Lenguaje, Gramática y Filologías
Cruzada en jeans; Thea Beckman
SALTO EN EL TIEMPO
Rudolf Hefting, hijo del doctor Hefting cierto día visitó el laboratorio de dos científicos amigos de su padre: doctor Simiak y doctor Frederics.
Ellos le mostraron sus experimentos, uno de ellos era el transmisor de materia.
Servía para poder ir al pasado, hasta ahora sólo habían probado con animales pues con personas podía ser peligroso. El ser enviado al pasado debía estar allí unas horas hasta que la máquina se repusiera y enfriara pues suponía un gasto de mucha energía.
Dolf, que era como llamaban a Rudolf, quería irse al pasado, exactamente al 14 de junio de 1212 a Montgivray en Francia, quería ver el torneo que organizó el duque de Dampierre.
Los doctores al principio lo negaron, pero con un poco de insistencia, al final le dejaron. Le dijeron que iba a estar allí cuatro horas, y que si para las cinco de la tarde no estaba en el momento donde había llegado y a la hora acordada se tendría que quedar allí para el resto de su vida. Dolf se metió en esa especie de cabina telefónica muy convencido y empezó a contar para evitar pensar en nada.
De repente le dolía todo el cuerpo y se vio envuelto en una neblina. Ya había llegado.
PERDIDO
Llegó a un camino marcado por profundas rodadas, a los lados se extendían laderas cubiertas de árboles. Él se encontraba sobre una lisa piedra. Como a las cinco debía estar allí, para no despistarse, se fijó en el paisaje que le rodeaba, y con uno de lo rotuladores que un doctor le había dado hizo dos círculos en la piedra.
A lo lejos vio un pueblo, pensó que sería Montgivray. Había llegado a la Edad Media, lo pudo comprobar cuando oyó los cascos de caballos, gritos y un alboroto general. Se acercó a ver lo que sucedía, unos hombres estaban atacando a un chaval, él se arrimó e hirió con su cuchillo a uno de los ladrones. El chaval se lo agradeció mucho, pero Dolf se sentía mal, pues había acabado con la vida de una persona.
Se presentaron. Se llamaba Leonardo Fibonacci, de Pisa. El otro le dijo que era Rudolf Hefting, de Ámsterdam.
Al principio no se entendían muy bien, pero luego si que se entendían. Leonardo le aclaró que el pueblo que había visto a lo lejos no era el que él pensaba, sino que era Espira, a orillas del Rin. Dolf le enseñó los números orientales.
Se dio cuenta de que se tenía que marchar y lo único que había hecho era estar con Leonardo. Dolf le regaló uno de los rotuladores y el chaval le dio un medallón con la efigie de la Virgen María.
Cuando iba hacia donde la piedra se vio sorprendido por un gran número de niños, que le impedían pasar hacia el lado de la piedra, era necesario cruzar porque el tiempo iba a llegar. Por fin consiguió llegar, pero en la piedra también se encontraba uno de los niños haciendo la gracia. No podía echarle, espero unos minutos después de las cinco pero nada pasó, él seguía en la piedra. El niño que antes estaba junto a él era el que había regresado a su lugar de origen.
Dolf había perdido su oportunidad de volver a casa. Tuvo un momento de sock, pero luego parece que se calmo.
Ahora lo que le preocupaba era todos esos niños. No sabía a donde iban, quienes eran…pero lo que sí que veía era que estaban todos muy delgados y desamparados.
Leonardo le explicó que era la Cruzada de los niños. A Dolf le parecía absurdo, no lo podía creer. Esos niños solos, sin nadie que les cuidara, que les vigilara… Vio a una niña pequeña morir, todo eso era muy duro.
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3. TORMENTA
La población de Espira se reunió. Algunas mujeres querían abrir la puerta de la ciudad para darles de comer a los niños, pero por otra parte pensaron que estarían muertos de hambre y se comerían todo lo que se encontraran por su paso, por lo tanto decidieron no dejarles entrar, aunque algunos se subieron a las murallas y arrojaron pan a los niños quienes se peleaban por cogerlo.
La Cruzada de los niños estaba de cierto modo dirigida por Nicolás, un muchacho santo, el elegido por Dios. Ellos creían que Dios les perdonaría los pecados puesto que iban a liberar a Jerusalén tras llegar a Tierra Santa.
Todo el grupo montó un campamento junto al río, muchos de los niños se bañaron y al no saber nadar tuvo que tirarse Dolf en su busca.
Al final tras haber hecho sus hogueras se acostaron, a él le costó un poco dormirse porque estaba agobiado por lo de que nunca podría volver, pero se durmió.
En la oscuridad de la noche estalló una terrible tormenta. Una niña se acercó asustada y Dolf le arropó.
La ciudad estaba en llamas, el campanario de la iglesia era de madera y ardía, los habitantes no daban a vasto apagando el fuego. Al final la lluvia acabó con él.
En el campamento una niña se le acercó porque tenía miedo, se llamaba María, tenía unos diez años, era delgada y de ojos grises.
Al final las personas del pueblo decidieron darle comida a los niños, ellos muy hambrientos agradecieron la comida.
Los niños comenzaron a deshacer sus campamentos para continuar con el viaje, Dolf deicidió seguir con ellos aunque mucho esfuerzo le costaba para poder ayudarles.
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4. EL REY DE JERUSALÉN
El ejército de los niños avanzó por la rivera del Rin. Alguno de los niños más enfermos iban montados en el buey.
Dolf sólo conocía a María. Al mediodía, a eso de las doce y veinte todo se pararon. Empezaron a sonar las campanas y todos se arrodillaron para rezar, él también lo hizo para no parecer un extraño, pensó que sería la hora de descansar, y así era, acamparon sobre la hierba. Dolf pensó que debería hacerle una serie de preguntas a María sobre la Cruzada.
El grupo de niños había salido de Colonia diez días antes de Pentecostés, se pusieron en marcha porque Nicolás lo había dicho al oír la voz de los ángeles de Dios que le revelaron la voluntad divina. María no se arrepentía para nada de haberse unido a la Cruzada, era una niña huérfana. Según decía, Dios le había dicho a Nicolás que lo que quería era que se reunieran todos los niños posibles para que él les guiara hasta Tierra Santa. Creían que al llegar, Nicolás les extendería sus manos y el océano se dividirá para poder llegar sin ahogarse ni mojarse. Una vez allí serían para siempre felices y no volverían a pasar ni hambre ni frío.
También había entre ellos dos frailes, Dom Anselmus y Dom Augustus, quienes llegaron a Colonia con Nicolás y les dijeron que era el mensajero de Dios.
Dejaron de hablar de ese tema, porque al fin y al cabo estaban en la Edad Media, y no tenían los mismos pensamientos. Siguieron caminando, muchos de los niños llevaban a otros a sus espaldas, Dolf, Leonardo y María eran algunos de ellos.
Al fin acamparon. Muchos de los niños se durmieron enseguida, otros estaban enfermos, con sus pies llenos de heridas, hemorragias, fiebre. La mayoría de ellos cantaban alegres y bromeaban.
Dolf, Leonardo, María y otros cuatro chavales Frank, Meter, Hans y Bertho se tomaron una sopa.
Dolf estaba un poco cansado y decidió ir a hablar con ese tal Nicolás. Fue hacia donde él se encontraba junto a un remolque y una tienda de campaña. Ahora entendía porque acampaban en cualquier lugar, era porque Nicolás y los frailes estaban resguardados y siempre tenían comida. Dolf les propuso cambiar un poco las cosas para que los niños y todos ellos se encontrasen mejor. Al principio no les pareció buena idea pero luego con bastante apoyo de Carolus y de uno de los frailes les convencieron algo más. Empezaron a decir que debían de formar equipos, cada uno tendría que ocuparse de una actividad: los más mayores se ocuparían de mantener en seguridad a los más pequeños, otros se encargarían de la comida, pescadores y cazadores, otros de mantener el orden en el campamento, de cocinar, de recoger leña, de montar guardia etc. También deberían de cambiar el orden de marchas, los más fuertes se colocarían al principio para enfrentarse a cualquier cosa, a continuación irían los más pequeños y convalecientes acompañados de otros que se encuentren en buen estado y al final se colocarían de vigilar a los niños para que no se quedara ninguno por detrás y murieran en el camino.
Casi todos pensaban que su plan era perfecto.
Para llegar hasta Jerusalén tenían que llegar a Génova a través de los Alpes. El problema de ahora era que no se ponían de acuerdo por donde deberían pasar para estar más seguros y no pasar frío ni hambre.
Hilda de Manburgo era una niña de doce años, esbelta guapa y con largas y rubias trenzas, era hija del conde Ludwig. A Carolus parecía gustarle y soñaba con que se casaría con ella y vivirían juntos. Carolus era como el rey de la Cruzada que pasó a ser el primer escudero de Dolf.
Leonardo y Dolf dudaban de que los frailes fueran verdaderos, pensaban que eran unos impostores. Era un poco extraño que se hubiesen dejado convencer tan rápido.
Leo le recordó a Dolf que tenía que tener cuidado con ellos.
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5. REFRIEGA CON UN JABALÍ
A la mañana siguiente el ejército de los niños avanzó de una manera más ordenada:
Peter pescador
Carolus jefe cazadores hans y bertho sus ayudantes
María que no tenía una habilidad concreta de hizo amiga de una tal Frieda que sabía mucho de hierbas comestibles.
La preocupación de Dolf ahora era la de los niños que tenía heridas en sus pies, pero para ello fabricaron con pieles de animales zapatos para los que peor tenían los pies.
Dolf se encargó de fabricar una especie de paraguas que sirvieron para evitar que los niños se mojaran, vieron unas ovejas, en vez de mataras el primer día como Nicolás quería, decidieron esperar a que fueran lo único por lo que no morirían de hambre o frío.
La jornada de camino acababa a las cuatro, cosa con las que no estaban de acuerdo ninguno de los frailes, a esa hora acampaban, hacían sus tareas y se acostaban.
Pronto llegaron a Estrasburgo donde les acogieron a los niños más enfermos y les dejaron descansar.
Dom Augustus siempre era calmado y comprensivo con los niños a diferencia de Dom Anselmus.
Cruzaron el Rin y fueron a través del valle del Kinzig y luego por el Dnubio para llegar hasta el lago Constanza. También atravesaron la Selva Negra.
Los jabalíes eran los animales más peligrosos, un día Bertho tuvo que ser atendido al tener una grave herida.
Carolus lloraba cerca de Bertho pues fue él quien se interpuso entre Carolus y el jabalí.
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6. EL MILAGRO DEL PAN
Por fin llegaron a Rottweil, ciudad situada a orillas del Neckar. Las puertas de sus murallas se cerraron al instante, parecía que en ese pueblo no habían oído lo que pasó con Espira, al final lograron que dejaran entrar a los niños más enfermos, y así fue.
Dolf una vez que los niños enfermos ya estaban seguros fue a dar una vuelta por la ciudad, en la que con florines de holanda pudo cambiarlos timando al cambista para comprar 800 hogazas de pan, pero eso a Gardulfo le sería un trabajo muy difícil porque enseguida sonaría el toque de queda, además sus aprendices ya estaban dormido, pero al ver todo el dinero que le iba a dar y apiadándose de los niños se puso manos a la obra.
Peter le avisó de una mala noticia, otros cinco niños se habían puesto malos, tal vez eera una epidemia de niños pequeños, debían aislarles para evitar propagar la enfermedad. El carro donde pensaban trasladar el pan estaba contaminado, Dolf se entristeció muchísimo.
Un monje se acercó donde ellos y vio a los enfermos que estaban en el carromato, les dijo que era la enfermedad de la muerte escarlata, en la que los niños tomaban un color rojizo y vomitaban con elevadas fiebres. Les aconsejó que los demás niños pequeños no se aceraran porque era una enfermedad contagiosa. Fue el monje el que se encargaría junto a algunos de llevar la leña y tomar el pan.
Dolf tras haberse dado un baño en el río para desinfectarse, entró en la ciudad para ir hasta la panadería, allí descubrió que estaba Frank haciendo el pan, él también se puso en labor de ello. Al final, cuando ya no podían más terminaron de fabricar el pan, luego un centenar de niños vino a recoger el pan y llevarlos hasta el campamento.
Dolf se pasó por la enfermería del pueblo para comunicarles sobre la enfermedad. Uno de los niños ya había muerto, otro le faltaba poco y los dos restantes parecía que habían mejorado.
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7. LA MUERTE ESCARLATA
Era por la mañana, los niños ya se encontraban en camino, Dolf fue el último en levantarse, le extrañaba que ya se hubiesen puesto a caminar, pero los del pueblo se lo habían obligado, tal vez para evitar contagiar a los niños de Rottweil pues había otros 24 casos de muerte escarlata.
Tras un largo día sin descansar llegaron hasta un lago, suponieron que era el lago Constanza. Allí se ordenaron para organizar a los niños y evitar más contagios en los niños.
Se les ordenó que se lavaran bien ellos y sus ropas y que tomaran muchas infusiones de hierbas. Al cabo de unas horas ya eran 80 los que estaban enfermos.
Carolus ideó una forma de tejer mantas con hierbas y paja. Dolf ordenó que a pocos kilómetros se creara una fosa profunda que sirviera de tumba colectiva.
Al cuarto día murieron 18 niños y se dieron 21 casos nuevos. Los sepulteros eran voluntarios y estaban ordenados por Peter.
El quinto día hubo 6 muertos y 7 casos nuevos; el sexto, 1 caso nuevo y 7 falllecimientos; el séptimo no se registraron casos nuevos, pero murieron 15 niños.
Quienes creáin no habe cometido pecados demasiado graves morían tranquilos porque esperaban que el cielo se apiadaría de ellos. Los niños que morían iban directamente al reino de los cielos, porque Dios ama la inocencia, u los niños son inocentes por definición.
Los niños que no estaban enfermos jugaban, reían y se divertían.
Hilda seguía en la enfermería dando órdenes a las demñas chicas, se preocupaba con serenidad y responsabilidad. Carolus estaba orgullosa de ella. Frieda prestaba una ayuda preciosa.
Fredo dirigía el grupo encargado de mantener el orden, Frank y sus ayudantes fabricaban cada día veinte pares de zapatos, Leonardo ayudaba en todo a Dolf y encontraba tiempo para entretener con juegos, cuentos y enseñanzas a los niños que se aburrían. Al cabo de ocho días, Dolf creyó entrever la victoria sobre la muerte escarlata.
Aún quedaban setenta y ocho pacientes en el campamento de los enfermos, pero la mayoría estaban recuperándose.
Nicolás y los frailes querían hablar con Dolf para decirles que tenían que seguir con el viaje, que ya se habían retrasado bastante. Dolf no estaba de acuerdo porque todavía quedaban bastantes enfermos y con la enfermedad que padecían no era como para arrastrarles en carromato. Según decía Nicolás se le había aparecido un ángel diciendo que Dios estaba irritado por su tardanza, que Jerusalén les esperaba.
Dolf se enfrentó a ellos, les dijo que estaba ayudando a los niños porque no podía detenerles y que como cuando llegasen a Génova no pasase nada les ajustaría las cuentas tanto a Nicolás como a los frailes.
Dolf se encontró cuando terminó de hablar con Nicolás con Peter el que hablando le dijo que él había ido a la cruzada porque quería y que se había inclinado tanto por los enfermos porque hace unos años tres de sus hermanos murieron por ella y aunque el también la padujo sobrevivió. Sabía nada más ver a los niños enfermos que padecían la muerte escarlata pero no se lo había dicho a Dolf porque los del pueblo de Rottweil habían sido unos ratas.
Peter había llegado hasta ese pueblo adrede, a un lugar donde había muchos niños, según él era cosa de Dios, pero Dolf no podía creer como podía haber hecho eso.
Dolf se alejó de donde estaba Peter y se encontró con un fraile llamado Dom Thaddeus, del monasterio de Haslach, al este de Estrasburgo. Ese fraile fue el que se le apareció junto a la ciudad de Rottweil y que le ayudó a llevar la leña hasta la panadería. Dolf le pidió unos segundos para hablar con él. Le habló sobre la enfermedad que la había provocado Satanás, consistía en unos bichos que atacaban a los niños y que la única manera de evitarla era aislando a los otros niños y dándoles bastantes infusiones y comida para ser inmune a dicha. El fraile le dijo que tenían que darle gracias a Dios porque la enfermedad llevaba dos día sin aparecer.
Dolf le quería decir que si partían ahora la enfermedad volvería y los infectados serían más, sin embargo, el fraile le dijo que Dios era suficientemente listo y que si eso fuese a pasar antes él lo pararía. Dolf era un chico sabio y pensaba que muchas veces Dios perdía la paciencia y no hacía todo lo que los demás pensaban que iba a hacer.
Por fin era la hora de cenar. Leonardo llegó tarde porque había estado preparando las cosas para partir.
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8. EL HEREJE
Al final no partieron a la mañana siguiente. Al amanecer Anselmus y Augustus se levantaron con mucho dolor de vientre, cuando Dolf fue a visitarlos se encontraban con la cara verde y la frente llena de sudor. Junto a ellos estaba Carolus y Nicolás.
Nicolás advirtió de que no podrían seguir con la marcha ese día, Dolf fríamente les dijo que por qué no lo iban a hacer después de tantas prisas. Irían en el carromato, Nicolás todo enfadado dijo que morirían. Dolf estaba dolorido porque anteriormente con los niños no había importado y ahora sí, pero se calló porque eso también le convenía a ellos.
Dolf cuidaría de ellos, pensaba que era la Cólera, pero su amigo Leonardo le aseguró que no. Entonces fue cuando Dolf pensó que Leo había echado algo a su comida para que les durara eso unos días y para no poder así continuar con la marcha.
En el campamento de los enfermos había ahora setenta pacientes que se recuperaban, con los demás no había solución. La muerte escarlata ya había desaparecido, habían ganado la batalla.
Siempre que se arreglaba una cosa aparecía un nuevo problema. Ahora Nicolás y los frailes no querían continuar sin el carro, Dolf decía que era peligroso porque los niños enfermos habían estado allí. El fraile Thaddeus decía que confiara en Dios, pero a él le parecía una chorrada.
Una noche Dolf quemó el carromato. Los frailes sospechaban de él pero a su vez pensaron que cuando se oponían a algo de lo que decía Dolf luego parecía que Dios se lo pagaba con fuego como en Espira.
Ahora tenían que cruzar las montañas, allí no tendrían comida y morirían, por eso Dolf propuso la idea de parar durante unos días para recolectar comida etc ya que a él no le valía la respuesta esa de que Dios cuidaría de ellos. Como siempre no estaban de acuerdo ni Nicolás ni los frailes pero casi todos los demás sí así que hicieron caso a Dolf.
Cazaron suficiente, pescaron y cogieron cebada, maíz y cereales de los campos de cultivo.
Un día Simón un niño de unos siete años lloraba desconsoladamente porque unos niños mayores le habían dicho que un oso le comería en las montañas. Fue Leonardo el que le calmó.
Dolf había pensado en matar a los bueyes porque sería muy difícil viajar con ellos por las montañas, pero como no los otros tres no pensaban eso. A parir de ese comentario, los frailes y Nicolás se pudieron a criticar a Dolf delante de los niños para hacerles creer que era satánico, que había venido para guiarles por malos caminos, que era raro pues vestía ropa extraña, su idioma no era el mismo que ellos hablaban y con eso y otra serie de mentiras quedó ridiculizado y como malo delante de todos.
Era la hora de que se defendiera un poco, lo hizo preguntándoles a los niños si alguna vez había hecho algo malo para ellos, entonces algunos niños salieron en su defensiva.
Nicolás seguía diciendo que si no se deshacían de Dolf que nunca llegarían al mar.
Los frailes le acusaban de herejía Dolf se defendía diciendo que no había ninguna prueba para demostrarlo, exigía un proceso en el que estuvieran presentes los niños. Prometía someterse a la sentencia final, fuese cual fuese. Allí decidirían quién sería el jefe de la Cruzada.
Dom Thaddeus se encontraba mirando a los pescadores y pensando en que Dolf era un buen chaval, su deber era querer a todos por igual pero en Dolf veía algo que no veía en los demás. Era un chaval inteligente, sabio que se preocupaba por los demás etc.
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9. EL TRIBUNAL DE LOS NIÑOS
Cuando Carolus regresó de cazar, todo el campamento estaba sosegado, parecía que algo había pasado.
Dolf había sido acusado, Dom Anselmus iba a tratar esta tarde de demostrar que era hereje y un siervo del diablo. El que le había acusado era Nicolás. Carolus no podía creerlo, pensaba que era un error. Carolus se dirgió hacia donde estaban los monjes, Dolf pensó que como casi siempre era el que hacía reír que no le tomarían en serio.
Dom Thaddeus estaba muy triste. Sabía que Rudolf estaba en peligro. Dom Anselmus eligió el lugar donde se iba a desarrollar el juicio.
Se colocaron todos en círculo, al tratarse de una pendiente todos los niños podían disfrutar participando en la ocasión aunque estuviera en juego la vida de Rudolf de Ámsterdam, al que admiraban.
El juicio comenzó cuando Nicolás formuló las acusaciones contra Dolf. Comenzó… Se ha comprobado que Dolf tiene un pacto con el demonio. Ha tratado de aniquilar el ejército de los niños con enfermedades y epidemias…
Él se defendía diciendo que nada de eso ha sido probado, que para acusar tenía que haber pruebas.
Nicolás siguió con una serie de preguntas. Todo iba perfecto hasta que le preguntaron el por qué no rezaba, siempre pasaba delante de las casas sin santiguarse, según él rezaba en su corazón. Aquí los niños no le apoyaban como hasta entonces. Cuando parecía qua ya había ganado la batalla, Don Anselmus comenzó: Yo os diré lo que en realidad ha hecho Dolf bajo el pretexto de ayudaros. Con astucia diabólica ha tratado de apartaros del camino recto. Una y otra vez ha sido causa de demoras porque no quiere que lleguéis a Jerusalén. Ha difundido maliciosos rumores y ha alzado a sus amigos contra Nicolás. Ha negado abiertamente que Nicolás es el elegido de Dios. Ha afirmado que el mar no se dividirá ante él, sino que la Cruzada será cubierta por las olas. Escuchadme, niños, porque yo soy quien tiene la oportunidad para aconsejaros: ¿queréis ir a Jerusalén? ¿Deseáis salvar la Ciudad Blanca?
Los niños se pusieron muy contentos con lo que había dicho. Muchos de ellos le deseaban ahora la muerte, pero Dolf se defendía con que no había pruebas.
Empezaron a decirle que si había cocido los panes con ayuda de Satanás, que de dónde había sacado tanto dinero, que si las hogazas estaban envenenadas porque fu a partir de ese día cuando tuvieron que luchar contra la muerte escarlata...
Dolf acabó perdiendo un poco el control y le llamó mentiroso a uno de los sacerdotes.
Se atrevió a decir que todas las afirmaciones y acusaciones carecían de fundamento. Son una pura mentira y los niños lo sabe muy bien. Yo no trato de impedirles que vayan a Génova. Yo marcho con vosotros y quiero presenciar el milagro. Quiero estar allí cuando Nicolás extienda sus brazos y ordene al mar que se divida. No quería retrasarles el camino, pero tampoco quería dejar a los enfermos y a los débiles por detrás para que no murieran.
Una vez más la disputa tomaba sesgo favorable a Dolf.
Carolas se puso en pie anunciando que no tenían por que ser los que declaraban justicia Nicolás y los sacerdotes, sino que tenía que ser él porque iba a ser el rey de Jerusalén.
Entonces fue cuando Nicolás explotó, diciéndole que sería rey cuando él le llevara Jerusalén, pero que todavía no, declarando a Dolf como culpable. Ha firmado un pacto con el diablo y ofrece sacrificios secretos en honor de su amo. Se ha disfrazado de muchacho, se ha vestido como uno de nosotros y da la impresión de que quiere ayudarnos. Pero en realidad no ha hecho nada más que detener nuestra marcha. ¡Es culpable! Y yo Nicolás, enviado de los ángeles, condeno a muerte al hereje, Rudolf de Ámsterdam.
De repente los niños empezaron a titubear y a pelarse entre ellos. Algunos gritaban que tenían que hacer pedazos a Dolf.
Entonces apareció Dom Thaddeus y ordenó que se callaran y se detuvieran. Comenzó diciendo que no eran capaces de reconocer al verdadero enviado de Dios, Dolf que ha sido enviado por el cielo para garantizar que el ejército de los niños llegue con felicidad a tierra santa. Cuando vio que Nicolás era incapaz de cuidar a todos los niños, envió a Dolf para que le ayudara.
Eso no les parecía buen argumento a los monjes, por ello Thaddeus les dijo: Vosotros no habéis hecho más que acusarle y no habéis presentado ninguna prueba. Pero yo sí la tengo. Tomó la mano de Dolf y alzando la manga del jersey, mostró una cicatriz.
De pequeño, Dolh había sido mordido por un perro. Los dientes del animal se clavaron en tres puntos de su antebrazo y se le quedó una cicatriz.
Este es el signo que Dios le otorgó cuando nos lo envió , la señal de la Santísima Trinidad.
Todos examinaron la cicatriz aturdidos Nicolás se arrodilló ante Dolf, pero antes de que lo hiciera Dolf le dijo que no, que a partir de ahora serían amigos. Y los dos muchachos se abrazaron.
Al final los niños que hasta hace poco se habían estado peleando pasaron a ser mejores amigos y todos estaban alegres y contentos aunque a la mañana siguiente se tuvieran que enfrentar con las montañas.
Leonardo se acercó hacia donde Dolf y le dijo que qué había sido lo que le había mordido. Le advirtió por su seguridad de que se tenía que mantener precavido porque todos se habían dado cuenta de que era una cicatriz. Ahora todos se mantenían unidos y contaba con muchos amigos.
Leonardo también le advirtió que esperara a mañana. Le aseguró que Anselmus prepararía una sorpresa.
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10. EL KARWENDEL
No tardaron mucho en levantar el campamento esa mañana. En un extremo del campamento estalló una conmoción. Allí estaba Fredo rodeado de un gran número de niños de todas las edades. Frente a él se encontraba Anselmus. El grupo de chavales querían abandonar la cruzada, habían dejado de creer en ella y pensaban que ese tampoco era el camino. El monje intentaba convencerles de que no tenían razón, sin embargo, Dolf les dijo que podían hacerlo. Alguna vez ya había pasado eso, pero nunca se habían ido tantos niños juntos. Se trataba de un motín en toda regla.
Dolf no trató de hacerles cambiar de idea, pero Anselmus les repetía una y otra vez que morirían por el camino, que les harían pedazos las fieras…
Dolf aunció a Leonardo como jefe en vez de Alfredo al haber abandonado el campamento.
Comenzaron la marcha, era un día lluvioso y el camino era muy estrecho. Al cabo de dos horas después de haber entrado en la cueva, uno de los bueyes se rompió la mata y hubo que sacrificarlo. Por el camino también había gran cantidad de rocas en el medio del paseo, muchas veces las quitaban pero otras pasaban por encima.
Casi todos los niños temblaban de frío y tenían numerosos cortes y arañazos por todo el cuerpo.
El camino cada vez se volvía más difícil. Por algunos lados sólo había el camino de las cabras y numerosos arroyos, despeñaderos etc. Dolf dudaba que todos los niños pudieran cruzar por ahí.
De repente se puedo en movimiento una pendiente removida por las lluvia y enterró a sus espaldas una gran parte del terreno. Lograron rescatar a tres niños y cogieron a orto muerto. Después siguieron con la marcha.
Por fin llegaron a un valle suficiente para poder montar el campamento. Todos lo montaron, pero los niños no tenían fuerzas para nada. Todos intentaban dormir, pero Dolf y Leonardo les obligaban a comer algo, pues sino al día siguiente no podrían caminar.
Todos habían caído dormidos, Dolf estaba muy preocupado y agobiado porque no había gente vigilando el campamento y pensaba que algo iba a suceder pues estaban en un lugar inseguro. Los lobos habían huido con el fuego pero Dolf estaba convencido de que algo iba a pasa. El monje Thsddeus le dijo que Dios se ocuparía de ellos, que durmiera. Y así lo hizo, se sentó junto a María y se durmió.
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11. EL SECUESTRO
Al día siguiente, al levantarse Dolf se encontró con una sorpresa desagradable. En medio del campamento había unos diez caballeros cabalgando sobre sus caballos.
Dolf se acercó hacia donde estaban los monjes y Leonardo, lo que los caballeros querían era cincuenta de los chavales, los más fuertes y los más altos.
Dolf intentó que eso no ocurriera, pero Anselmus se puso en medio y le dijo al capitán que eso iba en contra de las leyes, pero en ese lugar ellos ponían las leyes. Los niños caerían en manos del conde Scharnitz y Romhild.
El monje Thaddeus impidió que Dolf se enfrentar contra los caballeros, le dejó sin conocimiento. Cuando lo recuperó se dio cuenta de que los caballeros se habían llevado a un grupo de cincuenta niños, entre ellos a Frank, Bertho, Peter, Wilhem, Carl, Ludwing y Frieda. También pensó que habían raptado a María, pero no era así, eso le consoló un poco.
Emprendieron el camino, pero Dolf lo que quería era ir a salvarles. Era muy peligroso. Seguramente vivían en un castillo y tenían otros muchos chavales a su favor.
Dolf y Carolus se pararon en el borde del camino. Conocía un medio de rescatar a los prisioneros del castillo esta misma noche o la próxima madrugada.
Necesitaban 17 cuernos, 17 correas, 17 pares de zapatos,17 faldones de hierba, pluma, grasa y carbón vegetal.
Carolus se encargaría de buscar a los 15 chavales mejor preparados y dispuestos a dar su vida, porque era probable que murieran todos.
Empezaron a pensar cómo sería la estructura del castillo.
Ya tenían todo preparado, Dolf fue a despedirse de Leonardo y a decirle que cuidara de María.
Por fin ya estaban listos para marchar, el grupo de 15 chavales le esperaban detrá de unos matorrales.
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12. EL ATAQUE DE LOS DEMONIOS
Después de un largo camino llegaron a las proximidades del castillo.
Se aposentaron cerca de la meseta. Eran las 10:30 y atacarían a las 5:00 de la mañana.
Decidieron hacer guardia de tres en tres. Dolf durmió perfectamente hasta la última hora que hizo guardia mientras preparaba las últimas cosas.
Fabricó una especia de pólvora que hizo con materiales recogidos los días anteriores, éstas no estallarían como una bomba pero si que producirían humo.
Se vistieron con sus ropas y se pintaron para tener una apariencia aterradora.
Se acercaron al castillo escondiéndose entre los matorrales. Era imposible entrar al castillo sin que puente se bajase pues el foso tenía 100metros de ancho aproximadamente. Decidieron encender una de las pólvoras fabricadas por Dolf.
Entonces la bomba explotó y los dos guardias que estaban vigilando en la puerta que había sido bajada tras la salida de unas mujeres corrieron hacia el interior del castillo porque pensaban que eran los demonios los que les seguían. Entraron hacia el patio y persiguieron a las personas que allí se encontraban. Luego salió el conde Scharintz gritando que obedecieran a los demonios, que les entregaran a los 50 niños, y así fue.
Consiguieron salir y engañaron a los del castillo. A la noche siguiente llegaron al campamento de la Cruzada. Era la última parte del macizo de Karwendel.
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13. LOS ALPES
No hacía más que llover. Los caminos estaban llenos de barro y agua al igual que sus vestimentas. Hacer fuego era una tarea casi imposible, pues estaba mojada y la continua lluvias impedía que las llamas duraran el tiempo suficiente como para calentarse.
El frió, los aludes, las fieras, la neumonía y las serpientes eran sus constantes enemigos. Bertho tenía una herida de águila, pero no era muy grave.
Leonardo vio a lo lejos un campo que les podía venir muy bien para acampar.
Wilhem exploró las cavernas y las cuevas porque pensó que podían servir para albergar a los enfermos. Pero para su sorpresa se encontró con un oso que se lanzó sobre él. Muchos de los niños que habían subido con él corrían asustados. Leonardo se enfrentó contra el animal, que al final se fue. Wilhem había muerto y otros tres niños estaban heridos.
La lluvia continuaba y las condiciones en las que se encontraba la comida eran muy malas. Un cazador murió. Lo peor era la gripe de los niños.
Luego comenzaron a descender la montaña y la lluvia se paró, al igual que la niebla disminuyó. El buey se cayó por una ladera y no hubo manera de rescatarlo. También de vez en cuando se caía un niño que luego era recogido e incluido en la Cruzada.
Acamparon en un lugar abrupto. Los niños no hacían más que hablar del valiente Leonardo tras haberse enfrentado al oso y del rescate en el castillo.
El valle de Inn era fértil, a cierta distancia se hallaba el pueblo de Innsbruck. Allí todos les recibieron hospitalariamente y recobraron fuerzas.
Carolus había sido elegido rey de Jerusalén por el conde de Marburgo que había dejado también unirse a la cruzada a su hija Hilda.
Carolus le contó también que últimamente los dos monjes discutían mucho por si un tal Boglio les esperaría o no.
Continuaron con la Cruzada por el monte y los desfiladeros. Toparon con pastores, salteadores y montañeses pero nunca llegó a pasar nada entre ellos.
A las puertas de la ciudad de Bolzano los habitantes se maravillaron al verles y los niños se alegraron.
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14. LA BATALLA DEL VALLE DEL PO
Los niños estaban contento porque podían descansar y tenían abundante comida, sobre todo mucha fruta.
Don Anselmus estaba ansioso por llegar a Génova, pero unos días más de retraso no harían nada malo.
Muchos de los niños amaban la Cruzada, pese a sus dificultades, peligros e incomodidades.
María empezaba a dudar en que el mar se iba a dividir al conquistar tierra santa, porque no entendía sino porque habían muerto tanto niños. Pensaba que había algo extraño. Dolf se alegró al oír la conversación.
Llegaron al lago Garda donde se bañaron y pescaron. Dolf lo recordaba muy cambiado en el siglo XX.
Días después de abandonar el lago llegaron a la ciudad de Brescia donde no fueron acogidos. Los niños pensaban que el mar se encontraba tras pasar unas tierras bajas y unas colinas, que es como les había dicho Anselmus, pero en realidad quedaba bastantes más. En la llanura del Po murieron más niños. Ahora las causas eran la deshidratación, la insolación y mordedura de las serpientes. Los campesinos de la ciudad estaban enfurecidos porque les quitaban la comida da las huertas etc, Esa irritación conduciría a una batalla entre los campesinos y el ejército de los niños.
Un día fueron atacados por un grupo de campesinos que acabaron huyendo pues eran muy numerosos los niños y ni podrían contra ellos. Al poco tiempo todo el valle estaba ardiendo, los campesinos murieron abrasados y el campamento fue trasladado a la otra orilla del río pero murieron 48 personas, unos ahogados, otros quemados etc
Hans había desaparecido.
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15. LA ÚLTIMA VOLUNTAD DEL REY
Bordearon el río Po por la ciudad de Cremona. Ahora tenían que pasar los Apeninos y ya llegarían a Génova. Los niños no creían al monje Anselmus, algunos de ellos querían marcharse pero luego decidieron que no pues ya quedaba poco camino. Por si acaso fueron a preguntárselo a Dolf pero no aparecía por ningún sitio.
Carolus se encontraba enfermo, por ello fue trasladado hasta el campamento donde intentarían curarle. Dolf pensaba que era apendicitis. No había comido nada desde hace dos días. Llevaba también dos días con dolor de estómago, no se lo había dicho a nadie. Ahora ya no había nada que hacer, probablemente, moriría antes de amanecer.
Dolf se echó a llorar.
Entre sus últimas palabras Carolus dijo: Rudolf de Ámsterdam, mi heredero te ordeno…
Dolf estaba destrozado, había sido capaz de superar todos los males, y sin embargo no había salvado la vida de la persona a la que más quería.
Había muerto el rey y ese día se dedicó todo a él.
Más adelante recogieron provisiones para ir hacia las montañas.
Don Augustus comenzó a comportarse de una manera diferente, ya no dormía en la cabaña etc
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16. ¡POR FIN, EL MAR!
Llegarían a Génova mañana. El ejército aceleró la marcha. Nicolás tenía un cinturón que pertenecía a Carolus. Nicolás no era más que una marioneta de Dom Anselmus, incapaz de pensar por sí mismo y carente de verdadera dignidad.
Dolf no sabía que a veces la indumentaria era muy importante. Él había perdido a gente por ello, por tener Nicolás mejor ropas que él.
Creían que desde Génova verían Jerusalén. Casi habían llegado, sólo tenáin que aguardar a que se dividieran las aguas del mar y luego irrumpirían en la Ciudad Santa.
Simón estaba fuerte. De repente se paró la cruzada. Habían llegado junto a las murallas de Génova, la ciudad mejor fortificada de todo el Mediterráneo. No les dejarían pasar por la ciudad, pero sí por un camino que llegaba hasta el mar.
Dom Augustus seguía comportándose de una manera extraña. Rezaría todos los días por el alma de Dios. Por fin habían llegado, el mar se veía cerca. Muchos de ellos no lo habían visto nunca, y les parecía un poco extraño que se pudiese dividir porque parecía que iba hasta el final del mundo. Comenzaron a bajar por el valle, todos querían ver el milagro.
Llegaron a la costa donde cerca levantaron el campamento para que Nicolás pudiera descansar para al día siguiente poder realizar el milagro.
Dom Augustus estaba muy agobiado, pero Dolf no sabía porque. Le rogaba a Dom Anselmus que no lo hiciera. ¿No te acuerdas de la plata que nos espera? Era lo que decía Dom Anselmus. Dolf acababa de comprender que podía enterarse de las verdaderas intenciones de Anselmus. Estaba claro que Augustus ya no quería participar en…Pero ¿Qué sería? ¿Por qué estaba Augustus tan agobiado por los chicos? Anselmus querñia ir a Génova pero no sabía porque.
Los niños pescaron y cazaron. Resultó más difícil. Aquello era diferente.
Dolf se encontró con Augustus que estaba rezando. Por fin le contó lo que sucedía. El milagro no ocurriría, sólo querían llegar hasta Génova donde unos barcos se llevarían a los niños, que pensaba que irían a Tierra Santa al no realizarse el milagro, pero realmente iban a Túnez . Allí serían esclavos. Todo esto lo hacían porque conseguirían gran cantidad de dinero.
Antes, Augustus era un monje, pero le echaron del monasterio por ser demasiado débil. Entonces al salir se hizo vagabundo y se encontró con Anselmus, que estaba en las mismas condiciones que él. Un chico llamado Boglio al que Anselmus conocía les ofreció hacerlo y aceptaron.
Los dos proceden de Lombardía pero saben hablar bien el Alemán.
Ausgustus estaba muy arrepentido por lo que había hecho, ahora necesitaba ayuda de Dolf, porque no quería que los niños fuesen esclavos, les quería y no podía permitir que Anselmus les llevara a los barcos. Rezaron porque fuese demasiado tarde y porque los barcos se hubiesen ido ya.
Nicolás creía en la Cruzada, había sido engañado por ellos con trampas inteligentes.
Anselmes es muy inteligente y gracias a él consiguieron el carromato y los burros.
Augustus se sintió mal, pero pensaba que Dolf era un enviado del diablo para ayudarles con el plan. Dolf penaba que le debía haber dicho eso desde hace mucho tiempo, pero Augustus no estaba seguro de Dolf. Por eso cada vez que ocurría alguna calamidad se alegraba para llegar cuanto más tarde mejor a Génova.
Dolf le dijo a Augustus que se lo dijera a Dom Thaddeus, mientras él iría a decirselo a Leonardo. Tuvo una idea, Leonardo iría con Hilda de Marburgo a hablar con el duque, pues si él lo prohibía el barco no saldría. Irían ellos dos al ser hijos de familia noble, que era por los que realmente se preocupaban pues podían devolvérselas las familias ricas haciéndoles algún mal. Thaddeus debía avisar al obispo de Génova porque él lo impediría.
María quería saber lo que pasaba, por eso decidió Dolf celebrar un consejo.
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17. CONSEJO EN LA PLAYA
Al cabo de un tiempo se encontraban algunos de los jefes de las diferentes secciones rodeando a Dolf y a María. Dolf les empezó a contar todo a manera de un cuento, que si Nicolás había sido engañado, que la cruz de madera en llamas y la llamada de Dios era cosa de Anselmus y Augustus… Les contó todo y poco a poco fueron creyéndole, pero para estar más seguros fueron hacia donde Augustus y les contó todo lo que había pasado. Pensaron que era un gran hombre pues aunque había hecho el mal, ahora había confesado y no quería que fueran esclavos. Dolf les explicó lo que sucedería mañana. Debían evitar que los niños se rebelaran contra Nicolás al no poder realizar el milagro, porque él no era el culpable. También debían evitar que Anselmus comenzara a hablar.
Dolf tenía miedo también de cómo iba a reaccionar mañana, así se quedo dormido.
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18. EL AJUSTE DE CUENTAS
Debían esperar hasta mediodía que era cuando Nicolás realizaría el milagro. Los niños estaban ansiosos y pensaban que los mayores les estaban engañando, pero esta vez era verdad lo que decían. Por fin era mediodía. Anselmus y otros tres, tal vez piratas se acercaban hasta donde estaban todos los chavales puestos. Sonaron las campanas y salió Nicolás, que no consiguió dividir el mar y además se clavó una púa de erizo en el pie.
Los niños se dieron cuenta de que Dolf decía la verdad. De repente todos los niños se lanzaron sobre Nicolás, pero los vigilantes estaban preparados y consiguieron salvarle.
Entonces fue cuando Anselmus comenzó a decir que había unas naves que les llevarían hasta Tierra Santa, pero nadie lo creía. Empezaron a luchar contra los villanos, se convirtió todo en un caos. Al cabo de unos segundos, los niños volvieron al campamento, Dolf se encontró al cuerpo de Anselmus tendido en la playa y casi irreconocible por los golpes que había recibido. Dolf estaba aturdido, enseguida ordenó a todos para que comenzaran a recolectar comida y así. Nicolás estaba herido y descansaba en la cabaña.
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19. ¿PERVIVE EL SUEÑO?
Leonardo y Dom Thaddeus regresaron. Lugo les enviaron una colecta de ropas, alimentos y zapatos. El Concejo había decidido coger a 20 o 30 niños y los demás serían devueltos con una escolta armada hasta Milán. Vamos que regresarían a sus hogares.
Querían coger preso a Augustus, pero Dolf les suplicó que no lo hicieran, así sólo se le prohibió regresar a Génova.
Hilda se había quedado con el duque. Luego sería mandada a su casa pero hasta el momento se quedaría allí. El duque se desinteresó por los otros nobles. Más tarde llegaron una serie de carromatos llenos de hortalizas y frutas, de ropas, zapatos, mantas etc. Nicolás salió. Les dijo a los chicos que podían regresar hacia Alemania con Augustus, o quedarse en Génova o ir con él hacia Jerusalén por el camino correcto donde se haría el milagro. La Cruzada se dividió, los más peques se fueron a sus casas y unos 5000 de 7000 decidieron seguir con Nicolás, entre ellos estaba Leonardo, Dolf, María, Thaddeus y Mathilda una chica que aspiraba a ser reina de Jersualén, pues Hilda ya no estaba. Otro chico era Rufus que no quería volver a su casa.
Caminaban por el campo, por ciudades, pueblos, robaban gallinas, frutas, hortalizas pero muchas veces no era necesario porque los campesinos se lo daban. Muchos de los niños se quedaban atrás y construían sus propias chozas etc, sabían valerse por sí mismos. Dolf se preparaba por si el invierno llegaba a Toscana. Dolf no quería llegar a Pissa porque allí diría adios a su amigo Leonardo, el que le había ofrecido quedarse en su casa. Pero tanto él como Bertho, María, Peter y Frank seguirían con los niños Pissa en ese momento era más fuerte que Roma, que Génova y que muchos otros países y además era más atractiva que en el siglo XX cuando había estado con sus padres, pero decidió seguir con los otros.
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20. EN UNA TRAMPA
El verano se terminaba, el hambre amenazaba una vez más en el ejército. Dolf se quedaba maravillado por los paisajes. El lago Trasimeno surgió entre las colinas. El conde de Trasimeno, Ludovico, se hallaba en guerra contra la ciudad de Perusa. El ejército se unió a la ciudad de Perusa, pues el otro duque no les permitía pescar en el lago y les exigía más cosas que el de Perusa. Querían atacar al castillo de Trasimeno, pero no sabían su posición ni nada por el estilo. Acamparon cerca del campamento de su compinche. Nicolás, Rufus y Mathilda fueron al castillo para hablar con ellos, pero les habían tendido una trampa, les metieron al calabozo. Al poco tiempo vino el otro ejército con los que lucharían los del castillo.
Los de la cruzada les pidieron que les dejasen huir, que no tenían nada que ver con el conde Ludovico.
Al final tras muchas súplicas el ejército de Perusa les dejó pasar, pero antes de que pudieran huir todos los niños, la guerra comenzó y algunos de ellos quedaron en medio y se intentaron defender con lo que tenían. Perusa le había prometido a la cruzada que irían hasta el calabozo a sacar a sus amigos. Ludovico al ver que nada podía hacer por salvar su castillo, huyó, pero unos chavales le vieron huir con la lancha y se la hundieron, muriendo Ludovico.
Todo acabó. Murieron Nicolás, Mathilda y Rufus en el calabozo, otros muchos niños fueron heridos y curados por Frieda.
Dold estaba muy nervioso porque no encontraba ni a María ni a Peter, pensaba que habían muerto, pero Frank le dijo que estaban bien.
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21. LA TUMBA DE NICOLÁS
Los chicos siguieron con la cruzada. Frieda, algunas enfermeras y enfermos se quedaron en el castillo de Trasimeno, luego irían a Perusa.
Tras muchas semanas de viaje llegaron a la costa del Adriático donde la malaria fue la causante de la fiebre.. Con algunos consejos de Dolf disminuyeron los casos de malaria.
Una noche se acercó un jinete y un hombre, era Leonardo. Había vuelto de Pisa porque no le gustaba lo que hacía allí, pues su padre le había buscado una esposa y él no quería casarse y además iba a estallar una guerra contra Florencia, en la que él no quería estar.
Le comentaron todo lo sucedido. Dolf no entendía porque había regresado a la cruzada, tal vez porque pensaba que él había muerto y venía a ayudar a María…
Llegaron hasta el reino de Sicilia y más tarde a Bari, un pueblo marítimo tan activo como Génova.
Leonardo le dijo que los huesos de Nicolás estaban enterrados en esta ciudad pues habían sido robados y trasladado hasta allí.
Las personas del pueblo eran muy majos con ellos, se mostraron muy cordiales con ellos.
Dolf como sus amigos rezó por Nicolás al estar en su templo. Le dio las gracias por el simple hecho de que un viajero del tiempo, irremisiblemente perdido, todavía pudiera tener un futuro en algún lugar de este siglo XIII. En la plaza que se extendía ante la basílica, una cajita pulida brillaba al sol. Nadie había reparado en aquel objeto.
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22. MENSAJE DEL FUTURO
Llegaron a Brindisi. Allí la gente no les acogió de buena manera y les hizo acampar fuera, pero eso no era problema para ellos. En la cruzada sólo quedaban 1000 de los 30000 chavales que se había dicho que habían salido de Bolzano.
El obispo Adriano les dio lugar donde refugiarse pues llegó el otoño y las lluvias eran constantes, además había muchos niños con gripe, bronquitis, tuberculosis etc.
Dolf estaba muy preocupado porque después de aquel pueblo ya no había nada más salvo tierras fértiles. El sol volvió a aparecer y Leonardo le enseñó una cosa a Dolf. Era aluminio, y éste no se había descubierto hasta el siglo XIII. Leo nunca había oído hablar de él. En la caja había una carta del doctor Simiak que decía que en 24 horas volviera al lugar donde lo había encontrado y así podría regresar pero claro ya había pasado más de una semana desde que lo encontraron…En el mensaje le había dicho que no alterara las cifras de la carta. Las cifras eran importantes, porque el científico habría enviado diferentes cajas a diferentes lugares pero…
Los niños debían ir a hablar con el obispo porque él lo había dicho.
Dolf avisó a todos los niños que si encontraban cajas que se lo dijeran.
Fueron a hablar con el obispo y les dijo que había preparado unos barcos que podían llevar a los niños hasta Venecia en barco pues andando sería muy duro y que una vez allí algunos se podrían quedar y otros proseguir una vez que pasara el invierno. Leo iba a ir a Palermo con Frank y Peter, le ofreció a Dolf que fuese con ellos, pero él prefería regresar a casa. Dolf llevaría a María a casa y luego él iría a Palermo. Luego a los tres años se casaría con María al tener ya 15 años.
Frank se acercó a Dolf y le dijo que había encontrado una caja, le llevó hasta el lugar exacto y Dolf escribió una carta a su padre.
Dolf le agradeció a Frank por todo el camino de la cruzada, por haber podido confiar en él etc. Peter y Frank irían con Thaddeus hasta Venencia.
Esperó hasta que desapareció la caja. Luego se despidió de sus amigos y fue hasta el lugar donde la caja se encontraba.
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