Historia
Aztecas
LOS AZTECAS |
Introducción
Los aztecas fueron un pueblo que dominó el centro y
sur del actual Mexico, en Mesoamérica, desde el siglo
XIV hasta el siglo XVI, y que es famoso por haber
establecido un vasto imperio muy bien organizado, el
que más tarde fue destruído por los conquistadores
españoles y sus aliados.
Nosotros escogimos este tema ya que habíamos escuchado
mucho sobre los aztecas, pero no conocíamos bien su
cultura, una de las más imponentes del mundo. Otra
cosa que nos llamó la atención y nos motivó a trabajar
sobre este pueblo fueron sus monumentales
construcciones arquitectónicas, las cuales hoy en día
son unas de las atracciones turísticas más visitadas
del continente.
En esta parte del trabajo queremos aprovechar de decir
que nos fue difícil conseguir información y material
en la biblioteca del colegio, ya que las enciclopedias
y libros existentes no se pueden usar fuera del
establecimiento. Pero en vista de la necesidad de
material, la Madame Charlie tuvo la buena voluntad de
facilitarnos los textos, y por esto, le queremos dar
nuestros agradecimientos.
También queremos agradecer a la biblioteca municipal,
la cual nos prestó mucho material que no se encontraba
en la biblioteca de el colegio, el cual nos fue muy
útil.
Gracias a este trabajo cada una de nosotras pudo
complementarse y aprender más a fondo esta gran
cultura perteneciente a una de las tres civilizaciones
americanas más importantes.
Religión
La religión azteca tiene una fuerte tendencia
dualista, la eterna lucha contra las influencias del
bien y del mal sobre el destino del hombre. También es
extremadamente politeista y naturalista.
En sus orígenes bárbaros, los aztecas habían
centrado su culto básicamente en divinidades astrales,
donde dominaba Huitzilipotchtli, dios del Sol y de la
guerra. Pero al migrar hasta el altiplano central, y
posteriormente al instalarse en el lago Texcoco,
fueron incorporando las ideas religiosas de otros
pueblos, especialmente de aquellos más civilizados,
portadores y herederos de las ricas tradiciones
Toltecas. Formaron una síntesis, muchas veces
incoherente, en la cual además de los dioses astrales
del pasado se sumaron otros relacionados con la
tierra, el agua y la lluvia.
De esta forma, en el momento de su apogeo
cultural, el lugar más destacado de la teología
imperial era compartido por Huitzilipochtli con
Tláloc, dios de la lluvia y el rayo, originario de la
tradición Tolteca. Pero además existían entre muchos
otros dioses, Xinhtcutle, dios del fuego de los
otomíes;Tlazolteotl, diosa del amor y la fertilidad de
los Huastecas; Tzapotlatenan, diosa de la medicina de
los Zapotecas.
Esta profusión de divinidades se insertaba
dentro de una concepción del mundo y del tiempo
bastante singular. Para los aztecas, como para otros
pueblos de la región, habrían existido cuatro períodos
o soles, en los cuales hubo humanidades previas a la
propia, las cuales fueron destruídas en forma
catastrófica por acción de algunas divinidades.
La época más antigua era conocida como Nahui-
Ocelot y su fin habría llegado al destruir los
jaguares a la humanidad. El segundo período, Nahui-
Ehécatl, habría terminado cuando Quetzacoatl, bajo su
forma de dios del viento, habría arrasado con el mundo
y convertido a los hombres en mono. El tercer sol,
Nahui-Quihutl, fue dominado por Tláloc, dios de la
lluvia y del rayo, quien habría aniquilado a los
hombres con una lluvia de fuego. El último período
previo a la era en que vivían los aztecas, se conoce
como Nahui-Atli, y su fin habría devenido a partir de
una gran inundación, de la cual sobrevivieron sólo un
hombre y una mujer, quienes posteriormente fueron
convertidos en perros por el dios del cielo nocturno,
Tezcatlipoca.
La era en que se encontraban los aztecas era
Nahui-Ollín y estaba destinada a sucumbir durante un
inmenso terremoto, en el cual los tzitizmine, especie
de monstruos que vivían en el occidente, matarían a
los humanos. Según el mito, el origen de la Era Azteca
se encontraría en la voluntad de Quetzacoatl, quien
habría recogido los huesos de los hombres muertos y
les habría dado la vida regándolos con su propia
sangre. De igual forma, el nuevo Sol y la nueva Luna
habrían sido creados por el sacrificio de los dioses,
especialmente de Nanahuatzín y Tecciztecatl, los que
se habrían arrojado a una fogata encendida por los
dioses en las ruinas de la antigua ciudad de
Teotihuacán, de la que habrían salido convertidos en
el Sol y Luna, respectivamente.
Por estas razones, los aztecas sentían la obligación
de pagar el sacrificio de los dioses y se consideraban
a sí mismos el pueblo de el Sol, cuyo principal deber
era entregar a éste su alimento, que era la sangre que
le permitía vencer la oscuridad. Ello exigía de los
hombres hacer lo mismo que hicieron las divinidades
para revivir el mundo, es decir, entregar su propio
cuerpo y sangre. De esta forma el sacrificio humano
llegó a ser uno de los más importantes elementos del
ritual religioso.
Sacrificio humano
El panteón de los dioses estaba dominado por dos
símbolos principales: los dioses del cielo y de la
tierra. Los primeros eran parte de la antigua
tradición Azteca y su principal manifestación era el
dios de la guerra y el Sol Huitzilipochtli. También
destacaba Tezclatipoca dios del cielo nocturno y
protector de los guerreros.
Las divinidades de la tierra eran encabezadas
por Tláloc, dios de la lluvia y el rayo, aunque tenían
cierta relevancia la diosa de las aguas dulces,
Chalchiuhtlicue;y el dios de las aguas saladas y el
mar, Huixtocihuatl.
Las víctimas de los sacrificios por lo general
eran prisioneros de guerra, esclavos comprados para
este fin o incluso personas que se ofrecían
voluntaria-mente, ya que una muerte así aseguraba una
feliz vida eterna. Las víctimas eran colocadas sobre
el altar de sacrificios, a la que llegaba con las
vestimentas y adornos del dios para el que se hacía el
holocausto. Una vez depositado sobre dicha piedra,
cuatro sacer-dotes sostenían cada una de las
extremidades de la víctima y un quinto le habría el
pecho con un cuchillo de piedra, y le sacaba el
corazón, que luego era quemado en una urna de piedra.
A este tipo de sacrificios se sumaban otros ritos,
tales como quemar a la víctima, ahogarla o decapitarla.
Los aztecas creían en la vida después de la muerte,
sin embargo este futuro no dependía del comportamiento
terreno, sino de la forma en que se moría. Los
soldados muertos en batallas y las víctimas de los
sacrificios tenían como recompensa vivir en el imperio
del dios solar Huitzilipochtli.
El dios de la lluvia y el rayo, Tláloc, se
adueñaba de los que morían ahogados, exterminados por
un rayo, o por enfermedades de la piel. Estos muertos
no se quemaban como los demás sino que los
enterraban.Lo niños sacrificados a Tláloc iban a un
paraíso lleno de flores y envuelto en nubes. Los demás
difuntos iban al Mictlán o mundo inferior, al cual se
llegaba después de un penoso viaje.
Los sacerdotes dirigían la vida intelectual y
religiosa de los aztecas. En los grandes templos
habían dos sacerdotes principales o quequetzalcoa. A
sus órdenes se encontraba otro que administraba la
recaudación de los diezmos y que supervigilaba la
instrucción de los nuevos sacerdotes y el
establecimiento de la fé en las regiones recién
conquistadas.
Solamente en Tenochtitlán habían cinco mil
sacerdotes. Vestían de negro y sus tilmantli o mantos
estaban adornados con calaberas y vísceras. Usaban el
pelo largo y trenzado, y de estas trenzas colgaban
coágulos de sangre.
Por otra parte, estos sacerdotes elaboraban
los rituales del culto y enseñaban en las escuelas
religiosas y, a la vez, difundían el conocimiento de
la escritura jeroglífica y los símbolos necesarios
para los complicados cálculos matemáticos y
astronómicos. También servían de mediadores con los
poderes invisibles, recordaban y recitaban los sucesos
históricos hasta que estos quedaban grabados en la
mente humana.
La fecha más importante del calendario azteca
se daba cada 52 años, lapso en que se cumplía un ciclo
mitológico de vida del mundo. Para esto, los
sacerdotes debían asegurar la continuidad de la vida
preparando un nuevo ciclo de 52 años. En la cumbre de
la montaña Huixachtécatl se realizaban varios
sacrificios humanos, en los cuales los sacerdotes
encendían el fuego del nuevo período sobre los cuerpos
de las víctimas. En 1507 se hizo por última vez la
renovación del fuego de la vida, y la siguiente debía
acontecer en 1559, pero ya no habían sacerdotes para
hacerlo.
Periódicamente los aztecas se enfrentaban con sus
vecinos en grandes campos de batalla, para
protagonizar las guerras floridas o “xochiyayotl”,
cuyo objetivo era obtener prisioneros para hacer
sacrificios en honor a sus dioses.
En estas guerras no se peleaban los territorios y las
principales armas que los aztecas utilizaron fueron la
maza plana, flechas y dardos. La maza plana servía
para golpear, y estaba hecha de madera, en sus cantos
tenían estrechas ranuras donde se ponían vidrios
volcánicos.
Como defensas utilizaban escudos de madera y una
armadura hecha con tela y rellena con algodón.
La economía azteca era muy compleja, y permitía,
mediante el tributo, que muchísimas personas se
dedicaran a tareas no directamente productivas, como
los sacerdotes, militares y artistas.
Para reunir recursos ,con los cuales desarrollaban
áreas que de otra manera eran difíciles de
implementar, como las obras públicas, las guerras de
conquista,etc. crearon un sistema de tributación , el
cual era pagado a través del calpulli, por todos los
ciudadanos. Dicha operación debía hacerse dos veces
al año, como norma general. Cada sector social
entregaba productos de su especialidad, que luego eran
almacenados en las principales ciudades o en los
almacenes estatales.
Para formarse una idea aproximada de los recursos
reunidos por el tributo, podemos citar algunas cifras
extraídas de un códice azteca, llamado hoy “Mendoza”,
dónde se detalla el con-tenido de los almacenes de las
tres ciudades capi-tales que formaban la Triple
Alianza: Tenochti-tlán, Texcoco y Tlacopán. Entre
muchos otros pro-ductos, había 7.700 metros cúbicos de
maíz, 5.775 metros cúbicos de porotos, 70 metros cú-
bicos de cacao, 36.000 manojos de cigarros puros,
27.600 calabazas pintadas, 16.000 pelotas de
caucho,etc.
Almacén de maíz.
La economía se basaba principalmente en la
agricultura, el comercio y el mercado.
No conocieron la ganadería, por lo que no tuvieron
acceso a los productos lácteos; tampoco desarrollaron
la minería, por lo que los comerciantes importaban
objetos elaborados en oro, plata, jade y obsidiana.
Desarrollaron un sofisticado sistema de distribución
de riquezas con mecanismos como el comercio a grandes
distancias con bienes de lujo, el salario en
retribución de servicios y el intercambio mercantil
basado en una unidad de equivalencia (dinero).
En su pasado bárbaro, los aztecas tuvieron una
economía basada en la caza y recolección. Sin embargo,
cuando se instalaron en la meseta central de México,
aprendieron de pueblos mucho más civilizados que ellos
las bondades de la agricultura.
· AGRICULTURA:
Era el eje central de la economía azteca. Cultivaban
principalmente maiz, porotos, pimientos y tomates.
El maíz era la base de la alimentación. Lo impregnaban
de cal, lo hervían y le desprendían la piel, luego se
molía mediante un rodillo de piedra estriado. Con esta
mezcla se hacía pan de maíz o tortillas. También el
maíz podía convertirse en atolli, una pasta hecha con
miel y ají.
Una de las técnicas que más utilizaron los aztecas
fueron los jardines flotantes o chinampas.
Cuando los aztecas llegaron al lago Texcoco, la
presión de los habitantes locales no les dejó otra
posibilidad que instalarse en un islote cercano a la
orilla, donde la tierra cultivable era muy poca. Por
estas razones explotaron cabalmente los recuesos del
lago, como los peces, aves acuáticas, moluscos,
plantas de ribera y muchos otros más. Adoptaron en
forma masiva el sistema de jardines flotantes, Por
esta razón, cuando los españoles llegaron, en torno a
Tenochtitlán se hallaban cultivados más de 35 km2,
especialmente los lugares con menos profundidad.
En la práctica, las chinampas son grandes balsas de
madera rellenas con barro y ramas. Se anclan al fondo
del lago, plantándose en sus extremos sauces de rápido
crecimiento que echaban raíces en el piso. Estas
construcciones eran muy fértiles, por lo cual
necesitaban abono sólo esporádicamente y para esto se
utilizaba el limo que se extraía del mismo fondo del
lago. No había necesidad de regarlas y eran utilizando
la coa, una especie de azadón de madera con el cual se
cavaba la tierra.
Las chinampas formaban grandes laberintos, los
cuales se dejaban para permitir el desplazamiento de
canoas cargadas con los productos del cultivo. Cuando
los aztecas con su etapa expansiva, primero en torno
al lago Texcoco y luego hacia los cuatro puntos
cardinales, tuvieron acceso a grandes expansiones de
tierra, las que fueron expropiadas a pueblos que
habían sido sometidos mediante la guerra. En ellas
desarrollaron una agricultura a gran escala, basada en
le técnica de la tala y quema. Grandes extensiones de
bosques eran cortadas y luego incendiadas,
produciendose así el despeje necesario para las tareas
agrícolas, mientras la tierra se abonaba con las
cenizas resultantes de la quema. De este modo, se
incrementó considerablemente el poder económico del
naciente Imperio.
· MERCADO:
Recibían productos que en calidad de tributo lo
enviaban de todas las regiones conquistadas por los
ejércitos. Ello permitía que el Emperador pudiera
mantener a su corte, la burocracia estatal y premiar
los servicios de los guerreros o más cercanos
colaboradores. El resto se distribuía al pueblo por
intermedio de los mercados localizados en recintos
claramente delimitados. Allí se ofrecían los bienes
destinados a satisfacer todas las necesidedes
cotidianas. Las mercaderías agrupadas por rubros se
apilaban sobre petates, a cuyo frente, sentado en el
suelo, el vendedor, premunido de balanzas o medidas,
voceaba su mercadería. Las transacciones eran
monetarias, empleándose como dinero semillas de cacao
o pepitas de oro.
Resulta difícil creer que a comienzos del año 1500, en
un mercado Azteca se congregaran sesenta mil personas.
Esta sola cantidad revela la existencia de una
población que, para ésa época,era superior a muchas
capitales de la civilizada Europa.
La presencia de tan multitudinaria muchedumbre asombró
a los hombres de Hernán Cortés durante la conquista de
ese pueblo. El cronista Bernal Díaz del Castillo
relató la siguente impresión que le dejó este
acontecimiento: “Cuando llegamos a la gran plaza del
mercado, quedamos admirado de la multitud de gente y
mercaderías que en ella había y del gran concierto y
regimiento que en todo tenían.
Hay una calle de caza dónde venden todos los linajes
de aves que hay en la tierra como gallinas, perdices,
codornices, lavancos (patos),dorales(pájaro pequeño),
tórtolas, palomas, papagayos, búharos (ave de rapiña
parecida al búho), águilas, gavilanes y cernícalos.
Hay una calle de herbolarios, dónde hay todas las
raíces y yerbas medicinales que en la tierra se
hallan. Hay casas como de boticarios dónde se venden
las medicinas hechas, así potables como unguentos y
emplastes.
Hay casas como de barberos,donde lavan y rapan las
cabezas”.
Refería también el cronista que había venta de
esclavos, de ropa de algodón, tabaco y sal.
Severas leyes regulaban el comercio. Estaba prohibido
comprar o vender fuera del mercado, debido a que los
artículos pagaban un impuesto al ingresar en él.
Jueces vigilaban el estricto cumplimiento de precios,
pesos y medidas. Los infractores eran duramente
castigados.
El mercado de Tenochtitlan estaba frente al templo de
Huitzilopochtli, pero el más importante era el
Tlatelolco, dónde concurrían 60.000 personas.
· COMERCIO:
Paralelamente al mercado local se desarrolló un
tráfico de importación y exportación que englobaba
mercancías de lujo. A su cargo estaban los pochtecas,
clase social hereditaria que vivían en Tlatelolco y
poseían muchos privilegios.
Físicamente se diferenciaban del resto de la gente ya
que se rapaban y se deformaban la cabeza.
Ellos mantenían informado al Emperador de lo que
acontecía en sus dominios, informándolo sobre posibles
insurrecciones y dándoles datos militares cuando
emprendía la conquista de un pueblo. Por eso, fueron
considerados verdaderos espías imperiales, papel que
cumplían a satisfacción, ya que empleaban muchas
lenguas.
Importaban objetos elaborados en oro, cobre, jade y
obsidiana,vestimentas de plumas, tinturas, pieles de
conejo y esclavos. Plumas de aves tropicales y de
quetzal, turquesas y jade, pieles de jaguar,
vestimentas en general y cacao.
La posición privilegiada de los pochtecas, unida a la
riqueza que poseían , despertó la envidia de la
nobleza azteca. Por esta razón, se les obligó a entrar
de noche en la ciudad, a no hacer ostentación de sus
bienes y a aparentar pobreza y humildad, que estaban
lejos de ser verdaderas.
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Enviado por: | Dora Soto |
Idioma: | castellano |
País: | España |