Historia
Cruzadas
Introducción
En este trabajo de investigación se analizaran las cruzadas, introduciéndonos con el fin de aprender y culturizarnos un poco mas en el mundo del cristianismo, sus consecuencias y nos adentraremos en estas expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes.
Las cruzadas como sucede con todos los grandes movimientos espirituales que han agitado a la humanidad no fueron un fenómeno esporádico ni accidental, su génesis se produjo lentamente, y su concreción no significo mas que afloramiento y encauzamiento de ideales que encontrarían en aquella época manifestarse, sus consecuencias fueron capitalisimas en la evolución social y política y respondieron a los verdaderos anhelos que de un modo insensible fue su único motivo.
Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su finalización, y han propuesto fechas que van desde 1270 hasta incluso 1798, cuando Napoleón I conquistó Malta a los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, una orden militar establecida en esa isla durante las Cruzadas. El vocablo cruzada (de `cruz', el emblema de los cruzados) se aplicó también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral. Así, en España, los alzados contra el gobierno republicano en 1936 pronto denominaron a la guerra iniciada por ellos mismos (1936-1939) Cruzada, por considerar que su objetivo era vencer el ateísmo.
El principal objeto de esta empresa, era recuperar la tierra santa, es decir recuperar Palestina en manos de los Sarracenos y Turcos.
Causas de las Cruzadas
Causas de las Cruzadas.- mientras la Iglesia y los señores feudales combatíanse en Occidente, se aliaron en Oriente contra los mahometanos y los cismáticos griegos: la guerra santa, conducida en nombre de Allah, había dado nacimiento a un inmenso imperio, el de la Media Luna . Otra guerra santa sería emprendida en nombre de Cristo y de su divina Cruz , predicada por la iglesia y ejecutada por los barones de Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. Las expediciones de esta guerra se denominaban cruzadas porque los hombres que tomaban parte de en ellas llevaban una cruz de tela , generalmente de color rojo, cosida sobre su manto , a la espalda.
Las cruzadas fueron ocasionadas por los siguientes motivos:
1° porque una sincera fe religiosa animaba entonces a todos los cristianos. Dirigirse en peregrinación a los Santos Lugares donde Cristo había sido crucificado, parecía el mejor medio para borrar los pecados.
2° el espíritu de aventura, tanto como la valentía y la fe, animaba entonces a los señores , a los comerciantes y a la gente pobre. Para las clases inferiores de la sociedad, la idea del saqueo y la esperanza del botín despertaba una particular atracción en cada uno de ellos. Las cruzadas podían representarse tanto como un buen negocio y una buena acción.
3° se produjeron dos acontecimientos que conmovieron a toda la cristiandad. Los turcos ocuparon completamente Jerusalén (1078) y la Siria cristiana (1084). En España, los musulmanes infligieron a los caballeros cristianos, cerca de Badajoz, en la batalla de Zalaca, una grave derrota (1086). Así en las dos extremidades del mundo mediterráneo, el creciente poderío del Islam impulsaba siempre adelante su doble punta.
La fe, sobre todo, inspiró las tres primeras cruzadas (1094-1193)., duraron un siglo, pero el entusiasmo declinó desde la primera a la tercera.
Guerra Santa o Empresa Comercial
El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión de los Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a los cristianos de occidente. Otros invasores turcos también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política papal.
En un esfuerzo por entender por qué los cruzados las llevaron a cabo, los historiadores han apuntado como razones el dramático crecimiento de la población europea y la actividad comercial entre los siglos XII y XIV. Las Cruzadas, por tanto, se explican como el medio de encontrar un amplio espacio donde acomodar parte de esa población en crecimiento; y como el medio de dar salida a las ambiciones de nobles y caballeros, ávidos de tierras. Las expediciones ofrecían, como se ha señalado, ricas oportunidades comerciales a los mercaderes de las pujantes ciudades de occidente, particularmente a las ciudades italianas de Génova, Pisa y Venecia.
Aunque estas explicaciones acerca de las Cruzadas quizá tengan alguna validez, los avances en la investigación sobre el tema indican que los cruzados no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas marchas terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras lejanas. Las familias que quedaron en Europa tuvieron que combatir en muchas ocasiones durante largos periodos de tiempo para mantener sus granjas y sus posesiones. La idea de que los cruzados obtuvieron grandes riquezas es cada vez más difícil de justificar; la Cruzada fue un asunto extremadamente caro para un caballero que tuviera el propósito de actuar en Oriente si se costeaba por sí mismo la expedición, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus ingresos anuales.
Sin embargo, a pesar de ser una empresa peligrosa, cara y que no daba beneficios, las Cruzadas tuvieron un amplio atractivo para la sociedad contemporánea. Su popularidad se cimentó en la comprensión de la sociedad que apoyó este fenómeno. Era una sociedad de creyentes, y muchos cruzados estaban convencidos de que su participación en la lucha contra los infieles les garantizaría su salvación espiritual. También era una sociedad militarista, en la que las esperanzas y las ambiciones estaban asociadas con hazañas militares.
La Primera Cruzada
Esta se realizó entre 1096 y 1099. El Concilio de Clermont, inaugurado por el Papa Urbano II en noviembre de 1095, incluyó entre sus decisiones la de otorgar el perdón de todos los pecados (indulgencia plenaria) a aquellos que marcharan a oriente para defender a los peregrinos, cuyos viajes se habían tornado cada vez más peligrosos. La repercusión popular de la medida quedó de manifiesto cuando el Papa fue aclamado por la multitud a la que anunció la nueva. Así, al grito de "¡Dios lo quiere!", que pronto se expandió por Europa, numerosos franceses de todos los estamentos vistieron el uniforme cruzado, en el que se distinguía una gran cruz que dio nombre a los guerreros. El entusiasmo fue tal que muchos vendieron o hipotecaron todos sus bienes para obtener las armas y el dinero necesarios para la empresa.
El pueblo llano creó su propia fuerza, la llamada "cruzada del pueblo", que, formada alrededor del predicador Pedro El Ermitaño (hombre tan admirado que la gente le arrancaba los pelos a su mula como reliquia), atravesó Hungría y Bulgaria, provocando a su paso grandes abusos y desórdenes, y en cada ciudad preguntaban si aquella era Jerusalén.
Los ejércitos regulares de la primera cruzada eran cuatro. El primero, al mando de Hugo de Vermandois, hermano del rey francés Felipe I, que partió en 1096. Un sector naufragó en el mar Adriático, mientras otro, que viajaba por tierra, y donde figuraban Godofredo de Bouillon, duque de la Baja Lorena, y sus hermanos Balduino y Eustaquio, llegó a Constantinopla a fines de diciembre.
El segundo ejército lo comandaba Bohemundo de Tarento, un normando del sur de Italia, antiguo enemigo del imperio bizantino. Este contingente llegó a Constantinopla en abril de 1097.
El ejército más numeroso era el de Raimundo de Saint-Gilles, conde de Toulouse, a quien acompañaba Adhémar de Monteil, legado papal y obispo de Puy. Llegó a Constantinopla por tierra en abril, después de recorrer la región bizantina de Dalmacia.
El cuarto contingente, comandado por Roberto de Flandes, a quien acompañaban Roberto de Normandía, hermano del rey inglés Guillermo II el Rojo, y Esteban de Blois, nieto de Guillermo I el Conquistador, cruzó el Adriático desde Brindisi. Así, Constantinopla debió alojar a una multitud formada por unos cuatro mil caballeros y alrededor. de 25 mil soldados.
El 19 de junio de 1097, Nicea cayó en poder de los cruzados, que a continuación se pusieron en camino hacia Antioquía. Fueron atacados por los turcos en Dorilea en julio, pero lograron vencerlos después y, luego de una ardua marcha, llegaron a las cercanías de Antioquía el 20 de octubre. La gran ciudad, provista de de impresionantes murallas, fue difícil de tomar y muchos caballeros cristianos desistieron. Sin embargo, la plaza cayó el 3 de junio de 1098, tras lo cual fueron exterminados todos sus habitantes musulmanes. El 28 del mismo mes, los cristianos libraron una larga batalla contra el general turco Karbuga de Mosul, al que vencieron, aunque una peste que diezmó las filas cristianas deslució estos éxitos.
Los cruzados se dirigieron entonces hacia Jerusalén, que se hallaba en los dominios de los califas fatimíes de El Cairo. El ejército cristiano había quedado reducido a unos mil quinientos caballeros y doce mil soldados, mal armados y aprovisionados. El 7 de junio de 1099 acamparon ante la Ciudad Santa, y el 15 de julio Godofredo de Bouillon tomó un sector de las murallas, logrando luego abrir una de las puertas. Jerusalén fue capturada tres años después del comienzo de la primera cruzada, y a su conquista siguió una matanza de mujeres, hombres y niños musulmanes y judíos.
Godofredo, a diferencia de la mayoría de los cruzados, decidió permanecer en Palestina y fue elegido gobernante del país recién conquistado con el título de defensor del santo sepulcro. A su muerte, su hermano Balduino fue proclamado rey de Jerusalén (noviembre de 1100), inaugurándose así el primero de los reinos cristianos que habrían de aparecer en Tierra Santa al impulso de las cruzadas. También se fundaron los condados de Edesa y Trípoli y el principado de Antioquía.
Otras Cruzadas
Segunda Cruzada(1147 - 1149)
La conquista de Edesa por Zenguí, sultán turco de Mosul, hizo comprender a la cristiandad la fragilidad de sus establecimientos en Siria y Palestina. El papa Eugenio III confió a san Bernardo de Claraval la predicación de una nueva Cruzada, cuya dirección asumieron Luis VII de Francia y Conrado III de Alemania. Los ejércitos franceses partieron de Metz, mientras los alemanes desde Ratisbona; siguiendo el valle del Danubio arribaron a Contantinopla. En Anatolia, Conrrado III fue vencido por los turcos y decidió regresar a Constantinopla así desde allí embarcar hacia San Juan de Acre. En la ciudad Santa SE reunieron todas las fuerzas expedicionarias. Luis VII y Conrado III decidieron poner sitio a Damasco. La segunda cruzada, en la que había tantas esperanzas, constituyó un rotundo fracaso.
Tercera Cruzada (1189 - 1192).
Tras su victoria sobre Guido de Lusignan en la batalla de Hatin (Junio de1187), los turcos de Saladino se apoderaron de Jerusalén (Octubre de 1187) y del reino latino. El papa Gregorio VIII se apresuró a pedir de todos los monarcas apoyo para recuperar la Ciudad Santa. Afines de 1189 se sumaron a la cruzada Felipe Augusto de Francia y el monarca inglés Ricardo Corazón de León. Los expedicionarios alemanes, desde Ratisbona, tomaron la ruta del Danubio, a Constantinopla y pasaron al Asia Menor, donde derrotaron a los turcos cerca de Inconium; pero la inesperada muerte de Federico Barbarroja, un mes después, al atravesar el río Cnido, en Cicilia, privó a la tercera cruzada de su mejor estratega.
No tardaron en surgir dudas y desacuerdos entre el monarca inglés y el francés, por lo que Guido de Lusignan decidió regresar a su país. La tercera cruzada se convirtió en una empresa personal del esforzado pero poco hábil Ricardo Corazón de León, quien logró derrotar a Saladini en Arsuf, pero no consiguió conquistar Jerusalén. El soberano inglés y el sultán turco, acordaron una tregua de tres años, tres meses, tres semanas y tres días; el mantenimiento de las posiciones respectivas y el libre acceso a Jerusalén de los peregrinos cristianos, sin armas y en pequeños grupos. La cristiandad no pudo admitir con alegría este acuerdo: habían sido muchas las fuerzas movilizadas para un tan pobre resultado.
Cuarta Cruzada (1202 - 1204)
A la muerte de Saladino (1193), el papa Celestino III encomendó al emperador Enrique VI la organización de una nueva cruzada; pero la repentina muerte del monarca alemán (1197) abocó la empresa al fracaso. Poco después de ser elevado al trono papal, Inocencio III hizo un nuevo llamamiento a la cristiandad, instándola a anuar sus fuerzas y reconquistar los Santos Lugares. El emperador alemán Felipe de Suabia y numerosos caballeros del Occidente europeo respondieron a la llamada del papa , pero como se vieron los motivos que impulsaban a unos y a otros eran muy dispares. Mientras que el papa Inocencio III deseaba ardientemente la recuperación de la Ciudad Santa, Venecia sólo pretendía consolidar su dominio del comercio en el mediterráneo oriental; por su parte, Felipe de Suabia, alegando los derechos de su esposa, trataba de hacerse con el trono de Constantinopla; finalmente, debe destacarse que fue el ansia de botin, más que una convicción religiosa, lo que movió a la nobleza de Occidente a alistarse en el ejército cruzado.
Los cruzados, no pudiendo reunir la cantidad convenida, pagaron los servicios de las naves venecianas con la conquista de la ciudad de Zara, que poco antes se había liberado del dominio de la Serenísima y se había entregado al rey de Hungría. Desde Zara la expedición puso rumbo a Constantinopla, dividida por las luchas entre Alejo III e Isaac II. Los cruzados tomaron la ciudad y repusieron en el trono a Isaac II, al que quedó asociado su hijo Alejo IV; éstos, según lo acordado previamente, concedieron a los venecianos extraordinarios privilegios comerciales y decretaron la unión de las iglesias bajo la autoridad del romano pontífice. Tales medidas provocaron un levantamiento popular que depuso a Isaac II y a Alejo IV y que elevó al poder a Alejo V Ducas; éste anuló todas las disposiciones dadas por sus antecesores, a lo que replicaron los cruzados sitiando nuevamente Constantinopla. Dueños de la ciudad, resolvieron no abandonarla, y eligieron emperador a Balduino de Flandes, mientras que los restantes caballeros expedicionarios y Venecia se repartían las provincias del imperio.
Cruzada de los Niños (1212)
movimiento emotivo y popular, fechado en 1212, surgido a la sombra del fervor cruzado de la época, pero que no constituyó una cruzada propiamente dicha, pues careció de sanción o aprobación oficial; de hecho, las autoridades responsables, tanto eclesiásticas como seglares, lo deploraron.
El movimiento comenzó en junio de 1212, cuando un joven pastor llamado Stephen, de Cloyes, pueblo cercano a Vendôme, Francia, tuvo una visión en la que Jesús le mandaba crear un ejército para apoyar la reconquista de Tierra Santa, en manos sarracenas. Stephen reclutó una banda de seguidores que contaba con unos 50.000 niños y adultos pobres. El grupo marchó a París para persuadir al rey francés, Felipe II, de que les llevara a la Cruzada. Aparentemente el rey les convenció para que regresaran a sus casas.
También se constituyó otro grupo, al parecer más numeroso, de jóvenes aspirantes a cruzados en la primavera de 1212, a instancia de un niño de Colonia (Alemania) llamado Nicholas. Éste reclutó a sus seguidores en las tierras del Rin y el Bajo Lorena principalmente. Aseguraba a sus partidarios que Dios les ayudaría a tomar Jerusalén de manos de los musulmanes. Cuando llegaron a Maguncia, algunos niños del grupo fueron persuadidos para que volvieran a sus casas. El resto marchó por Marbach, próximo a Colmar, y cruzaron los Alpes para entrar en Italia, donde se separaron en dos grupos más reducidos. Algunos pusieron rumbo hacia Venecia, mientras que el grupo principal prosiguió por Piacenza y llegó a Génova el 25 de agosto. Quizá algunos tuvieran éxito y pudieron subir a bordo de los barcos en Pisa con destino a Tierra Santa. Aparentemente, un grupo de ellos alcanzó Roma, y otro regresó a Marsella, en Francia. Algunos finalmente regresaron a sus casas, pero la gran mayoría simplemente desapareció sin dejar rastro.
Aunque la expedición conocida como la Cruzada de los Niños testifica el interés existente por el ideal cruzado a inicios del siglo XIII, el episodio no contribuyó en nada al logro de los objetivos de los cruzados. En cambio, este es un patético tributo a la fijación que Tierra Santa tuvo en la imaginación de los europeos y al fervor que los cruzados transmitieron entre toda la población. La leyenda del flautista de Hamelín, relato acerca de 130 niños que siguen a un misterioso flautista, quizá derive de este episodio. Ello inspiró al poeta británico Robert Browning a escribir El flautista de Hamelín (1842), uno de sus poemas más conocidos.
Quinta cruzada (1217 - 1221)
Aunque muy afectado por el imprevisto fin de la Cuarta Cruzada, Inocencio III no cejó en su desempeño de agrupara toda la cristiandad occidental y, bajo la autoridad papal, conducirla a la conquista de los Santos Lugares. El IV Concilio de Letrán(1215) aprobó la predicación de una nueva cruzada. La muerte sorprendió a Inocencio III apenas iniciados los preparativos (1216). Su sucesor, Honorio III, prosiguió la empresa. Participaron en ella Andrés II de Hungría, el duque Leopoldo VI de Austria, Guillermo de Holanda y Juan de Brienne, rey titular de Jerusalén, entre otros. En un principio la expedición tuvo como objetivo la conquista de Palestina, pero no habiendo logrado expugnar el Monte Tabor, los cruzados se trasladaron hacia Egipto, donde tomaron Damieta y obtuvieron un cuantioso botín. Alramado, el sultán ayubita les propuso la paz, que el cardenal pelagio, legado pontificio, creyendo fácil la conquista de todo el país, rechazó, contra el parecer de Juan, partidario de canjear Damieta por Jerusalén. Los expedicionarios marcharon sobre El Cairo, pero los continuos ataques de que eran objetos y la crecida del Nilo les obligaron a emprender la retirada. Los supervivientes, para salvar su vida y su libertad, hubieron de devolver Damieta al sultán (1221).
Sexta cruzada(1228 - 1229)
La predicó el papa Honorio III, y desde un primer momento se contó con el emperador Federico II prestaría a ella todo su apoyo y colaboración. El monarca alemán había hecho numerosas promesas en tal sentido, pero jamás había tenido intención de cumplirlas. (Federico II veía a la cruzada como algo anacrónico: a sus ojos la diplomacia era un arma más eficaz que la guerra; por otra parte, la cruzada había de favorecer los intereses del papado, su encarnizado rival,, pero en modo alguno los suyos.) Una y otra vez Federico II aplazó la expedición. Sólo ante la excomunión lanzada contra él por Gregorio IX, el enérgico sucesor de Honorio III, Federico II decidió embarcarse hacia Palestina, acompañado de un reducido ejército(1228). Su propósito no era la conquista de los santos Lugares, sino el establecimiento de un condominio cristiano-musulmán sobre ellos. Federico II y el sultán egipcio llegaron fácilmente a un acuerdo, por el que aquél recibió Jerusalén, Nazaret, Belén y las poblaciones situadas junto al camino entre el puerto de Jaffa y la Ciudad Santa; también se concertó una tregua de diez años(1229).
Séptima cruzada(1248 - 1254)
En 1939, poco antes de expirar la tregua acordada en 1229, Teobaldo de Champaña, rey de Navarra, dirigió una expedición a Tierra Santa, sin resultado alguno. Como respuesta, los musulmanes se adueñaron nuevamente de Jerusalén. Un año después, en 1240, Ricardo de Cornualles recupera los Santos Lugares para la cristiandad, pero por poco tiempo: en 1244 las fuerzas cristianas en Palestina eran derrotadas en la batalla de Gaza y, como consecuencia, solo jaffa y San Juan de acre permanecían bajo su dominio. Ante este desastre el papa Inocencio IV Hizo un nuevo llamamiento a los príncipes cristianos. Luis IX de Francia asumió la dirección de la cruzada. El monarca y lo mas granado de la nobleza Francesa embarcaron en Aigües-Mortes (1248), rumbo a Chipre y Egipto, donde, tras apoderarse de Damieta (1249), marcharon sobre El Cairo. Como hicieran treinta años antes los expedicionarios de la Quinta Cruzada, Luis IX y sus caballeros desoyeron las ofertas del sultán egipcio de canjear Damieta por los Santos Lugares. En las proximidades de Mensura los musulmanes infligieron a los cruzados una dura derrota, y en la retirada fue hecho prisionero el rey Francés con buena parte de su hueste. El precio de su libertad fue la entrega de Damieta y de un millón de besantes de oro. Desde Egipto Luis IX paso a Palestina, donde permaneció varios años, hasta 1254, impulsando la fortificación de las pocas plazas en poder de los cristianos.
Octava Cruzada (1270)
La perdida de Jaffa y de Antioquía (1268) Hacia proveer un inmediato fin de los establecimientos cristianos en Oriente. Ello Movió a Luis IX a tomar nuevamente la cruz. Probablemente cediendo a los deseos de su hermano Carlos de Anjou, rey de Nápoles y de Sicilia, deseoso de liberarse de los piratas que asolaban las cosas de los estados, el monarca Francés decidió atacar al Islam por la retaguardia. Desde Aigües-Mortes, donde embarco el 1 de agosto de 1270, puso rumbo a Túnez. Poco días después de haber formado el cerco de esta ciudad, se declaro una terrible epidemia entre los sitiadores; el 25 de agosto sucumbía Luis IX. La expedición quedo al mando de Carlos de Anjou, quien obtuvo del sultán tunecino un ventajoso tratado (1270). En 1274 el papa alentó una nueva expedición, a la que prometio su ayuda el emperador Rodolfo de Habsburgo; pero no paso de ser un proyecto. Aun en el s. XIV la cristiandad organizo varias campañas contra los infieles, que no pueden ser calificados de cruzada.
Personajes Importantes
Urbano II (c. 1040-1099), papa (1088-1099) que proclamó la Primera Cruzada y reclamó la dirección del cristianismo occidental. Odo de Lagery nació en Francia, estudió en Reims e ingresó en el monasterio benedictino de Cluny, del que fue prior desde 1073. En 1079-1080 el papa Gregorio VII le nombró obispo cardenal de Ostia y de 1084 a 1085 fue delegado del pontífice en Alemania. Elegido para suceder a Gregorio, se convirtió en el primer papa cluniacense.
Durante los primeros seis años de su pontificado no pudo entrar en Roma a causa de la presencia del antipapa Clemente III, impuesto por Enrique IV, el emperador del Sacro Imperio. Mientras tanto, Urbano II siguió oponiéndose a Enrique IV, al igual que su antecesor, en la Querella de las Investiduras. Excomulgó a Felipe I, rey de Francia, por repudiar a su esposa y apoyó a san Anselmo de Canterbury contra el rey Guillermo II de Inglaterra. Renovó e impulsó la política reformista de Gregorio VII con mayor flexibilidad y diplomacia, e introdujo cambios en la curia pontificia. En sus relaciones con el Imperio bizantino buscó superar el cisma entre los cristianos orientales y occidentales y promovió en Europa occidental la defensa de la cristiandad oriental frente a los turcos selyúcidas. En 1095 durante el Concilio de Clermont (hoy Clermont-Ferrand, Francia) pronunció un sermón conminando a la Primera Cruzada. En 1881 fue beatificado.
Felipe I (de Francia) (1052-1108), rey de Francia (1060-1108), hijo mayor de Enrique I, rey de Francia. Su madre, Ana de Kíev y su tío, Balduino V (conde de Flandes), ejercieron la regencia durante los seis primeros años de su reinado. Los diversos conflictos que Felipe mantuvo con sus poderosos vasallos, de forma particular con Normandía (luchó contra Guillermo I, duque de Normandía, quien en 1066 conquistó Inglaterra), enturbiaron su reinado, pero logró ampliar sus territorios. Fue excomulgado en 1095 al repudiar a su esposa Berta de Holanda y contraer matrimonio con Bertrade de Montfort, esposa del Conde de Anjou.
Godofredo de Bouillon, nombre por el que es más conocido Godofredo IV de Boulogne (c. 1061-1100), noble y militar francés, y líder de la primera Cruzada. En 1082 Godofredo fue nombrado duque de Baja Lorena por el emperador del Sacro Imperio Romano Enrique IV, e instaló su capital en Bouillon, situada en la región de las Ardenas (Francia). Godofredo y su hermano Balduino I, más tarde rey de Jerusalén, condujeron desde los Países Bajos un ejército a la primera Cruzada. Al llegar a Constantinopla (actual Estambul) en diciembre de 1096, logró establecer buenas relaciones con el emperador de Oriente Alejo I Comneno. En 1099 Godofredo participó en el sitio y posterior toma de Jerusalén. Se le ofreció el título de rey de Jerusalén, pero lo rehusó por motivos religiosos y a cambio fue nombrado protector del Santo Sepulcro. En agosto de 1099, Godofredo derrotó a los egipcios en Ascalón (la actual Ashqelon, en Israel) cuando aquéllos se dispusieron a atacar Jerusalén. Como primer gobernante cristiano de Jerusalén, Godofredo se convirtió con el paso del tiempo en el héroe de muchas canciones, leyendas y obras literarias, entre las que se incluyen algunos de los poemas épicos franceses del medievo conocidos como chansons de geste (canciones de gesta) y el titulado Jerusalén liberada (1575) de Torquato Tasso.
Bohemundo I (c. 1057-1111), príncipe de Antioquía (1098-1104), fundador del Estado latino de Oriente conocido como principado de Antioquía. Hijo mayor de Roberto Guiscardo, duque normando de Apulia, Calabria y Sicilia, desde 1081 hasta 1085 dirigió las campañas emprendidas por su padre contra el emperador bizantino Alejo I Comneno en Macedonia y Tesalia. Tras el fallecimiento de Roberto Guiscardo (1085), sus dominios fueron repartidos entre Bohemundo y el hermano de éste. Bohemundo se unió, en 1095, a la primera Cruzada para ampliar sus posesiones. En junio de 1098 capturó Antioquía, donde fundó el principado del mismo nombre. Dos años después fue hecho prisionero por los musulmanes, en cuyas manos estuvo hasta 1103. Al año siguiente, entregó el gobierno del principado a su sobrino Tancredo y se dirigió en busca de ayuda a Francia, donde contrajo matrimonio con Constanza, hija del rey Felipe I. En lugar de regresar a Antioquía con las tropas que había reunido, se dirigió en 1107 hacia el noroeste griego, pero fracasó en la conquista de la ciudad de Dürres (Durazzo) frente al Imperio bizantino, con quien disputaba la posesión de aquellos territorios, viéndose obligado a aceptar la paz y convirtiéndose en vasallo de Alejo I Comneno. Falleció en Canosa di Puglia (Apulia) en 1111. Sus descendientes gobernaron Antioquía hasta 1268.
Eugenio III (fallecido en 1153), papa (1145-1153), el primero perteneciente a la orden monástica cisterciense.
Bernardo Paganelli, su nombre de pila, nació en Pisa y estudió bajo la dirección del teólogo francés Bernardo de Claraval. Cuando fue elegido papa en 1145 era abad del monasterio cisterciense de San Vicente y San Anastasio de Roma. Muy poco después de su elección rechazó la petición, expresada por los senadores romanos, de que el papa renunciara a toda autoridad temporal. Expulsado de Roma, tuvo que ser consagrado en Farfa. Más tarde llegó a cierto acuerdo con los senadores y pudo regresar a Roma, pero fue obligado de nuevo a exiliarse por la facción dirigida por el reformador religioso italiano Arnaldo de Brescia, que se oponía a la intervención papal en los asuntos seculares. En 1147 Eugenio III viajó a Francia, donde organizó la segunda Cruzada. Después convocó dos concilios, en Frankfurt (1147) y Reims (1148), en los cuales se adoptaron diferentes medidas para fomentar la educación, la disciplina de los clérigos y la difusión de la fe. Tras regresar a Italia en 1149, celebró un sínodo en Cremona y excomulgó a Arnaldo de Brescia. Posteriormente firmó el Tratado de Constanza (1153) con Federico I Barbarroja, por el que se aseguró el apoyo del Sacro Imperio.
Falleció el 8 de julio de 1153 en Tívoli y fue sucedido por Anastasio IV. En 1872 fue beatificado por el papa Pío IX. Su festividad se celebra el 8 de julio.
Luis VII el Joven (c. 1121-1180), rey de Francia (1137-1180), hijo y sucesor de Luis VI. Contrajo matrimonio con Leonor de Aquitania, hija de Guillermo X, duque de Aquitania, en el primer año de su reinado. Pronto se ganó la hostilidad del papa Inocencio II al apoyar a un candidato rival al propuesto por Inocencio como obispo de Bourges, por lo que sus tierras fueron puestas bajo interdicto papal. Mantuvo una guerra que duró dos años y conquistó Champaña en 1144. Se unió en el año 1147 a la fracasada segunda Cruzada, de la que fue uno de sus dos líderes militares (el otro era Conrado III de Alemania). Luis regresó a Francia dos años más tarde y en 1152 su matrimonio con Leonor fue anulado. En ese mismo año, ella se casó con Enrique de Anjou, el posterior rey de Inglaterra, Enrique II. Luis inició una guerra contra éste por la posesión de Aquitania, aunque renunció a todos los derechos sobre el ducado en 1154, año en que Enrique fue coronado rey de Inglaterra. Entre 1157 y 1180 Luis continuó sosteniendo enfrentamientos militares de forma esporádica con Enrique, que aún poseía muchas tierras francesas. Le sucedió su hijo Felipe II Augusto.
Felipe II Augusto (1165-1223), rey de Francia (1180-1223) y uno de los monarcas europeos más poderosos de la edad media.
Hijo del rey Luis VII, Felipe nació el 21 de agosto de 1165 en Gonesse, cerca de París. Fue corregente con su padre en el año 1179. Desde 1181 hasta 1186 combatió contra una coalición de nobles en Flandes, Borgoña y Champaña y, a costa de éstos, amplió el territorio del reino. En 1190, participó en la tercera Cruzada junto al emperador Federico I Barbarroja y al Duque de Aquitania, que en 1189 se convirtió en Ricardo I de Inglaterra. Al suscitarse divergencias entre éstos, Felipe regresó a Francia en el año 1191. Aliado con el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique VI, y con el hermano de Ricardo I, Juan Sin Tierra, (posterior rey de Inglaterra), ocupó los territorios que Ricardo I poseía en Francia. Al regreso de éste en 1194 se declaró la guerra entre ambos. En el momento de la muerte de Ricardo I, ocurrida en 1199, Felipe II se había visto obligado a entregar la mayor parte de los territorios que se había anexionado, pero continuó luchando contra Juan, soberano de Inglaterra desde el año 1199. Entre los años 1202 y 1205 Felipe duplicó su territorio al anexionar Normandía, Maine, Bretaña, Anjou, Turena y Poitou.
Una coalición formada por Juan Sin Tierra, el emperador Otón IV y la nobleza de Flandes hizo frente al poderío francés en 1214. El ejército de Felipe apoyado por Federico rey de Sicilia (y futuro emperador Federico II) infligió una derrota definitiva a esta coalición en la batalla de Bouvines, tras la cual Francia se convirtió en el reino hegemónico de Europa.
Felipe aumentó la autoridad real no sólo al extender sus dominios, sino también al reducir el poder de los señores feudales. Sustituyó los cargos nobiliarios en la corte por un consejo asesor formado por miembros de la clase media y las ciudades se beneficiaron de los privilegios concedidos con el fin de debilitar a la nobleza terrateniente. Esto, junto a la reorganización judicial, financiera y administrativa del gobierno, permitió a Francia prosperar económicamente. Felipe II fijó la capital del reino en París, pavimentó las calles y erigió muchos nuevos edificios en la ciudad.
Saladino I (1138-1193), sultán de Egipto (1171-1193) y de Siria (1174-1193), que reconquistó Jerusalén de manos de los cruzados.
Nacido en Takrit, en el actual Irak, Saladino, según se le conoce en Occidente, era de origen kurdo; su nombre árabe es Salah al-Din Yusuf. A los 14 años se unió a otros miembros de su familia (los ayubíes) al servicio del gobernante sirio Nur al-Din. Entre 1164 y 1169 destacó en tres expediciones enviadas por Nur al-Din para ayudar al decadente califato fatimí de Egipto frente los ataques de los cruzados cristianos establecidos en Palestina. En 1169 fue nombrado comandante en jefe del ejército sirio y visir de Egipto. Aunque nominalmente sujeto a la autoridad del califa fatimí de El Cairo, Saladino trató Egipto como base de poder ayubí, confiando sobre todo en su familia kurda y sus seguidores. Una vez revitalizada la economía de Egipto y reorganizada su fuerza terrestre y naval, Saladino repelió a los cruzados y dirigió la ofensiva contra ellos. En septiembre de 1171 suprimió al disidente régimen fatimí, reunificando Egipto bajo el califato ortodoxo abasí, pero su reticencia a cooperar con Nur al-Din frente a los cruzados le llevó al borde de la guerra con su antiguo señor.
Tras la muerte de Nur al-Din en 1174, Saladino expandió su poder a Siria y al norte de Mesopotamia, principalmente a expensas de sus rivales musulmanes. Después de la rendición de Damasco (1174), Alepo (1183) y Mosul (1186), numerosos ejércitos musulmanes, aliados bajo el mando de Saladino, estaban preparados para combatir a los cruzados. En 1187 invadió el reino latino de Jerusalén, derrotó a los cristianos en Hittin (Galilea) el 4 de julio, y capturó Jerusalén en octubre. En 1189 las naciones de Europa occidental lanzaron la tercera Cruzada para recuperar la ciudad santa.
A pesar de la implacabilidad militar y de los esfuerzos diplomáticos, el bloqueo terrestre y naval obligaron a la rendición del bastión palestino de Acre en 1191, aunque los cruzados fracasaron en la consecución de Jerusalén. En 1192 Saladino firmó un acuerdo de armisticio con el rey Ricardo I de Inglaterra que permitió a los cruzados reconstituir su reino a lo largo de la costa palestino-siria, aunque dejó Jerusalén en manos musulmanas. El 4 de marzo de 1193, Saladino murió en Damasco tras una breve enfermedad.
La historiografía musulmana ha inmortalizado a Saladino como parangón de virtud principesca. Fascinó a los escritores occidentales, novelistas incluidos.
ederico I Barbarroja (c. 1123-1190), emperador del Sacro Imperio (1152-1190), rey de Italia (1155-1190) y, con el nombre de Federico III, duque de Suabia (1147-1152, 1167-1168).
Enrique II (de Inglaterra) (1133-1189), rey de Inglaterra (1154-1189) y primer monarca de la Casa de Anjou o Plantagenet, fue un importante reformador de la administración y uno de los soberanos europeos más poderosos de su época.
Nació el 5 de marzo de 1133 en Le Mans, Francia. Obtuvo el título de duque de Normandía en 1151. Al año siguiente, tras la muerte de su padre, heredó los territorios franceses que pertenecían a los Angevinos (miembros de la casa de Anjou). Mediante su matrimonio en 1152 con Leonor de Aquitania, añadió a sus posesiones una serie de extensos territorios del suroeste de Francia. Reclamó el trono de Inglaterra en nombre de su madre Matilde. Ésta había sido designada sucesora de Enrique I, pero su primo Esteban de Blois le privó de su derecho sucesorio y se proclamó rey. En el año 1153 Enrique II derrotó al ejército de Esteban en Inglaterra y obligó a éste a elegirle como su sucesor. A la muerte de Esteban, acaecida al año siguiente, Enrique se convirtió en rey. Durante los primeros años de su reinado puso fin al caos producido durante el reinado de Esteban; recuperó los condados del norte de Inglaterra que habían sido entregados a Escocia y conquistó el norte de Gales. En 1171-1172 inició la conquista normanda de Irlanda, y en 1174 obligó al rey de Escocia Guillermo el León a que le reconociese como su señor.
En 1164 Enrique II se vio envuelto en una disputa con Tomás Becket, al que había nombrado arzobispo de Canterbury. En las denominadas Constituciones de Clarendon, el rey decretó que los sacerdotes acusados de crímenes deberían ser juzgados por tribunales reales; Becket mantenía que este tipo de casos deberían estar sujetos a los tribunales eclesiásticos. La controversia subsiguiente finalizó en el año 1170, cuando Becket fue asesinado por cuatro nobles de Enrique. La gran indignación que produjo esta muerte forzó al rey a retirar su decreto y declarar mártir a Becket.
Aunque no logró someter la Iglesia a sus tribunales, las reformas judiciales de Enrique II fueron de duradera importancia. Estableció en Inglaterra un sistema judicial centralizado y accesible a todos los hombres libres. La justicia era administrada por jueces que viajaban por el país con intervalos regulares. También inició el proceso de sustitución de los viejos juicios por ordalía (juicio de Dios), por el procedimiento moderno de corte judicial.
Desde el inicio de su reinado, Enrique estuvo envuelto en conflictos con el rey de Francia Luis VII y más tarde con su sucesor Felipe II Augusto, a causa de las provincias francesas que Enrique reclamaba. En el año 1173 los hijos de Enrique, apoyados por Felipe II Augusto y Leonor de Aquitania, encabezaron una serie de revueltas contra su padre que se prolongaron hasta la muerte de éste, acaecida en Chinon (Francia) el 6 de julio de 1189. Enrique fue sucedido por su hijo Ricardo I, llamado Ricardo Corazón de León.
Ricardo I Corazón de León (1157-1199), rey de Inglaterra (1189-1199), tercer hijo del rey Enrique II y de Leonor de Aquitania, nació en Oxford. Todavía era un niño cuando fue prometido en matrimonio a la hija del rey de Francia Luis VII. En el año 1172 recibió, como herencia de su madre, el ducado de Aquitania en Francia. Dedicó sus primeros años a combatir contra su padre, con el fin de proteger sus propios intereses; en esta contienda se reveló como un brillante militar. Se convirtió en rey de Inglaterra en 1189 y poco después partió con la tercera Cruzada hacia Tierra Santa. Le acompañó el joven monarca francés Felipe II Augusto, hijo de Luis VII, y el emperador Federico I Barbarroja, que falleció durante la expedición. Esta Cruzada resultó un fracaso casi desde su inicio, debido principalmente a la falta de armonía entre los dos soberanos. En Sicilia, Ricardo discutió con Felipe y se negó a casarse, tal como estaba previsto, con la hermana de éste. En vez de ello contrajo matrimonio con Berenguela de Navarra en Chipre, isla que había conquistado en 1191. En ese mismo año, tras capturar San Juan de Acre a los sarracenos, Ricardo ejecutó a 2.700 prisioneros de guerra musulmanes. Sin embargo, fue el valor personal de Ricardo exhibido en Tierra Santa, más que su crueldad, lo que convirtió su nombre en una leyenda. Las discusiones sobre la política a seguir en Tierra Santa originaron la ruptura entre los dos reyes, y Felipe regresó a Francia. Ricardo mantuvo durante meses una pugna irresoluta con Saladino, sultán de Egipto y Siria, antes de establecer una tregua por la cual Jerusalén quedaba en manos de éste. Capturado, camino de Inglaterra por Leopoldo V, duque de Austria, Ricardo fue entregado al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Enrique IV. Fue liberado en 1194 tras pagar un elevado rescate. Regresó a Inglaterra y sometió a su hermano Juan Sin Tierra (posterior rey de Inglaterra) que durante su ausencia había estado conspirando con Felipe para usurpar el trono inglés. Tras dejar el gobierno de Inglaterra en las manos del capaz Hubert Walter, arzobispo de Canterbury, Ricardo marchó a Francia en el año 1194 para combatir contra el monarca francés. Las campañas militares en defensa de sus posesiones en el continente se prolongaron durante cinco años. Victorioso en la mayoría de las batallas en que participó, recibió una herida mortal de flecha durante una escaramuza insignificante en 1199.
Como rey, Ricardo escogió ministros competentes a los que confió la mayor parte de los asuntos de gobierno. Sin embargo, Inglaterra sufrió bajo su reinado elevados impuestos, establecidos para financiar sus expediciones. En ocasiones cruel, en ocasiones magnánimo, y siempre valeroso, estaba versado en los ideales caballerescos de su tiempo; también fue poeta. Se convirtió en el héroe de muchos relatos legendarios.
Inocencio III (c. 1160-1216), papa (1198-1216) considerado como el más efectivo y competente de la edad media.
Lotario de Conti di Segni nació en el castillo de Gravignano en el seno de una antigua familia de la nobleza italiana bien relacionada con el poder. Estudió teología en la Universidad de París y derecho canónico en la Universidad de Bolonia, con lo que recibió la mejor educación posible de la época. A los 37 años, cuando aún no había ejercido como sacerdote, fue elegido Papa por unanimidad por el colegio de cardenales el día de la muerte de su predecesor Celestino III (1198). Su pontificado cumplió con las expectativas que sus electores habían depositado en él.
Honorio III (fallecido en 1227), papa (1216-1227), considerado uno de los más destacados administradores pontificios de la edad media.
Censio Savelli nació en Roma. Desempeñó el cargo de tesorero papal hasta que, en 1201, fue nombrado cardenal por el papa Inocencio III. Las decisiones adoptadas por el IV Concilio de Letrán (1215) marcaron las que serían principales políticas de su pontificado. Por lo que se refiere a sus actuaciones en el orden interno de la Iglesia católica, aprobó y confirmó las órdenes religiosas de los predicadores (dominicos), franciscanos y carmelitas. Su Compilatio quinta, que reúne todos sus decretos, está considerada el primer libro oficial de la ley canónica.
En cuanto a su política exterior, en 1218 organizó una cruzada contra los musulmanes de la península Ibérica. Durante la minoría de edad de Enrique III gobernó virtualmente Inglaterra, amenazando con excomulgar a todos los barones que apoyaran las pretensiones a la corona inglesa del príncipe francés Luis, más tarde rey de Francia con el nombre de Luis VIII. En 1220 coronó emperador (con el nombre de Federico II) a Federico I de Sicilia, de quien había sido preceptor, bajo la condición de que organizara una nueva cruzada. Sin embargo, el Emperador no cumplió tal compromiso e invadió la provincia pontificia de Spoleto. Honorio III falleció en 1227 y fue sucedido como sumo pontífice por Gregorio IX.
Luis IX el Santo, llamado San Luis (1214-1270), rey de Francia (1226-1270), hijo y sucesor de Luis VIII el León. Su madre, Blanca de Castilla, hija del rey de Castilla, Alfonso VIII, actuó como regente durante su minoría de edad y desde 1248 hasta la muerte de ella, ocurrida en el año 1252. Durante sus últimos años de vida estuvo en Tierra Santa, participando en la séptima Cruzada. Tras la derrota de su ejército, fue hecho prisionero en Egipto en el año 1250, y liberado tras el pago de un fuerte rescate. Permaneció en Palestina durante cuatro años, antes de regresar a Francia. En 1258 firmó el Tratado de Corbeil con Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, en el que renunciaba a los derechos que podría tener sobre muchos condados catalanes como sucesor legítimo de los reyes Carolingios. En contrapartida, Jaime I de Aragón renunció a todos sus derechos sobre diversos territorios de la Provenza y del Languedoc. También rubricó el Tratado de París (1259), mediante el cual Enrique III de Inglaterra mantuvo sus posesiones en el suroeste de Francia y, a cambio, Luis recibió las provincias de Anjou, Normandía, Poitou, Maine y Turena. Se embarcó en el año 1270 en otra nueva Cruzada pero falleció camino de Tierra Santa, en Túnez, víctima de la peste. Le sucedió su hijo Felipe III. Luis fue canonizado en 1297. Su festividad se celebra el 25 de agosto.
Cronología
1078 | Los turcos se apoderan de Jerusalén |
1095 nov. | Concilio de Cermont |
1096 | Primera cruzada |
1096 | Parte el primer ejercito de Hugo de Vermavides |
1097 abr. | Llegada del 2° ejercito de a Constantinopla |
1097 jun. 19 | Nicea cayo al poder de las cruzadas |
1097 jul. | Los turcos atacan en Donilea a los cruzados |
1097 oct. 20 | Llegada de los cruzados a Antioquía |
1098 jun. 03 | Exterminio de los musulmanes de Antioquia |
1098 | Batalla de los cristianos contra el gral. Turco karbuga Mosul |
1099 | Fin de la primera cruzada |
1100 | Baldino de Buillon fue proclamado rey |
1144 | Los turcos capturan Edesa |
1145 | Se convoca la segunda Cruzada por el papa |
1147 | Segunda cruzada |
1147 mar | Franceses llegan a Antioquía |
1148 jul. 20 | La empresa fracaso, Antioquia inconquistable |
1149 | fin de la segunda cruzada |
1187 oct. | Saladino se apodera de Jerusalén |
1189 | Comienzo tercera cruzada |
1191 | Airsuf, Ricardo derroto las fuerzas musulmanas |
1192 | Ricardo I corazón de león se apodera de Daron |
1198 | Inocencio III alerta a la cristiandad para otra expedición |
1202 | Comienza la cuarta cruzada |
1204 | Fin cuarta cruzada |
1212 | Cruzada de los niños hacia tierra santa |
1215 | Honorio III con el Consilio de Letran, logra adhesión para un nuevo movimiento |
1217 | Comienza la quinta cruzada |
1218 may. | Tropas del emperador Federico emprenden camino a Egipto |
1218 Ago. | Ataque a Damieta |
1218 sep. | Se incrementan las tropas de Federico II con las papales |
1219 feb. | Los musulmanes negocian la entrega de Jerusalén para los cristianos |
1219 nov. | Cae Damieta |
1221 jul. | El cardenal ordena una ofensiva contra El Cairo |
1221 | Se entabla una tregua de ocho años por el cardenal |
1221 | Ultima cruzada en que el papado envía sus propias tropas |
1228 | Se da inicio a la sexta cruzada |
1229 | Federico II negocia con los musulmanes tregua de diez años |
1229 | Termino de la sexta cruzada |
1230 | Federico II se reconcilia con el papa (por excomulgación anterior) |
1248 | Se inicia la Séptima cruzada |
1254 | Finaliza la Séptima cruzada |
1265 | Se da inicio a otra serie de cruzadas |
1265 | Los egipcios se toman Cesárea, Eifa y Airsuf |
1266 | Los egipcios ocupan Galilea y parte de Amenid |
1268 | Conquista de Antioquía (Egipcios) |
1270 | Se inicia la Octava cruzada (Rey Luis IX) |
1289 | Trípoli cae en manos musulmanas |
1291 | Acre cae en manos musulmanas |
1312 | Los templarios fueron suprimidos por las fuerzas del Islam |
1365 | Rey Pedro I, tomó Alejandría |
1396 | Cruzada menor contra Nicópolis |
1444 | Cruzada menos contra Varva |
Muerte de San Luis | Con este episodio se da término a la octava cruzada. |
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Ordenes de caballería
Código de comportamiento practicado en la edad media por el caballero o soldado a caballo. De variados orígenes, se forjó en el siglo XII, floreció en el XIII, declinó en los siglos XIV y XV y se transformó en el XVI en el ideal renacentista de la caballerosidad.
Orígenes
Los guerreros germanos que recorrieron Europa al principio de la edad media (siglo V), luchaban a pie, pero en el periodo abarcado entre los años 700 y 1000 se crearon fuerzas de caballería para oponerse a las invasiones de los musulmanes, vikingos y magiares. En el siglo XI, la nobleza de las tierras comprendidas entre el Loira y el Rin adoptó de forma generalizada un entrenamiento específico que dependía de las tácticas militares para ejercer la lucha a caballo, al igual que asumieron el feudo y el vasallaje propios del feudalismo. De este modo, en el siglo XII, el término francés chevalier (`jinete') adquirió una connotación honrosa y la palabra inglesa knight (derivada del vocablo anglosajón cnight, que significaba `sirviente') vino a tener el mismo sentido. El carácter y los ideales de la caballería adquirieron una mística tal que combinaba las cualidades aristocráticas, las virtudes cristianas y el amor cortés femenino. El caballero ideal debía ser un hombre valeroso, leal y generoso, como los héroes de la poesía épica. A los ojos de la Iglesia, debía poner su espada al servicio de la pobreza y de la necesidad y, especialmente, al servicio de las Cruzadas dirigidas a Tierra Santa. Del sur de Francia procedió la idea de que un caballero debía servir a una dama (a veces prometida o casada con otro) a la cual él amaría apasionadamente, aunque sin esperanzas. Los romances franceses y las canciones de gesta cantadas por los trovadores reflejan esta ética caballeresca.
Nombramiento de un Caballero
La caballería se desarrolló y tuvo sus manifestaciones más destacadas en el siglo XIII, difundiéndose a lo largo y ancho de Europa y de Tierra Santa, e influyendo en la literatura popular. Como cualquier otra profesión, la de caballero se aprendía mediante la instrucción desde muy corta edad. A los siete años, un niño era enviado a vivir a la residencia de un caballero; allí servía como paje aproximadamente hasta su pubertad, momento en el que se convertía en escudero y servía a su señor en el campo, al tiempo que aprendía la destreza militar. En el siglo XII, se convertía en caballero cuando su maestría en las armas era reconocida por otro caballero, el cual le daba un fuerte golpe con su puño o con el plano de la hoja de una espada y le llamaba `señor caballero'. En el siglo XIII, se otorgaba la dignidad de caballería con un ritual más complejo. La Iglesia pedía al escudero que consagrara su armadura en el altar, que pasara la noche previa en vela orando y en ayuno, y que tomara un baño ritual antes de vestirse. Tenía entonces que presentarse para ser armado caballero (investido con el derecho para portar armas) por otro de rango elevado, tras lo cual, a veces, tenía lugar un torneo y una fiesta.
Los torneos, que en el siglo XII habían constituido imitaciones de batallas con gran derramamiento de sangre, en el siglo XIII pasaron a ser justas cuidadosamente arregladas, a veces incluso con armas embotadas, que se celebraban ante una audiencia de damas cuyos favores buscaban los campeones. Puesto que el nuevo caballero tenía no sólo que comprar su propia armadura y caballo, sino también pagar esta cara ceremonia, cada vez menos de ellos deseaban hacerla. Las fuerzas de caballería estuvieron durante mucho tiempo constituidas por militares profesionales que no eran caballeros, y los propietarios de tierras quedaban satisfechos portando armas en calidad de escuderos.
Ideales caballerescos
A finales de la edad media, la caballería llegó a ser incluso más aristocrática y exclusiva. Durante el siglo XIV se crearon órdenes de caballero, como la Orden de la Jarretera, en Inglaterra, y la Orden del Toisón de Oro, en Flandes. El título de caballero, como los de barón, conde y duque, se convirtió en una dignidad hereditaria y cada vez fueron más escasos los que tuvieron derecho a reclamarla. Puesto que aquellos pocos eran hombres poderosos y relevantes, las ideas e ideales de la caballería continuaron teniendo un fuerte atractivo. La nueva vida, escrita hacia 1293 por Dante Alighieri, muestra cómo las ideas del amor cortesano pasaron a ser posesión de la burguesía patricia de Florencia, en Italia. El cortesano, obra de 1528 cuyo autor fue Baldassare Castiglione, revela la adopción de muchas de las ideas caballerescas por parte de los caballeros renacentistas. La traducción inglesa del Libre de l'orde de cavalleria de Ramón Llull (que data de 1275) indica su popularidad a fines del siglo XV.
En el siglo XVII, cuando el escritor español Miguel de Cervantes ironizó sobre los caballeros andantes en su novela de caballerías Don Quijote (1605, 1615), la propia caballería estaba ya en decadencia. Revivió brevemente en el siglo XIX con el romanticismo, especialmente a través de las obras del escocés Walter Scott y del francés Alexandre Dumas padre.
Repercusiones de las Cruzadas
Fracaso del objeto primordial de las cruzadas El fin primordial de las Cruzadas era, como ya se ha explicado, la defensa de la cristiandad y la posesión de los santos lugares, cosa que solo se consiguió de un modo efímero, perdiéndose después lo conseguido. De haberse logrado en firme dicha posición se hubieran cristianizado el Asia Occidental y el Africa norteña, entrando sus moradores en el concierto de la civilización occidental., en cuanto al poder y prestigio de los papas quedo disminuido en el transcurso de las cruzadas; el clero, que contribuyó con los gastos a partir de la segunda de ellas (pues todos abundaban en la opinión de quedaos los fines de aquella, era la iglesia quien debía pagarlas) hubo de satisfacer más dinero de el que importaban muchas de sus propiedades. La iglesia recibió numerosos legados de tierras hechos por muchos cruzados y dotaciones en dinero de los que redimían de este modo su prestación personal en las campañas, pero no logró someter a la estricta obediencia de los príncipes cristianos, que se comportaron durante las expediciones al dictado de sus intereses políticos, cuando no de sus ambiciones personales. Sin embargo, en otros aspectos, fue beneficiado y trascendente el resultado de las cruzadas.
Repercusiones políticas.
Uno de los grandes efectos políticos de las cruzadas fue la detención del avance de los turcos, llevando el teatro de la guerra a sus propios territorios. De no haberse librado en aquellos lugares la contienda, los embravecidos mahometistas, arrollando la débil resistencia que hubiera podido oponerles el decadente imperio bizantino, habrían invadido Europa y la lucha se hubiera desarrollado en las márgenes del Danubio o quizás en otros territorios más occidentales. Puede afirmarse categóricamente, que las cruzadas prolongaron, aunque precariamente, la vida del imperio de oriente, retardando la catástrofe final en las centurias. Por otra parte, el poder de los monarcas quedó acrecentado porque muchos de ellos adquirieron, por compra o herencia muchos feudos de los señores que iban a las cruzadas; también acreció el poder de las ciudades, porque los préstamos de dinero echas a los señores para los gastos de expedición los hicieron n a cambio de franquicias y privilegios. La distancia moral que separaba a los monarcas de sus vasallos se amenguó considerablemente, debido a que la comunidad de insignias y de beneficios espirituales, los igualaba, y los comunes peligros y calamidades corridos en las guerras les hacían sentir la necesidad de solidarizarse.
Conocimiento y estimación mutua de los pueblos
Otro efecto de las cruzadas fue estrechar las relacione entre los distintos pueblos, acercándolos y hermanándolos unos con otros, porque en varias ocasiones y por tiempo prolongado tuvieron que estar unidos bajo las banderas de sus soberanos o los pendones de sus nobles, propugnando todos por un fin común. La forzosa disminución de las guerras, tanto entre reyes como entre señores(pues durante las cruzadas y a causa de l tregua de Dios estaba prohibido emplear las armas por otras causas que no fueran la guerra santa, bajo pena de excomunión)hizo aumentar la cordialidad entre las naciones.
Repercusiones de las cruzadas en el feudalismo
El poder de la aristocracia quedó mermado en muchos lugares por consecuencia de las cruzadas. Muchos señores feudales murieron en la contienda o abandonaron sus feudos por haber hecho adquisiciones más lucrativas en los países conquistados. Otros feudos quedaron tan recargados de obligaciones en sus propiedades, que sus dueños se vieron obligados ha enajenarlas}, siendo adquiridas por miembros de una nueva clase que había empezado a surgir, enriquecida por el comercio.
Una nueva aristocracia de la riqueza, ganaba por pacíficas actividades y por espíritu de empresas comerciales iba gradualmente ocupando un puesto en la sociedad. Las rapiñas, las injusta gabelas, los abusos, iban dejando de ser los únicos procedimientos para allegar riquezas. Los vasallos, por otra parte, se habían dado cuenta de su personalidad; ya contaban como clase ante los reyes. El feudalismo se resquebrajaba al debilitarse sus bases de nación como unidad política y empezaba a tomar cuerpo. Y como sucede con los grandes movimientos, las cruzadas, no pudieron conseguir los fines primordiales que los motivaron, lograron, sin proponércerselo, una conquista social en el surgimiento de la Clase Media.
Repercusiones económicas y comerciales
Las repúblicas comerciales de Italia recibieron grandes beneficios de las cruzadas. Las numerosas tropas que marcharon a Palestina total o parcialmente por mar, fueron transportadas en buques de aquellos estados marítimos, los cuales hicieron también pingüe negocio suministrando vituollas y pertrechos de guerra. Las relacione smercantílñes que ante se limitaban a las regiones central y occidental de las costas del mediterraneo, adquirien gran desarrollo en extension e intensidad. La naves , en viaje de retorno, venían cargadas con productos del oriente , desconocidos o desusados en Europa; los mercados comerciales se establecieron en muchos puntos de las costas orientales del mediterráneo y nuevas arte y manufacturas se implantaron o mejoraron, asimilando los adelantos introducidos en ella por los árabes, productos exóticos en Europa, pero conocidos en el Oriente, se generalizaron en su consumo y cultivos propios de aquellas regiones, tales como el moral, el añil, la caña de azúcar y el maíz, se aclimataron en los países occidentales.
Repercusiones en la cultura y otros aspectos
Lo primero que sorprendió a los guerreros cruzados fue la superior cultura de muchos aquellos pueblos a quienes iban a combatir en la creencia de que eran poco menos que unos salvajes. Los árabes estaban muy adelantados en medicina, en la cirugía, en la química, y en las matemáticas. Los cruzados con su estancia en aquellos países y su roce con gentes ilustradas fueron perdiendo su primitiva tosquedad y, poco a poco, asimilando conocimiento que fueron transmitiendo a Europa; así, el período de las cruzadas introdujo en los países de occidente el uso de los guarismos arábigos; se emplearon nuevos procedimientos de curación y se divulgó el conocimiento de muchas plantas y sustancias medicinales que ante eran desconocidas en los países europeos. Se intensificaron en filosofía por el conocimiento de Aristóteles y de sus comentadores griegos y árabes. Se ampliaron los conocimientos geográficos por el más perfecto conocimiento de los países que visitaron los cruzados. Perfeccionaron estudios históricos y la literatura adquirió mayor extensión con las narraciones de hazañas de los guerreros y la introducción de temas nuevos y nuevos argumentos; las noveles caballerescas tuvieron su inicio en las fábulas y mitos que de aquellos hechos se derivaron.
Pero el éxito mayor en el orden ,moral que consiguieron las cruzadas fue la mutua tolerancia entre gentes de ideas diveras, que conociendose y tratándose aprendieron a vivir armoniosamente, desapareciendo mutuas adversiones fundadas únicamente en fanáticos prejuicios que solo estaban fundados en la ignorancia y el recíproco desconocimiento. También se trajo a Europa nuevos conocimientos industraiales y de artesanía. Entre otros adelantos puede citarse la introducción de los molinos de viento usados en Asia menos e insytalados en normandía en el año 1105. Y entre los productos importados con gran éxito figuró la seda y el azúcar que adquirían los mercaderes en grecia y en egipto.
Repercusión de las cruzadas en la caballería
La institución de la caballería se robusteció durante las cruzadas viniendo a ser en este tiempo de caracte tanto religioso como militar; el rescate de la tierra santa fue el ideal que acariciaron muchos caballeros, y todo el que se cruzaba de tal, se consideraba comprometido en aquella causa. La defensa de la fé cristiana contra los infieles era su primario y permanente deber. Un ccaballero, cuando estaba presente en la misa presentaba la punta de su espada mientras se leía el evangelio para significar que estaba dispuesto a defenderlo. En el ceremonial todo estaba ideado, para identificar al neófito, en su nueva condición de caballero con la defensa de la religión.
Conclusion
A mi criterio el esfuerzo y los objetivos de los cruzados era bueno en algunos aspectos pero con grandes falencias en otros. Considerando válido o bueno por un lado, debido a que querían recuperar tierra santa y malo porque ya sabían las consecuencias de lo que pasaría, siendo la causa primordial de estas expediciones, la aparición en oriente de un pueblo musulmán que se había apoderado de Jerusalén. Los musulmanes estaban en la llamada tierra santa, no habían puesto obstáculos a las peregrinaciones católicas, después de un tiempo las relaciones empezaron a deteriorarse, debido a humillaciones, persecuciones y torturas. Cuando empezaron a ocurrir estos hechos, el acceso a tierra santa se vio obstaculizado por parte de los musulmanes, y de esta forma los cristianos se vieron envueltos en una especie de “impotencia” al no poder aproximarse a un lugar considerado sagrado. Analizando esta causa se puede llegar a concluir, que parte de esta lucha cruzada pudo haber sido la frustración de no poder dar culto a sus creencias.
Para ser realistas, los cruzados mas bien formaran bandas armadas que ejércitos organizados, seguidos por mercaderes y numerosas enfermedades.
Los papas, a mi parecer, iban contra sus principios, por ejemplo el papa urbano II, en la primera cruzada, invito a tomar a los cristianos lo que se había perdido en Jerusalén pero lo peor de los papas era que usaban para justificar sus actos, como en concilio de Clermont al grito de “ Dios lo quiere” y ostentando una cruz.
A continuación cuatro ejércitos formados por los emperadores y el papa apoyaron esta futura “masacre” en nombre de Dios.
Por otra parte, vino una segunda cruzada, el papa Eugenio III le dio a San Bernardo de Claraval “la predicación de una nueva cruzada”, lo que trajo solo como consecuencia que fueran vencidos por los turcos en Damasco, lugar que tenían puesta sus esperanzas. Después de este echo comenzaron una serie de nuevas cruzadas con objetivos similares en las cuales los papas eran los organizadores de estos movimientos armados, y los emperadores los apoyaban en parte más por negocio que por causa religiosa.
En Europa surgieron nuevos movimientos catastróficos, como por ejemplo, la cruzada de los niños, que emprendieron camino a tierra santa para ser asesinados, ahogados en el mar o vendidos como esclavos.
En la sexta cruzada, por lo menos el emperador Federico II, en vez de combatir con los musulmanes, negocio con los musulmanes, para que los peregrinos cristianos tuvieran libertad de ir a Jerusalén, esto ya es un importante avance para considerarse.
Años después se desarrollaron cruzadas como la séptima y la octava que tuvieron poco eco en el continente europeo y como los cristianos quedaban a merced de su propia destino se dieron treguas y poco a poco fueron desapareciendo los estados cristianos orientales.
Las ordenes militares también abandonaron Palestina y con ellas desaparecieron las únicas fuerzas organizadas que contenía al Islam. Luego se organizaron dos cruzadas nuevas pero menores una contra Nicópolis y otra contra Varna. Finalmente los turcos no tenían obstáculos para suprimir la sombra en que se había convertido el imperio Bizantino, a mediados del Siglo XV.
Las consecuencias y los efectos fueron favorables y perjudiciales, pero al estudiar estas etapas de la historia medieval hacen comprender de alguna u otra forma el poder de la iglesia católica y las barbaridades que podían llegar a hacer que pudieron perfectamente ser evitadas con un sentido conciliador y negociador con los musulmanes.
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