Arte


Arte románico


ARTE

ROMÁNICO

1. INTRODUCCIÓN

Hacia el año 1000, se produce en Europa occidental una recuperación demográfica, económica y cultural. Los siglos anteriores estuvieron marcados por la expansión del Islam, las guerras, las invasiones de los normandos, sarracanos y magiares y por el fantasma del hambre. En esta época comienza la consolidación del nuevo sistema feudal caracterizado por la división de la población en estamentos: nobleza, clero y tercer estado. El dinamismo de este mundo en expansión se manifiesta en vastas empresas político-económicas como el avance de la conquista de los territorios musulmanes en la península ibérica por los cristianos, la proclamación de las cruzadas, etc.

Hacia el siglo XI surge un estilo sabio y uniforme, denominado románico, recibe este nombre debido a las lenguas provenientes del latín que se conocen como romances. La palabra encierra dos conceptos: la semejanza entre el proceso de formación de las lenguas romances y el de las artes figurativas, realizadas en los mismos países y en el mismo tiempo, uniendo cuanto quedaba de la gran tradición romana con las técnicas y tendencias bárbaras. El románico tiene sus orígenes en el Cisma de Oriente producido en 1054, cuando se establece una separación entre la iglesia ortodoxa y la católica propiamente dicha. El románico surge en el siglo XI a partir de la abadía de Cluny como arte de la cristiandad europea reunida en torno al Papa de Roma. Se difunde por las peregrinaciones y perdurará hasta bien entrado el siglo XII, aunque en algunas zonas permanecerá hasta el siglo XIII. Es un arte didáctico que pretende la educación religiosa del pueblo.

2. LA ARQUITECTURA: EL MONASTERIO Y LA IGLESIA DE PEREGRINACIÓN

La arquitectura fue la expresión artística más típica del románico, es el arte por excelencia, a la que se subordinan todas las demás.

Basado en construcciones que utilizan la bóveda de medio cañón, el arco de medio punto y los sillares de piedra tallados y de grandes dimensiones, el románico sentó las bases para el gótico.

El románico se fue gestando en Europa con unos caracteres comunes, pero también con una gran variedad, porque según las regiones incorporó las tradiciones locales, así como las voluntades de los artistas que construían los edificios, así podemos encontrar diferencias notables entre los diferentes países europeos:

En Francia se dan todas las tipologías y presenta el tipo clásico. Las fachadas de la escuela de Provenza son las más antiguas. Su aspecto exterior es austero: San Trophime de Arlés. En la escuela de Langueloc aparecen las primeras iglesias de peregrinación: San Sernin de Toulouse. El tipo clásico de románico, la escuela de Auvernia: Notre-Dame la Grande en Poitiers. En la escuela de Aquitania y el Perigord aparecen las cúpulas: Catedral de Angulema. La escuela de Borgoña posee el modelo típico románico: Abadía de Cluny. La escuela del Dominio Real: San Denis. Y la escuela de Normandía: San Etienne de Caen.

     En Italia hay una profunda influencia bizantina y de la arquitectura clásica. Se dan las escuelas de: Piamonte, Toscana y Lombardía con construcciones de ladrillo y un sistema triple de edificios, de: iglesia, baptisterio y campanario: San Ambrosio de Milán, y las catedrales de Parma, Pisa y Módena.

     En Alemania los edificios son muy grandes, altos y desarrollados en longitud, construidos en ladrillo: Santa María de Laach en Colonia y la capilla palatina de Aquisgrán.

     En Inglaterra se siente la influencia normanda, hasta el punto de conocerse como estilo anglonormando: Catedral de Winchester y la cripta de la catedral de Canterbury.

En España se hacen diferencias entre sus regiones. Cataluña es la primera región española en la que aparece el románico. Los soportes son pilares o columnas sin capitel. En las cubiertas predomina la bóveda de cañón y arista: catedrales de Solsona y Urgell.

     En Navarra y Aragón se nota más la influencia de Cluny: San Salvador de Leyre, San Millán de la Cogolla. Son iglesias rurales de una sola nave.

     El del Camino de Santiago es el más importante. Aparece la alternancia de pilares y columnas, el taqueado jaqués y la cúpula en el crucero. Aquí encontramos las típicas iglesias de peregrinación: catedral de Jaca, San Martín de Frómista, San Isidoro de León y la catedral de Santiago. Más adelante analizaremos este arte de un modo más profundo.

Todas estas características se resumen en una serie de rasgos comunes que las unifican en toda Europa occidental, como por ejemplo el ahínco de los constructores por conseguir edificios de piedra duraderos esto llevó a conceder prioridad a las bóvedas de medio cañón, que para soportar mejor el peso se hallan cercadas por los llamados arcos fajones, los cuales descansan en contrafuertes exteriores o interiores. Así proliferó el uso de estas construcciones. Pero no sólo destaca dicha bóveda, sino también una serie de elementos: el arco de medio punto, la bóveda de arista (formada por el cruce de dos bóvedas de cañón), cúpulas semiesféricas apoyadas en trompas o pechinas y pilares cilíndricos o cruciformes y un último elemento importante, la portada, la cual analizaremos más adelante.

El arte románico se emplea en diversas construcciones como castillos o palacios, pero destaca sobre todo en monasterios e iglesias.

2.1. EL MONASTERIO

El monasterio medieval es un conjunto de edificios en el que vive, ora y trabaja una comunidad de monjes. Los monasterios no fueron sólo centros religiosos sino también culturales, políticos, económicos y artísticos y pueden considerarse pequeñas ciudades de economía autosuficiente y con una organización rigurosa.

La reforma de los benedictinos, que tiene su origen en el ya citado monasterio de Cluny favorece poderosamente a la unificación de su vida. Su regla termina imponiéndose a un millar de abadías diseminadas por todo Occidente, que considera dependencias suyas. Fue San Benito de Nursia en el siglo VI, quien dictó toda una serie de normas para la comunidad monástica que fueron muy extendidas entre los monasterios. Característica del monasterio benedictino era una norma en la que el horario y todos los aspectos de la vida del monje estaban rígidamente estabecidos, de manera que este no sólo se dedicaba a la oración, sino que también se ocupaba de labores o cuestiones intelectuales como por ejemplo la agricultura o la copia de libros (los llamados códices).

Las normas que regían la vida de los monjes condicionaban la existencia de una serie de dependencias y su organización espacial. Así, la planta del monasterio venía dictada por esa visión jerárquica y religiosa: dominando las demás construcciones estaba la iglesia, construida con los materiales más ricos, mientras que en los edificios adyacentes se seguía empleando con frecuencia la madera. Junto a la iglesia había un claustro, espacio abierto ajardinado, rodeado por una galería cubierta y que servía como lugar de procesiones y como centro distribuidor de las distintas dependencias del monasterio. Entre estas destacaba la sala capitular, generalmente cuadrada y con bancos que recorren la pared, donde se reunían los miembros de la comunidad y el prior. El comedor es otra estancia importante, era una gran sala rectangular, en la que a veces se encontraba un púlpito elevado en el que se situaba un monje que leía en voz alta textos religiosos mientras el resto de la comunidad comía. Además, el monasterio contaba con dormitorios, el “scriptorium”, donde los monjes estudiaban y copiaban los libros antiguos, las cocinas y almacenes, el hospital, la hospedería de peregrinos, los establos, las letrinas, etc.

2.2. LA IGLESIA DE PEREGRINACIÓN

Los templos románicos fueron los edificios en los que se centraron todos los esfuerzos constructivos, ya que la arquitectura románica, como toda la cristiana medieval, es, sobre todo, de carácter religioso. Este tipo de templo se aleja del puramente basilical, tiene una estructura abovedada y es uniforme. Estos templos además de servir como lugar de reunión de los fieles, serán lugar de celebración de toda una serie de ritos litúrgicos, tales como bodas, bautizos, funerales, etc. Hay varios aspectos en estos templos que los hacen diferentes a los demás: la innovación principal fue sus grandes dimensiones, destinadas a acoger a peregrinos y la existencia de grandes capillas y ábsides. Estas iglesias poseen una planta de cruz latina, representando la cruz donde fue crucificado Jesucristo. Por esto es por lo que estas iglesias poseen un número comprendido entre 3 y 5 de naves tanto transversales como longitudinales, que se cruzan en un punto llamado crucero. Otro aspecto importante son los nuevos elementos sustentantes, ya que por primera vez se utilizan los pilares con columnas adosadas. Además de estos pilares, se emplean muros de sillares de piedra con contrafuertes adosados para contrarrestar el empuje lateral. En lo referido a la cubierta de las naves, esta era diferente según la ubicación de la nave. De este modo, las naves centrales se cubrían con bóvedas de medio cañón; mientras que las laterales lo hacían con bóvedas de arista, que se construían sobre una base cuadrangular y se formaba por la penetración de dos bóvedas de cañón en ángulo recto. Otro aspecto destacable es el del paso de la nave central a las laterales, que se hace a través de arcos de medio punto apoyados sobre pilares.

Fueron características del románico las fachadas flanqueadas por torres. También predominan las portadas tripartitas, lo que permite anticipar como serán los interiores: así la portada principal más grande que las laterales, evoca la mayor amplitud de la nave central.

Las catedrales románicas europeas más importantes son la catedral de Pisa en Italia y Spira-Speier y Worms en Alemania. En España sólo podemos contemplar muestras de iglesias románicas en la zona norte peninsular, ya que el sur seguía ocupado por los musulmanes. Las tres grandes catedrales románicas en España son las de Santiago de Compostela, la Seu d'Urgell y por último, la de Jaca.

3. LA ESCULTURA: PORTADA ROMÁNICA

El arte románico hace posible el renacimiento de la escultura en piedra formando parte de los edificios y quedando supeditada a ellos. La escultura romana había quedado empobrecida en los últimos tiempos del Imperio y termina por desaparecer con las invasiones bárbaras. La actividad escultórica a partir de este momento se va a ver limitada a la orfebrería y pequeños trabajos en marfil. La importancia de la escultura románica en el edificio se hace posible gracias a la incorporación de escultores en las cuadrillas ambulantes de canteros que irán incorporando la decoración esculpida a la propia arquitectura en capiteles, frisos, cimacios, molduras, arcos, tímpanos, etc. Esta estrecha colaboración entre escultores y arquitectos hace posible que en el siglo XII se desarrolle la escultura monumental, que no puede concebirse fuera de su soporte vital, la arquitectura y más específicamente en las iglesias, donde se desarrollan la mayor parte de los programas decorativos.

La particularidad de estar supeditada al soporte arquitectónico hace que esta escultura adquiera dentro de él sus formas precisas, ajustándose las figuras a la estructura del capitel, alargándose en las jambas o empequeñeciéndose en las dovelas de un arco. Esta supeditación y el carácter instructivo de la decoración hace que exista una despreocupación por la belleza formal, las figuras son planas, rígidas y los gestos hieráticos. Con frecuencia se tiende a la geometrización: ojos almendrados, dedos tubulares y pliegues que parecen rayas trazadas a escuadra. Era necesario entender con un golpe de vista que era lo representado que a su vez tenía que adaptarse perfectamente al marco arquitectónico elegido. La simplificación en los métodos de representación, apartándose del mundo de las cosas visibles, permitió expresar el mundo sobrenatural mediante un simbolismo muy sutil.

En la iconografía la escultura al igual que la pintura se inspira en fuentes muy diversas, tanto religiosas como profanas, recogiendo motivos tanto de la antigüedad clásica como de los modelos prerrománicos. Los temas y motivos más representados fueron los que narraban historias del Antiguo Testamento, los Evangelios, el Apocalipsis, o las luchas simbólicas entre hombres y animales, asimismo representaciones del bestiario heredado de la antigüedad clásica y el mundo oriental y simplemente motivos vegetales y geométricos. Esta iconografía tenía como una de sus más importantes finalidades la de instruir a los fieles, uniendo las funciones narrativas con las pedagógicas y de transmisión de la cultura.

Para expresar sus mensajes, los hombres del románico se valieron de multitud de recursos plásticos, tanto pictóricos como escultóricos, aplicados a los edificios o a las obras que estos atesoraban. No obstante, la gran creación del estilo fue la creación de una portada monumental “parlante”. Las portadas se encuentran en las fachadas de las iglesias románicas, que es donde se hallan los relieves principales. Se componen de un tímpano o parte semicircular que se encuentra sobre la puerta; de un dintel, franja situada bajo el semicírculo del tímpano; el parteluz o columna, que divide la puerta en dos partes; las arquivoltas, que bordean la parte superior del tímpano. También pueden aparecer esculturas de tamaño considerable en las jambas de las puertas y, en menor escala, en capiteles y cimacios, o en los canecillos, piezas que soportan los aleros del edificio o pórtico. Uno de los temas preferido para la decoración es la visión apocalíptica del Todopoderoso (Pantocrátor) rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas (el águila de San Juan, el león de San Marcos, el toro de San Lucas y el ángel de San Mateo) y contemplado por los veinticuatro ancianos. También se representa con frecuencia el Juicio Final. En todas esas composiciones aparece el Todopoderoso dentro de una aureola ovalada, conocida con el nombre de almendra mística, que representa el resplandor del que habla el texto apocalíptico. A los temas puramente apocalípticos se agregan a veces otros procedentes de los textos de los profetas Ezequiel e Isaías.

Cabe destacar uno de los mejores pórticos románicos, el Pórtico de la Gloria en la fachada de la Catedral de Santiago de Compostela, considerado como una de las mejores obras maestras de la iconografía románica. Es una portada triple, símbolo de la trinidad.

4. LA PINTURA MURAL

Las pinturas murales románicas también trataban de hacer alusión o relatar pasajes de las Sagradas Escrituras. Pero son pocas las muestras que de ellas encontramos, pues no era un estilo artístico muy cultivado. Si que se utilizaban en tablas o tapices para decorar los altares, o también en los famosos códices o libros copiados. Eran un refuerzo de lo que aparecía en las portadas. El estilo era comparable al de la escultura: personajes planos, pliegues rígidos, riqueza policroma y carácter expresivo y solemne.

La pintura románica en general tiene dos características principales: la primera es la técnica empleada por los pintores románicos, esta era el fresco, que resultaba idónea en el románico, ya que sus muros solían tener un número muy reducido de vanos. Para la pintura al fresco se cubrían las paredes de una capa de enlucido más o menos grueso y, cuando este estaba aún húmedo, se reproducían con colores las figuras, de tal manera que, al secar el enlucido, las pinturas que habían penetrado en él formaban con el soporte un todo unitario. Esta técnica requería gran destreza y rapidez, pues una vez seco el soporte, no se podía seguir pintando y había que picar lo que quedaba y empezar de nuevo. Respetando la jerarquía que impera en todo el arte románico, el ábside se reserva para el tema principal y por los muros de la iglesia se distribuyen las demás escenas. La otra característica de esta pintura es la falta de perspectiva que posee.

Cataluña hizo una de las más extraordinarias aportaciones al románico europeo. Sus pinturas suelen ser lineales, con figuras nítidamente recortadas sobre el fondo, presentados de frente, con ojos grandes y mirada de gran fijeza. Destacan murales como los de San Clemente y Santa María de Tahúll y San Quirce de Pedret.

5. EL ARTE ROMÁNICO EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Debido a la seguridad que se alcanza en algunas regiones europeas a principios del siglo XI, se generaliza la costumbre de las peregrinaciones a las ciudades santas de Roma y Santiago de Compostela. Estas peregrinaciones contribuyen a la internacionalización del arte románico. En torno a las rutas de los peregrinos y en sus puntos estratégicos se levantan algunos de los principales templos monasterios románicos. En España contamos con el ejemplo que nos otorgan las construcciones que se escalonan alrededor del Camino de Santiago, desde el Pirineo hasta la tumba del apóstol.

El templo más importante de este Camino se encuentra edificado sobre el sepulcro del santo. La catedral de Santiago de Compostela inicia su construcción el año 1075 bajo los auspicios del obispo Diego Peláez y recoge en su construcción la distribución de algunas iglesias francesas como Saint-Martin de Tours, Sainte-Foy de Conques o Saint-Sernin de Toulouse. Se compone de una planta de cruz latina con nártex de tres naves, un amplio transepto también de tres naves, cabecera con girola y cinco capillas absidiales, torres en su fachada occidental y tribuna en el interior. Su nave central está cubierta con bóveda de cañón, las naves laterales con bóvedas de arista y las tribunas con bóvedas de cuarto de cañón.

No obstante, a lo largo del camino también se construyeron otros edificios importantes. En las áreas catalana-aragonesa y navarra destacan: la catedral de Jaca, con sus naves divididas por columnas y pilares cruciformes dispuestos alternamente, el conjunto fortificado de Loarre con sus murallas y su cripta, y, finalmente, la iglesia de Leyre, con su cripta configurada por pilares que soportan unos macizos capiteles y arcos de medio punto peraltados.

En la zona castellano-leonesa la peregrinación jacobea determinó la construcción de toda una serie de iglesias en la ruta hacia las reliquias del apóstol. En la colegiata de San Isidoro de León, de planta basilical con tres naves, tres ábsides semicirculares y bóvedas de cañón y de arista, a cuyo pie se sitúa el panteón de los Reyes de Castilla, destacan los arcos lobulados de influencia árabe que aparecen en el crucero. San Martín de Bromista es una de las iglesias románicas mejor conservadas, con planta basilical de tres naves separadas por pilares cruciformes, tres ábsides semicirculares, un cimborrio de tambor octogonal sobre trompas cubierto con una cúpula y torres circulares en su fachada occidental. Otros conjuntos importantes son los monasterios de Silos y de San Pedro de Arlanza, ambos en la provincia de Burgos.




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Enviado por:Bullok
Idioma: castellano
País: España

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