Política y Administración Pública
Comunismo en Cuba
Comunismo en Cuba
En este trabajo voy a intentar conseguir dejar en claro la definición, las raíces y las razones del comunismo. Agregaré además un paneo general sobre el marxismo, Lenin y Stalin. El trabajo también trata de una manera muy general sobre el marxismo, Lenin y Stalin. Abarcaré a la vez los derechos humanos en Cuba y como influye todo esto en Cuba ante un líder revolucionario como Fidel Castro
Tanto la antigüedad clásica como la edad media ofrecieron ejemplos de grupos humanos, nunca numerosos, que intentaron vivir, y en ocasiones lo consiguieron, en sociedades con comunidad de bienes. Sin embargo, la aparición del comunismo en cuanto a doctrina y movimiento político coherente y organizado tendría lugar en el siglo XIX, como reacción ante las contradicciones por la revolución industrial y el consiguiente auge del capitalismo.
Concepto:
En el diccionario la definición de comunismo es la siguiente: sistema político, social y económico basado en el materialismo histórico, que aboga por la supresión de la propiedad privada, establece la comunidad de los bienes y confiere al Estado el control y la distribución de estos.
El moderno concepto de comunismo fue elaborado por Karl Marx. Marx considera al comunismo como la fase superior en la evolución histórica de las sociedades humanas.
La sociedad comunista sería una sociedad altamente organizada, de trabajadores libres y conscientes, que poseerían colectivamente los medios de producción. Su advenimiento llevaría consigo la desaparición del estado.
El libre desenvolvimiento de cada uno constituiría la condición del libre desarrollo de todos y, por consiguiente, se harían realidad las relaciones armónicas entre el individuo y la sociedad.
Antecedentes históricos:
El comunismo se encuentra, según Karl Marx -quien se basó en este punto en la investigaciones antropológicas de su tiempo-, en la comunidad tribal, en la que el tipo de propiedad imperante es la colectiva, y el trabajo no persigue la producción excedentaria, sino la estricta subsistencia de la comunidad y de sus miembros. La organización social, muy simple, se fundamenta en la familia y apenas existe jerarquización.
Antigüedad:
En el plano teórico y como antecedente de algunas de las ideas comunistas es usual citar la República y Las leyes del filósofo griego Platón. Este no se conformó con propugnar la comunidad de la propiedad, sino que exigió también que los hijos y las mujeres fueran comunes para todos los ciudadanos. Sin embargo, la doctrina platónica poseía un claro carácter elitista, ya que establecía clases rígidas estructuradas, postulaba el gobierno «de los sabios» y perpetuaba la esclavitud.
El comunismo como necesidad histórica:
El manifiesto comunista. Con la aparición en 1848 del Manifest der Kommunistischen Partet ( Manifiesto del partido comunista), escrito por Karl Marx y Friedrich Engels, el socialismo utópico se vio rebasado.
El manifiesto constituyó el primer documento programático del denominado socialismo científico. Redactado por Marx y Engels como plataforma reivindicativa de la Liga de los Comunistas, exponía leyes del desarrollo social y afirmaba que la historia de la sociedad era la historia de la lucha de clases. Marx y Engels consideraron que tal procese culminaría con el desmoronamiento del capitalismo y la aparición de una sociedad sin clases: el comunismo. El proletariado tendría la misión histórica de ser el transformador revolucionario de la vieja sociedad y el portador de los intereses de todos los trabajadores.
Fases del comunismo:
En la Crítica al programa de Gotha (1875), Marx consideró que, entre el fin de la sociedad capitalista y la culminación de la revolución proletaria con e advenimiento de la sociedad comunista, se extendería un largo período de transición que él denominó sociedad socialista.
Establecidas las condiciones políticas (dictadura del proletariado) y económicas (socialización de los medios de producción), sobrevirían, sin embargo, en la sociedad socialista elementos fundamentales de la vieja sociedad: relaciones económicas, sociales, jurídicas, intelectuales, etc. Por otra parte, en esta primera fase del comunismo no desaparecería todavía la oposición entre trabajo intelectual y manual, y el insuficiente grado de desarrollo económico y espiritual haría aún necesaria la distribución de los productos de consumo según la cantidad y calidad del trabajo, así como el mantenimiento de las relaciones monetario mercantiles en la sociedad.
Cumplido el período de transición socialista, se instauraría ya la sociedad comunista, etapa superior en la que se haría realidad la propiedad colectiva plena sobre todos los medios de producción y desaparecerían definitivamente cualquier diferenciación entre clases, entre la ciudad y el campo y entre trabajo intelectual y el trabajo manual. El trabajo ya no sería un medio de supervivencia sino una necesidad vital y las fuerzas productivas alcanzarían su más alto desarrollo. Con la desaparición de las clases desaparecerían también el estado y, en palabras de Marx, al gobierno de los hombres sucedería la administración de las cosas. Entonces, el orden jurídico burgués sería definitivamente superado y la sociedad podría «escribir sobre sus banderas: de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades».
Implantación y desarrollo de los partidos comunistas:
Con anterioridad a la revolución rusa ningún partido que propugnara la transformación revolucionaria de la sociedad -se reclamara o no las teorías marxistas- se denominó a sí mismo comunistas. Socialistas o socialdemócrata eran las apelaciones más comunes. No sería hasta 1917 cuando Lenin, con el fin de subrayar la ruptura con los partidos socialistas que habrían apoyado la política belicista de sus respectivos gobiernos en la primera guerra mundial, adoptó para su partido la denominación de comunista.
La aparición de partidos de ideología comunista se remonta, sin embargo, a la mitad del siglo XIX. Ya en 1864 se fundó, por iniciativa de Marx, la Primera Internacional, cuyo propósito era la coordinación de los distintos movimientos revolucionarios y la consecución del estado comunista. La escisión anarquista y el auge de la social democracia alemana, con la fundación del Partido Social Democrático en 1875, condujeron a la ruina a la Primera Internacional, fundada en 1889, se vio pronto dividida en dos grandes tendencias: la facción moderada de los socialdemócratas defendía en la práctica una evolución pacífica hacia el socialismo mediante el empleo de los cauces parlamentarios; los radicales, que darían origen a los partidos comunistas, estaban dirigidos por Lenin -los radicales, que darían origen a los partidos comunistas, estaban dirigidos por Lenin- cuyos puntos de vista compartía el ala radical de la socialdemocracia y postulaban la necesidad de la revolución y el establecimiento de la dictadura del proletariado.
El que sería el Partido Comunista de la Unión Soviética surgió del sector que Lenin encabezaba en el Partido Comunista de la Unión Soviética surgió del sector que Lenin encabezaba en el Partido Obrero Social Democrático de Rusia. Conocido como bolcheviques (mayoritarios) desde que en 1903 se hicieron con su control, los partidarios de Lenin abandonaron, en 1912, el partido, que quedó bajo el control de los mencheviques (minoritarios), cercanos en sus planteamientos a los socialdemocracia moderada. Tras el estallido de la revolución y la toma del poder político por los bolcheviques (que, a pesar de su denominación, habían tenido hasta entonces una presencia minoritaria en el movimiento revolucionario), éstos se dieron el nombre de Partido Comunistas de Todas la Rusias y, en 1925, el de Partido Comunista de la Unión (al crearse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Finalmente, en 1952 se adoptó la denominación de Partido Comunista de la Unión Soviética. Desde el triunfo de la revolución, la historia de este partido se identificó con la del propio país.
En 1919 se fundaba por Lenin la Tercera Internacional, que tomó el nombre de Internacional Comunista (Komintern). Los partidos que se unieron a ella adoptaron explícitamente la denominación de comunistas y asumieron entre sus fines principales la defensa de la Unión Soviética, «patria del socialismo». La Tercera Internacional fue disuelta en 1943 y reemplazada, en 1947, por la Oficina de Información Comunista (Kominform), desaparecida, a su vez, en 1956.
Tras la segunda guerra mundial, que trajo consigo la toma del poder por los partidos comunistas en los países de la Europa oriental y en China, pronto comenzaron a surgir las primeras diferencias en un movimiento que había sido hasta entonces monolítico. En 1948, Yugoslavia se distanció de la Unión Soviética, y a partir de 1956 se inició un progresivo alejamiento entre chinos y soviéticos, alejamiento que supuso un golpe definitivo a la tradicional unidad de los partidos comunistas. La Unión Soviética intervino militarmente en Hungría ese mismo año y en Checoslovaquia en 1968 para reprimir los intentos de esos países de desarrollar un modelo comunista autónomo. En Iberoamérica, el Partido Comunista de Cuba, que desde 1965 integró en él al resto de las organizaciones políticas de la revolución, mantuvo una línea afín a la Unión Soviética.
Rota la hegemonía del partido comunista soviético, surgieron nuevas vías teóricas y políticas en el movimiento comunista, entre ellas el eurocomunismo, que afirmaba la posibilidad de alcanzar la sociedad comunista dentro de un marco democrático y fue asumido por los partidos comunistas de Italia, Francia, España y Japón, entre otros.
La instauración simultánea del comunismo en el ámbito mundial prevista por Marx no llegó ciertamente a producirse. Sin embargo, de la importancia del movimiento da idea el hecho de que, a finales del siglo XX, un tercio de la humanidad viviera bajo regímenes políticos inspirados en esa doctrina.
El Marxismo
En 1847 ya es evidente su avance hacia la acción revolucionaria. Se afilia a la Liga de los Justos y propone que cambie su nombre por liga de los Comunistas. Esta asociación le encomienda que en colaboración con Engels redacte el Manifiesto del Partido Comunista. En estos años culmina su evolución intelectual.
El Manifiesto Comunista de 1848 constituye la Carta Magna de toda la actividad revolucionaria cumplida desde entonces bajo la inspiración de Carlos Marx. El documento comienza expresando que un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Y agrega que todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot los radicales franceses y los polizontes alemanes.
Cuba
Nombre Oficial: República de Cuba
Extensión: 110.922 km2
Capital: Habana
Lengua oficial: Español
Moneda: Peso
Forma de Gobierno: República socialista unitaria con una cámara legislativa
Religión: Católica
Cuba fue divisada por Colón en su primer viaje a las Indias, el 27 de octubre de 1492. La bautizó con el nombre de Juana, en honor a doña Juana la Loca, aunque posteriormente adoptó la versión castellana de los topónimos indígenas Coabaí o Cubanacán, que designaba respectivamente a la isla y a una aldea interior. En 1511, Diego Velázquez fundó el primer asentamiento en Baracoa, con unos 300 españoles.
Inicialmente la isla se dividió en siete municipios, cada uno de ellos dotado de su propio cabildo, desde el que se trataban los asuntos legales y administrativos. Desde 1515, los cabildos se organizaron con la intención de defender los intereses coloniales frente a las autoridades reales. Además, se fundó en Baracoa un obispado soburdinado directamente a Santo Domingo, que en 1518 se trasladó a Santiago de Cuba.
En las primeras décadas de la colonización, la explotación de los placeres auríferos se reveló poco rentable y contribuyó a diezmar a la población indígena que trabajaba obligatoriamente en los mismos. Desde muy pronto, la isla se convirtió en punto de escala y aprovisionamiento de las numerosas exploraciones que los españoles realizaron a la península de Yucatán, la Florida y la costa del golfo de México, en busca de mayores cantidades de matales preciosos.
Las dificultades a las que tuvieron que hacer frente los colonos españoles fueron las epidemias, los huracanes y los ataques de piratas y navegantes de otros países europeos que trataban de establecer sus propios asentamientos en la isla, con la intención de obtener puertos francos para su comercio. Hacia 1700, un período de calma y prosperidad permitió que la población creciera hasta alcanzar los cincuenta mil individuos. La organización de la flota española comunicaba regularmente casi toda la América hispana con la metrópoli a través de Cuba, lo que aumentó la importancia comercial y estratégica de la isla.
A lo largo del siglo XVIII se intensificó el desarrollo agrícola, que dependió cada vez más de las plantaciones de caña de azúcar y de los esclavos capturados en África. La Compañía de la Habana se fundó en 1740 con el propósito de impulsar este desarrollo, así como de suministrar los esclavos necesarios y agilizar el comercio. Como consecuencia del fracaso de la compañía y de una ocupación inglesa de la Habana durante varios meses en 1762, los ministros de Carlos III emprendieron una serie de reformas destinadas a impulsar la zafra y a centralizar el aparato burocrático.
Cuba fue uno de los pocos territorios hispanos de América que permanecieron fieles a España tras la invasión francesa de la península ibérica. En 1821 surgió un movimiento independentista, pero sus instigadores, entre los que figuraba el poeta José María Heredia, fueron apresados y castigados.
El mantenimiento del comercio de esclavos en la isla ocasionó dificultades diplomáticas en las relaciones entre el Reino Unido y España, que habían acordado terminar con el comercio en 1820. Aunque el comercio de esclavos terminó en 1865, la esclavitud no se abolió hasta 1886. A partir de entonces llegaron a la isla numerosos mexicanos (de Yucatán), indios y chinos con contratos laborales de varios años de duración.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la industria azucarera cubana se convirtió en la más moderna del mundo, llegando a producir por sí sola la más de un tercio de todo el azúcar mundial. Sin embargo, la extensión desproporcionada de las plantaciones dedicadas a este cultivo provocó la irreversible deforestación de extensas zonas de la isla.
El proceso independentista:
La prosperidad agrícola de Cuba atrajo el interés de los estadounidenses por la isla, especialmente en los estados esclavistas del sur, llegando a realizar varias ofertas económicas al gobierno español para que éste cediera su soberanía.
El fracaso de las reformas económicas y políticas en la isla y el incremento de los impuestos favoreció el descontento de los criollos ricos contra la administración española, que perjudicaba sus intereses comerciales. el 10 de octubre de 1868 estalló la primera guerra de la independencia cubana con el grito de Yara, protagonizado por Carlos Manuel de Céspedes. La guerra, llamada de los diez años, se centró principalmente en la región oriental, donde las crueldades del ejército español provocaron el apoyo de la población a los insurrectos. Céspedes fue el primer presidente de la «república en armas», cuyos representantes redactaron una constitución y recibieron el reconocimiento de varios gobiernos latinoamericanos. La superioridad de las fuerzas españolas y la promesa de reformas por parte del general Arsenio Martínez Campos debilitaron el movimiento y, en febrero de 1878, concluyó la guerra con la firma de la paz del Zanjón. Muchos cubanos, entre los que se encontraba el líder nacionalista Antonio Maceo, se negaron a aceptar las condiciones ofrecidas y continuaron la lucha.
La situación económica y social empeoró, mientras se incrementaban las inversiones y las actividades comerciales en la isla. Varias organizaciones políticas activistas en el exilio, coordinadas por el poeta José Martí, organizaban la propaganda en la población nativa como en diversas potencias extranjeras.
La guerra estalló de nuevo el 24 de febrero de 1895, con el grito de Baire, y se extendió rápidamente por toda la isla. Murieron muchos civiles y se destruyeron pueblos y ciudades. Con el pretexto de una inexplicada explosión en el acorazado estadounidense «Maine», atracado en el puerto de la Habana, los estados Unidos declararon la guerra a España el 25 de abril de 1898. La armada estadounidense obtuvo una rápida victoria y el gobierno español se vio obligado a firmar un protocolo de paz en Washington, en agosto de ese mismo año. Por el tratado de París, firmado el 10 de diciembre, España cedió a los Estados Unidos los territorios de Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas.
La ocupación estadounidense de Cuba se prolongó desde el 1 de enero de 1899 hasta el 20 de mayo de 1902, período durante el cual los gobernadores generales John Brooke y Leonar Wood intentaron adaptar la isla a los sistemas económicos, educativos y culturales predominantes en ese momento en los Estados Unidos. En 1901 se promulgó una constitución republicana, a la que los estadounidenses hicieron agregar la Enmienda Platt, por la que se reservaban el derecho de intervenir en la isla en determinadas circunstancias y de supervisar sus tratados internacionales, así como su política económica y de asuntos internos. Además, la nueva República de Cuba cedió a los Estados Unidos las bases navales de Bahía Honda (devuelta en 1913) y Guantánamo.
Las primeras décadas políticas de la República de Cuba:
La administración republicana comenzó el 20 de mayo de 1902, con el gobierno del Presidente Tomás Estrada Palma, primer presidente de Cuba independiente, quien se destaco por su honradez y su permanente interés en la educación pública. Este presidente intentó permanecer en el poder tras las elecciones de 1906, lo que dio lugar a la segunda ocupación de la isla por parte de Estados Unidos. El administrador americano, Charles Magoon, introdujo la corrupción y cedió el poder de la isla en 1909 al liberal José Miguel Gómez. Fue a partir de ese momento que la economía cubana creció espectacularmente, a raíz de que los precios internacionales de la azúcar se elevaban notablemente.
La administración de Gómez se caracterizo por un enorme grado de corrupción, desarrollando políticas económicas que ayudaron a determinadas clases sociales, perjudicando a las más bajas. Es por ello que ya en eses momento, los negros dirigidos por Evaristo Estenoz y Pedro Ivonet comenzaron una lucha de protestas por esa situación. En 1912 hubo sublevaciones sociales y las tropas gubernamentales pusieron fin a las mismas, con el saldo de más de tres mil muertos.
Desde 1913 hasta 1940 los diferentes gobiernos de la isla, se fueron sucediendo con largas y continuos enfrentamientos de los políticos por el poder.
Ya en 1940 el presidente Fulgensio Batista gana la presidencia para el período 1940-1944.
Desde allí hasta el 52 hubo dos períodos de gobiernos democráticos, pero el último, teniendo como titular a Carlos Prío Socarras fue derribado por un golpe militar encabezado por Batista, quien se mantuvo en el poder hasta 1958.
Durante este período la economía de Cuba fue una de las más fuertes de Latinoamérica, pero de la mano de Batista, quien controlaba en forma inequitativa el gobierno, la distribución de riquezas no era pareja.
Este malestar a determinado nivel de la sociedad cubana, produjo y permitió la entrada en escena del entonces joven abogado Fidel Castro, quien el 31 de diciembre de 1958, mediante un acto de guerrilla revolucionaria ( Sierra Maestra ), derrocó a Batista y tomó el poder.
Por “comunismo” se entiende la doctrina marxista
Hay cuatro posibles formas del comunismo que a menudo se confunden. Pueden distinguirse en la siguiente forma:
Comunismo antiguo y primitivo: propiedad común de todos los artículos y servicios dentro de una comunidad en particular, cuyos miembros organizan su trabajo para el bien común. En este caso, se trata de comunismo como forma de vida. Análogamente a una familia. Esto es muy factible en unidades simples y pequeñas, unidas por fines o ideales comunes.
Comunismo utópico: la propiedad común propiciada en una mayor escala, como armazón de un estado ideal. En este caso los ejemplos no son reales, sino completamente especulativos. Incluyen los conceptos o construcciones filosóficos de trabajos tales como la “Utopía” de Tomás Moro y la “República” de Platón, aunque este último limitaba su comunismo a la clase rectora imaginaria de los Guardianes. Es este un comunismo como ideal político, esencialmente ético en su caracter, inadecuado para la economía actual, y nunca alcanzado en ningún estado moderno.
Comunismo moderno: la propiedad común (generalmente propiedad del Estado) e los medios de producción, distribución e intercambio, compartiendo todas las demás mercaderías según las necesidades de los trabajadores. La idea es moderna en el sentido de que es un producto de la Revolución Industrial. Por consiguiente, depende de la moderna distinción del economista. Al igual que el comunismo utópico, éste nunca ha sido logrado; pero, a diferencia de aquél, es muy adecuado para las condiciones existentes, y sus principales consecuencias son tanto sociales y económicas como políticas y éticas.
Comunismo marxista-leninista: la doctrina del Partido Comunista que acepta los objetivos del comunismo moderno y sostiene, además, que estos forman el objetivo predestinado de la historia humana.
Todos los comunistas marxistas creen en el comunismo moderno, aunque no todos los comunistas modernos son necesariamente marxistas.
Pero, para todos los fines prácticos, el marxismo se ha apoderado del movimiento comunistas actual.
Lenin y Stalin han sostenido que el socialismo es simplemente un “estado transitorio” entre el capitalismo y el comunismo, dando ha entender que no hay ninguna diferencia real entre los objetivos socialistas y comunistas. Según esto, los fines son los mismos, aunque los medios puedan diferir.
Por consiguiente, el socialista rechaza al menos dos principios importantes de la doctrina comunista:
a) Dictadura del proletariado durante la “etapa transitoria”.
b) Eliminación del Estado (y por consiguiente de la democracia política) de la sociedad sin clases.
Y en todo caso, los socialistas no aceptan el estribillo comunista: “De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”.
Sin embargo, la distinción fundamental se refiere a los fines y los medios. Los comunistas, carentes de ética, sostienen que el fin justifica los medios y que los juicios morales acerca de los medios son por lo tanto improcedentes.
La vasta mayoría de los socialistas creen que los fines y los medios deben ser juzgados según las mismas normas morales, que la reforma gradual es preferible a la revolución violenta, y que ningún bien puede provenir de algo malo.
¿Por qué discutir la teoría comunista cuando es la práctica comunista la que representa una amenaza? ¿Por qué preocuparnos de los pros y contras del materialismo dialéctico cuando la verdadera amenaza es política, económica y estratégica? Para estas preguntas, que surgen naturalmente, hay tres respuestas:
1- Lenin mismo ha dicho que “sin una teoría revolucionaria no puede haber acción revolucionaria”, y que “el marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción”. De hecho, el marxismo se ha convertido en dogma; pero su papel como guía entre los comunistas es sumamente fuerte. Es completamente imposible comprender los objetivos y líneas de conducta comunistas sin tener un conocimiento de la teoría comunista.
2- Es un error suponer que la amenaza no es teorética en absoluto. La guerra fría es no sólo una prueba práctica de fuerza, sino también una lucha ideológica por las mentes de los hombres. En esa lucha, el oponente del marxismo debe esforzarse por igualar el arsenal teórico marxista, que por cierto es formidable. Especialmente en los países no comprometidos con nadie, una gran ventaja del comunismo es su atractivo filosófico para ciertos sectores de la intelectualidad. Desde allí llega hasta las masas. Por lo tanto, el valor de la refutación teórica debe ser evidente por sí mismo.
3- Como movimiento político, el comunismo es único en su amplitud. Es un cuerpo completo de doctrina, que alega proporcionar “todas las respuestas” porque está equipado con su propia teoría política, económica, sociológica y filosófica de la historia. En una era científica de duda y ansiedad, ofrece un sustituto materialista para la religión -una seguridad de la salvación final de la humanidad, basada en “la sola explicación científica de la realidad”. Todo esto, por supuesto, es teoría. Aun así, es la causa indudable del ímpetu y entusiasmo de los comunistas, su optimismo y seguridad. Toda refutación de gran alcance a esta teoría asestara ciertamente un golpe terrible a su moral.
La Revolución:
Fidel Castro se hizo con el control de la isla el 1 de marzo de 1959. “Pudimos alcanzar la victoria porque reunimos a los cubanos de todas las clases y de todos los sectores alrededor de una misma aspiración”, dijo Fidel y añadió “La revolución cubana, la más pura y la más generosa”. “Dije de una manera clara y definitiva que no somos comunistas... Están abiertas las puertas para las inversiones privadas que contribuyan al desarrollo de la industria en Cuba... es absolutamente imposible que progresemos si no nos entendemos con los Estados Unidos”. “Los Estados Unidos pueden ayudarnos tratándonos con justicia en el plano económico y mostrándose comprensivos con nosotros”. Los proyectos de su Movimiento 26 de julio estaban poco definidos, esta rebelión iba hacia la búsqueda de tres objetivos: libertad, una vida mejor y la independencia nacional, y, aunque contaban con gran apoyo del país, la experiencia política de sus líderes era escasa. Los contrarrevolucionarios se manifiestan. En agosto de 1959 detienen a muchos. El 25 de septiembre Raúl Roa, en las Naciones Unidas, subraya la independencia de Cuba al condenar en conjunto las intervenciones de los Estados Unidos y de la U.R.S.S. de Francia y China “en Guatemala, en Hungría, en Argelia y en el Tiber... No aceptamos que se nos obligue a escoger entre la solución comunista y la solución capitalista... Cuba se gobierna en nombre del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. El 25 de noviembre todos los ministerios claves están en manos de los rebeldes; Raúl en el Ejército, el “Che”, en el Banco Nacional. El endurecimiento no dejará de acelerarse a lo largo de 1960. La prensa de oposición desaparece, los colaboradores pierden sus bienes, las refinerías americanas se niegan a tratar el petróleo bruto soviético, más barato después de la visita de Mikojan a La Habana; su nacionalización implica la supresión de la cuota azucarera que los Estados Unidos compraban a precio preferencial. Los Estados en 1960 apartaron la mano tendida y aceleraron el “endurecimiento” del socialismo cubano, obligándolo de alguna manera a acrecentar sus relaciones económicas con el campo socialista y, por lo tanto, a buscar su apoyo político.
En 1961 las organizaciones revolucionarias se fusionaron en el Partido Comunista de Cuba. Durante estos años la organización del estado se configuró según el modelo soviético, lo que significó el nacimiento del primer régimen socialista de América.
Tras un primer período de confusión, el objetivo definido del régimen fue la abolición del capitalismo, eliminando cualquier elemento social, civil o militar que permaneciera fiel a postulados o instituciones previas a la revolución.
Según la Constitución de 1940 su Gobierno es democrático, elegido libremente por el pueblo mediante sufragio universal, directo y secreto. Aunque conseguida la independencia del poder colonial español en 1898 con la ayuda norteamericana, Cuba no se convirtió en estado independiente y soberano hasta el 20 de mayo de 1902. La Constitución de 1940 fue abolida el 7 de febrero de 1959 en virtud de una Ley Fundamental del gobierno revolucionario de Fidel Castro. Los poderes antes detentados por el Parlamento se han delegado en el Consejo de Ministros nombrado por el presidente. La participación del pueblo en la vida política se hace por referéndum o a través del partido único y los sindicatos reunidos. El poder ejecutivo reside en el presidente de la República, asistido por un Consejo de ministros. El presidente designa a sus ministros y otras facultades son: sancionar y promulgar las leyes votadas por el Congreso, ejecutarlas y hacerlas cumplir, convocar o suspender las sesiones del Congreso, presentar el proyecto de presupuesto nacional a la Cámara, celebrar tratados con otras naciones, disponer de las fuerzas armadas, promover la defensa del territorio nacional, conservar el orden interior, y ejercer las demás atribuciones que le otorgan la Constitución y las leyes. El poder judicial, a través del Tribunal Supremo de Justicia, tiene como funciones propias, además de la administración de justicia, la interpretación de las leyes y su constitucionalidad. Existen seis Distritos Judiciales (uno por provincia), 47 partidos judiciales y 126 territorios judiciales.
En diciembre de 1961 proclamó sus convicciones marxistas-leninistas, afirmando desde ese momento el carácter socialista de la revolución cubana. Se firmaron a partir de entonces numerosos acuerdos de cooperación entre Cuba y la Unión Soviética, país que se comprometía a adquirir un numero mínimo de toneladas de azúcar anualmente, durante al menos cinco años, así como proporcionar un crédito equivalente a cien millones de dólares en condiciones muy favorables, para la modernización de la industria cubana, objetivo en el que también colaborarían técnicos soviéticos.
En 1962, la Unión Soviética comenzó a instalar nucleares de alcance medio en suelo cubano. Pese al secreto con el que se realizó la operación, los Estados Unidos la descubrieron. Kennedy ordenó el bloqueo naval de la isla y la adopción de un plan de invasión que se llevaría a cabo automáticamente, en caso de que Cuba recibiese algún otro suministro militar soviético. La Unión Soviética decidió retirar los misiles y paralizar la construcción de sus silos, a cambio de una promesa del presidente estadounidense de que no se invadiría la isla.
Tanto en la confederación tricontinental de los pueblos de Asia, África y América latina de 1966 como en la de solidaridad latinoamericana de 1967, celebradas ambas en la Habana, los partidos comunistas latinoamericanos, al igual que el soviético y los de los países del este de Europa, se mostraron contrarios a las tesis defendidas por Fidel Castro, en la que se admitía como legítimo el uso de la violencia para obtener el triunfo revolucionario. En octubre de 1967 moría en Bolivia Ernesto Che Guevara, uno de los más directos colaboradores de Fidel Castro, lo que significó la derrota del movimiento guerrillero en aquel país. La muerte del Che tuvo una gran repercusión en la evolución del pensamiento político del dirigente cubano.
En 1972, Cuba se integró en el COMECON (Consejo de Asistencia Económica Mutua) y en 1973 el país se vio obligado a renegociar la enorme deuda que tenía contraída con la Unión Soviética, que se comprometió a adquirir el 80% de la producción de azúcar cubano y a suministrar petróleo, acero y otros recursos estratégicos.
En 1967 se promulgó una nueva constitución, por la que Castro se convertiría en presidente del Consejo de Estado (jefe de estado), cargo que se añadía a los de comandante en jefe de las fuerzas armadas, primer ministro y secretario general del Partido Comunista de Cuba.
C. R. Rodríguez sostiene, en un estudio sobre las clases sociales en Cuba, “que no existía verdadera burguesía nacional, sobre todo en el sector más floreciente del azúcar; y que la clase obrera, insuficiente en cuanto a numero, tenía una psicología pequeño-buerguesa proveniente de sus orígenes rurales y artesanales. Cuando Fidel Castro plantea la necesidad de responder a la violencia mediante la violencia, en Cuba parecían no existir las condiciones objetivas de una revolución. Y sin embargo, Castro hizo que surgieran. Esto prueba que la personalidad de un hombre puede ser un factor objetivo que haga producir un salto cualitativo en una situación dada”.
El movimiento “26 de julio” se organizó bajo la forma de células cuyos “dirigentes, estudiantes o empleados y muy pocos obreros, provenían casi todos de la pequeña-burguesía. Una vanguardia burguesa para una base popular”.
Asistimos, al triunfo de un movimiento de liberación nacional que une contra la tiranía a la gran mayoría de la población, dirigida por un pequeño grupo de revolucionarios galvanizados por el verbo de Fidel.
Raúl Castro; “No se trata de darles la tierra a los campesinos, sino de distribuirla para hacerla productiva. Había que derribar el régimen para que comenzara la revolución”. La presencia del “Che”, el comandante Ernesto Guevara, reforzara muy pronto esa tendencia.
Y el “Che” precisa: “A las masas campesinas organizadas les corresponderá concluir la reforma agraria, imponiendo la ley que prohibía el latifundio... Los campesinos, que conquistaron el derecho a la libertad despuíba el latifundio... Los campesinos, que conquistaron el derecho a la libertad después que triunfó la revolución, deben conducir una acción colectiva para exigir democráticamente que se derogue ese principio (que a toda expropiación de tierra deba precederla el pago de indemnizaciones). Pues sin eso no se podría realizar directamente ninguna reforma agraria total y verdadera”.
Marx nos había prevenido de que siempre resultaría peligroso delinear por adelantado los rasgos demasiado precisos de la sociedad comunista; que valía más aproximarse a ella de manera pragmática. Pero, el 1º de mayo de 1966, Fidel comienza por clasificarse modestamente como “aprendiz revolucionario...debemos evitar el desprecio de las experiencias y la copia mecánica de fórmulas (extranjeras)... el comunismo puede construirse en un solo país, (esta afirmación es muy discutible: el cerco contra ese país, al avanzar totalmente solo en una construcción desacreditada, por su contorno, exigiría un Estado fuerte, una policía, un ejército, una burocracia que se renovara sin cesar. En sentido contrario, podemos prever que una civilización socialista evolucionada, rica y humana, desarrolla el sentido de la fraternidad). El comunismo y el socialismo deben construirse en forma paralela. Al avizorar los objetivos socialistas, no debemos ni hipotecar ni renunciar al desarrollo y a la formación del hombre comunista”.
“El comunismo sólo podrá establecerse en la sociedad humana cuando desaparezca el egoísmo. Se puede alcanzar la abundancia sin el comunismo. El comunismo será la abundancia sin egoísmo... Cuando tengamos niveles satisfactorios de alimentación, de educación, de cuidados medicinales y, de alojamiento, no pensaremos en dar un automóvil a cada uno de nosotros, sino que nuestro deber será preocuparnos porque cada familia de los países que queden muy por detrás de nosotros, reciba al menos un arado”. Esta lección de solidaridad internacional se dirige de paso a las U.R.S.S., con la que no eran muy buenas las relaciones en esa época. A la U.R.S.S. no le gusta ver como se infla el déficit comercial de Cuba, sobre todo se es un país que se niega a alinearse políticamente.
Al mismo tiempo, y para que se origine más pronto esa abundancia, Fidel pide que se incorporen a la producción, en los diez años siguientes, un millón de mujeres cubanas.
Hay que “adquirir el concepto de trabajo como algo que no es despreciable, ni tampoco un sacrificio, sino un placer; la cosa más agradable y feliz, que ya no sea un deber sino una necesidad moral...”
Violación de los derechos humanos por la legislación comunista de Castro
A partir de la ascensión al poder, el gobierno de Fidel Castro, tal como lo digieramos anteriormente, se caracterizo por su totalitarismo y su profundo depotismo en la inclusión de las ideas marxistas en la sociedad cubana.
Esto dio lugar a que el mundo occidental rechazara esta gestión y continuamente denunciara a través de los foros internacionales las continuas violaciones de hecho y de derecho ejercidas por el gobierno de Castro.
A manera de ejemplo diremos que, el 10 de diciembre de 1948, en París, la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó proclamar unos principios básicos de convivencia humana. Estos principios, conocidos con el título de Declaración Universal de los Derechos Humanos, no eran más que un reconocimiento expreso de normas inmutables que rigen el orden natural.
Este orden no fue establecido por un compromiso entre partes, ni como resultado de un forcejeo entre contratantes. Así, el enunciado de las Naciones Unidas fue, simplemente, como hemos afirmado, un reconocimiento del orden establecido por Dios mismo, Creador y Señor de todas las cosas. Fue la reafirmación parcial de las esencias de la naturaleza humana que, reconocidas o ignoradas, integran un Derecho natural anterior y superior a todos los acuerdos u ocurrencias del hombre, individual o colectivamente considerado.
En el respeto a ese orden natural, consagrado o no en derechos positivos, están los límites de la civilización y, más propiamente, de la vida cristiana.
Es ese el dilema planteado al mundo occidental. Más allá de las bellas palabras y de las declaraciones formalistas, pletóricas de conceptos abstrusos y altisonantes, las realidades inexorables golpean brutalmente la sensibilidad del hombre de todas las latitudes. Al Occidente corresponde la opción: hacer buenos los conceptos que le han dado razón de ser a través de su fiel observancia o desistir de su función histórica, haciendo cobarde entrega de los valores humanos que tiene en custodia para subordinarlos a una filosofía de carácter mecanizado, en que lo económico determina los modos de pensar del hombre y sus conceptos de la verdad.
Es un problema de mera consecuencia. Se trata de que cada cual, sin eufemismos, sea lo que realmente es. por otra parte, es demasiado tarde, y los momentos demasiado graves, para hacer juegos de palabras. En términos de occidentalidad, vale decir que los principios, el cristianismo, no son tapa para cubrir la averidad mercancía que se oculta tras los malarismos de conferencias internacionales y de trasnochadas sutilezas diplomáticas.
El éxito en la tarea de instaurar un régimen comunista depende de la eficacia y de la habilidad de sus promotores para organizar el control de seres humanos. Lograr ese control requiere la previa y minuciosa destrucción de todos los valores de la personalidad y la cultura. Lo que es tanto como afirmar que la destrucción de los derechos humanos más elementales, tal como han sido enunciados por las Naciones Unidas en su Declaración Universal de París, es indispensable para el cabal establecimiento de un régimen comunista.
Lo ya realizado en Cuba da fe de la eficacia sin escrúpulos y de la capacidad técnica de los agentes encargados de ejecutar esa tarea en nuestro país.
El asalto contra los derechos humanos de Cuba se a realizado con la frialdad y sistema marxista, desde todas las posiciones. Hasta ahora, la América Hispana había presenciado el espectáculo de gobiernos que, desde una aparente respetabilidad legarl, habían infringido de hecho alguno o algunos de los derechos humanos. Ahora, en el Caribe, existe un régimen que, ausente de cuidados, los viola de hecho con actos de gobierno y de derecho, los ignora y excluye con una legislación que desconoce los principios esenciales de Occidente.
Los fusilados con salvas en las madrugadas de terror; los conducidos a las cámaras de frío o de calor; los torturados física o psíquicamente por los mil medios inventados por la barbarie diabólica; los martirizados sicológicamente por el lavado de cerebro; los presos con hambre, con sed y con horror en prisiones sobre cimientos dinamitados; los niños sometidos a patrones de adoctrinamiento masivo e inhumano; esos, no tienen ninguna ley contra la cual protestar. Ninguna ley escrita les ha sido aplicada, sino el hecho primitivo y brutal de los actos de gobierno de un régimen comunista en el Caribe.
( Violación de los Derechos Humanos por la legislación comunista de Castro. Antonio Alfonso Avila. Ed. “La voz de Cuba” 6-1-62. Miami. Fla. E.E.U.U.).
El Castrismo y la Ortodoxia Marxista-Leninista en América Latina
Los partidos comunistas de Latino América, fundados con el apoyo directo de la Comitern, en los años que siguieron a la revolución rusa, reprodujeron y reflejaron con fidelidad el modelo de organización leninista-stalinista. Antes de Fidel Castro, con excepción del partido chileno, eran minorías sectarias impedidas de tomar acciones eficaces por su total subordinación a las instrucciones de la Comitern. Los partidos comunistas latinoamericanos no estaban interesados en elaborar experimentos propios. Su estrategia estuvo siempre basada en la doctrina dictada por la Unión Soviética.
La excepción podría decirse que fue en Chile, y en menor medida en Brasil y El Salvador.
La victoria de la Revolución cubana cambió todo el espectro de la Izquierda en América Latina, planteando cuestiones teóricas y prácticas fundamentales en relación a los métodos y el ritmo de la lucha revolucionaria en el continente.
En la década del 60 Fidel Castro y sus seguidores trataron de convertir a La Habana en un centro de revolución continental. Castro no ocultaba su profundo desprecio por los marxistas escolásticos cuya principal preocupación consistía en la evaluación teórica de las condiciones objetivas para la revolución. Por el contrario, los líderes cubanos promovían y alentaban la formación de grupos políticos-militares inspirados en el ejemplo castrista y dispuestos a imitarlos en todo el continente.
LA LUCHA ARMADA CONTRA LAS OLIGARQUÍAS DOMINANTES SE PROCLAMABA LA PRINCIPAL ESTRATEGIA, Y LA VIOLENCIA FUE REHABILITADA COMO UN ARMA POLÍTICA JUSTIFICADA.
Ante esta posición existieron partidos que persistían en su compromiso con el camino sin armas (Chile y Uruguay), mientras que otros grupos de la línea de Moscú decidieron seguir las exhortaciones cubanas en favor de la lucha armada (Colombia, Venezuela, Guatemala).
Un hecho importante en la relación entre Fidel Castro y los partidos ortodoxos fue la Conferencia de Partidos Comunistas Latinoamericanos efectuada La Habana en Noviembre de 1964. Su principal objetivo fue desarrollar y aumentar la coordinación y la cooperación entre partidos de la línea soviética y fortalecer las relaciones entre estos grupos y Cuba.
Para dar a manera de ejemplo una de las conclusiones a que se arribó en dicha Conferencia podemos citar la siguiente: “Ciertamente, la lucha armada no se puede lanzar a menos que exista un mínimo de condiciones subjetivas. Pero esto no significa que sea necesario esperar hasta que tales condiciones hayan madurado plenamente. Si bien el momento de alcanzar el poder es esencial que hayan madurado plenamente tanto los factores objetivos como los subjetivos de la revolución, esto, creemos nosotros, no es absolutamente necesario para comenzar la lucha armada”.
A raíz de este precepto el comunismo castrista instó a la lucha armada en toda Latino América. Los principales focos que aceptaron dicho accionar fueron los grupos políticos colombianos y el intento de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia. Los primeros con el lema: “La agresión armada del enemigo se debe enfrentar con resistencia guerrillera y lucha armada en la campiña. Cuando las condiciones lo permitan, esto debe llevarse a las ciudades y a las zonas de las clases trabajadoras”
No solo en estos dos países latinoamericanos se desarrollo el intento castrista de introducción de su revolución marxista-leninista, sino que, aunque con otra formas, también tuvo su auge en países como Chile, Uruguay, El Salvador, Nicaragua y Honduras.
Luego de las diferentes luchas antiguerrilleras y/o revoluciones militares de derrocamiento de gobiernos comunistas (Chile), la tremenda derrota sufrida por Ernesto Guevara en Bolivia y los magros resultados obtenidos por la política castrista en el resto de Latinoamérica, Castro debió centrar su objetivo en el eje Cuba-Rusia, idealizando también su relación Cuba-China nunca llevada a cabo o concretada, punto que sera motivo más adelante de nuestro análisis.
El caso de Castro es, pues, fascinante desde el punto de vista de una sociología de elítes revolucionarios contemporáneos: el líder cubano parecería unificar en su personalidad el oportunismo pragmático tan caracterítico de la cultura política comunista y la versatilidad moral de los dictadores latinoamericanos corruptos.
El marxismo-leninismo con rostro tropical, la principal contribución de Castro a la historia política del continente, fue el resultado de su desconcertante encuentro entre diferentes y conflictivas tradiciones, fundidas en el crisol de un romanticismo revolucionario así llamado por él mismo
Bajo mi opinión no hay más que decir sobre este asunto. Mi opinión personal es que se debe tomar en cuenta al ser humano que vive en un isla la cval perfectamente podría llamar una especie de “cárcel”, y esto gracias al comunismo. Pero lo que mas me sorprendió y esto es aparte del comunismo es como gran parte del pueblo cubano lo sigue muy fiel.
Sinceramente y para cerrar mi visión con respecto al comunismo creo que es una especie de esclavitud de la sociedad con toques de modernismo.
Bibliografía utilizada:
1- Historia de las ideas políticas. Alberto Rodriguez Varela. Ed. A-Z septiembre 1987
2- Enciclopedia Hispánica. Enciclopedia Britanica Publishers, Inc. 1991-92. EE.UU.
3- Violación de los Derechos Humanos por la legislación comunista de Castro. Antonio
Alfonso Avila. Ed. “La voz de Cuba”. 6 de enero de 1962. Miami. Fla. EE.UU
4- Cuba, 1959-1991: Evaluando el Castrato. Serie pedagógica. Ed. IICLA. Instituto de
Investigaciones Culturales Latinoamericanas. 1941: ensayo presentado en la conferencia del Foreign Policy Research Institute, “Violencia Revolucionaria en la América Latina” (Washington, D.C., diciembre 1985.)
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