicismo romántico. La desemejanza en los hombres se torna desigual en las obras. Menocal muestra diversidad en los tonos violetas y Romañach en los grises.

    La disensión entre los dos pintores, aunque en estrecha conexión con el problema colorista, que actualiza el alma del estilo, es mucho más que eso. A Menocal se le fue helando la sensibilidad a base de convencionalismos. Sus retratos son eso y nada más. Romañach alberga una pasión humanista que, pese a las concesiones que la presión del público le obligó a realizar, está presente a todo lo largo de su vida, dándole unidad a su obra.

    Podemos decir, que la pintura de esta época, no reflejó la cultura nacional, ni la nacional - popular. No sólo no injertó la cultura europea de la época, sino que permaneció de espaldas a lo cubano y a los últimos hallazgos europeos.

    A modo de resumen, diremos que la pintura de estos años evidenció los gustos y valores de la burguesía insensibilizada ante el drama nacional y dominada por un hedonismo vulgar. En los predios del academicismo reinó un silencio absoluto; esta escuela no dio cuenta de la historia de su tiempo, sino tan sólo del espíritu satisfecho y complacido de una burguesía dependiente. Este carácter antinacional de la pintura de este momento, tiene su correlato en la desnacionalización arquitectónica.

    En este sentido, la difusión de los códigos formales eclécticos, entre 1900 y 1930, constituye un corte radical con la colonia. Se produce el predominio de las estructuras de acero, introducidas y difundidas en Cuba por las empresas norteamericanas. El eclecticismo europeo responde a una etapa del desarrollo del capitalismo industrial y financiero que da lugar a una disponibilidad de capital generado por la explotación del proletariado industrial y la especulación financiera. En Cuba tras la Primera Guerra Mundial, hay una disponibilidad de recursos en manos del bloque oligárquico antinacional, que se disipa en las construcción de mansiones, clubes sociales, hoteles,... Ocurre una nítida separación entre el contexto urbano, que, al crecer, mantiene los viejos moldes tradicionales, la trama colonial - neoclásica, y los monumentales edificios aislados por los inmensos jardines frontales privados, del espacio urbano exterior. La alta burguesía estructura su opulento ámbito de vida de patrones importados, a diferencia del incipiente proletariado urbano y del campesinado, sumergidos en la miseria cotidiana que caracteriza el subdesarrollo capitalista dependiente.

    CULTURA NACIONAL Y CULTURA ANTINACIONAL

    En esta época existieron contraposición entre los valores y los defensores de la cultura nacional y antinacional. Es importante consignar que durante esta época se produjo la proliferación de clubs aristocráticos con nombres norteamericanos (Habana Yatch Club, Vedado Tennis Club...). Ellos como los salones, fueron un resultado de las ansias de ostentación de la nueva burguesía en ascenso; ostentación que, en este caso, no iba acompañada de afán de culturalización que era inherente al Salón.

    Las ansias ostentosas de esta clase social encuentran cabal expresión en el vestido, la pintura, la arquitectura...; así, son múltiples las causas que vienen a colaborar en la exaltación del lujo; ambición, afán ostentoso, orgullo, anhelo de poderío; es decir, el deseo de figurar entre los primeros, de anteponerse a los demás. En virtud de esto, la evasión de la realidad sustituye al nacionalismo político y económico. Se aspira a un ocio absoluto que permita disfrutar las más refinadas formas. El patriotismo cede su paso al cosmopolitismo, hijo de una situación de desarraigo, que adquiere firmes perfiles dentro de la constelación esteticista. Se ponen de moda las excursiones campestre, el Salón y la mujer ocupan el primer plano de la vida social, producto de una determinada actitud anímica con profundas raíces sociales.

    Junto a la élite burguesa, se halla el nuevo tipo de intelectual evadido que se amolda perfectamente a los ideales de esta burguesía, la cual demuestra su poderío a través de la ostentación. Armando Menocal los eterniza en sus lienzos frívolos, Aniceto Valdivia, que muestra su amaneramiento en la adopción de pomposo título: Conde Kostia. En literatura se ignoran las novelas de Castellanos y Loveira, sólo se salva Carrión por su culto a la mujer, a la que también rinde pleitesía el retratista Menocal, y por ese deje agónico que envuelve toda su obra, estos dos aspectos, la mujer y la desazón espiritual, son muy gratos al nuevo público.

    La prueba de la conexción entre el conservadorismo político del oficialismo estatal, y la actitud de evasión de la élite enriquecida, nos lo prueba el hecho de que sólo triunfan aquellas manifestaciones culturales que interesan a este grupo. La música va de un ruidoso fracaso en otro, ya que, pese a no tener un carácter nacionalista, no contribuye, en el grado que la pintura y la arquitectura, a realzar el prestigio del público consumidor, esto es, la burguesía dependiente.

    En contraposición con esta actitud, está el resuelto nacionalismo político de quienes, profundamente ligados a la entraña de la tierra, defienden lo nacional centrando su creación en torno a lo social. Los prosélitos de esta tendencia son, elementos de la pequeña burguesía; ellos padecen con todo rigor la ignorancia del único público que podía financiarles su empresa: La burguesía dependiente, contraria a los valores cubanos de estos intelectuales. Pero en virtud de esto fracasan los intentos de elevación musical y artística debido no sólo a << la falta de ilustrada demanda estética, esto es, la inercia, la indiferencia o incluso capricho de un público todavía no habituado a las mercaderías ideales>>, sino también sobre todo, debido al carácter anticubano del gusto de este público.

    Esta disociación del ámbito de la burguesía se traduce en un afán por todo lo universal. El cosmopolitismo propicia el triunfo, y rinde culto a lo foráneo, intentando disolver el acento cubano en las formas importadas. Con esto, el espíritu nacional reflejaba la frustración de la empresa independentista por la intromisión norteamericana y la subordinación gustosa de la burguesía dependiente.

    Los abanderados del nacionalismo político, pese a ser también desarraigados, no de la Patria como los anteriores, pero sí, y lo que es más trágico aún, de la sociedad, adoptan una posición contestataria debido a su desacuerdo con el antinacionalismo y el mercantilismo de la sociedad burguesa y al desprecio a que ella los somete junto al arte que crean. No obstante, inconformes con su desarraigo, en vano buscarán público en la burguesía y en el proletariado emergente que se halla atomizado; y es que esta actitud, pese al estilo naturalista, ve la realidad a través de un prisma romántico que le impide determinar, en forma adecuada, la profundidad de los males sociales; estos artistas no avisoran, por tanto, lo que les acerca a sus consumidores potenciales: la pequeña burguesía y el proletariado; esa tarea la llevará a cabo la generación que irrumpe en 1923.

    INTELECTUALES, MASAS Y CULTURA NACIONAL - POPULAR

    (1923 - 1940)

    La crisis del modelo oligárgico caudillista

    El peculado y el cohecho habían desvirtuado la gestión zayista (1921-1925), protector de los millones de dólares invertidos por Estados Unidos en Cuba, de que al reajuste económico siguiera otro <<moral>>: consumada la conquista, la metrópoli estadounidense no quiere ya caciques corrompidos, sino administradores eficaces.

    En 1925, año de la fundación del Partido Comunista y de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, comenzó el período presidencial del liberal Gerardo Machado, general de la Guerra de Independencia, quien se mantuvo en el poder haciendo uso de mecanismos dictatoriales hasta 1933, cuando u movimiento revolucionario lo derribó.

    A mediados de 1924, el candidato liberal a la presidencia parecía ser el coronel Carlos Mendieta, pero Machado desató una rápida campaña electoral y obtuvo el apoyo del Partido Popular liderado por Zayas.

    A principio de 1926, Machado llevó a cabo la fusión de los partidos Liberal, Conservador y Popular, en una maniobra política que se denominó cooperativismo. Esto significó que los políticos de los tres partidos tradicionales, en una situación de crisis del caudillismo y de la política demagógica de liberales y conservadores, se unían en el disfrute del poder. En este momento de crisis se evidenció la condición del grupo burocrático profesional al servicio del capital financiero yanqui de los políticos tradicionales. Machado, por otra parte, se aseguró la absoluta lealtad del Ejército, llevando a cabo una política de soborno y de promoción de los sargentos a oficiales. Además, utilizó el ejército en la vida civil para dirigir determinados monopolios como el de la leche y el de la carne. Machado fue un típico representante del bloque oligárquico de la clase dominante: dependía del capital financiero norteamericano, pues su gobierno, en la difícil situación económica que atraviesa el país.

    En 1928, se llevó a cabo una Asamblea Constituyente, formada por delegados de los tres partidos integrados al cooperativismo (Liberal, Conservador y Popular) y presidida por Sánchez Bustamante. Machado fue electo en 1928 para un período presidencial desde 1929 a 1935. Los senadores fueron aumentados de cuatro a seis por provincia. Sin embargo, aunque las fuerzas que apoyaban a Machado eran poderosas, la crítica situación del país promovió una fuerte oposición al dictador por parte de cuatro grupos fundamentales: el Partido Unión Nacionalista, el Director Estudiantil, el Partido Comunista y sus organizaciones colaterales, y los partidos de Antonio Guiteras.

    La inexistencia de una oposición verdaderamente nacionalista, que hubiese tenido que ser necesariamente antiimperialista, con suficiente fuerza para intentar romper el predominio que ejerció la oligarquía caudillista entre 1902 y 1933, parece haber estado condicionada, entre otros, por los siguientes factores.

  • El sector más poderoso de la burguesía dependiente, no tuvo mejor opción para subsistir y seguir enriqueciéndose que continuar su papel de productora para la exportación y fortalecer su lealtad económica, política, social e ideológica al bloque oligárquico norteamericano - español, del cual era parte integrante desde finales del siglo XIX.

  • El sector de la burguesía dependiente que aspiraba a introducir modificaciones en el orden burgués vigente, y que pudo haber constituido el embrión de una burguesía industrial productora para el mercado interno, había quedado tan empobrecido por las guerras de independencia y la superexplotación que sobre él ejercía el bloque oligárquico que, pese a prestar todo su apoyo al Partido Liberal, no fue capaz de sustraerse a las tentaciones de la corrupción, ni mucho menos de intentar romper la dependencia con Estados Unidos a través de la política industrialización del país.

  • La magnitud de la penetración imperialista liquidó la <<clase media>> rural cubana e impidió la eclosión de una <<clase media>>industriasl urbana de carácter nacional. El único grupo importante de la <<clase media>> con base económica era el sector antinacional de comerciantes españoles.

  • La emancipación de los esclavos se produjo entre 1880 y 1886. La clase obrera era demasiado débil y se hallaba confundida ideológicamente bajo la influencia del anarcosindicalismo, y desnacionalizada por la gran inmigración extranjera.

  • En algunos intelectuales de la pequeña burguesía había una conciencia crítica de los problemas, pero excluidos de la vida política, sus ideas no tuvieron eco en las masas.

  • El escamoteo del poder en sucesivas ocasiones por el bloque oligárquico y sus representantes, los políticos conservadores, a las fuerzas de tendencia nacionalista - antimperialista, contando con el apoyo más o menos decidido de los Estados Unidos y sus fuerzas militares.

  • La inexistencia de un dirigente con suficiente honestidad y visión para liderar a todos los dañados por la relación neocolonial y continuar la revolución interrumpida y frustrada por la intervención norteamericana en 1898. En determinados momentos, algunos sectores populares creyeron en José Miguel Gómez, pro toda la oratoria contra el status quo quedó al desnudo ante los ojos de las masas a pesar que tomó algunas medidas en beneficio de éstas.

  • Los siete puntos anteriores permiten comprender que en una sociedad en la que ninguna clase nacional o fracción de ella era lo suficientemente fuerte para ejercer por sí sola el poder.

  • De la Dictadura militar al Constitucionalismo

    Durante el período 1925 - 1933 la sociedad neocolonial cubana debido a su dependencia del monocultivo azucarero y a la crisis general del capitalismo, afrontó una catastrófica situación económica que dio lugar a una crisis de las relaciones políticas sociales que imperaban. El bloque oligárquico y los Estados Unidos lograron conjugar el insurreccionalismo proletario de 1933 y su constitución de soviets, con la represión militar llevada a cabo por el ejército batistiano. El<<honbre fuerte>> de la política cubana fue Fulgencio Batista entre 1934 y 1944, pues contaba con el apoyo del Ejército, el bloque oligárquico y la Embajada de Estadios Unidos.

    Los rasgos principales que ejerció Batista entre las fechas antes dichas fueron los siguientes: 1.- período autocrático, se caracterizó por la represión militar, 2.- período patriarcal, tuvo como rasgo distintivo las concesiones que hizo al movimiento obrero liderado por los comunistas, 3.- período constitucional, propició la promulgación de la progresista Constitución de 1940,

    4.- toma de poder, ilegítimamente a través de un Golpe de estado, 5.- retorno a la <<normalidad>>, el bloque oligárquico y Estados Unidos apela a Batista para restaurar la relación neocolonial del cuál dependían sus intereses, 6.- eliminación de la anarquía popular y comunismo, el bloque oligárquico y Estados Unidos en colaboración con los grupos políticos tradicionales vuelven a restaurar el poder autocrático, 7.- deja intacta la estructura agraria, cualquier reforma en este sentido afecta el monocultivo azucarero, hubiera dañado a sus principales aliados y sostenedores, el bloque oligárquico y al imperialismo, 8.- sirve de mediador entre la base social nacional y la base extranacional estadounidense, 9.- la utilización de una combinación de mecanismos representativos y programas patriarcales, para ahogar y evitar la explosión revolucionaria de las clases oprimidas, 10.- su oficialización y legalización de las organizaciones sindicales con el fin de neutralizar las fuerzas revolucionarias.

    La Victoria de la Cultura nacional y

    nacional - popular

    La segunda generación republicana está integrada por los jóvenes, lo característico de esta juventud es el estreno intelectual de una actividad inminentemente combativa y nacionalista. Los vanguardistas cambian su formalismo aristocrático por el realismo profundamente crítico pero ingenuo. La literatura, la música, la pintura acogen la moda de lo negro (afrocubano).

    Las manifestaciones de la cultura nacional y nacional - popular están en íntima relación con la evolución del pueblo - nación. Se produce el triunfo de la cultura cubana nacionalista por encina de la antinacionalista y sobre todo como cultura nacional - popular. Martí fue su precursor. Se muestra a la literatura como su testimonio, la poesía como expresión de la evolución de los ideales, la narrativa como denuncia, el carácter sociológico lo muestra el ensayo, en la música nacional - popular emerge lo afrocubano, nace y florece la pintura cubana, trae la renovación arquitectónica y eclecticismo. Aparecen instituciones dedicadas a la difusión de la cultura, se muestra la crisis de los viejos valores, se expresa una reacción contra el oficialismo y la retórica, es decir, contra la Academia.

    En resumen, florece la cultura nacional cubana, aparece la protesta intelectual y política. Minorismo, Vanguardismo, Negrismo y Arte social emergen en curva ascendente, se produce en forma lógica una transformación de la dinámica que regía las relaciones entre los intelectuales.

    C. La economía cubana en la fase imperialista.

    Las Bases de la dominación Imperialista

  • Los hechos hasta 1903

  • EL CAMBIO DE LAS INVERSIONES HACIA 1886 - 1895

    La nueva etapa de la Historia de Cuba está enmarcada en un proceso de grandes transformaciones dentro del proceso capitalista. Todos los países industrialmente avanzados presentan un desarrollo similar, como ocurre en Inglaterra, Francia, Alemania; igualmente sucede en los Estados Unidos.

    Los Estados Unidos marchan aceleradamente hacia una organización económica que lo empareja en pocos años con su antigua metrópoli, La Gran Bretaña, que había sido durante siglo y medio el país de más alto desarrollo capitalista. En este momento aparece en una forma organizada el fenómeno de la concentración industrial, la concentración económica que se ilustra perfectamente en los Estados Unidos producto de la conjugación de una serie de compañías independientes. Aparecen el trust de la refinación del azúcar, grandes siderúrgicas y los grandes bancos: empieza a actuar el capital financiero y también en esos momentos de 1880 a 1890 aparecen las primeras inversiones de tipo imperialista en Cuba.

    La evolución económica de Cuba había propiciado, a fines del siglo XIX, un desarrollo cada vez más intimo de las relaciones comerciales entre Cuba y los Estados Unidos. Puede asegurarse que el primer mercado del naciente capitalismo norteamericano fue Cuba. Estados Unidos tenía inversiones de crédito azucarero en Cuba. Este, se concedía fundamentalmente para el suministro de esclavos en pago aplazado, el suministro de maquinaria azucarera y los anticipos sobre azúcares que los comerciantes norteamericanos compraban en Cuba para abastecer el mercado este de los Estados Unidos; también para importaciones de productos norteamericanos en Cuba. Estas relaciones mercantiles propiciaron el establecimiento en Cuba de ciudadanos norteamericanos que compararon y operaron algunos ingenios. Pero tales relaciones cambiaron a partir de 1880, la industria refinadora de azúcar del este de los estados unidos se concentra desde el punto de vista financiero y se orienta a la obtención en Cuba del azúcar crudo, que es su materia prima.

    CUBA : PRESA DEL MONOPOLIO AZUCARERO NORTEAMERICANO

    Comienzan entonces las inversiones directas norteamericanas en la industria azucarera de Cuba. Junto con estas, están también algunas mineras. Se ligan entonces los intereses de la industria refinadora norteamericana con los intereses de los inversionistas norteamericanos en Cuba, de modo que éstos vienen a ser aliados y apéndices de aquellos.

    LOS MECANISMOS POLITICOS

    La política de la ocupación militar americana se orientó hacia la creación de mecanismos políticos que aseguraran y favorecieran la penetración económica, Cuba tenía que estar necesariamente ligada a los Estados Unidos por vínculos especiales; podrían ser orgánicos o convencionales dejándose al futuro decir hasta dónde el destino de Cuba había de estar unido al destino de los Estados Unidos. La referencia a “vínculos convencionales” indica que ya estaba preparándose la fórmula que se manifestó posteriormente con la imposición de la Enmienda Platt. Esta después de transformo en el tratado permanente en Cuba.

    La política de dominación económica de Cuba fue supeditada a la definitiva fijación de los instrumentos para la dominación imperialista en Cuba. El gobierno norteamericano adoptó primero una línea de acción sobre status político de Cuba y, después, decidió sobre las líneas básicas del sometimiento económico. Si la decisión política consistía en el anexionismo, no se necesitaría medida económica específica para consagrar el sometimiento de Cuba. Si la decisión política era, como fue, disfrazar el anexionismo con la enmienda Platt, se requeriría evidentemente un mecanismo de penetración económica.

    Los criterios anexionistas norteamericanos tenían la oposición de los intereses remolacheros y tabacaleros norteamericanos, cuya posición privilegiada en el mercado domestico a consecuencia de las tarifas de 1890 y de 1897, corría el peligro de ser frecuentemente vulnerada por la capacidad visiblemente extraordinaria de producir azúcar y tabaco que tenía Cuba La formula o las soluciones anexionistas tenían, sin embargo, la entusiasta aquiescencia de los intereses financieros que actuaban sobre todo porque preveían las grandes posibilidades de beneficio que podía producir el desarrollo de la economía cubana al servicio del capital financiero norteamericano. Claro está que las tesis políticas de dominación venían revestidas de argumento no económico. Había quien sostenía que Cuba debía ser anexada por carecer de un pueblo civilizado capaz de vivir en libertad; otros consideraban que la “seguridad” de los Estados Unidos, muy interesados en dominar todo el mediterráneo americano, así lo exigía. Hubo algún “super hombre” que pensó que Cuba podría ser una colonia destinada a recibir la población negra de los Estados Unidos y a producir materias primas a muy bajo costo basado en salario miserable. No faltó quien dijera que la “misión “ de los Estados Unidos en Cuba era un dictado providencial.

    El problema de la reciprocidad, aunque se plantea desde el propio año 1898, tenía antecedentes coloniales; la exposición que hicieron los hacendados al gobierno de Madrid en 1897, propició la designación del embajador de España en Washington conjuntamente con representantes del gobierno autonómico de Cuba, para iniciar las negociaciones para un tratado de reciprocidad. Sin embargo, este proyecto no vuelve a agitarse hasta que se manifiesta claramente la oposición cubana a la enmienda Platt.

    No cabe la menor duda de que tanto el gobierno de Washington como las autoridades militares designadas en Cuba, especialmente Leonardo Wood, eran partidarios de dominar la economía cubana por medio de un dispositivo basado en “reciprocidad”; pero unos y otros consideraban que la cuestión política era un pre requisito para garantizar” a los inversionistas y negociantes norteamericanos una situación que le permitiera operar en Cuba en compensación por la aceptación de la enmienda Platt como la “reciprocidad” tendían a beneficiar al capital norteamericano y a los hacendados cubanos, pero no al pueblo de Cuba.

    No es extraño que en el año 1901 la ocupación militar norteamericana llegara al máximo de sus excesos pagando con fondos cubanos la propaganda que se hizo en Estados Unidos a favor de la reciprocidad, propaganda en la que tenía un papel principal la asociación de los exportadores de los Estados Unidos. Esto quiere decir que fueron las autoridades norteamericanas las que promovieron la cuestión en alianza con los hacendados cubanos.

    No es azar que en los mementos en que se están debatiendo por la comisión de ponencia de la constituyente las cuestiones planteadas por la enmienda Platt (marzo, abril y mayo de 1901) se agiten en Cuba algunas corporaciones como el Círculo de Hacendados y las Sociedad Económica de Amigos del País a favor de la enmienda y desde luego, de la reciprocidad. En esta ocasión, el Círculo de Hacendados en una exposición al gobernador militar, pedía él “comercio libre” con los Estados Unidos y si ello no fuera posible en aquel momento, el establecimiento de aranceles sobre la base de reciprocidad establecida en la ley McKinley de 1890.

    Bajo este ambiente de propaganda por la reciprocidad, marchó a Washington la comisión de la asamblea constituyente compuesta por Méndez Capote, que la presidía, Portuondo, Berriel, Tamayo y González Llorente. Esta comisión, durante las entrevistas que sostuvo con Elihu Root planteó en dos ocasiones la necesidad de una solución que, como es lógico, consistía en el establecimiento de aranceles de reciprocidad. Estas peticiones cubanas provocaron las consabidas declaraciones de buena voluntad y la insistencia del gobierno de Washington en que se aprobase la enmienda Platt como paso previo.

    Aceptada la enmienda Platt, se continuó agitando el problema de la reciprocidad del cual trató Estrada Palma en su carta - programa de 7 de septiembre de 1901. El 9 de octubre de 1901 se produjo en la Habana una manifestación pública a favor de la reciprocidad, e inmediatamente se envió una comisión especial a Washington con representante de los hacendados, destinada a impulsar las negociaciones.

    Al pasar a la consideración del congreso este asunto encontró una resistencia muy grande por parte de los intereses remolacheros y el proyecto quedó propuesto en el senado. Roosevelt, quien sustituyó a McKinley, decidió entonces negociar el tratado de reciprocidad con el gobierno electo de Cuba sometiéndose, un proyecto de tratado al embajador de Cuba en Washington Gonzalo de Quesada.

    En consecuencia, el tratado se firmó el 11 de diciembre de 1902 sujeto a la ratificación del congreso americano y del senado cubano.

    El mecanismo de la reciprocidad establecida en este tratado consistía en lo siguiente:

    Primero: Los artículos que hasta ese momento entraran libres de derechos en los Estados Unidos y en Cuba y fuesen de producción de estos países continuarían disfrutando de esa libertad.

    Segundo: Una serie de artículos cubanos fijados en lista especial disfrutarían a su importación en los Estados Unidos de una tarifa preferencial de un 20% más baja que la tarifa aplicada a productos similares procedentes de otros países americanos o europeos.

    Tercero: Los productos americanos especificados en lista disfrutarían a su importación en Cuba de tarifas preferenciales que oscilarían entre un 25 y 40%.

    Cuarto: Se podría alterar los aranceles aumentándolos pero manteniendo siempre el margen preferencial.

    Quinto: Las preferencias acordadas en este tratado no se podrían extender a ningún otro país porque constituían un tratado especial, diferente del que se conoce en la técnica tradicional de los tratados como cláusula de nación más favorecida.

    La penetración Imperialista

    2. Hechos principales hasta 1925

    LAS INVERSIONES Y EL INTERVENCIONISMO HASTA 1914

    Sin duda alguna en aquellos tiempos y, con más razón posteriormente, el principal grupo de inversionistas en Cuba se dirigía a la industria azucarera. Hemos mencionado a grandes rasgos las formas en que se invertía el capital norteamericano durante la segunda mitad del siglo XIX. Señalábamos también que cuando la industria refinadora norteamericana se transformó en un trust, allá por los años 80, bajo la agresiva iniciativa del Señor Havemeyer cambió la naturaleza de las inversiones norteamericanas en Cuba. En lo sucesivo serían manifestaciones de inversión directa de capital financiero de una determinada política que respondería plenamente a los interese de la industria norteamericana. El arancel McKinley tendía a erradicar violentamente del mercado norteamericano los azúcares de más alta calidad prodecentes de Cuba a los que se aplicaba un derecho arancelario más alto, mientras se ofrecía la reducción de los derechos sobre el azúcar crudo que constituía la materia prima necesitada por la industria refinadora. Los capitalistas norteamericanos comprendieron que era un gran negocio dedicarse a producir azúcar crudo en Cuba. Por otra parte, al producirse este hecho, Cuba quedaba sometida to5talmente a las necesidades de la industria norteamericana; en consecuencia, muchos de los productores cubanos no podían suministrar azúcar crudo tal y como necesitaba el trust de la refinación entraron en crisis y fueron eliminados a lo largo del proceso de concentración de la industria azucarera.

    En el sector agrícola hubo otras inversiones directas norteamericanas regidas por el tema “americanicemos a Cuba”. Esto quiere decir que se desató una verdadera campaña de colonización americana en Cuba. Los colonos referidos se situaron en casi todas las provincias, especialmente en la Isla de los Pinos. La preferencia por esta isla se explica por que en todo momento durante la ocupación americana y del surgimiento de la República intervenida, el gobierno de Washington reservó para una ocasión posterior la definición del status de Isla de Pinos. Esto se debió al hecho de que en círculos navales y militares norteamericanos dicha Isla se considera importante desde el punto de vista estratégico y se deseaba reservarla para establecer en ella una o varias bases navales.

    El trust tabacalero operaba sobre la base de que los propietarios cubanos e hispano-cubano que vendían no podían establecer nuevas fábricas ni vincularse al negocio tabacalero; con este procedimiento se elimina la posible competencia de empresarios que tenían la capacidad y adiestramiento en un negocio tan especifico como el del tabaco.

    Con estas inversiones y con las concesiones mineras que obtuvieron intereses norteamericanos durante la ocupación militar y en los primeros años de la República intervenida, en la practica el capital imperialista dominaba las principales fuentes de suministro de hierro que necesitaba la industria siderúrgica del este de los Estados Unidos. Las empresas norteamericanas durante los primeros años de la República controlaban no menos del 80% de la exportación de minerales.

    LOS EFECTOS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

    La razón última de la aceleración del proceso de inversiones directas en Cuba es el hecho de que el mercado norteamericano crecía extraordinariamente. Sin embargo, hacia 1912 la producción cubana tenía exceso con relación al consumo norteamericano y debía buscar salida en el mercado mundial. La crisis que esa situación suponía fue impedida por la primera guerra mundial, que se tradujo en una orgía de inversiones azucareras. En 1914 comenzó la primera guerra mundial, originando grandes perturbaciones en la industria azucarera europea y dificultando el transporte del azúcar desde zonas relativamente lejanas, como es el caso Java. Desde luego, las inversiones norteamericanas no se aplicarían exclusivamente al sector azucarero. En el orden de importancia hubo también fuertes inversiones hasta 1919 en la minería, en los ferrocarriles, en la industria manufacturera y en los valores públicos, aún cuando ya en la última fecha, las inversiones azucareras sobrepasan por un gran margen la totalidad de los restantes.

    Podría hablarse no solamente de una aceleración de las inversiones sino también de la aparición de lo que llamaremos correctamente una super corporación económica. Estas, estaban provistas del apoyo financiero de grupos muy importantes de la industria norteamericana y especialmente de la banca. Por otra parte, captaba una proporción grande de los ahorros privados nacionales a los cuales atraían con las promesas de grandes beneficios que, en suma se perdían para el ahorrista medio o pequeño en la complejidad de la corporación.

    EL CAPITAL BANCARIO EXTRANJERO DOMINA LA ECONOMÍA

    Debe advertirse que pasado impacto de la crisis de 1920 - 1921 continuaron produciéndose las inversiones, se acentúa la venta de ingenios a empresas norteamericanas y aumentó el control de la industria por extranjeros, esta vez, representados fundamentalmente por los bancos, cuya posición acreedora antes de la crisis mencionada les permitió ejecutar las propiedades cubanas y hacerse de las mismas.

    Un resumen de la penetración bancaria debe tenerse en cuenta. Y hemos dicho en alguna ocasión que la banca en general y especialmente la banca norteamericana, nunca penetró en una zona como avanzada de desarrollo sino como retaguardia del mismo.

    El alza extraordinaria de los negocios azucareros por consecuencia de la Guerra Mundial determinó la creación de numerosos bancos, generalmente pequeños, de capital cubano y hispanocubano. Casi todos esos pequeños bancos eran agentes de grandes instituciones financieras extranjeras.

    La economía dominada

    1.- Etapas

    LAS DOS ETAPAS DE LA ECONOMÍA: DE 1898 - 1925; 1926 - 1958

    La evolución de la economía supeditada presenta dos momentos: el uno se extiende de 1898 hasta 1925; el otro de 1925 a 1958.

    1898 a 1925. Es la etapa de conocimiento de la economía dominada y, por ello, es al par la del aumento progresivo de la influencia de los intereses norteamericanos, o sea, que es un crecimiento para una creciente supeditación. La base del proceso es el aumento de la exportación, y por ende, de la producción de azúcar. De ahí que sea un crecimiento también de la deformación económica que llamamos monoproducción. La crisis de 1920 - 1921 tuvo efectos profundos, pero no alteró las grandes líneas del período. A través de ellas, culminó la supeditación económica preparada y ampliada desde 1886. Por otra parte, en 1923 se habían normalizado las condiciones del comercio azucarero de tal modo que hasta 1925 produjeron inversiones en la industria azucarera.

    1926 a 1958. El restablecimiento de la industria europea, el inicio del proteccionismo furioso en los grandes países capitalistas, la competencia entre bloques de productores de azúcar, comienza a manifestarse en 1925 a 1926, reflejándose en la situación de Cuba. Se inicia entonces un ciclo de crisis. Cuando el azúcar de Cuba cubre el 50% en el consumo norteamericano ha alcanzado su máxima posibilidad de desarrollo. La producción en exceso tiene que colocarse en otros mercados, lo que no es hacedero, ni regular o sea, se poner en evidencia el vicio de la economía monoproductora supeditada. La exportación y producción de azúcar se estacan y, desde 1927 comienza a decrecer. Viene, pues, la etapa de retroceso. Ahora todo será decrecer: Bajan las exportaciones, la producción, los precios y desaparecen las inversiones. La depresión general del capitalismo de 1929 a 1932 agrava la crisis propia, estructural de la economía cubana.

  • La gran depresión

  • LA CRISIS DE 1920 - 1921 Y 1929 -1933

    El cese de la Primera Guerra Mundial representó un freno súbito a la especulación capitalista. Esa es la causa aparente de la depresión que se inicia entonces. Esta larga crisis puede considerarse que tiene dos fases. El primer momento de 1920 a 1925, se trata de un proceso deflacionario súbito, vinculado está, a un fenómeno idéntico que se produce en los Estados Unidos y que se caracterizó por una serie de alternativas de alza y baja de la actividad económica durante 5 años mencionados. En este momento, aún cuando el hecho característico consiste en la baja drástica del precio del azúcar, el impulso hacia la expansión de la industria azucarera cubana continúa fuertemente acicateando porque muchos de los empresarios esperan superar la crisis estableciendo unidades industriales más eficientes.

    El segundo momento ocurre desde 1925 a 1929, caracterizándose por niveles decrecientes de precios y de exportaciones de azúcar que se reflejaron en niveles decrecientes de importaciones y de actividad económica del país. Esta segunda etapa entronca con la depresión general del sistema capitalista que se extiende desde 1929 a 1933.

    Por lo general, el proceso de quebrantamiento de la economía cubana que se produce en 1920 y 1921 se ha estudiado como si se tratara de un trastorno ocasional, dedicándose mayor atención al siguiente período, o sea, de 1926 a 1932. Ellos ponen a la luz del día las graves consecuencias que tenía la estrecha vinculación de la economía cubana con la economía norteamericana a causa de la producción y el comercio particularmente de azúcar.

    La crisis produjo una baja de los salarios, porque los empresarios estimaban que el sector obrero era el primero que debía pagar la crisis. Sin embargo, el costo de la vida que había originado la gran ola de huelgas de los años de 1918 y 1919 no disminuyó sustancialmente. Es más, no disminuyó hasta el año 1925, creando malestar en los sectores obreros de menor ingreso.

    Otros sectores de la economía cubana: comercio interior, pequeños industriales, agricultores no cañeros, también sintieron el peso de la crisis desapareciendo de la producción muchos de ellos por consecuencia de la imposibilidad de obtener créditos. No debe olvidarse que también se produjo la quiebra de diversos bancos lo que perjudicó notablemente a pequeños ahorristas.

    La crisis permanente (1934 - 1958)

    1.- Caracteres

    CONSIDERACIONES GENERALES

    La crisis de 1929 a 1933 disfraza la crisis propia de la economía cubana. Esta sale de aquella conmoción en la perores condiciones de su historia, porque el grado de dominación extranjera es tan grande que no hay salida posible,

    siquiera fuera un paleativo, para la caída de las exportaciones de azúcar.

    ¿Por qué escogemos el año 1934 para el inicio de este período?

    La razones son varias:

    1º Es el año en que se supone se ha rebasado la gran depresión general capitalista al par que no se rebasa la crisis propiamente cubana;

    2º Es el año en que las fuerzas reaccionarias nacionales y sus apoyos extranjeros detienen el movimiento popular surgido en la lucha contra Machado;

    3º Es el año que se firma un convenio comercial con estados Unidos que consolida el poder que las exportaciones norteamericana tienen en el mercado cubano;

    4º Es el año en que el congreso de Estados Unidos aprueba la ley Costigan - Jones que sujetaba las importaciones de azúcar cubano en Estados Unidos aun régimen de cuotas limitativas.

    La debilidad de la estructura económica había producido una crisis que dio origen a los grandes movimientos populares que se inician en 1923 y culminan en 1933 con el derrocamiento de Machado. El pueblo aspira a crear nuevas condiciones político - sociales; pero la reacción nacional encabezada por el partido ABC, que se une bajo la inspiración de la embajada norteamericana, a los peores políticos de todas las épocas, detiene y reprime ese movimiento. La dictadura de Batista solamente sirve entonces para consagrar la política del sometimiento de Cuba, aplastando los gérmenes de un gran movimiento de liberación que no solamente comprendía al pueblo trabajador y sectores campesinos, sino también a la clase media. La política de Estados Unidos comprende que hay malestar profundo y por el tratado de 1934 concede la derogación de la enmienda Platt, puesto que ya no era necesaria para garantizar la dominación económica de Cuba.

    Los nuevos gobiernos sirvieron desde entonces los intereses extranjeros sin necesidad de la enmienda Platt, bien por la fuerza, bien por la corrupción y la demagogia, o ambas cosas a la vez. Esta sumisión servía para detener y frustrar la vigorosa conciencia del desarrollo que la crisis iba forjando en el pueblo cubano y a la cuál se oponían los grupos ligados al capital extranjero y a los exportadores norteamericanos, temerosos de perder sus ventas en el mercado cubano. Un desarrollo eficaz de la economía cubana hubiera exigido una revisión y abandono de la “reciprocidad” comercial, hubiera estimulado la producción nacional de artículos importados hasta entonces y hubiera reducido la dependencia en que Cuba se hallaba con respecto al azúcar, lo que equivalía a reducir su dependencia con relación a Estados Unidos.

    2.- Efectos del convenio de 1934

    La política norteamericana ya está muy definida con respecto a Cuba. El convenio comercial de 1934 no hace sino acentuar los caracteres frustráneos del tratado de reciprocidad de 1903. En primer término, por que el margen de preferencia concebido en Cuba a los productos norteamericanos se aumenta; en segundo lugar porque la lista de productos norteamericanos beneficiados con la preferencia a su entrada en Cuba aumenta considerablemente. De estos hechos se desprende que desde 1934, se hace más difícil competir con el mercado cubano. Finalmente, la contrapartida de estas preferencias, era la reducción del derecho de aduana sobre el azúcar ya no funciona, pues el producto cubano esta sujeto a una cuota limitativa, fijada por la ley Costingan - Jones.

    El desarrollo capitalista de Estados Unidos provoca el crecimiento de la producción de azúcar de remolacha y caña en su propio territorio. De ahí que se inicie la política de reducir la importación de azúcar de Cuba, política favorecida por los intereses proteccionista que se adueña del poder hasta 1934. Como es lógico, al reducirse las importaciones de azúcar de Cuba, se provoca una espantosa crisis en el país, cuya economía de monoproducción había sido formada por los propios intereses económicos imperialistas.

    ¿Cómo se reducen las importaciones?

    Por medio de la ley Costingan - Jones de 1934. Esta ley establece que Estados Unidos importará de Cuba una cantidad anual de azúcar la cuál será fijada sobre la base de un porcentaje del consumo total. Para fijar ese porcentaje no se toman los años de mayores exportaciones de azúcar, o sea, los años anteriores a 1929, sino precisamente los años posteriores. Estro quiere decir que el porcentaje no se fijará en el 40 - 50 % del consumo, sino solamente el 28 - 30 %, o sea, que se reducía artificial y definitivamente el porcentaje de participación en el consumo de Estados Unidos.

    Con este cambio los intereses imperialista impedían que Cuba fuera víctima de las grandes alternativas de exportación y de producción característica del negocio azucarero. Ahora, en lugar de las alternativas, habría una gran miseria permanente.

    CONCLUSIÓN

    En 1810 -1815 la gran mayoría de los países latinoamericano se habían independizado o estaban luchando por ello. Medio siglo más tarde CUBA por fin logra salir de la Colonia y permanece como neocolonia bastante tiempo debido a que por el apoyo de los Estados Unidos y su sometimiento no lograba pasar a ser completamente una república independiente. Cuando pudo ser reconocida como república su independencia no fue total debido a la ligazón que existía con los Estados Unidos. Esta unión acrecentaba la inmadurez política, de los gobernantes, social y económica del pueblo.

    Todo esto produjo que en los años 1900 a 1952 se vieran aumentadas las crisis políticas, sociales y económicas de Cuba.

    Por los tanto podemos concluir que en estos años:

    1.- Los gobiernos fueron sometidos al imperialismo norteamericano,

    2.- Los gobiernos por no perder sus intereses fueron corruptos.

    3.- La burguesía era dependiente y antinacionalista

    4.- La clase media estaba sometida y no podía expresarse.

    5.- El campesinado y proletariado no podían expresarse.

    6.- La cultura no fue nacionalista sino cosmopolita y sometida a España y a los Estados Unidos.

    7.- La literatura, la pintura, la música, mostraba la dependencia que existía para lograr la venta de los cuadros, libros, etc.

    8.- La arquitectura urbana mostraba opulencia y riqueza con sus monumentos y jardines.

    9.- La economía fue monoproductora (azúcar)

    10.- La juventud fue la que pudo hacer crecer los valores nacionalistas y lograr que disminuyera la corrupción en el oficialismo.

    Se observa que tanto el poder político, social, cultural, económico pasó por grandes crisis las que fueron aumentadas por el poderío de los Estados Unidos que ejercía sobre este país, para lograr su propio beneficio.

    Indice

    Paginas

    I. Sus orígenes y su historia política..... 2

    Introducción

    Antecedentes 3

    - Auge y crisis del colonialismo español.... 5

    • En pos de la conquista:

    formación de consciencia revolucionaria.... 7

    Retorno al ciclo.... 14

    II. República Neocolonial y cultura nacional.... 19

    Bloque nacionalista y antinacionalista

    • El bloque nacionalista

    • El bloque antinacionalista

    Crisis de la cultura nacional... 21

    • Literatura y cultura nacional 23

    • La renovación del modernismo 25

    • La novela como diagnostico 26

    • Acento ajeno en nuestra música 28

    • Ultimos pintores académicos 29

    Cultura Nacional y Cultura Antinacional.... 31

    Intelectuales, Masas y Cultura Nacional - Popular... 33

    De la dictadura militar al contitucionalismo... 35

    La victoria de la cultura nacional y nacional - popular.... 36

    III. La economía Cubana en la fase imperialista... 37

    Las bases de la dominación imperialista

    • Los hechos hasta 1903

    • El cambio de las inversiones

    • Cuba: Presa del monopolio azucarero 38

    • Mecanismos políticos

    La penetración Imperialista 40

    • Hechos principales hasta 1925

    • Las inversiones y el intervencionismo hasta 1914

    • Efectos de la primera guerra mundial 41

    • El capital bancarios extranjero domina la economía 42

    La economía dominada 43

    • Etapas

    • Las dos etapas de la economía

    • La gran depresión

    • Crisis de 1920-1921 y 1926-1932

    La crisis permanente (1934 - 1958) 44

    • Caracteres

    • Consideraciones generales

    • Efectos del convenio de 1934

    Conclusión... 45




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    Enviado por:Daniela Moya
    Idioma: castellano
    País: Cuba

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