Religión y Creencias


Cristianismo


Índice

Índice.......................................................................................................................................1

Introducción ...........................................................................................................................2

La situación religiosa en el imperio romano...........................................................................3

Jesús y el cristianismo.............................................................................................................3

Propagación del Cristianismo ................................................................................................3

Las Persecuciones ..................................................................................................................4

El Edicto de Milán, el fin de las persecuciones .....................................................................5

Teodosio y el cristianismo como religión oficial del imperio romano ..................................6

Conclusión ..............................................................................................................................8

Bibliografía ............................................................................................................................9

Anexos ..................................................................................................................................10

Introducción

Todo el tema del cristianismo comienza con el nacimiento de Jesús, en Belén. Este gran personaje deja una infinidad de enseñanzas que se las encomienda a los apóstoles para que las prediquen y enseñen a la gente. Todo este proceso va a tener mucho éxito y también va a tener sus bajas, como lo fueron las persecuciones, que no dejaban a los cristianos practicar su religión libremente.

Durante todos estos sufrimientos también aparecen personajes con poder, que defienden a los cristianos, y que al final logran superar y eliminar por completo la persecución a estos. Luego, aparecen autoridades cristianas que provocan que el cristianismo sea considerado como religión oficial del imperio.

CONVERSIÓN DEL IMPERIO ROMANO AL CRISTIANISMO

La situación religiosa en el imperio romano:

La decadencia política, social y económica del imperio estuvo acompañada por el relajamiento moral y la desintegración religiosa. Algunos romanos volvieron a adorar con renovado fervor a sus antiguos dioses: Júpiter, Marte, Minerva. Otros buscaron consuelo en la filosofía griega, ante todo, en el estoicismo que enseñaba que el hombre debía conformarse con su destino por injusto e incomprensible que pareciese. Muchos se entregaron a los misteriosos cultos orientales: el culto de la diosa egipcia Isis y la adoración del dios persa Mitras cuyo símbolo era el toro. Estos cultos prometían la resurrección y una vida de eterna felicidad. En todo el imperio se impuso como culto oficial la adoración del emperador divinizado. Pero ninguno de estos sistemas y ritos pudo dar una respuesta a la angustiosa pregunta por el sentido de la existencia y el fin último de la vida humana.

Jesús y el cristianismo:

Jesús nació durante el gobierno de Augusto en el pequeño pueblo de Belén en Judea. Algunos decenios antes, Pompeyo había hecho tributaria a Judea. Luego los romanos impusieron al rey Herodes, quien dejó triste fama como tirano. Finalmente Judea fue hecha provincia, siendo administrada por gobernadores romanos.

A los 30 años de edad Jesús abandonó su hogar y empezó a predicar la Buena Nueva del Reino de Dios, de la salvación eterna y del amor al prójimo. Acompañado por doce fieles discípulos, los apóstoles, recorrió durante 3 años los campos y pueblos de Palestina.

Durante largos siglos los profetas habían anunciado que algún día Dios enviaría a un Mesías, para crear un nuevo reino de Israel. Muchos judíos creyeron que Jesús era, efectivamente, el tan esperado Mesías, pero vieron en él un dirigente político que los dirigía en la lucha contra los romanos para recuperar su independencia y establecer un poderoso reino terrenal. Mas, Jesús no pensaba en una rebelión política, sino en una liberación moral y espiritual. Muchos judíos se desilusionaron y se volvieron contra él. Jesús fue condenado y entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilato lo hizo morir en la cruz.

Propagación del cristianismo:

Después de la muerte de Jesús, los apóstoles continuaron la predica de su doctrina.

La mayor parte de ellos vivía en Jerusalén, y realizaron su prédica entre los habitantes de Palestina. Los primeros conversos cristianos fueron, pues, de origen judío. Se les llamó nazarenos, es decir, creyentes en Jesús, el Nazareno. Muy pronto, el cristianismo empezó a difundirse entre los gentiles, es decir, entre los que no eran judíos. (Los judíos acostumbraban llamar gentiles a todos los que no eran de su raza y religión.) El principal predicador del cristianismo, entre los gentiles, fue San Pablo, por lo que suele llamársele el apóstol de los gentiles. Era un judío nacido en Tarso, Asia Menor, y, en un principio, había perseguido con saña a los cristianos, pero luego se convirtió al nuevo credo y dedicó su vida a propagar la fe que anteriormente combatiera.

Su acción predicadora se ejerció, preferentemente, en las comarcas de Siria, Asia Menor, Grecia y Macedonia, es decir, entre las poblaciones del imperio de habla y civilización griega. Por eso, el lenguaje griego fue el que sirvió de vehículo de transmisión al cristianismo en los primeros momentos de su desarrollo, y por eso, la mayor parte de las palabras que se refieren a los dogmas y a las instituciones cristianas son de origen griego. Fue en idioma griego que San Pablo redactó diversos libros destinados a difundir las enseñanzas cristianas. Estos libros, llamados las Cartas o Epístolas, son los más antiguos documentos escritos que se poseen sobre Jesús y los orígenes del cristianismo.

Desde las comarcas del Cercano Oriente, el cristianismo se fue extendien­do, poco a poco, hacia Italia, donde ya en los tiempos de Nerón, es decir, treinta años después de la muerte de Jesús, existían grupos de cristianos. Los dos apóstoles que llegaron a Roma predicando el cristianismo fueron San Pablo y San Pedro, quien, según los Evangelios, fue el discípulo escogido por Jesús, que señaló su jerarquía sobre los demás apóstoles, diciéndole: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." (Mt. 16, 13)

Según cuenta la tradición, tanto San Pedro como San Pablo murieron en Roma, víctimas de la persecución de Nerón contra los cristianos.

Así fue como los apóstoles contribuyeron a extender el cristianismo por gran parte del imperio romano; pero el número de conversos a la nueva religión fue, en ese entonces, todavía muy pequeño. El cristianismo, en efecto, no logró propagarse entre los pobladores del campo, a quienes los romanos llamaban paganos. Como esa resistencia de los paganos a la aceptación del cristianismo se mantuvo mucho tiempo, la palabra pagano fue adquiriendo, paulatinamente, el significado de no cristiano, con que se ha transmitido hasta la actualidad.

Un siglo después de la desaparición de los apóstoles, existían todas las ciudades importantes del imperio comunidades cristianas que se denominaban iglesias, vocablo derivado del griego “ ekklesia”, que significa asamblea o reunión. La palabra iglesia adquirió una doble acepción. Significó, en un sentido estricto, la comunidad cristiana de un lugar determinado, como por ejemplo, la iglesia de Antioquia, de Alejandría o de Damasco. Pero, en un sentido más amplio, significó el conjunto de todas las comunidades cristianas, y así se habló de la Iglesia Cristiana.

Las Persecuciones:

Los romanos fueron tolerantes con los pueblos que conquistaron y los cuales les permitieron mantener y practicar sus creencias religiosas. Pero el cristianismo no tuvo esa misma tolerancia, sino que fue hostilizado y perseguido continuamente. La razón principal de esta hostilidad era que a los cristianos se les consideraba como malos ciudadanos, rebeldes y enemigos del imperio. De hecho, era así, los conversos de esta nueva religión afirmaban su creencia en un solo dios. Despreciaban a los dioses oficiales de Roma, y se rehusaban a adorar al espíritu guardián del emperador y quemar incienso en los altares de la diosa Roma, que se levantaba en todas las ciudades. Se decía, además, que los cristianos realizaban ritos inmorales y sangrientos, que adoraban un solo dios con cabeza de asno, y que, en estas misteriosas reuniones, sacrificaban niños, cuya sangre era bebida por los asistentes. Todas estas patrañas causaron que los cristianos fueran considerados como gente fuera de la ley, y “enemigos del género humano”, según les llamara al escritor romano Tácito. Así pues, como reacción contra ellos, se inició, desde los tiempos de Nerón, una serie de persecuciones que duraron mas de doscientos años y que tuvo su término en el siglo III.

Según los historiadores, hubo diez persecuciones. La primera de ellas fue la de Nerón, provocada por la acusación, de que se hizo objeto a los cristianos, de haber sido los incendiarios de Roma. Nerón, por su parte, tenía un especial odio contra estos personajes que no creían en las divinidades romanas, y es por esto que los torturaba y los echaba a pelear con fieras en los circos.

Después de Nerón, durante el gobierno de los Flavio y de los Antonio, a fines del siglo I y durante el siglo II, las persecuciones fueron de carácter intermitente y local y obedecieron, mas que nada, a denuncias formuladas por particulares contrarios a las doctrinas de Jesús. Durante el gobierno de Trajano se fijó, por primera vez, la situación legal de los cristianos, por una resolución imperial del año 112 que estableció: “no debe buscarse a los cristianos, pero si se les denuncia, y confiesan su condición de tales, deberán ser castigados; con todo, si ellos niegan la acusación y lo prueban con sus actos. En cuanto a las denuncias anónimas, no deben tomarse en cuenta”.

Durante el siglo III, como se ha establecido, los cristianos sufrieron reiteradas persecuciones, pero ninguna se comparó, en crueldad y tenacidad, con la promovida por Diocleciano. En tiempos de este emperador los cristianos eran todavía minoría en el imperio, pero su organización, su disciplina y su solidaridad hacía de ellos una poderosa masa de opinión. Diocleciano pretendió consolidar la unidad imperial eliminando de raíz al cristianismo, cuyas ideas impugnaban instituciones esenciales de la sociedad pagana, y cuya fuerza de resistencia lo convertía en un estado dentro del estado.

Finalmente en el año 311, el emperador Galerio ordeno cesar las sangrientas y crueles, pero ineficaces persecuciones.

El Edicto de Milán, el fin de las persecuciones:

El emperador Constantino continuó la obra de transformación del poder imperial iniciada por Diocleciano, complementando las reformas administrativas esbozadas por su antecesor. Pero si en materia política Constantino mantuvo el rumbo de Diocleciano, no sucedió lo mismo en materia religiosa: lejos de perseguir con saña al cristianismo, para eliminarlo, proclamó oficialmente, por el edicto de Milán (313), la tolerancia para la religión cristiana.

Desde el princi­pio de su reinado, Constantino varió fundamentalmente la política tradicional anticristiana del imperio romano. En efecto, al año apenas de ascender al trono, promulgó el edicto de Milán (313), por el cual se establecía la tolerancia para la religión cristiana.

El edicto de Milán estableció una amplía tolerancia religiosa expresada en los términos siguientes: "Hemos resuelto acordar a los cristianos y a todos los demás la libertad de practicar la religión que prefieran, a fin de que la divinidad que reside en el cielo, sea propicia y favorable, tanto a nosotros como a los que viven bajo nuestro dominio. Nos ha parecido un sistema muy bueno y muy razonable no rehusar a ninguno de nuestros súbditos, sea cristiano o pagano, el derecho de practicar la religión que mejor le convenga. De ese modo, la Divinidad suprema, que cada uno honrará libremente, podrá acordarnos su favor y su benevolencia acostumbrados. Es digno del siglo en que vivimos y conviene a la tranquilidad de que disfruta el imperio, que todos nuestros súbditos tengan la completa libertad de adorar al Dios de sus preferencias, y que ningún culto sea privado de los honores que se le deben." El Edicto agregaba luego que los cristianos disfrutarían de los mismos derechos y privilegios que los paganos, y que se les devolverían los bienes que se les habían confiscado durante las persecuciones.

El edicto de Milán señaló el comienzo de una política de constante protección hacia el cristianismo. Constantino le otorgó, poco a poco todas las ventajas de las que hasta entonces habían disfrutado los cultos oficiales del imperio. Eximió de impuestos a los sacerdotes cristianos, porque los paganos poseían ese privilegio, y ayudó a la construcción de numerosas iglesias, de igual modo que se había ayudado siempre a la erección de templos para honrar a los antiguos dioses. Otro de los actos de Constantino, concerniente a la nueva religión, presenta una particular importancia: fue el reconocimiento oficial del domingo, el día del Señor, como día de descanso obligatorio, generalizando, así, para todo el imperio, la práctica de honrar a Dios con un día de descanso, costumbre que antes había sido exclusivamente cristiana.

El reconocimiento, por el emperador, del descanso dominical, benefició especialmente a los esclavos, que hasta entonces trabajaban todos los días de la semana, sin excepción. La decidida protección de Constantino al cristianismo continuó manifestándose durante toda su vida. Sin embargo, Constantino continuó siendo pagano, y mantuvo el titulo de pontífice máximo que le confería la dirección suprema de todos los antiguos cultos tradicionales del imperio. Sólo en sus últimos momentos pareció haberse convertido al cristianismo, haciéndose bautizar.

Teodosio y el cristianismo como religión oficial del imperio romano:

Teodosio alcanzó el trono en medio de una terrible crisis, provoca­da por la invasión de las tribus visigodas que, después de penetrar pacíficamen­te en los Balcanes, se sublevaron, comprometiendo gravemente la estabilidad del imperio. Teodosio logró conjurar el peligro, y obligó a los visigodos a someterse.

El gobierno de Teodosio señaló el definitivo triunfo del cristianismo en el imperio romano. Desde Constantino hasta Teodosio, cristianismo y paganismo coexistieron oficialmente. Pero, con Teodosio, el paganismo fue definitivamen­te excluido, y el cristianismo se convirtió en la religión oficial, única y exclusiva del imperio romano. Al comienzo, los paganos fueron objeto de sistemáticos ataques, sus templos fueron derribados, las estatuas de sus dioses destruidas, sus ceremonias rituales prohibidas, condenándose con la confiscación de bienes y con la pena de muerte a todos los que no acataban las resoluciones imperiales contra el paganismo. Luego, en el año 394, los cultos paganos fueron oficial­mente abolidos, consagrándose así el triunfo definitivo del cristianismo. Posteriormente Teodosio proclama como religión oficial del imperio romano al cristianismo.

Conclusión

El cristianismo fue muy influyente en todo lo que fue el desarrollo político y religioso de Roma. Estuvo involucrado en los principales conflictos romanos entre los siglos I y III, y cada vez se fue convirtiendo mas gente al pasar los años.

Las persecuciones fueron ineficaces contra los cristianos, ya que no hicieron que este cesara ni que se disolviera. También es importante aclarar que hubieron muchos cristianos que negaron sus creencias y que a pesar de la cantidad de estos casos, el cristianismo perseveró.

Bibliografía

  • Breve Historia Universal - Ricardo Krebs

  • Historia Universal: Roma - Secco Ellauri y Baridon

  • www.artehistoria.com

  • www.aula24horas.cl

  • Cuaderno de Religión II medio

  • La Sagrada Biblia

  • Enciclopedia Monitor

Anexos

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Enviado por:Pablo García
Idioma: castellano
País: Chile

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