Ecología y Medio Ambiente


Contaminación acústica


CONTAMINACIÓN ACUSTICA

Los equipos de obra, el cortacésped y otras máquinas que operan al aire libre podrán ser retiradas del mercado por las comunidades autónomas cuando superen ciertos niveles de ruido establecidos en un real decreto que entra en vigor a partir de junio. Este real decreto, que regula las emisiones sonoras en el entorno debidas a determinadas máquinas de uso al aire libre, fue aprobado el pasado 22 de febrero y adapta al ordenamiento jurídico español una directiva europea de 2000 en esta materia. Con ello sé «persigue un objetivo de reducción progresiva del ruido», según informaron fuentes del Ministerio de Ciencia y Tecnología, artífice, junto a Medio Ambiente, de su desarrollo. En un primer período desde su aprobación hasta 2006, las máquinas deberán emitir en un intervalo entre los 83 y los 109 decibelios, equivalentes al sonido de un atasco y de un concierto en la calle, respectivamente, según datos facilitados por el Instituto de Acústica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). A partir de 2006 se exigirán niveles más reducidos, nunca superiores a los 106 decibelios que emite un martillo picador, de acuerdo con los mismos datos.

Las máquinas de obra no son la principal fuente de contaminación acústica en las ciudades, pues «se concentran en entornos muy puntuales» y generan un volumen de quejas menor que los «bares, discotecas y movida juvenil», indicó la investigadora en Psicología Ambiental del Instituto de Acústica del CSIC Isabel López Barrio. Sin embargo, las máquinas cortacésped y los aparatos de aire acondicionado, que no se incluyen en la normativa, han generado problemas en las «zonas residenciales apartadas» y en las «viviendas transformadas en oficina», según López Barrio.


Regulaciones fijas o variables
El real decreto establece regulaciones fijas para el cortacésped (96-105 decibelios en la primera fase y 94-103 en la segunda) y variables para las máquinas de obra. Entre ellas, las más ruidosas deberán limitar su volumen de emisión y su fabricante elegirá un organismo (público o privado) que las someterá a una serie de controles.

El ruido es un gran problema asociado con los aviones y sobre todo con el vuelo supersónico. El ruido de los motores de los aviones supersónicos es alto y más agudo que los subsónicos y constituyen una seria molestia para los trabajadores y vecinos de las comunidades próximas a los aeropuertos. Su mayor nivel de ruido se produce cuando la onda de choque originada por un vuelo supersónico impacta el suelo, generando un fragor en forma de explosión. Este efecto se conoce con el nombre de estampido sónico y puede romper los cristales de las ventanas de las casas en zonas muy alejadas del avión que los ha causado. Los investigadores y los fabricantes intentan reducir tanto el ruido de los motores como el estampido sónico, entre otras cosas porque les obliga las regulaciones de las autoridades aeronáuticas, que van desde prohibir el vuelo de aviones supersónicos sobre áreas pobladas, hasta establecer procedimientos, horarios y trayectorias especiales de despegue y aterrizaje, con el fin de reducir el impacto acústico de cualquier tipo de avión que opera en los aeropuertos. El ruido es una de las principales causas de preocupación entre la población de las ciudades, ya que incide en el nivel de calidad de vida y además puede provocar efectos nocivos sobre la salud, el comportamiento y actividades del hombre, y provoca efectos psicológicos y sociales. El incremento de los niveles de ruido ha crecido de forma desproporcionada en las últimas décadas y sólo en España se calcula que al menos 9 millones de personas soportan niveles medios de 65 decibelios (db), siendo el segundo país, detrás de Japón, con mayor índice de población expuesta a altos niveles de contaminación acústica.

Según la O.C.D.E.- Organización para la Economía, Cooperación y Desarrollo- 130 millones de personas, se encuentran con nivel sonoro superior a 65 db, el límite aceptado por la O.M.S. y otros 300 millones residen en zonas de incomodidad acústica, es decir entre 55 y 65 db. Por debajo de 45 db no se perciben molestias. Con sonidos de 55 db, un 10% de la población se ve afectada y con 85 db todos los seres humanos se sienten alterados.
Las principales fuentes de contaminación acústica en la sociedad actual provienen de los vehículos de motor, que se calculan en casi un 80%; el 10% corresponde a las industrias; el 6% a ferrocarriles y el 4% a bares, locales públicos, pubs, talleres industriales, etcétera. Desde hace pocos años el fenómeno conocido como "movida" juvenil provoca, en diversas zonas de las grandes ciudades, graves problemas entre los habitantes de esos espacios residenciales, que han de soportar contaminación acústica procedente de vehículos, aparatos de música y las emisiones sonoras de los participantes en la "movida".

El actual parque automovilístico de España, con más de 16 millones de vehículos, genera continuamente un ruido especialmente intenso, ya que sólo como consecuencia del roce de neumáticos con la calzada se produce sonidos que, acumulados, resultan contaminantes. La construcción de autovías o circunvalaciones cercanas a diferentes núcleos de población han multiplicado el efecto del trafico rodado y el sonido que genera. Hay zonas

Especialmente afectadas por estar construidas cerca de vías de ferrocarril o aeropuertos. Sin llegar a esos niveles, que pueden ser extremos, en general se sufre una multiexposición fuera del hábitat doméstico y dentro de la vivienda y el trabajo, que incide sobre la salud personal dependiendo del tiempo que se sufre y la sensibilización especial que pueda tener cada individuo.

* Efectos sobre la salud

Es similar al asociado al miedo y la tensión, con un aumento de pulsaciones, modificación del ritmo respiratorio, tensión muscular, presión arterial, resistencia de la piel, agudeza de visión y vasoconstricción periférica. Estos efectos no son permanentes, desaparecen al cesar el ruido, aunque pueden presentar estados de nerviosismo asociados y no hay constancia de que puedan afectar a la salud mental. La pérdida de audición inducida por el ruido es irreversible por la incapacidad de regeneración de las células ciliares de la audición. La sordera podría aparecer en casos de soportar niveles superiores a 90 db y de forma continuada. Además, el ruido puede causar efectos sobre el sistema cardiovascular, con alteraciones del ritmo cardíaco, riesgo coronario, hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos de carácter neurovegetativo. Sobre las glándulas endocrinas, con alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina. En el aparato digestivo puede generar un incremento de la enfermedad

gastroduodenal por dificultar el descanso. En general puede ser negativo para otras afecciones, por incremento inductor de estrés, aumento de alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas, dificultades de observación, concentración, rendimiento y facilita los accidentes.

Los expertos indican que la mejor solución contra este modo de contaminación sería incorporar un estudio de niveles acústicos a la planificación urbanística, con el fin de crear "islas sonoras" o insonorizar los edificios próximos a los "puntos negros" de ruido, pero ello conlleva un coste elevadísimo. Es más eficaz adoptar medidas preventivas, ya que, económica y socialmente, son más rentables. Hay que potenciar campañas de educación medio ambiental, para que todos contribuyan y exijan la disminución de los niveles de ruido.

En cuanto a los niveles racionales, las cifras medias de las legislaciones europeas, marcan como límite aceptable 65 db durante el día y 55 db durante la noche, ya que la capacidad auditiva se deteriora en la banda comprendida entre 75 db y 125 db y pasa a un nivel doloroso, cuando se superan los 125 db, El umbral de dolor llega a los 140 db.

Granada ocupa el primer puesto en la lista de las ciudades más ruidosas de España. La realidad del ruido en la ciudad, medido por IDEAL a lo largo de toda una jornada con la ayuda de instrumentos de medición sonora de la Asociación Granada contra el Ruido, no deja lugar a la duda. De forma casi generalizada se superan en 15 decibelios los máximos permitidos por la ordenanza municipal que regula las emisiones acústicas en el casco urbano, lo que supone unos niveles que pueden provocar serios problemas a la salud de los ciudadanos. Motos, autobuses urbanos, martilleos de obras, gritos y el paso sobre adoquines de los vehículos son las emisiones que han registrado valores más altos.

La ciudad está en silencio. El centro de Granada, Puerta Real, parece tranquilo. Los ciudadanos afirman disfrutar de una mañana de paz y sosiego. Son las 11 horas del viernes 9 de febrero. El sonómetro, perfectamente calibrado, marca un nivel de 62 decibelios, sólo 8 menos que el máximo ruido permitido por la ordenanza municipal aprobada recientemente. «Estamos tan acostumbrados a la contaminación acústica de la ciudad que 62 decibelios, que está muy por encima de lo que se consideraría tranquilidad, de 20 a 30, nos parece una gloria para los sentidos», afirma Francisco Morales, presidente de la Asociación Granada contra el ruido que, sonómetro en mano, ha medido las emisiones acústicas de la ciudad.
La aparente tranquilidad dura poco tiempo. Al abrirse el semáforo de Puerta Real, la pantalla del sonómetro sube a 85 decibelios, 15 más que el máximo permitido. No ha pasado ningún vehículo preparado para destrozar tímpanos, sólo han iniciado la marcha, un coche, un autobús y una moto. El paso de los coches por ese punto, una vez iniciada la marcha, hace bajar las medidas a 78 decibelios, 8 más de los permitidos. Sólo un autobús urbano lanza la medida hasta 82 (el límite máximo es 70) El sonido ambiente del centro de Granada oscila entre 63 y 72, aún sobrepasa en 2 puntos el nivel máximo.
Muy cerca, en la calle Párraga, albañiles trabajan para adoquinar la calle, martillean de forma suave. De 55 decibelios (sin martillo) pasa a 70 (el máximo) en cada golpe. Los percutores para la apertura de zanjas ubicados en la calle Paz, superaron los 103 decibelios (a 140 el tímpano estalla).
El adoquinado del centro es una de las causas que ha llevado a Granada al primer puesto de las ciudades ruidosas. El paso de vehículos en la calle Alhóndiga supera con creces los límites, un camión de reparto dispara el sonómetro a 84, supera en 14 el máximo permitido, una furgoneta se sitúa en 81 y una moto no alterada en 75. «Estamos junto a un hotel, el paso intermitente de emisiones acústicas de este tipo puede romper los nervios a cualquiera», afirma Francisco Morales, mientras que pasa una moto de reparto de pizzas y el equipo de medición se dispara: 92 decibelios a pesar de ser un vehículo que, teóricamente representa a una empresa y puede ser perfectamente controlado.
Alhamar y Ronda
La calle Alhamar, a pesar de ser una zona comercial, está muy habitada. Sus niveles sonoros normales, sin coches, se sitúan entre 62 y 68. Sólo faltan dos puntos para el máximo, pero no hay que esperar demasiado para que al paso de una moto normal el nivel suba hasta 76. El paso de coches y gentes mantiene el sonómetro muy cerca del máximo. Los operarios que trabajan en la instalación de cables subterráneos no usan hoy sus martillos percutores.
El Camino de Ronda puede considerarse la vía más contaminada de la ciudad. Además de los humos de los coches, el ruido es impresionante. «Yo me tengo que poner una radio con música para poder estar aquí y que tape el sonido de la calle», afirma la vendedora de un quiosco de la ONCE. El paso de un autobús urbano junto al cruce de Recogidas marca la segunda medición más alta, 97 decibelios, 27 más de lo permitido. El claxon de un coche, es la primera, 99 puntos. La totalidad del Camino de Ronda, en el paso normal de vehículos supera también en 4 el valor máximo legal.

24 infracciones
Durante 15 minutos de la tarde del viernes se midieron el paso de 63 motos. De ellas 24 rebasaron con creces el máximo permitido. La mitad de ellas lo superaron en más de 10 decibelios.

Policías impasibles
Mientras se realizaban las mediciones, tanto por la mañana como por la tarde, algunas emisiones presuntamente ilegales se produjeron junto a agentes de la Policía Local. En ningún momento hubo actuación alguna por parte de los guardias. Afirmaron que no era esa la misión que se les tenía encomendada. Tras la puesta en marcha de la ordenanza sólo se ha realizado un control puntual contra los ruidos.

Niveles de ruidos
Vespa de la Policía Local: El paso de una moto policial por la calle Recogidas, sin activar la sirena, produce un sonido que sobrepasa en 13 puntos los máximos de ruido general para la zona que permite la ordenanza municipal.

El patio del colegio: El sonido más alto registrado durante la mañana del pasado viernes fue el provocado por el griterío de los escolares de un colegio público del centro de la ciudad. Llegó a 109 decibelios, 39 más del máximo permitido.

El camión del tapicero: A pesar de estar totalmente prohibido, algunos vendedores ambulantes utilizan altavoces en sus vehículos como reclamo publicitario. El camión del tapicero, por la calle Alhamar, lanza el sonómetro a 11 puntos más de los autorizados.

Calle peatonal: La calle Mesones podría ser de las más tranquilas por la inexistencia de coches. Nada más lejos de la realidad. Su nivel de ruedo oscila entre 62 y 64, le falta muy poco para la ilegalidad.

Teléfono móvil: El timbre de un móvil junto a nosotros, en una calle de Granada también podría considerarse ilegal, ya que supera en 3 el nivel de la ordenanza.

Cafetería: El interior de una cafetería a media mañana, con una ocupación media de clientes, produce sonidos que oscilan entre lo legal y lo ilegal (entre 67 y 73) aunque no existe normativa que regule las emisiones acústicas en el interior de establecimientos.




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Enviado por:Saruki
Idioma: castellano
País: España

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