Historia
Cruzadas
Indice
Apartado Pág.
1 Las Cruzadas 2
1.1 La I Cruzada 2
1.2 La II Cruzada 8
1.3 La III Cruzada 9
1.4La IV Cruzada y el Saco de Constantinopla 10
1.5 La Cruzada de los Albigenses 11
1.6 La V Cruzada 12
1.7 La VI Cruzada 12
1.8 La VII Cruzada 13
1.9 La Reconquista 13
2 Causas 15
2.1 Causa Demográfica 15
2.2 Causa Social 16
2.3 Causa Económica y Geográfica 16
2.4 Causa Religiosa 17
2.5 Causa Política 17
2.6 Causa Bélica o de la Paz de Dios 18
3 Consecuencias 19
3.1 Cristianos Occidentales 19
3.2 Cristianos Orientales 20
3.3 Musulmanes 20
4 Bibliografía 21
1 Las Cruzadas
En este primer apartado pretendo hacer un pequeño resumen de la historia de las VII primeras cruzadas contra el Islam, además de la Cruzada Albigense y la Reconquista española. He dado mayor importancia a la primera cruzada, ya que creo que es la que recoge con más fuerza el sentir del movimiento cruzado.
1.1 I Cruzada
A principios de 1095, se celebró el primer concilio del papado de Urbano II. En él, aparte de tratarse otros temas que atañían a la Iglesia Occidental, se recibió a tres enviados del Emperador Romano Alejo Comneno que haciendo valer las buenas relaciones que mantenía con el papa solicitó el envío de mercenarios occidentales para recuperar el territorio perdido frente a los turcos, aprovechando el desmembramiento del Imperio Selyúcida.
Algunos autores aseguran que el Papa se dejó llevar en su discurso: la pasión por él desatada no estaba prevista en un principio y excedía el objetivo que él buscaba1. Sin embargo otros afirman que éste era el propósito final del Papa y de la Iglesia Occidental en general, ya que con ello conseguirían varios objetivos2. Acabar con el estado de guerra continua que asolaba Europa era una de las grandes preocupaciones de la Iglesia. La Iglesia había lanzado muchos interdictos, intentando establecer días de tregua, la Tregua de Dios (Primero el domingo, luego desde la puesta de sol del viernes al amanecer del lunes y posteriormente se añadieron las festividades religiosas como Navidad, Adviento, etc...) que limitaban la guerra privada y entre cristianos en general, llegando incluso a armar a los campesinos en las milicias de paz para hacer respetar estas treguas. La guerra santa era un fin para desviar de Europa éste furor guerrero.
El Jueves 27 de Noviembre de 1095, en la ciudad francesa de Clermont-Ferrand, el papa Urbano II expuso en su sermón un plan para liberar Tierra Santa y ponerla bajo manos cristianas. En su plan original, los diferentes ejércitos que compondrían esta expedición de los seguidores de la Santa Cruz o Cruzados partirían en Agosto de 1096 y se reunirían en Constantinopla, desde donde, con ayuda imperial recuperarían Anatolia de manos selyúcidas y luego pasarían a conquistar Jerusalén, el cual sería su objetivo final.
Esta proclamación de una cruzada tuvo una gran repercusión en Europa y fue muy bien acogida, de hecho más de lo que se esperaba el propio papa Urbano II, puesto que antes de que partiera la conocida como oficialmente I Cruzada, se organizó una cruzada popular, dirigida por Pedro el Ermitaño, compuesta en su mayor parte por campesinos, y plebe en general, aunque también incluía soldados y pequeños señores. La mayor parte de ellos iban acompañados por su familias. Esta Cruzada estaba compuesta aproximadamente por 20.000 hombres, mujeres y niños. Éste fue, de hecho, el primer contingente cruzado que llegó a tierras turcas. Aunque numerosos, su escasa preparación militar los llevó al fracaso, siendo completamente diezmados el 21 de Octubre 1096 cerca de Cimitot. Esto dio una mala impresión de los occidentales o frany (francos) al sultán turco Kiliy Arslan, que fue crucial para su posterior gran derrota.
Efectivamente, tal y como había planeado el Papa, en Agosto de 1096 los ejércitos cruzados empezaron a dirigirse al punto de reunión, Constantinopla. Para llegar hasta allí los diferentes ejércitos siguieron varios itinerarios. Hugo de Vernandois, hijo de Enrique I de Francia atravesó Italia y cruzó el estrecho de Otranto; Godofredo de Bouillon, duque de la Baja Lorena y lugarteniente del Emperador Alemán prefirió seguir un itinerario más alejado del papado (de quien no se podía esperar una buena recepción) y solicitó permiso del rey de Hungría para atravesar su territorio y después seguir hasta Bizancio. El normando Bohemundo I sencillamente cruzó el estrecho.
La conmoción en Bizancio cuando se supo el verdadero alcance de los ejércitos occidentales fue enorme: Ellos esperaban grupos de mercenarios que lucharan en los ejércitos imperiales bajo oficiales bizantinos; en su lugar llegaron a Bizancio ejércitos numerosos, completos y comandados por sus propios e independientes comandantes. Resignándose ante los hechos, el emperador Alejo obro con calma y paciencia. Su previsión y organización permitió que se pudiera abastecer de alimentos a los ejércitos cruzados durante su marcha hacia Constantinopla y que se limitaran los daños que estos causaron al territorio y la población (aunque no consiguió evitar que las indisciplinadas y a veces hambrientas tropas occidentales se desmandaran de vez en cuando). Conforme iban llegando a Bizancio, el emperador iba convenciendo uno a uno a los dirigentes cruzados para que le jurasen fidelidad y que todas las tierras reconquistadas a los musulmanes le fueran devueltas al imperio. Uno a uno los comandantes fueron jurando su fidelidad. Sin embargo esto no fue tarea fácil para el emperador. Los cruzados empezaron a dar muestras de su soliviantamiento y hubo una serie de enfrentamientos entre la guardia pechenega, que hacía funciones de policía militar y las tropas de Godofredo. Tras una demostración de fuerza de la guardia imperial y de ser reconvenido por otros dirigentes cruzados, Godofredo se avino con renuencia a prestar juramento y no atacar Constantinopla. No siempre sería así.
Finalmente, reunidos y juramentados todos los ejércitos cruzados, cruzaron el estrecho de los Dardanelos y se dirigieron hacia Nicea. Aunque compuesto por varios ejércitos independientes de varias naciones diferentes, las tropas cruzadas se coordinaron bastante bien. Había una especie de mando supremo conjunto, formado por un consejo de príncipes. Aparentemente funcionaba bastante bien y no había grandes disensiones entre los príncipes.
Como dije anteriormente, la cruzada de Pedro el Ermitaño tuvo el efecto de bajar la guardia del sultán Kiliy Arslan. Su convencimiento de la inferioridad de las tropas occidentales, además de las noticias que había oído de sus enfrentamientos y disensiones con el emperador romano, le convencieron de que no se enfrentaba a algo más peligroso que la guerra que mantenía ahora contra el rey Danishmend y la ciudad de Malatya. Si embargo cuando le llegaron mensajes urgentes de enormes ejércitos "frany" fuertemente pertrechados, acompañados por tropas del basileus y asediando la ciudad de Nicea ya era demasiado tarde. Kily Arslan levantó el sitio de Malatya y corrió a toda prisa hacia Nicea, solo para ver como esta estaba a punto de ser tomada. Aunque se intentó un ataque para forzar la entrada a la ciudad por el sur, no hubo nada que hacer. Kily Arslan, decidió retirarse, sabiendo que el se retira hoy, puede pelear mañana. El 19 de Junio la ciudad se rindió al emperador romano, pero NO a los cruzados. De hecho las tropas imperiales habían entrado a la ciudad durante la noche. Los occidentales, que no obtuvieron así derecho al saqueo, se sintieron estafados. Alejo, intentando conjurar este sentimiento, dio un donativo de comida a cada soldado cruzado y oro y joyas para los dirigentes cruzados. Sin embargo, el emperador no pudo evitar que el buen trato que dio a los prisioneros y el hecho de que liberase a algunos de ellos sin mediar rescate fuera visto como doblez y falta de lealtad a los ojos de los cruzados.
A pesar de estos "malentendidos culturales" y del hecho de que Nicea fuera tomada en último término por las tropas del emperador, la caída de Nicea contribuyó a elevar enormemente la moral del ejercito. Numerosas cartas llenas de optimismo fueron escritas a occidente, donde se renovó el entusiasmo por la empresa y aumento la recluta de tropas.
La empresa cruzada siguió su camino por la vía militar romana que llevaba a Jerusalén. De mutuo acuerdo el ejercito se dividió en dos cuerpos de ejercito para facilitar el abastecimiento. Cada uno de ellos separados por el intervalo de una jornada. Mientras tanto, el sultán Kily Arslan no perdía el tiempo y concertó una alianza con su anterior contrincante Danishmend. Juntos prepararon una emboscada contra el cuerpo de ejercito de Bohemundo en el paso de Dorilea, creyendo que este era todo el ejercito cruzado. Confiado en su superioridad numérica, Kiy Arslan atacó utilizando la vieja táctica esteparia de acoso con arqueros a caballo. Pero esta técnica ya había sido superada por las excelente armaduras europeas. Los turcos consiguieron causar numerosas bajas a los cruzados, pero agotaron la munición que disponían y dudaban si atacar combate cuerpo a cuerpo, donde los francos parecían no tener rival. Así estaban las cosas cuando el otro cuerpo de ejercito apareció y se unió al primero. Además, el obispo del Puy, al mando de una tropa de franceses meridionales había tomado unas colinas a sus espaldas. Los turcos entraron en pánico y huyeron, abandonado tras de sí su campamento y sus riquezas. Esto alimentó la codicia de los cruzados y sus sueños de riqueza.
Tras esta gran victoria el ejercito cruzado prosiguió, tras un breve descanso, por la vía romana. Pero años de guerras continuas por esta estratégica región la habían dejado arrasada. Los depósitos de agua de la vía habían sido destruidos. Los pueblos estaban abandonados. Los campos sin cultivar. Los puentes derrumbados. Los cruzados, con sus pesadas armaduras, y acostumbrados a un clima atlántico empezaron a padecer el tormento de la sed. Los caballos empezaron a padecer. Aun así los ejércitos continuaron avanzando y combatiendo por la península de Anatolia guiados por el general bizantino Taticio. Además, apareció como apoyo en Tarso una flota cruzada. En realidad eran piratas de Flandes que también querían participar en las conquistas y riquezas de Oriente.
A estas alturas los príncipes cruzados ya estaban pensando más en tomar posiciones y hacerse con un buen feudo que en llegar a Tierra Santa. Balduino se apoderó de Edesa, formando un poderoso estado franco en el Éufrates. Este condado se mantendría durante medio siglo y fue la primera vez que los cristianos penetraron en Mesopotamia. Esta situación no se repetiría hasta ocho siglos después.
Mientras Balduino se hacia un nombre y un feudo en Asia, los cruzados prosiguieron con su camino que les conduciría a Jerusalén. En el camino se encontraba Antioquía. Cuando esta ciudad pertenecía al Alto Imperio Romano fue la tercera ciudad del mundo. Cuando llegaron los cruzados, albergaba a 30.000 almas. Su gobernador era un turcomano, Yaghi-Siyan. Y para colmo suyo, la mayor parte de esos 40.000 habitantes eran cristianos que todavía se consideraban súbditos del emperador. Antioquía nunca había sido tomada por asedio, ya que su asedio era complicado y la ciudad podía ser fácilmente defendida con pocas tropas; sin embargo había caído varias veces en manos de ejércitos invasores y siempre por culpa de una traición intramuros. Para evitar esta posibilidad, y de paso facilitar el reparto de víveres. Yaghi-Siyan expulsó a los cristianos griegos y armenios de la ciudad.
El 21 de Octubre el ejercito cruzado llegó a las puertas de Antioquía e inició el asedio. Durante la Navidad de 1097, un mal racionamiento de los víveres provocó carestía en el ejercito cristiano. El hambre, el frío, las lluvias y un terremoto pesaron sobre los asediantes. Se llegaron a dar escenas de canibalismo.
Finalmente, tras varios intentos fracasados de liberación por parte de los turcos, el temor de Yaghi-Siyan se hizo realidad. Un guarida armenio que custodiaba la torre de la puerta de Dos Hermanas vendió la ciudad a Bohemundo y permitió entrar a unos sesenta caballeros. Estos se hicieron con el control de las puertas adyacentes y permitieron la entrada del ejercito cristiano. Toda la ciudad, ha excepción de la ciudadela cayó en manos cristianas.
No obstante, la situación no era ni mucho menos satisfactoria, un poderoso ejército turco se dirigía hacia Antioquía a marchas forzadas. Los cruzados habían perdido numerosos soldados debido a las privaciones y las deserciones. No tenían suficientes hombres para llevar a cabo la defensa de la ciudad.
El 5 de Junio de 1098 el ejército turco, al mando del emir Kerbogha, llegó a las puertas de la ciudad. Tomó el control de la ciudadela. La situación empeoró a marchas forzadas para los ahora sitiados cruzados. El hambre volvió a hacer estragos. Las deserciones cundieron. Se propago la noticia de que la situación era desesperada.
Un ejercito imperial de socorro, al mando personal de Alejo decidió que la situación era demasiado desesperada para arriesgarse a una derrota del ejercito imperial. El emperador decidió que la reconquista de Antioquía no justificaba dejar inerme al resto del Imperio. Dio media vuelta. Los cruzados se tomaron esto como una traición y caló más entre los occidentales la idea de una Bizancio mezquina y traicionera. Esta idea ha llegado así hasta nuestros días, pero cabe preguntarse que habrían hecho los príncipes cruzados en la situación del emperador; unos príncipes que competían por conseguir antes que los otros su propio condado.
Finalmente un milagro, o un montaje, levantó enormemente la moral del ejercito. Un tal Pedro Bartolomé, "guiado" por San Andrés, encontró la hoja de la lanza romana que traspasó el costado de Cristo durante la Crucifixión. Los autores occidentales modernos dejan entrever que hay poco de milagroso en esto. El testimonio del hisotirador Ibn al-Atir que Amin Malouf recoge en su libro es más directo3. San Andrés, en otra "visión" de Pedro Bartolomé, indicó que se debía atacar inmediatamente a los turcos, "coincidiendo" así con Bohemundo.
Mientras tanto los turcos, no contentos con un ejército enemigo dentro de las murallas, se enzarzaron en disputas internas que dieron lugar a la disgregación del ejercito. Cuando el 28 de junio el ejercito cruzado formó en orden de batalla, los emires del ejercito de Kerbogha decidieron que si este ganaba la batalla podría hacerse demasiado poderoso. Así que prefirieron dar la batalla a los frany antes que a uno de los suyos y abandonaron a Kerbogha en medio de la batalla. Aunque Kerbogha consiguió escapara, su ejercito fue completamente diezmado. Ciertamente fue un milagro (para los cristianos) que unas tropas desnutridas e inferiores en número derrotaran a otras superiores y bien pertrechadas.
La ciudad era ahora cristiana, y la lejanía y las aparentes traiciones del emperador hicieron olvidar a los cruzados su juramento de devolver al Imperio lo que antes fue suyo. Los cruzados se enconaron en estériles disputas sobre quien sería el señor de la ciudad. Así estuvieron hasta el 13 de Enero de 1099, cuando las tropas y los peregrinos que acompañaban la cruzada se impacientaron por la larga espera y exigieron a sus jefes que reanudasen la marcha hacia Jerusalén.
Con un menguado ejército de 5.000 infantes y 1.000 caballeros, el ejercito cruzado no podía perder más hombres en asedios y guarniciones. Así que ignorando las ciudades del itinerario, prosiguió hasta su objetivo final, Jerusalén. Se decidió seguir la ruta costera para asó contar con la protección de la flota cruzada (pirata) y de la genovesa.
Finalmente, tras más de dos años de marcha, el 7 de Junio de 1099 los ejércitos cruzados llegaron a Jerusalén.
Jerusalén había sido arrasada en el año 70 por el emperador Vespasiano y reconstruida por el emperador Adriano en el 134. Las murallas habían sido mantenidas a lo largo de su pertenencia al Imperio Romano. Cuando la ciudad cayó bajo los sucesivos invasores fatimitas y omeyas, estos repararon y mejoraron las murallas. Además, todas las caras de la ciudad, a excepción de la Sudoeste, tenían escarpadas pendientes de acceso. Los ocupantes de la ciudad habían tenido tiempo de sobra para preparase para un asedio prolongado y además para cegar los pozos próximos a la ciudad y esquilmar el campo. El sistema de alcantarillado romano, todavía en uso, la preservaba de las epidemias. Por si esto no fuera poco, el ejercito cruzado no era lo suficientemente numeroso como para rodear por completo (ni en gran parte) la ciudad Por todo esto la ciudad no podía ser rendida por hambre o epidemias, tenía que ser tomada al asalto y pronto, puesto que los ejércitos de socorro no tardarían mucho en llegar.
Tras un asalto fallido el 12 de Junio de 1099, que fue repelido por poco por los defensores, los príncipes cruzados llegaron a la conclusión de que necesitaban más máquinas de asedio. Afortunadamente para ellos y desafortunadamente para los habitantes de Jerusalén, la flota cruzada y la genovesa hicieron acto de aparición en Jaffa, cerca de Tel-Aviv. Con ellos traían provisiones, material y herramientas para construir máquinas de asedio.
Finalmente, la noche del 13 al 14 de Julio, tres torres de asedio rodaron hacia las murallas. Hacia el atardecer del 14 la muralla norte calló. La matanza que siguió todavía envenena las relaciones entre cristianos y musulmanes. No se respetó a nada ni a nadie. Dos semanas después, moría en Roma el predicador de la cruzada, Urbano II.
Tras la matanza se eligió en concilio a Godofredo, Duque de Lorena, como Advocatus Sancti Sepulchri (Rey de Jerusalén). Los cruzados se indispusieron con la población cristiana local al demostrar ser menos tolerantes que los musulmanes.
Menos de un mes después de tomar Jerusalén, el 12 de Agosto de 1099 el ejército egipcio de socorro llegó a Ascalón, pero fue atacado por sorpresa por los ejércitos cruzados y puesto en fuga. La I Cruzada había llegado a su fin.
1.2 La II Cruzada
La respuesta musulmana a la invasión no se hace esperar y en 1104 hay una tentativa de tomar Jerusalén por parte del visir egipcio Al-Afdal. Pero no es hasta el 1144, cuando el emir Imad al-Din Zangi, gobernante de Mosul y Halab toma Edesa.
Occidente tiembla de indignación y el papa Eugenio III proclama la II Cruzada 1145. A este llamamiento responden el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Conrado III y el rey de Francia Luis VII. Conrado III partió de Nuremberg en mayo de 1147, los franceses parten en junio de 1147. Otra gran cruzada, tan numerosa como la primera se dirige hacia Tierra Santa. Pero los cruzados cometieron un fatal error esta vez. Confiados, siguieron exactamente la misma ruta que la anterior cruzada, en lugar de seguir esta vez por mar. Y como en la anterior ocasión, el paso de Doarilea es un lugar de suma importancia estratégica. Allí el hijo de Kily Arslan les tendió una emboscada que causo serias bajas en el ejército germano. Desmoralizados, muchos de sus componentes se volvieron a Alemania. Las tropas cruzadas lograron, no obstante llegar a Jerusalén y de ahí fueron a Damasco, que pusieron bajo asedio. Pero la habilidad de Mui al-Din Unar, gobernador de Damasco, los refuerzos musulmanes que le llegan poco después y el juego de alianzas que tiene con los cruzados ya establecidos en Tierra Santa consiguen detener el sitio. Los cruzados se desmoralizan y se dirigen de vuelta a Europa. Los musulmanes todavía no se lo acaban de creer. La II Cruzada ha finalizado.
1.3 La III Cruzada
En 1146 Imad al-Din Zangi fue asesinado por un eunuco suyo. Le sustituyó Nur al-Din, que logró formar un potente imperio. En 1169, sus tropas, bajo el mando de Salah al-Din Yusuf (o Saladino), tomaron Egipto. Cinco años después, en 1174, falleció Nur al-Din. Salah al-Din le sucedió como gobernante de este imperio que se extendía desde el desierto de Libia hasta el valle del Tigris.
En mayo de 1187, Salah al-Din invadió el reino de Jerusalén con un enorme ejército. Si los cruzados hubieran seguido el consejo de Raimundo conde de Trípoli de no atacar a Salah al-Din, el ejército musulmán se habría dispersado sin más al llegar octubre y con el fin de la estación de los combates. Pero triunfó el fanatismo religioso de Reinaldo de Châtillon triunfó y se decidió que se atacaría a los sarracenos cuanto antes mejor. El 4 de julio, tiene lugar una batalla en Hattin. Tras una brillante batalla, el ejercito cruzado es completamente derrotado. Los Templarios y los Hospitalarios son ejecutados. El rey de Jerusalén y sus notables son hechos prisioneros.
El 20 de Septiembre de 1187 Saladino puso cerco a la ciudad de Jerusalén. El viernes 2 de Octubre de 1187, Salah al-Din entra en Jerusalén y a diferencia de la entrada de los occidentales en 1099, no hay una masacre generalizada, antes bien se respeta la vida y hacienda de los habitantes y sus lugares de culto.
El 29 de Octubre de 1187, el papa Gregorio VIII proclamó la III Cruzada. Esta fue la mayor cruzada desde la de 1095. Participaron el emperador Federico I del Sacro Imperio Romano Germánico, el rey de Francia Felipe II y el rey de Inglaterra Ricardo I.
Sin embargo, Federico I murió en el camino, en Anatolia y su ejercito retornó a Europa.
Los ejércitos francés e inglés pusieron sitio a Acre, junto a la flota veneciana e inglesa. El 11 de Julio de 1191 cae Acre. En agosto, Felipe II acaba harto de Ricardo I y da por terminado su papel en la III Cruzada.
Salah al-Din se refugia en Jerusalén. Ricardo I no consigue tomarla y finalmente se llega un acuerdo a principios de septiembre. La III Cruzada había acabado pero Jerusalén no había sido tomada.
1.4 La IV Cruzada y el Saco de Constantinopla
Esta cruzada es muy significativa, ya que marca la decadencia del movimiento cruzado. Teóricamente las cruzadas, como la yihad, se lanzan contra un enemigo de la fe, ya sea propio (como los albigenses) o extraño (como los musulmanes). Esta sin embargo solo atacó a cristianos, desviándose totalmente de sus objetivos. La rapiña, los tesoros y un feudo eran su verdadero objetivo.
Las dos anteriores cruzadas habían sido un fracaso. La última ni siquiera había tomado Jerusalén. El poder musulmán volvía a crecer y amenazaba más que nunca a los reinos latinos. Por tanto, no se tardó mucho en proclamar otra cruzada. Los cruzados habían aprendido la lección del poder marítimo y decidieron embarcarse. En la época, la potencia naval europea era Venecia, así que los cruzados pidieron a los venecianos que los embarcasen rumbo a Tierra Santa. Pero los venecianos debieron decidir que la fe por si sola no daba de comer y exigieron un alto precio por transportarlos y escoltarlos a Tierra Santa. Los cruzados no tenían dinero para transportarlos, pero llegaron a un acuerdo con los venecianos: Tomarían para ellos el puerto de Zara, en el mar Adriático a 170 millas al sudoeste de Venecia. Este puerto pertenecía al rey cristiano de Hungría, pero los cruzados aceptaron el trato (con las reticencias del papa Inocencio III). En 1202 Zara era veneciana.
Mientras tanto, el Imperio Bizantino estaba ocupado en luchas intestinas por el trono. Alejo III había depuesto y encarcelado a Isaac II en 1195. El hijo de Isaac II, otro Alejo, se dirigió a Corfú y solicitó la ayuda de los cruzados para recuperar el trono. A cambió les ofreció grandes riquezas para financiar la cruzada. El papa se opuso nuevamente, pero los cruzados se dirigieron a Constantinopla. En agosto de 1203, tras un bloqueo naval y terrestre y con ayuda de quintacolumnistas partidarios de Isaac II, la ciudad fue tomada.
Tras la toma de la ciudad y la coronación de Alejo IV, los cruzados exigieron su pago, pero resulta que el tesoro estaba vacío. Los cruzados se negaron a marcharse hasta que se cumpliera el trato. Mientras los ánimos se exasperaban entre los cruzados, el yerno de Alejo III se puso al frente de una facción anti-cruzada, dio un golpe de mano, asesinó a Alejo IV y se proclamó emperador con el nombre de Alejo V. Alejo V intentó echar a los cruzados al mar, pero fracasó, huyó, fue capturado y ejecutado. Los cruzados estaban muy enojados (por decir algo). Se les había contratado para restaurar el trono, no se les había pagado lo prometido y encima habían sido atacados (esto no hizo mucho por aumentar la estima occidental hacia el Imperio Bizantino). Los cruzados decidieron ahora que el Imperio era suyo por derecho propio y decidieron tomarlo. Saquearon Constantinopla como bárbaros salvajes no sintiendo respeto por nada ni por nadie. Destruyeron documentos y obras centenarias. Profanaron Iglesias y templos.
Los cruzados eran ahora los amos de Constantinopla, pero ¿qué harían ahora con ella?. Decidieron nombrar un emperador en concilio y salió elegido el conde Balduino de Flandes y Hainaut. Este nuevo Imperio se llama el Imperio Latino, porque el idioma oficial de la corte dejó de ser el griego y volvió a ser el latín. El Imperio en sí fue dividido en condados entre los cruzados. Sin embargo los nativos resistieron. En el noroeste bajo el mando de Miguel Angel Comnemo en el llamado Despotado de Epiro, en Niceas, el Imperio Niceano bajo Teodoro Lascaris y en el Mar Negro en Trebisonda, en el Imperio de Trebisonda bajo David Comnemo. Aunque todos ellos se llamaban así mismos "Imperios", no eran mas que pequeños y débiles reinos en disputa. Todos habrían sido víctimas fáciles de los musulmanes. Sin embargo, la aparición de los mongoles salvó al Imperio y le permitió resistir unos doscientos años más. En 1261 Miguel VIII Paleolológo recuperó el Imperio.
En resumen, esta cruzada se desvió totalmente de su objetivo inicial (recuperar Jerusalén) y solo favoreció a los supuestos enemigos de la fe.
1.5 La Cruzada de los Albigenses
Aunque la cruzada contra los albigenses no se desarrolló en Tierra Santa, entra dentro de los objetivos de este trabajo, ya que ayuda a comprender el fenómeno de cruzada.
Los albigenses eran secta cristiana seguidora del sistema maniqueísta dualístico, que durante siglos floreció en la zona del Mediterráneo. Los dualistas creían en la existencia independiente y separada de dos dioses: un dios del bien y otro del mal. Dentro de Europa occidental, los partidarios del dualismo, los cátaros aparecieron por primera vez en el norte de Francia y en los Países Bajos a finales del siglo XI y principios del XII. Perseguidos y expulsados del norte, los predicadores cátaros se trasladaron hacia el sur, logrando tener una gran aceptación en las provincias semi-independientes del Languedoc y las áreas próximas. Fue allí donde recibieron el nombre de albigenses.
Los albigenses creían que toda la existencia se debatía entre dos dioses: el dios de la luz, la bondad y el espíritu, generalmente asociado con Jesucristo y con el Dios del Nuevo Testamento; y el dios del mal, la oscuridad y los problemas, al que identificaban con Satán y con el Dios del Antiguo Testamento. Temas sujetos a fuertes debates eran si las dos deidades ejercían el mismo poder o si las fuerzas del mal estaban subordinadas a las del bien. Por definición, cualquier asunto material, incluyendo la salud, la comida, y el mismo cuerpo humano, era perniciosa y aborrecible. Como Satán había hecho prisionera al alma en el cuerpo humano, la única esperanza para la salvación humana es la de llevar una vida buena y espiritual. Gozando de una vida buena, las personas podrían lograr liberarse de la existencia material después de su muerte. Si no se lograra llegar a la virtud durante el transcurso de la vida, el alma volvería a nacer convertida en ser humano o en animal. Los albigenses creían que Cristo era Dios, pero que durante su estancia en la tierra fue una especie de ángel con un cuerpo fantasma que adoptó la apariencia de un hombre. Sostenían que la Iglesia cristiana tradicional, con su gran cantidad de sacerdotes corruptos y su inmenso bienestar material, era la representación de Satán y que debía ser abolida. Este punto de vista no les ganó muchos amigos.
Los seguidores de la doctrina albigense estaban divididos en dos grupos: los simplemente creyentes y los "perfectos". Los perfectos se obligaban a sí mismos a llevar vidas de un ascetismo extremo. Renunciaban a todo lo que poseían, sobreviviendo sólo con las donaciones que hacían los otros miembros de la comunidad. Tenían prohibido prestar juramentos, tener relaciones sexuales y comer carne, huevos o queso. Sólo los perfectos se podían comunicar con Dios por medio de la oración. Los simples creyentes podían aspirar a convertirse en perfectos después de un largo periodo de iniciación, seguido por el rito del consolamentum, o bautismo del Espíritu Santo por medio de la imposición de las manos. Algunos recibían este bautismo sólo estando próxima la hora de su muerte, y como un modo para asegurar su salvación, se abstenían de comer y de beber; en cierto modo cometían suicidio.
En un principio, la Iglesia cristiana trató de reconvertir a los albigenses por medios pacíficos, pero cuando fallaron todos los intentos, el papa Inocencio III lanzó la Cruzada albigense (1209-1229) que reprimió a los seguidores de este movimiento de una forma brutal y a su paso desoló gran parte del sur de Francia. Sólo pequeños grupos de albigenses sobrevivieron en zonas muy desoladas, aunque luego fueron perseguidos por la Inquisición hasta finales del siglo XIV.
1.6 La V Cruzada
Dado el escaso éxito de la anterior cruzada (la IV), que no consiguió ninguno de sus objetivos. Se proclamó pues otra cruzada en 1217. Esta estaba encabezada por Andrés II de Hungría (en caso de que hubieran desviaciones del objetivo, por lo menos que fueran en su provecho) y por el duque Leopoldo de Austria. En 1218 atacaron el importante puerto comercial de Damietta, en Egipto. Damietta fue capturada en 1219. Se suponía que tenían que esperar refuerzos del emperador germano Federico II, pero este no cumplió su promesa hecha al papa Inocencio III en 1215 y no acudió a Damietta. Hartos de esperar, en 1221 los cruzados se dirigieron a El Cairo, donde fueron derrotados. Damietta se perdió poco después. Así finalizó la V Cruzada.
1.7 La VI Cruzada
El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II había prometido al papa en 1215 que acudiría a las cruzadas. Renovó su compromiso en 1220. Sin embargo partió a Tierra Santa hasta agosto de 1227. Pero poco después sus naves regresaron a puerto, ya que Federico II había enfermado. El papa Gregorio IX enojado, decidió excomulgarlo. Todo este culebrón obedecía a las eternas disputas territoriales italianas entre el papado y el Imperio Romano Germánico. Finalmente, el emperador partió en junio de 1228. Pero con su ejercito dispersado y su excomunión no le fue fácil dirigir la campaña en Tierra Santa. A pesar de todo consiguió apoderarse de Jerusalén mediante negociación con el sultán Egipcio al-K(mil. Esta negociación no fue muy complicada ya que al-K(mil y Federico II eran amigos desde 1225 y a al-K(mil le interesaba crear en Jerusalén un estado tapón que lo protegería de al-Mozzam (el verdadero dueño de Jerusalén). Posteriormente Federico II tuvo que retornar corriendo para hacer frente a una amenaza inesperada: Gregorio IX, aprovechando la ausencia del emperador proclamó una cruzada contra Federico II y procedió a atacar las posesiones italianas del mismo.
1.8 La VII Cruzada
En junio de 1244 los turcos jawarizmanos toman Jerusalén. En Europa se proclama una nueva cruzada. Esta vez es el rey Luis IX de Francia quien recoge el testigo. Tras cuatro años de preparativos parte a finales de 1248, pero decide hibernar en Chipre. A todo esto el emperador Federico II, fiel a su amistad con al-K(mil, mantiene puntualmente informado al hijo de este, Ayyub. Mientras espera en Chipre, Luis entra en contacto con los mongoles de Mangu Kan. Trata de concertar una alianza para atenazar a los musulmanes, pero no consigue cerrar el trato (en realidad los mongoles pretenden que Luis IX les rinda vasallaje).
Fracasado su intento de alianza con los mongoles, Luis IX decide atacar al corazón: Egipto. En junio de 1249 ataca y captura el importante puerto de Damietta. El 20 de Noviembre Ayyub muere entre accesos de tos. El 10 de febrero de 1250 las tropas francesas entran en Mansurah, la capital. Pero cuando la ciudad ya estaba perdida a los ojos del Islam hicieron su aparición los regimientos mamelucos, matando a los franceses donde los encontraban. Tras una serie de derrotas el ejercito francés fue acorralado y Luis IX hecho prisionero. Se le liberará a cambio de un cuantioso rescate y la promesa de no volver a atacar Egipto. Luis XI se dirige a Tierra Santa donde dedicó cuatro años a edificar fortificaciones.
1.9 La Reconquista
Aunque se ha llegado a decir que la Reconquista fue la primera de las cruzadas, realmente no tomo el cariz de guerra religiosa y de unión de los cristianos contra los enemigos de la fe hasta le siglo XI y la promulgación de las cruzadas. Por otra parte, lo que se pretendía era la restauración del reino visigodo, de la que cada rey de los reinos de España se consideraba sucesor. Por esta razón se creyeron con derecho a repartirse el territorio conquistado antes de haberlo capturado. Por tanto, los cristianos de Hispania no estaban muy entusiasmados con la llegada de extranjeros del norte que luego exigirían sus propias tierras y feudos.
Pero esta política de evitar las injerencias extranjeras se truncó con el desembarco almohade de Las diferencias fundamentales entre las cruzadas y la reconquista son por tanto su duración (711-1492) y una ausencia del fanatismo a ultranza que dominó las cruzadas (hay quejas de barones borgoñones y alemanes por el buen trato que se daba a los sarracenos capturados).
Sin embargo, el gran peligro que supuso el desembarco almohade a finales del siglo XII obligó a los reyes cristianos a solicitar al papa la declaración de una cruzada. El papa accedió y concedió idénticos privilegios a todo aquél que participara en la Reconquista. Tras la batalla de las Navas de Tolosa el 16 de Julio de 1212, los reinos hispanos contarán con el apoyo de los genoveses, interesados en el control cristiano del estrecho para así poder comerciar con la Europa Atlántica. Aun así, la Reconquista aun duraría más de doscientos años.
2 Causas
Durante la lectura de los libros que describen el proceso de las cruzadas e identificado las siguientes causas que ayudarían a explicar el fenómeno. A continuación las detallo una por una. No siguen ningún orden concreto.
2.1 Causa Demográfica
A principios del I Milenio, Europa experimentó un amplio crecimiento demográfico. La roturación de las tierras, las mejoras en los métodos de producción alimentaria, desecación de marismas, mejoras en los molinos, incremento de los intercambios comerciales, utilización de arados con rueda y vertedera, sustitución de bueyes por caballos etc... dan muestras de que Europa estaba en plena expansión demográfica y económica. Como indican los autores García de Cortázar y Sesma Muñoz4 en su libro, entre el año 1000 y el año 1300 la población europea se duplicó.
De hecho, se traían al mundo más niños de los que se podía amamantar, utilizando nodrizas para poder alimentarlos.
Todo esto generó un ejército de segundones y nobles sin tierras, necesitados de un feudo o riquezas. Para estos nobles sin trabajo la guerra era el único modo legítimo de conseguir territorios. La guerra era su trabajo.
Por tanto, había disponibles en Europa ejércitos ociosos y sin trabajo, todo lo cual condujo a una necesidad de expansión que diera trabajo a los soldados y tierras a los nobles. No fueron los musulmanes los únicos que sufrieron esta expansión. Los polacos paganos (o no) sufrieron el asalto de los alemanes y sus ordenes de caballeros teutónicos, patrocinados también por papas como Inocencio II a través de San Bernardo.
2.2 Causa Social
El peregrinar siempre ha estado de moda, incluso hoy en día. No es necesario que el objetivo del peregrinaje tenga un motivo religioso. Hoy en día se peregrina a playas del caribe, no muy diferentes de las que se pueden encontrar a 3.000 metros de nuestras casas. El motivo es el prestigio social. La mayor parte de la humanidad (no así Japón y China) siempre ha reconocido como más sabio a todo aquél que ha realizado un largo viaje y visto cosas extrañas, asombrosas y lejanas y ha vuelto para contarlo. Se da de que hablar a los vecinos y conocidos, que no han podido alcanzar ese privilegio, se es el centro de atención y en definitiva se consigue un reconocimiento social.
Pero si el objetivo de peregrinaje es el lugar donde el Hijo de Dios se hizo hombre, donde predicó, obró sus milagros, padeció por los hombres, sufrió la crucifixión y resucitó y donde sus seguidores propagaron el cristianismo, se le puede considerar el Lugar de Peregrinaje por excelencia. Incluso hoy en día, cuando se puede considerar que Europa es más incrédula (en comparación con otras épocas) y que los conflictos regionales convierten a Tierra Santa en un lugar poco pacífico, esta es un muy importante foco de peregrinaje y la gente sufre escalofríos (o visiones) cuando pisa esta tierra milenaria.
Por tanto, una guerra (algo prestigioso ya de por sí en la mentalidad europea de la época) que tenga como objetivo Tierra Santa será enormemente prestigiosa y popular.
2.3 Causa Económica y Geográfica
Tres han sido siempre las rutas tradicionales del comercio entre el este y el oeste:
- La Ruta del Norte, que atraviesa las estepas rusas y las llanuras de Mongolia. Esta ruta era excepcionalmente peligrosa y se puede decir que estuvo cerrada hasta la conquista y unificación de todo el territorio por Gengis Kan en 1222.
- La Ruta Central, con numerosas ramificaciones que confluían en Tierra Santa, y de ahí eran embarcadas o seguían camino hacia el Imperio Romano de Oriente. Por esta causa, como ya he dicho antes, Antioquía se convirtió en la tercera ciudad del mundo.
- La Ruta Sur, que seguía por mar de China a la India y de ahí al Mar Rojo, llegando a Egipto. Esta ruta estaba suplantando a la Central, dejando a Bizancio sin comercio.
Los objetos orientales que seguían esta ruta y llegaban a Europa no iban a para a los campesinos ni mucho menos. Eran objetos de lujo: seda, especies, papel, etc... Estos objetos pronto debieron despertar la codicia en dirigentes acostumbrados y apegados a la guerra y las conquistas. Es más, la riqueza de los intermediarios debió ser observada y contada en sus relatos de viajes por los peregrinos que retornaban de Tierra Santa, aumentada y corregida, como suele suceder con los relatos de viajes.
La prueba de que los cruzados no buscaban solamente la salvación eterna y la remisión de sus pecados está en que se ofrecieron idénticas disposiciones para aquellos que lucharan en la Reconquista de España y sin embargo esta última no obtuviera el mismo fervor guerrero.
Se ha aducido en contra de la causa económica que la empresa cruzada era poco rentable e incluso ruinosa para aquellos que participaban y que sobre ellos pesaba más la fe. Sin embargo, y por contraste, se afirma que los españoles solo fueron al Nuevo Mundo por enriquecerse y obtener feudos, cuando es cierto que muchos conquistadores murieron arruinados, enjuiciados, asesinados o en combate y que la fe y la proclama de convertir a los paganos para salvar su alma solo era una excusa. Es obvio que los historiadores de determinadas nacionalidades no son muy consecuentes, dependiendo de quien sea el protagonista.
En resumen, Tierra Santa no solo es el centro de las religiones, también lo es de las rutas comerciales. Basta observar un mapa para ver que es un lugar de paso de Oriente a Occidente. Por lo tanto no solo atrae el espíritu, también atrae otra de las grandes pasiones del genero humano: la codicia.
2.4 Causa Religiosa
En este recopilatorio de causas he sido especialmente severo con los cruzados y puesto el peso en causas económicas, de prestigio o políticas. Pero esto no debe minusvalorar el poder de la creencia y la fe como motivo de las cruzadas. En la sociedad medieval las creencias y la religión era una parte muy importante de la vida. Particularmente en la época de las cruzadas cuando hubo un resurgimiento del fervor religioso. Este resurgimiento estuvo lleno de visiones, pasiones y peregrinajes5. Luchar y morir por la Fe, esperando ser recompensado para la eternidad era también una muy poderosa motivación para ir a las cruzadas. Y un ejercito fanático y motivado puede hacer frente a otros mayores y sufrir grandes padecimientos.
2.5 Causa Política
En sus orígenes, la Iglesia no fue una y católica, sino varias y ortodoxas. Entre ellas destacaban las de más prestigio que mantenían rencillas entre si por ver cual era la que tenía mayor poder. Estaban dirigidas por un patriarca (papa en Roma) y las más importantes eran las de Constantinopla, por ser la nueva capital del Imperio Romano; la de Roma, por ser la vieja capital del Imperio; la de Alejandría; la de Damasco y la de Jerusalén. De estas cinco, tres del rito ortodoxo estaban en territorio ocupado por los musulmanes.
En resumen, la conquista de este territorio por tropas occidentales pondría este territorio, el más importante, bajo la órbita del papa. Además, cimentaría considerablemente el poder papal y aumentaría su prestigio.
2.6 Causa Bélica o de la Paz de Dios
La doctrina de que el único medio legítimo de obtener riquezas para un guerrero es la guerra dio pie a una época de guerra generalizada, de dominio del guerrero sobre el inerme y de pillajes y correrías. Acabar con el largo periodo de guerras continuas, bandidaje y horror. Evidentemente esto era incompatible con la doctrina cristiana de amor al prójimo, por más que San Agustín dijera que las guerras se hacían por mandato divino.
De hecho, el pacifismo plenamente aceptado en la Iglesia Oriental había empezado a cundir en la Iglesia Occidental. Era el movimiento conocido como de la "Paz de Dios". Este movimiento consiguió que se prescribieran días en los que estaba prohibido luchar sin consentimiento real o papal. Poco a poco este movimiento fue haciendo cala en Europa. Pero aun así había que dar salida al impulso guerrero de los nobles, mas aun ahora que el crecimiento demográfico obligaba a Europa a expandirse. Una buena salida era volcar las fuerzas de los guerreros en un enemigo exterior, a poder ser infiel. Esto se ve claro en el discurso que hizo el papa Urbano II el Jueves 27 de Noviembre de 1095, en la ciudad francesa de Clermont-Ferrand:
"¡Que vayan pues al combate contra los infieles -un combate que merece la pena emprender y que merece terminarse en un victoria- los que se dedicaban a las guerras privadas y abusivas en perjuicio de los fieles!
¡Que sean en adelante caballeros de Cristo los que no eran más que bandidos. Que luchen ahora en buena ley contra los bárbaros los que combatían contra sus hermanos y parientes!
Estas son las recompensas eternas que van a conseguir los que se hacían mercenarios por un miserable salario: trabajarán por un doble honor aquellos que se fatigaban en detrimento de su cuerpo y de su alma. Estaban aquí tristes y pobres; estarán allí alegres y ricos. Aquí eran los enemigos del Señor; allá serán sus amigos. "6
En resumen, la paz en Europa (o el fin del estado de guerra generalizada) suponía la guerra en Oriente. Al fin y al cabo no se podía dejar sin trabajo a una parte importante y dominante de la sociedad.
3 Consecuencias
Un fenómeno tan grande como el de las Cruzadas necesariamente tuvo que tener sus consecuencias y repercusiones. Estas no se limitan a los ejércitos cruzados, sino que también afectaron (a su pesar) a los pueblos que estaban en "el otro bando". Me refiero a aquellos que sufrieron la guerra, el pillaje y el fanatismo que trajeron los cruzados.
3.1 Cristianos Occidentales
A pesar de su manifiesta barbarie y rudeza, los occidentales valoraron adecuadamente la superioridad cultural del mundo árabe y el legado de saber que habían recogido del Imperio Romano. Para los cruzados, aprender la lengua de los nativos constituye una habilidad, y de este modo, numerosas palabras fueron legadas a los idiomas europeos. Los occidentales se interesaron rápidamente en aprender las técnicas del azúcar y el papel, amen de la seda, la colombofilia y otras. Importaron costumbres como tomar café y vestir algodón. Occidente aprendió la importancia de las comunicaciones marítimas y de la necesidad de conseguir la supremacía naval para dar apoyo a las operaciones en tierra. Y por último aprendió a abrirse a nuevas técnicas y copiar rápidamente las técnicas útiles de los extraños, cosa que no ha dejado de hacer ni hoy en día.
Por otra parte, también occidente también incorporó tendencias nefastas, como la de considerar a los bizantinos astutos, retorcidos y traicioneros. Aún hoy en día se habla de una política o diplomacia bizantina. Si hay una a época histórica que dio impulso a esta manera de pensar fue sin duda la de las cruzadas. La misma concepción de la guerra distanciaba a los cristianos occidentales de los orientales. San Basilio, patriarca oriental afirmaba que cualquier soldado culpable de matar en guerra debía de abstenerse de tomar comunión en 3 años.7 Ana Comnemo veía la guerra como el fracaso de las negociaciones y algo en si mismo deshonroso. El soldado no era ensalzado en Bizancio ni considerado un mártir si caía en batalla. La visión cristiana occidental difería radicalmente. San Luis predicaba que había que "Hacer entrar la espada en el vientre de los infieles tanto como quepa". Como ya he dicho antes, San Agustín justificaba la guerra como un mandato divino. La guerra era, en suma, prestigio. Conseguir una victoria de otra manera estaba mal visto y considerado de rastreros y cobardes.
Por estas razones, la política imperial de no-confrontación no hizo muy populares a los bizantinos. Además, el hecho de que el Imperio mirara por su propio bien e insistiera en reclamar como de su propiedad ciudades tomadas con sangre cruzada no ayudó mucho a mejorar esta opinión. Pero los occidentales también olvidaron que el Imperio fue la barrera tras la cual ellos prosperaban, y que era la flota del Imperio la que protegía la navegación comercial. Y cuando finalmente el Imperio sucumbió, los occidentales ya eran lo suficientemente fuertes para resistir por ellos mismos. Y nadie se acordó del Imperio, cuando el último emperador romano, Constantino XI, murió en combate defendiendo Constantinopla.
3.2 Cristianos Orientales
Los cristianos orientales tuvieron que soportar el paso, el saqueo, la invasión y el fanatismo religioso de sus correligionarios occidentales. Pronto aprendieron que los practicantes del Islam solían ser mas tolerantes y civilizados que los occidentales. La toma de Constantinopla y su brutal saqueo, a manos de los cruzados en Abril de 1204 explica que más de doscientos años después, cuando el emperador Constantino XI propusiese aceptar el rito latino a cambio de ayuda para resistir a los turcos, sus ciudadanos respondieran que "preferían el turbante del turco antes que la tiara del papa".
3.3 Musulmanes
Acosado por los occidentales y sus bruscos métodos, el Islam consideró a occidente bárbaro, brutal y atrasado y se negó a aprender nada de él. El recuerdo de las cruzadas es un lastre que aun perdura. El Islam decidió no contaminarse con los occidentales y mantenerse impermeable, con lo que despreció los avances técnicos que empezaron a darse en occidente poco después. Así, el Islam perdió su puesto como civilización más avanzada técnicamente y más ilustrada. Aún hoy en día, en las naciones musulmanas más aperturistas se desconfía de los occidentales. El estado de Israel es considerado como un estado cruzado, y las referencias a Saladino en el mundo occidental no cesan. La prensa egipcia allegada presidente Nasser lo comparó continuamente a este héroe del Islam.
En definitiva, las cruzadas han supuesto y todavía hoy suponen un lastre entre las relaciones y los intercambios de occidente con oriente y han moldeado el aislacionismo del mundo musulmán.
4 Bibliografía
* S. Runciman, Historia de las Cruzadas, Ed. Alianza, 1973
* J. Ángel García de Cortázar y José Angel Sesma Muñoz; Historia de la Edad Media, Una síntesis interpretativa, Ed. Alianza, 1999
* Amin Maalouf, Las Cruzadas vistas por los árabes, Ed. Alianza, 1999
* Asimov, Historia Universal Asimov - Costantinopla, Ed. Alianza, 1981
* M. Ladero, Historia Universal Edad media, Vol. II, Ed. Vicens-Vives, 1990
* Robert Fossier, La Edad Media, Vol. II, 1988
1 I. Asimov, Historia Universal Asimov - Costantinopla,págs. 232-233, Ed. Alianza, 1981
2 S. Runciman, Historia de las Cruzadas, Vol. 1, Cap. VII, pág. 110, Ed. Alianza, 1973
3 Amin Malouf, Las Cruzadas vistas por los árabes, Pág. 62-63, Ed. Alianza, 1999
4 J. Ángel García de Cortázar y José Angel Sesma Muñoz; Historia de la Edad Media, Una síntesis interpretativa; Cap. VI;, pág. 251-252; Ed. Alianza, 1999
5 Sobre este aspecto hay que destacar la "Plaga del Cornezuelo". Consiste en un hongo parásito que ataca al centeno. Comido junto al pan de centeno provoca alucinaciones parecidas a los efectos del ácido lisúrgico (LSD). Estas visiones remiten en cuanto el enfermo deja de comer el centeno contaminado. Al ir de peregrinaje a Lourdes para curarse, los afectados dejaban de padecer el mal. Todo esto parece anecdótico, pero parece que fue un factor importante en la intensificación de la Fe en la época.
6 Foucher de Chartres, Historia Hierosolymitiana
7 San Basilio, carta núm. 188 en M.P.G., vol XXXII, col. 681.
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Enviado por: | Tte. Patton |
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