Dos jugadores cogen de cada extremo de la cuerda y la hacen girar de modo que podemos ir saltando. Se puede entrar y salir del derecho o del revés. El primero o la primera de la fila es quien da las órdenes de lo que se va a saltar. Y se dice a una y a seguir y saltamos una vez y seguimos a quien va delante. Se respeta el orden de la fila ya que si se equivoca quien va delante, vamos ganando para llegar al primer puesto y mandar. Paga quien se equivoca y pisa la cuerda. Entonces se intercambia con el que está "dando a la cuerda" que se pone en último lugar de la fila y continúa el juego con el resto de compañeros y compañeras.
El salto de comba es un juego que ha existido durante siglos alrededor de todo el mundo. Sin embargo, establecer el origen exacto de la comba, como juego popular, puede suponer una equivocación segura. Existen referencias de que en la antigua China era uno de los deportes favoritos durante la fiesta de año nuevo. Hipócrates (460-377 a. D.C.), médico griego llamado padre de la medicina, recomendaba saltar a la cuerda como una práctica de agilidad. Se han encontrado descripciones muy detalladas en escritos antiguos provenientes de las civilizaciones fenicias, egipcias y chinas. Hay numerosas ilustraciones que demuestran el carácter universal del juego tradicional de saltar con cuerda.
Los torneos todavía se realizan en el final de cada enero y atraen a competidores de Wisconsin y de Minnesota que intentan saltar tantas veces como sea posible en 10 segundos (sobre 60 veces, pero actualmente el record lo ostenta Paul Morning con 72 saltos).
Richard que vivió en Boulder (Colorado, EEUU) en sus entrenamientos como futbolista tuvo que elegir entre 15’ de comba o realizar 1 hora de escalones. Optó por los escalones ya que el salto de comba era de chicas. Cuando llegó el invierno y tenía que realizar los ejercicios en el exterior prefirió coger la comba. Pronto la comba no tenía ningún atractivo para él ya que tan sólo realizaba saltos básicos (subía y bajaba) así que empezó a realizar cruces de manos, balanceos, dubles, etc. en sus sesiones de entrenamiento. Las sesiones aumentaron tanto en dificultad como en tiempo.
A pesar de la aceptación que el salto de comba ha tenido a lo largo de la historia han existido dos perjuicios por lo que no se ha extendido más. En muchas ocasiones se piensa que es un deporte muy difícil, en otras se considera como un ejercicio muy aburrido, monótono y repetitivo.
Cancioncillas simples, breves. Una excusa para entrar en comba y salir casi enseguida. En ocasiones, un par de saltos. Cancioncillas para cantar y descender, con pausado impulso, la cuerda. Para añadir la mímica que pida el texto... Hasta para brincar salteando dos cuerdas, que, maneadas por una sola pareja, se persiguen en el aire y golpean intermitentes el suelo. Y para repetirlas cuántas veces lo permita el tedio el alborozo de las niñas.
La comba de entrar y salir
UNA DOS TRES Y CUATRO
Una, dos tres y cuatro, Margarita tiene un gato, Con las orejas de trapo Y los ojos de cristal. Y le dan de merendar, Pan, chicha, chicha y pan
De comba prolongada
AL PASAR LA BARCA.
Los movimientos de la cuerda se convierten ahora en lento balanceo. En sus seguimientos, los jugadores saltan sobre ella de un lado para otro. La cuerda ya no es el arco tenso que gira. Movida con tranquilidad acompañado de canciones.
Al pasar la barca Me dijo el barquero: Las niñas bonitas no pagan dinero. Al volver la barca Me volvió a decir: Las niñas bonitas no pagan aquí. Yo no soy bonita ni lo quiero ser. Yo pago dinero Como otra mujer. ¡Arriba la barca, una, dos y tres!
SOY LA REINA DE LOS MARES.
Esta canción se canta mientras se salta a la comba. La niña o el niño que está saltando debe tirar un pañuelo al suelo cuando lo indica la canción y recogerlo momentos después sin perder comba. Se ha de procurar que el pañuelo quede a una distancia determinada para, por un lado, poderlo recoger sin dificultad y sin perder comba y, por otro, para que no lo roce la cuerda al pasar y lo aleje. A veces ocurría que lo tirabas y luego lo cogía la cuerda y con el impulso de la soga salía volando disparado y... ¡ya habías perdido!
Soy la reina de los mares, señores lo van a ver; tiro mi pañuelo al suelo y lo vuelvo a recoger. Pañuelito, pañuelito, quién te pudiera tener metidito en el bolsillo como un pliego de papel. Que una, que dos y que tres, que salga la niña que va a perder.