Arte
Arte Romano
INDICE
INTRODUCCIÓN
ARTE ROMANO
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Arquitectura
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Escultura
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Pintura
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Artes Menores
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ANEXOS
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CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
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ARTE ROMANO
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Características
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Órdenes de la arquitectura romana
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El orden toscano o etrusco que permanece básicamente igual.
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El orden dórico romano que eleva su columna a dieciséis módulos, adorna su collarino o garganta, añade un talón al ábaco, tiene el astrágalo en forma de junquillo que rodea al fuste y debajo de la corona de la cornisa lleva dentículos o mútulos. Esta última diferencia le constituye respectivamente en las variantes de dórico denticular y dórico modillonar, según los arquitectos del renacimiento.
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El orden jónico romano, que adorna más su capitel que el griego, reduce la magnitud de sus volutas, suprime en ocasiones el astrágalo y eleva la altura del fuste.
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El orden corintio romano, se ostenta más florido aún que el griego y en él abunda, sobre todo, la hoja de acanto. De ésta, lleva dos o tres series el capitel, dobladas hacia adelante y además de los dentículos admite series de modillones adornados para sostener la cornisa.
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El orden compuesto, que llegó a ser el predilecto de los romanos no difiere del corintio sino en engarzarse más los adornos y en alguna modificación accidental del capitel: éste se constituye por hojas de acanto sin calículos y con cuatro volutas que salen por encima del cuarto de bocel de modo que parece compuesto de jónico y corintio.
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El Templo del Capitolio y el Foro Romano, del toscano.
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El Templo de Marte y el Teatro de Marcelo, para el dórico.
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Parte del Teatro de Marcelo, el Templo de la Fortuna viril y el de la Concordia para el jónico.
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El Panteón de Agripa y el Templo de Antonino y Faustina, en el corintio.
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El Arco Triunfal de Tito y de Vespasiano y el de Septimio Severo, en el orden compuesto.
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El Coliseo de Vespasiano de tres órdenes a la vez: dórico, jónico y corintio.
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El anfiteatro y el templo de Roma y Augusto en Nimes (Maison Carrée).
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La Puerta negra en Tréveris.
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El Templo de Vesta en Tívoli.
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El Arco de Trajano en Ancona y en Benevento.
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El palacio y el mausoleo de Diocleciano en Spalato (hoy, catedral).
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Los templos de Baalbeck y de Palmira en Líbano y Siria respectivamente.
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Tipologías arquitectónicas en Roma
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Basílicas. Eran palacios de justicia y también lonjas, las cuales tenían planta rectangular con su pronaos o pórtico, sus naves (centrales y laterales) para el público, su transeptum o chalcidicum para los abogados su absis o exedra par el tribunal, sus entradas principales y laterales y sus tribunas o galerías, sobre las naves laterales, con vistas a la central.
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Arcos triunfales. Se dedicaban a honra de algún vencedor glorioso y se derribaban luego de haber pasado él en triunfo haciéndose permanentes los construidos durante el Imperio. También se elevaban estos monumentos lo mismo que las columnas u obeliscos en conmemoración de otros hechos gloriosos.
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Termas o edificios de baños para el servicio público.
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Anfiteatros, no conocidos por los griegos. Eran de planta circular o elíptica.
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Circos. Servían para las carreras de carros como los griegos hipódromos pero tenían una espina o muro coronado de estatuas a lo largo de la línea media.
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Naumaquias. Eran anfiteatros cuyo fondo se llenaba de agua para representar combates navales.
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Puentes y Acueductos.
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Calzadas. Bien fundadas y sólidamente empedradas (con anchas losas, y con menudos cantos) que partiendo de Roma llegaban hasta los extremos del Imperio con sus márgenes o aceras algo elevadas, sus columnas miliarias para señalar las millas (los miles de pasos), sus puentes, etc.
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Los Templos. Los romanos dispusieron los templos de una manera similar a los de los griegos (si bien se adoptó mucho más que entre ellos la rotonda) hasta que al fin se modificaron disminuyendo el número de columnas exteriores o sustituyéndolas por pilastras abovedando las naves pero sin acusarse al exterior la bóveda ni el arco en los templos rectangulares.
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Sepulcros. Unas veces consistían sencillamente en una estela o cipo esculturado o una simple lápida sobre el nicho que guardaba los restos y otras sobre todo durante el Imperio fueron suntuosos mausoleos como la mole Adriana (hoy castillo de Santángelo) y la tumba de Cecilia Metela, en Roma. También llegaron a formarse prolongadas series de sepulcros a lo largo de caminos como es muy de notar en la Vía Apia y verdaderos panteones de familia y enterramientos subterráneos con nichos agrupados o en filas que se llamaban columbarios conteniendo cada uno de éstos la urna cineraria de barro cocido o de piedra con relieves y con la inscripción correspondiente.
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La Vivienda. la casa romana primitiva era de planta más o menos rectangular, tenía un patio en el centro (atrium) al que se abrían los locales. Las casas eran en medianería, y los tejados vertían sus aguas hacia el atrio, que solía tener debajo un aljibe, para guardar el agua. El local principal era el tablinium, donde se guardaban los archivos familiares y los dioses familiares (penates). Solía estar en la fachada del atrio enfrentada a la entrada, pero con el eje de la entrada desviado para que no pudiera verse la puerta desde la calle. Más adelante, por un pretendido influjo griego, se abrió otro patio en la parte posterior, rodeado de columnas: el peristilo.
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Relieves
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Esculturas exentas
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Retratos
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Estilos
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Primer estilo o de incrustaciones
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Segundo estilo o arquitectónico
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Tercer estilo u ornamental
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Cuarto estilo o del ilusionismo arquitectónico
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La metalistería romana
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Las piedras preciosas grabadas
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La joyería
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La cerámica romana
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ANEXOS
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CONCLUSIONES
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El arte romano logró una considerable influencia sobre los demás tipos de arte, debido a su gran técnica en cuanto a su utilización en pinturas, arquitectura y escultura, resultando así ser una manifestación artística muy significativa a lo largo de la historia en el mundo occidental.
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Tuvo también una fuerte organización por parte del Imperio Romano, que unió lo eficaz, simple y moderno, convirtiéndolo así en una obra de arte. De esta manera fue apareciendo un arte muy completo y firme que abarcó todo el imperio, no sólo Roma sino también alredores.
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Debemos recalcar que la pintura romana no solo servía de decoración o de simple gusto, era un modo de vida para aquellos ciudadanos ya que al ser la mayoría de la población analfabetos, mediante sus pinturas instruían los dogmas de la fe. Detalle muy importante para ellos porque ahí representaban las imágenes de la vida de los santos y el camino que debían recorrer para llegar a la salvación.
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Entender y conocer el arte romano es de gran apoyo para esta carrera, no solo conocemos nuevas técnicas sino que nos damos cuenta de como poco a poco ha ido evolucionando el arte hasta llegar a ser lo que es hoy en día.
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Gracias a todos los avances de los pueblos antiguos, el arte es hoy en día un medio de expresión que va unido a la sensibilidad de las personas.
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BIBLIOGRAFÍA
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Como Reconocer el Arte Romano. Autor: Alda Tarella. Editorial EDUNSA. Edición España 1993.
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Enciclopedia: Historia Universal del Arte. Volumen III. Editorial Rombo. Edición España 1994.
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Enciclopedia: Historia Universal del Arte. Volumen IV. Editorial Rombo. Edición España 1994.
Rómulo, o quien lo hiciese en su lugar, eligió felizmente el sitio donde trazar el surco sagrado del primer recinto urbano de Roma. La tradición sitúa el acontecimiento hacia la mitad del siglo VIII a.C., y la arqueología lo confirma; testimoniando también que los romanos no eran un grupo homogéneo, sino una síntesis de diferentes poblaciones. La leyenda nos recuerda que los nativos se fusionaron con el séquito de Eneas, superviviente de la tragedia de Troya; después, menos legendaria, viene la serie de los 7 reyes, que se va desarrollando mientras el pueblo etrusco presiona cada vez más sobre el territorio de Lazio. Sólo después de la instauración de la república, Roma se transformará, de arcaica agrupación de poblados desparramados por las colinas a lo largo de las orillas del Tíber, en metrópoli dominadora de todo el Lazio.
El ataque de las poblaciones italo-galas no mina su consistencia. Antes bien, Roma sale reforzada, y puede llegar a cabo una política de agresión y asimilación primero con la Magna Grecia, después con los cartagineses y los galos, finalmente con la misma Grecia. Ya desde el siglo III a.C., de grado o por fuerza, los adversarios se someten materialmente o sólo espiritualmente. La paz duradera, la paz romana buscada o impuesta, desde los tiempos de Augusto hasta el s. IV d.C, es una realidad entre las orillas del atlántico y las del Elba, entre las islas Británicas y el litoral mediterráneo de África y Asia, donde sólo las dunas del desierto le impiden su difusión. Pero su esfera de influencia va más allá: vidrios, metales y otras obras de artesanía se exportaron a Rusia y a la India, hasta China.
Sólo a partir del siglo II a.C empieza a manifestarse un arte romana. En el curso de los 500 años siguientes, el continuo y recíproco intercambio de gustos e interferencias entre la metrópoli y las ciudades periféricas del imperio va acompañado por un proceso de uniformización que le confiere el carácter y peso de arte europeo. Como en los acontecimientos políticos, en la historia del arte romana se distinguen dos grandes periodos: El republicano desde el siglo III hasta la segunda mitad del siglo I a.C., y el imperiar, desde el principado de Augusto hasta el declive del coloso romano, oficialmente concluido en el año 476 de nuestra era. Dado el realismo y el sentido ancestral de sobriedad que caracterizan al espíritu romano, lo que prevalece en este arte son los aspectos esencialmente técnicos y prácticos; el fin estético casi nunca se desea, ecepto en la artesanía de lujo. El ciudadano romano es antes que nada un militar, y la misma religión no impone grandiosos templos ni bellas estatuas. Sólo la técnica tiene el derecho de plena ciudadanía, porque procura ventajas tangibles a la comunidad. De aquí que, mientras el arte griego presenta multitud de artistas de personalidad bien diferenciada, y no pocos de ellos gozaron de una fama que ha llegado hasta hoy, los artistas romanos están sumidos en el anonimato. Únicamente algunos nombres de arquitectos llegan a sobresalir; y de hecho la arquitectura, donde lo bello consigue convivir con lo útil, es el punto clave de la civilización artística romana.
El arte romano, al igual que su arquitectura e ingeniería, se extendió, como su imperio, a lo largo y ancho del perímetro del Mar Mediterráneo, siendo uno de los principales exponentes de la avanzada civilización romana.
El arte romano hunde sus raíces en diversas influencias, especialmente del mundo etrusco y del griego.
La fuerte organización del Imperio Romano exige un arte y una arquitectura que aúne el carácter funcional con el propagandístico. De esta forma nace un arte muy centralizado y unitario que abarca todo el imperio, no sólo Roma sino, en mayor o menor medida, a todos sus alrededores.
No cabe duda que el arte romano es la manifestación artística más significativa de la historia del mundo occidental, ya que su influencia nunca se ha dejado percibir a lo largo de los muchos siglos desde su desaparición en toda Europa. No ha habido momento histórico (quizás el gótico es el arte y arquitectura más alejada del canon romano) que no haya sufrido en mayor o menor medida su influencia.
Los romanos penetraron en la Península Ibérica en el 218 a.de C. y sobre todo, a partir de la mitad del siglo II a. de C. empezaron a crearse asentamientos estables. No tardó en generarse una pronta e intensa romanización que duró más de cinco siglos y que he dejado en nuestro suelo restos arqueológicos de primer orden.
El Arte Romano tiene su principal manifestación en la arquitectura, tanto religiosa, como civil. Pero otras manifestaciones de primer orden son su magnífica escultura y en menor medida la pintura.
El mosaico es otra de las artes más brillantes del mundo romano. Las villas tardo romanas tuvieron frecuentemente sus suelos cubiertos por hermosos mosaicos con figuras geométricas, escenas de caza, mitológicas, etc.
ARQUITECTURA
La arquitectura de la Antigua Roma es probablemente uno de los testimonios más significativos de la civilización romana. Se caracteriza por lo grandioso de las edificaciones, y su solidez que ha permitido que muchas de ellas perduren hasta nuestros días. La organización del Imperio Romano normalizó las técnicas constructivas de forma que se pueden ver construcciones muy semejantes a miles de kilómetros unas de otras.
Los elementos más significativos de la arquitectura romana son la construcción abovedada y el empleo de un primitivo hormigón.
Los romanos emplearon profundamente el arco y la bóveda. Ésta no se forma con dovelas de piedra aparejada (salvo en algunas construcciones asiáticas), como se disponía en la bóveda etrusca, sino de una masa confeccionada con puzolana y cascajo. Las bóvedas solían tener gruesos arcos de ladrillo, paralelos, y diagonales pero embebidos en la bóveda misma, que servían como sujeción provisional y como refuerzo interior de la bóveda. Un ejemplo soberbio es la cúpula del Panteón de Agripa en Roma.
Los romanos, no sólo construyeron bóvedas de cañón y cúpulas, sino rudimentarias bóvedas de arista y de crucería. Pero estas últimas debieron usarse con poca frecuencia fuera del Imperio de Oriente pues sólo se conocen las de las Termas de Caracalla y las de la Basílica de Majencio en la cual se advierte un sistema de contrarrestos interiores aplicados a la bóveda. También empezaron a aparecer en la arquitectura romana los capiteles historiados que tanto se hicieron en la Edad Media, pues de ellos se han descubierto algunos ejemplares en Pompeya y otros sitios.
Los edificios romanos, según su uso, podían ser muy sobrios o muy suntuosos. Puentes y acueductos son austeros y funcionales, mientras que templos y palacios son lujosos y monumentales, con un claro fin representativo.
Las edificaciones más nobles se revestían de piedra formando órdenes, que no reflejaban la estructura interior real. Se decoraban los muros de los edificios suntuosos con pinturas y los pavimentos con mosaicos.
La arquitectura romana adaptó los tres órdenes griegos y el llamado etrusco modificándolos y añadiéndoles otra forma de capitel que se definió por los arquitectos renacentistas con el nombre de orden compuesto. De esta suerte, se cuentan cinco órdenes, a saber:
La arquitectura romana adoptó con frecuencia la superposición de un orden arquitectónico a otro diferente en un mismo edificio, quedando el más sencillo y robusto debajo del más elegante y delicado, según es de notar en el grandioso Coliseo romano. Fueron modelos de dichos órdenes en Roma:
En las colonias romanas se usaron también los mismos órdenes pero, generalmente, con menor perfección y con más alteraciones que en el de la metrópoli. Son muy celebrados entre otros edificios:
A ellos, hay que añadir los mucho más numerosos monumentos presentes en la Península Ibérica.
Los romanos recibieron diferentes tipologías que modificaron o adaptaron a sus gustos o necesidades, desarrollando algunas gracias a nuevas técnicas. Entre estas podemos señalar la domus, el templo, el teatro y los monumentos funerarios. Además desarrollaron otras nuevas como:
Asimismo, edificaron tipologías ya conocidas pero reinterpretadas:
ESCULTURA
La escultura en la Antigua Roma, lo mismo que la arquitectura, es original en el espíritu de su finalidad, pero en ella pesan mucho las aportaciones formales etruscas y griegas (helenísticas), siendo de hecho buena parte de la producción escultórica romana copia de originales griegos.
Los materiales más utilizados en el retrato romano fueron el bronce y el mármol: Las estatuas eran apolícromas, no estaban coloreadas, salvo en un primer momento en que los ojos sí se coloreaban, práctica que se abandonó posteriormente para ser tallados.
Al comienzo, la escultura romana de retrato sólo representaba la cabeza y parte del cuello. Posteriormente, se avanza en la representación de todo el busto, incluyendo hombros y pecho.
No obstante, también se esculpieron esculturas de cuerpo entero. En estas estatuas el personaje podía estar de pie o sentado (es más frecuente el retrato sedente en mujeres que en hombres).
También parece que debió existir el retrato ecuestre del emperador, pero sólo ha llegado a nuestros tiempos uno solo. Aunque la influencia de esta representación de poder tuvo una gran influencia en la escultura de etapas posteriores donde fue muy frecuente la representación de los monarcas o de grandes señores cabalgando sobre su caballo.
La escultura romana del retrato nació para el emperador y luego se adaptó a otro tipo de personajes pudientes que pudieron costearse el trabajo de los artistas. De ahí que sea importante conocer los tipos de retratos que se hicieron a los emperadores porque luego, en menor o mayor medida se adaptaron al resto.
Se conservan muchas esculturas romanas, hechas preferentemente en mármol y en menor medida en bronce u otros materiales (marfil, etcétera), si bien parte de ella está dañada, con partes rotas. Son frecuentes el retrato y el relieve histórico narrativo, en los que los romanos fueron grandes creadores. Hay también muchas esculturas de emperadores romanos.
El relieve consistía en esculpir formas tridimensionales poco profundas sobre superficies planas. Se usaban en trabajos arquitectónicos como columnas, arcos y templos. Un ejemplo de este tipo de escultura sería el Ara Pacis (`Altar de la Paz'), construido en torno a 13-9 a. C. El Ara Pacis era un monumento a la Pax Romana (`Paz Romana'), 200 años de paz y prosperidad propiciados por el emperador Augusto.
Otro ejemplo de escultura en relieve sería la Columna de Trajano, fechada en torno a 106-133 y adornada con escenas de las batallas de Trajano en una espiral continua que gira sobre la columna, así como la Columna de Marco Aurelio, modelada a partir de la anterior.
Entendiendo como tales las que no formaban parte de una construcción, como estatuas y similares, fueron destruidas en su mayoría durante la invasión bárbara o la reconstrucción cristiana. El mármol fue quemado para obtener cal y el bronce fundido para otros propósitos (por ejemplo, munición). Un ejemplo excepcional de una pieza que se ha conservado es la estatua ecuestre de Marco Aurelio, fechada sobre 161-180. La leyenda cuenta que la imponente conducta del emperador libró a la pieza de la destrucción. Aunque realmente se libró de la destrucción a manos de los cristianos porque lo confundieron con el emperador Constantino que fue quién convirtiéndose al cristianismo, impuso esta religión como la oficial del Imperio. Las estatuas solían situarse comúnmente en los templos, los baños públicos o el foro de la ciudad (el centro social y comercial de la misma).
Los retratos esculpidos solían ser bustos de romanos famosos. Los sujetos de estas esculturas incluían varios patricios y especialmente emperadores, múltiples copias de la cuales circulaban por todo el imperio. Los retratos esculpidos romanos personificaban las virtudes cívicas y sentaron las bases para los retratos públicos europeos y americanos modernos. Un ejemplo muy conocido es el busto del emperador Constantino el Grande.
PINTURA
Los orígenes de la pintura romana se confunden con los de su escultura y de tal modo se hallan en el arte helenista que aun los ejemplares que de ella se conservan, sobre todo, los mejores, se atribuyen hoy a mano griega si bien la escuela llegara por fin a romanizarse. Los romanos admiraban la pintura griega tanto como la escultura, y animaban a los artistas que trabajaban para ellos a hacer copias de obras griegas especialmente famosas o populares. Los romanos tendían más que los griegos a decorar sus paredes con pinturas murales, y aunque siguen la tradición griega, muestran en sus pinturas un gran colorido y movimiento. Las pinturas, con figuras individuales, grupos o paneles enteros, se reproducían, se adaptaban, estropeaban o embellecían según el talento de los artistas y las exigencias del cliente.
Se han distinguido varios estilos pictóricos bien diferenciados, y aunque se suceden cronológicamente, a veces pueden coexistir.
Tiene origen helenístico y corresponde al siglo II a. C., extendiéndose hasta principios del siglo I a. C. Destaca por su decoración de paredes revestidas de mármol, donde la pared se divide normalmente en tres bandas horizontales. La inferior juega el papel de zócalo, la zona media se descompone a su vez en diversas capas de mármol, y la superior consta de un friso corrido generalmente blanco que completa la representación. Los mejores ejemplos de este tipo de pintura se encuentran en la Casa del Fauno de Pompeya.
Corresponde al siglo I a. C., perviviendo hasta los comienzos del Imperio. Muestra un deseo de abrir los muros a una cierta idea de la perspectiva con el propósito de ofrecer una sensación de profundidad. Para lograr esto incluye las denominadas arquitecturas pintadas sobre entablamentos, columnas, ventanas o nichos, que conducen a un paisaje imaginario. Los mejores ejemplos son la casa de Augusto y la de Livia.
Coincide con la primera mitad del siglo I. En esta fase desaparecen los efectos espaciales arquitectónicos, y la decoración sigue enmarcando cuadros con figuras o paisajes, como los de la villa aparecida bajo la Farnesina en Roma. Hay una menor preocupación por dar profundidad a las escenas, aumentando por el contrario los elementos de carácter decorativo, como ocurre por ejemplo en la casa de Lucrecia. Por no pretender fingir el espacio tridimensional, a este estilo también se le ha llamado de la pared real".
Corresponde a la segunda mitad del siglo I a. C., siendo una especie de síntesis de las tendencias anteriores, dominadas por una escenografía fantástica donde se combinan los motivos imaginarios y las perspectivas arquitectónicas, dentro de lo que podíamos llamar barroquismo conceptual, donde se acentúan los espacios y fingimientos ópticos. A estas pinturas se les da relieve por medio de estucos. Dentro de este período se sitúa la casa de los Vetti, donde se aprecian algunos rasgos del mundo egipcio, y en la que destacan sus pinturas por las delicadas escenas con figuras de amorcillos. Pero sin duda, el mejor ejemplo lo encontramos en los frescos de la Villa de los Misterios de Pompeya.
ARTES MENORES
A diferencia de la mayor parte de la arquitectura y la escultura, que alababan las hazañas del mecenas, del gobernante o del Estado, las piedras preciosas y los objetos de plata se destinaban generalmente al uso personal. Tenían carácter privado.
Debido a que las clases nobles y ricas, quisieron poseer suntuosas vajillas de plata como elemento de distinción, se realizaron gran cantidad de vasijas, copas y platos en este material. Su decoración suele estar relacionada con las cultas conversaciones que poseían sus propietarios durante la cena, aunque también encontramos el interés por la ornamentación vegetal, como guirnaldas y hojas de acanto.
Sin embargo, el material más utilizado para la vajilla y los elementos utilitarios fue el bronce.
Las gemas se obtenían de una amplia variedad de piedras: la sarda, la cornalina, el ónice, la amatista, el granate o el zafiro. Algunas de ellas se importaban de regiones lejanas como la India.
Gran cantidad de gemas se tallaron para los anillos de sello. Los romanos concedían al sello gran importancia, podía ser visto como atributo personal, como insignia o distintivo social de las órdenes de los caballeros y senadores y como signo de autoridad.
Los ornamentos personales se caracterizan por el esplendor de las joyas, que se lucían en grandes cantidades en collares, brazaletes, broches y cinturones con hermosas hebillas. El trabajo en hueso y marfil estuvo muy extendido durante toda la época romana. Entre las obras de marfil más significativas está el cofre del Museo Cívico de Brescia, conocido con el nombre de la Lipsanotheca de Brescia y que está decorado con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
Casi toda la cerámica romana esté hecha a torno, aunque algunas piezas, se hacían colocando arcilla en moldes. En su mayor parte, la cerámica romana tuvo carácter utilitario, y se prestó poca atención a la decoración que no estuviera relacionada con la función de la vasija.
Pero existieron una serie de piezas caras y bien ejecutadas, para la exhibición o para el servicio de mesa, a menudo muy decoradas, que se pueden comparar sus equivalentes de metal o de vidrio.
Los estilos decorativos fueron muy variados, desde el naturalismo hasta las curvilíneas abstracciones.
El vidrio también ocupó un papel destacado, y poco a poco fue desplazando a alfarería, sobre todo en copas y vasos.
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