Arte
Arte en la filosofía
INDICE
I. EL ARTE
BELLEZA, ESTETICA Y EXPERIENCIA ESTÉTICA
BELLEZA: La belleza ya no es lo que era
ESTÉTICA
EXPERIENCIA ESTÉTICA: Actitudes ante los objetos
BELLAS ARTES Y ARTES DECORATIVAS
BELLAS ARTES:
Enumeración y descripción
Carrera Universitaria de Bellas Artes
Círculo de Bellas Artes
ARTES DECORATIVAS
ARTE Y CIENCIA
V. REFLEXIONES SOBRE LA IMITACIÓN EN PLATÓN Y ARISTÓTELES
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I. EL ARTE
Se le llama arte a las creaciones mediante las cuales el ser humano expresa una
visión sensible en torno al mundo que lo rodea, sea éste real o imaginario. El arte
usualmente, expresa ideas o emociones a través de recursos plásticos, lingüísticos o
sonoros.
El arte expresa percepciones y sensaciones que experimentan los seres humanos
e inexplicables de otro modo. Se considera que en sus orígenes, el arte tuvo una función
ritual, mágico-religiosa, función que ha cambiado con el tiempo.
La noción de “arte” está sujeta a profundas polémicas, ya que su significado
varía según la época, cultura o movimiento.
Según Arnold Hauser “las obras de arte son provocaciones con las cuales
polemizamos, las interpretamos de acuerdo con nuestras propias finalidades y
aspiraciones, les trasladamos un sentido cuyo origen está en nuestras formas de vida y
hábitos mentales”.
Hoy en día, el arte ha establecido unos conjuntos de relaciones que permiten
englobar dentro de una sola interacción la obra de arte, el artista o creador y el público
receptor o destinatario. Hegel, en su Estética, intentó definir la trascendencia de esta
relación diciendo que: “la belleza artística es más elevada que la belleza de la
naturaleza, ya que cambia las formas ilusorias de este mundo imperfecto, donde la verdad se esconde tras las falsas apariencias para alcanzar una verdad más elevada creada por el espíritu”.
“Buscar la verdad detrás de las apariencias” ¿puede haber una finalidad más elevada y atractiva? El arte se transforma así en la prolongación de la acción, ya que no trata de imitar o reproducir, sino que traduce una realidad metasensible para poner lo espiritual en la experiencia cotidiana.
El arte es también un juego con las apariencias sensibles, los colores, las formas, los volúmenes, los sonidos, … Es un juego gratuito donde se crea de la nada o de poco más que la nada una apariencia que no pretende otra cosa que engañarnos. Es un juego placentero que satisface nuestras necesidades eternas de simetría, de ritmo o de sorpresa. La sorpresa que para Baudelaire, es el origen de la poesía. Así, según Kant, el placer estético deriva menos de la intensidad y diversidad de las sensaciones que de la
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manera, en apariencia espontánea, por la cual ellas manifiestan una profunda unidad, sensible en su reflejo, pero no conceptualizable.
II. BELLEZA, ESTÉTICA Y EXPERIENCIA ESTÉTICA
BELLEZA
“La belleza ya no es lo que era”
El gesto vanguardista de Marcel Duchamp, al exponer un mingitorio como obra de arte asestó un golpe mortal al anhelo de belleza que la humanidad creía implícito en toda expresión artística. Desacreditada, ridiculizada como ideal burgués o decadente, la belleza se tomó venganza invadiéndolo todo: la moda, la publicidad, el diseño y cada rincón de la vida cotidiana. Como dice Umberto Eco en su reciente "Historia de la belleza", nuestra época se rindió "a la orgía de la tolerancia, al imparable politeísmo de la belleza". ¿Es posible aún hallar un criterio sobre qué es lo bello y lo feo en el arte?
Una historia de la belleza se puede transformar con mucha facilidad en una historia del mundo, sin que ello implique, por supuesto, que ni ese mundo ni esa historia hayan sido especialmente bellos. Más bien significa que a lo largo de épocas, y de muy distinta manera en cada una, la belleza ha sido un propósito persistente y un anhelo profundo. Desde la decoración del hogar, del palacio o del templo hasta el encuentro amoroso entre las personas pasando por el éxtasis ante las maravillas de la naturaleza estuvieron gobernados por un deseo de belleza. Sin olvidar por cierto lo que hoy llamaríamos formas estéticas, las cuales contribuyeron a definir la identidad de cada momento del pasado humano.
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Pero en la actualidad la idea de belleza parece haber perdido el venerable, indiscutido arraigo del que gozó durante la mayor parte de la historia. Las vanguardias artísticas del siglo XX pusieron en crisis su vigencia, su carácter homogéneo y reconocible, incluso dejaron de aspirar a ella. La marginaron y la ridiculizaron. Pocas nociones se hallan tan asociadas a nuestra idea convencional del arte como la de belleza; pocas, sin embargo, se encuentran tan a menudo alejadas de nuestra experiencia habitual del arte contemporáneo. ¿Cómo se llegó a este agudo contraste?
Umberto Eco no profundiza en este interrogante central para nuestro tiempo, aunque lo registra. Su historia de la belleza, plasmada en un ?bello? libro suntuosamente ilustrado, es un reflejo de su proverbial capacidad docente: clara, amena, sistemática. Pero el viejo ímpetu intelectual que distinguía al autor de Obra abierta o Diario Mínimo derivó con los años en solvencia profesional y eficacia comunicativa. Nada que reprochar; pero hay algo para echar de menos en esta metamorfosis: la ausencia de un espírtu más inquisitivo que enriquezca el sólido relato de este libro destinado sin duda a complementar la clásica y popular Historia del arte de Gombrich.
Desde los griegos, y durante más de dos milenios, la belleza fue la característica principal de la obra de arte o de lo que se entendiera por tal. Si en Platón el concepto no tenía, primariamente al menos, una carga estética, en la Poética aristotélica ya encontramos una definición apropiada de belleza artística: orden y magnitud eran los requisitos esenciales que debía cumplimentar una obra lograda. En su Metafísica, Aristóteles añadió otro término, el de armonía. Ese legado griego, de ninguna manera originado en Aristóteles, pero potenciado por él, sería una fórmula perdurable en el pensamiento occidental.
Todavía Tomás de Aquino, a cuyo pensamiento estético Eco dedicó en 1956 su primer libro (nunca traducido), define a la belleza en términos similares. Sólo en el siglo XVIII la estética burguesa iniciaría una revisión. Pero ella no estuvo dirigida a discutir los términos de la definición, sino que más bien intentó hallar un lugar para las nuevas pretensiones del sujeto. El arte bello, afirmaría Kant hacia el final de ese siglo, era aquel cuya forma generaba un sentimiento de placer en el observador. No eran por tanto las propiedades objetivas de la obra cuanto sus efectos sobre la sensibilidad individual ?sobre el gusto? lo que caracterizaba a la belleza. Por otra parte, ella no estaba restringida, para Kant, a las obras de arte. También la naturaleza generaba un placer estético análogo.
Hasta el siglo XVIII, entonces, la historia de la belleza presenta muchas ramificaciones si la consideráramos en detalle, tal como hace Eco, pero apenas alguna fase realmente revolucionaria respecto de los parámetros fijados por la antigüedad. Claro que la belleza se adaptó a la poderosa presencia del pensamiento cristiano durante la Edad Media (un avatar complejo que Eco condensó en su Arte y belleza en la estética medieval) por no hablar de las evoluciones a todo nivel del Renacimiento. Pero un cierto trasfondo entre platónico y matemático (la noción de proporción asociada al número, por ejemplo) siguió definiendo a la belleza.
En su último libro, Arthur Danto, una de las principales figuras de la estética actual, intentó indagar la crisis del concepto (y del completo cambio en la vivencia) de la belleza en el arte contemporáneo. El verdadero terremoto, sostiene, tuvo lugar ya al comienzo del siglo XX, con el emblemático mingitorio de Duchamp y las vanguardias plásticas y literarias que allanaron el camino para la introducción de obras difícilmente aceptables siquiera como arte (es decir, sin considerar su valor estético, bueno o malo, sino su mero estatuto) en los 25 siglos que nos preceden. A la muerte del arte anunciada oscuramente por Hegel se sumaba ahora la desintegración de uno de sus componentes básicos: la belleza. La modernidad puede verse, por cierto, como un angustiante funeral colectivo. Todas las grandes y antiguas palabras empezaron a perder su sentido y a prepararse para una larga, interminable agonía. En esta época, de acuerdo con la broma corriente que Eco repite en otro de sus encantadores ensayos, Dios ha muerto, el arte dejó de existir, la historia ha llegado a su fin, y yo mismo no me siento del todo bien.
Es en ese contexto que los trastornos de la belleza confluyen con la crisis de la cultura contemporánea constituyendo uno de sus capítulos más curiosos. Aprovechada, y redefinida, por el diseño industrial o el reclamo comercial, ¿qué relación sigue manteniendo la belleza con el arte? Eco no ignora desde luego la crisis de la belleza ni las provocaciones de los artistas o los escritores. Con vigor y capacidad de síntesis da cuenta tanto de la confusión entre lo culto y lo popular que los medios masivos de comunicación trajeron aparejada como de la dificultad para identificar un ideal específico de belleza en una era como la nuestra que, según las palabras finales de su obra, se halla rendida "a la orgía de la tolerancia, al sincretismo total, al absoluto e imparable politeísmo de la belleza".
Con todo, Eco no explora a fondo las causas de dicha situación en relación con el arte, y éste no es un asunto marginal. Aunque al comienzo de su relato aclare que una historia de la belleza no debe confundirse con una historia del arte, no puede prescindir de la tradición visual (apenas se habla aquí del otro sentido jerarquizado desde los griegos: el del oído) o literaria. La plástica de Occidente (acaso en fallido desafío a la dictadura de la corrección política, Eco olvida siquiera señalar que su panorama no considera en absoluto a Oriente) aporta la enorme mayoría de las imágenes de su libro, secundada a distancia por piezas arqueológicas, retratos de actores, de edificios o de máquinas. Una selección de citas filosóficas y extractos literarios completan el aporte de fuentes ilustrativas del volumen, escrito por partes iguales con Girolamo de Michele.
La belleza del cuerpo humano resulta por supuesto crucial para una aproximación no específicamente artística (aunque todos los ejemplos previos al final del siglo XIX sean para nosotros artísticos), en especial si recordamos que la hermosura femenina es uno de los temas más remotos y constantes en la tradición occidental desde Homero. Eco consagra abundante espacio a este tópico e incluye un abanico de imágenes que abarca desde estatuas antiquísimas que representan mujeres fellinescas (la por muchos motivos vertiginosa pieza denominada "Venus de Willendorf" data del siglo 30 antes de Cristo) hasta las más recientes y raquíticas chicas de calendario sin olvidar el esquizoide modelo de mujer típico del cine: la femme fatale y la vecina de al lado.
No es sólo que cada época tenga su ideal de belleza, sino que, al mismo tiempo, en cada una conviven muchas tendencias divergentes, incluso sin llegar a los extremos de profusión que distingue a la nuestra, en la que el propio ideal se halla asimismo cuestionado. La empresa en la que se embarcó Eco parecía por eso imposible puesto que debía conjugar un relato en sí mismo complejo y vinculado, además, a problemas mayores como los del bien y la verdad, siempre mezclados con lo bello por la filosofía y la religión. Sin embargo, logró sortear el abismo con sobrios movimientos. Su libro reserva un lugar para la inspiración pitagórica y para los oscuros impulsos hacia lo feo teorizados en el siglo XIX, para el resplandor divino que el catolicismo vio en las imágenes y para la fascinación romántica ante la muerte, la crueldad o el dolor. La armonía de la figura humana y su deformidad, la alegría y la melancolía, la rivalidad entre la jardinería barroca y la neoclásica, un mármol romano y una estación de subte parisina conviven en sus páginas. En esta parafernalia Eco consiguió imprimir un orden elegante y erudito. Que su repaso histórico no haya logrado iluminar direcciones decisivas para el presente cabe atribuirlo al hecho de que la belleza del mundo nunca parece suficiente. Y esto es casi lo único cierto que se puede decir sobre ella a través de los siglos.
ESTÉTICA
La estética es la disciplina filosófica que se ocupa de reflexionar sobre la belleza y el arte.
La estética no intenta el estudio de algún arte en particular, es decir, de alguna manifestación artística, época o lugar determinado, sino que su fin consiste en el estudio del arte en general. En cada época o área cultural se generan variadas manifestaciones artísticas. Incluso en un mismo artista existen diferencias entre la producción de su juventud y la producción de su edad madura. La estética se propone encontrar, a través de las distintas manifestaciones artísticas, sus principios más destacables.
La estética no tiene un carácter normativo, no pretende dar normas que guíen al artista en la producción de su arte. Tampoco es empírica, porque se trata de una reflexión teórica y crítica sobre los fenómenos artísticos. Nos encontramos ante una ciencia filosófica.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
La experiencia estética es un estado emocional derivado de la contemplación desinteresada de ciertos objetos sensibles creados por los seres humanos. Cuando la experiencia resulta placentera hablamos de que el objeto es bello y en caso contrario de que es feo. Es más, cuando nos sentimos desbordados, asombrados o impresionados decimos que el objeto es sublime.
Actitudes ante los objetos:
Científica
Análisis y descripción de las características objetivas. Por ejemplo: antigüedad, estilo… de una obra de arte.
Técnica
Análisis del uso y productividad de un objeto artístico. Por ejemplo: un vaso de cerámica para colocar flores.
Moral
Análisis de fines altruistas o beneficios de la obra de arte. Por ejemplo: una puja para atender necesidades básicas de un sector social pobre.
Estética
Contemplación de un objeto artístico admirando su belleza.
III. BELLAS ARTES Y ARTES DECORATIVAS
BELLAS ARTES
El Diccionario de la Real Academia Española las define como todas aquellas artes que tienen como objeto expresar la belleza. La primera referencia conocida al término Bellas Artes se relaciona con Charles Batteaux (1474).
En la antigua Grecia era frecuente la división de las artes en superiores y menores. Por definición, las superiores son todas aquellas que se podían apreciar con los sentidos “superiores” ( visión y audición), pues se consideraba que no era necesario un contacto táctil para apreciar la belleza.
Básicamente las Bellas Artes eran seis:
- Arquitectura: Ya Vitrubio en “De Arquitectura” (siglo I a.C.) señalaba como características de esta disciplina:
-La firmitas, o seguridad a nivel técnico y constructivo
-La utilitas, o función a que se destina
-La venustas, o belleza que posee.
La casa de la cascada
En el S. XIX Eugène Viollet-le Duc consideraba que la arquitectura o arte de edificar constaba de dos partes igualmente importantes: la teoría y la práctica. Mientras la teoría abarcaba el arte, las reglas heredadas de la tradición y la ciencia que podía ser demostrada por fórmulas invariables; la práctica era la perfecta adecuación de la teoría a los materiales, al clima y a las necesidades que se pretendían cubrir en cada caso.
John Ruskin, el autor de “Las siete lámparas de la arquitectura” (1849), la definía como el arte de componer y decorar edificios cuya contemplación debía contribuir a la salud, a la fuerza y al placer del espíritu humano.
- Escultura: En esa esfera de la expresión humana que denominanos creación artística, la actividad específica de la escultura es el proceso de representación de una figura en tres dimensiones. El objeto escultórico es por tanto sólido, tridimensional y ocupa un espacio.
El procedimiento para generar dicho objeto nos remite a las variedades técnicas de la escultura. Según los tratadistas italianos del Renacimiento (Leonardo, Miguel Ángel), un escultor es aquel que quita materia de un bloque hasta obtener una figura. Por consiguiente, esculpir o tallar es “quitar”, y es escultor quien sabe quitar lo que sobra de un bloque de material sólido, que contiene un objeto escultórico en
potencia. Aquí radica la diferencia fundamental entre escultura y pintura, ya que ésta consiste en “añadir”.
LAOCONTE
- Pintura: “La pintura es, en primer lugar, una afirmación de lo visible que nos rodea y que está continuamente apareciendo y desapareciendo. Posiblemente, sin la desaparición no existiría el impulso de pintar, pues entonces lo visible poseería la seguridad (la permanencia) que la pintura lucha por encontrar. La pintura es, más directamente que cualquier otro arte, una afirmación de lo existente, del mundo físico al que ha sido lanzada la humanidad” (Berger).
La pintura es una interpretación de la realidad basada en símbolos representativos, elaborada con una técnica determinada sobre una superficie bidimensional.
LA JOVEN DE LA PERLA
- Música: Es el arte de organizar sensible y lógicamente una continuación coherente de sonidos y silencios, utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos.
-Declamación: Incluye a todas las formas de literatura. Es el arte que utiliza a la palabra como medio para lograr una combinación de estas que provoquen la movilización de sentimientos, induciendo por lo general placer cuando son leídas o escuchadas.
-Danza : La más antigua de todas las artes, recoge los elementos plásticos de los movimientos utilitarios de los seres humanos y los combinan en una composición coherente y dinámica animada por el espíritu. Esto la convierte en una obra artística. Forzosamente, para estudiar el arte del movimiento, debemos abarcar:
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El conocimiento de sus medios de expresión: el cuerpo y las técnicas existentes que lo modelan hasta lo abstracto.
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El saber escoger entre la infinidad de movimientos posibles, los mejores mensajeros del pensamiento, la emoción o el tema que se pretenda desarrollar.
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El abrir una puerta a la fantasía, a los sueños, al mundo.
Observando la danza de forma global existe:
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Aspecto limitado: Técnica específica que acota de alguna manera la acción del cuerpo y su movimiento. Exige entrenamiento con métodos tradicionales comunes a las destrezas motrices.
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Aspecto libre: Coincidente con el mundo de la expresión, en la que no existe límites de acción y posibilidades de movimiento que los que uno mismo quiere imponerse.
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De la existencia de las denominadas “seis Bellas Artes” deriva la consideración del cine como “séptimo arte” (Ricciotto Canudo, primer teórico del cine, le da en el año 1911 tal denominación). Tendencias posteriores han querido establecer como octava arte a la fotografía.
Carrera Universitaria de Bellas Artes
Es una licenciatura del área de Humanidades dividida en dos ciclos y con una duración de cuatro a cinco años.
Esta titulación es eminentemente práctica. Los exámenes evalúan la creatividad de los estudiantes, para lo cual los alumnos deberán realizar pinturas, esculturas, dibujos o diseños, encargados previamente por los distintos profesores.
Las especialidades que pueden estudiarse actualmente son:
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Artes Plásticas
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Audiovisuales
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Conservación y restauración
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Dibujo
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Diseño
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Escultura
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Fotografía
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Grabado
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Imagen
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Pintura
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Y Técnicas Gráficas
Círculo de Bellas Artes
Es una entidad cultural privada, sin ánimo de lucro, localizada en Madrid y fundada en 1880.
Desde 1921, está declarado “Centro de Protección de las Bellas Artes y de Utilidad Pública”. Es un centro multidisciplinar, en el que se desarrollan actividades que abarcan desde las artes plásticas hasta la literatura, pasando por la ciencia, la filosofía, el cine o las artes escénicas.
Desde su origen, ha desarrollado una importante labor de alcance internacional en el campo de la creatividad, la difusión y la gestión cultural, siendo uno de los centros culturales privados más importantes de Europa.
ARTES DECORATIVAS
Son las llamadas artes auxiliares, que sirven para revestir y se subordinan a otras artes como la arquitectura. Su carácter no es funcional, sino que su cometido es embellecer.
Dentro del Arte las artes decorativas han sido tradicionalmente tratadas como una cuestión secundaria, sin embargo su definición está vinculada al propio concepto de arte, especialmente si hablamos de arte contemporáneo, al menos tanto como puede estarlo la arquitectura moderna. En ambos casos se combinan dos cuestiones básicas: lo bello y lo útil. Sabemos que cualquier obra de arte está relacionada con la sociedad en la que se produce y con la que va a consumirla, pero este binomio se eleva al cuadrado cuando hablamos de arquitectura y/o artes decorativas.
La consulta del término en la Enciclopedia Universale dell´Arte, demuestra lo dicho hasta ahora: no se incluye individualizada la voz, sino en referencia a las voces, industrial dessing y Art Noveau.
Efectuamos la misma consulta en una Enciclopedia de carácter no específico y con connotaciones más bien divulgativas, comprobando igualmente que no se incluye un tratamiento autónomo del término, aunque si lo encontramos incluido dentro de la voz más amplia y genérica de arte:
“(…) El nombre Arte aparece por primera vez en este contexto en las ciudades mercantiles e industriales de Italia, con sus divisiones en maggiore y minore. Pero hay artes que no están destinadas a satisfacer las necesidades prácticas de la existencia, sino que proveen a su recreo y solaz. El arte decorativo que aparece ya de un modo rudimentario en la edad de piedra introduce un elemento fantástico en los objetos de utilidad o bien obra por sí solo”.
Tradicionalmente se ha denominado a las artes decorativas como “Artes suntuarias”. El adjetivo “suntuarias” está indicándonos que se trata de un tipo de artículo de lujo, destinado a una clientela muy concreta: aristocracia, alta burguesía e Iglesia. Otro término habitual para designar a las artes decorativas ha sido el de “Artes aplicadas”; el adjetivo “aplicadas” está negando a este tipo de arte una autonomía propia.
En cuanto a su enumeración, es prácticamente imposible hacerla debido, en gran parte, a su amplitud. En este sentido tenemos el testimonio del arquitecto Juan Bautista Lázaro al leer, en 1906, su discurso de entrada en la Rabasf:
“(…) la enumeración siempre incompleta de ellas confirma esta aseveración, porque todavía están íntimamente unidas a la arquitectura la orfebrería, metalistería de hierro y bronces, mueblaje, vidrería, esmalte, marfiles, ebanistería y talla, dorado, tapices, moldeado, fundiciones, repujado y estampación, con otros muchos más que a cada momento surgen, ya por los frecuentes descubrimientos de materias nuevas, ya por los procedimientos que para el dominio de las mismas materias aportan los muchos recursos que el adelanto de la ciencia suministra sin cesar”.
ARTE Y CIENCIA
Se suele sostener que el arte y la ciencia constituyen dos esferas de la cultura claramente diferenciadas, determinadas por motivaciones y por objetivos que no tienen nada que ver entre sí: la ciencia se fundamenta en la indagación y el esclarecimiento racional, a través de la observación, la descripción, la pregunta, la hipótesis, la explicación y la manipulación; todo ello con la convicción de que la realidad tiene un peso objetivo, independiente de nuestros deseos, sentimientos y opiniones. En cambio el arte concede un privilegio soberano a la fantasía.
A partir e esta diferencia, las relaciones entre ciencia y arte no podrían ser sino externas y muy distantes. Sin embargo, una mirada a la historia de esas relaciones podría ofrecer una idea algo distinta.
Podrían reconocerse TRES GRANDES ETAPAS en la relación de arte y ciencia:
PRIMERA ETAPA.- Podría encuadrarse en el Renacimiento. En esta época la ciencia y el arte ocupan territorios vecinos, donde el tipo de actividad o de búsqueda no puede ser encuadrado con claridad en una categoría definida del saber o hacer humanos.
Así las indagaciones de la perspectiva que realizan los grandes arquitectos y pintores del Renacimiento pertenecen a la vez al desarrollo de la ciencia geométrica de la época y, el
experimento es practicado por primera vez en la pintura y en la música, antes de su empleo en la ciencia de la naturaleza. Pero, de manera más general, hay una solidaridad entre ciencia y arte en el afán por descubrir el espacio natural que nos revelan nuestras percepciones y por configurar una imagen del mundo únicamente desde las capacidades humanas, sin el auxilio de la revelación divina. La sentencia de Leonardo da Vinci “l,arte é cosa mentale” (“el arte es cosa mental”), que acentúa el carácter intelectual de la actividad artística sobre el trabajo manual que implica, subraya esa relación entre Ciencia y Arte.
SEGUNDA ETAPA.- Corresponde a la determinación estética del arte, que se despliega en el siglo XVIII. Las bellas artes son reconocidas como la producción deliberada de fenómenos que producen sensaciones emotivas, imaginativas, sensitivas, que de ningún modo pueden alcanzarse con las herramientas de la descripción o del cálculo. Afirmaba Kant que el juicio estético no puede ser dictado a partir de reglas; el arte constituye una esfera propia vinculada a la sensibilidad, radicalmente separado de la esfera del conocimiento (de la ciencia) y de la esfera de la praxis (la moral, política y religión). Es justamente en este contexto en el que germina la idea de una diferencia radical entre arte y ciencia.
TERCERA ETAPA.- A partir del romanticismo el arte experimenta una crisis histórica que, a manera de sinopsis, queda recogida en la tesis hegeliana del “fin del arte” y, más tarde, en la aventura de las vanguardias. Esta crisis conduce a una suerte de pluralismo abierto de los recursos, estilos y modos artísticos y de los usos del arte. En el curso de este proceso han tenido lugar múltiples experiencias en que la producción artística recurre a procedimientos habitualmente asociados a la pesquisa científica.
En las últimas décadas ha ganado terreno la convicción de que la investigación en ciencia no es la expresión de un tipo único y unívoco de racionalidad, y que la significación que tiene en ella la imaginación y la inventiva son considerables y decisivos. Por otra parte, cada vez se está más dispuesto a admitir que la creación artística posee un componente reflexivo muy importante y, que en lugar de oponerse a la ciencia, integra con ella un campo general de pensamiento.
La cultura contemporánea no puede sino beneficiarse de un diálogo abierto entre el Arte y la Ciencia.
REFLEXIONES SOBRE LA IMITACION EN PLATON Y ARISTOTELES
PLATÓN
Las ideas sobre la belleza y el arte están recogidas en los Diálogos de Platón. Los análisis más importantes se encuentran en:
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Ión (teoría espiritualista de la poesía), Banquete (teoría idealista de la belleza) y la República.
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Sofista
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Fedro
Arte y destreza
Distingue:
- Artes visuales (pintura, escultura y arquitectura)
- Artes literarias (épica, lírica y poesía dramática)
- Artes con intervención musical (danza y canto)
No les asigna un nombre especial sino el genérico de destreza (techné).
Platón divide las artes en dos clases:
Las artes adquisitivas
Las artes productivas de objetos reales (tanto de origen humano como divino) y las artes productivas de imágenes o eidola.
Las imágenes, que imitan pero no pueden desempeñar la función de sus originales, se subdividen; el imitador puede llevar a cabo:
-Una representación genuina (Eikon) con las mismas propiedades de su modelo.
- Una representación aparente o apariencia (Phantasma), que sólo se parece al original.
Al ser el mundo material una copia que imita y participa del mundo inteligible (de las ideas), todo arte será una imitación de una imitación, teniendo, por tanto, un ínfimo grado ontológico. Los objetos artísticoa son una imitación (mímesis) de lo que ya es una copia (mundo natural), y pertenecen al ámbito de la eikasía -conjetura- no pudiendo aportar conocimiento alguno.
ARISTÓTELES
Nuestro conocimiento de la teoría estética de Aristóteles deriva principalmente de la pequeña colección de notas de clase llegada a nosotros como Poética, compuesta probablemente hacia 347-342 a.C., y con añadidos posteriores.
La primera tarea de Aristóteles consiste en definir el arte de la poesía (poietike), estableciendo una distinción entre tres clases de pensamiento:
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conocimiento (teoría)
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acción (praxis)
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realización (poiesis)
Un tipo de realización es la imitación, que Aristóteles parece tomar sencillamente como representación de objetos o acontecimientos.
El arte imitativo se divide en:
El arte de imitar apariencias visuales por medio del color y el dibujo
El arte de la poesía, imitación de la acción humana (praxis) as través del verso, la canción y la danza.
Defiende el placer de la imitación y lo plasma en la tragedia. Aristóteles sugiere dos motivos que originan la tragedia. El primero, que la imitación es en ella natural, el segundo, que el reconocimiento de la imitación es causa natural de placer para el hombre dado que este encuentra agradable aprender. Señala que aunque el objeto imitado pueda ser en si mismo de aspecto desagradable, el placer de contemplar la imitación puede superar el desagrado.
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BIBLIOGRAFIA
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ENCICLOPEDIA LAROUSSE
-
MIRICOSOFT ENCARTA
-
WWW.GOOGLE.ES
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Enviado por: | Carlos |
Idioma: | castellano |
País: | España |