Literatura
Como agua para chocolate; Laura Esquivel
Análisis de la obra
Introducción
Como agua para chocolate es, como ya ha sido citado, la primera novela de la mexicana Laura Esquivel. Esta obra sigue las pistas de la novela hispanoamericana que surgió tras el “boom” de esta literatura, gracias a la obra y trabajo de autores como Gabriel García Márquez (Nobel de Literatura en el año 1982), Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato entre otros. Las obras de todos estos autores se caracteriza por el llamado realismo mágico, esto es, introducir en la realidad elementos fantásticos e imaginativos. A lo largo de toda la novela sobre la que versa este trabajo encontramos numerosas referencias a este movimiento surgido en la época de los años 40 como consecuencia del agotamiento sufrido por la novela realista, con lo que podemos englobarla dentro de las obras a destacar escritas por mujeres hispanoamericanas en el siglo XX.
Estudio de la novela
El eje central de esta obra es la cocina, y, más concretamente, el libro de recetas de Tita. Es más, el libro está estructurado en doce capítulos, que se corresponden con los doce meses del año, a los que se asigna una receta a través de la cual surge toda la historia de la familia De la Garza, protagonista de esta obra. Hagamos un breve resumen de la misma a través de los platos que se preparan:
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Enero: tortas de Navidad
Sirve este capítulo como presentación de los personajes y de la historia familiar. Tita, protagonista de la novela, está ligada a la cocina desde su nacimiento, no obstante nace ya en ella:
“Un día los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara. Y sin que mi bisabuela pudiera decir ni pío, Tita arribó a este mundo prematuramente, sobre la mesa de la cocina, entre los olores de una sopa de fideos que estaban cocinando, los del tomillo, el laurel, el cilantro, el de la leche hervida, el de los ajos, y, por supuesto, el de la cebolla"
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Además, Tita debe ser alimentada por Nacha, la cocinera de la casa, ya que a su madre, Mamá Elena, se le va la leche por la impresión de su nacimiento. Tita crece, y cuando cuenta con 15 años, le anuncia a su madre que Pedro Muzquiz quiere ir a hablar con ella, ya que pretende pedirla en matrimonio. Aquí conocemos la primera característica de la familia De la Garza:
“[...] - Pues más vale que le informes que si es para pedir tu mano, no lo haga. Perdería su tiempo y me haría perder el mío. Sabes muy bien que por ser la más chica de las mujeres te corresponde cuidarme hasta el día de mi muerte.”
Aún así, Pedro decide acudir, acompañado de su padre, a casa de Tita, y ante la negativa de su madre para aceptar su matrimonio, acepta la mano de Rosaura, la mayor de las hermanas, para estar cerca de Tita.
Aparece también en este primer capítulo uno de los elementos que se encontrará en repetidas ocasiones a lo largo de la novela: la colcha de Tita:
“[...] Sacó de su costurero una colcha que había empezado a tejer el día en que Pedro le habló de matrimonio. Una colcha como ésta, tejida a mano, se termina aproximadamente en un año. [...]... rabiosamente lloró y tejió, hasta que en la madrugada terminó la colcha y se la echó encima.”
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Febrero: pastel Chabela
Este pastel será el pastel de bodas de Pedro y Rosaura, por lo que en este capítulo, toda la narración versará sobre este matrimonio. La fecha fijada para su celebración es el doce de enero, y Mamá Elena decide que sean Nacha, por su experiencia, y Tita, como castigo por no haber estado presente en la pedida de mano de Rosaura, quienes se encarguen de la elaboración del banquete. El último plato que elaboran es el pastel Chabela, que en esa ocasión necesita 170 huevos para su composición. Tita, después de batir tantos huevos y antes de partir el penúltimo, cree oír en éste a un pollito cantar, y al cascarlo y comprobar que se trata de un simple huevo, sufre las recriminaciones severas de Mamá Elena:
“- Escúchame bien, Tita, me estás colmando la paciencia, no te voy a permitir que empieces con locuras. ¡Ésta es la primera y la última! ¡O te aseguro que te arrepentirás!”
En esta recriminación se ve perfectamente reflejado el carácter de Mamá Elena:
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es una mujer estricta y rígida que debe tener todo bajo control para que todo siga
su curso correcto. Más tarde, cuando solo quedan en la cocina Nacha y Tita, la última de ellas comienza a llorar, desahogando la presión de todos los días pasados. Algunas de sus lágrimas caen en la masa del pastel de bodas, provocando en los invitados que al día siguiente la degustan un pintoresco resultado:
“Una inmensa nostalgia se adueñaba de todos los presentes en cuanto le daban el primer bocado al pastel. [...] el llanto fue el primer síntoma de una intoxicación rara que tenía algo que ver con una gran melancolía y frustración que hizo presa de todos los invitados y los hizo terminar [...] añorando al amor de su vida.”
Ante este hecho, Tita recibe una paliza por parte de su madre que la obliga a estar varios días en cama antes de reponerse, ya que, tanto Mamá Elena como Rosaura, tenían la certeza absoluta de que Nacha y Tita habían añadido al pastel algún elemento que provocara tal resultado. Además, Nacha no puede defender a Tita, ya que al final de la recepción, cuando la joven busca a la cocinera para darle la noticia de que Pedro la ama, la encuentra muerta con una foto de un antiguo novio en sus manos.
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Marzo: codornices en pétalos de rosas
Tras la muerte de Nacha, Tita se convierte en la cocinera de la casa. Ante el control que Mamá Elena demuestra para que Tita y Pedro estén continuamente separados, Tita utilizará su “poder” como cocinera, ya que su madre no podría controlar todos sus platos. Tita decide hacer ese plato para aprovechar las rosas del ramo que Pedro le regala cuando cumple su primer año como cocinera del rancho. En este mes también siguen los fenómenos extraños tras la ingestión de los alimentos, provocada, esta vez, por la mezcla entre la sangre de Tita y las rosas:
“En cambio, a Gertrudis algo raro le pasó. Parecía que el alimento que estaba ingiriendo producía en ella un efecto afrodisíaco [...]. Parecía que habían descubierto un código nuevo de comunicación en el que Tita era la emisora, Pedro el receptor y Gertrudis la afortunada en quien se sintetizaba esta singular relación sexual, a través de la comida”
Como consecuencia del calor que siente, decide tomar una ducha, pero esto le
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acaba resultando imposible, pues su cuerpo despide tanto calor que todas las gotas se evaporan antes de que toquen su cuerpo. La ducha comienza a arder, y ante el temor de morir abrasada, sale del cuarto tal y como estaba, desnuda. El olor a rosas que desprende llega hasta un militar que estaba luchando en los alrededores del rancho, que, ante esta atracción decide abandonar el campo de batalla e ir en busca de Gertrudis. Cuando la encuentra, ésta está corriendo en medio del campo y, sin dudarlo, decide prenderla y raptarla. Tita y Pedro son testigos de este hecho, pero cuando parece que huirán, un grito de Mamá Elena los vuelve a su realidad. Una semana después del rapto, el párroco del pueblo les da la noticia de que Gertrudis está trabajando en un burdel fronterizo, quedando desde entonces prohibido, por orden de Mamá Elena, volver a pronunciar su nombre.
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Abril: mole de guajalote con almendra y ajónjoli
Esta receta se prepara para festejar el bautizo de Roberto, el primer hijo de Rosaura y Pedro. Su nacimiento tiene lugar en casa, y es Tita la que atiende a su hermana por toda una serie de circunstancias que hacen que, a parte de ella, nadie más se encuentre en casa. Cuando todos vuelven, encuentran a Roberto dormido y perfectamente cuidado. El doctor Brown, al que Pedro había salido a buscar cuando Rosaura comenzara los dolores del parto, elogia el gran trabajo realizado por Tita, y comienza a sentir algo especial por ella:
“Bueno, quién sabe qué le llamó más la atención, si el que Tita la hubiera atendido sola y sin tener ninguna experiencia o el descubrir de pronto que Tita, la niña dientona que él recordaba, se había transformado en una bellísima mujer sin que él lo hubiera notado. [...] Qué extraña sensación le producía el observar a Tita”
Para el banquete del bautizo, Tita decide preparar el mole, que tendrá un resultado de euforia y alegría en todos los que lo prueban, debido a lo ocurrido en su proceso de elaboración: cuando Tita está moliendo las almendras, Pedro entra en la cocina y queda petrificado ante la postura de Tita. Ésta se levanta, y sus dos miradas quedan unidas en una sola. Durante la recepción, Tita recibe numerosas felicitaciones por la exquisitez del plato elaborado y Mamá Elena no la pierde de vista ni un segundo, ya que sospecha que Pedro y Tita se traen algo entre manos:
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“Fue verdaderamente lamentable que [...] Pedro estuviera cerca y los dos se miraran por una fracción de segundo con complicidad, recordando el momento en que Tita molía el metate, pues la vista de águila de Mamá Elena, a veinte metros de distancia, detectó el destello y le molestó profundamente.”
El nacimiento de este niño, que probablemente hubiera podido ser una nueva barrera entre Pedro y Tita, se convierte en un nuevo punto de unión entre ellos, siendo el motivo de esto el que Rosaura no produzca leche y que no se encuentre una nodriza para Roberto. Tita intenta alimentar a su sobrino como lo había hecho Nacha con ella, pero Roberto rechaza el té que se le ofrece. Llora aún más cuando percibe el olor del rebozo que se ponía su anterior nodriza, y ante esto, Tita decide ofrecerle su pecho, para intentar que, al menos, Roberto deje de llorar. Ante la fuerza con la que el pequeño succiona, Tita es capaz de alimentarlo con su leche, siendo testigo de este hecho Pedro:
“Estaba tan absorta en la contemplación del niño que no sintió cuando Pedro entró a la cocina. [...] Embelesado y sonriente, se acercó a ellos, se inclinó y le dio un beso a Tita en la frente.”
Cuando el banquete va a terminar, Mamá Elena aprovecha un momento en el que Tita está cerca para informar a padre Ignacio que tiene pensado enviar a Rosaura, Pedro y Roberto a Texas, ya que allí tendrá una mejor atención médica y separará a la más pequeña de sus hijas del amor de su vida.
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Mayo: chorizo norteño
Tras la partida de Pedro, Rosaura y Roberto a Texas, Tita pierde el interés por la vida, importándole solamente el alimentar a un pequeño pichón que sobrevive a la visita de los rebeldes al rancho. Fruto de este desinterés son todos los fallos que comete Tita en todas sus tareas: elaboración de los chorizos, baños de Mamá Elena... todo esto se agrava cuando recibe la noticia de la muerte del pequeño Roberto, causa de la mala alimentación que se le daba. Tita culpa a su madre de su muerte, y tras discutir con ella, sube al palomar. Mamá Elena ordena quitar la escalera por la que se accede al palomar, y así obligar a Tita a permanecer toda la noche allí. Al día siguiente, cuando Chencha sube al palomar para bajar a Tita, la encuentra dándole de comer al pequeño pichón, sin saber que ha muerto tras tantas lombrices. Rechaza el bajar, y ante la explicación de Chencha,
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que afirma que esta como loca, decide llamar al doctor Brown para que, en ese caso, la lleve a un manicomio.
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Junio: masa para hacer fósforos
El doctor Brown, en contra de lo que Mamá Elena pide, decide llevarse a Tita a su casa y allí cuidar de ella. Tita desarrolla, desde ese momento, una actitud un tanto extraña: decide no hablar, ya que no había palabras que expresaran lo que sentían, y pasa horas enteras viendo sus manos, ya que, a diferencia de su vida en el rancho, en donde todo estaba programado, ahora no sabe qué hacer con ellas, además de tejer. Allí conoce a la difunta abuela de John, Luz de amanecer, una india kikapú que fue raptada por su abuelo, visitándola diariamente hasta que poco a poco, va apareciendo John más que su abuela. En el laboratorio se pasan horas y horas, enseñándole nuevas cosas que Tita, sin él, no podría entender. John, en ese tiempo, está interesado en comprobar científicamente una teoría de su abuela, que conforma uno de los párrafos más bonitos de toda la novela:
“Si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos...”
Mediante una propiedad del fósforo que Tita desconoce (sus marcas brillan por la noche), el doctor consigue saber la razón por la cuál Tita prefiere el silencio a la palabra: “porque no quiero”. Tras escuchar la teoría de Luz de amanecer, Tita comienza a dudar de sus sentimientos hacia John, ya que duda que sea John la persona que consiga encender sus cerillos, apagados durante tanto tiempo por Mamá Elena.
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Julio: caldo de colita de res
Este caldo es el regalo que Chencha hace a Tita el día de su visita a casa del doctor Brown. Aparece por sorpresa, y su visita y el caldo hacen que Tita recupere toda su cordura y comience a hablar de nuevo. Así, Tita se entera de que su nombre, al igual que el de su hermana Gertrudis, está prohibido en la
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casa ya que no se le perdona la desobediencia a su madre. Además, Chencha le entrega una carta de su hermana Gertrudis, agradeciéndole el envío de su ropa y contándole porqué no volvió al rancho. Cuando Chancha se va hacia el rancho, debe pensar una mentira para evitar un castigo de Mamá Elena por su visita a Tita, pero esta excusa nunca llega a ser contada:
“Esa noche, al llegar a la casa un grupo de bandoleros atacó el rancho. A Chencha la violaron y Mamá Elena [...] recibió un golpe en la espalda y éste le provocó una paraplejía que la paralizó de cintura para abajo.”
Tras recibir esta noticia y aceptar la proposición de matrimonio de John, Tita decide acudir al rancho para cuidar de su madre. Vuelve a encargarse de la comida, pero es rechazada como cocinera ya que tiene la certeza de que el sabor amargo que detecta en su comida es algún tipo de veneno para provocarle la muerte, por lo que esta función es relegada a Chencha. No dura mucho en la cocina debido a las quejas de Mamá Elena, y ninguna de las cocineras que contratan duran más de quince días en el cargo, por lo que a Mamá Elena no le queda más remedio que aceptar las comidas de Tita. Aún así, no dura mucho, ya que al mes muere Mamá Elena, por unos dolores y espasmos provocados por el vomitivo que ingería. Tras su muerte. Tita conoce la verdadera historia de amor de su madre, descubriendo que su hermana Gertrudis es hija de José Treviño y no de Juan De la Garza. Ante esto, la concepción de Tita sobre su madre cambia:
“Durante el entierro Tita realmente lloró por su madre. Pero no por la mujer castrante que la había reprimido toda la vida, sino por ese ser que había vivido un amor castrado. Y juró ante su tumba que ella nunca renunciaría al amor, pasara lo que pasara.”
Ante la muerte de Mamá Elena, Rosaura (nuevamente embarazada) y Pedro regresan al rancho, provocando nuevas dudas en el corazón de Tita: antes de ver a Pedro está convencida de su amor por John, pero ahora que el mayor impedimento para llevar a cabo su unión con Pedro había desaparecido, no está tan segura.
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Agosto: champandongo
Tita prepara el champandongo para servirlo como plato principal en la cena que tendrá lugar para su pedida de mano. Rosaura ya ha dado a luz, una niña llamada Esperanza a petición de Tita. Después del parto, Rosaura debe ser
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operada, ya que la placenta ha quedado agarrada al útero quedando infértil, por lo que la recién nacida, por ser mujer y la única de sus hijas, queda sentenciada a la tradición familiar. Esta operación hace que Tita se tenga que encargar de Esperanza, ya que Rosaura está convaleciente. Esa noche, Tita tiene muy poco tiempo para preparar la cena, ya que su sobrina, acostumbrada al olor de la cocina, no para de llorar, teniendo que llevar las ollas a su lado para intentar calmarla. En uno de esos viajes, todo el contenido de la olla cae escaleras abajo, y cuando Tita está sentada en las escaleras pensando en lo que hará, Pedro aprovecha para hablar con ella:
“- Tita, quisiera decirle que considero un lamentable error de su parte la idea que tiene de casarse con John. Aún está a tiempo de no cometer esa equivocación, ¡no acepte ese matrimonio, por favor!”
Estas palabras se unen al enfado anterior, provocando que a Tita no le dé tiempo a preparar la cena. Para salvarla, aparece una Chencha totalmente recuperada de la depresión que le produjera su violación y, además, casada con Jesús Martínez, su gran amor. En cuanto Chencha se hace cargo de la cocina, Tita sube a su recámara a prepararse para la llegada de John a la cena. Cuando baja a cenar, se encuentra con que John y Pedro parecen haber olvidado las normas sociales de cortesía, ya que están enzarzados en una acalorada discusión. Cuando pasan al comedor a cenar, John pide la mano de Tita, siendo Pedro el que tiene que dar permiso para que se produzca el compromiso. Para formalizarlo, John entrega a Tita un anillo de diamantes, que hacen recordar a ésta una antigua canción de Nacha. Tras la cena. John marcha hacia Estados Unidos, para recoger a la única tía que le queda, ya que quiere que esté presente en su boda. Cuando a la noche Tita prepara la habitación que acogerá a Chencha y a su marido, siente una presencia detrás de ella, siendo Pedro el que también está en la habitación. Tras cerrar con llave, lleva a Tita hacia la antigua cama de Gertrudis, y, sin oír los lloros de Esperanza, hacen el amor por primera vez, provocando un efecto sobrenatural que Chencha identifica con el espíritu de Mamá Elena:
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“Rosaura, en su recámara, trataba de dormir a su hija que lloraba desenfrenadamente. La paseaba por todo el cuarto, sin ningún resultado. Al cruzar por la ventana vio salir del cuarto oscuro un resplandor extraño. Virutas fosforescentes se elevaban hacia el cielo como delicadas luces de bengala.”
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Septiembre: chocolate y rosca de reyes
Tras el encuentro con Pedro, Tita duda de un posible embarazo ante un retraso de un mes. La elaboración de estas recetas le traen recuerdos de su infancia y de Nacha, acordándose de la felicidad de aquellos días. Rosaura, ante la necesidad de adelgazar y de eliminar su mal aliento, trata de entablar una relación más íntima con Tita, confesándole que, antes de ver lo enamorada que está de John, sospechaba que ella y su marido mantenían una relación secreta. Cuando Rosaura sale de la cocina, un remolino de aire frío hace acto de presencia en la cocina:
“Giró su cuerpo y asombrada quedó frente a frente con Mamá Elena que la miraba duramente.
- [...] ¡Lo que has hecho no tiene nombre! ¡Te has olvidado de lo que es la moral, el respeto, las buenas costumbres! No vales nada, eres una cualquiera que no se respeta ni a sí misma. ¡Has enlodado el nombre de toda mi familia, desde el de mis antepasados, hasta el de esa maldita criatura que guardas en las entrañas!
Tras este hecho, Tita sigue con la elaboración de la rosca. Antes de introducir el muñeco de porcelana en la masa, pide, como cuando era niña y se convertía en la agraciada que lo encontraba, varios deseos, entre ellos que su hermana Gertrudis regrese al rancho. Antes de que los invitados lleguen, Tita le informa a Pedro de que tiene que hablar con él, pero en el momento en que se disponen a iniciar la charla, Chencha los interrumpe al informar de la llegada de los primeros invitados. Cuando ya todos están en casa, se oye el sonido de caballos acercándose, resultando ser una compañía revolucionaria, estando a la cabeza la “generala” Gertrudis De la Garza. Al contar su vida, le relató sus batallas y su nombramiento, además de su matrimonio con Juan, el militar que la había raptado. Este matrimonio está a punto de romperse cuando Gertrudis da a luz a un niño mulato, pero para evitarlo revela el secreto de Mamá Elena, contando que Gertrudis es hija de un hombre con antepasados negros y no de Juan De la Garza.
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Octubre: torrejas de nata
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Estas torrejas se preparan por petición de Gertrudis, ya que, además de ser su postre favorito, al día siguiente de su preparación, abandonarán el rancho. Por ello, Tita decide hablar con Gertrudis y contarle que cree estar embarazada de Pedro y no sabe lo que hacer. Gertrudis, ante esta noticia, aprovecha que Tita está de espaldas a la puerta y que Pedro se acerca a la cocina para contribuir al alivio de Tita:
“Gertrudis midió estratégicamente el tiempo que Pedro tardaría en cruzar por el umbral de la puerta para, en ese preciso instante, dispararle estas palabras:
- ...Y creo que entonces sería bueno que Pedro se enterara de que esperas un hijo suyo.
[...] Ésta giró asustada y descubrió a Pedro que la miraba emocionado hasta las lágrimas.”
Tras esto, Pedro y Tita marchan de cocina para intentar hablar, cosa que no lograrán por temor a ser descubiertos, mientras que Gertrudis trata de acabar las torrijas con ayuda del sargento Treviño. Más tarde, Tita se retira a su recámara a descansar, haciendo caso omiso a la deliciosa torrija que el sargento Treviño le lleva para que la pruebe. Cuando está tumbada descansando, oye que bajo su ventana alguien está cantando, y al abrir descubre que es Pedro, acompañado de Juan, quien arma ese jaleo. Tras esto, Mamá Elena vuelve a aparecer. Se produce una discusión entre ambas, que acaba cuando Tita le dice a su madre que la odia. La hinchazón de vientre que parecía ser un embarazo comienza a disminuir tras decir esas palabras, bajándole tras esto la menstruación. Aún así, Mamá Elena, que parecía que con esas palabras iba a desaparecer, se reduce a una luz que comienza a girar bruscamente, saliendo de la habitación hacia el patio y provocando un accidente:
“La pequeña luz [...] atravesó el cristal y salió disparada hacia el patio, como un buscapiés enloquecido. Pedro, en su borrachera, no se dio cuenta del peligro.[...] De pronto, el buscapiés se acercó a Pedro girando vertiginosamente, y con una furia hizo que el quinqué más cercano estallara en mil pedazos. El petróleo esparció las llamas con rapidez sobre la cara y el cuerpo de Pedro.”
Tita sale corriendo para ver lo que ha sucedido, y cuando lo están subiendo a su habitación para hacerle las primeras curas, prefiere estar con Tita que con Rosaura. Ante este hecho, la mayor decide encerrarse en su recámara. Más tarde, Gertrudis recibe órdenes para ponerse en camino, teniendo que abandonar el rancho. Justo después de su partida, aparece una carretela, aparentando que
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alguien de los de la tropa regresaba al rancho, tratándose, en verdad, del regreso de John.
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Noviembre: frijoles gordos con chile a la tezcucana
John regresa de su viaje con la tía Mary, pero ante el accidente de Pedro, deciden retrasar la comida una semana. Mientras, Tita sigue cuidando de Pedro, hasta que el día en que se celebraba la comida tuvieron una discusión debida a los celos de Pedro. Tras esta pelea. Tita vuelve a la cocina a desayunar, y cuando acaba, llega Rosaura, delgada tal y como era soltera. Comienzan a charlar, siendo el tema central la relación entre Tita y Pedro:
“A mí me tiene sin cuidado si tú y Pedro se van al infierno por andarse besuqueando por todos los rincones. [...] Mientras nadie se entere, a mí no me importa. [...]...el día que alguien los vea y me vuelvan a hacer quedar en ridículo, te juro que se van a arrepentir.”
Además, también le prohibe estar tan cerca de Esperanza, ante el miedo de que pueda cambiar sus ideas, sabiendo que nada podría hacerle más daño que separarla de su sobrina. Tras todas estas discusiones y un incidente con las gallinas, Tita termina la comida y sube a prepararse para recibir a John y a su tía. Durante la comida, tía Mary felicita a su sobrino por su elección, pero éste nota algo raro en ella. Comienzan a hablar, aprovechando la circunstancia de que tía Mary no sabe español, contándole lo que ha pasado durante su estancia fuera del rancho. Aunque en ningún momento pronuncia el nombre de Pedro, John sabe perfectamente que se trata de él:
“- Tita, no me importa lo que hiciste, hay acciones en la vida a las que no hay que darles tanta importancia, si éstas no modifican lo esencial. [...] Me encantaría ser el compañero de toda tu vida, pero quiero que pienses bien si ese hombre soy yo o no. Si tu respuesta es afirmativa, celebraremos la boda dentro de unos días. Si no, yo seré el primero en felicitar a Pedro y pedirle que te dé el lugar que te mereces.”
Esta reacción produce dos cosas: que Pedro crezca como persona ante Tita y que las dudas crezcan dentro de ésta.
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Diciembre: chiles en nogada
Aún así, Tita decide no casarse con John, y la boda que se celebra es entre Alex
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Brown, hijo de John, y Esperanza, hija de Rosaura y Pedro. Aunque el matrimonio estaba, en un principio, prohibido para Esperanza por ser la única hija de Rosaura, tras muchas discusiones entre ella y la pareja formada por Tita y Pedro, Rosaura va cediendo poco a poco. A estas cesiones se le une el hecho de que, un año antes de la boda, Rosaura muere, dejando así libre el camino de la vida de Esperanza. Cuando la boda se celebra, a Pedro y a Tita ya no les da miedo que nadie les descubra, y no dudan en mostrar su amor. Además, Pedro le pide a Tita que se case con él, ya que aún están a tiempo de poder estar juntos. Tras el banquete, un nuevo fenómeno culinario tiene lugar: esta vez todos los invitados sienten deseos de hacer el amor, y, poniendo todo tipo de excusas, van abandonando la casa. Cuando Tita y Pedro quedan solos, se dirigen al cuarto oscuro, que está totalmente iluminado por cirios que en el momento de entrar ellos acaba de encender Nacha. Cuando están haciendo el amor, el túnel del que un día le había hablado John a Tita aparece ante ella, no queriendo entrar en él porque eso le produciría la muerte. Pero Pedro sí entra en él, y por ello muere. Con su muerte, mueren las posibilidades de encender el fuego interior de Tita, intentando ver de nuevo el túnel de otro modo:
“Se empezó a comer uno a uno los cerillos que contenía la caja. Al masticar cada fósforo cerraba los ojos fuertemente e intentaba reproducir los recuerdos más emocionantes entre Pedro y ella. [...] Cuando el fósforo que masticaba hacía contacto con la luminosa imagen que evocaba, el cerillo se encendía.”
De este modo consigue que el túnel aparezca de nuevo ante ella, esta vez con la figura de Pedro esperándola. Sin dudarlo, se deja ir a su encuentro, muriendo. Los cerillos provocan un incendio en el rancho que perdura durante una semana, convirtiendo ese lugar en el más fértil de la región, y encontrando, bajo las cenizas, el libro en el que, a través de las recetas, Tita contaba toda esta historia.
El narrador de esta novela se descubre en las últimas líneas de la misma:
“Cuando Esperanza, mi madre, regresó de su viaje de bodas, sólo encontró bajo los restos de lo que fue el rancho este libro de cocina que me heredó al morir y que narra en cada una de sus recetas esta historia de amor enterrada.”
Ante este párrafo, puede decirse que hay una especie de narrador doble, siendo, por un lado, Tita quien de algún modo relata su propia historia, y, por otro lado,
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la hija de Esperanza, quien recoge esta historia y el libro de recetas de su tía abuela para relatar su historia de amor.
En el estudio del espacio y tiempo, puede decirse que toda la novela se desarrolla en el rancho de la familia De la Garza, siendo un lugar secundario la casa de John Brown durante la estancia de Tita en la misma. El tiempo, por su parte, es más complicado de analizar. Diré que es de unos treinta y cinco años, basándome en el que el primer hecho fundamental de la novela es el intento de petición de la mano de Tita por parte de Pedro, que se produce cuando ésta aún no cuenta con quince años, y el último suceso, que es, a su vez, el final de la novela, se produce cuando Tita tiene treinta y nueve años, durante la noche de amor en la que ella y Pedro mueren.
Los personajes no son difíciles de analizar, ya que su forma de actuar es fácil de seguir y la familiarización que adquieren con el lector hacen fácil su análisis. Los principales son Tita, Pedro, Mamá Elena y el doctor John Brown. Hay varios personajes secundarios que hacen más diversificada la novela, como Gertrudis o Rosaura, además de Nacha, Chencha, Alex, Esperanza, Roberto...
Algunos de los aspectos técnicos, literarios y léxicos que más destacan en esta obra son:
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Utilización de la técnica del realismo mágico: como ya se ha señalado en la introducción a la novela, esta técnica consiste en la inserción de elementos fantásticos e imaginarios en la realidad. Hay muchos y variados ejemplos de esta técnica en la novela, siendo algunos de los más significativos los siguientes:
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Efectos de las recetas elaboradas por Tita en las personas: en el segundo capítulo, el pastel de bodas hace que todos los invitados sientan una gran nostalgia, las codornices en pétalos de rosas del mes de marzo hacen que Gertrudis sienta unos irreparables deseos sexuales, el mole cocinado en abril produce un estado de euforia y alegría a todos aquellos que lo prueban...
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Apariciones de espíritus: el alma de Mamá Elena aparece varias veces antes de que Tita reconozca que la odia y la haga desaparecer, como también aparecen, en este caso para ayudar a Tita, los espíritus de Nacha y de la abuela de John Brown, Luz de Amanecer.
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Sucesos extraños: en el nacimiento de Tita, todo el suelo se inunda por causa de las lágrimas, cuando se produce el rapto de Gertrudis, todo el lugar queda impregnado por un perfume de rosas, al encontrarse Pedro y Tita por primera vez en el cuarto oscuro salen luces fosforescentes hacia el cielo...
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Comparación de muchos aspectos de la vida con la cocina: a lo largo de la obra, pueden encontrase numerosos símiles que comparan aspectos de la vida de la familia De la Garza con la cocina, no obstante, su historia está irremediablemente unida a ésta. Algunos de estos ejemplos pueden ser los siguientes:
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Las miradas que Tita y Pedro cruzan la primera vez que Pedro y su familia fueron invitados a cenar en casa de la familia De la Garza se comparan con un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo.
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Llega un momento en que Tita se siente como un chile en nogada olvidado en una charola después de un gran banquete.
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En la preparación del banquete que se dará con motivo del bautizo de Roberto, primer hijo de Pedro y Rosaura, se compara el juego amoroso de dos amantes como premonición de una relación íntima con el sonido y olor de la cocina ante un placer culinario.
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Cuando Tita debe preparar la comida para recibir a la tía de John, expresa su soledad y vacío como el platón al que sólo le quedan las migajas de lo que fue un excelente pastel.
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El léxico empleado a lo largo de toda la novela es fácil de entender ya que a lo largo de toda la novela se utiliza un lenguaje sencillo y sin ninguna complicación, imitando la lengua oral en muchas ocasiones.
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Opinión personal
Aunque suele suceder con pocas novelas u obras que he leído, tengo que señalar que la segunda lectura de esta obra me ha hecho verla de otra manera, pero al contrario que con otras, esta vez me he sentido un poco decepcionada, sin saber exactamente cuál es el motivo de tal circunstancia. Creo que el tener que fijarme más en los detalles para su posterior análisis me ha hecho ver que, aunque el argumento resulte ser una historia de amor muy bonita, la manera de expresar todo me ha resultado un tanto pobre, quitando así puntos a la concepción que hasta entonces tenía de ella. Aún así, me parece una novela muy bonita y fácil de seguir y de leer, ya que, exceptuando este aspecto ahora señalado, no hay nada que reprocharle.
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Enviado por: | Alba |
Idioma: | castellano |
País: | España |