Historia
Colonias de Entre Ríos
Monografía de Historia sobre las colonias de
Entre Ríos durante el período 1853 a 1895
“Gobernar es poblar” Juan Bautista Alberdi
ÍNDICE:
Introducción:
Definición de Colonia (colonia oficial y privada y colonización nacional, provincial y municipal)
Marco Temporal de Argentina, Entre Ríos y Europa.
Legislación nacional y provincial.
Desarrollo:
Aspectos sociales
Convenios Migratorios
Colonia San José
Colonia General Alvear
La langosta
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Conclusión
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Bibliografía
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Anexo
1. Introducción:
El propósito de nuestro trabajo es tratar de reconstruir la situación de Entre Ríos durante el período de 1853 a 1895, poniendo especial énfasis en el aspecto inmigratorio. La organización de este trabajo incluirá una referencia a las circunstancias históricas del momento, la descripción de las colonias, el análisis de los aspectos demográficos, institucionales, políticos, económicos, etc y por último conclusiones a las que se puede arribar a partir de los datos recabados.
La provincia de Entre Ríos tenía para mediados del siglo XIX una población que no alcanzaba los 50.000 habitantes y un flujo de inmigrantes, en su mayoría europeos, que se incrementaba en forma constante. La formación de la Colonia San José hacia 1857 marcaría el inicio de una política de organización territorial orientada hacia la conformación de colonias.
Algunas Causas de la Inmigración: * La necesidad de Argentina de integrarse al Mercado Europeo.
* La situación inversa con respecto a las necesidades argentinas y europeas. Argentina necesitaba mano de obra, como consecuencia del proyecto de expansión del sector agropecuario; y Europa liberaba mano de obra, como consecuencia de la tecnificación del agro y la Segunda Revolución Industrial.
* La política de la generación de los '80 de transformar el país a la imagen norteamericana, por la política industrial del anglosajón, y europea, por sus ciudades modernas y bien estructuradas. *La necesidad de poblar las regiones inhabitadas del país.
1.1. Definición de Colonia:
Para comenzar debemos definir lo que es una colonia: según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado Clarín una colonia es :” un establecimiento formado por quienes van de un país a otro para cultivarlo o establecerse en él”, según el Diccionario Enciclopédico Clarín una colonia consiste en :”un conjunto de extranjeros (también antiguos colonos) que forman una minoría en otro país y que conservan las tradiciones y costumbres del suyo”.
Ambas definiciones responden al mismo concepto; un grupo de personas motivadas a abandonar su lugar de pertenencia por diferentes razones para establecerse en otro, ya sea nacional o extranjero, y explotarlo con los medios de que disponen. Hay diferentes tipos de colonización, en la época que trataremos se conocen tres: oficial, privada y mixta. La primera consiste en una acción del gobierno para fomentar el asentamiento de población en determinadas zonas inhabitadas. Puede estar destinada tanto para ciudadanos como para extranjeros y su finalidad principal en esta época fue, además de la razón fundamental de toda colonia, explotar las tierras. El colono recibe gratis o a precios ínfimos, la tierra, animales, herramientas, materiales de construcción y víveres; resultó muy oneroso para el fisco y los resultados fueron mediocres. La segunda es la concesión por parte de propietarios a familias que se comprometen a explotar la tierra y a pagar una remuneración a cambio. El colono recibe la tierra y elementos de trabajo, cuyo valor debe reembolsar en el término de varios años, lo que hace que se dedique con el mayor empeño a su explotación y progresa rápidamente. Y en la tercera el gobierno cede la tierra a empresarios, a bajo precio y estos las subdividen y venden a los colonos, a quienes también proporcionan otros elementos de trabajo; el resultado fue inferior al sistema particular, pero superior al fiscal.
Los tres tipos de colonización responden a las mismas características: los colonos se comprometen a explotar las tierras, habitarlas y hacerlas redituables durante determinado período de tiempo (generalmente de 2 a 10 años); a cambio, el gobierno o el propietario responderán a sus necesidades durante el primer año que habiten los lugares y les proveerán las herramientas necesarias (animales de trabajo, alimentos y dinero para comprar los objetos imprescindibles) como fue el caso de la colonia de San José, donde Urquiza “entrega a cada una de las familias de diez a seis cuadras de tierra, cien pesos para compra de objetos de primera necesidad y semillas, cuatro bueyes de labranza, dos caballos, dos vacas lecheras con cría, preñadas o recién paridas, la madera y leña que necesitara la familia y la manutención de la familia, durante un año a datas de su llegada a la colonia a razón de diez libras de carne y tres libras de fariña por día para cinco personas de diez años para arriba”
Pero la obra colonizadora más importante, por su amplitud y resultados, es la realizada por particulares. Por orden de fecha de fundación se mencionan las principales colonias de ese origen.
1857. Colonia de San José, Dpto. Colón, de 135000 hect., por J. J. de Urquiza.
1871.Colonia San Luis, Dpto. Colón, de 1800 hect., por L. C. Hugues.
1872. Colonia Nueva, Dpto. Colón, de 6750 hect., por Dolores C. de Urquiza.
1874. Colonia Caseros, Dpto. Uruguay, de 19800 hect., por Dolores C. de Urquiza.
1875. Colonia San Juan, Dpto. Colón, de 1038 hect., por A. Richaud.
1876 Colonia San Anselmo, Dpto. Colón, de 800 hect., por A. López.
1878. Colonia Santa Rosa, Dpto. Colón, 300 hect., por Rosa C. de López.
1879. Colonia 3 de Febrero, Dpto. Paraná, 12600 hect., por C. y J. J. Brugo. -Colonia Pereyra, Dpto. Colón, 2500 hect., por C. Pereyra. -Colonia San Francisco, Dpto. Colón, 1350 hect., por Francisca M de Codam.
1880. Colonia Taquela. Dpto., Diamante, 3000 hect., por A. Taquela- Colonia San Antonia, Dpto., Gualeguay, de 1100 hect., por J. Arguetti. -Colonia Moran, Dpto. Gualeguaychu, de 5400 hect., por G Moran.
1881. Colonia 1 de Mayo, Dpto. Colón de 3100 hect., por Dolores C. de Urquiza- Colonia Celia Dpto. Diamante de 4800 hect., por J. Camps. -Colonia la Granja Dpto. Gualeguay de 850 hect. por Gianello y Antola. -Colonias Loreto, Vela y Santa Maria, Dpto. Gualeguaychú.
1852. Colonia Reffino, Dpto. Paraná de 6000 hect. por L. y A. Reffino.- Colonia Cerrito Dpto. Paraná, de 24000 hect. por un sindicato constituido por C. Castagna, J. Viñas, F. Rodríguez, R. Febré, C. Ortiz, F. Antelo y Carmen C. de Núñez. - Colonia El Retiro, Dpto. Gualeguay de 7000 por M. Erausquin. -Colonia San Carlos Dpto. Gualguay de 500 hect., por E Duportal. -Colonia Santa Rosa, Dpto. Gualeguay de 850 hect., por F. Pensotti. -Colonia San Diego, Dpto. Gualeguaychú de 2000 hect., por P Reinoso. - Colonia Sarandi, Dpto. Gualeguaychú de 4000 hect. por C. Irazusta. - Colonias Santa Valentina y San Eduardo, Dpto. Gualeguaychú.
1883. Colonia Maria Luisa, Dpto. Paraná de 3000 hect., por J. Aulí. -Colonia García Dpto. Diamante, de 6300 hect. por T. García. - Colonia Mandisoví, Dpto. Federación de 2800 hect., por M. Bohrer.- Colonia El Paraíso, Dpto. Gualeguay, de 5400 hect., por P. González.- Colonia San Martín, Dpto. Gualeguay de 2700 hect., por P Barrandegui. -Colonia San Adrian Dpto. Rosario del Tala de 1700 hect., por J. M. Pagola.
Todas las colonias citadas se fundaron con familias suizas, italianas, alemanes, francesas, belgas y españolas y algunas con familias nativas, que siempre demostraron muy poco interés por las tareas agrícolas. Cultivan principalmente trigo, maíz, lino, cebada, alfalfa, vid, maní, algodón, tártago; frutales: durazno, membrillo, higo y damasco y forestales: paraíso, áramo, sauce y eucaliptus. Y crían vacunos, yeguarizos, porcinos, gallinas y gansos.
Retrotrayéndonos a la colonización oficial, existen dos subdivisiones, que a su vez se derivan en dos y tres clasificaciones más.
La primera subdivisión es la colonización directa y la indirecta. La primera “es la colonización llevada a cabo por medio de empleados provinciales que se ocupan de administrar los destinos del asentamiento y respondían a las autoridades” y la indirecta es “aquella que sobre terrenos provinciales efectúan particulares o empresas que se ocupan de traer a los pobladores y de atender a sus necesidades a cambio de algún tipo de remuneración, generalmente de tierras” (“Tipología y cronología del proceso de colonización en Entre Ríos entre 1853 y 1895” por Victoria Massa Sojo).
Y la segunda subdivisión deriva en tres: nacional, provincial y municipal. Aquí la descripción de cada tipo referente a la situación en Entre Ríos:
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COLONIZACIÓN NACIONAL: se debió al esfuerzo municipal, la acción del gobierno nacional y la del ejecutivo entrerriano.
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COLONIZACIÓN PROVINCIAL: consiste la intervención del ejecutivo provincial, hacia fines de la década de 1880 para atraer colonos hacia la zona central de la provincia-
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COLONIZACIÓN MUNICIPAL: la totalidad de las colonias de este tipo apareció con posterioridad a la sanción de la ley de municipios de la ley de ejidos de 1872 y una vez que se hubiesen terminado las revoluciones jordanistas. Todas las cabeceras de departamentos contaron con su colonia municipal con la excepción de Colon.
Debemos tener en cuenta las diferentes razones por las que se dieron y dan estas colonizaciones. Encabezando la lista de razones se encuentran la sobrepoblación, una crisis nacional y las guerras; en general los colonos le escapan a conflictos sociales, políticos o económicos que aquejan su lugar de origen.
1.2.Marco Temporal:
República Argentina: El período que abarca nuestro estudio se inicia con la organización nacional y la sanción de nuestra constitución. En los cuarenta y dos años que nos ocupan, nuestro país se vio envuelto en una guerra internacional (la de la Triple Alianza) y corrió peligro de iniciar otra con la República de Chile; en serios conflictos internos (la lucha por la incorporación de Buenos Aires a la Confederación, revueltas provinciales, las revoluciones de 1874, 1880, 1890 y 1893); en graves problemas económico-financieros, la crisis de 1873-76 y de 1890-93; sufrió epidemias, se lanzó a la conquista del desierto y el tendido de la red ferroviaria y telegráfica que incidieron en la evolución del proceso inmigratorio.
Entre Ríos: al comenzar el estudio de nuestro tema, encontramos a la provincia con el territorio federalizado y recién recobraría su autonomía en 1860, año en el que se dicta la constitución entrerriana y se reorganiza la administración provincial. En 1867 se produjo una epidemia de cólera y en 1870 otra de tifus, mientras que toda la década de 1860 esta marcada por la guerra por la unificación personal y la del Paraguay, debido a la proximidad del teatro de operaciones y a la actitud de los entrerrianos hacia la misma; inaugurándose, en 1866, el ferrocarril primer entrerriano que unía Puerto Ruiz con Gualeguay. La década de 1870 se inicia con el asesinato del Capitán General Don Justo José de Urquiza, la intervención nacional de la provincia y las revoluciones jordanistas que signan buena parte de estos diez años para ceder paso luego a la pacificación bajo autoridades democráticas. Es durante esta década que se constituye el tramo del ferrocarril del este argentino, inaugurándose la sección Concordia-Federación en 1874 y , al año siguiente, la de Federación de Monte Caseros. En 1883 se produce “El acceso de la oposición al Gobierno y la sanción de una nueva carta fundamental francamente progresista” y se muda la Capital provincial a Paraná. Durante esta década se unen las dos costas por medio del ferrocarril central entrerriano, cuyos trabajos se iniciaron el 12 de julio de 1885 y por el que se traza un nuevo paralelo de poblamiento de la provincia al tiempo que en 1886 se vive una epidemia de cólera que produjo muchos casos fatales. El periodo objeto de nuestro estudio se cierra con “la crisis y las revoluciones del 90 y 93, con la extraordinaria desvalorización de la moneda y el consecuente encarecimiento de la vida, con la paralización de las industrias y el comercio, con las cesación de pagos, con el gobierno agobiado de deudas de las que ni los intereses pueden pagar y con el banco provincial y la supresión de créditos, de los que tanto abusó.
“Y los siete años seguidos, 1891-1897, de desastres agrícolas, por la langosta y las inclemencias del tiempo, con dos años de desastres ganaderos, 1892-1893, por la intensa seguida, que originaron una perdida en las dos industrias, calculada en cien millones de pesos, suma cuantiosísima para la época”
Europa: trazar un cuadro de los principales acontecimientos que se produjeron en el continente europeo durante la segunda mitad del siglo XIX sería objeto de varios volúmenes, de modo que hemos intentado recordar los hechos que mayor repercusión tuvieron sobre el proceso emigratorio hacia nuestras costas: la gran hambruna en Irlanda de 1848, las revoluciones europeas de 1848, la guerra de Crimea, la unidad italiana y alemana, la guerra franco-prusiana de 1870, los conflictos internos españoles y las guerras carlistas, los levantamientos, las persecuciones y progroms, la industrialización, hechos todos que llevaron a que la población rural y el proletariado urbano buscasen emigrar hacia mejores destinos.
1.3.Legislación Nacional y Provincial:
Nacional: dentro del marco temporal antes detallado se inserta una serie de leyes y la toma de diversas medidas que promueven la inmigración y que incluye: la creación de comisiones protectoras de la inmigración, el nombramiento de agentes oficiales en Europa, la creación de la Oficina Nacional de Trabajo, la sanción de la ley de Inmigración y Colonización, número 817, de 1876, la ley del hogar y la que aprueba el pago de pasajes subsidiarios de 1887. Es indudable que la ley 817 reglamenta y da forma a la actividad inmigratoria en el país y, a partir de ella, se acelera el proceso de arribo de extranjeros. Pasar revista a toda la legislación que fue sancionada durante este período escaparía los límites de nuestro trabajo y consideramos que es lo suficientemente conocida como para no incluirla en estas páginas.
Provincial: en el ámbito entrerriano una serie de leyes y decretos colaboran en el esfuerzo por atraer inmigrantes: la sanción de la constitución provincial de 1860; la ley del mismo año sobre arrendamiento de tierras fiscales y la de venta de solares alrededor de las ciudades y villas; la ley de 1868 que concede el voto a los extranjeros en las elecciones comunales; la ley de ejidos y la de municipalidades, ambas de 1872; las leyes de donación de suertes en Villa Libertad y Calá y la de traza de villas y colonias de 1875; las leyes de creación de colonias de diversos años; la ley de 1884 de creación del catastro de colonias; la ley de 1885 que declara de utilidad pública una legua cuadra de tierra en las estaciones intermediaras del Ferrocarril Central Entre-Riano y la que la refuerza en 1887; la ley de exoneración del pago de la contribución directa de las tierras labradas fuera de los ejidos de los pueblos de 1887; la creación de la sección hipotecaria del banco provincial y la ley de pasajes de 1888; la sanción del código rural y de la ley de colonias de 1892; la ley de creación de un archivo especial sobre pueblos y colonias de 1895 y una serie de acuerdos y medidas que se toman para ayudar a distintos asentamientos en momentos difíciles, todos ellos son prueba irrefutable de una acendrada vocación colonizadora de los sucesivos gobiernos entrerrianos.
2. Desarrollo:
Si bien lo ideal seria hacer una descripción de cada colonia, su situación, sus características políticas, sociales y económicas además de un análisis de estas la extensión del trabajo no nos lo permite, por lo que hemos seleccionado un numero de colonias, con el criterio de describir las colonias que por distintas razones sobresalieran de las demás.
Hemos elegido la colonia San José, porque fue la primera colonia totalmente agrícola de la Argentina, también hemos elegido la colonia del General Alvear, por su distinguida población, que tuvo más de un inconveniente en su asentamiento.
Para esto haremos una breve reseña sobre la vida política, económica y social de las colonias, haciendo hincapié en las ya mencionadas y a su vez intentaremos brindar la mayor cantidad de testimonios y datos.
2.1 Aspectos sociales:
Según censos más o menos prolijos y datos provenientes de las diferentes fuentes que hemos citados y citaremos en este trabaja (Filiberto Reula particularmente en este caso) estos son los datos:
Año | N° de habitantes en Entre Ríos |
1857 | 79.283 |
1860 | 92.746 |
1869 | 134.271 |
1879 | 158.000 |
1883 | 204.000 |
1895 | 292.019 |
En más o menos los treinta años del período, la población se cuadriplico y con creces y su densidad pasó del 0,6 habitantes por kilómetro cuadrado, al 2,7.
Habiendo tenido la provincia un crecimiento entre 1849 a 1860 del 97% estas cifras se ven reducidas a la mitad (45%) como consecuencia de Pavón, del traslado a Buenos Aires de la Capital y la desfederalizacion de la Provincia y de los conflictos ocasionados por la guerra del Paraguay. De 1869 a 1879 el aumento es tan solo del 20% por la influencia negativa de las revoluciones jornalistas, atenuada sin embargo, en los últimos años, por la instalación de varias colonias agrícolas.
En el censo de 1869 hay sobre el total de habitantes, 18.308 extranjeros, en su mayoría europeos y en cuanto al sexo hay 71.531 varones y 62.740 mujeres; con una población urbana del 36.7% (comparándose con el 39.4% de 1849) y 63.3% rural.
2.2 Convenio inmigratorio
Hacer una descripción de cada contrato que tuvieron los inmigrantes de cada colonia seria inútilmente prolongado, por lo que enumeraremos y describiremos las características comunes (que de hecho serían los convenios en su totalidad, ya que había muy poca diferencia entre unos y otros) entre ellos.
El colonizador o administrador se comprometía a otorgar a los colonos sustento durante el primer año o en su defecto hasta que se pudieran auto sustentar; esto consistía en: “dos libras de carne vacuna o cuatro libras de carnero, una libra y media de harina de trigo, una libra de papas u otra hortaliza en la cantidad equivalente y media onza de sal, los niños menores de 10 años recibirán la mitad de la ración. Además cada familia recibirá la madera necesaria para levantar un rancho con puertas y ventanas en caso de no existir madera en el lugar que han elegido, pero en el caso en el que hubiese bosques, los colonos se obligan ellos mismos a cortar madera, como la paja para el techo”,cabe destacar que todos los convenios daban la mitad de la ración a los menores de 10 años y que también brindaban animales de trabajo (en gral. 4 bueyes de labranza, dos caballos y dos vacas lecheras con cría o preñadas).
A cambio el colono se comprometía a explotar la tierra; reembolsar el valor de la tierra en un plazo que variaba según el convenio; pero se podía establecer en un período de entre 4 y 10 años; de no poder pagar en el plazo establecido las pertenencias y las cosechas quedaban hipotecadas a favor del administrador; una vez pagada la deuda la tierra pasaba a ser propiedad de los colonos. Ellos debían permanecer en la colonia (en algunos convenios se detalla claramente el tiempo, pero generalmente el período establecido para el pago implica esto último), cultivar fielmente la tierra, con toda la actividad e inteligencia de la que fueran capaces en su terreno y también debían someterse a la administración y a los reglamentos que sean establecidos para la seguridad, orden y prosperidad de la colonia por el Administrador.
La autoridad era siempre detallada; las colonias tenían uno o varios representantes, además de un concejo, ante el administrador tomaremos el caso de los alemanes y la colonia San José: en la colonia General Alvear se establece en los artículos 4° y 5° que se pueden constituir autoridades comunales libremente y que mientras no las haya la administración estará a cargo de un Consejo de ocho miembros (cuatro vocales titulares y cuatro suplentes) que será elegido libremente por los colonos y presidido por un funcionario nacional o provincial.
Mientras tanto en la colonia San José estaba previsto que los colonos eligieran entre si una comisión de cinco miembros, para discutir los intereses generales de la colonia y presenta sus observaciones a la administración. Y un individuo varón de más de quince años de edad, de cada familia, deberá someterse al impuesto personal de concurrir a los trabajos, que decretará la administración, para el interés general de la colonia.
Estas dos maneras de establecer las autoridades son diferentes, pero bastantes similares; se establece un concejo que hará observaciones y recomendaciones al administrador y que discutirá asuntos de interés para la comunidad.
Deberíamos aclarar que estos concejos hicieron las veces de jurado en los casos criminales (que fueron muy escasos) dentro de las colonias, juzgándose entre ellos, hechos que llevo a ciertos roces con el gobierno provincial por la superposición de autoridades.
2.3 San José:
Su origen está relacionado con el frustrado contrato de colonización firmado por el empresario John Lelong y la provincia de Corrientes. Se había pretendido colonizar una gran parte del territorio de esta provincia, principalmente el de las antiguas misiones jesuíticas, pero el empresario no cumplió con los plazos establecidos, remitiendo a las primeras cien familias, en su mayoría suizos y saboyanos, a comienzos de 1857 cuando el gobierno correntino consideraba el contrato como ya caducado. Conducidos por Carlos Beck Bernard los inmigrantes permanecieron en Entre Ríos, mientras Bernard, frente a la dificultad de ubicarlos, gestionó ante el general Urquiza la cesión de terrenos a los efectos de fundar una colonia.
Al principio se pensó en instalarlos en los campos de Ibicuy (en el departamento de Gualeguay). Allí permanecieron, formando campamento, alrededor de tres semanas; luego, comprobando lo impropio del terreno para la colonización agrícola, fueron trasladados a orillas del río Uruguay, donde en un lugar denominado Calera de Espiro se le dio emplazamiento definitivo. Bodemann relata: "Hemos pasado la primera noche al aire libre, a pesar del invierno, que es fácil de soportar. Al segundo día cada familia recibió una pequeña choza de madera y bambú para protegerse de la lluvia. Todos los días se mata ganado. La carne es buena. Cada familia recibió también dos libras de harina y un poco de sal, proveniente de la ciudad. Nos quedamos diez días al borde del río y esperamos durante seis semanas la distribución de tierras y nuestra instalación. (...) Hace seis semanas que hemos entrado en la colonia. Al principio tuvimos que construir una choza de urgente necesidad para abrigarnos. La he hecho con agua y tierra de arcilla. Levanté las cuatro paredes y un techo de bambú, nuevo y sólido. Muchos han construido sus chozas únicamente con bambú. Después hice el establo para el ganado y el jardín, revuelto a mano, donde sembré la cebada. Me hice un jardín de una hectárea aproximadamente. (...) Ahora que hemos sembrado todo, empezamos a juntar la madera y el bambú para la construcción de una casita más grande y más linda que la primera, y a la cual dedicaríamos más tiempo y trabajo" En Buenos Aires Antoine Bonvin, inmigrante valesano escribe: "Desde acá, nos han embarcado sobre un vapor para transportarnos al Ibicuy, sin que nadie haya podido posar sus pies en tierra. Llegamos al tercer día; se nos desembarcó en una vasta llanura que no tenía más que un poco de buen terreno; no se veían ahí más que grandes pantanos o bosques, pero de madera toda espinosa. El agua era mala y llena de toda clase de insectos; un país muy malsano donde jamás nadie podía prosperar. Se tenía el peligro de verse devorado por las bestias feroces, tal como el tigre, los cocodrilos y otros. Puedo decir que en este momento estábamos todos desesperados de vernos engañados de esta manera. Reclamábamos inútilmente la promesa que nos había sido hecha antes de nuestra partida: pero todo eso ya era inútil, ya no se podía escapar, uno se creía exiliado en esta isla".
Embarcan por tercera vez. Después de viajar trece días, "Se nos desembarcó en un bosque donde hemos quedado más de cuarenta días esperando que se organicen para instalarnos en la colonia: a una legua del bosque, en uno de los más hermosos lugares que se pueda ver, en medio de vastas praderas de un admirable verdor con pastos en abundancia, el suelo fértil y país muy sano..."
El encargado de delinear la colonia “San José” era el agrimensor Carlos Sourigues y el administrador un publicista Alejo Peyret, quien describió el campamento de los recién llegados: “Unos ganaban el galpón donde se depositaba la cal; otros se introdujeron en el horno donde se elaboraba, otros improvisaron abrigos debajo de árboles tupidísimos, felizmente con ramas y yerbas; otros formaron carpas con sabanas, amontonando baúles y cajones, unos sobre otros; en fin, se arreglaron del mejor modo que pudieron en la selva de espinillos, ñandubays, quebrachillos y talas que cubrían la barranca”. Como especificamos anteriormente Urquiza les proveyó las herramientas necesarias para poder subsistir y la manutención por un año y los colonos se comprometieron a “rembolsar el valor recibido, a más tardar en el plazo de cuatro años, pudiendo hacerlo antes de dicho plazo y hasta tanto no haya realizado el pago, su suerte de terreno, así como todo lo que posea y sus cosechas, quedan hipotecadas a favor de Urquiza.”.
Peyret describe un poco más la vida de estos colonos mientras esperan el fruto de las cosechas: “La caza era abundante [...] los carpinchos y las nutrias pululaban en los arroyos; los patos, en las lagunas; las perdices en los pajonales; bandadas de palomas y cotorras oscurecían el cielo, sin contar los tordos, los teruteros, los flamencos, las bandurrias y un sinnúmero de otras aves, de modo que los colonos, todos buenos tiradores, tenían como divertirse y añadir manjares suculentos a la ración de carne que se les distribuía”.
Inicialmente la colonia estaba formada por 104 jefes de familia, que en total sumaba unas 530 personas, a las que se agregaron doce expediciones más hasta 1861. Procedían en general del cantón suizo de Valais y de Saboya. Más tarde llega un grupo del Piamonte. De diferente procedencia, los idiomas y las religiones también variaban, pero orientados por un concejo municipal de origen popular, estos inmigrantes introducen rectas normas de convivencia dentro de un sano espíritu democrático. Se les prohíbe la venta de bebidas alcohólicas y se les impone la contribución del trabajo personal en obras públicas. Son los primeros en utilizar el sufragio secreto en nuestro país.
Se caracterizaron por utilizar modernas máquinas de segar y de trillar y tuvieron algunos roces con los estancieros vecinos al cercas, ya que estos echaban los animales sobre los sembrados.
En 1862 se dotó a la colonia del puerto natural de salida de todos sus productos. Como se comprobará a lo largo de este trabajo con diferentes testimonios como prueba, los colonos fueron muy trabajadores y implicaron un cambio radical en cuanto a ritmo de vida, mejorando la producción notablemente.
“Contrastan, sin duda, frente a la rutina ambiente, operando una efectiva transformación del suelo y de la sociedad entrerriana”.
A continuación unos extractos de diferentes cartas que se encuentran en el libro “La Colonia San José y la voz del inmigrante”, por Celia E. Vernaz, editado por Ediciones Colmegna, Santa Fe, en 1982 con el motivo del 125° aniversario de la fundación:
Extracto de la carta de Jean Baptista Blatter al Vicepresidente Moix, St. Martín, desde San José, 12 de diciembre de 1857:
“[...] Todo el país es una bella llanura y estoy de acuerdo con el Presidente Gaspoz que el Valais es pobre y triste rincón mal atemperado y lleno de precipicios. Por lo tanto nadie de allá puede sentir hablar más que de bueno. Aquí estamos en un hermoso país, el clima es mucho más saludable que en Valais (...) Las gentes del país son todas afables y buenas, tanto en sus casas cabañas de gauchos, quienes no lo dejan a uno partir sin haber tomado un descanso de sus tareas en su propia casa de campaña y no quieren recibir nada a cambio. Ellos están ricos y son buenos. En cuanto a las bestias salvajes no tenemos más que langostas (...) Aunque la tierra está casi sin insectos durante los tres primeros días de noviembre se ha visto volar una nube de langosta a través de la Colonia hasta oscurecer la claridad del sol sobre la tierra (...)”
Del Concejo Municipal de la Colonia San José, 4 de agosto de 1862:
“[...] La verdad es que las tierras son buenas pero es necesario creer que, aquí como allá, si no se trabaja no se produce. (...) En Neuchatel se publicó una carta diciendo que las langostas devastan todo. Es cierto que hacen daño, pero no aparecen muy seguido, sino muy de tanto en tanto, y solo es un mal pasajero. (...) todos aquellos que quieran asegurar un porvenir a sus hijos, todos aquellos que tengan un pequeño capital y numerosa familia, todo aquellos que quieran gozar de la independencia, no pueden tomar mejor partido que venir a reunirse con nosotros.
En cuanto a nosotros, si recordamos alguna vez a la patria, no nos lamentamos de haber venido a América.
En verdad que la Colonia es la más bella tierra del mundo y fértil a pesar de todos aquellos que han venido a América para buscar fortuna y no la han encontrado. Los que quieren trabajar vienen ricos.”
Firman: Crepy François, presidente y concejales: Jean Blanc, Jean Bourdon, Jean Bourlot, Julien Decurgez, Joseph Varonnaz, Ant. Müller. Iohann Bodemmann, Fraçois Comte, Cyprien Paccot, León Donet y Jean Meilland.
Extractos de una entrevista a un hijo de un inmigrante: Juan Vicente Rudaz (81) (realizada en 1957): “[...] Los malevos siempre nos tuvieron alertos, y como todos éramos más o menos buenos tiradores teníamos que estar de listos para la noche. Urquiza nos había dicho: “después de le puesta del sol, manden balas”. ¡Y no digo de los animales!. Había que hacerle un cerco con un zanjón con ñapindá para que no se alejaran (...)”.
Es por el carácter que tiene de primera colonia agrícola por la que se destaca, además de que fue el inicio de lo que se podría llamar un “boom” :las colonizaciones.
La corriente inmigratoria pobladora de la Colonia San José, proveniente en su mayoría de los cantones suizos, sobre todo franceses, contó asimismo con aportes considerables de saboyanos y piamonteses, y en menos proporción de alemanes.
Hasta su llegada y definitiva integración sufrieron los problemas comunes a todos los pueblos trasplantados, evidenciándose su falta de adaptación en la alimentación y en la convivencia con el sector ganaderos, habitante tradicional de la región.
Para atenuar en parte este desarraigo los colonos contaron con la dinámica y eficaz actuación del administrados de la colonia, el francés Alejo Peyret, receptáculo de las inquietudes y quejas de los colonos.
Es necesario destacar que la puesta en marcha de la colonia se debió al apoyo brindado continuamente por su fundado, el general Urquiza, cuya decisiva disposición de instalar los colonos en tierras de su propiedad y la protección que siempre les brindó fueron factores determinantes en el futuro de la población.
2.4 General Alvear:
Esta colonia se caracteriza por sus pobladores: alemanes o mejor dicho ruso-alemanes que vagaron por todo el continente europeo hasta hallar una patria definitiva aquí en América.
La fecha oficial de la fundación es el 21 de julio de 1878. 5 aldeas se fundan casi simultáneamente: Valle María (entre los colonos la llamaban Mariental, oriundos de Mariental, Wiesenseite), Campo María (Spazenkutter), Salto ó Santa Cruz, San Francisco (todos Bergseiter) y Protestante (procedentes de Huck, Saratov).
El campo del Palmar en Diamante fue expropiado por el gobierno nacional (mediante la ley del 4/02/1878). Fue parcelado en chacras de 44,5 hectáreas. Fue distribuida una chacra por familia. Con respecto a la acción de los colonos debemos tener en cuenta que ellos fueron los que se encargaron del desarrollo y construcción de las aldeas, lo cual no podría ser hecho, si no de acuerdo a ciertas pautas culturales que son las que les dieron características propias. Una de esas características tiene que ver con la distribución y apropiación de la tierra.
Los colonos llegaron aquí después de una diáspora común desde su tierra de origen; en realidad su destino en ese momento era Brasil, pero un explorador llamado Andreas Basgall recorrió las tierras argentinas, dando con Entre Ríos y notificó a los alemanes llegados a Brasil quienes designaron una comisión para establecer contacto con el gobierno argentino a fin de ingresar al territorio nacional para iniciar una nueva colonización.
El gobierno argentino, entonces presidido por Nicolás Avellaneda habiendo sido alertado puso en marcha los resortes legales y movilizó al Comisario General de Colonización para que atrajera a dichos colonos hacia la Argentina.
Pero como hemos dicho antes estos colonos se caracterizaron por su manera de asentarse y esto implicó un altercado con el gobierno, que llegó incluso a manos del Presidente.
“Una vez terminadas las tareas de mensura hacia fines de abril, los colonos se pusieron de acuerdo pero sin intervención del administrador, para elegir el lugar en el cual debían ubicarse las respectivas comunidades, conforme a las aldeas de origen y de acuerdo a la respectiva confesión religiosa; todo parecía llegar a feliz termino pero se les comunicó que se procedería al “sorteo de las chacras” para cada familia, todas debían aceptar y comprometerse en ir a vivir a su respectivo lote. Aunque dicha resolución fue escuchada con respeto y en silencia, fue interpuesto recurso de revocatoria y cada día se acentuaba la convicción de lograr la autorización para convivir en sus propias aldeas [...] a fines de junio el Administrador Navarro reunió a los padres de familia y en compañía del jefe de la policía de Diamante, les dio el ultimátum: les comunicó que si en el plazo de ocho días no ocupaban sus chacras, vendría con la fuerza pública para llevar a las familias a los campos asignados [...] a las días de la mañana siguiente la pequeña campana aldeana llamó a la reunión y de inmediato fueron apareciendo los jefes de familia, serios y decididos, para ubicarse frente al Administrador Navarro [...]/ una delegación de los inmigrantes se adelantó y respetuosamente dijo “Cuando el gobierno Nacional de Buenos Aires nos ofreció las tierras de la Colonia General Alvear, la hizo sin exigirnos la radicación en las “chacras”, ni aun si nos dedicáramos a la ganadería; si la colonización en la Argentina hubiese sido condicionada a la radicación de nuestras familias en sus respectivos campos hubiésemos aceptado el ofrecimiento del Brasil, cuyo Emperador nos autorizaba por escrito a continuar viviendo en aldeas como el Volga”.
Intervino luego el Administrador, proponiendo la alternativa de que edificaran sus casas en el campo respectivo, donde se unían en lugar común los cuatros ángulos de las chacras, para poder vivir así en grupos de hasta cuatro familias; el portavoz de los colonos rechazó [...] dicha proposición y [...] cerró la cuestión diciendo: “Díganos, en definitiva, si nos es permitido o no fundar aldeas en la forma y en el lugar que elegiremos, porque en el caso de mantener su intransigencia, marcharemos al Brasil” [...] pasaron 14 días hasta que Navarro los volvió a reunir para informarles que el Presidente Avellaneda había escuchado la petición de los colonos y resuelto la cuestión conforme a sus deseos”
El suelo ondulado y la abundancia de cursos de aguas no justificarían la aglomeración. Priva, sin embargo, la costumbre ancestral para introducir un paisaje humano de aspecto europeo.
Según un informe del Comisario General de Inmigración, en abril de 1879 había en la colonia: “ [...] 35 casas de adobe, 74 de quincho y 22 de pared francesa, a más de 38 a medio construir; 18 talleres de carpintería, 4 de herrería, 5 zapaterías, una torneria, 79 carros con llantas y 20 sin llantas, muchos pequeños carros y 49 arados, hechos todos pos los mismo colonos [...] La mayor parte de las casas son bien revocadas y blanqueadas, con sótanos, patios grandes y limpios, corrales y perfectamente cercadas”
Los primeros trabajos de la tierra fueron muy difíciles. Costó mucho realizar la primera roturación en un terreno que prácticamente nunca había sido tocado. Los colonos pasaron, en consecuencia, muchas penurias económicas en los tiempos iniciales. En este sentido, “debieron compartir la misma suerte dura del campesino local y sufrir la falta de trabajo en esos primeros años de la colonización entrerriana. Como paliativo, muchos cabeza de familia solían dirigirse en tiempos de cosecha hacia las colonias suizo-alemanas conchabándose como peones; pero la situación cambió radicalmente en menos de una década, lo cual queda comprobado por el hecho de que las principales demandas comenzaron a ser la falta de mano de obra y de tierras”
Pese a todo, en su informe de 1889 Alejo Peyret, el inspector de colonias, explicó porqué, a su entender, el criterio de poblamiento de los alemanes del Volga no era el más conveniente. Constató, entre otras cosas, que “los ruso-alemanes no colonizan como los demás inmigrantes; no se desparraman en toda la estención (sic) del territorio subdividido; cada familia en el centro de su chacra, de su dominio, forma una agrupación, o mejor dicho varias agrupaciones, aldeas, centros de familias, al estilo de las aldeas europeas, dejando indiviso el terreno cultivable, viviendo amontonados en un reducido espacio y conviviendo en estos son sus gansos, sus gallinas, sus cerdos y sus animales vacunos y yeguarizos”
Como dijimos antes, la cosecha en los primeros años fue muy difícil. “Antes de 1878 en todo el Dpto. Diamante sólo se cultivaban doce hectáreas de trigo; sino se construían parvas se juntaba a la “rastra” y sobre cueros el cereal. Se hacían montones “heras” que luego se cercaban echándoles 30 o 40 caballos encima, que al pisarlos dejaban libres los granos; era la forma más antigua de trillar el trigo y luego se lo aventaba con improvisadas horquillas de horquetas de ramas, hasta tener un grano limpio. Así nuestros colonos, por una total carencia de herramientas, volvieron a las primitivas épocas de sus abuelos en el Volga porque el tiempo urgía y no se podía demorar la trilla. Pero el éxito fue total y el Gobierno ya pudo dejar de suministrar harina a los colonos de la Colonia General Alvear en 1879, por haber ellos producido su propio trigo para su pan; los primero arados fueron a mancera y muy primitivos que luego fueron sustituidos por otros más modernos y hasta afirma el P. Brendel que fue un herrero de nuestras colonias que construyó el primer arado de hierro del país.”
Una ilustre dama entrerriana, Encarnación Fernández de Celis, nos habla de los tiempos inmediatamente posteriores a la llegada de los colonos: “Los colonos llegados de Rusia tuvieron que pasar mucha privación; carecían de lo más necesario para el trabajo como también de géneros para vestir; eran más de mil personas y el comercio de la zona no podía abastecerlos [...] Cuando terminaron las revueltas de López Jordán no se veía en Entre Ríos más que miseria y pobreza [...] pero la llegada de los colonos rusos alemanes trajo una gran animación a toda la Provincia y con ellos se reavivó el comercio”
A su vez Benito Pérez, nacido en Paraná el 4 de abril de 1859 da testimonio en el Anuario de 1940 de la “Unión Germánica Argentina” describe a los colonos: “los colonos son gente buena y tengo muchos amigos entre ellos, pero con la jeringonza que hablan, como pa comprenderlos... ¡Que cosechas grandes producían estas nuevas colonias que nacían por todas partes! ¡Que pan sabían hacer las mujeres! ¡Y la forma de cambia las cosas en poco años! Se daban maña de todo, trajeron género y Ud. Podía vestirse sin caminar leguas hasta encontrar un trapo; fíjese, hasta amansaron el caballo pal arado y los carros... los caminos que trazaron como pa perderse uno en ese tramallo; pero es pa bien. Mire los pueblos lindos que hay por todo, telégrafo...”
Para concluir el panorama general de la colonia y demostrar que, a pesar de los informes de Peyret que probablemente tengan que ver con esa cierta prevención con la que algunos funcionarios de colonización recibieron a estos alemanes que no encuadraban muy prolijamente dentro del arquetipo de inmigrante que ellos habían preconcebido, incluiremos cuatro citas; una en la que se amplía la construcción del primer arado de hierro del país, otras en las que se describe el progreso de la colonia y otra de un diario en la que se cuestiona el trato del gobierno con los alemanes.
“Había que ingeniar un arado. Lo consultaron con el único profesional herrero de la comunidad, D. Jacob Weissbeck y este fabricó uno, todo de hierro y pesado, que pasó la prueba de fuego: mantenerse solo dentro de la tierra. Cuando se hizo la prueba, acudieron curiosos los empleados del Estado, quienes se admiraron al ver que el artefacto daba espléndido resultado”
En “El Constitucional”, Gregorio Fernández de la Fuente escribe al gobernador de Entre Ríos (15/XII/1883) : “al pasar por la colonia Alvear figurase uno navegar en un mar de trigo. Todos siembran, cosechando satisfechos el fruto de sus trabajos”
Y finalmente el testimonio de Emilio Daireaux: “[...] el resultado ha sido tal, su trabajo tan productivo que, al cabo de dos años, sus tierras están en producto, sus casas edificadas y, alrededor de los pueblos que habían construido, sorpréndese el viajero al encontrar en los caminos sus carros de la forma de los del Jura, con soberbios tiros perfectamente cuidados que desfilan al trote largo.
Todo este movimiento, este cultivo y este laborioso bienestar [...] demuestran, por un ejemplo que estimula, lo que podrá producir y cosechar la población cuando se más densa”
“La Voz del Pueblo” publicó el 9/XI/1877 una opinión sobre esta colonia: “Los colonos ruso-alemanes son los niños mimados de la República. Es honroso para nosotros el interés que mostramos por atraer a nuestro país un pueblo entero de colonos.”
Con los diferentes testimonios presentados creemos que una conclusión es un asunto bastante sencillo; si bien se puede observar cierto “desencanto” con los inmigrantes en los primeros años su trabajo duro y constante y los numerosos progresos les valieron el reconocimiento tanto de otros colonos como del gobierno y locales.
2.5 La Langosta:
Como se habrá podido observar en los diferentes testimonios a lo largo de este trabajo han sido mencionadas varias veces las langostas; algunos aluden a ellas como un mal del cual se escucha hablar pero no conocen, otros hablan de una nube; unos la exageran y otros la rebajan.
Agregamos aquí el testimonio de Alberto Gerchunoff publicado en su autobiografía “Entre Ríos, Mi País”, 1950, Editorial Futuro S.R.L., Buenos Aires. Paginas 23 y 27:
“Las cosechas no rendían. Una vez, vimos una nube que se iba acercando y espesándose hasta oscurecer. Era la langosta y horas después, la huerta y el sembradío se hallaban cubierto por la plaga. Hombres, mujeres y niños salimos con bolsas y tachos para ahuyentarla. El trigo era alto ya y la huerta florecía. Luchamos con denuedo, rugíamos, gritábamos. La fatiga y la nube nos rindieron, y cuando la luna, magnifica y dulce, iluminaba la colonia, solo se oían, en las chozas triste s, el gemido de los agricultores, y el llanto amargo de las mujeres. Conocimos la maldición tres años seguidos./
Rajil como las demás colonias, progresaba sin embargo, a pesar de los desastres”
La langosta era un mal, del cual al principio los colonos solo escuchaban leyendas, pero con los años la conocieron; si bien varios testimonios que están publicados en “La colonia san José y la voz del Inmigrante” la desvaloralizan, restándole importancia y diciendo que no hacia tantos estragos las consecuencias de las langostas se hicieron sentir; pero como bien señala este testimonio; los colonos se sobrepusieron con éxito.
3. Conclusión:
La inmigración explotó alrededor de 1863, sea como inmigración espontánea sea privada. Se ha calculado que entre 1856 y 1914 más de un millón de inmigrantes se habían internado en las regiones agrarias de Argentina. Desde 1870 hasta 1890 un millón y medio de personas entraron en el país. La inmigración dirigida y promovida por empresas privadas y por el estado mismo dejó el paso en favor de la inmigración espontánea. Los inmigrantes de las primeras colonias fueron reclutados en su gran mayoría entre gente pobre europea. La situación de los inmigrantes agricultores en 1856-1860 era muy similar a la de cualquier agricultor de hoy; sobre todo la situación del inmigrante espontáneo pobre: peón, arrendatario, o aparcero, y muy difícilmente propietario por falta de dinero. Desgraciadamente el plan de distribución de la tierra muchas veces falló y las colonias, “a menudo, no fueron más que latifundios en mano de personas o sociedades comerciales que explotaban a los campesinos. No obstante los esfuerzos agrarios del pueblo las tierras iban a parar a manos de hacendados u hombres de la ciudad porque faltó una democratización del régimen de la tierra y los colonos no lograron comprar la tierra que cultivaban. Algunos empresarios colonizadores imponían a los colonos deberes pecuniarios exagerados.”Al fin y al cabo la fórmula mejor siguió siendo la entrega gratuita de tierras desiertas a los inmigrantes espontáneos y a la población nativa. de "Inmigración y colonización en la Argentina" Gastón Gori (editorial universitaria de Buenos Aires)
Aquí tenemos una visión contrapuesta de la inmigración; Gastón Gori (entre otros, lo hemos tomado como ejemplo) sostiene que la forma en la que se colonizó no fue organizada y que dio lugar a los latifundios; si bien estos casos existieron creemos que fueron más los beneficios que nos dejaron que los contratiempos o problemas que hayan surgido; además es una época de nuestra historia que se caracteriza por su inestabilidad creemos que exigir que fuera todo organizado creemos que es un poco utópico por parte del autor.
Incluso Alejo Peyret se “retractó” de su opinión sobre los alemanes, siendo que después e haberlos criticado hizo un comentario a su favor ( ".Los ruso- alemanes practican el método cooperativo...aran y siembran en común.....Este espíritu de disciplina y asociación da a los ruso-alemanes una fuerza de producción extraordinaria"). Aquí observamos como la migración trae consigo aparejada toda una serie de cambios a nivel territorial, sobre todo porque los inmigrantes migran con todo un bagaje cultural que se va a materializar en las nuevas zonas de instalación, importando también sus formas de ser y de actuar. Son estos los roces y diferencias que surgen a lo largo de esta época; pero los inmigrantes sabrán hacerse reconocer por su trabajo y su carácter (digno ejemplo son los alemanes); debemos tener en cuenta que gracias a ellos se aumentó la población; gracias a ellos se diversifico y enriqueció la diversidad cultural; fomentando así la tolerancia y el aprendizaje mutuo pero por sobretodo la ausencia de estos colonos hubiera significado el retraso de nuestro país económica y socialmente de muchos años, por no mencionar el campo del desarrollo; es impresionante como trabajaron y convirtieron un bosque de madera seca en un prado con su casa; nos remitimos a los testimonios citados durante el trabajo, donde un gaucho expresa su admiración ante la forma de trabajar o sino nos remitimos a que fueron los colonos quienes hicieron el primer arado de hierro del país. No debemos desdeñar el gran aporte que nos hicieron los inmigrantes; tanto de este período como de los anteriores y los posteriores, ya que nuestra identidad esta profundamente marcada por esta variedad cultural y basta con caminar por Buenos Aires y observar la arquitectura y sus diferentes estilos. Algunos colonos tuvieron más dificultades que otros; hay anécdotas de todo tipo; como por ejemplo las desventuras que tuvieron en San José puesto que no estaban acostumbrados a ala carne vacuna ni a la fariña -ver en el anexo “Transplante europeo a la provincia de Entre Ríos y su adecuación al medio. La Colonia San José”- . El aporte que los inmigrantes hicieron fue vital; en primera instancia ayudaron al poblamiento de la zona; mejoraron la producción y explotación del suelo; renovaron la sociedad con sus diferentes culturas; teniendo esto como consecuencia una mayor tolerancia entre todos los habitantes, creando un ambiente de cooperación y aprendizaje mutuos y también la creación de un nuevo “mestizaje”, un crisol de razas. Si bien hubo bastante enojo por parte de algunos colonos (nos remitimos a la descripción de la colonia San José, cuando un migrante que tildó “un país muy malsano donde jamás nadie podía prosperar” a estas tierras) siempre hubo oportunidad de mejorar,(este mismo personaje luego decía de las tierras donde se erigiría su colonia solo alabanzas y elogios)
Entonces, haciendo un balance, más allá de las desventuras, los abusos y los altercados creemos que la colonización fue sumamente beneficiosa para nuestro país. Incluso sacaríamos cosas a favor; ya que tanto el migrante recientemente citado, como Alejo Peyret se retractaron de sus opiniones negativas y tenemos el testimonio de un gaucho que expresa su admiración ante el trabajo de los colonos y su capacidad de prosperar en poco tiempo.
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Vernaz E. Celia “La Colonia San José y la voz del inmigrante”, editado por Ediciones Colmegna, Santa Fe, en 1982
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Weyne, Olga, 1986. Editorial Tesis, “El ultimo Puerto
5 Anexo:
Extracto de “Historia de Entre Ríos, Tomo II” de Filiberto Reula, Editorial Castellví. S.A. Santa Fe. Pagina 55.
Filiberto Reula, Historia de Entre Ríos, T.II, Santa Fe, 1969, P. 157
Ídem P.253
Ídem . pagina 152
Bodemann, Johann: "Viaje sobre el mar", en Vernaz.
Bonvin, Antoine: "En el Ibicuy", en Vernaz.
extracto de la revista “Las Colonias de Entre Ríos”, fascículo 36 de a colección “Las pampas”, 1977, Centro Editor de América Latina
Reula, Filiberto, “Historia de Entre Ríos” T. II, 1969. Editorial Castellví, S.A.: Santa Fe, Argentina.
6 Ídem
extracto de la revista “Las Colonias de Entre Ríos”, fascículo 36 de a colección “Las pampas”, 1977, Centro Editor de América Latina
Entrevista a Juan Vicente Rudaz (1957) en “La colonia San José y la voz del inmigrante” por Vernaz E. Celia, 1982, Ediciones Colmegna, Santa Fe. Página 41.
Popp P. Víctor- Dening Nicolás, 1977 Talleres Grafica Santo Domingo, “los Alemanes del Volga”, pp. 164 y 165
Bosch, Beatriz, “Historia de Entre Ríos”, Buenos Aires, 1978, p 304
Weyne, Olga, 1986. Editorial Tesis, “El ultimo Puerto”. P 189.
Peyret, Alejo: “Una visita a las colonias de la República Argentina”, Buenos Aires, 1889, 2V (V.I, pp. 157-158) en “El ultimo puerto” de Weyne, Olga 1986. Editorial Tesis, “El ultimo Puerto”. P 193.
Popp P. Víctor- Dening Nicolás, 1977 Talleres Grafica Santo Domingo, “los Alemanes del Volga”, P 174
testimonio en Ídem 12, pagina 172.
Ídem
Brendel, José “Hombres rubios en el surco” Bs. As, Guadalupe 1962, pp. 152-153
Citado por Beatriz Bosch “Historia de Entre Ríos”, Buenos Aires, 1978 p 306
Daireaux, Emilio “Vida y costumbres en el Plata”, Bs. As. 1888, p 9, en “El ultimo puerto” de Weyne Olga
Citado por Beatriz Bosch, La colonización ... op. Cit. pp. 298-299 en “El ultimo puerto” de Weyne, Olga 1986. Editorial Tesis, “El ultimo Puerto”, p 110
Alberto Gerchunoff, 1950, “Entre Ríos mi país” Editorial Futuro S.R.L., Buenos Aires pp. 26-27
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