Ecología y Medio Ambiente
Comercio de especies protegidas
El comercio de especies protegidas
Introducción
Introducción
Especies amenazadas: especies de plantas y animales en peligro de desaparición en un futuro inmediato. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN), se consideran siete categorías de estado de conservación de las especies, que hoy constituyen un patrón internacional: (Ex) extinguida, (E) en peligro, (V) vulnerable, (R) rara, (I) indeterminada, (K) insuficientemente conocida y (NA) no amenazada.
La extinción es en realidad un proceso normal en el curso de la evolución. A lo largo de todo el tiempo geológico, el número de especies que se han extinguido es mayor que el de las que existen en la actualidad. Su lenta desaparición fue consecuencia de cambios climáticos y de la incapacidad para adaptarse a situaciones como la competitividad y depredación; de hecho, antes de que el ser humano interviniera en todos los ecosistemas, la tasa de extinción natural de los mamíferos era de la pérdida de una especie cada dos siglos. El ser humano ha multiplicado la tasa de extinción por mil, desde el siglo XVII, se sabe que se han extinguido al menos 60 especies de mamíferos y que este proceso se ha acelerado debido al impacto sobre los ecosistemas naturales de la explosión demográfica y de los avances tecnológicos. Hoy en día, los cambios que sufre el medio ambiente son más rápidos que la capacidad de la mayoría de las especies para adaptarse a ellos mediante selección natural Según datos actualizados en 1996, de la `lista roja' de la UICN, una cuarta parte de las especies de los mamíferos del mundo está amenazada de desaparición si no cambian las causas de esta extinción.
A nivel mundial, los datos que se barajan sobre especies amenazadas son: más de 26.000 especies de plantas y más de 2.700 vertebrados. A principios de 1997, en Ginebra tuvo lugar la convención de los estados miembros (unos 53 países) sobre la conservación de las especies migratorias, donde se acordó incluir unas 40 especies a la lista internacional que registra los animales migratorios que necesitan una protección inmediata. Entre los animales que requieren una protección urgente y que tienen mayor riesgo de desaparición están los gorilas de África central, la grulla de Siberia, los gansos enanos, los halcones, los porrones pardos, el águila imperial, entre otros.
En el mundo actual la extinción de especies animales no está tan directamente relacionada con la escasez de alimentos o la contaminación, como con acciones violentas directas (la caza no reglamentada y el comercio ilegal de especies salvajes) o indirectas (la introducción de especies exóticas, en determinados ambientes, que compiten por uno o más recursos con individuos nativos o ya adaptados al lugar).
Según los conservacionistas, la depredación de la fauna a crecido vertiginosamente y se estima actualmente que una especie desaparece cada 15 minutos. Para la naturaleza, lo peor que le puede suceder, es la extinción de las especies, ya que con eso se pone en peligro el equilibrio necesario en todo ecosistema. En esta cadena natural, cada especie necesita de la otra para sobrevivir. La acelerada destrucción del hábitat es pretexto de un desarrollo sin parámetros de sustentabilidad, condena a la extinción a una biodiversidad en cuyas potencialidades se basa la vida del futuro. Y aunque esta actitud represente a simple vista una postura antropocéntrica, el hombre en su afán de búsqueda de nuevas alternativas, no puede apartarse de esa visión, pues de lo contrario la misma existencia no tendría razón de ser. Introduciendo estos conceptos a la filosofía de la comunicación, consideramos de vital importancia contribuir a la protección de los recursos naturales, difundiendo las potencialidades de la riqueza faunística.
Causas de la extinción de las especies
En el mundo se pierde cientos de miles de especies, muchas de ellas aún antes de ser descubiertas por la ciencia. De ese modo, no sólo se pierde la variabilidad biológica, sino además la diversidad genética. A través de la historia de la evolución, millones de especies han desaparecido debido a procesos naturales.
Para todas las especies vegetales y animales, vivir constituye un peligro cotidiano, deben cuidarse de sus congéneres, especialmente del más poderoso predador que existe sobre la Tierra: el hombre.
Una de las principales causas de la extinción de las especies es la destrucción del hábitat. El drenaje de zonas húmedas, la conversión de áreas de matorrales en tierras de pasto, la tala de los bosques (especialmente en los trópicos, donde los bosques tropicales desaparecerán hacia el año 2010 si se mantiene el ritmo de destrucción actual), la urbanización y la suburbanización, y la construcción de carreteras y presas, han reducido notablemente los hábitats disponibles. Al producirse la fragmentación de los hábitats en `islas', la población animal se agrupa en áreas más pequeñas, lo que supone una destrucción mayor del hábitat. En éstas, las especies pierden el contacto con otras poblaciones del mismo tipo, lo que limita su diversidad genética y reduce su capacidad de adaptación a las variaciones del medio ambiente. Estas poblaciones pequeñas son muy vulnerables a la extinción, y para algunas especies estos hábitats fragmentados son demasiado reducidos para que una población sea viable.
Desde el siglo XVII, la causa de que muchas especies se hayan extinguido o estén amenazadas ha sido la explotación de animales para la alimentación y elaboración de otros productos. Por ejemplo, la aniquilación de ballenas de gran tamaño para obtener aceite y carne las ha conducido al borde de la extinción; los rinocerontes africanos, sacrificados para obtener sus cuernos, también están amenazados. El gran alce gigante se extinguió en el siglo XIX a consecuencia de una caza excesiva, y el periquito de Carolina desapareció como especie debido tanto a su caza como a la destrucción de su hábitat.
La introducción de enfermedades, parásitos y depredadores frente a los que la flora y la fauna nativa carecen de defensas ha provocado el exterminio o reducción importante de algunas especies. Por ejemplo, la propagación accidental de una plaga eliminó los castaños de los bosques caducifolios de Norteamérica. También el control de los depredadores e insectos tiene efectos adversos. El control excesivo de los perros de las praderas ha extinguido casi por completo a uno de sus depredadores naturales, el hurón de pies negros.
La bioinvasion es un tipo de contaminación o depredación que excede el ámbito de las ciudades. Un animal o planta introducidos en un hábitat que no les es propio compite (normalmente con ventaja) con las especies autóctonas por los recursos o se híbrida con otras especies, de esta forma se alteran las reglas de “juego” del ecosistema pudiendo llegar a provocar cambios sustanciales en el equilibrio de este. Las causas de esta introducción pueden ser accidentales, como el caso de animales o algas que viajan en el agua de lastre o en las bodegas de los barcos, o de los individuos que se detienen el algún punto imprevisto durante sus migraciones. No obstante, la mayor parte de estas introducciones son, por lo general, forzadas. Se trata de animales de compañía, especies introducidas para la caza y la pesca o para su consumo agrícola y ganadero, además de aquellas especies de las que se pretende un determinado aprovechamiento industrial. Como ejemplo se puede citar el caso del visón americano que en algunos casos se fuga de los criaderos y ha desplazado a la población de visón europeo debido a su mayor eficacia en el aprovechamiento de los recursos.
La contaminación atmosférica, del agua y del suelo son causas importantes de extinción, la sobreexplotación directa de las especies y la intensa agricultura. Los productos químicos tóxicos, sobre todo los hidrocarburos clorados, como el dicloro-difenil-tricloroetano (DDT) y los bifenilos policlorados (PCB), se han concentrado en las cadenas tróficas, afectando más a aquellas especies situadas al final de la cadena. Así, tanto el DDT como los PCB interfieren con el metabolismo del calcio de las aves, lo que origina el reblandecimiento de las cáscaras de los huevos y malformaciones en las crías. La contaminación y el aumento de la temperatura del agua han provocado la desaparición de especies endémicas de peces de varios hábitats.
Otra causa de menor repercusión son los accidentes naturales como la “muerte gris”, causada por la erupción de los volcanes que lanzan a la atmósfera nubes de cenizas y gases con alto contenido en azufre.
ESPECIES | UBICACIÓN | MOTIVOS DE SU DISMINUCIÓN |
Asno salvaje africano | Somalia, Sudán, Etiopía | Destrucción del hábitat, caza furtiva, |
Murciélago de Indiana | Este y medio oeste de EEUU | Destrucción del hábitat |
Guepardo (Acinonyx jubatus) | Desde África hasta India | Destrucción del hábitat, tráfico de pieles |
Ciervo de Virginia | Sur de Florida | Destrucción del hábitat (desarrollo agrícola), |
Dugón (vaca marina) | Océanos | Caza (para la obtención de carne y cuero) |
Elefante asiático | Asia meridional y Sureste asiático | Destrucción del hábitat (desarrollo agrícola) |
Turón de pies negros | Se conoce sólo en cautividad | Envenenamiento de las fuentes de alimentación de la especie |
Gacela arábiga (Gazella gazella) | Península Arábiga, incluyendo Israel | Caza furtiva |
Gibón (Hylobates spp) | China, India, Sureste asiático | Destrucción del hábitat |
Gorila (Gorilla gorilla) | África central y occidental | Destrucción del hábitat, captura de los ejemplares jóvenes, caza furtiva |
Jaguarundi (Felis yagouaroundi) | Texas, América Central | Destrucción del hábitat, tráfico de pieles |
Leopardo (Panthera pardus) | África, India, Sureste asiático | Destrucción del hábitat, tráfico de pieles |
Pantera de las nieves | Asia central | Exceso de caza para la obtención de su piel |
León asiático | India | Destrucción del hábitat; exceso |
Mono colobo (Colobus kirki) | África | Caza para la obtención de su piel |
Mono araña o mirikío araña de | Costa Rica, Nicaragua, Panamá | Destrucción del hábitat |
Lince ibérico | España, Portugal | Pérdida del hábitat, persecución ilegal |
Orangután | Borneo, Sumatra | Destrucción del hábitat, exceso de captura |
Panda gigante | China | Restricción de su hábitat |
Perrito de las praderas | Oeste de EEUU | Destrucción del hábitat, envenenamiento |
Rinoceronte negro | Al sur del Sahara en África | Destrucción del hábitat, exceso de caza |
Rinoceronte blanco | África central y oriental | Caza furtiva para obtener su cuerno |
Tigre (Panthera tigris) | Asia templada y tropical | Destrucción del hábitat, caza deportiva |
Rorcual azul | Océanos | Caza comercial |
Tráfico de especies protegidas
Historia del tráfico
La costumbre de mantener animales silvestres como mascotas viene desde el tiempo de la colonización de Brasil. Cuando los portugueses incorporaron la práctica de los indios nativos, que mantenían monos y aves tropicales como sus animales de estimación, además de utilizar las plumas coloridas de las aves brasileñas para servir de adorno para sombreros y vestimentas.
Durante los treinta primeros años tras el descubrimiento del nuevo mundo, las grandes embarcaciones portuguesas que dejaban Brasil solían llevar en sus bodegas aproximadamente tres mil pieles de Jaguar (Panthera onca) y 600 papagayos (Amazona sp.). Esas “mercaderías”, al ser desembarcadas en Europa, estarían de inmediato adornando vestidos y palacios en el viejo mundo. Usar sombreros ornamentados con plumas coloridas de aves tropicales era considerado de muy buen gusto, y casi siempre era un lujo reservado solamente a las clases más adineradas. Aquella mirada extranjera de codicia se perpetua hasta hoy, pero despierta más que una mera curiosidad, ella traduce la certidumbre de que en el nuevo mundo se encuentra la mayor reserva de biodiversidad del planeta, y que en ella están contenidas muchas respuestas que todavía no han llegado al conocimiento humano. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente - PNUMA (Perfil del PNUMA-1992), aproximadamente cien especies desaparecen todos los días de todo el planeta, y el comercio ilegal de animales silvestres surge como una de las principales causas de esa tragedia.
En menos de 500 años, países como Brasil ha perdido aproximadamente un 94% de su cobertura de selva, uno de los principales ecosistemas del País. Son cada vez más constantes las incursiones en las selvas tropicales en búsqueda de animales para fomentar el tráfico nacional e internacional, y mantener animales silvestres en cautiverio, no solamente los ricos, que exhiben sus colecciones particulares de animales silvestres como trofeos para su vanagloria, sino tambien los miserables, que se adentran en las selvas en búsqueda de esos animales que, vendidos, ayudarán a disminuir su hambre, así como los científicos extranjeros que buscan en la fauna y flora una posibilidad de que sus laboratorios tengan alta rentabilidad con la fabricación de nuevos medicamentos.
Los números del tráfico
El trafico de la flora y la fauna se ha convertido en uno de los “negocios” más lucrativos y figura en el mundo en tercer lugar tras el trafica de drogas y armas. El de fauna mueve alrededor de 10000 millones de dólares anuales y la flora esta superando los 7000 millones, a estas cifras habría que sumarle el trafico clandestino. Más de 26 billones de pesetas anuales de beneficio; unas 700 especies a punto de extinguirse; 230.000 primates, 1,13 millones de aves vivas, casi 4 millones de reptiles vivos, 350 millones de peces tropicales, 1,1 millones de plantas..., comerciados en un solo año; estas cifras son solamente el botón de muestra de la estadística demoledora que resulta del comercio internacional de especies protegidas, una de las causas más importantes de pérdida de biodiversidad en el mundo. Mientras los traficantes prosiguen su actividad, un acuerdo internacional, el Convenio de Washington o CITES, intenta frenar el tráfico mortal de especies de fauna y flora mundiales.
En un estudio realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y TRAFFIC, organización dependiente de la anterior que se encarga del seguimiento del comercio internacional de especies, se pone de manifiesto la importancia de la Unión Europea (UE) en el contexto de este comercio. Datos del período 1988-1991 indican que la UE es el primer importador mundial de pieles de reptil, importando casi 4 millones de pieles; el segundo gran importador de primates, después de Estados Unidos, con 46.000 ejemplares; el primer importador mundial de loros, cacatúas y similares, contabilizando casi 1 millón de ejemplares (el 39% del comercio mundial); el primer importador de boas y pitones vivas; el segundo mayor importador mundial de félidos vivos y el primer importador y exportador de especies de plantas.
Hay un primer dato que sería suficiente para justificar cualquier esfuerzo de cooperación internacional dirigido a luchar contra el tráfico de animales y plantas: unas 700 especies se encuentran en la actualidad en peligro de extinción como consecuencia directa de la captura en sus medios naturales y la posterior comercialización. Pero además, unas 2.300 especies animales y 24.000 plantas están amenazadas por esta misma razón. Así, el tráfico con especies de fauna y flora se convierte en una de las causas más importantes de pérdida de biodiversidad en el planeta. Efectivamente, según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), cada año pueden comprarse y venderse en todo el mundo muchos animales vivos que son apartados de sus hábitats naturales para terminar sus vidas cautivos de un medio que les es hostil.
Estas contundentes cifras no hacen sino traducirse finalmente en dinero, en miles de millones de pesetas de beneficios para las personas que se lucran de la tragedia de miles de seres vivos distintos. En efecto, al analizar las principales razones por las que se sigue manteniendo un negocio que está produciendo tanto daño a las poblaciones silvestres de multitud de especies, nos encontramos con que este tráfico produce pingües dividendos a unas cuantas personas que, además, han observado que se trata de una actividad ilegal poco arriesgada y no tan perseguida como lo puede estar el narcotráfico o el tráfico de armas, pero que es equiparable a éstos en rentabilidad. Impunidad y rentabilidad representan un claro aliciente para muchos traficantes, lo que está provocando que el problema aumente a pesar de los cada vez mayores controles internacionales. En más de una ocasión se ha observado que los canales de distribución y las personas implicadas en asuntos de tráfico de especies son los mismos, probándose así que se trata de un complejo y grave problema de especiales consecuencias para la naturaleza.
Algunas especies y productos derivados de la naturaleza se encuentran entre los más cotizados económicamente. La singularidad o rareza zoológica y botánica es directamente proporcional a su cotización en el mercado y así, cuanto más rara es una especie, más valiosa es y, como un círculo vicioso, más se la persigue, disminuyendo hasta límites mínimos o incluso extinguiéndose. Las dagas orientales vendidas en Yemen cuyas empuñaduras están realizadas con cuerno de rinoceronte africano pueden alcanzar un valor de 1,5 millones de pesetas; el polvo de cuerno de rinoceronte asiático, vendido como supuesto afrodisíaco, ha llegado a valer unos 2,6 millones de pesetas por kilo; un abrigo de pantera nebulosa puede costar hasta 10 millones de pesetas en Japón. Cada año se consumen en el mundo entre 600 y 900 toneladas de marfil, que se obtienen de unos 150000 colmillos de elefantes adultos. La cotización internacional de los venenos es altísima: un gramo de veneno de Jararaca vale US$ 433,70, y el de la Cascabel (Crotalus durissus terrificus), US$ 301,40. El tamarino león dorado (Leontopithecus rosalia)se vende en el mercado interno por US$ 250.00, y en Europa es fácilmente comercializado por US$ 20,000.00. El Milro (Gnorimopsar chopi) se encuentra en el mercado libre del sur de Brasil por US$ 40.00, y en los Estados Unidos por US$ 2.500,00.
Recientemente se encontró en sapos del Amazonas una sustancia 27 veces más potente que la morfina, algo que puede cambiar todas las formas de tratamiento con anestésicos en el mundo, eso puede significar la extinción de esa especie tal vez en un futuro próximo.
Pero las implicaciones de este tráfico traspasan las fronteras económicas y se hacen políticas y sociales, toda vez que, una vez más, son los países en vías de desarrollo los grandes perdedores sacrifican su naturaleza y son los que menos beneficios económicos reciben. Efectivamente, las diferencias entre los dos hemisferios del planeta también se hacen notar en este campo y, así, mientras que los países en desarrollo son los grandes abastecedores de especies de fauna y flora silvestres, los países desarrollados son los grandes consumidores. Estados Unidos, Japón y la Unión Europea son los principales puntos de importación, mientras que países de Sudamérica, África y el Sureste asiático proporcionan la mayoría de especies para el comercio internacional. Argentina, Brasil, Indonesia, Tanzania y Uruguay son los principales países de donde proceden la mayor parte de Psitaciformes (loros, guacamayos, cacatúas) con los que se comercia. Sólo Estados Unidos importa unos 300.000 loros al año con destino a las tiendas de animales de compañía. Igualmente, Indonesia y Argentina son los principales proveedores de pieles de reptil, siendo Estados Unidos, Japón, España y Francia los primeros importadores.
Pero el tráfico de especies significa algo más que esta mirada de datos. Expertos del WWF estiman que de todos los animales vivos que recorren el mundo de contrabando, entre el 60 y 80 por ciento mueren durante la captura, transporte y comercialización posterior. Esta es la razón por la que el tráfico con especies vivas significa una esquilmación notable para muchas poblaciones animales, cuya disminución provoca efectos directos sobre otras especies, al desestabilizar la cadena alimentaria y causa la multiplicación de plagas de insectos, al terminar con sus predadores. En Asia, por ejemplo, la sobreexplotación de las ranas toro, que se alimentan de mosquitos portadores de malaria, ha provocado la expansión de la enfermedad. Pero además, la explotación no controlada de especies de fauna y flora tiene también efectos negativos sobre la economía de los países en vías de desarrollo, cuyas poblaciones locales pueden depender de la venta de productos derivados de animales y plantas para sobrevivir.
Algunas cifras del mercado negro de especies:
Primates: mas de 50 millones de primates son capturados actualmente y utilizados en laboratorios de investigación (los menos) o como animales de compañía.
Reptiles: 10 millones de pieles de reptil se destinan a la confección de bolsos zapatos u otros productos de lujo. Parte de los reptiles van a parar a los terrarios como exóticos animales de compañía.
Aves: 5 millones de aves son capturadas con destino a los salones de las casas de países desarrollados, restaurantes de lujo y coleccionistas privados.
Felinos: Unos 15 millones de pieles de mamíferos engrosan cada año lujosas peleterías de EEUU, Europa y Japón.
Ranas: Cerca de 250 millones de ranas (sobre todo, ranas toro) son capturadas en sus hábitats naturales con destino a restaurantes.
Peces: Entre 350 y 600 millones de peces son capturados para abastecer acuarios y peceras de todo el mundo.
Cactus: 8 millones de cactus son recogidos clandestinamente su destino son las casas de los países occidentales.
Orquídeas: Casi 9 millones de orquídeas y flores de bosques tropicales son recolectadas con destino a países occidentales
Coral: mas de 2 toneladas de coral se convierten anualmente en ornamentos y objetos decorativos
Tipos de tráfico
En la zona Neártica, el tráfico de la fauna silvestre posee características peculiares con relación a las especies traficadas y al destino que tienen al llegar a los mercados internacionales. Esas modalidades pueden dividirse en tres objetivos diferentes: animales para coleccionadores particulares y zoológicos; animales para fines científicos y animales para comercialización internacional en tiendas de mascotas.
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Animales para colecciones particulares y zoológicos. Es tal vez el más cruel de los tipos de tráfico de la vida salvaje, dado que tiene como prioridad las especies más amenazadas de extinción. Mientras más raro sea el animal, más grande es su valor de mercado. Los principales coleccionadores particulares de la fauna silvestre se encuentran en Europa, en los países como Holanda, Bélgica, Austria, Suiza, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y España; en Asia, en los países como Singapur, Hong Kong, Japón y Filipinas; y en Norte América, Estados Unidos y Canadá.
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Animales para fines científicos: En este grupo se encuentran las especies que suministran la química base para la investigación y producción de medicamentos. Es un grupo que, debido a la intensa incursión de investigadores ilegales en búsqueda de nuevas especies, aumenta cada día.
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Animales para tiendas de mascotas -Es la modalidad que más incentiva el tráfico de animales silvestres. Debido a la gran demanda, muchas especies de la fauna neártica están incluidas en esa categoría. Los precios practicados dependen de la especie y de la cantidad encargada.
Rutas
Son muchas las rutas y métodos de transporte utilizados para canalizar todo este volumen de comercio de especies. Por tierra, mar y aire, llegan singulares "mercancías" a los países de destino utilizando casi siempre los mismos intermediarios. Hasta 1989, año en el que se prohibió el comercio de marfil a nivel internacional, la mayoría del marfil procedente de diversos países africanos pasaba por Burundi con destino a los Emiratos Arabes Unidos, uno de los centros más importantes del mundo en comercio ilegal de especies y productos derivados. Taiwan ofrece una ruta de paso para los colmillos de elefante de contrabando y para los cuernos de rinoceronte de África, así como para loros y pieles de reptil procedente de Iberoamérica. Bolivia, Guayana francesa y Paraguay actúan de intermediarios en el movimiento ilegal de las aves exóticas con destino a Estados Unidos. Por último, hay que destacar el importante papel de España en este contexto que, debido a su estratégica situación geográfica, se utiliza como punto de paso de multitud de especies y productos derivados para su posterior reexportación a otros países europeos.
Las 10 especies más amenazadas
Algunas de las especies podrían desaparecer en las primeras décadas del siglo XXI a pesar de que su uso comercial esta totalmente prohibido:
Tigre de Siberia: cazado por su piel, quedan unos 200 ejemplares
Nutria gigante: capturada por su piel. Ha desaparecido en Uruguay u quedan pocos centenares en Argentina
Cocodrilo del Nilo: Capturado por su piel
Aguila imperial ibérica: quedan unas 150 parejas en libertad
Tortuga marina: perseguida por coleccionistas y en la carta de algunos restaurantes
Gorila de montaña: destinado a zoológicos, coleccionistas e institutos de antropología. Quedan unos 600 ejemplares en las montañas húmedas del continente africano
Guacamayo escarlata. Importados en grandes cantidades por los EEUU
Rinoceronte negro africano: quedan unos 2000 ejemplares. En los años 70 quedaban 65000 ejemplares
Panda gigante: En zoológicos y como piel. Quedan unos 1000 ejemplares en todo el mundo.
Lobo marsupial: podría haber desaparecido ya. El ultimo ejemplar fue avistado en la década de los 80.
Trafico en España
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Desde el exterior
Desde la década de los 60, gorilas, chimpancés, tortugas, caimanes, cocodrilos, iguanas, anfibios, arañas, pitones y boas, leones, guacamayos y cacatúas, entre otros, comenzaron a sustituir a perros, gatos y canarios como mascota, animal doméstico o de compañía. Según datos del Consejo General de Colegios Veterinarios de España, se calcula que en los hogares españoles existen cerca de 60.000 reptiles y más de 100.000 aves exóticas. La rápida salida al mercado debido a la fuerte demanda y la ausencia de sanciones, los elevados precios de venta y la permisividad de las fronteras españolas han facilitado esta situación.
A escala internacional, la Península Ibérica ocupa una posición estratégica privilegiada desde el punto de vista geográfico para la realización de todo tipo de actividades comerciales y de comunicación, tanto marítimas como aéreas. Esto ha propiciado que el territorio español se esté utilizando principalmente como punto de enlace hacia otros países de Europa y EE.UU para canalizar enormes cantidades de animales protegidos procedentes, sobre todo, de Iberoamérica, Africa ecuatorial y el sudeste asiático. Así, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y la red TRAFFIC, en España se desarrolla en la actualidad (principalmente debido al tránsito) más del 30% del comercio ilegal del animales y plantas protegidos en el mundo y, según las autoridades aduaneras españolas, más del 50% de este comercio ocurre sin ser detectado. Todo esto representa un volumen económico cercano a los 150.000 millones de pesetas, de modo que España es, junto con Argentina, Indonesia y Tailandia, uno de los cuatro países más afectados por el tráfico ilegal de especies amparadas por el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Tampoco hay que olvidar que España mantiene un importante volumen de comercio interno, sobre todo de pieles de reptil, primates y aves exóticas, ocupando un lugar destacado a nivel internacional.
En enero de 1986, con la incorporación de España a la Comunidad Europea, el Convenio de Washington (CITES) entra en vigor en todo el territorio nacional. A partir de ese momento, para poder comercializar o poseer un ejemplar de una especie amenazada incluida en dicho Convenio es preciso estar en posesión de un certificado CITES que acredite que ese individuo proviene de cría en cautividad. Sin embargo, según WWF/Adena y fuentes de la Administración española, falsificar ese papel es relativamente sencillo; además, la multa por carecer de él es insignificante.
En España son tres las autoridades que se encargan desde entonces del cumplimiento del CITES: la Dirección General de Comercio Exterior y la Dirección General de Aduanas como autoridades administrativas y la Dirección General de Conservación de la Naturaleza como autoridad científica. En un tiempo pasado, las dificultades en el control aduanero, la ausencia de una legislación nacional específica que permitiera la imposición de sanciones, así como la inexistencia de un "Centro de Rescate" donde depositar los especímenes incautados (siempre por vías alternativas, como el contrabando y no por violación al CITES), eran problemas muy graves que no veían solución. Sin embargo, en los últimos tres años, se han dado pasos decisivos para luchar contra el tráfico de animales y plantas: la reforma del Código Penal y la puesta en escena del SEPRONA, suponen un serio avance de la Administración española en el control de este comercio ilegal.
Este comercio ilegal plantea numerosos peligros para la salud humana, al margen del propio daño que se le produce al individuo con que se trafica o a la población de la especie a la que pertenece. Al no pasar ningún control veterinario pueden ser portadores de numerosas enfermedades de difícil control y erradicación. Así, cuando un fotógrafo se pasea con su chimpancé por las costas españolas en búsqueda de clientes que se quieran fotografiar, no sólo hay que tener en cuenta que en su captura y posterior adiestramiento mueren 8 de cada 10 chimpancés, y que se les droga y arrancan los dientes para que sean más dóciles. Además, hay que tener presente que el primate en cuestión puede ser portador de enfermedades contagiosas para el hombre como la hepatitis A y B, poliomielitis, diversos parásitos intestinales... Igualmente ocurre con las cacatúas y los guacamayos que transmiten la psitacosis o con la salmonella de las tortugas. Pero no es sólo el hombre el afectado por las enfermedades. En agosto de 1987, entraron en España 7 cebras enfermas procedentes de Namibia con destino al Safari-Park Aitana (Alicante). Esto produjo un brote de peste equina a nivel nacional que ha supuso la pérdida de gran parte de la cabaña equina española, con unas pérdidas económicas evaluadas en varios cientos de millones de pesetas.
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Dentro del país
España acoge una riqueza faunística envidiable en el contexto europeo e internacional. Esto induce a furtivos, pajareros, cazadores desaprensivos, delincuentes y mafias organizadas a peinar los campos y montes españoles en busca de víctimas que cazar y vender: desde osos pardos, rebecos, urogallos, linces, hasta águilas imperiales o halcones peregrinos, pasando por toda suerte de pajarillos (mal llamados de jaula, como si tuvieran un destino predeterminado) o galápagos. De esta forma, huevos de aves en peligro de extinción y animales protegidos son cazados furtivamente, disecados, almacenados y posteriormente comercializados,
En España, la ley de la conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (promulgada en 1989) establece que el reconocimiento de especies amenazadas, tanto animales como vegetales, cuya protección requiera medidas de protección, se realizará mediante su inclusión en un catálogo, el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, donde se recogen las especies y subespecies en `peligro de extinción' y las de `interés especial'.
En España, el inventario oficial más actual sobre el estado de conservación de nuestros vertebrados recoge que más de la mitad de las especies de mamíferos españoles están catalogadas como amenazadas, según las diferentes categorías, así como el 53% de los peces continentales, el 27% de anfibios y reptiles y el 33% de las aves. Algunas especies catalogadas como en `peligro de extinción' en la península Ibérica son: quebrantahuesos, águila imperial ibérica, malvasía, lagarto gigante del Hierro, lince ibérico, foca monje, oso pardo, bucardo y varias especies de plantas de diversos géneros.
Según datos de 1996, en España se conoce que unas 500 especies de plantas superiores también están amenazadas, y se sabe algo menos sobre el estado de los invertebrados.
Esfuerzos dirigidos a la conservación de las especies
Se han efectuado algunos esfuerzos privados y gubernamentales dirigidos a salvar especies en vía de extinción. Una propuesta inmediata es la protección de especies a través de la legislación. Además, son importantes los esfuerzos que se realizan a través de los convenios internacionales, de las publicaciones de `listas rojas' o catálogos de las especies amenazadas, de diferentes proyectos como ARTEMIS (creación de un banco de semillas para plantas en peligro), ZEPAS (Zonas de Especial Protección para las Aves); así como los acuerdos que se obtienen en los diferentes congresos y cumbres, tanto a nivel internacional como nacional.
Los esfuerzos dirigidos a la conservación de especies también incluyen la repoblación de la naturaleza con animales en edad de procrear, bien para restablecer su número (como en el caso del halcón peregrino) o para aumentar la población natural (como en el caso de la grulla cantora). Gracias a la reproducción en cautividad, por ejemplo, el número de ejemplares de cóndor de California se ha elevado de 27 en 1987 a unos 52 en 1992. Otro proyecto implica la determinación de los hábitats críticos que se deben conservar para las especies amenazadas. Su protección puede llevarse a cabo mediante el establecimiento de reservas, aunque su valor está limitado por el efecto isla. Las objeciones planteadas por algunos grupos con intereses particulares hacen que la conservación de zonas para las especies amenazadas sea también difícil.
Los esfuerzos internacionales se concretan en el Convenio sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Flora y Fauna Salvaje, ratificado por 51 países. Su propósito es reducir la explotación de éstas mediante la regulación y restricción de su comercio. Sin embargo, en algunos países la eficacia de estas leyes depende de la aplicación y apoyo que reciben de la población y de los tribunales. Debido a que su aplicación no es totalmente estricta, a la negligencia de algunos segmentos de la sociedad que consienten el comercio con especies amenazadas, y a que las actividades de cazadores furtivos y traficantes sin escrúpulos facilitan este comercio, el futuro de muchas especies, a pesar de su protección legal, es incierto.
Legislación
El tráfico de especies protegidas no deja de ser algo conocido a pesar de moverse en mercados ocultos. Afortunadamente actualmente se están dando una serie de cambios en el pensamiento de la sociedad que arrojan esperanza a la actual situación. Esta serie de cambios no son más que los diferentes motivos que han llevado a las autoridades a crear un marco legal por el cual la fauna y flora silvestre quedan protegidas ante este tipo de mercado.
De un tiempo a esta parte se ha ido dando una concienciación social mediante la cual se reconoce el creciente valor de la flora y la fauna silvestre, constituyendo éstas elementos irremplazables. Se fortalece este reconocimiento mediante el tan famoso concepto de “desarrollo sostenible”, ya que se afirma el deber de conservarlas y administrarlas para que las generaciones futuras puedan gozar de ellas. Este deber está dirigido a los Estados, que asumen la responsabilidad de proteger la flora y la fauna silvestres.
Todos estos cambios e ideas han calado de tal manera en la sociedad que, como hemos indicado anteriormente, dieron lugar al marco legal actual de protección de la vida silvestre. Este marco legal queda representado por tres actos principalmente:
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Conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente humano. (Estocolmo, 1972).
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Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres. CITES. (Washington, 1973).
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Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres. CMS. (Bonn, 1980).
Nos centramos en los dos Convenios que vienen a ser la expresión y el resultado posterior de la primera Conferencia.
Los textos completos de los dos Convenios se presentan como Apéndices de este trabajo.
Básicamente vienen a ser el reconocimiento por parte de las diferentes partes, Estados que los firman, de sus responsabilidades ante dichas especies, la catalogación de estas especies y las medidas adoptadas para su protección.
Es interesante prestar atención a la CMS (Bonn, 1980), que viene a enmendar la anterior Convención, CITES (Washington, 1973), donde cobran gran importancia las especies migratorias de animales silvestres, quedando implícita la gran importancia de las poblaciones de aves y de especies marinas, tales como los cetáceos, principales especies migratorias.
Nos fijamos ahora en casos más concretos, viendo como se trasladan estas medidas a la realidad, el trabajo de Estados y Organizaciones para levarlas a buen puerto y cuáles son realmente los obstáculos que generan al tráfico de especies protegidas.
Bibliografía
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Enviado por: | Anita |
Idioma: | castellano |
País: | España |