Literatura


Boom literario en Hispanoamérica


COLEGIO SAINT TOMAS

CASTELLANO

TRABAJO

DE

“LA LITERATURA HISPANOAMERICANA Del BOOM”

Nombre:

Curso: 4° Medio

Fecha: 4/9/02

INDICE

  • El modernismo

  • Nueva Novela

  • El Boom de la Nueva narrativa hispanoamericana

  • Decadas de 1940 y 1950

  • Consolidacion de una literatura continental

  • Una novela del lenguaje

  • Algunos Fenomenos del Boom

  • Comentario Personal

  • 9. Bibliografia

    Literatura Hispanoamricana del Boom

    Dos hechos marcaron profundamente el desarollo de la literatura hispanoamericana, el modernismo y el boom de la narrativa escrita en el continente americano.

       A partir de 1960 ocurre en las letras hispánicas un fenómeno inusitado: la aparición de un grupo numeroso de escritores jóvenes, narradores y novelistas. Algunos de ellos fueron críticos literarios y escritores, los cuales hacían las esplicaciones, valorizaciones y críticas de las obras de sus compañeros. Otro dato que anotar fue la gran cantidad de lectores que surgió en esa época, quienes leían con avidez las novelas de éstos escritores.

    El modernismo

    El término fue utilizado por primera vez por Rubén Darío, en 1888, fue un movimiento literario cuyas figuras mayores fueron José Martí, Julián del Casal, Manuel Gutiérrez Nájera y José Asunción Silva. Su objetivo fundamental fue la ruptura con el prosaísmo y la vulgaridad de la cultura burguesa anterior, también buscó un lenguaje poético basado en el culto a la belleza y en una exigencia artística depurada a su máxima expresión.

    La gravitación de la estética y el espectro temático modernista provocarían un vuelco irreversible a la literatura en español.

    Nueva Novela

    Casi ocho décadas después, irrumpe en el panorama literario de nuestra lengua un cuerpo narrativo hispanoamericano de singular novedad y calidad.

    En 1964 y 1965, el crítico Ángel Rama y el escritor Carlos Fuentes designarían a esa poderosa e influyente presencia como nueva novela, expresión literaria que se venía gestando desde la década de 1940.

    El súbito e inesperado éxito internacional de esa novelística, cuyo ápice fue la década del 60, superó su definición original, sus marcos, obras y protagonistas, popularizándose como el boom de la nueva narrativa hispanoamericana. Sus parámetros y aportes son muy diferentes a los del modernismo, sin cuya fundamentación seminal --una reivindicación sui generis de identidad americana abierta a la universalidad-- es difícil imaginar que se hubiese producido.

    “El boom de la nueva narrativa hispanoamericana

    El contexto social e histórico y las posibilidades de comunicación y difusión actuales, facilitaron la vigencia y trascendencia del boom, que no debe considerarse un movimiento, como el modernismo.

    El carácter que más le conviene, con sus afinidades, diversidad y divergencias, es el de un impulso fundador. Ese impulso está despojado de servidumbres a la técnica y la temática. Su singularidad es producto de una profunda devoción por la palabra y el tratamiento del lenguaje. Su arquitectura fragua una extraordinaria intención expresiva sin ataduras a modelos establecidos, que se alimenta de la reivindicación de libertad, individualidad y autenticidad de sus protagonistas.

    El boom es, desde la pluralidad de su creatividad, ganancia que asume, decanta e incorpora sin reservas los aportes más permanentes de la creación contemporánea, sin por ello vacilar en hacer suyo lo más depurado de la gran tradición literaria. Para ello desconoce todo tipo de dependencia a modelos establecidos, y al hacerlo, determina que su modelo sea el de la imaginación y oficio de cada uno de sus autores.

    El salto mortal del boom es hacia su propia esencia, a partir de la superación del realismo de la narrativa regionalista e indigenista, imperantes en la literatura hispanoamericana durante las tres primeras décadas del siglo. Ese coherente cuerpo narrativo comenzaría a fracturarse a partir de los aportes de algunos de nuestros escritores volcados en la experimentación y acogidos a las vanguardias. Su giro lo materializan con una obra distinta Vicente Huidobro, Jaime Torres Bodet y Oliverio Girondo, autores de Cagliostro, Proserpina rescatada y En la masmédula, respectivamente. Su ruptura da entrada, entre otros, a técnicas narrativas y recursos formales como el monólogo interior y la renovación de lenguaje.

    Décadas de 1940 y 1950

    Lo más significativo de los años 40 es el distanciamiento de la novela realista, singularmente en el tratamiento temático, referente espacial y experimentación con el lenguaje.

    Fue el genio de Jorge Luis Borges el que precisó las nuevas constantes narrativas en varios de sus ensayos. Sobresale en ese regio cuerpo interpretativo su prólogo a La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, que el crítico Emir Rodríguez Monegal consideró una especie de "manifiesto de la nueva literatura".

    Figuras centrales de los 40 son Borges, con El jardín de los senderos que se bifurcan, Ficciones y El Aleph; Bioy Casares, con Plan de evasión; Miguel Ángel Asturias, con El señor presidente; Agustín Yáñez, con Al filo del agua; Ernesto Sábato, con El túnel; y Alejo Carpentier, con El reino de este mundo.

    La renovación que comenzó en la cuarta década del siglo, en que lo fantástico fue fundamental, se incrementaría con la incorporación de nuevos creadores en los años 50. La creación literaria se enriqueció con autores como Juan Carlos Onetti, con La vida breve, Los adioses y Para una tumba sin nombre; Juan Rulfo, con Pedro Páramo; Gabriel García Márquez, con La hojarasca; Carlos Fuentes, con La región más transparente; y José María Arguedas, con Los ríos profundos.

    Consolidación de una literatura continental

    La consolidación de la nueva narrativa ocurre en la década de 1960, edad dorada de la nueva novela, el gran momento del boom, época en que se percibe un inesperado interés y demanda por nuestra creación en Europa y Estados Unidos.

    Jugó un papel clave en esa difusión la española Editorial Seix Barral y su Premio Biblioteca Breve. Ambos darán a conocer la nueva legión de narradores y reafirmarán las posiciones protagónicas de sus antecesores.

    Obtienen el premio y la fulminante popularidad: Vargas Llosa, con La ciudad y los perros; Vicente Leñero, con Los albañiles; Guillermo Cabrera Infante, con Tres tristes tigres; Carlos Fuentes, con Cambio de piel; y José Donoso, con El obsceno pájaro de la noche. Los premios internacionales y las traducciones se suceden para todos estos novelistas.

    De igual suerte, se publican obras emblemáticas de la nueva novela: Rayuela, de Cortázar; Cien años de soledad, de García Márquez; Paradiso, de José Lezama Lima; El astillero, de Onetti; Hijo del hombre, de Augusto Roa Bastos; Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato; La muerte de Artemio Cruz, de Fuentes; Conversación en la catedral, de Vargas Llosa; y Bomarzo, de Manuel Mujica Laínez. También inician su andadura figuras como Severo Sarduy, con Gestos, y Manuel Puig, con La traición de Rita Hayworth.

    A partir de 1970, su resonancia, que no su importancia, cobra otro signo. Son factores decisivos en ese cambio, las críticas fluctuaciones de la economía mundial, la situación política sudamericana y el renovado impulso represivo del castrismo, que desencantó a escritores que lo respaldaron. Siguen escribiendo en estos años los maestros y los protagonistas del boom; surge en la novelística lo que se ha designado como el "ciclo del dictador"; los más jóvenes retoman tendencias experimentales; y hay una tendencia a analizar, dar testimonio y criticar la realidad social inmediata. En buena medida, comenzó una nueva época en nuestra narrativa.

    Una novela del lenguaje

    Uno de los empeños más delicados y complejos que enfrentan la historia y la crítica literaria es precisar los factores unitivos de la nueva novela.

    Conspira contra ello su diversidad. Entre sus rasgos finales se cuentan el predominio de lo urbano sobre lo rural; la concepción de la historia como metáfora; la denuncia social desprovista de partidismo y con intención de universalidad; la crítica de la moral burguesa; y los laberintos de la experiencia juvenil.

    Esos rasgos son inseparables de la renovación de los aspectos formales, técnicas narrativas y el tratamiento del lenguaje como organismo vivo y suficientemente en sí mismo; el establecimiento de espacios imaginarios que participan de lo mítico; el diálogo sin interlocutor; el empleo del monólogo interior y la ruptura; una nueva interpretación de las constantes tiempo y espacio; llevar el lenguaje oral a una lengua escrita esencialmente nuestra, y valerse de todas sus posibilidades y particularidades para desmontarlo, reintegrarlo, inventarle un siempre de inconcebible potencial expresivo.

    De esta suerte, esta cosmopolita, abierta y, tantas veces, minuciosamente localizada nueva novela, es finalmente, según precisó Rodríguez Monegal, "novela del lenguaje". Esa es acaso su mejor definición y su mayor elogio.

    Algunos Fenómenos del boom

    Aunque la figura central del boom es García Márquez y su obra Cien años de de soledad, publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a esa fecha, que se han vinculado a este fenómeno. El cubano Alejo Carpentier, por ejemplo, o el argentino Julio Cortázar, ya estaban consagrados como escritores. Sin embargo, no habían sido "masificados", fenómeno que sólo ocurrió a partir de los 60. Juan Rulfo, de México; José María Arguedas, de Perú; Guillermo Cabrera Infante y José Lezama Lima, de Cuba; Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, de Argentina; y Juan Carlos Onetti, de Uruguay, entran en la renovación temática y estilística de nuestra literatura. En Chile, no podemos dejar de nombrar a Manuel Rojas, cuya obra cumbre, Hijo de Ladrón, expresa de modo magistral, los principales motivos de la literatura contemporánea: la marginación social, la angustia existencial, la incomunicación y la impersonalidad de la sociedad contemporánea.

    Durante la década del sesenta se produjo un crecimiento notable de la literatura latinoamericana, que decantó en un vasto reconocimiento mundial, tanto desde la crítica especializada como desde el público. La aparición de por lo menos una docena de excelentes novelas que poblaron un espacio antes desierto, dio pie a una renovación de nuestras letras y logró llevar nuestra literatura alrededor del mundo.

    El escritor chileno José Donoso, en su Historia personal del boom, señala sobre el surgimiento de este fenómeno que "... quizás valga la pena comenzar señalando que al nivel más simple existe la circunstancia fortuita, previa a posibles y quizás certeras explicaciones histórico-culturales, que en veintiuna repúblicas del mismo continente, donde se escriben variedades más o menos reconocibles del castellano, durante un período de muy pocos años aparecieron tanto las brillantes primeras novelas de autores que maduraron muy o relativamente temprano - Vargas Llosa, Carlos Fuentes, por ejemplo - y casi al mismo tiempo las novelas cenitales de prestigiosos autores de más edad - Ernesto Sábato, Onetti, Cortázar -, produciendo así una conjunción espectacular".
    En un corto período de apenas seis años surgieron, entre otras, novelas como La muerte de Artemio Cruz, La ciudad y los perros, La Casa Verde, El astillero, Paradiso, Rayuela, Sobre héroes y tumbas, y Cien años de soledad.

    Lo que caracteriza a la mayoría de los escritores que se ubican dentro del 'boom', es que se trata de intelectuales exiliados de sus países, que desde Europa tomaron parte de la causa latinoamericana (lo cual les valió sus críticas), y se hicieron eco de ella. Vargas Llosa diría años más tarde que "había llegado a Europa siendo peruano, y allí me descubrí latinoamericano". Esta necesidad de comulgar con el sentimiento de pertenencia a una cultura que les era común, aún con sus diferencias regionales, terminó por conformar un grupo de lucha que tomó parte activa en los reclamos por las libertades, los derechos humanos, y la Revolución Cubana y nicaragüense.

    Aún cuando no es claro cuándo comienza y termina exactamente el fenómeno, se ubica dentro de él a un grupo selecto de escritores, quienes en algún momento fueron acusados de ser parte de una mafia con contactos secretos con las editoriales, de forma tal que tuvieran el éxito asegurado. El tiempo demostró que las acusaciones eran injustas y que la calidad narrativa y estética de Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y compañía, no obedecía a ninguna estrategia publicitaria, sino que se trataba de un redescubrimiento de las páginas más notables de la historia del arte.

    Comentario personal

    Este "boom" es conocido como la Nueva Literatura Latinoamericana. A partir de este lapso la "nueva novela" toma un papel importante tanto para América como para Europa.

         Esta literatura presenta algunas características: la desintegración de las formas tradicionales de la novela, debido a que con esta nueva novela se tratan nuevas técnicas y el lector se convierte en un "lector cómplice" y dejará de ser aquel lector pasivo de antes; La simultaneidad del lenguaje, aquí el autor utilizará un lenguaje variado de podría hacer denotar las distintas clases sociales, diversidad de lugares y regiones que a la vez que son diferentes su lenguaje también, ya no se utilizará en exceso aquel lenguaje directo, literario. El argumento de la novela es borrado por el lenguaje de personajes y narradores, que serán ahora "hablantes" simultáneos.

         Por último, La novela como ficción total; en esta parte ocurre una ruptura con la realidad circunstancial, los nuevos escritores emprenden la ruta hacia la imaginación creadora y el realismo mágico con la invención de lugares, nombres y personajes. Un gran ejemplo sería "Cien Años de Soledad", sin embargo a partir de Mario Vargas LLosa, Gabriel García Márquez entre otros la novela se convierte en un territorio imaginativo que totaliza la realidad en todos los planos.

    Bibliografia

    • Icarito “ Literatura Hispanoamericana”

    • Monitor Salvat Para Todos

    • Diccionario de la RAE

    • Enciclopedia Virtual de Castellano




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    Enviado por:Tom
    Idioma: castellano
    País: Chile

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