Psicología
Comunicación en la familia
CAPITULO 6
LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA
Nombre:
Curso:
11-A
Presentado a:
Instituto técnico Industrial San Juan Bosco
Departamento de Comportamiento y Salud
Santiago de Cali, Diciembre de 2003
INTRODUCCIÓN
En general, la familia se define como el grupo social básico, creado por los vínculos del matrimonio o parentesco que se encuentra y es considerada por muchos como base de la sociedad. Durante un prolongado periodo la sociedad estuvo formada por un conjunto de familias que cumplía con la mayoría de las funciones sociales, inclusive las políticas, las religiosas y las económicas. Actualmente, la familia sigue cumpliendo funciones sociales importantes. En todas las culturas la familia se encarga de la socialización primaria de los nuevos miembros, de la satisfacción de las necesidades básicas de sus integrantes. Entre ellas esta la comunicación y el dialogo que representan un carácter importante para el buen funcionamiento de esta. Veremos la diferentes etapas y las comentaremos.
COMUNICACIÓN
¿ QUE ES ?
El es el medio o la herramienta que solo pueden utilizar los seres humanos por medio de signos orales y escritos que poseen un significado. En un sentido más amplio, se entiende por lenguaje cualquier procedimiento que sirva para comunicarse.
La comunicación es el envío y la recepción de un mensaje, el cual es entendible gracias al lenguaje, herramienta que sólo los seres humanos podemos utilizar.
LA COMUNICACIÓN EN LOS
PRIMEROS MESES DE VIDA
No alcanza el hecho biológico de la procreación para ser padre o madre, es necesario el acto de reconocimiento efectivo para que la paternidad o maternidad sean constructivas. Dice un dicho que “No es padre quien da a luz al hijo, sino quien lo cría”. Y esta es una verdad muy cierta, porque muchas veces pensamos que por el solo hecho de haber dado a luz a nuestro hijo nos convierte en buenos padres, pero eso no es lo que caracteriza a un padre, sino la forma en que lo va criando en su vida.
Es más, lo importante de ser padres no pasa por el mero hecho biológico, ya que hermosas familias están conformadas únicamente por uno o varios “hijos del corazón” y de “la panza”, o ambos.
Tener un hijo es un hecho tan trascendente que ni siquiera se modifica por la llegada de otro hijo. Cada persona ocupa “su” lugar particular, diferente e irremplazable, distinto de cualquier otro.
Esta trascendencia convierte el vínculo en indisoluble porque nunca deberá, ni podrá desentenderse desde la responsabilidad, ni desligarse desde lo biológico o afectivo. Desde la identidad, porque necesita un sucesor; desde el amor, por la felicidad que le causa.
LA COMUNICACIÓN EN LA INFANCIA
( HASTA LOS TRES AÑOS DE EDAD )
Desde la edad de 2½-3 años, una vez aceptada "la disciplina y el orden", se tornan bastante obedientes y sumamente curiosos. Es la mejor edad para introducir hábitos: de higiene, orden, autonomía, colaboración. Lo preguntan todo. Y observan si intentamos responderles todo, lo cual promoverá su curiosidad, principal elemento para el aprendizaje a lo largo de toda su vida. O bien, si les cortamos sus preguntas por resultarnos molestas: aprenderán a adormecer su curiosidad, y quizá a no preguntarse ya más cosas. Además son juguetones incansables, disfrutan de ejercer sus habilidades motrices y expresivas, "no paran".
Desde que se les quitan los pañales aparece la distinción genital, y juegan entre ellos con sus genitales, no por erotismo, sino por diversión y por diferenciación en dos "bandos", con sus maneras y adjetivos socialmente añadidos: aparece así la sexualización, como fenómeno más social que orgánico. Luego se irán identificando con los padres, primero el del sexo contrario, y luego con el del propio. Se llama la fase de Edipo en niños o de Electra en niñas.
LA COMUNICACIÓN EN LA EDAD PRE-ESCOLAR
( DE LOS 3 HASTA LOS 6 AÑOS )
Los niños desde que andan y hablan dominan mucho más su espacio y sus relaciones con los demás. Desde esta edad entran a ser parte de la escolarización, allí es donde comentan con otros niños y empiezan a relacionarse, a jugar con otros niños y convive ya teniendo en cuenta la individuación y se prende a un mundo mas complejo. Al poder sobrepasar a menudo los límites que nosotros les queremos imponer, aprenden una novedad: nosotros les limitamos, les decimos que "no", y ellos responden igual. Es la edad de los límites, pues se encuentra con problemas para convivir con sus hermanos mayores y con otros niños. De las grandes rabietas por cualquier cosa (no quiero comer, no quiero dormir, no quiero seguir andando, no quiero que me vistas...). Junto a una tremenda ingenuidad. El niño irá dejando de hacer rabietas cuando compruebe que le resultan inútiles.
En la medida en que nuestra respuesta les va obligando a "disciplinarse", es decir, a admitir los límites y a quien se los impone, aprenden un primer sentido "moral" (qué deben hacer, qué no deben hacer. Qué es bueno, qué es malo. Qué nos gusta, qué nos disgusta). Es conveniente elogiarle siempre que sus comportamientos sean positivos.
LA COMUNICACIÓN EN LA EDAD ESCOLAR
( DE LOS 7 A LOS 11 AÑOS )
Desde los 7 a los 11 años es una edad caracterizada por una mayor habilidad y un aumento progresivo de la musculación (sobretodo a partir de los 10 años), lo que les impulsa a la práctica física o deportiva. Si la escuela consigue encauzar y fomentar su inmensa curiosidad, irán apareciendo con la lectura y la escritura una gran potenciación de los conocimientos. Dada su mayor autonomía personal y social, y su expresión más seria ("adulta"), con menos necesidad de exteriorizar su ternura, podemos caer fácilmente en el error de no demostrarles nuestro afecto o estima, "darlos por consabidos": todavía (¿y quizá siempre, verdad?) necesitan nuestra demostración afectiva.
Conviene evitar excesos en actividades extraescolares, de TV y de ordenador, y fomentar la lectura.
Las personas que gozan de una buena educación afectiva suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces y hacen rendir mejor su talento natural. En cambio, quienes no logran dominar bien su vida emocional, se debaten en constantes luchas internas que socavan su capacidad de pensar, de trabajar y de relacionarse con los demás.
LA COMUNICACIÓN EN LA ADOLESCENCIA
Al final de esta etapa ya se notan los preparativos de la adolescencia, sobretodo en las niñas, en que su maduración sexual avanza y muchas "se hacen mujeres" (tienen su primera menstruación). Aquí se señala un punto de inflexión, un final de etapa infantil, un olvidarse de ser niña. Los niños suelen persistir aún más tiempo (unos dos años más) en esta etapa infantil.
Todo aquello que pretendemos en las generaciones que nos continúen, debemos luchar por adquirirlo nosotros primero.
La educación entra más por los ojos que por los oídos.
Sólo educaremos de verdad si procuramos que los niños y jóvenes se formen en las virtudes humanas, bajo la luz del Evangelio.
De este modo, la educación podrá parecer un desafío pero no resultar un imposible.
La familia y la adolescencia
La adolescencia es una etapa muy importante de la vida. Quizás una de las más difíciles tanto para los adolescentes como para sus padres.
En esta etapa se produce una gran crisis que involucra toda la personalidad del joven. La vida en su constante transformación nos lleva y nos impone cambios que muchas veces no deseamos pero que debemos aceptar por ser partes de nuestro crecimiento. El adolescente no elige serlo, simplemente debe aceptar el desafío.
Dentro de la familia, el niño aprende el sentido de identidad, autoridad y libertad, y aprenderá a compartir, competir y experimentar sentimientos de frustración, celos, rivalidad. Es aquí donde comenzara el proceso de socialización que continuara en los medios extra familiares y culminara con la sociedad en general. Como vemos la familia forma parte esencial en el desarrollo del niño, pero al llegar la adolescencia empiezan los problemas, el niño ya no es un niño y siente que ya no necesita de la presencia de un padre, por ende va buscando independencia, y quiere experimentar nuevas cosas; pero no pueden porque se encuentran dependientes de los padres, lo que los molestas porque no tienen las mismas opiniones que ello y se sienten “alienados” por el hecho de convivir en un ambiente que aunque hayan vivido allí toda su vida, en esta etapa se siente un ambiente diferente. El problema esta que la mayoría de las veces los adolescentes no están preparados aunque crean que lo están, y es papel de los padres guiarlos y enseñarles la realidad pero de forma comprensiva ya que deben comprender que la etapa por la que está pasando el adolescente no es fácil y necesita una voz de compresión y los padres deben ir, paso a paso, hacer el papel tanto de padres como de amigos.
Se tiende a pensar que la sexualidad se inicia en la adolescencia, lo que es un grave error. Somos la resultante de una interacción entre lo genético y lo ambiental. El ser humano puede carecer de muchas cosas, o tenerlas en su mínima expresión, pero no puede carecer de amor.
En la adolescencia se produce una serie de cambios físicos, psíquicos, afectivos, espirituales, sociales, etc.; se instala la fertilidad, y emerge el impulso sexual con las características de un adulto.
En esta etapa pre-adolescente y adolescente, lo que cobra relevancia es la “información” sexual. .
Con todo lo pasado se demuestra que el adolescente pasa por muchos problemas causados por la tentación de tocar lo prohibido aunque sepa que esta mal el simple hecho de que esta prohibido hace que el adolescente se sienta atraído. Ejemplos de esta atracción letal son las drogas y el alcohol.
La mejor solución para estos problemas es la ayuda y comprensión de la familia que es el medio mas saludable, aunque los adolescentes Casi nunca recurren a el.
Las propuestas que se les presentan sólo parecen estar dirigidas a pasarla bien; a vivir el momento; es el apogeo de las emociones y lo pasajero.
Lo importante no es sólo poder seguir un buen camino sino tener claro adónde y en qué condiciones se quiere llegar.
Los jóvenes de hoy son los hombres y mujeres del mañana; son los padres y madres de las nuevas generaciones.
Hay mucho en juego y todo lo que se haga por ellos nunca será demasiado.
Comunicación en la familia
Las relaciones cercanas y afectuosas son una de las necesidades fundamentales de los seres humanos. Nuestra capacidad de expresar lo que pensamos y sentimos y la seguridad en nosotros mismos, depende mucho de la forma como nos relacionamos con las otras personas.
Perfil del adolescente y la relación con los distintos modelos comunicacionales :
Podemos sin temor a equivocarnos darle al adolescente determinadas característica, que por otra parte son las mismas que caracterizaron a los adolescentes del pasado inmediato. Algunas de estas características (ª ) son:
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Fuertes pasiones.
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Deseos corporales, en especial por manifestar su sexualidad.
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Ausencia de autocontrol.
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Ideas exaltadas.
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Manifiestos de violencia ante desacuerdos.
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Preferencia de acciones nobles antes que acciones útiles.
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Culto a la diversión y al ingenio gracioso.
EL DIALOGO
Aunque existen diferentes tipos y niveles de comunicación, como la charla informal, la discusión, la información, la persuasión y el interrogatorio, el diálogo constituye la mejor forma de comunicarse con otra persona.
El dialogo es el encuentro personal y dinámico entre dos seres que se dan y reciben mutuamente. No se trata simplemente de la comunicación puramente funcional que se da en el ejercicio de determinados roles, como el supervisor y el de obrero, por ejemplo, sino en de una relación que compromete a la persona para transmitir y recibir de aquello que le es mas caro: sus opiniones, sus sentimientos, sus actitudes, sus convicciones, sus valores, sus ideas, sus inquietudes, etc...
CUALES SON LOS REQUISITOS
PARA QUE SE DE EL DIALOGO
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La reciprocidad y la libertad: Desarrollar la confianza en sí mismo y la autoestima gracias a las manifestaciones de amor y de reconocimiento que colman sus necesidades afectivas básicas: necesidad de afecto, necesidad de aceptación y necesidad de seguridad.
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El afecto: Los padres afectuosos proporcionan un bienestar físico y emocional a los niños. Esto es muy importante y afecta a las dimensiones anteriores.
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El respeto: Los padres que exigen altos niveles de madurez a sus hijos son los que les presionan y animan para desempeñar al máximo sus cualidades. Los que no plantean retos acostumbran a subestimar las competencias del niño o piensan en dejar que “el desarrollo siga su curso”.
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La capacidad de escuchar: Los padres que ejercen mucho control sobre sus hijos son los que tratan de inculcarles unos estándares. Este controlo lo pueden ejercer mediante la afirmación de poder (castigo físico, amenaza, etc.); la retirada de afecto (para expresar el enfado, decepción, etc.) o la inducción (hacer reflexionar al niño sobre el por qué de su acción y las consecuencias que ésta tiene).
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La comprensión: Los padres altamente comunicativos utilizan el razonamiento para obtener la conformidad del niño (explican el por qué del “castigo”, le piden opinión, etc.) mientras que los no comunicativos son los que no hacen estos razonamientos, los que acceden a los llantos de los niños o usan la técnica de la distracción.
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La confianza: la fe en el interlocutor, es decir la confianza que este tenga para poderle hablar, si esto no se llega a dar, no hay dialogo.
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La voluntad: Es crucial, al emprender este camino, tener en claro cuáles son los ideales y sueños personales de la pareja. Pero fundamentalmente establecer y detallar sinceramente los propios, algo que no todas las personas que llegan al matrimonio tienen muy en claro; a veces por la considerable juventud, o por no quedar solos luego de haber pasado los 30 años; a veces por desidia, para escapar de alguna problemática familiar, o por interés económico. Lo importante es que sea por mantener, y sobre todo, engrandecer el verdadero amor. Mantener la comunicación de los cónyuges es esencial, no solo al inicio, sino también tratar de mantenerla siempre ya que la comunicación es la base primordial para estabilizar la relación en todo momento, para compartir problemas y alegrías, sin hipocresías ni envidias.
EL DIALOGO EN LA FAMILIA
Aunque los orígenes sociales están ciertamente “perdidos en el misterio”, resulta seguro decir que casi en todas partes la formación de instituciones comenzó con la familia. En todas las sociedades a lo largo de la historia humana, las familias han sido el principal vehículo de identidad de grupo y el principal receptáculo de los intereses creados. Es indispensable tener en cuenta que la etapa inicial en la formación de toda persona se produce en el hogar, en el seno de la familia. Los valores se captan por primera vez en la infancia; se sigue el ejemplo de los mayores y se inician los hábitos que luego conformarán la conducta y afianzarán la personalidad.
Este período inicial de la vida determina los trayectos del posterior comportamiento moral; donde tendremos arraigadas, o no, las nociones del bien y del mal. Más tarde, la convivencia con los diversos ambientes con los que nos interrelacionemos como: la escuela primaria, las amistades, la enseñanza secundaria y superior, el trabajo, etc.; irán moldeando las actitudes individuales de cada persona. Pero ante todo, lo realmente importante es la inevitable y grandiosa tarea de formarlos con todo el soporte de valores y principios cristianos que a su vez legarán a las generaciones del mañana.
El ambiente familiar no es fruto de la casualidad ni de la suerte. Es consecuencia de las aportaciones de todos los que forman la familia y especialmente de los padres. Los que integran la familia crean el ambiente y pueden modificarlo y de la misma manera, el ambiente familiar debe tener la capacidad de modificar las conductas erróneas de nuestros hijos y de potenciar al máximo aquellas que se consideran correctas.
Para que el ambiente familiar pueda influir correctamente a los niños que viven en su seno, es fundamental que los siguientes elementos tengan una presencia importante y que puedan disfrutar del suficiente espacio:
AMOR
AUTORIDAD PARTICIPATIVA
INTENCIÓN DE SERVICIO
TRATO POSITIVO
TIEMPO DE CONVIVENCIA
El entrecruzamiento de estas situaciones es lo que convierte a la paternidad (maternidad) y a la filiación, en un abanico de posibilidades en las que no hay una fórmula establecida, ya que en la continuidad del ejercicio de estas funciones se aprende a ser padres. Un hijo nos abre a nuevas y múltiples situaciones emocionales, que incluyen el amor, el dolor, la desesperación, la ilusión, la angustia, el temor, la desconfianza, la sinceridad, la alegría, la honestidad, el desconcierto, la incertidumbre, la esperanza, el entusiasmo, la seguridad, la intimidad, la libertad, la cordialidad, la franqueza, etc.
Los padres debieran ser del “modelo dialogantes”, aprendiendo a escuchar los mensajes de su hijo, que guarden en su interior la capacidad de recrear el presente mediante el humor; los juegos; la sana complicidad, y muchos otros ingredientes como: habilidad, inteligencia, disposición, experiencia, autoridad, comprensión y carácter, para aceptar las equivocaciones y logros, y sin perder el sentido de sus propósitos e ideales con respecto a su vástago.
Dedicar tiempo a hablar con nuestros hijos no es fácil; no sólo la falta de tiempo, de costumbre o de hábitos, sino también la dificultad intrínseca de comunicarse con un adolescente, pueden restar espacios y momentos para comunicarnos con ellos. Pero aquí nos encontramos con una serie de problemas porque la comunicación en la familia, en la sociedad en la que estamos viviendo, se ve alterada o deteriorada por múltiples factores sociales, que no se deben a los padres, ni a los hijos, sino a nuestro contexto social. Por un lado tenemos el estilo de vida de la sociedad occidental, el trabajo, el estrés, el que tengamos que estar en una situación de exceso de esfuerzo en muchos casos o de preocupaciones laborales que hacen que gran parte de la energía de los padres vaya dirigida al área laboral. Por otro lado tenemos el aprendizaje que los padres hemos realizado en nuestras familias de origen. Puede ser que en nuestras familias los padres hablaran con los hijos, se favoreciera un diálogo cercano, y ahora los padres actuales traen un bagaje cultural y humano que les resulta más fácil de transmitir a sus hijos. Pero también nos vamos a encontrar con padres que vienen de familias autoritarias, de familias en las que el padre ordenaba y mandaba pero no se comunicaba apenas con los hijos, o en las que los padres estaban demasiado ocupados en la subsistencia de la familia por dificultades sociales y económicas importantes. Por estos u otros factores habrá padres que no tuvieron experiencias de comunicación con sus propios padres. Desgraciadamente no se nos educa para ser padres y tendremos la necesidad y la obligación de desarrollar una serie de funciones y tareas para las que no hemos sido entrenados adecuadamente.
Comunicación en la adolescencia
Ya hemos visto cómo en el adolescente se producen una serie de cambios importantes. El adolescente atraviesa por una crisis en la cual debe hacer ese pasaje de niño a adulto, que no siempre es fácil, y que implica muchas contradicciones, mucha confusión, y una lucha entre la necesidad que tienen de dependencia y la necesidad de autoafirmación e independencia. Todo eso hace que el comunicarse con un adolescente sea bastante difícil, porque va a ser esquivo, va a querer que nos ocupemos de él, que hablemos con él, pero no puede reconocer esa necesidad porque la equipara a la dependencia infantil y quiere hacerse adulto. La adolescencia de los hijos es sumamente difícil para los padres.
Incluso aquellos que han estado en contacto muy directo y han hablado en confianza con ellos, se van a encontrar con dificultades serias para entablar una conversación y si antes no había una comunicación adecuada, resultará mucho más difícil.
Tarea de los padres
Vamos a destacar en primer lugar los roles sociales que han aprendido los padres para ejercer sus funciones como tales en el seno de su familia. Existen dos tipos de roles fundamentales: el rol instrumental y el rol expresivo. La persona que está funcionando de acuerdo con el rol instrumental, se va a regir por el intelecto, la razón... va a buscar soluciones a los problemas, se va a centrar en lo material. Lo material, no en el sentido económico únicamente, sino en el sentido de las necesidades materiales, de las cosas concretas, de la operatividad cara a conseguir los objetivos. Este rol va a determinar que el funcionamiento sea más frío y práctico.
El rol expresivo se relaciona con el mundo emocional y la persona que funciona de acuerdo con este rol va a atender a las necesidades afectivas del otro, va a ocuparse del cuidado del otro, de proveerle de contención emocional, apoyo, escucha, va a tener una actitud empática frente a las dificultades y vivencias del otro; es decir, de calidez y cercanía, que ofrece cobijo emocional, escucha cálida que nos ayuda a desahogarnos, a sentirnos comprendidos. A la hora de plantearnos la comunicación en el seno de la familia, el conocer estos aspectos es muy importante porque es necesario que los padres vean cómo ellos se han ido desarrollando en sus funciones de padres, qué posturas han ido adoptando, cómo les pueden estar percibiendo sus hijos.
Y que todo esto no lleve a una culpabilización de "No he sabido hacer de padre con mis hijos", o a una culpabilización del otro : "Es que su madre está demasiado encima de ellos", "Es que su padre no sabe cómo hablar a sus hijos, está muy distante, no se ocupa..." Porque todo esto va a llevar a favorecer que estos padres se vuelvan inefectivos".
Coherencia ante los hijos
Los padres deben presentar a los hijos un frente común. Entre ellos dos deben apoyarse para desarrollar las funciones parentales y conviene que vayan centrándose en sus capacidades, no en sus deficiencias porque esto los hará más ineficaces. Conviene que los padres puedan recordar cómo fueron ellos cuando eran adolescentes, cómo era la relación con sus padres. Pero no sólo: "Mi padre hacía esto, hacía lo otro y entonces yo tengo que hacer lo mismo", porque la sociedad es diferente ahora, los valores son diferentes, los jóvenes son diferentes, y quizás los modelos anteriores no valgan.
Lo importante es que recuerden cómo se sentían con sus propios padres cuando eran adolescentes; no sólo cómo los veían actuar, sino cómo se sentían al ver cómo actuaban ellos; cómo les hubiera gustado que actuaran o qué conductas de ellos les gustaban y cuáles no. Esto les puede poner como padres en una posición de escucha de las necesidades de sus hijos.
Un desafío
Todo esto nos puede situar ante un desafío consistente en cómo conseguir acercarme a mi hijo, cómo conseguir relacionarme con mi hijo adolescente que necesita pelear conmigo, afirmarse frente a mí, diferenciarse pero que a la vez me está necesitando cómo padre, como madre, como alguien que le escuche y le comprenda, que le ayude a orientarse en la vida, muchas veces sin poderlo reconocer, ofreciendo resistencia.
Realmente para los padres es muy difícil en muchos casos intentar acercarse a sus hijos, que pueden mirarle de un modo despreciativo, (eres un carroza, eres un antiguo, "Lo que tú sabes no me sirve para nada"). Intentar no sólo que nos escuche, sino que nos hable de cómo se siente, cómo vive la vida, cuáles son sus valores; que realmente podamos estar en contacto con lo que es la experiencia vital de nuestros hijos, especialmente de nuestros hijos adolescentes. Esta es la base para poder hablar de drogas con ellos.
El poder relacionarnos con nuestros hijos, en principio hablando de otros temas, de sus diversiones, sus aficiones, sus amistades. No en plan de escudriñar qué aspectos problemáticos puede haber, no queriendo dictaminar si sus amistades son convenientes o no, porque inmediatamente se van a cerrar, se van a cerrar en sus amistades, se van a aislar de nosotros y vamos a perder oportunidades de tener información sobre nuestros hijos, de poderles orientar y ayudar.
BIBLIOGRAFÍA
Comportamiento y Salud 2
Segunda edición 1993
Director: William M. Mejía
Coeditora: Libia Patricia Pardo
Enciclopedia Encarta 2003
Microsoft Corporation Inc.
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País: | Colombia |