Derecho
Ciudadanos
EL CIUDADANO (tHOMAS hOBBES)
Materia: CONSTITUCIONAL GENERAL
Fecha: 11/01/05
UNIVERSIDAD DE MEDELLIN
Facultad de Derecho
Medellín
Es común oír que la tendencia del hombre a asociarse es innata y que su naturaleza es agruparse en sociedades, sin embargo, esa suposición resulta ser falsa ya que su condición natural “es la guerra de todos contra todos”, y lo que el hombre busca realmente con tal asociación es el beneficio propio.
Entonces debe distinguirse el estado natural del hombre del estado civil: que es la sociedad en todo el sentido de la palabra, y es lo que normalmente conocemos. En el primero el hombre vive solitario y es igual a todos los demás dada su capacidad de ingenio y fuerza para hacerle daño al otro. Por tanto es entendible que nazca la discordia entre dos hombres que deseen lo mismo ya que en el estado de naturaleza no existe la propiedad, pues el derecho de poseer algo es de todos, es decir, todos tienen derecho a todo, por lo que cualquiera puede infringir daño al otro con justo derecho. Entonces, se puede decir que tal estado es la guerra y durante ese tiempo el sujeto vive en constante zozobra puesto que cualquiera puede atacarlo.
Claro que en el estado de naturaleza no todos los hombres eran libres y solitarios, pues también se podía llegar a someter a otros al dominio. Esto se daba de tres maneras:
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Voluntariamente. Por medio de pactos se sometía alguien a otro con el fin de buscar la paz, es decir, su supervivencia. En ese pacto transfiere sus derechos a otra persona y es acá cuando hablamos de que se constituye el Estado civil.
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A causa de la fuerza. Es el caso de aquel que ha salido victorioso en una guerra o resulta ser más fuerte que el otro, entonces, el vencido se somete a él y se compromete a servirle y obedecerle a cambio de conservar su vida. En este caso se estaría haciendo un pacto de servicio mutuo. De esto resultaría un siervo (que es el que se somete) y un señor (que es quien tiene el poder sobre el otro).
Si el caso fuese que quien resultase vencido en una guerra es encadenado o encarcelado, éste no será siervo pues no ha pactado con el vencedor sino que será tenido como prisionero, y en caso de fuga u homicidio del señor no estaría actuando en contra de la ley natural ya que no está violando ningún pacto.
Por otro lado, todas las pertenencias del siervo pasan a ser del Señor, quien tiene un Poder supremo sobre él y todo lo que de ahí en adelante el siervo consiga será propiedad del Señor. Sin embargo, el siervo podía liberarse de su Señor cuando él por voluntad propia le devolvía los derechos, entonces ya no estaba obligado a seguir a su servicio. A esto se le llama manumisión. Otra forma de liberarse era si el Señor lo echaba, o moría, también al caer prisionero ya que en ese caso pasaría a ser propiedad de un nuevo Señor.
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Algunos consideran que la generación es otra causa, es decir, que el engendrante tiene poder sobre el engendrado solo por ese simple hecho de ser el padre, no obstante, en el estado de naturaleza los niños son de quien los tenga en su poder. Por tanto es lógico que los hijos sean de la madre, a no ser que la madre se una al hombre y se someta a él, entonces, éste tendrá poder superior y los nacidos de esa unión quedarán sometidos a su poder. Claro que el hijo puede liberarse del poder de alguno de sus padres de las siguientes maneras: por emancipación, que es lo mismo que la manumisión en el caso de los siervos; por repudio, lo que equivale al exilio; o si ellos no los cuidan y los abandonan, entonces los hijos serán de quien los alimente y los socorra.
Como es razonable el hombre siempre busca aquello que le proporciona un beneficio o que le parece bueno para él, es por eso que un principio fundamental de la razón sea buscar la paz pues sin ella el hombre queda expuesto a vivir inseguro y brevemente porque en cualquier momento otro le puede despojar de su vida. A estos fundamentos derivados de la razón se les llama Ley natural.
Para lograr la paz es necesario que cada cual renuncie o transfiera su derecho a todo a un ente común. Ese acto sería un pacto en el cual todos se someten a una sola voluntad que busca el bien común, tal voluntad puede estar constituida por un hombre o una asamblea. Tras este pacto nacería la sociedad y esa voluntad prevaleciente sería, entonces, el gobierno de tal sociedad. Quien transfiere su derecho a otro debe hacerlo saber mediante una declaración o por signos que den a entender que esa es su voluntad, sin embargo, es necesario que a quien se le esté entregando ese derecho lo acepte pues de lo contrario tal acto no sería válido.
En el pacto precedente a la sociedad, el sujeto se compromete a no hacerle daño a sus conciudadanos, a no resistir la voluntad de aquel hombre o asamblea en quien resida el Poder supremo, es decir, aquel al que los demás han transferido sus derechos. También se compromete a poner su fuerza a la disposición del Poder supremo, o sea del gobernante, para que éste la utilice en busca del bien común. Tras esto quedaría constituida, como ya se ha dicho, la sociedad civil o el Estado.
El Estado es, entonces, una persona que puede disponer de todas las fuerzas y facultades de aquellos hombres que han constituido el pacto, para buscar la paz y el bien común. Claro que también se podría decir que la razón por la cual el Estado es instituido es por el miedo que tienen los hombres hacia los demás, dada su igualdad para infringir mal los unos a los otros.
Pero el Poder no depende únicamente del pacto, sino del cumplimiento de las obligaciones que contraen los ciudadanos con el gobernante y como parte de esas obligaciones es someterse a su voluntad no se puede aceptar que después de haber realizado el pacto los ciudadanos puedan levantarse contra él, a demás para que el gobernante sea despojado de su Poder debe primero asentir en ello.
Sin embargo, la obligación de obedecer al gobernante queda absuelta de tres maneras:
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Por abdicación, es decir, que quien tiene el Poder renuncia a él sin determinar sucesor, por eso cada uno recupera su derecho de procurarse la supervivencia según los medios que le parezcan convenientes.
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Cuando el Estado caen en manos del enemigo se entiende que ya no tiene derecho a mandar quien antes lo hacía.
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Cuando quien tiene el Poder es una sola persona (monarca) y a su muerte no ha dejado sucesor, todos los ciudadanos recuperan los derechos que antes habían transferido a esa persona y entonces se vuelve al estado de naturaleza.
Es necesario para garantizar la paz y la seguridad que cada uno esté protegido contra la violencia de los demás, por lo que el Poder supremo debe ser coercitivo ya que se deben crear castigos para quien atente contra las leyes que buscan mantener seguros a todos, y quien debe hacer efectivos tales castigos es el Estado. De ahí que la justicia o el derecho de juzgar pertenezcan al Estado.
Las leyes son expedidas por quien tiene el poder supremo, por tanto también es el único legislador. Sin embargo, “ las leyes civiles no obligan la Estado mismo, porque las leyes civiles son leyes del Estado y si se obligase se obligaría a sí mismo”1. Lo que resulta ilógico e imposible.
Estas leyes se derivan de la ley llamada Ley natural; pero si las leyes que se expidan no brindan la seguridad esperada el sujeto conserva su derecho originario a la defensa.
Ya se han mencionado algunas funciones que le corresponden al Poder supremo, entre las cuales se encuentran el velar por el bienestar común, expedir leyes con las cuales se confieran derechos y se instauren castigos para los que atenten contra la paz, juzgar a aquellos que violen las leyes, declarar la guerra a otro Estado, firmar al paz con tales Estados, nombrar a los magistrados, ministros y consejeros para delegarles algunas funciones; en fin todo aquello que contribuya a la paz y al sostenimiento de la misma.
Y así como se ha dicho que los ciudadanos tienen deberes, el gobernante también. Pude resumirse todos los deberes que tiene el gobernante en este: “obedecer a la recta razón, que es la ley natural”2. Esta Ley natural está encaminada hacia la búsqueda de la paz, cuya finalidad es el bienestar para todos. Entonces, aquel gobernador que utilice su poder para obtener algo diferente a la paz estaría quebrantando la ley natural, con lo que faltaría a sus deberes.
El gobernante debe procurar la salvación de todos los ciudadanos y por salvación debe entenderse la supervivencia física y moral de ellos. Por eso también debe esforzarse para que ninguno carezca de los medios para sobrellevar su vida y no solo como medio de supervivencia sino para que pueda llevar una vida placentera.
Por otro lado, es necesario para cumplir con el deber de procurar la supervivencia de los ciudadanos que el gobernante tome medidas de precaución y se prepare para la defensa en caso de una guerra con un Estado exterior. Para ello debe reclutar soldados, proveerse de las armas necesarias y recaudar impuestos que solventen tales gasto. Es necesario que esas medidas sean tomadas antes que se genere una guerra, pues sería imposible sobrevivir a ella si no se está bien equipado. También se hace necesario conocer los movimientos y los planes de los demás Estados, porque esto proporciona una ventaja, además de dar información sobre las debilidades y fortalezas de los enemigos, tal tarea queda en manos de los espías, por lo que son indispensables en un Estado.
Se convierte en otro deber del gobernante, al ser él el legislador, procurar que las leyes que se expidan sean las necesarias para el bien de los ciudadanos. Si el caso es que hay más leyes que las necesarias no se está cumpliendo el deber de velar por el bienestar de ellos.
Cuando queda constituido un gobierno mediante el pacto de todos los ciudadanos este gobierno puede denominarse de diversas formas según el número de personas en que esté a cargo el Poder supremo. Entonces se podría hablar de democracia, aristocracia o monarquía.
El derecho por el cual alguien mantiene el Poder supremo se llama sucesión. En la democracia no existe aquello pues el Pueblo no tiene sucesor; en la aristocracia se reemplaza a un noble que muere con otro; pero en la monarquía el derecho de sucesión sí existe, pues todo monarca tiene el derecho de elegir a su sucesor por medio de testamento.
Cuando existe una asamblea en donde todos tienen derecho a elegir al gobernante, es decir, derecho al voto, entonces se dice que ese tipo de gobierno resultante fue elegido mediante la democracia y el Poder lo tiene el Pueblo, o sea, el grupo de hombres que eligen al gobernante y a la vez serán los gobernados.
En al aristocracia es solo un grupo pequeño de los que serán gobernados el que tiene el derecho al voto, a los que integran el grupo se les llama nobles y son quienes tienen el Poder.
En el caso de la monarquía un solo hombre es quien tiene el Poder. Nadie vota.
A la democracia la constituye la convocación continua a nuevas asambleas, pues de no ser así lo que quedaría sería una multitud dispersa y se volvería al estado de guerra; por otro lado también es parte constituyente la pluralidad de votos. Para que en el intervalo entre las reuniones del Pueblo exista aún Estado debe haber una asamblea u hombre en quien el Pueblo haya depositado provisionalmente el Poder supremo.
Debe entenderse que el Pueblo es una persona única, por eso antes del pacto no existe sino que existe una multitud de sujetos con voluntades individuales. Después de constituido el Pueblo se entiende que la voluntad de cada ciudadano queda sometida a la voluntad común representada por él.
Cuando existe una aristocracia es porque se ha derivado de la democracia, pues el Pueblo ha transferido su poder a un grupo de hombres reconocidos dentro de ellos por alguna razón, para que reciban el derecho que antes convergía en él, lo que quiere decir que todo lo que antes podía realizar con derecho el Pueblo, lo podrán realizar de ahora en adelante los nobles. Pero al igual que en la democracia, la aristocracia también requiere para el mantenimiento del Poder supremo establecer reuniones regulares porque de lo contrario los nobles se dispersarían y no serían más que una multitud sin derechos.
La monarquía es el resultado del traspaso por parte del Pueblo del Poder supremo a un solo hombre, en ese momento todos los derechos y todo lo que podían realizar queda en manos de ese solo hombre. Después de eso la unidad del Pueblo queda disuelta y vuelve a ser una multitud, pues lo que constituye esa unión es la convergencia del derecho de todos en una sola voluntad y al ser transferida a un solo hombre el Pueblo como persona desaparece.
Si el Pueblo entrega el Poder supremo a un monarca temporalmente y se reserva el derecho de reunirse en un lugar y fecha determinada, se entenderá que cuando lo haga el Poder supremo volverá a ser del Pueblo, es decir, que la persona que es el Pueblo no se disuelve y en este caso puede hasta llegar a despojar del Poder al monarca que anteriormente había elegido. Pero cuando el Pueblo deja al arbitrio del monarca escoger el lugar y la fecha de la reunión quiere decir que el Poder supremo volverá a él sólo si el monarca así lo quiere. Si éste no lo desea el Pueblo no existirá y el Poder lo seguirá conservando el monarca.
“Sin el Poder supremo y absoluto será lícito lo que cada uno quiera, cosa incompatible con la conservación del género humano”3.
En el estado de naturaleza cada uno conserva su derecho a realizar cualquier cosa y a portarse de acuerdo a su arbitrio, sin embargo, como esto es un derecho de todos cualquiera puede causar daño justamente.
En el Estado constituido aunque la libertad es limitada aún se conserva la suficiente para vivir, y mejor todavía porque los ciudadanos pierden el derecho de hacerse daño entre sí.
En el estado de naturaleza no hay seguridad ni propiedad real. En el Estado constituido sí, ya que el derecho de todos se encuentra limitado o reglamentado. “La primera y mayor ventaja del Estado es la paz y la defensa”.4
Ya se ha dicho que en el estado de naturaleza todos son iguales, por eso al introducir la desigualdad desde el punto de vista que uno tiene más poder que los demás, no se debe tener por cosa mala sino al contrario ya que con eso se logra la paz. En cuanto a que el gobierno de un solo hombre sea malo no se debe a que esa forma en sí de gobierno sea perjudicial sino a que tal hombre es malo. En todo caso, es un peligro evidente que en el gobierno de un monarca éste exija más dinero de lo que realmente se necesita para el sostenimiento y funcionamiento normal del Estado, solo para enriquecer a sus hijos parientes y amigos, o solo por procurarse más placer a él mismo. Aunque este es un grave peligro, el riesgo es mayor si se está bajo la forma de gobierno de la Democracia ya que no es una sola persona la que quiere tener más dinero, sino que son muchas realmente. Entonces estos tremendos gastos terminan siendo finalmente solventados por los ciudadanos.
En la monarquía el gobernante podría matar a ciudadanos inocentes, pero lo haría con aquellos que él conociese ya sea porque le causan molestias o porque le despiertan envidias o sospechas. Pero éstos serían conocidos de él, por tanto serían menos que en un gobierno democrático en el cual se ven involucrados muchas más envidias e intereses.
En el estado de naturaleza por ser todos iguales y poseer iguales derechos cada uno puede determinar que es lo bueno y lo malo según su parecer (según su conveniencia), es decir, el criterio del bien o el mal es particular. Pero en el Estado constituido o Estado civil no, pues éste es un derecho exclusivo del legislador quien es finalmente el poseedor del Poder supremo.
“Antes de que existieran los gobernantes no existía lo justo y lo injusto”5
Las cosas que el gobernante mande son justas por el hecho de que son los mandatos del gobernante y en el caso de las prohibiciones son malas por el mismo hecho que las cosas que él manda.
Si gobierna con derecho su gobierno es lícito, de lo contrario es ilícito y está permitido matarlo pues resulta ser enemigo.
El Estado es la causa por la cual un particular pude decir esto es mío, pero como es conocido que el siervo no es dueño de sus cosas sino su señor, es también lógico que el Estado, quien es el señor de los ciudadanos, sea el dueño real de lo que poseen ellos. Por lo tanto la propiedad también es determinada por el Poder supremo porque el Estado es quien decide hasta cuando determinado bien le pertenece a un particular. A demás al haber constituido el Estado civil el ciudadano transfirió su derecho al Estado, por ello éste tiene justo derecho sobre la propiedad.
CONCLUSIONES
LA SOCIEDAD ES SOLO UN ARTIFICIO CREADO POR EL HOMBRE PARA SU SUPERVIVENCIA.
El hombre tiene una tendencia natural al egoísmo y a buscar su bienestar, por lo que es entendible su actitud hacia los demás, ya que aprecia a aquel o a aquello que le pueda proporcionar un beneficio y deprecia o está contra lo que no.
Cuando el hombre vive en estado de naturaleza es libre para realizar todo lo que quiera, pues la única regla es la autoprotección, y todos los seres humanos tienen el derecho natural de hacer todo lo que conduzca a ese fin. Sin embargo, lo único con lo que cuenta para lograr ello es su fuerza y su intelecto; y como todos los seres humanos son más o menos iguales en este sentido el sujeto tiene que luchar constantemente contra sus semejantes para defender sus intereses y lograr sus propósitos. Por ello vivir en estado de naturaleza es una lucha constante por la supervivencia ya que cualquiera puede hacerle daño o terminar con su vida según le parezca. A demás si se vive en ese estado no hay avances, ya que el fruto de la agricultura y de la industria (o formas de explotar la naturaleza) es incierto pues cualquiera puede despojar al sujeto propietario de ello debido a que la propiedad privada no existe. Entonces la vida del hombre se hace paupérrima, atemorizado y amenazado de muerte en todo momento.
La mejor forma que tiene el hombre para garantizar su supervivencia es logrando la paz, por eso prefiere sacrificar su derecho a todo a cambio de gozar de seguridad y poder convertirse en propietario único de algo. La paz solo se da por la asociación entre los hombres, es decir, dentro de la sociedad. Entonces se infiere que la sociedad sólo es un medio para que cada individuo pueda alcanzar su propio interés y felicidad.
En el estado de naturaleza no existe lo justo o lo injusto dado que estos dos conceptos son determinados individualmente, es decir, un individuo en el estado de naturaleza considerará justo todo aquello que haga buscando su supervivencia y su beneficio, por lo cual cada hombre considerará que lo justo es lo que él determine como eso.
Cuando nace la sociedad a través del pacto de los hombres se instituye un Poder supremo, quien será quien determine lo bueno o malo, lo justo o injusto; esto quiere decir que estos conceptos nacen con la sociedad civil, que ella es quien los crea. Donde no hay Poder común no existen leyes, por lo que la justicia tampoco existirá.
También con la creación de la sociedad nacen los derechos individuales, pues el Estado es quien los confiere a su arbitrio y quien, a demás, tiene la obligación de protegerlos. También es parte de sus obligaciones proporcionarle al ciudadano todo aquello que sea necesario para su bienestar.
Al converger los derechos de todos a todo en el Poder supremo, éste adquiere la capacidad de decidir sobre los ciudadanos y establecer castigos para aquel que atente contra las reglas que ese Estado impongan con el fin de buscar la paz, por ello es justo todo lo que el Estado mande, ya que lo hace con pleno derecho, lo único que se puede considerar injurioso es que el gobernador actúe contra la paz.
De otro lado puede concluirse que el estado de naturaleza no es algo perteneciente a una época determinada, sino más bien una situación que se puede dar en cualquier lugar donde los hombres no reconozcan un Poder común, donde la forma de lograr la supervivencia esté determinada por cada sujeto, en fin, donde cada cual haga lo que considere justo para obtener su bienestar, aunque sea pasando por encima del otro. En una situación donde no se reconozca un Poder supremo no habrá validez de las leyes, ya que no existe quien las haga cumplir.
Donde no hay Poder común, la ley no existe: donde no hay ley, no hay justicia.
En resumen:
La razón por la cual los hombres se agruparon fue para poder tener una vida tranquila y asegurar su supervivencia, no por los sentimientos de afecto hacia el prójimo.
1 HOBBES THOMAS, El ciudadano. P 62.
2 Ibid. P 113.
3 Ibid. P 100.
4 Ibid. P 90.
5 Ibid. P 104.
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Enviado por: | Erika Arroyave Lopez |
Idioma: | castellano |
País: | Colombia |