Historia


China en el siglo XX


Para comenzar este ensayo me gustaría adjuntar un artículo de la revista que pasa, en el que se demuestra la tensión actual entre los focos más importantes del mundo, llámese Estados Unidos, China y Europa. El artículo, titulado “La Amenza China” dice asi:

“No sólo en Europa ha sido rechazado el proyecto de Estados Unidos de construir un escudo antimisilístico, bautizado como "guerra de las galaxias". Quizás quien más complicaciones pudiera ofrecerle a la iniciativa de Bill Clinton -esbozada por Ronald Reagan en los '80- es el presidente chino, Jiang Zemin. Y no sólo por encabezar un país con casi 1.300 millones de habitantes, sino que también por contar con un poder nuclear respetable y unas de las fuerzas armadas más numerosas del mundo.

Por esta razón, el plan de Washington, que podría estar "operativo" para el 2005, ha puesto en la palestra la oposición de China. Algo que para algunos analistas sería una locura ignorar. El secretario de Defensa estadounidense, William Cohen, no ha ocultado su preocupación por la respuesta de Beijing, ya que, según informes de la CIA, el coloso asiático podría multiplicar por 10 su arsenal de misiles de largo alcance -con capacidad para desbordar las defensas americanas- y por que, en el 2015, contaría con cerca de 200 cabezas nucleares.

Después de la guerra del Golfo, China ha puesto todos sus esfuerzos en la modernización de su ejército, que cuenta con casi tres millones de hombres. Se trata de una fuerza militar contundente, compuesta por 14 mil tanques, 14 mil 500 piezas de artillería y 453 helicópteros. En tanto, la Fuerza Aérea tiene cerca de 3.000 jets de combate y bombarderos, mientras que la marina consta de 18 destructores y 35 fragatas.

Para reforzar su capacidad militar, China ha aumentado el presupuesto destinado a defensa, el que en 1998 alcanzó los US$ 10 mil 900 millones, dinero que se ha utilizado para la renovación de su material bélico. Además, el servicio secreto chino ha hecho un buen trabajo. Informes de inteligencia de Washington señalan que China ha robado importantes secretos militares estadounidenses, lo que le ha permitido desarrollar con éxito armas termonucleares.

Otro hecho que ha causado preocupación en Washington es el creciente acercamiento de China a Rusia. En julio de este año, el mandatario ruso, Vladimir Putin, viajó al país asiático. Fue el reencuentro de viejos amigos que volvieron a conversar con la confianza de antaño. Todo esto quedó estampado en la "Declaración de Beijing", que selló una alianza estratégica para poner fin al dominio de Estados Unidos en la política internacional. El texto ataca las intenciones de la Casa Blanca de construir el escudo antimisilístico, ya que viola un tratado de 1971, que compromete a Rusia y Estados Unidos a no instalar paraguas nucleares. En la oportunidad, el presidente chino confirmó la solidez de la nueva alianza y que ésta se extendería a los campos "político, económico y militar".

Muchos acusan a Bill Clinton de ser el autor de este acercamiento que une a los países más grandes y poblados del planeta. Si Washington sigue adelante con sus planes y China refuerza su arsenal atómico, los analistas temen que se provocará un efecto dominó en la región. Taiwán, que se niega a volver a ser parte de este gigante asiático, deberá pedir socorro a Estados Unidos. India, tradicional enemigo territorial de los chinos, se vería obligada a participar en esta competencia, lo que a su vez empujaría a Pakistán a seguir sus pasos, ya que ambos países se amenazan con bombas nucleares por sus disputa territorial en la zona de Cachemir qp

Para comprender el papel de China en el año 2050 sería útil recordar la ascensión de Prusia hacia 1870. Es casi imposible imaginar un mundo que no esté dominado por las instituciones y los valores occidentales. Pero el creciente poder de China significa precisamente ese tipo de transición, como ocurrió cuando Prusia le arrebató a Gran Bretaña y Francia la supremacía en Europa. La ascensión de China no implica necesariamente la caída de Washington, aunque sí constituye un desafío a la condición de superpotencia de Estados Unidos.

La palabra "superpotencia" adquiere otro significado con China. Actualmente, una superpotencia es un país con una gran economía y un amplio alcance militar. China no tendrá la riqueza material ni el poderío militar de EE.UU. a nivel global, pero el poder de este país no puede medirse en base a la cantidad de automóviles o de helicópteros Osprey que posee. Al definir a un país como una "superpotencia" sólo en función de su poderío militar y económico no se tiene en cuenta el enorme poder que proviene de la capacidad de efectuar cambios sísmicos al sistema, incluso sin proponérselo. En este sentido, China sí se puede considerar como una superpotencia.

Norteamérica quiere convertirse, y en cierta forma ya lo es, en la potencia mundial hegemónica e indiscutible. Pero es un país que sólo cuenta con la sexta parte de los habitantes que tiene China, -que además de su ventaja numérica tiene la de poseer una Historia Continuada de inteligencia industriosa varias decenas de veces más larga-. Y tengamos esto muy en cuenta: La superioridad armamentística occidental (que fue la que acosó y humilló al coloso asiático durante estos dos últimos siglos) es cada vez diferencialmente menor (si es que aún existe) respecto al potencial bélico chino a partir de su adquisición de la bomba de hidrógeno y de los misiles intercontinentales. Nosotros vivimos en occidente y dentro del área geopolítico de influencia anglosajona, y esto nos impide ser colectivamente conscientes de que las fuerzas en muy probable confrontación no sólo están igualadas, sino que más bien están a favor de oriente.

Estamos hablando de un país que en tiempos de paz posee un ejército de más de tres millones de soldados, tánto hombres como mujeres de entre 18 y 22 años, y cuyo servicio militar es de tres años en el Ejército y de cuatro en la Armada y en la Fuerza Aérea. En tiempos de guerra podemos imaginarnos a cuánto podría ascender. Si en la segunda guerra mundial Japón, con una población diez o doce veces menor y con un armamento mucho más rudimentario tuvo en jaque al Asia oriental y a Oceanía, también podemos imaginarnos qué sería enfrentarse a un ejército de soldados orientales de tales magnitudes y con el típico modo de pensar, sentir y actuar de los chinos. 

Porque es muy importante saber medir a la gente según su propia idiosincracia y no según la idiosicracia de sus enemigos. China es y ha sido siempre un enigma para occidente, especialmente por su paciencia y por su modo enrevesado de pensar. Históricamente no es una potencia expansiva y nunca ha querido extenderse más allá de sus fronteras climáticas tradicionales, pero etnológicamente su expansión es imparable por todo el sudeste asiático, y en general por todo el mundo. Taiwán es indiscutiblemente suyo y China quiere recuperarlo. Pero la entrada de Taiwán (y probablemente de Corea del Sur) en el universo chino deescompensaría totalmente el equilibrio económico del mundo desarrollado, (lo que Norteamérica, ni sobre todo Inglaterra, pueden permitir). Por tanto estamos viviendo tiempos de movimientos estratégicos. 

Evidentemente en la actualidad las masas intelectuales de occidente están desorientadas tras el hundimiento de la Unión Soviética, y se piensa que China seguirá el mismo camino, (pero esto es porque no conocen a China ni su modo de ser histórico). Hubo un momento en que China también estuvo a punto de fragmentarse como lo hizo Europa tras la muerte de Carlomagno, pero, por alguna razón que para la mente occidental es incomprensible, China resolvió sus divisiones internas de la misma forma en que consiguió la unidad de su idioma: Idiomas fonéticos chinos hay muchísimos (más de mil) pero todos se escriben de la misma forma y todos los chinos de cualquier parte pueden leerlo. El chino escrito es igual que para nosotros y los europeos leer los números. Y esto nos puede dar una idea de cómo los chinos pueden entenderse por más alejadas que estén sus respectivas posiciones ideológicas. 

Gracias a su enorme tamaño, este país puede trastocar las reglas del comercio global y los tratados de seguridad que son el fundamento del sistema actual liderado por Occidente. Los problemas económicos, ambientales y energéticos de China serán los problemas de todo el mundo, porque si no se resuelven sus consecuencias repercutirán por todo el planeta. Irónicamente, el atraso de China respecto a Occidente en términos de riqueza material y tecnología militar es precisamente la mejor carta de negociación que tiene Beijing. En Occidente, este atraso hace que China parezca frágil, pero lo cierto es que China tiene la ventaja de los débiles: Beijing sabe que si Occidente la excluye o impide su avance, provocará precisamente el tipo de resentimiento que prefiere evitar: la hostilidad del mercado chino contra las exportaciones norteamericanas.

La gente olvida que hace 500 años China era la única superpotencia del mundo. Cuando muchos europeos vivían en chozas de barro y araban el suelo con palos, China era la potencia económica y militar más importante del planeta. Cien años antes de que comenzara el dominio de Europa sobre Asia y América, China tenía la mejor marina de guerra del mundo. De no ser por un accidente de la historia, hoy toda Europa hablaría chino. Con un comienzo tan brillante, ¿qué fue lo que sucedió? ¿Por qué a China le fue tan mal en la era moderna?

Esta pregunta es conocida como la "paradoja de Needham". El gran académico británico Joseph Needham la planteó en su exhaustiva historia de la tecnología china. Es cierto, Occidente dominó la tecnología descubierta originalmente por China. Pero según Needham, mucho más importante es el hecho de que China perdió su posición de predominio en el siglo XV al acabar con los comerciantes, cuyo poder representaba una amenaza para el Emperador. Así se aseguró el control interno del Imperio a expensas de atrofiarse externamente frente al desafío occidental.

El crecimiento económico actual de China se debe a una descentralización de las fuerzas comerciales, no al Estado. Las condiciones de la paradoja de Needham están llegando a su fin, y a medida que eso ocurre hay razones para pensar que el capitalismo chino será particularmente dinámico. Por razones culturales, se puede decir que el capitalismo es algo mucho más natural en Asia que en Occidente. Los obstinados campesinos europeos tuvieron que aprender a la fuerza que la dedicación al trabajo es el fundamento de la productividad, concepto que floreció en Asia con el confucianismo.

Occidente cree que la globalización cambiará radicalmente a China y reducirá al mínimo los obstáculos para que se incorpore al sistema mundial. Este es el mito norteamericano de los 90. Por ejemplo, los estadounidenses creen que en la era de la globalización el éxito económico y el poder militar se excluyen mutuamente. Es decir, creemos que otros países sólo pueden tener una de las dos cosas. Esta visión simplista olvida la historia de Estados Unidos y la de otras naciones prósperas. La ascensión de Estados Unidos como superpotencia en los años 40 y 50 se caracterizó por el fuerte crecimiento en su poderío económico y militar, ambos reforzándose mutuamente. Ellos, sin embargo, quieren olvidar esto porque, como potencia, prefieren mantener un orden global que los beneficie.

Pero China no desea olvidar el pasado. Al ser cómplice de su propia caída como gran potencia, China prefiere culpar a otros. Convertir esta dolorosa historia en un arma para avivar el nacionalismo y los resentimientos latentes podría ser la manera más eficaz de negociar con Washington. Además, podría mantener unido al país mientras se derrumba el Partido Comunista.

Pero con China, Estados Unidos también se enfrenta a un desafío militar. China está fabricando cientos de misiles que amenazan a las bases norteamericanas sobre las que EE.UU. asienta su poderío armado, lo que socava considerablemente el papel de EE.UU. en Asia. Aunque EE.UU. se jacta de contar con un poderío militar global, es posible que no pueda actuar en la región más importante del mundo.

Es poco probable que China desplace a EE.UU. para el 2050. Pero puede trastocar el orden global sin proponérselo, y frenar la influencia que EE.UU. ejerce desde hace 50 años en algunas regiones de Asia. Es indudable que para Estados Unidos, el precio que pagará para seguir siendo una superpotencia será cada vez más alto.

En conclusión, me parece que el "objeto" de la pregunta ¿Llegará China...? podría ordenarse, a los efectos de contestarlo, de la siguiente manera:

 

Hoy, ser "superpotencia" significa tres cosas:

           a) poder económico;

           b) poder militar;

           c) como consecuencia de ello, tener liderazgo, influencia en el rumbo mundial y penetración en la mayoría de las Naciones, inclusive cultural.

 

Hoy China tiene:

           a) dimensión geográfica (territorio y riqueza natural);

           b) gigantismo demográfico (número de habitantes);

           c) cultura uniformada (milenaria, más allá de los avatares ideológicos);

           d) orientación política hacia la modernización, desarrollo y apertura hacia el mundo.

   

Si se considera que hoy:

           a) el concepto de "mercado" reina en la economía mundial;

           b) que China tiene una natural capacidad de consumo (demanda) tanto como de producción (oferta), en estado de vida casi "latente" y de mera subsistencia por su atraso, pero que puede "explotar" en un futuro mediato;

           c) que su consistencia cultural y su experiencia de esfuerzo puede potenciar su crecimiento si logra ir consolidando el camino de desarrollo que actualmente muestra perseguir;

           d) si a ello se agregan los datos geopolíticos y militares que muy bien se marcan aqui

 

Entonces, la influencia futura de China en el mundo, y el espacio político que inevitablemente ocupará (si se dan aquellas condiciones apuntadas) será de gran importancia, a pesar de la resistencia que le opongan las potencias occidentales,  y más allá de que se la pueda alguna vez considerar o no, "superpotencia" en el sentido y con el alcance con que hoy se utiliza esa calificación.

 




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Idioma: castellano
País: Chile

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