“Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta…eso no es fácil”
(Aristóteles, citado en Goleman, 1995)
Cada uno de nosotros es actor y hacedor de su propia vida ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia, tenemos la capacidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento, pero, ¿las elecciones son tan sencillas como parecen?, ¿tenemos la capacidad de darnos cuenta de lo que debemos elegir? Más complejo aún, ¿podemos controlarnos, eligiendo en cada momento nuestros actos, pensamientos y emociones? Quizá la respuesta a estas preguntas parezca sencilla, pero en la practica dista mucho de serlo.
Como respuesta se me viene a la mente el “autocontrol”, palabra que si bien esta en boca de todos, muy pocos comprenden realmente su profundidad y su práctica.
Esta capacidad de controlar o regular la propia conducta, está dentro de un conjunto de capacidades para soportar problemas y adversidades, el nombre de dicho conjunto se denomina “fortalezas”. Estas herramientas ayudan al hombre a ser una mejor persona y además a lograr una mayor felicidad. El Autocontrol ha sido mencionado por Goleman (1995) como una herramienta que nos permite no dejarnos llevar por los sentimientos del momento, es saber que es pasajero en una crisis y que es lo que perdura, sin el estaríamos continuamente actuando irresponsablemente y luego pidiendo perdón por ello.
Siguiendo con mis cuestionamientos, ¿tendremos todos los hombres esta capacidad?, ciertamente que no, y esto se puede evidenciar tan solo poniendo atención en las relaciones de los demás. Propongo un ejercicio simple, detengámonos a ver a una pareja de enamorados y respondámonos: ¿por qué pelean?, mi respuesta, y ciertamente la que todos estamos acostumbrados a escuchar, es porque se sobrepasan los límites, no se cumple que “mi libertad termina donde empieza la libertad del otro”. Aunque este ensayo no se referirá al término Libertad, si creo conveniente referirme a los límites que la demarcan.
Es verdad, cada uno coloca sus límites, pero es necesario saber hacerlo, saber decir “NO”.
Desde pequeños nos controlan, haz esto, no hagas aquello, etc. Pero esos son controles y regulaciones externas, si bien es cierto que vamos internalizando ciertas reglas, hay veces que se nos escapan de las manos y no sabemos como actuar, no podemos andar por la vida haciendo o dejando de hacer cosas solo porque nuestros padres nos las enseñaron, debemos preocuparnos de quienes somos, que queremos, que esperamos de nosotros mismos, y en base a ello actuar. Pero, como siempre existe uno y esta no es la excepción, también y al mismo tiempo debemos preocuparnos de los demás, de no perjudicarlos con nuestras elecciones, de hacer valer lo que yo quiero siempre y cuando no dañe al otro, no dañar lo que el quiere.
Un aspecto importante del autocontrol es saber controlar las emociones y que estas no nos controlen a nosotros, ¿quién es tan “maduro emocionalmente” como para saber en que momento reír o en cual llorar?, por ejemplo. Eso se siente, pero no siempre lo expresamos en el momento que lo sentimos, la interrogante es en que momento dar rienda a la emoción y en que grado.
El interior del ser humano no es algo sencillo, cada persona es distinta, lo que tienen unos no lo tienen los otros, o en una menor medida, y en la inversa. Lo importante y lo valioso es que cada persona pueda conocerse a si misma y así reconocer cuales son sus fortalezas y cuales son sus carencias, y en base a las carencias trabajar, para así ser una mejor persona y ser mas feliz, ah y también hacer mas felices a los demás.
Definición de autocontrol
El autocontrol es la capacidad que nos permite controlar a nosotros mismos nuestro comportamiento y emociones y no que estas nos controlen, sacándonos la posibilidad de elegir lo que queremos sentir y hacer en cada momento de nuestras vidas.
Bibliografía
Goleman, D. (1995). La inteligencia emocional. Buenos Aires: Daniel Vergara.