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Antropología del cuidado


Antropología

El significado etimológico del término «antropología» es el de «estudio del hombre»: la amplitud de este significado se corresponde con el vasto campo de estudio de esta disciplina, sin duda la de ámbito más extenso de las que se proponen el conocimiento del ser humano.

La antropología, que se define como disciplina científica en su interés por todas las sociedades humanas, pasadas y presentes, abarca un campo temático que incluye aspectos tan diversos como el lenguaje, la estructura social, los sistemas de creencias y la organización política de las diferentes sociedades. Asimismo, un rasgo que distingue la antropología de las otras ciencias humanas es el de ser la única disciplina que aborda el estudio del hombre tanto desde una perspectiva sociocultural como desde una perspectiva biológica, que se interesa por la evolución del hombre y la actual diversidad racial de la especie.

Por otra parte, el manifiesto interés de la antropología en el estudio de la apreciación estética por parte de las sociedades más diversas la sitúa en el campo de las humanidades.

Inicios de la antropología

La antropología moderna es una disciplina científica que se consolida como tal durante el s. XIX, cuando se crean las primeras sociedades antropológicas y cátedras universitarias destinadas a su enseñanza. No obstante, las raíces históricas de esta disciplina son mucho más antiguas.

El rasgo característico de la antropología durante el siglo pasado es la idea de una evolución regular y progresiva de la sociedad humana, que parte de un estado de naturaleza en el que el hombre no se diferencia de los animales, una concepción acerca de la evolución cultural que recibió un notable impulso como resultado del éxito del libro de Charles Darwin «El origen de las especies».

Las principales ideas de la antropología decimonónica incluyen la posibilidad de aplicar el método científico al estudio del hombre, la concepción abstracta de la cultura (entendida como la totalidad de los hábitos socialmente adquiridos, ajenos a la herencia física) como tema de estudio científico y la idea la cultura como el resultado de un cambio progresivo, de carácter acumulativo, que se produce a lo largo de prolongados períodos de tiempo.

Los precedentes en la Antigüedad

Como ocurre con otras disciplinas científicas, las primeras contribuciones de relevancia vieron la luz en la Grecia clásica, donde se elaboró un modelo de descripción etnográfica que los historiadores clásicos utilizaron como marco local de sus escritos. Las obras geográficas de esta época incluían hechos y observaciones acerca de la antropología física y las costumbres de los pueblos que se describían. De estas obras se deriva una teoría general pero imprecisa acerca de la influencia del clima en la cultura y los tipos biológicos, un conjunto de ideas que constituyen un antecedente de las concepciones modernas sobre el determinismo geográfico.

Uno de los problemas de mayor interés planteado por la observación etnográfica de las diferencias culturales consistía en conocer si las costumbres humanas eran naturales o convencionales y de si existía un orden legal y moral de carácter universal, un problema filosófico eminentemente antropológico.

Los intentos por responder a este problema dieron lugar a diferentes intentos de interpretación, como las teorías cíclicas de los estoicos o la del desarrollo progresivo de la herencia del hombre como resultado de su propio esfuerzo, corolario esta última del atomismo de Demócrito, expuesta por Lucrecio en su obra «De rerum natura».

El avance desde la Edad Moderna

Durante el período del humanismo renacentista y de las exploraciones geográficas de los ss. XV y XVI se producen hechos relevantes para el desarrollo de la antropología moderna. Por una parte, con la idea de que el paso del hombre por la tierra tenía interés en sí mismo y no como una preparación para la vida eterna, el humanismo renacentista introduce un fuerte acento secular. Al intentar reconstruir el mundo clásico mediante el estudio de fuentes documentales originales y no a través de documentos medievales, los humanistas del período renacentista adquieren una amplia visión antropológica de las diferencias culturales. Por otra parte, los viajes y las exploraciones ampliaron de manera antes desconocida las perspectivas espaciales, del mismo modo que el humanismo amplió las cronológicas.

El descubrimiento de nuevos continentes poblados por sociedades hasta entonces desconocidas planteó problemas de enorme alcance acerca de la naturaleza humana de los pueblos descubiertos. Una de las grandes preguntas era si estos pueblos poseían alma y, en caso afirmativo, si ésta merecía ser salvada. Las respuestas fueron diversas. Así, la respuesta ortodoxa fue afirmativa a pesar de que difícilmente se podía justificar en las tablas genealógicas del Génesis. La teoría que sostenía que los indios americanos eran supervivientes de las diez tribus perdidas ofreció apoyo a esta respuesta. No obstante, surgieron otras opiniones y los denominados «preadamitas» se interrogaron acerca de la posibilidad de que hubiera pueblos que no eran descendientes de Adán. Aparecen así teorías opuestas acerca de los orígenes monogenéticos y poligenéticos del hombre, dando lugar a un debate que duraría siglos.

Los nuevos descubrimientos plantearon un segundo bloque de cuestiones acerca del carácter de los pueblos no occidentales, preguntas acerca de si estos pueblos vivían en el estado de naturaleza postulado por algunos teóricos como previo al origen contractual de las instituciones jurídico-políticas, o de si representaban un estado similar al de la etapa anterior a la aparición de la escritura en las sociedades occidentales, aspecto este último de particular relevancia y que constituiría un componente esencial en la teoría del desarrollo progresivo.

No obstante, para que la idea del «desarrollo gradual» pudiera ganar terreno era necesario cuestionar la arraigada opinión sobre la superioridad del mundo clásico respecto al moderno, una vasta operación intelectual que tendría lugar durante el s. XVI. Los grandes descubrimientos de la física, que culminaron en la síntesis newtoniana, mostraban una dimensión en la que la superioridad del mundo moderno era manifiesta. En este sentido, una de las grandes cuestiones planteadas por la física newtoniana es que en un universo que, por lo que concierne a su estructura física, está gobernado por leyes, el hombre no puede ser una excepción. Para describir el curso completo del desarrollo progresivo era necesario considerar a los salvajes contemporáneos como representativos de una etapa previa a la del Antiguo Oriente y al mundo clásico.

Esta argumentación es la que, más adelante, presentará Turgot en su «Plan de deux discours sur l'histoire universelle» (1844), una obra en la que se aborda por primera vez, la idea de tres sistemas económicos sucesivos (caza, pastoreo y agricultura), así como la forma básica de la ley, enunciada posteriormente por Auguste Comte (1798-1857), de los tres estadios del desarrollo conceptual: el teológico, el metafísico y el científico.

La antropología en el siglo XIX

Para el establecimiento de una ciencia que incorporase las teorías filosóficas y los programas generales ya elaborados, serían necesarios ciertos avances metodológicos que no tuvieron lugar hasta finales del s. XVIII y comienzos del s. XIX. En esta época se producen las primeras clasificaciones raciales sistemáticas, como las de Linneo (1707-1778) y J. Blumenbach (1752-1840). Durante este mismo período surgió la lingüística moderna, dominada durante el s. XIX por la idea de que los idiomas podían clasificarse en familias y que los pertenecientes a una misma familia eran ramas de un tronco común más antiguo. Ello dio lugar al desarrollo de métodos comparativos sistemáticos con el fin de poder reconstruir el idioma ancestral.

La regularidad de las correspondencias fonéticas en idiomas emparentados fue presentada primero por R. Rask (1787-1832) y divulgada por J. Grimm (1785-1863) a comienzos del s. XIX, con lo que contribuyeron a consolidar la idea general de la existencia de regularidades en el cambio cultural humano.

Otro tipo de descubrimientos realizados en este período ampliaron de manera importante el horizonte temporal del desarrollo humano y otorgaron legitimidad a la idea de un progreso cultural gradual. Por una parte, el desciframiento de la escritura egipcia por Jean-François Champollion (1790-1832), en 1821, alteró de forma radical las ideas tradicionales acerca de la edad del hombre. Porteriormente, a mediados del s. XIX, el reconocimiento de la validez del descubrimiento de Boucher de Perthes (1788- 1868) de utensilios humanos del Paleolítico, contemporáneos de mamíferos ya extinguidos. De este modo, la arqueología y las teorías de Darwin concurrían en ofrecer una imagen del hombre como la de un ser sólidamente anclado entre las demás especies animales del pasado, que pasa de ser un antropoide carente de atributos culturales a transformarse en hombre a lo largo de un prolongado período de cientos de miles de años.

Es durante la primera mitad del s. XIX cuando la antropología comienza a adquirir el rango de disciplina científica independiente y se crean las primeras sociedades etnológicas o antropológicas en Inglaterra, Francia y Alemania. En este último país, la palabra «Kultur» adquiere el sentido técnico que reviste en la actualidad, término que será posteriormente introducido en el mundo de habla inglesa por E.B. Tylor en su obra clásica «La cultura primitiva» (Primitive Culture), publicada en 1871. En una tan detallada como amplia panorámica de la evolución cultural humana y con una clara exposición de las perspectivas teóricas de una ciencia de la cultura, el libro de Tylor representa una obra fundacional en el desarrollo de la antropología moderna.

La antropología en la actualidad

La amplitud de sus intereses hace de la antropología una disciplina con numerosos campos de especialización que, en ciertos casos, se han desarrollado como áreas semiautónomas y con un carácter eminentemente interdisciplinario debido a que se ocupan de temas que interesan a otras ciencias humanas. Este hecho hace de la antropología una disciplina eminentemente moderna, ajena en buena medida a la estricta división de otros campos del saber, poco proclives a abordar una misma problemática desde diferentes ópticas científicas.

A pesar de la amplitud de su horizonte científico, la antropología consta de un núcleo de intereses característico. En primer lugar, encontramos como tema central de la reflexión antropológica la descripción y explicación de las diferencias y similitudes entre las sociedades y grupos étnicos de diversos continentes. Se trata de una reflexión que se encuentra presente en el origen mismo de la antropología y que no la ha abandonado a lo largo de su desarrollo como disciplina científica, aunque ha pasado por sucesivos replanteamientos como resultado del surgimiento de nuevos enfoques teóricos y escuelas.

Este interés acerca de la unidad y diversidad de la especie se presenta tanto en el plano sociocultural como en el biológico, por lo que la antropología lo ha abordado desde sus dos ramas más importantes: la antropología física y la antropología cultural.

En el intento de explicar las similitudes y diferencias entre las diversas sociedades humanas es decisiva la consideración de los pueblos no occidentales, muchos de los cuales han surgido y se han desarrollado ajenos a las tradiciones históricas bien documentadas, razón por la que constituyen un punto de máxima divergencia en el estudio comparativo de las sociedades. Si bien la antropología cultural no ha excluido de su campo de interés ningún tipo de sociedad, han sido precisamente los pueblos más alejados de las tradiciones históricas europeas los que han centrado su atención, sociedades ágrafas o sin escritura en la época en que entraron en contacto con Occidente.

En buena medida, los métodos de investigación y las teorías elaboradas por la antropología cultural resultan de este temprano interés por sociedades sin escritura. Así, encontramos que en la antropología cultural la técnica de investigación básica es el estudio sobre el terreno o trabajo de campo, realizado por el antropólogo que se ha trasladado hasta la sociedad que le interesa investigar.

El resultado del trabajo de campo es la elaboración de una etnografía, trabajo de corte descriptivo en el que se presentan los materiales recogidos de forma directa, obtenidos durante la investigación mediante la observación, la participación en las actividades de la sociedad y la aplicación de cuestionarios o la realización de entrevistas a individuos seleccionados. Dado que el antropólogo cultural busca construir una imagen global y coherente de las instituciones de la sociedad que estudia, emplea en su trabajo técnicas de investigación de corte cualitativo antes que cuantitativo.

La notable diversidad étnica de las sociedades humanas ha sido abordada en su dimensión biológica por la antropología física en dos vertientes principales. Por una parte, el trabajo de los antropólogos físicos ha consistido en la descripción y explicación de la variedad física, de la diversidad racial de la especie. Por otra parte, en su dimensión histórica, la antropología física se ha interesado por la reconstrucción de las formas humanas a partir de los vestigios fósiles (paleoantropología) y del estudio de los primates superiores.

Subdivisiones y relaciones con otras disciplinas

Según la tradición académica dominante en los países occidentales, la antropología se encuentra organizada en cuatro grandes subdivisiones: antropología física, antropología cultural, antropología lingüística y arqueología. La importancia que en el desarrollo de la disciplina ha tenido la escuela británica de antropología, hace que en ocasiones se añada a las anteriores subdivisiones la de antropología social. En varios países de Europa, el término etnología reemplaza al de antropología cultural en la denominación de las unidades académicas. Además de estas grandes divisiones, existen subdivisiones que tienen un carácter principalmente temático.

Una de las más relevantes es la antropología económica, que analiza la vida económica como un subsistema de la sociedad, siendo su principal interés la comprensión de los modelos de racionalidad económica de las sociedades no occidentales, principalmente de tipo campesino. Los métodos de trabajo de esta subdisciplina son similares a los de la antropología cultural, pero aplicados a la obtención de datos básicos de la vida económica en economías no monetarias, o parcialmente monetarizadas, y de pequeña escala.

Por su parte, la antropología política tiene por objeto tanto el análisis de la evolución histórica de las formas de gobierno en distintos tipos de sociedades pasadas y presentes como el estudio comparado de las formas de organización política, sus propiedades, correlaciones, variedades y formas de cambio en las diferentes sociedades humanas.

Los colosales procesos de urbanización que tienen lugar en los países subdesarrollados plantean importantes desafíos intelectuales a quienes intentan comprender la configuración actual y prever la evolución futura de las grandes aglomeraciones humanas de nuestro tiempo. Este es el núcleo temático de la antropología urbana, una subdivisión de la antropología cultural que tiene como principal objetivo intentar comprender los complejos sistemas de organización social inherentes a los actuales procesos de formación y expansión de los núcleos urbanos.

La antropología médica, una de las más recientes especializaciones dentro de la antropología cultural, se concentra sobre diversas áreas de interés. En primer lugar, se dedica al estudio comparativo, transcultural, de los conceptos de salud y enfermedad en distintas sociedades. En segundo término, se interesa por las formas no occidentales del tratamiento de las enfermedades, muchas de ellas en vías de desaparición como resultado de la expansión de la medicina occidental o bien por la desaparición física de los portadores de esos conocimientos, en muchos casos miembros de sociedades amazónicas y de otras regiones tropicales.

Finalmente, además de la subdivisiones con base temática encontramos una especialidad que encuentra su origen en la aplicación de los conocimientos antropológicos. Se trata de la antropología aplicada, un concepto que incluye parcialmente a otros campos de especialización de la disciplina. El concepto de antropología aplicada se relaciona con la reciente tendencia de aplicar los conocimientos y técnicas de la antropología cultural para contribuir a solucionar problemas sociales derivados de los procesos de transformación económica y social. Normalmente, la participación de los antropólogos bajo esta modalidad tiene lugar en el contexto de programas de desarrollo económico y social tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados.




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Enviado por:Manuel López
Idioma: castellano
País: España

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