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Análisis del papel de la televisión en el conflicto de Afganistán


LA GUERRA EN DIRECTO

REACCIÓN DE LAS CADENAS DE TELEVISIÓN ESPAÑOLAS

Para casi todos, el pasado día 11 de septiembre pasará la Historia como aquel día en el que estuvimos toda la tarde pegados a la televisión. Mirábamos una y otra vez la impactante imagen de la Torres Gemelas ardiendo y el más terrorífico momento en le que los dos poderosos edificios neoyorquinos se desplomaban sembrando el down town de Manhattan de cadáveres (unos cuerpos, que ninguna televisión, ni estadounidense ni del resto del mundo se atrevió a mostrar).

En España más de 20 millones de personas se mantuvieron en vilo conectadas a alguna de las cadenas generalistas.

TV-1. La cadena pública, como normalemente sucede con sus informativos, consiguió hacerse con el ayor índice de audiencia. Tras más de 7 horas en directo contando lo que estaba pasando en Nueva York, logró hacerse con el 32,1% de los espectadores. Desde ese momento hemos visto 6000 generosos minutos de información (más de 100 horas).

Para Alfredo Urdaci, responsable máximo de los Servicios Informativos de Televisión Española el pasado 11 de septiembre, se torna especialmente intenso. “Recuerdo momentos en radio especialmente fuertes, pero ante esta situación todo se queda pequeño en España”. El momento me ha recordado el día en que se liberó a Ortega Lara”, relata Alfredo Urdaci, que enl momento del atentado esperaba su comida en el despacho. La primera reacción fue pensar que era un accidente, pero cuando el segundo avión impactó, se pensó en algo organizado. “En ese momento, y basándome en la experiencia, pensé que no había nada el mundo más importante y que el que pestañeaba en la redacción muere. El espectador quiere que le cuentes todo, hasta el último detalle, que les des todas las respuestas”, afirma el periodista, que inmediatamente se puso manos a la obra para conseguir un brillante informativo de manos de Ana Blanco. “La decisión es levantar todo lo demás. Intentar que no sea un caos, combinar las imágenes con el análisis e intentar explicar qué demonios es esto. Recapitular cada hora”, señala Urdaci, como modus operandi en ocasiones tan dramáticas como la vivida.

ANTENA 3. La cadena cuyos informativos están a cargo de Ernesto Sáenz de Buruaga logró hacerse con caso un 25% de la audiencia aquel triste día. Buruaga recuerda haber vivido un momento similarmente intenso: el asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de la organización terrorista ETA. “Aquel día lo recuerdo con especial voracidad informativa. Sin embargo, el ataque a los Estados Unidos es la historia que más me ha impactado aunque sin tener la misma caraga de emotividad”, relata.

El director de Informativos de Antena 3 veía las imágenes en línea interna, cuando explotó el segundo avión. “Entonces entendí que estábamos viviendo unos acontecimientos históricos y únicos y nos pusimos inmediatamente a trabajar en ello, a dar el máximo de información y a intentar explicar al telespectador lo que estaba ocurriendo”. Matías Prats estuvo acompañado por la experiencia de Jesús Hermida y del propio Buruaga en un informativo que alargaron hasta la noche.

TELE 5. Juan Pedro Valentín y su equipo de informativos pagaron en espectadores el corte que hicieron al informativo para emitir una serie juvenil y lograron congregar sólo a un 15% de la audiencia. “Nunca es fácil ver si tienes que continuar emitiendo porque en una cadena comercial todo está medido”.

Para el responsable de Informativos Telecinco, “todas las cadenas han realizado un ejemplo de buena información y buena televisión. TVE es una referencia y nunca podremos llegar a sus medios técnicos y humanos. Nosotros tenemos que suplirlo con más información, con imaginación y un tratamiento diferente de la noticia”, señala el periodista.

La cadena corrigió el error y Àngels Barceló volvió en la madrugada para presentar un especial que congregó a un 42% de la audiencia.

Para Valentín, el momento informativo se convirtió en algo único. “Por primera vez, teníamos las imágene antes que la información. Nos sorprendió en directo y había que ser muy cuidadoso, y lo fundamental, muy rápidos”, concluye.

REACCIÓN DE LAS AUDIENCIAS

No se recuerda en la historia un impacto de semejantes dimensiones. No habíamos vivido una jornada televisiva en la que todas las cadenas del estado estuvieran constantemente conectadas a un acontecimiento igual, desde las tres de la tarde hasta la madrugada. Y nunca, tampoco, los televidentes se habían quedado tan estupefactos clavados en la butaca. Los terroristas han conseguido por primera vez en la historia, un negro, criminal, miserable espectáculo que explica la mundialización. Por primera vez en la historia, el continente norteamericano ha sido atacado, siendo Estados Unidos su epicentro, y la televisión nos lo ha traído a las salas de estar de nuestras casas. El efecto haa sido dramático: hemos sentido que iban surgiendo aviones kamikazes de todas partes, un peligro inminente.

Durante toda la tarde estuvimos en nuestras casas apretando los botoncitos de nuestros mandos a distancia, yendo de cadena en cadena, buscando una sesión monotemática tan trágica como espectacular. Hay que advertir que la mejor información, la más ágil, nos ha venido a España de parte de las cadenas privadas. Por este orden, Antena 3 y Telecinco, han hecho una faena excelente. Tanto Matía Prats, que se mostró sorprendido al principio del informativo como Àngels Barceló cuando ya casi estaba finalizando su espacio, supieron reaccionar. Las imágenes de las cadenas norteamericanas (CNN y ABC básicamente) protagonizaron la parte visual. Sus cámaras nos ofrecían, en directo, escenas que nunca olvidaremos, como el impacto del segundo avión en la torre, o el hundimiento de las dos torres, después de ver en las ventanas seres humanos pidiendo auxilio o lanzándose al vacío.

TV3 hizo un seguimiento correcto aunque balbuceante en algunos aspectos. Desconectó, en medio de la tragedia, para ofrecernos los deportes que le quedaban de los Telenotícies Migdia, y conectó por la tarde con el mensaje de Jordi Pujol sobre el atentado. El acto de la Diada de Sant Boi, desconvocado oficalmente pero celebrado popularmente, fue seguido en directo, curiosamente, por TVE Catalunya.

Telecinco susupendió para ese día sus espacios de humos, como El Informal.

La televisión salió otra vez reforzada en la pugan por querer explicar lo que sucedió el 11 de septiembre en Nueva York. En España, a partir de ese día, el consumo de informativos ha pasado de los 40 minutos por persona a los 60 en momentos de máxima tensión.

Los réditos ni duran eternamente y las audiencias con el paso del tiempo ha tendido a normalizarse. Es una evolución lógica, según los expertos, cuando no hay imágenes y la censura ronda los principales medios norteamericanos, como la CNN. También , porque difícilmete se podrá llegar a una situación similar en el impacto que eso supuso para las audencias.

Óscar Nogueira, jefe del Gabinete de Audiencias de la Televisión de Catalunya, defiende la tesis de la línea rota. Al analizar el comportamiento de las audiencias desde el 11 de septiembre, este analista reconoce que el “consumo de informativos tiende a desaccelerarse, después del boom de los primeros momentos”.

La evolución de las audiencias entre el día de los atentados y el inicio de la guerra el 7 de octubre muestra, por tanto, una línea rota. Entre los días 11 y 20 de septiembre la gente, ávida de información, estuvo enganchada al televisor. El día del inicio de la crisis las televisiones españolas captaron 2 millones de espectadores no habituales, hasta sumar los 12 millones de personas. El lunes, la cifra se situó en los 8.101.000 de espectadores. Las jornadas con menos tensión la audiencias se volvieron a estabilizar, y se dispararon otra vez el domingo siguiente, el día del inicio de los ataques, sin llegar a los índices del primer día. El balance, añade Nogueira, es que “la gente se ha vuelto más exigente, y sobre todo, ha aprendido a hacer zápping”

Un buen ejemplo de este comportamiento es la evolución del informativo de noche Diario de Guerra de Antena 3, presentado por Ernesto Sáenz de Buruaga. La cadena privada aprovechó la ocasión para eliminar el programa Maldita la hora, de Máximo Pradera, por los bajos niveles de share delante de Crónicas Marcianas. El especial comenzó con fuerza (lunes día 8) y obtuvo un 28,2% de cuota de pantalla. Bajó al día siguiente al 26,6% y el miércoles ya estaba en el 18,8% de share. Un descenso casi de 10 puntos en 48 horas.

Con este panorama, los responsables de las cadenas sacan conclusiones para cubrir un conflicto que se prevé largo. Coinciden en que, al margen de los momentos más trascendentales, se acabarán imponiendo los avances informativos, que los televidentes aceptan como normales en medio de la programación, y los resúmenes puntuales con los datos más relevantes hasta el momento.

UN EJEMPLO DE REACCIÓN: LA MTV

Inmediatamente después de las tragedias de Nueva York y Washington, la cadena musical MTV dejó su programación habitual y se volcó de lleno al seguimiento de la noticia. Su eficaz cobertura, para nada alineada con el tono dominante en casi todos los canales informativos, impactó muy fuerte en su joven audiencia. El éxito fue tan rotundo que podría disparar cambios de fondo en el perfil y la programación de la cadena.

Imaginemos: 11 de septiembre de 2001. Nueva York. Diez de la noche. Hace cerca de doce horas que los aviones guiados por los terroristas se estrellaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center (WTC). Shockeados por la tragedia, saturados de la noticia, a esta altura de la noche, los televidentes que buscan descansar de tanta CNN son millones. El zapping los conduce al estereotipo del canal joven: MTV. Y, curiosamente, no se topan con el último video de los rappers Outkast ni el nuevo corte masivo firmado por Madonna. Ni siquiera están pasando pop teenager, tipo N'Sync. En MTV también están hablando de los atentados, pero la orientación de la cobertura difiere mucho de la que presentan las cadenas de Ted Turner y sus competidores. Está más o menos claro que cualquier joven de entre 12 y 34 años (ese es el target de audiencia de MTV) va a preferir otra interpretación del "demonio talibán" y que, seguramente, no querrá escuchar una única idea acerca del rol que su presidente, George W. Bush, debe tener en la lucha contra el terrorismo. Y la cadena MTV, a la que acusan de frívola, da en el clavo, logrando proyectar una visión propia. ¿Cómo? Organizando y emitiendo, por ejemplo, debates abiertos y en vivo sobre las diferencias que separan a los musulmanes tradicionales de los fundamentalistas. O informes propios, orientados a comprender al "enemigo". "La profunda cobertura que ha ofrecido MTV sobre el régimen talibán no la he visto en ningún otro canal," señaló al diario The New York Times, Aasma Khan, vocera de la organización "Musulmanes contra el Terrorismo", que reúne a jóvenes profesionales y se formó tras los atentados.
En los cuatro días posteriores a la tragedia, el promedio de audiencia de MTV fue de 31 millones de personas. Según Mike Greco, vicepresidente de la cadena, en esos días, al menos 2 millones de jóvenes que ven habitualmente canales de noticias prefirieron sintonizar MTV. Esto significa un aumento neto de audiencia del 400 por ciento. La explosión tiene dos motivos excluyentes. El primero está relacionado al target de MTV: tal como señaló Dave Sirulnik, uno de los ejecutivos del canal, "La Generación MTV jamás pasó por algo así. Estos chicos no tuvieron ni Vietnam ni Watergate...". La otra clave es la forma en la que MTV mostró la noticia: descontracturados, los VJs de todos los días no alteraron su vestimenta (con ciertos toques de "gansta rap") ni su lenguaje (siempre informal) para tratar el tema. Ahora, tras los sucesos del 11 de septiembre, que le permitieron a MTV demostrar que también puede volverse "seria", el tema es adivinar lo que viene. Pronosticar en esa dirección es muy delicado, ya que el posicionamiento de la cadena es una incógnita permanente (ya viró varias veces; la última, del rock alternativo al pop adolescente). Sin embargo, lo que sí está claro es que MTV tampoco será la misma tras el atentado contra el WTC.

TELEVISIÓN Y GUERRA MEDIÁTICA. ALGUNAS CONSIDERACIONES

Desde el atentado a las torres gemelas -World Trade Center- y el Pentágono, el 11 de septiembre, la humanidad camina por la cuerda floja sin poder cambiar el canal. Enfrentamos el riesgo de un conflicto "a gran escala", el "bombardeo" desde el cielo y también, aunque no lo queramos, el "informativo".

Desde ese trágico día, recibimos "imágenes ininterrumpidas" por televisión e Internet. Una guerra "mediática" que sólo ha ganado la muerte y el horror. Por una parte, el avión impactando las moles de concreto, desplomándose, y por otra, los chispazos eléctricos de los "misiles aliados" en el centro de alguno de los "blancos estratégicos" en Afganistán y sus mentados "daños colaterales".

La televisión occidental -comandada por CNN-, nos ha impuesto una perspectiva unívoca, unilateral: Occidente se arroga ser el dueño de la verdad, la razón, la justicia, la prudencia y la fe. El resto del planeta no tiene más que "alinearse con esta nueva cruzada" o "atenerse a las consecuencias". Millones de personas tiemblan en más de 60 países acusados por EE.UU. de proteger a terroristas. EE.UU. no se incluye, por supuesto, en la lista.

Más allá de consideraciones éticas, políticas, sociales y culturales, la Televisión ha servido, una vez más, como el medio de comunicación al servicio de "la noble causa del mundo civilizado", liderada por George W. Bush y el Pentágono, y secundada por las grandes corporaciones de armas y transnacionales de la muerte. Su noble causa incluye la muerte de niños y civiles inocentes, y la devastación de un país pobre y arrasado. Más de 1.000 muertos civiles. Las imágenes desde Kabul no pueden ser desmentidas ni mediatizadas con la "amenaza del ántrax". La verdad, por horrorosa que sea, se impondrá finalmente.

Caja estúpida

La TV tiene "alma mayoritaria", en cuanto está formulada para "informar, entretener y educar", aunque el 80% de los habitantes del planeta nunca hayan podido encenderla. Es "profundamente demócrata", "se encuentra en todos los lugares del globo sin hacer distinción de razas, credos, género, etc". "Una ventana abierta al mundo", que presenta una mirada enmarcada en el mundo real que quieren hacernos ver. "El aquí y el ahora frente a los ojos del espectador", dejando la posibilidad del "descanso y la reflexión" durante la publicidad.

Mayoritaria, demócrata y abierta al mundo, la caja estúpida cumple cabalmente su labor. Impactan sus misiles, bombas incendiarias y racimo, al cerebro y en directo, desplegando la alienante red ideológica que ofrece "la única interpretación del conflicto".

Sin embargo, la Televisión árabe (Al Jazira), salió al camino, aportando puntos de vista distintos, y negándose a la censura que aceptó Occidente.

Las imágenes de los bombardeos: casas destruidas, civiles heridos, niños muriendo; las declaraciones de Osama Bin Laden y Al Qaeda; las masivas manifestaciones en su apoyo, y contra la intervención norteamericana, ¿Habrían aparecido en una TV mundial controlada por EE.UU.?

Esas imágenes nos muestran una pequeña ventana a un mundo que nos quisieron ocultar, y que simplemente desconocemos.

Por su parte, la TV española informa paso a paso las "repercusiones a nivel internacional", queriendo situar la problemática en nuestro país, aquejado por una recesión sin límites y por elevados índices de pobreza y cesantía.

Toda la TV hizo "encuestas callejeras" para sus noticiarios, matinales y reality shows, en las que el español medio e incluso niños, no hacían otra cosa que espetar argumentos repetidos hasta el cansancio.

La TV española, lejos de informar o generar un debate, se limita a reafirmar la idea de la confrontación entre buenos y malos, proveniente de la cabeza política de EE.UU. Pero no es menos cierto que cierta mesura acrítica fue ganando terreno, y se escucharon frases como: "no es el tiempo de la venganza", "se debe exigir la entrega del culpable, Osama Bin Laden", "se debe acabar con el terrorismo", "España debe estar al lado del mundo occidental", "los terroristas no tienen derechos". Nadie repara que EE.UU. es el principal protector y promotor del terrorismo, que no se han entregado pruebas contra Bin Laden en ningún tribunal internacional, que las bombas ya han destruido escuelas, hospitales, barrios residenciales, un puesto de la Cruz Roja y otro de una ONG vinculada a la ONU, etc, etc.

Después de unos días y las primeras reacciones, la TV internacional, y la nuestra, se abocó a la tarea de recordar que "los musulmanes son también seres humanos", que "Afganistán es uno de los países más pobres del mundo" y que, "en definitiva, EE.UU. no pretende desaparecer a todo el mundo islámico". Parece una cruel ironía, más que nua reflexión inteligente.

Los bombardeos contra miles de civiles en Afganistán son una penosa realidad trasmitida "vía satélite". La TV -"el artefacto más democrático en la historia de la Humanidad"- continúa su ardua labor catequizadora, impartiendo el evangelio del poder, alineada y alienando.

Mientras todo ocurre en directo, un importante porcentaje de la humanidad mira a los heridos y muertos sin poder intervenir en la vorágine noticiosa de la guerra y su dolor intraducible. Aquí no es posible cambiar de canal.

TELEVISIÓN Y PATRIOTISMO

PATRIOTISMO Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Las televisiones norteamericanas imponen el patriotismo a la libertad de expresión. Sólo la cadena Al Jezira seguirá emitiendo de “forma profesional” sin censurar a Bin Laden. Las cinco grandes cadenas de televisión estadounidenses no emitirán imágenes en directo de portavoces de Al Qaeda ni vídeos con sus mensajes. El acuerdo no tiene precedentes y a él se ha sumado el magnate Rupert Murdoch.

Han decidido poner entre paréntesis la primera enmienda de la Costitución de los Estados Unidos y han aceptado una recomendación del Gobierno para no emitir vídeos sin editar o imágenes en directo de los portavoces de Al Qaeda.

Por el contrario, la cadena de televisión Al Jezira, que tiene sede en Qatar y que emite vía satélite para todo el mundo árabe, ha hecho saber a los Estados Unidos que “seguirá haciendo su trabajo de forma profesional” invocando la libertad de expresión que defiende Occidente y que, por tanto, no censurará los vídeos de Bin Laden. Sorpresivamente, de la misma manera han reaccionado las cadenas de televisión italianas. La BBC, por su parte, emitió íntegro el discurso de Bin Laden.

Los directores de informativos de CNN, ABC, NBC, CBS y Fox han aceptado por patriotismo, porque la situación no tiene precendentes y por considerar que la seguridad de los americanos está amenazada. Condolezza Rice, consejera del presidente Bush, les convenció diciéndoles que las imágenes de Osama Bin Laden llamando a la guerra santa “contra los judíos y los cruzados” incita a los radicales islámicos a cometer más atentados. También temen que los vídeos lleven señales en clave para los terroristas.

La Casa Blanca desea que la prensa escrita tampoco reproduzca íntegramente los mensajes de Al Qaeda. The New York Times reaccionó a esta sugerencia con un duro editorial. Cree que la autocensura puede evitar el debate sobre la campaña y asegura que sin debate el apoyo público disminuye y sin éste es imposible hacer una guerra, como quedó claro en Vietnam.

LA GUERRA DE LA INFORMACIÓN

La ola de patriotismo, las apelaciones a la unidad y el control gubernamental dificultan el trabajo de los periodistas.

Peter Jennings, uno de los periodistas televisivos con más fama en los Estados Unidos, estaba desolado el 12 de septiembre. Por primera vez en sus 61 años de vida ha recibido más de 10.000 llamadas, amenazas e insultos por haberse atrevido a preguntar en las primeras horas tras el atentado del 11 de septiembre, dónde estaba el presidente de los Estados Unidos. Jennings aquel día hizo un trabajo excepcional al frente del programa informativo de la ABC, pero su breve comentario fue interpretado como una falta de patriotismo. Cómo lograr que la oleada patriótica que siente los Estados Unidos no perjudique la calidad de su trabajo es una de las principales preocupaciones de los periodistas.

Hay que prepararse además para un conflicto que, según admiten algunas fuentes militares, van a ir acompañado de una guerra informativa de gran intesidad, es decir, de grandes mentiras y desinformaciones. Muchos piensan que esta nueva y extraña guerra contra el terrorismo va a ser peor en algunos aspectos que la Guerra del Golfo.

Prensa y televisión, en general, han hecho estos días un duro trabajo de calidad, autorregulándose para evitar las imágenes más terribles y los enfoques más sensacionalistas. Las principales cadenas de televisión y diarios nacionales marcaron el camino de casi todos los medios de comunicación del país renunciando a difundir escenas de personas saltando por las ventanas de las Torres Gemelas de Nueva York o los cadáveres de las víctimas localizadas. Incluso se han mostrado muy prudentes con los varios centenares de funerales y entierros que tuvieron lugar en los días inmediatos a los atentados.

La cadena ABC fue la primera que decidió no volver a difundir, salvo casos excepcionales, imágenes de los aviones secuestrados chocando contra las torres, pero Fox y otras compañías se unieron a las pocas horas. Muy notable ha sido también la rapidez con que la prensa, radio y televisión lanzaron una campaña de información sobre los musulmanes norteamericanos, que ha ayudado, sin duda, a suavizar las reacciones racistas contra ellos.

La palabra clave durante esas semana fue la de unidad, una idea promovida también en las apariciones públicas del presidente Bush y de casi todos los miembros de su Administración. “Sería terrible que, al mismo tiempo que pedimos ayuda a los países islámicos, los musulmanes norteamericanos fueran agredidos”, explicó un portavoz del Departamento de Estado.

Desde el primer momento, los grandes medios y cadenas aceptaron también voluntariamente cierto control sobre informaciones “delicadas”. El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, convocó una reunión en su despacho con los responsables de estos medios para pedirles que no informaran sobre viajes o comparecencias públicas del presidente Bush o del vicepresidente Chaney, nada que pudiera afectar a la seguridad de la Casa Blanca y nada sobre los métodos o detalles de los servicios de espionaje.

La sensibilidad y el respeto por las víctimas y sus familiares han sido bien recibidas por la opinión pública, que era últimamente muy crítica. Según el Pew Research Center, especializado en análisis de los medios de comunicación, nueve de cada diez encuestados consideran bueno o muy bueno el trabajo periodístico de los profesionales. La cobertura contínua más larga de la historia fue seguida el día 11, según Nielsen Research Media (más que las pasadas elecciones, caso diez millones menos de los que vieron la final de la Superbowl). Durante los días siguientes, la atención cayó hasta unos 55 millones de media, probablemente más por agotamiento que porque recurrieran a otros medios para informarse.

Tom Goldstein, decano de la facultad de Periodismo de Columbia, estima también que ha aumentado la confianza de los ciudadanos en los medios de comunicación, pero se siente inquieto por el desarrollo de los últimos acontecimientos. El caso de Peter Jennings ha despertado alguna inquietud; tampoco gustó su comentario de que hablar de la Biblia (Bush se refirió a varios salmos en sus primeras intervenciones) era “muy apropiado para los norteamericanos”. Algunos han interpretado que Jennings comparaba la costumbre de los políticos de acudir a Dios y a la Biblia con las contínuas alusiones a Alá que se producen en el otro lado. En defensa del periodista ha salido incluso el Media Research Center, un organismo bastante conservador que considera que “sus comentarios han sido distorsionados y como consecuencia de ello está recibiendo llamadas espantosas, injustas”.

El hecho de que los presentadores de televisión de muchas cadenas aparecieran en pantalla con insignias o lazos de la bandera norteamericana ha sido motivo también de discusión. El director de Informativos del canal 12, Pat Dolan, pidió a sus periodistas que no hicieran gala de tanto patriotismo en beneficio de la objetividad de sus informativos, y la cadena ABC también aconsejó prescindir del símbolo nacional por excelencia. “Los periodistas deben parecer tan objetivos como sea posible, especialmente en momentos de crisis nacional”, explicó el portavoz de la cadena, Jeffrey Schneider. Se trata, sin embargo, de excepciones, porque la inmensa mayoría lució con normalidad la bandera.

El problema de cómo combinar patriotismo e información se acentuó sin duda en las semanas siguientes, según se desarrollaron los acontecimientos. “Ésta es la guerra de información más intensa que podemos concebir. Seguro que ellos van a mentir y que nosotros vamos a mentir”, explicó con toda naturalidad un oficial del ejército americano al exdefensor del lector de The Washington Post, Howard Kurtz.

Desde el punto de vista de la información de que dispondrán los ciudadanos, tanto norteamericanos como los del resto del mundo, el conflicto que se prepara será muy probablemente del mismo tipo que la Guerra del Golfo. Los medios de comunicación tendrán acceso muy limitado, y controlado, a los escenarios de enfrentamiento. Si la Guerra del Golfo fue el reino del pool, es decir, del pequeño grupo de periodistas acompañado y controlado por militares especializados en esa tarea, un conflicto como el actual reúne todavía peores condiciones para el trabajo independiente y para el acceso directo a las fuentes. En primer lugar, porque el primer escenario de choque será Afganistán, un remoto país, y en segundo lugar, porque están previstas operaciones de comandos y una intensa labor de espionaje en todo el mundo.

La dificultad para conseguir información es ya muy evidente, y algunos periodistas han expresado sus quejas porque el Departamento de Justicia, por ejemplo, no quiso decir en su momento cuántas víctimas reales había a consecuencia de los atentados, y cuántos había detenidos, y así una larga lista de interrogantes.

El presidente Bush se ha adelantado ya a esas primeras quejas: “Procuramos que tengan información, pero esta será una guerra con muchas operaciones secretas y, como comprenderán, no se pondrán a la vista”.

POCO SENTIDO CRÍTICO DE LOS PERIODISTAS. ANALÍSIS DE FAIR.

La devastación del atentado del WTC sepulta también el sentido crítico de la prensa y la televisión estadounidense, y pone aprueba su liderazgo mundial en libertad e independencia. Promociones musicales marciales, gráficos militaristas, contertulios incendiarios... Los telediarios jalena la guerra con descaro. La unidad patriótica informativa trata de evitar que el debate abra grietas.

“Pocos o ninguno de los grandes telediarios nacionales y cadenas informativas se plantean una alternativa a la represalia militar. Todos repiten el mensaje de que el ataque terrorista tiene su origen en el odio a los valores americanos. Nadie analiza el orígen político y social de la violencia islámica”, dice Jim Naureckas, de FAIR (Justicia y Objetividad en la Información).

Esta organizacióm ha realizado un estudio crítico de la fiebre patriótica que ha conquistado las redacciones de periódicos y televisiones de todo el país.

“Los medios están obviando las consecuencias que tendrá la guerra para la población civil”, denuncia FAIR. “En Nueva York, donde hemos recibido de lleno el impacto de la violencia, los grupos pacifistas son numerosos. Aquí la violencia no ha sido una abstracción, pero los medios nacionales lo ven quizás como una ficción y no reflejan las voces de los propios interesados”, asegura Naureckas

Algunos periodista han llegado a pedir la muerte de los civiles afganos. “Se trata de un país primitivo. Los alemanes fueron responsables por Hitler. Si no se levantan contra los talibán... deben morir de hambre. Punto”, dijo abiertamente en su programa Bill O'Really, el presentador estrella de FoxNews, propiedad de Rupert Murdoch.

O'Really siempre ha sido un periodista incendiario y provocador. Lo alarmante es que, desde que FoxNews disfruta de un enorme éxito y O'Really es el presentador mejor pagado del país, ambos se han convertido también en la envidia y modelo de otros canales.

A pesar de todo, en FAIR están sorprendidos de forma positiva por la respuesta del público. Pese a su visión crítica, sus correos electrónicos no se han llenado de mensajes con amenazas e insultos. “La gente nos agradece nuestro trabajo. Creo que el público ha buscado gracias a Internet otras fuentes de información y está más abierta al debate que los medios tradicionales”, explica Naureckas.

TV Y PATRIOTISMO. ALGUNAS CONSIDERACIONES.

La impura verdad

Del mismo modo en que la realidad no es la realidad. Hasta antes de la televisión había muchas verdades, pero una sola realidad. Los telediarios han acabado para siempre con esa idea: los telediarios no sólo manipulan y acomodan la verdad sino que la ofrecen como realidad alternativa. Los noticieros son la realidad filtrada por el colador del espectáculo o, lo que es lo mismo, la falsedad. Nosotros sabemos de eso. A nosotros se nos informó que "estamos ganando" y que "la casa está en orden". De eso trata el libro de Postman y Powers, Cómo mirar noticieros: de que ver no implica necesariamente creer, porque se ve cada cosa adentro de un televisor... Ahora se ve, por ejemplo, a un grupo de palestinos festejando el derrumbe de las torres. Agitan la bandera iraquí, lo que no deja de ser sospechoso. Enseguida, un televidente advierte que recuerda esas mismas y exactas imágenes de aquello que se llamó Tormenta del Desierto. Alguien pega el grito. La CNN pide disculpas, explica un poco lo inexplicable y el noticiero continúa. Y Postman y Powers advierten una y otra vez que no es casual que a los noticieros se les diga news show en USA y que la palabra clave no es news sino show: la noticia más como espectáculo que como información y, bueno, si la cosa no funciona dramáticamente, ya se nos ocurrirá algo. No es casual que la figura del newsman como personaje de película haya ido deteriorándose a lo largo de los años: del espíritu combativo y de denuncia de Jane Fonda en Síndrome de China durante los 70 (esa década en la que los periodistas volteaban presidentes) pasamos por los cínicos 80 de William Hurt en Detrás de las noticias hasta llegar a los directamente falsificantes y manipuladores 90 donde Dustin Hoffman y Robert De Niro no se detenían a la hora de inventar una guerra para salvar a su presidente caliente en Mentiras que matan.

Una cosa está clara: los informativos de televisión son, comparativamente, la "verdad" compitiendo contra la "ficción" de los otros programas, que puede llamarse Los expedientes X. Pero la verdad no está necesariamente ahí adentro de un show de noticias. Cuesta menos producir un telediario que un capítulo de cualquier serie de éxito porque, claro, se supone, la materia prima de un informativo es gratis. ¿Por qué no entonces hacer que un noticiero se parezca lo más posible a una serie? En eso estamos.

La vida irreal

De ahí entonces que informativo ofrezca lo que pasó pasado en limpio o en sucio, lo que más y mejor convenga. La mirada de un noticiero no es puro documento sino una versión producida de la realidad para convertirla en algo atractivo, interesante, divertido. Estos últimos tres adjetivos pueden parecer un poco fuera de lugar al tener que ser compaginados con imágenes y sonidos de aviones kamikaze sobre rascacielos financistas, pero no. Es lo mismo. A la hora de responder a la teóricamente sencilla pregunta de "¿Qué es una noticia?", Postman y Powers lo hacen dando círculos cada vez más cerrados: a) una noticia es algo importante que ha ocurrido durante el día; b) una noticia es algo interesante e importante que ha ocurrido durante el día; c) una noticia es algo divertido, interesante e importante que ha ocurrido durante el día, antes de reconocer que, a esta altura del programa, ya no saben lo que es una noticia porque lo que es noticia para algunos no lo es para otros, etcétera. Y tal vez: d) una noticia no sea más que aquello que un director de noticiero considera que es noticia. Una noticia como la del atentado en NY -una noticia para todos- es, sí, una de esas noticias que ponen bien claro, según Postman y Powers, las reglas a seguir a la hora de ver y observar y mirar de cerca un noticiero de televisión.

Seguiremos desinformando

El auge de los noticieros televisivos y de las cadenas de noticias son la mejor prueba a la hora de defender la existencia de diarios y periódicos. La lentitud de un periódico frente al vértigo de un noticiero nos acerca a la información de manera más lenta pero que, también, permite espacio para la reflexión y el análisis. Los noticieros -instantáneos y compitiendo con otros- sucumben a la carrera por decirlo antes que nadie y así se comenten excesos y errores como los de las pasadas elecciones norteamericanas o lo ocurrido durante las primeras horas en directo del 11 de septiembre: aviones que desaparecían, bombas que estallaban, detenciones inexistentes, sobrevivientes a los que nadie había visto y cifras ascendentes o descendentes: muertos, desaparecidos, terroristas, tiempo que se demorará en limpiar de escombros la zona, dinero necesario para la reconstrucción del Pentágono. Sube y baja y la supuestamente alabable "decisión ética y caballerosa" de las cadenas de televisión norteamericanas a la hora de no mostrar "las escenas más estremecedoras", cuando eso no parece molestar demasiado a la hora de un terremoto turco o el incendio de una escuela en un villorrio africano o un bombardeo balcánico. Si es lejos, no jode. Y si nos pegan, ¿para qué mostrar el ojo en compota cuando se puede mostrar a una niña agitando banderita con barras y estrellas? Tachar la palabra muerte con la palabra patria. A esta compulsión y reflejo se refería el especialista Romá Gubern cuando escribió: "Es sabido a este respecto que la presencia reiterada de la muerte en las telepantallas durante la Guerra de Vietnam -la televisión en color permitió discriminar por fin la sangre del barro- provocó el desasosiego colectivo que obligó a la retirada de las tropas estadounidenses. Por eso la Guerra del Golfo, la primera guerra televisada en directo de la historia, fue aseptizada por la censura militar y, en contraste con su hiperinflación mediática, se extirpó de su puesta en escena el dramatismo y la muerte. Ahora, las estrategias comunicativas del buque insignia CNN -y toda la escuadrilla audiovisual que le sigue- ha optado por una visión soft de la tragedia que Estados Unidos ha vivido. Porque una cosa es la realidad y otra muy distinta su representación mediática". "En Afganistán, una respuesta militar que pueda mostrarse por televisión no es posible", advirtió Frances Vendrell, jefe de la misión de la ONU en ese país que sólo pudo ser conquistado por Gengis Khan hace muchos, muchos años.

Algo está muy claro: las guerras norteamericanas deben librarse fuera de los Estados Unidos, y allá vamos y síganme los buenos. Algo está más claro todavía: los informativos de televisión norteamericanos son norteamericanos y están hechos para consumo y tranquilidad de norteamericanos y -ante un hecho como el de la catástrofe del World Trade Center & Co.- no es que el resto del mundo deje de existir (eso ocurre todo los días en USA) sino que se descubre que el resto del mundo no es otra cosa que parte de losEstados Unidos, los suburbios, los barrios bajos. Y, se sabe, los Estados Unidos no pueden ser sino el bueno de la película.

TELEVISIÓN Y PRENSA: UN ÚNICO MENSAJE.

OPINIÓN DE LA PRENSA ESTADOUNIDENSE

Los diarios más influyentes del mundo recurrieron al bombardeo japonés de Pearl Harbor, en 1941, para analizar las causas y las consecuencias del ataque contra los Esatdos Unidos.

La mayor parte de los diarios estadounidenses y del mundo incluyeron análisis de las causas, de las repercusiones ecónomicas y de la previsible reacción de los Estados Unidos a los ataques del 11 de septimbre.

The Wall Street Journal: El editorial principal, Un Pearl Harbor terrorista, apoya el mensaje de Bush pero critica su campaña en Oriente Próximo: “El enfoque estadounidense, y todavía más el europeo, ha consistido en mostrarse imparcial ante los terroristas y sus víctimas, ante nuestros amigos y nuestros enemigos”. Daniel Pipes, director de Fórum para Oriente Medio, expone los cuatro errores del gobierno de Estados Unidos que facilitaron el éxito de los ataques: “Considerar que el terrorista es un simple acto criminal, confiar en exceso en el espionaje electrónico sin poner atención a la necesidad de aprender idiomas y diferencias culturales, no entender la mentalidad de odio hacia América, y el desconocimiento de la infraestructura terrorista en Estados Unidos”.

La “biblia” de los mercados financieros, con su World Financial Center, compara los atentados con los hechos de Pearl Harbor, en 1941, y con la cimera de Munich, en 1938: “El mundo es un lugar difernte después de la masacre, conforme cambió también después de Pearl harbor (...) La comparación es procedente a causa del nuevo tipo de guerra que ha sido declarada contra las democracias del mundo. Y de la misma manera que Munich (donde las democracias europeas permitieron que Hitler anexionara los sudetes checoslovacos para evitar, de manera efímera, la guerra mundial) condujo a la segunda guerra mundial, los intentos de comprar la paz en e Próximo Oriente están detrás de este ataque”.

Para el Wall Street Journal, “las democracias han sido blandas con grupos como el IRA o la OAP (...) La historia se repite, pero con diferentes difraces, y la nueva generación de líderes deben aprender la lección de Chamberlain (primer ministro británico en 1938) y Munich”.

“Ninguna potencia puede permitir que se asesine a sus ciudadanos en el transcurrir normal de sus vidas” y es por este motivo que “todos los países (...) tienen la obligación de declarar en qué lado están en lo que al uso de la violencia respecta, y ser tratados, en consecuencia, duramente, si escogen el bando equivocado”.

The Washington Post: William S. Cohen, secretario de Defensa con la última Administración de Clinton, expone que la magnitud del atentado requiere de la cooperación inernacional para que pueda ser comabtido con efectividad y lanza una sutil amenaza al instigador y a los países que se ofrezcan a acogerlo :”América tiene buena memoria, y su capacidad de alcance es todavía mejor”.

El artículo Destruir la Red de Henry Kissinger explica que la perfecta sincronización de los ataques pone de manifiesto la complejidad de una organización terrorista que, por tanto, “debe ser combatida de manera distinta, con un ataque al sistema que la ha originado”.

El diario que en los años 70 destapó el escándalo Watergate opina que “con sobriedad y determinación, la Nación debe prepararse para luchar en la primera guerra mundial del siglo, la que empezará una vez se castigue a los autores de la masacre, pero que debe continuar hasta que los apoyos a los terroristas sean eliminados y se refuercen las defensas del país contra esta batalla para nada convencional”. Y para conseguirlo, advierte que “ los norteamericanos tendrán que hacer los sacrificios que un estado de guerra requiere, como aceptar el sufrimiento de molestias en los edificios públicos” como causa de las medidas de seguridad.

Para el Post los EEUU “tiene que buscar una alianza internacional para (...) eliminar toda ayuda (...) a los terroristas (...) Y si es necesario, debe actuar en solitario. No hay, por ahora, otro objetivo más importante en materia de defensa”.

The New York Times: Los excelentes artículos de William Safire y de Anthony Lewis aparecen en las páginas de opinión de este diario.

En su editorial Un nuevo día de infamia , en recuerdo del calificativo dado por D. Roosvelt al taque japonés sobre Pearl Harbor en 1941, el diario neoyorquino se pregunta “por qué, con 30.000 millones dólares de presupuesto anual (más de cinco billones de pesetas) el FBI, la CIA y la Agencia Nacional de seguridad no pudieron prevenir este ataque tan coordinado en las dos ciudades?”.

Y sigue con otro editorial, La Defensa Nacional: “La CIA a conseguido algunas pequeñas victorias contra el terrorismo (...); nadie sugiere que se trate de una tarea fácil o barata, pero con 30.000 millones de dólares la Nación debería saber más de las redes y de sus planes. Si es necesario invertir más dinero en estos esfuerzos, El Congreso los ha de proveer”. Y remata: “ Cuando todo lo que necesitan los terroristas para abatir las Torres Gemelas los terroristas son unos billetes de avión de Boston a Los Angeles parece razonable preguntarse, otra vez, por qué un escudo antimisiles es la primera prioridad de Washington”.

Para el Times, el presidente George W. Bush “tiene que equilibrar el incremento de la seguridad en el país con los derechos constitucionales, en especial con los de los norteamericanos islámicos, que ahora pueden ser objeto de xenofobia”.

Chicago Tribune: Este diario afirma en su editorial que los Estados Unidos “ han escogido su forma de vida, aceptamos ser vulnerables a cambio de la libertad, preferimos la justicia antes que la venganza”

Los Angeles Times: esta publicación opta por el discurso patriótico. “Habrá especulaciones y denuncias (...) durante los próximos días. Pero más allá de éstas, debe destacar, y destacará, esta resolución democrática tan familiar a todos los norteamericanos y a sus aliados, y que tan ofensiva resulta para los enemigos de nuestra Nación”. Es decir, como reza el lema constitucional, “E pluribus unum”, de la pluralidad, la unidad.

USA Today: El primer diario norteamericano de difusión nacional afirma que “con la caída de las Torres Gemelas, además de las innombrables víctimas, se ha perdido el sentido de la libertad y de la seguridad” que hasta ese momento conocían todos los americanos. Para USA Today, “cuando se acabe el duelo, las lágrimas se convertirán en ira, y de la manera en que América administre esta ira se definirá de qué manera vivirá América del Norte los próximos años”.

También recalcan que “los terroristas, si se confirma que son extranjeros, han cometido un acto de guerra” a lo que añaden que “sería bueno creer que no volverán a atacar de una manera tan brutal como lo hicieron el martes, y con nuevos tipos de armas, en plena proliferación de los arsenales bilógicos, químicos y nucleares”.

La solución, para el editorialista, ha de ser “no sólo militar: unirse a los países aliados, así como a otras grandes naciones en una alianza mundial para entablar una guerra contra el terrorismo. Todos los gobiernos tienen que saber que sus ciudades son tan vulnerables como las nuestras”.

The Guardian: En un artículo que intenta demostrar cómo la realidad supera en ocasiones la ficción, el novelista Ian McEwan le da un consejo a los Estados Unidos: “Respira hondo, América, manténte tranquila, y mantén el control”.

OPINIÓN DE LA PRENSA EUROPEA

Desde el otro lado del Atlántico no se ha visto este atentado como una cosa alejada o remota. Conscientes de que los EEUU encarnan todo lo que es bueno, y lo que es malo, de las sociedades occidentales, la solidaridad al amigo americano ha llenado las páginas de opinión de los diarios europeos. Algunos diarios esgriman, además, otros ejemplos de terrorismo más próximos, para explicar esta solidaridad.

The Times: El edtorial del Times de Londres llevó el agua terrorista a su molino: “El objetivo no tiene que ser sólo castigar la acción del martes sino suprimir la amenaza. La respuesta, como sabe la Gran Bretaña después de una larga experiencia con Irlanda del Norte (...), es que no hay una acción singular que extermine todos estos enemigos invisibles. Los conocimientos adquiridos por esta red terrorista (...) requerirán un cambio de mentalidad en cada aspecto de la seguridad civil y militar”

Para el dirio insignia de la prensa británica, “Los EEUU tienen que ir con ciudado con sus acciones militares (...) no sólo para no equivocarse de enemigo sino para no complicar más las cosas. Es trascendental evitar cualquier acción que haga más difícil la vida de los árabes más ben moderados (...) como el del eipcio Hosni Mubarak, o el rey jordano Adul.la”. Con todo, no duda en afirmar que “los EEUU, sus aliados y el mundo civilizado están en guerra con el enemigo, si bien no declarado, tan organizado y despiadado como nunca un estado moderno ha afrontado. Ha sido un ataque contra la sociedad liberal, pensado para forzar a todas las naciones a una transformación en estados de alta seguridad”.

The Times insta a sacar consecuencias: “Occidente se debe plantear lo que pasarña después de los funerales por las víctimas. Desde los aeropuertos hasta las embajadas o los campos de petróleo, se recordará contínuamente este día horrible durante muchos años. El impacto sobre la mentalidad norteamericana, y sobre el concepto que los norteamericanos tiene de ellos mismos y de sus obligaciones es todavía incalculable. Las nuevas verdades del nuevo mundo aún se tienen que escribir”.

Corriere della Sera: El diario milanés titula su especial Ataque contra la civilización. Sergio Romano pasa revista en su artículo La potencia invulnerable a la historia de los Estados Unidos para concluir que se trata de un gigante con los pies de barro: “Ésta América sbae hoy que su extraordinario arsenal militar y su refinado sistema de espionaje electrónico no son suficientes para defenderla de la insidia del enemigo. Ningún presidente de los Estados Unidos podrá ignorar, de ahora en adelante, el sentimiento y el temor”.

Libération: Tomando como punto de referencia el efecto Pearl Harbor y la respuesta de Estados Unidos entonces, el diario francés afirma que de Bush depende “la capacidad americana para movilizar o no una auténtica solidaridad internacional contra el cáncer del terrorismo”

Izvestia: Tras mostrar su solidaridad sin fisuras con Estados Unidos, Izvestia hace autocrítica de la política exterior rusa y advierte que el país debería revisar sus relaciones con Irak, Irán, Libia y Siria. Por otra parte, el atentado del fatídico martes justifica las acciones contra los chechenos que Putin siempre ha considerado “ofensivas terroristas”. Por último, el periódico critica a la CIA por haber descuidado los métodos tradicionales de esionaje y por haber sucumbido a la fascinación de los sistemas informáticos.

Le Monde: El rotativo parisino titula su editorial con un kennediano Todos somos americanos. Para Le Monde “ el 11 de septiembre de 2001 marca el principio de una nueva era que (...) está lejos de las promesas y esperanzas de otro día histórico, el 9 de noviembre de 1989, y de una año, el 2000, en el que la euforia nos hizo creer que se podría llegar a la paz en Oriente Medio”.

La realidad indica sin embargo otra situación, “con un mundo sin contrapesos, físicamente desestabilizado y, por tanto, peligroso, basado en un equilibrio multipolar. Y los Estados Unidos, en la soledad de su prosperidad, padecen la ausencia del contra-modelo soviético (...) En el mundo actual existe una nueva barbárie, aparentemente sin control, que lucha por erigirse como un contrapoder”.

El diario Le Monde no obstante, no ahorra críticas hacia los EEUU. “La realidad dicta también unos EEUU que están atrapados en su propio cinismo, si Osama Bin Laden es realmente el que ordenó los atentados (...) no se puede dejar de recordar que fue entrenado por la propia CIA y que fue utilizado por los EEUU en la Guerra Fría contra la URSS”.

OPINIÓN DE LA PRENSA ARABE

En su particular partida de Risk, el popular juego de mesa que enfrenta a jugadores obsesionados con atacar países y continentes, Estados Unidos cuenta en la prensa árabe con un ambiguo comodín.

A excepción de los diarios iraquíes como Babil, dirigido por Uday, hijo mayor de Sadam Hussein, que ha calificado el bombardeo de “ataque terrorista organizado”, la tendencia principal de la opinión públia se ha limitado, como mucho, a advertir sobre las consecuencias no deseables de la respuesta armada, pero sin condenar que éste se haya producido.

El jordano Al-Dostour expresaba el temor de que “los planes militares implique a áreas fuera de las frontera de Afganistán y que se ataque a países árabes y musulmanes que aparecen en la lista de terroristas del Departamento de Estado estadounidense”, en clara referencia a Irak y Sudán.

Los más comprensivos, incluso complacidos, han sido los periódicos del Golfo Pérsico, Axí, Al-Ithalad, uno de los diarios oficiales de los Emiratos Árabes, que afirmaba ayer: “la comunidad internacional se ha percatado de que ya era hora de erradicar el terrorismo, golpear sus herramientas, secar sus fuentes de finanzas y poner fin a su era”.

El mismo medio culpaba al régimen talibán de lo sucedido por su negativa a entregar a Bin Laden. “Se hicieron advertencias y se ofrecieron consejos a los que prestaron oídos sordos, oídos que solamente escucharon el eco de la ideas extremistas (...) la única opción que quedaba era devolver el golpe a los promotores de los terroristas, aniquilarlos para dejar vivir en paz a la gente del mundo”.

The Jordan Times enlaza el ataque a Afganistán con los planes recién descubiertos de un grupo terrorista vinculado a Bin Laden que quiso atentar contra la familia real jordana: “¿Acabará finalmente el mundo y la equivocada opinión pública internacional por ver que los árabes y musulmanes son objetivos de los terroristas? ¿Entenderán los gobiernos que como los del rey Abdalá la semana pasada, paz, moderación y equilibrio, siempre han sido objetivos terroristas, independientemente de si estos valores se dirigen hacia el Norte, Sur, Este u Oeste?”.

Más provocador se muestra el columnista Amin Sabooni, columnista oficial del Iran Daily, quien, tras echar en cara a los dirigentes estaounidenses que “se han acostumbrado a dar por hechas muchas cosas”, en alusión a la falta de explicaciones sobre la evidencia que tienen sobre Bin Laden, advierte que “la premisa fundamental de la nueva preocupación en los nuevos círculos políticos, ecónomicos y de seguridad en todos los continentes es que Estados Unidos pueda extralimitarse peligrosamente y convertir una causa justa en una cruzada contraproducente”.

Uno de los diarios más críticos es el libanés The Daily Star, que anima a Estados Unidos a “arrebatar a Bin Laden el apoyo moral que pueda recibir por parte del mundo islámico y árabe al pretender compartir las preocupaciones de la gente normal”.

El diario enumera algunas razones en que en algunos sectores de la prensa árabe radical considera desencadenantes de los atentados de Nueva York y Washington: “Uno no tiene que ser extremista para consternarse de las condiciones de vida del pueblo iraquí tras las estrictas sanciones de la ONU; uno no tiene que ser terrorista para encolerizarse por lo que Israel roba en los territorios ocupados cada día de cada mes de cada año desde 1967, y uno no tiene por qué ser militante para indignarse cuando Israel despliega su ofensiva en Cisjordania y Gaza lo hace con aviones, bombas, misiles y armas fabricadas en EEUU”, añade el diario.

“Justifica todo eso la matanza de los civiles? No. Pero le plantea a Washington el desafío de demostrarle a Bin Laden que está equivocado”. El editorial enfatiza que la solución pasa por resolver el conflicto palestino-israelí. “Incluso si los estadounidenses tiene suerte y Bin Laden resulta muerto en los bombardeos aéreos, éste habrá ganado de alguna manera una victoria si éstas y otras cuestiones quedan pendientes (...) Entonces, nadie querrá acordarse de Bin Laden, y mucho menos apoyarle”.

LA GUERRA: UN ESPECTÁCULO SIN MUERTOS.

RESPONSABILIDAD DE LAS TVs ANTE LA CIUDADANÍA

Las imágenes de televisión están limpias de sangre y de vísceras. Ciento noventa cadáveres extraídos de los escombros y decenas de vidas luchando en los hospitales. Y ni un plano. Los insaciables objetivos de las cámaras de las televisiones estadounidenses se han impuesto quizás un luctuoso fundido a negro cuando se trata de las víctimas de los atentados. ¿Censura? No hay ningún elemento que justifique esta teoría conspirativa. Autocontrol y patriotismo, quizás, en mayor medida. Pero también ausencia de nada sustancial que rodar.

Los recuentos oficiales hablan de 190 cadáveres y de algunos trozos de cuerpo entre el acero calcinado de las Torres Gemelas. Sin embargo, en los periódicos apenas se han visto un par de bolsas anaranjadas con restos mortales.

En su lugar, conforme acrecientan los sones de guerra en Washington, las televisiones acentúan sus tonos patrióticos. Como en la Guerra del Golfo o en los bombardeos de Kosovo y Belgrado, la cadena CNN utiliza sintonías de inspiración militar para sus presentaciones. La proliferación de banderas e himnos es inversamente proporcional al desfile de muertos.

Tampoco es nada nuevo. Cuando se trata de circunstacias de crisis nacional, los responsables de los medios de comunicación estadounidenses siempre han estado ahí, hinchado el pecho. Sobre el terreno, las restricciones para los reporteros gráficos son parciales. La entrada de gráficos a la Ground Zero no fue permitida por el Ejército hasta la madrugada del miércoles. Testimonios sin confirmar relataban la retirada de cadáveres más visibles antes de esa hora, que fueron trasladados via ferry al Military Ocean Terminal, en New Jersey.

Las cámara de televisión pueden recorrer toda la montaña de 450.000 toneladas de escombros libremente. Tan sólo en algunas ocasiones son paralizadas por la policía. Los reporteros presentes creen en las razones de seguridad que les dan las fuerzas del orden.

El pudor se ha instalado en el centro de los corazones de los reporteros. “¿Para qué quieres verlas? No sería justo que la gente que aún no sabe que están muertos vean un cadáver que puedan identificar. Sería transformar la tragedia en un circo”, comentaba un cámara de la NBC.

La idea de que el desfile de cadáveres es mayor del que aseguran las autoridades es rechazada por los bomberos. “Te juro que sólo he visto 90. Y llevo desde el primer día. Sólo duermo tres horas”, insiste el bombero Mike Curly.

La prensa también ha rebajado los tonos rojos y amarillos ante las quejas de los miles de lectores. El primer día, las perturbadoras fotografías de gente saltando desde las Torres provocó una agria respuesta. El diario The New York Times y hasta la prensa tabloide han renunciado a dar más carnaza. Los objetivos no se paran ni siquiera sobre los camiones que portan las bolsas de cadáveres de la Zona Cero.

La forma de compensar la ausencia de dramatismo gráfico es peor aún asi cabe. Las lecciones del recuento electoral de Florida, en el que todos todos los medios se precipitaron en el ridículo, están olvidadas. El alcalde Giulani ha pedido más responsabilidad, especialmente a las televisiones, lanzadas a una feroz competencia. Noticias como el milagroso rescate de cinco bomberos, el hundimiento del rascacielos, o la nueva intentona terrorista en el aeropuesrto JFK fueron una vez más atentados contra la verdad cometidos en el prime time televisivo.

Las comparecencias de Rudolph Giulani con datos en la mano ante los periodistas, precisas y abundantes, no parecen suficientes para los responsables de las cadenas.

Los deseperados familiares, con las fotografías de sus seres queridos desparecidos en la mano, sí son explotados hasta el infinito por los medios de comunicación hasta la saciedad. Pasan de cámara en cámara, de set en set relatando su tragedia. Los de la lágrima fácil, que no son tantos, tienen preferencia. La carnaza no ha desaparecido, almenos la de los vivos.

EL PATRIOTISMO SE OFRECE COMO UN MEDICAMENTO CONTRA EL DOLOR

Los equipos de las cadenas de televisión se deleitaban con las imágenes porque la escena era pefecta para el consumo masivo: marineros que abrazaban a sus novias, padres que se despedían entre sollozos y un barco de guerra que se alejaba en el horizonte. Cuando el portaaviones Roosvelt zarpaba del puerto de Norkfolk (Virginia) , las televisiones encontraron por fin secuencias con las que romper la cadena visual que entremezclaba sin parar imágenes de atentados con el rostro de Bin Laden.

La marcha del Roosvelt proporcionó también los elementos emotivos del americanismo en estado puro. Cuando el barco se alejaba, la megafonía del puerto soltaba a todo volumen la canción New York, New York. Nadie consideraba de mal gusto aquella sugerencia vengativa; al contrario, los familares de los marineros parecían consolados al recordar el carácter quizá heroico del viaje que emprendía el ser querido. En EEUU, el patiotismo se ofrece como un medicamento contra el dolor.

En realidad, el viaje del Roosvelt al Mediterráneo estaba planificado de antemano, aunque ahora a nadie se le escapa que ese mar está más cerca de Afganistán que de Virginia. En todo caso, los 5.500 marineros y marines que formaban la tripulación del portaaviones parecían convencidos de que marchaban directos al combate: “Si eres terrorista, prepárate porque el Roosvelt va en camino”, decía un exaltado teniente de aviación de 28 años, John Lynch. Con un aire a los Top Gun, al lado de su F-14, Lynch miraba directamente a la cámara desafiando al terrorista en cuestión.

La ceremonía contó con un discurso no menos enfervorizado del secretario de Marina, Gordon England. “Hemos vuelto a comprender que la libertad y el estilo de vida americano no están siempre garantizados. Ha llegado el momento de destruir el terrorismo”, decía. Alguno no parecía compartir la opinión de la mayoría. “No se puede decir que me apetezca hacer este viaje. Pero estoy preparado. Y eso es lo único que consuela mi frustración”, decía el oficial Kyle Cunnishame. Y muchas lágrimas. Shelly Mills, de 29 años, acudió con sus dos hijos a despedir a su marido y dijo a la prensa local: “Dicen que los portaaviones son seguros, pero estrellaron dos aviones sobre los rascacielos. ¿Quién dice que no estrellarán aviones sobre la cubierta?”.

Las televisiones completaban el día con imágenes de campos de entrenamiento de unidades del ejército. Entre marineros que se despedían y soldados en acuartelamentos entrenándose, los medios de comunicación han encontrado el ardor guerrero que buscaban.

VUELVE EL INTERÉS POR LAS NOTICIA DURAS

Hace un mes, los ejecutivos de las principales cadenas de televisión norteamericanas habían llegado a la conclusión de que debían centrarse más en las noticias más "blandas", vinculadas al entretenimiento, la tecnología y la salud. La idea era que las noticias fueran inteligentes, pero también divertidas y fascinantes.

Pero los acontecimientos del 11 de setiembre los hicieron cambiar de opinión: las noticias "duras", incluso extranjeras, volvieron a ponerse de moda. Ahora resta ver si este nuevo interés del público se va a convertir en dinero en efectivo para financiar las coberturas extranjeras.
Ese es el punto candente que hoy se discute en los medios, especialmente en las cadenas de televisión, donde los ejecutivos responden a las críticas de que las noticias televisivas dejaron de lado las noticias extranjeras durante diez años y que, en consecuencia, no habían sabido transmitir la importancia de los acontecimientos en Oriente Medio más allá de los vinculados al enfrentamiento entre israelíes y palestinos. Esto, según este mismo razonamiento, hizo que la audiencia estuviera mal preparada para entender la dinámica que llevó a los atentados de Nueva York y Washington.
Algunos ejecutivos todavía se preguntan si la atención del país en la historia terrorista será de corto aliento. Sin embargo, están discutiendo si volver a darle un empujón a la cobertura en el exterior más allá de lo necesario para seguir los acontecimientos actuales.
Y el empujón tendrá que ser importante. Antes de los ataques, las noticias televisivas cada vez cubrían menos los asuntos internacionales. Según el informe Tyndall, que controla el contenido de las noticias televisivas, los corresponsales proveían solamente una tercera parte de la cobertura en los noticieros de la noche de ABC, CBS y NBC en 2000 que en 1989.
Las divisiones de noticias de las cadenas redujeron significativamente la cantidad de corresponsalías en el exterior y se basan, prácticamente, en los despachos de Londres. Por ejemplo, ABC News tenía 17 corresponsalías en el exterior hace 15 años. Hoy tiene 7.
En un artículo de opinión publicado por el diario Le Monde la semana pasada, el presidente de CNN International Networks, Chris Cramer, escribió que muchas de las cadenas habían negociado la cobertura internacional a cambio de un mejor rating. Dijo que esas cadenas habían "cometido el peor crimen del periodismo: no habían logrado que lo importante fuera interesante". Los ejecutivos de noticias de las cadenas se defienden. Pero reconocen que la cobertura en el exterior se había reducido considerablemente en los últimos años.
Las razones que dan son varias y van desde el fin de la Guerra Fría, la economía más despiadada de la televisión y la creencia entre los ejecutivos de televisión de que a los adultos jóvenes les interesan más los programas de salud que las sutilezas de la diplomacia en Oriente Medio.
Andrew Tyndall, editor del informe Tyndall, dijo que la cobertura internacional se redujo cuando Bill Clinton asumió la presidencia. Al reducir la actividad militar en el exterior les dio más motivos a las cadenas para retirar sus operaciones internacionales. Además, las noticias internacionales, al parecer, no encabezaban la lista de preferencias de los televidentes.
"Muchas cosas cambiaron en el mundo después del 11 de setiembre", dijo Jeff Fager, productor ejecutivo de 60 Minutos II en CBS. "La gente querrá saber más sobre cómo funciona el mundo, sobre qué pasa fuera de nuestras fronteras".

TV Y ESPECTÁCULO. ALGUNAS CONSIDERACIONES.

La cara oculta del horror

Los informativos de televisión de hace unos años en Vietnam celebraban el espectáculo de la muerte. Y la combinación de sangre y cadáveres acabó condicionando la opinión pública de los norteamericanos ante el conflicto. La Guerra del Golfo fue televisada bajo una atenta y estricta supervisión militar. Con la artificialidad de un juego de ordenador. De estas dos experiencias, y tras una larga tradición de cobertura informativa de tragedias, ha surgido una cultura periodísticareciente que ha procurado combinar la inmediatez con la espectacularidad informativa con el respeto a ls víctimas.

A principios de año, el Consell de l'Audiovisual de Catalunya elaboró un documento de recomendaciones sobre el tratamiento informativo. Para poderlo hacer contaron con la aportación de expertos y con las orientaciones de la BBC. Pero también, muy significativamente, con un considerable patrimonio de reflexiones éticas y de regulaciones procedentes de la tradición norteamericana.

Sobre todo los grandes medios de comunicación de referencia y las grandes cadenas de televisión han compartido estilo de tratamiento con muy poca diferencia entre ellas. Y eso lo hemos observado en los comentaristas de los medios americanos, europeos, y catalanes.

De hecho, también en Cataluña la cultura periodística ha avanzado mucho en los últimos años en este ámbito y las preocupaciones deontológicas han suscitado debates y pautas de autorregulación. Una información completa y rigurosa no necesita ejercicios de morbosidad ni efervescencias sensacionalistas. La precisón narrativa debe ser comparable con el respeto a la intimidad y a los derechos de las víctimas y de las audiencias.

Podemos considerar que las razones de este tipo de tratamiento televisivo del múltiple atentado, en los cuales ni se muestran cadáveres ni sangre, tienen que ver con la estrategia de comunicación que nunca muestra la cara más cruda del propio dolor. Que delante de las víctimas del sur, a menudo los códigos éticos se relajan y es más fácil que aparezcan escenas de sangre y vísceras. O que la atención que se ha prestado a las imágenes de estos días nacen más bien de la coincidencia entre el interés político por ocultar la terrible dimensión humana y descorazonadora del desastre y la dificultad del poderoso para presentarse a sí mismo como víctima.

Así pues, en la solución de la retransmisión en directo, en la reiteración a veces obsesiva de las secuencias, en la selección de imágenes de archivo y lo que llamamos la construcción informativa del acontecimiento, bajo unas condiciones de presión considerables, se podría reseguir la aspiración al buen periodismo. La voluntad de combatir con dignidad profesional el horro y la perplejidad.

Más allá del espectáculo bélico

El espectáculo debe seguir, the show must go on, que decía el ya difunto cantante de Queen, Freddy Mercury, y qué mejor instrumento que la televisión. El circo de imágenes que adormece conciencias y encubre verdades continúa, incorpora novedades para mantener la expectación. Tras dos meses de destrucción bélica, sin ningún criterio humanitario, se desarrolla el desenlace de una venganza dirigida por el gobierno prepotente de George Bush.

Aunque las personas receptoras del espectáculo reconozcan el enfoque de la manipulación, la aceptan pasivas. El Pentágono logra el resultado esperado: el silencio y la inmovilidad de la ciudadanía que observa como inevitable el irrespeto a la vida humana y como un mal necesario la subvención a ciertas fuerzas con tal de acabar con su enemigo principal.

Las maldades del terrorismo se han reproducido hasta el cansancio. La más difundida es el anuncio de una guerra química. La más reciente es una confesión grabada en video. A las risas del maldito, las balas se justifican. Próximamente habrá otra primicia, escenas en las que los buenos de esta historia presentarán el fin de los malos, cuyo fin celebra en una nota dirigida a este diario una persona que firma R. Nadalini; es "lo que se hace con un animal rabioso, hasta que se le destruye, deja de esparcir la enfermedad".

El gobierno de Estados Unidos está apoyando a militares afganos señalados de violadores de derechos humanos. Por ejemplo, Haji Muhammad Muhaqqiq, uno de los integrantes del gobierno de transición que asumirá el cargo el 22 de diciembre. Este personaje es uno de los líderes del Partido Islámico de la Unidad (Hezb-i Wahdat), cuyas fuerzas armadas fueron acusadas por la Cruz Roja de realizar ejecuciones masivas, torturas y secuestros, además de violar a mujeres. Asimismo, está respaldando a castrenses mujaidines, autonombrados "guerreros de dios", quienes en 1992, además de asesinar y violar cientos de afganas, secuestraron a otras para hacerlas esposas de sus soldados. De acuerdo a informes de Amnistía Internacional, algunas se suicidaron para dejar de ser esclavas sexuales.

La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA, por sus siglas en inglés) ha señalado en varias oportunidades que lo único que diferencia a los talibanes de los integrantes de la Alianza del Norte es la barba. Ambos ordenaron a las mujeres cubrirse de pies a cabeza, prohibieron la transmisión de música y destituyeron a conductoras de la televisión. "Estados Unidos tendría que haber aprendido ya lo que supone apoyar fundamentalistas: nada va a cambiar con el asesinato de Osama Bin Laden; surgirá otro fundamentalismo", manifestó una de sus representantes, Zoya Azdi, quien aseguró que la Alianza del Norte hace nueve años convirtió la Universidad de Kabul en un frente de guerra, "violó a nuestras madres y abuelas".

Ojalá y sirvan estos reportes para ampliar el marco de información del público receptor del espectáculo bélico estadounidense y acabar con la pasividad.

TELEVISIÓN Y CENSURA

WASHINGTON PRESIONA A LOS MEDIOS

El secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, acusó en su momento de «irresponsabilidad» a la cadena televisiva Al Jazira, de Qatar, por emitir información que en su opinión daña los intereses de Washington en la zona.

Powell afirmó que Al Jazira ha otorgado «un tiempo y una atención muy largas a ciertas declaraciones», en referencia a la emisión de los mensajes de Bin Laden y de otros miembros de Al Qaeda. La cadena televisiva ha sido hasta ahora el primer medio en distribuir imágenes sobre los efectos de los bombardeos, y Washington pretende impedir que se rompa la censura informativa.

En el mismo sentido se manifestó Ari Fleischer, portavoz de la Casa Blanca, quien aseguró que Al Qaeda utiliza los medios de comunicación internacionales para sus propios fines. En su opinión, «los mensajes de Osama Bin Laden son propaganda» o una forma de «enviar órdenes a sus seguidores».

Mientras tanto, la Consejera Nacional de Seguridad de EEUU, Condoleeza Rice, telefoneó a los principales medios de comunicación de su país para advertirles sobre la emisión de videos de Bin Laden y su organización. Poco después, la CNN emitió un comunidado en el que asegura que seguirá las directrices del gobierno de EEUU y no volverá a emitir videos de Bin Laden o Al Qaeda sin consultarlo antes con las autoridades.

Blair y la BBC

Las presiones a los medios de comunicación se han extendieron también a Europa. En Gran Bretaña, el gobierno criticó duramente la BBC por haber informado sobre la visita de Blair a Oriente Medio. Al parecer, la cadena se había comprometido con el ejecutivo en no informar sobre los planes del primer ministro.

Portavoces de la BBC pidieron disculpas a Downing Street y afirmaron que su cadena no será «la primera en romper directamente ningún embargo informativo sobre los planes de viaje del primer ministro».

EEUU: UNIFORMIDAD, CONTROL Y CENSURA EN LOS MEDIOS

En el contexto de la campaña internacional contra el terrorismo promovida por Washington, el Pentágono lleva a cabo una "guerra de información" que tiene preocupado a algunos sectores de la prensa estadunidense. Según el crítico de medios de The Washington Post, Howard Kurtz, hay una "creciente expectación" entre los periodistas sobre el manejo informativo del gobierno en torno al conflicto.

El lunes 24 de septiembre, un funcionario aseguró que este nuevo tipo de contienda incluirá mentir a la prensa y controlarla. "La defensa de la nación podría implicar límites a la libertad de expresión", reconoció.

Poco después, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, declaró que la censura y la restricción noticiosa es vital en la estrategia del Pentágono: "podría haber circunstancias en las cuales sería necesario no ofrecer la verdad".

Si bien la manipulación de los medios ha sido práctica común de los gobiernos estadounidenses en época de crisis, desde la guerra de Vietnam, el tema ha sido un asunto importante para los jerarcas castrenses. En la Guerra del Golfo, el Pentágono censuró la información y limitó el acceso de los reporteros a los campos de batalla. De hecho, todas la imágenes difundidas fueron proporcionadas por fuentes militares. Durante su alocución ante el Congreso, el pasado 20 de septiembre, el presidente George W Bush dijo que esta contienda no se verá completa por televisión. Señaló que sólo algunas misiones serán de conocimiento público, pero que habrá otra cantidad de operativos que se mantendrán en secreto.

Más allá del aspecto de la seguridad nacional y de procurar el buen ánimo de los ciudadanos, esta "guerra de información" tiene otro objetivo.

A partir del martes negro, Washington ha vigilado de cerca la labor periodística de la radio, la televisión y la prensa escrita. Muchas manifestaciones contrarias a la idea del patriotismo y a la campaña contra el terrorismo han sido vetadas, al parecer sistemáticamente. Varias canciones populares fueron borradas de la programación de las radiodifusoras por orden directa del gobierno.

El fin de semana del 13 de septiembre bloquearon las transmisiones de la Voz de América porque uno de los programas incluía una entrevista con un líder del régimen talibán en Afganistán. Según Danny Schechter, director ejecutivo de MediaChannel.org, este acto es destacable porque "estamos presenciando la censura directamente a petición del Departamento de Estado".

Pero no sólo es lo que ve y lee la audiencia. Para los corresponsales en Estados Unidos del diario mexicano La Jornada, Jim Cason y David Brooks, "parece haber una creciente campaña en este país para asegurar la lealtad de los periodistas con el nuevo esfuerzo bélico".

En Baltimore, una estación de televisión obligó a los locutores de noticias a leer, uno por uno frente a las cámaras, una declaración apoyando la nueva guerra lanzada por Bush. Según expertos, uno de los problemas parece radicar en el hecho de que las críticas al gobierno en este momento se ven como actitudes antipatriotas: "lo delicado es balancear la necesidad de unidad nacional por un lado, que de alguna manera requiere un nivel de lealtad de los ciudadanos y de la prensa, y el compromiso de esta nación con los valores de libertad y acceso informativo".

El programa charla y humor político Politically Incorrect del actor Bill Maher, que se trasmite cinco días a la semana en la cadena ABC, fue cancelado la semana de los atentados por tres estaciones locales debido a comentarios hechos por el humorista que no fueron considerados oportunos. "Hemos lanzado misiles desde 2 mil kilómetros de distancia, ¡Eso es cobardía!", dijo el cómico.

También existe una fuerte tendencia de autocensura en los medios informativos. Cecilia Alvear, presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos en ese país, advirtió: "es alarmante (...) la gente se siente más americana que reportera". Javier Lizarzaburu, corresponsal de la BBC en Washington, destaca este aspecto: "hay quienes temen que ya cayeron las primeras víctimas de un eventual conflicto, la información y la imparcialidad. No se trata sólo de la manera en que cubrirá la prensa la respuesta militar a los atentados del 11 de Septiembre, sino su desempeño desde esa fecha".

Este aspecto es seguido especialmente por el sitio web alternativo Media Channel, de tal suerte que promueve un foro en el que pretende contestar algunas preguntas inquietantes: ¿Son objetivos los reportes de la prensa global?, ¿Qué historias se están contando?, ¿cuáles tendencias se destacan?, ¿se tratan los temas con responsabilidad, atendiendo la diversidad de puntos de vista?

Danny Schechter explica: " The New York Times publicó este 26 de septiembre algo que en Media Channel hemos consignado desde el ataque, en todo el mundo muchos dudan sobre las intenciones de Estados Unidos en esta cruzada antiterrorista".En un editorial, The Washington Post exhortó al gobierno a resistirse a la tentación de aplicar la censura: "escuchamos frecuentemente que la única manera de vencer al terrorismo es conservando las libertades que otorga esta nación. Eso incluye el derecho de los ciudadanos a decir lo que piensan y a conocer el sentir de los enemigos".

LA CENSURA DESDE EL OTRO BANDO: AFGANISTÁN

Millones de personas en todo el mundo miran el drama de Afganistán a través de las pantallas de sus televisores. A los afganos, en cambio, no se les permite mirar.

Afganistán es el único país en le mundo en el que a sus habitantes no han visto imágenes de los aviones chocando contra el World Trade Center de Nueva York. Tampoco han podido ver cómo las torres se desmoronaban y se convertían el tumba de millones de personas.

Estas escenas, inimaginables incluso en las películas de Hollywood, no pudieron ser vistas en Afganistán, donde la vida misma ni siquiera se parece a una película de Hollywood la televisión está prohibida por orden y mandato de los talibán y ni siquiera están permitidas las fotografías.

Armas, drogas, bombas y terrorismo forman parte del drama de la vida afgana junto a espías, intrigas palaciegas y comandantes miliatres envueltos en luchas de poder y fidelidades. En medio, el sufrimiento y el hambre humano. Todo esto se entremezcla en las imágenes que ofrecen las televisiones de todo el mundo. Pero los afganos sólo pueden oír algunas de éstas, nunca verlas.

Incluso el mulá Mohamed Omar, líder espiritual de los talibán y único hombre que puede decidir una eventual entega de Bin Laden, es muy posible que nunca haya visto las imágenes de los atentados que devastaron el corazón de Nueva York.

“Cuabdo escuché en la narración de la BBC lo que había pasado en Nueva York me pareció irreal”, afirma Shannen, un comerciante de la capital de Afganistán, Kabul. Shannen explica que la mayoría de los afganos se enteraron de lso atentados poco después de que se perpretaran porque muchos acostumbran a seguir los boletines de noticias de radios extranjeras.

En esta ocasión, además, estaban convencidos de que lo que había pasado podía cambiar el devenir de sus vidas. Osama Bin Laden se situó rápidamente como principal sospechoso de haber instigado las acciones y los afganos saben que el multimillonario saudí ha establecido sus bases en las insaccesibles montañas del país.

Mientras que el resto del mundo miraba horrorizado las imágenes del atentado a través de la televisión, los afganos tenían sus orejas pegadas a los transistores. Las tres emisoras más seguidas en el país son La Voz de América, la BBC y la Voz de Alemania. Ellos conectan a los afganos con el mundo.

El movimiento talibán ha prohibido la televisisón al mundo e incluso cualquier tipo de fotografía, de acuerdo con la creencia de que podrían convertirse en iconos y en una ofensa para la religión que venera a un único Dios. Pero incluso sin esta prohibición expresa, serían pocos los afganos con posibilidades de conseguir un televisor e instalar una antena para recibir las emisiones de los canales internacionales.

La mayoría sintoniza con la emisora oficial, Radio Sharia, portavoz de los talibán. Pero también hay millones de personas que sintonizan la programamción de las emisoras internacionales que emiten en varias de las lenguas del país. Tiene clara la importancia de seguir las noticias y es fácil encontrar en Kabul grupos de gente tomando té en la calle sentados alrededor de un transistor.

A cada boletín informativo le sigue la discusión sobre el significado de las noticias. Las interpretaciones son dispares y las discusiones sube de tono. Pero todos se van callando cuando se acerca la hora del próximo boletín: es su pequeño agujero para ver el mundo.

OPERACIÓN CENSURA INFINITA

En un artículo publicado en The New York Times, el titular de Defensa de Estados Unidos, Donald H. Rumsfeld, subrayó que el reciente despliegue militar de su nación podría tener entre sus primeras "bajas" a la verdad. "Incluso -agregó el jefe del Pentágono- el vocabulario de esta guerra será diferente. Cuando se hable de invasión del territorio enemigo bien podría tratarse de una invasión al ciberespacio. Quizá no se registren tantas cabezas de playa atacadas como oportunidades negadas".

Sobre aviso no hay engaño. Ciertamente, en menos de una semana la principal libertad que ha sido conculcada para muchos estadounidenses ha sido la de expresión y el derecho a la información. Tras ellas se han instrumentado violaciones a la libertad de movimiento -Washington anunció que derribará cualquier avión comercial que se reporte como secuestrado-, la libertad de asociación -ahí están las protestas de decenas de organizaciones no gubernamentales reportadas por los corresponsales de La Jornada Jim Cason y David Brooks- y la libertad de creencias -ahora resulta que llevar en el equipaje rezos islámicos o musulmanes es suficiente para que se conviertan en versos satánicos y eso que no se trata de escritos de Salman Rushdie.

¿Por qué hasta ahora se dieron a conocer en los medios las "cartas" que poseía uno de los supuestos secuestradores?-. La simplificación y la reducción a caricatura de "los otros", los "enemigos", se convierten en una peligrosa moneda corriente de los medios de información, particularmente la televisión. En Televisa, Dolores Ayala presentó en su noticiario la información de los escritos musulmanes como un "manual terrorista". Bastaría tener facciones árabes para que el prejuicio se imponga o para que la sicosis prevalezca, nos parece decir a cada instante la cobertura televisiva.

El propio George W. Bush lo volvió a repetir frente a las cámaras el pasado viernes 28 de septiembre: "lo dije alto y fuerte: a veces se podrán ver nuestros movimientos en la televisión, otras veces los estadounidenses no podrán ver lo que hacemos". La prensa en esta guerra deberá comportarse "responsablemente" ante las autoridades y respetar "ciertas limitaciones" para evitar las consecuencias de "divulgar demasiado". Toda esta censura proclamada -algo que los ciudadanos estadunidenses que padecieron la guerra de Vietnam saben de qué se trata- es a nombre de la "gran patria estadunidense", de la "guerra contra el mal", del combate a la "amenaza terrorista" y, por supuesto, va en contra de lo que afirmó el magistrado Hugo Black, miembro de la Suprema Corte de Estados Unidos, quien recalcó que una prensa libre "debe servir a los gobernados, no al gobierno".

En otras palabras, el establishment estadunidense justifica desde su peculiar perspectiva patriótica una especie de yihad o "guerra santa" mediática contra los impíos que, en este caso, ya tienen un nombre, un rostro y un adjetivo: Osama Bin Laden y el "terrorismo islámico". Las cadenas televisivas estadunidenses -y sus replicantes en todo el mundo- no dejaron de transmitir durante esta semana una entrevista realizada por ABC en 1998 -es decir, hace más de tres años- al presunto autor intelectual del atentado del 11 de septiembre a las Torres Gemelas. Aparecieron "estudios de especialistas" sobre la personalidad de Bin Laden a partir de un manuscrito de su supuesta autoría y le encontraron al otrora aliado estadunidense desde instintos homicidas hasta "altos niveles de actividad erótica". Las principales revistas estadunidenses, de Time a Newsweek, ya encontraron al individuo a vencer, la amenaza personificada en Bin Laden.

Lo paradójico y lo peligroso de esta especie de guerra santa desde el púlpito mediático es que sus primeras víctimas son los propios comunicadores y periodistas estadunidenses. Como muestra bastan los siguientes ejemplos:

El comentarista del noticiario nacional de ABC, Peter Jennings, ha recibido más de 10 mil llamadas telefónicas y correos electrónicos de queja por sus "comentarios negativos" el día del ataque al World Trade Center. Entre esos comentarios Jennings, de origen canadiense, se atrevió a preguntar al aire: "¿y dónde está el presidente Bush?". Los televidentes consideraron que era una afrenta patriótica cuestionar la inoperancia del mandatario en los momentos más críticos del 11 de septiembre. El vicepresidente de la televisora independiente Global Vision Inc, ubicada frente a la poderosa y conservadora cadena Fox, Danny Schechter, reconoció que "ha habido mucha presión para silenciar las voces que se expresan a favor de la paz".

Entrevistado por la agencia Europa Press, Schechter subrayó que "si la población no conoce la política exterior del gobierno estadunidense, por supuesto que la reacción, tras el ataque a las Torres Gemelas no puede ser más que de enojada ignorancia. No se puede pensar en la paz porque les han dicho que los malos han atacado a los buenos". La agencia Global Vision se ha dedicado en los últimos días a cubrir las manifestaciones de grupos pacifistas y defensores de los derechos civiles, que han ocupado un lugar marginal en la avalancha informativa de Estados Unidos.

El viernes 21 de septiembre, The New York Times informó que dos periodistas fueron despedidos de periódicos regionales por sus comentarios críticos a la conducta de George Bush. El mismo periódico reportó que en Washington han "seleccionado" a los periodistas y reporteros dóciles de los que no lo son, todo a partir de su cobertura de los discursos de Bush. La agencia informativa DPA ha dado cuenta de la persecución y censura a periodistas y columnistas que no son del agrado del equipo Bush.

La viuda de Lennon, Yoko Ono, ha provocado un escándalo entre los belicistas porque se atrevió a publicar a página entera en The New York Times la frase: "Imagina a todo el mundo viviendo en paz". Como estas frases pacifistas, otras se han convertido en "políticamente incorrectas" en este momento de contrataque del Pentágono. Los medios le han apostado a justificar y avalar el deseo de venganza estadunidense o, como caracterizó el inefable Jorge G. Castañeda, el "derecho de represalia". La paz suena casi a traición.

Las cadenas televisivas de Estados Unidos están editando algunas series o comedias que trataban el tema del terrorismo en sus episodios. Por ejemplo, la cadena CBS borró una frase de la serie Ellen's Show, en la cual la protagonista señalaba: "Espero que no te quedes atrapado en el edificio". Se censuró un episodio de la serie Los Simpson en el que se muestra cómo le colocan un inmovilizador al coche de Homer, frente al World Trade Center, según el periódico The Washington Post. No deja de ser un poco esquizofrénico censurar a Los Simpson y desplegar las imágenes de bombarderos, marines y toda la parafernalia armamentista como símbolos de poder. El patrioterismo se impone como negocio y como fórmula de consumo, en medio del duelo de miles de estadunidenses. El concierto por las víctimas del 11 de septiembre alcanzó una audiencia récord de más de 150 millones de espectadores, es decir, tuvo más televidentes que las imágenes primeras de los atentados. La emisora radial texana Clear Channel Communications, a la cual pertenecen mil 200 estaciones de todo el país, difundió una lista de 150 canciones "proscritas" entre las que se encuentran Ticket to ride de los Beatles y You dropped a bomb on me, de Gap Band, por considerarlas "incorrectas" (ignorando Killing an Arab, del grupo británico The Cure -canela fina, lo de los censores estadounidenses-, para que vean que el sistema también tiene sus fallos). La poderosa agencia de noticias CNN ha emprendido una campaña para impulsar el consumo de productos estadunidenses en sus emisiones y en su página web, a nombre del "mundo libre".

La riesgosa operación mediática, lejos de contribuir a una percepción más civilizada y humana de los sucesos, parecería orientada a impulsar la revancha bélica. Ya el propio Franklin D. Roosevelt, presidente señero de Estados Unidos, le advirtió a su propia nación que, en circunstancias de sicosis, hay que tenerle "más miedo a nuestro propio miedo".

TV Y CENSURA. ALGUNAS CONSIDERACIONES.

Una muy larga lista de mentiras

Hay un gran periodista estadunidense, IF Stone, a quien se invitaba a algunas clases de periodismo. Abandonó los periódicos importantes para los que trabajaba y fundó un pequeño boletín independiente que se hizo famoso -el IF Stone's Weekly. Este periodista solía decirle a los estudiantes de la carrera, a todos los que deseaban ser reporteros: "Si quieres ser un buen periodista, recuerda sólo tres palabras: los gobiernos mienten. No sólo el gobierno estadounidense, todos los gobiernos. Los gobiernos mienten".

Si la gente de nuestros periódicos, de nuestros medios informativos, partiera de dicha suposición, habría un debate realmente democrático, un intercambio rico en ideas, en vez de esta premura por conformarse a todo lo que el presidente diga.

Desentrañar el engaño

Todo el engaño que vemos cuando las guerras principian, comienza a develarse después de un tiempo. Lo vimos muy claramente en el caso de Vietnam. Tomó años que el público estadunidense empezara a ver la verdad de lo que ocurría allí. Al principio creyó lo que el gobierno decía: "Ah, únicamente bombardeamos objetivos militares". Pero conforme las personas supieron y entendieron lo que ocurría en Vietnam, cuando los veteranos comenzaron a retornar del frente y narraron las atrocidades en las que habían estado implicados, el público comprendió.

Hubo sesiones de información, hubo periódicos alternativos, un servicio informativo independiente en el Pacífico -fue ese medio el que destapó el reporte de la matanza de Mai Lai, no los diarios de primera línea.

Y poco a poco se fueron descubriendo las mentiras y después de unos años la opinión pública estadunidense dio un giro completo. En 1966 tal vez dos terceras partes del público estaban a favor de la guerra, pero para 1968 o 1969 dos terceras partes estaban en contra.

Lo que quiero sugerir, ahora me doy cuenta, es que si existe una campaña de información, si es posible diseminar en extenso información e ideas que destapen los engaños, que refuten las mentiras, que digan la verdad de lo que ocurre, entonces el público, que en un principio se deja engañar y de entrada se apresura a respaldar al presidente, puede recapacitar su posición.

Así ocurrió en la Guerra del Golfo, en la que no hubo el tiempo suficiente -como sí lo hubo en Vietnam, donde el conflicto duró años. En el caso de Vietnam pasaron años antes de que la gente supiera lo que estaba pasando. En la Guerra del Golfo no hubo tiempo: duró apenas tres meses. Pero aun así, cuando se hicieron encuestas en torno a esa guerra, seis meses después, nueve meses después, 85 por ciento que había apoyado la guerra al principio, disminuyó a 45, a 50 por ciento.

La gente aprende. La esperanza es que la gente no tenga miedo de decir lo que piensa, que se difunda la información, que haya mítines, manifestaciones y sesiones informativas, que mediante la red electrónica se difundan los hechos por todo el país; que como resultado de este aprendizaje de lo que realmente ocurre en el mundo, y al conocerse la verdad en torno a la política exterior estadunidense, al reflexionar sobre el terrorismo en forma seria y no sólo superficialmente, podamos ser un público que comience a exigir cambios en la posición estadunidense ante el mundo.

Información tendenciosa

A mediados de la semana posterior al atentado empezó a circular por la red un mensaje, procedente al parecer de la sección israelí de Indymedia, en el que se aseguraba que la CNN estaba utilizando imágenes de 1991 para criminalizar a los palestinos tras los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Al conocer la denuncia, la redacción de este periódico intentó comprobar su verosimilitud, sin que hasta el momento hayamos obtenido más información al respecto que el desmentido oficial de la propia CNN.

Ni la ausencia de pruebas ni las peculiares características del texto impidieron que varios medios de la denominada red alternativa optaran por reproducirlo como si se tratara de un hecho probado. Sea por ingenuidad, irresponsabilidad o mala fe, la experiencia vuelve a demostrar que la manipulación informativa no es propiedad exclusiva de los grandes medios, al contrario de lo que afirman las contrapartes en negativo del pensamiento único. Pero esta clase de «errores» adquiere una dimensión especialmente grave en circunstancias como las que vivimos desde el pasado día 11.

En un sector controlado por las grandes empresas, los proyectos independientes y sin recursos económicos tienen pocas oportunidades de convertirse en alternativa suficiente a la desinformación. Uno de los escasos resquicios es este medio, Internet, y una de las condiciones necesarias, realizar un tipo de periodismo sin demasiadas concesiones a la propaganda, distinguiendo entre hechos y conjeturas, realidad y deseo. Cualquier otra apuesta sería una repetición a pequeña escala de lo que teóricamente se pretende combatir, con una diferencia importante y obvia: en una publicación crítica, el menor desliz puede suponer la pérdida de la credibilidad.

Ya que la ética no es un argumento que conmueva a los responsables de determinados sitios supuestamente progresistas o revolucionarios, cabría exigir al menos que actuaran con cautela. Mal favor pueden hacer a ninguna causa quienes caen de manera estrepitosa en los mismos vicios que denuncian y en trampas que podrían estar organizadas por los mismos a quienes denuncian. Todos los medios de comunicación son víctimas de situaciones similares en alguna ocasión, pero en este caso llueve sobre mojado: algunos de esos medios alternativos son los que callan cuando la mentira se esconde tras sus banderas, los que manipulan para defender a bandas parafascistas como ETA y los que intentan instrumentalizar o hundir a cualquier movimiento que escape a su control.

Nadie con memoria puede negar que los grandes medios de comunicación de Estados Unidos tienden a ofrecer una visión muy distorsionada, y a veces falsa, de los hechos; es una consecuencia común en cualquier país cuando la información está sometida a un control estricto por parte del poder. Precisamente por ello es fundamental que ante la manipulación opongamos la inteligencia, y que en caso de error, se actúe con tanta agilidad en las rectificaciones como en la crítica.

CNN vs AL YAZIRA

AL YAZIRA GANA LA GUERRA INFORMATIVA

La guerra no ha hecho más que empezar y ya tiene un claro ganador. Al Yazira, con sede en el emirato de Qatar ha logrado desbancar a la CNN como medio de referencia en el mundo árabe y se ha convertido en la ventana por la que buena parte del mundo está viendo lo que sucede en Afganistán.

Al Yazira (o Algeciras, la isla, en árabe), es la única televisión no afgana autorizada para trabajar desde Kabul. Fue la emisora que el domigo 7 de octubre, poco después de que los aviones de los EEUU comenzaran a bombardear Afganistán, retransmitió en directo el discurso en el que Osama Bin Laden, principal sospechoso de los atentados del 11 de septiembre, llamaba a la “guerra santa” a todos los pueblos musulmanes.

“La clave de nuestro éxito es la libertad con la que trabajamos en Al Yazira”, afirma Diba Jatib, jefa de Redacción de la emisora. “No tenemos una posición política a favor o en contra de uno u otro país y damos la oportunidad a todos para que puedan dar su opinión”, explica la periodista siria.

Jatib asegura que Al Yazira no pactó con Al Qaeda la difusión de las imágenes de Osama Bin Laden y que éstas fueron entregadas en una cinta de vídeo a su corresponsal en Kabul. “Somos los únicos que estamos allí y debieron pensar que éramos la mejor vía para difundir su mensaje”, dice Jatib, sin especificar en qué momento llegaron las imágenes a Yal Yazira.

El periodista que recibió las imágenes de Bin Laden y las envió a Qatar era el corresponsal de Al Yazira en la capital afganesa, Taysser Alouny, de origen sirio y de nacionalidad española. Su esposa, ceutí, y sus cuatro hijos viven en Granada, donde el periodista trabajó para la agencia EFE.

Al Gobierno de EEUU no le gusta nada la cobertura que Al Yazira está haciendo del conflicto en Afganistán y así se lo ha hecho saber al Gobierno de Qatar. El secretario de Estado, Colin Powell, expresó ayer sus sospechas de que el hombre más buscado del mundo esté usando la emisora para enviar mensajes en clave a sus colaboradores. Powell reconoció que ha presionado personalmente al emir de Qatar para que censure Al Yazira.

Pero las presiones de Washington no parecen haber surtido efecto. “Nada ha cambiado desde que el emir recibió la carta de Powell”, asegura Dima Jatib. “En Al Yazira seguimos trabajando exactamente igual que antes”.

Prácticamente desconocida en Occidente antes del 11 de septiembre, Al Yazira ofrece información desde una perspectiva árabe con los criterios de imparcialidad característicos de los medios occidentales. Su equipo de 100 periodistas está formado mayoritariamente en los servicios en lengua árabe de la BBC. Su línea informativa, radicalmente opuesta a la del resto del mundo, incomodo a gobiernos como los de Kuwait y Libia, que han amenazado con retirar a sus embajadores en qaar en señal de protesta.

La emisora, que ya era conocida en el mundo árabe por su cobertura del conflicto palestino-israelí, nació hace cinco años gracias al apoyo financiero del Gobierno de Qatar. Antes de su nacimiento, la opinión pública árabe dependía casi exclusivamente de los medios de comunicación occidentales para seguir la actualidad internacional. “Yo solía ver CNN y Al Yazira, pero ahora veo casi siempre Al Yazira”, declara Norah Abdulá, empleada de una empresa de telecomunicaciones de Dubai.

Al igual que la CNN durante la guerra del Golfo, Al Yazira está sacando buenos beneficios del conflicto de Afganistán, cobrando a 20.000 dólares (unos 3,6 millones de pesetas) al minuto de Bin Laden. La CNN, que en 1991 retransmitió al mundo en exclusiva los bombardeos de Bagdad, se ha visto obligada a firmar un acuerdo con su rival para distribuir imágenes de la zona.

AL YAZIRA HACE PERDER LOS NERVIOS A LA CASA BLANCA

Bush insta a la televisiones de EEUU a restringir las emisiones de los mensajes de Bin Laden tomadas por la cadena árabe Al Yazira.

Se comprende que la sensibilidad del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se viera en su momento herida al ver las imágenes del líder de Al Qaeda amenazando con nuevos atentados sontra los EEUU. Suleiman Abughait señaló que los atentados no cesarían hasta que EEUU se retire de tierras musulmanas, dejara de apoyar a Israel y levantara las sanciones contra Irak.

La reacción inmediata de Powell fue tachar a la cadena árabe Al Yazira de “irresponsable”, por haber emitido ese “escalofriante” mensaje. No es la primera vez que Powell muestra su disgusto por las emisiones de Al Yazira, pero nunca lo había hecho en público. Se dirigió en seguida al emir de Qatar, donde se ubica la cadena, para transmitirle su incomodidad por lo que considera una cobertura excesiva del sentimiento antiamericano de Afganistán.

Pero lo que preocupa realmente en la Casa Blanca es que o saben si diatribas como las de entonces son mera propaganda o sirven para enviar mensajes en clave a los activistas de Al Qaeda. Por si acaso, la asesora de seguridad de Bush, Condolezza Rice, instó a todas las cadenas de televisión a restringir las imágenes de Bin Laden. La CNN anunció en un comunicado que no volverá a reproducir en directo los mensajes de los terroristas que emita Al Yazira, y que “para decidir lo que se difunde”, la CNN “estudiará los consejos dados por las autoridades apropiadas”. Es decir, se somete a la censura.

Lo cierto es que si la guerra del Golfo fue de la CNN, la de Afganistán es de Al Yazira. Antes lo que no salía en la CNN no existía. Ahora, es la CNN, como el resto de las cadenas del mundo, las que tienen que comprar exclusivas a Al Yazira. Pero Al Yazira lleva meses vendiendo exclusivas al mundo, como la destrucción de los budas de Bamiyan o el asalto a la embajada de EEUU en Kabul.

Se podrá decir que Al Yazira juega con ventaja, porque el pasado 19 de septiembre los talibán expulsaron a todos los reporteros extranjeros de Agfanistán. Desde entonces, el único contacto de Kabul con el mundo exterior son los periodistas de estas cadenas, y los perioditas de las agencias Reuters, AP y AFP.

Pero que la cadena de Qatar mantenga una oficina en Kabul es lo que ha llevado al primer ministro británico Tony Blair a difundir un mensaje a través de esta cadena. Ni lo que ha hecho ver a Bush y a Powell la conveniencia de soliciar varias entrevistas en Al Yazira. Se ve que los líderes se debaten entre el deseo de censurar sus emisiones y el de aparecer en ellas. Lo que ha convertido a Al Yazira en una valiosísima tribuna es el enorme prestigio que ha conseguido en todo el mundo árabe desde que comenzó sus emisiones en 1996.

En cinco años, los reporteros de Al Yazira se han granjeado las críticas de todos los gobiernos árabes, entre ellos los de Kuwait, que considera que favorece a Irak en sus informaciones, y el palestino, que obligó a cerrar la delegación de la cadena en Ramala.

A cambio, han conseguido el favor de millones de espectadores en todo el mundo árabe. Pero ahora se han topado con la censura de la CNN y la reprobación de la mismísima Casa Blanca. Teniendo en cuenta que Qatar es un país de apenas medio millón de habitantes, el nervosismo de Washington evoca la imagen circense del ratón que hace espantar al elefante.

Por si Al Yazira no tuviera suficientes obstáculos, el 1 de noviembre acabó la vigencia de la subveción oficial que la mantiene económicamente. ¿Será suficiente para resistir en el envite el apoyo incondicional que el emir de Qatar volvió a reiterar a los periodistas?.

LA CNN FIJA SUS REGLAS PARA CUBRIR LA GUERRA

Los presentadores, corresponsales y enviados especiales que la cadena de televisión norteamericana CNN tiene dedicados a cubrir el conflicto bélico han recibido de su dirección instrucciones muy precisas sobre cómo realizar su cobertura y cuál debe ser el mensaje de fondo que ha de transmitirse al televidente. En ellas se mencionan particularmente las crónicas provenientes del interior de Afganistán. El manual insiste muy especialmente en que las coberturas televisivas no hagan énfasis en las víctimas civiles inocentes de los bombardeos aliados en Afganistán, ni en las penurias que vive su población, y que éstas se contrapongan siempre con el atentado contra las Torres Gemelas que dio origen a las actuales represalias.

El mensaje, íntegro, dice textualmente: «Al mismo tiempo que obtenemos la información, bien sea por nuestros propios medios o procedente de los corresponsales que la cadena Al Yazira tiene en el interior de Afganistán, deberemos continuar asegurándonos que no damos la sensación, inadvertidamente, de ser poco críticos y parecer que informamos desde una o posición propia de los talibán.

Además, y dada la enormidad del número de pérdidas de vidas inocentes en Estados Unidos, también deberemos ser muy cuidadosos de no centrarnos excesivamente en las bajas y penalidades que se produzcan en Afganistán, y que serán una parte inevitable de esta guerra; no hay que olvidar que la responsabilidad de la situación en que se encuentra Afganistán en estos momentos es sólo de los dirigentes talibán.

Para cualquier corresponsal que se encuentre en estas zonas tan peligrosas, tener claros estos puntos de vista podría ser algo complicado. Por lo tanto, todos y cada uno de los reportajes que procedan del interior de Afganistán deberán ir acompañados siempre por nuestros propios lemas, con algunos comentarios en la línea de los que siguen a continuación:

Tras contemplar un reportaje como éste, procedente de las áreas controladas por los talibán, tenemos que recordar que estas acciones militares de Estados Unidos se han llevado cabo como respuesta al ataque terrorista que causó la muerte de casi 5.000 personas en Estados Unidos.

Tras contemplar un reportaje como éste, tenemos que recordar que el régimen talibán que domina Afganistán continúa acogiendo a terroristas que han elogiado decididamente los atentados del 11 de Septiembre y que causaron la muerte de casi 5.000 personas en Estados Unidos.

El Pentágono ha dejado muy claro en repetidas ocasiones que está tratando de minimizar las bajas de civiles en Afganistán, incluso sabiendo que el régimen talibán sigue acogiendo terroristas relacionados con los atentados del 11 de Septiembre que costaron la vida a miles de víctimas inocentes en Estados Unidos.

El presentador podría incluso recordar, si es relevante para el reportaje, que el Pentágono ha insistido en que los talibán continúan acogiendo terroristas y que existen informes que aseguran que las fuerzas talibán se esconden en áreas pobladas y están utilizando a civiles como escudos humanos. Aún cuando esto pueda empezar a parecer un tanto repetitivo, es muy importante que nos aseguremos de que esta mención sea todas y cada una de las veces».

Presiones y autocensura

Las reglas fijadas por la dirección de la CNN en esta carta se inscriben en la escalada de presiones realizadas por el Gobierno de Bush sobre los medios de comunicación y la autocensura de éstos a la hora de informar sobre la actual crisis. La reproducción por parte de las cadenas de televisión estadounidenses, especialmente la CNN, de emisiones compradas a su homóloga qatarí, Al Yazira, que transmite desde Afganistán, preocupa enormemente a la Administración de Bush. La CNN llegó a pagar 20.000 dólares (cerca de 3.600.000 pesetas) el minuto del polémico vídeo de Osama bin Laden, emitido el mismo día en que comenzaron los bombardeos contra Afganistán, garantizándole así al terrorista más buscado del mundo una oportunidad de oro para dar su ante decenas de millones de televidentes norteamericanos y de todo el mundo.

Poco después reproduciría también el vídeo con el amenazante mensaje del portavoz de Al Qaeda, Suleiman Gheith. Bush no podía soportar que la cadena de TV estrella de EE.UU. brindara semejante tribuna a Bin Laden, por lo que instó a todas las cadenas a restringir emisiones de ese tipo. El argumento: que podían contener mensajes cifrados para terroristas de Al Qaeda en el extranjero. La CNN dejó de emitir en directo los mensajes de Bin Laden y sus hombres y comenzó su proceso de autocensura.

LOS ERRORES DE LA CNN

En un país que se rige por una estricta censura informativa en todos los conflictos importantes, los grandes medios de comunicación como la CNN tienden a convertise en extensiones de la oficina del portavoz del Departamento de Estado. Una vez iniciada la rueda de la publicidad, la supuesta información se extiende por las redacciones de los periódicos y televisiones del resto del mundo, quienes normalmente no realizan el menor intento por comprobar su verosimilitud.

En general, carece de importancia que las imágenes o las noticias sean falsas. Si se descubre, el daño ya estará hecho; y si no se descubre, tanto mejor. Pero sólo de vez en cuando son los propios grandes medios los que admiten su error, y eso fue, exactamente, lo que sucedió el jueves.

Tras informar a todo el mundo de que los ciudadanos Adnan Bukhari y Ameer Bukhari eran los pilotos que estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas de Nueva York y relacionarlos con la organización de Bin Laden, ayer tuvo que incluir una rectificación en su sitio web. Pero en un lugar muy poco llamativo: como acotación en una nota titulada «Arrests made at New York airports».

Citando fuentes «federales», la CNN afirma ahora que el FBI considera inocente a Adnan Bukhari, quien incluso tuvo que someterse a la prueba del polígrafo en un interrogatorio. Además, el segundo piloto, Ameer, falleció el año pasado, precisamente en un accidente de aviación.

Mientras tanto, las detenciones de personas de origen árabe o simples «sospechosos» continúan por todo el país.

DOS LENGUAJES PARA UNA GUERRA

CNN

AL YAZIRA

Terrorismo: El término “terrorismo” resulta clave en el coflicto afgano. CNN lo utiliza a menudo, siempre en sus diversas formas, nunca eludiéndolo. El canal es consciente del poder psicológico del término “terror” si se habla del ataque a las Torres Gemelas de NY o el “bioterror”, cuando se hizo referencia a la agresión bacteriológica por medio del ántrax

Terrorismo: Los ataques contra NY y Washington del pasado 11 de septiembre son calificados por los presentadores de terroristas. Cuando los entrevistados son de Afganistán, Pakistán o de diferentes países del mundo árabe también califican de trrorista a EEUU y Gran Bretaña sobre Afganistán, así como los asesinatos de palestinos ordenados por el primer ministro israelí, Ariel Sharon. Si los entrevistados son británicos o estadounidenses hablan del terrorismo de Bin Laden.

Talibán: salvo en las jornadas que siguieron al ataque del 11 de septiembre, cuando la CNN se concentró en analizar y divulgar las características de este régimen, la cadena apenas brinda más información respecto a los virtuales líderes de Afganistán. En la actualidad, si se habla de ellos se les cita como “taliban sources” (fuentes talibán) o “taliban forces” en referencia al Ejército. La Alianza del Norte, por el contrario, es la “fuerza antitalibán en Afganistán”

Talibán: rara vez se habla de los talibán a secas: es el “movimiento taliban” (la mayor parte de las veces) o el “gobierno talibán”, no gobierno afgano. Al ser la única cadena de televisión autorizada para emitir desde la zona controlada por los talibán, tiene que mantener un difícil equilibrio a la hora de informar, dado el control que ejerce el gobierno de Kabul. Cuando la única fuente de información es oficial, se subraya que son datos ofrecidos por las autoridades de la capital afgana.

Occidente: No existe, para los occidentales, un Occidente estrictamente definible. La CNN tiene en cuenta este detalle, de modo que suele pasar de largo por el concepto sin brindar distinciones entre Oriente y Occidente. Así, por ejemplo, habla de Europa o Estados Unidos, pero nunca de coalición occidental. “Oriente, a su vez, puede ser “Asia-Pacific”, “Middle East” o el propio “Afganistan”.

Occidente: Occidente es Occidente, sin calificativos. El mundo árabe ha aceptado esta división conceptual que no geográfica puesto que Marruecos, en árabe, se llama Al Magrib (de donde viene Magreb) que siginfica Occidente. Contrariamente a las televisiones árabes, Al Yazira tiene una aire “occidental” y es raro ver en antena túnicas, salvo en hombres relacionados con cargos religiosos, y velos.

Fuerza Aliadas: tal vez sea en este concepto donde los analistas de la CNN han puesto todo su empeño en expresar el liderazgo militar, económico y mundial de los EEUU. Las “fuerzas aliadas”, en este caso, son la “US Led coalition” (la coalición liderada por EEUU); la “American coalition” o la más todavía pomposa “World effort led by president Bush” (la fuerza mundial liderada por el presidente Bush”

Fuerzas Aliadas: De momento, quienes han actuado militarmente en Afganistán son EEUU y Gran Bretaña, por lo que el bando atacante de Afganistán se limita a estos dos países. Ambos son denominados con sus respectivos nombres en árabe. Especialmente entre los entrevistados afganos y paquistaníes, Estados Unidos también es América, expresión que los estaounidenses han exportado a todo el mundo como si el continente americano se redujera a un solo país, el suyo

Bombardeos: Aunque se admite el término “US bombardment against targets” (bombardeos estadounidense contra objetivos militares) la CNN prefiere acudir a otros vocablos menos contundentes como “Air strikes” (movimientos o acciones desde el aire). La apelación strike, un término muy propio del béisbol, se ha incorporado al lema del canal para delimitar la reacción de los EEUU ante el atentado del 11 de septiembre: “strike against terror”.

Bombardeos: Los lanzamientos de bombas por parte de la aviación de EEUU y Gran Bretaña son para los periodistas “ataques” o “bombardeos” sobre la capital de Afganistán y la ciudad de Kandahar, o sobre núcleos de la población civil. Alguna vez se les califica de “ataque injustificable”.

Manifestaciones: Si el gobierno estadounidense del presidente Bush lidera la coalición internacional que persigue al saudí Bin Laden, y que pretende erradicar el terrorismo del planeta, parece lógico que las manifestaciones que se están celebrando en las calles de un buen número de ciudades asiáticas, y en especial Pakistán, reciban la calificación de “Anti-US protests”

Manifestaciones: Los bombardeos han dado lugar a manifestaciones por dichos ataques y por la política estadounidense y occidental en general. Las más importantes y frecuentes son las de Pakistán. Al Yazira recoge el descontento de los paquistaníes “por la carnicería contra la población afgana” en palabras de los manifestantes, y por la posición del presidente Musarraf.

Daños colaterales: A través de daños colaterales se incorpora un eufemismo ya incorparado al lenguaje televisivo de los países occidentales. Semejante perífrasis no existe en inglés. Y la CNN no ha buscado ninguno parecido. Los daños colaterales son las víctimas civiles, las “civilian victims” de las acciones militares, cuya cifra suele ir acompañada del término citado. Otra cosa son los “targets”, los verdaderos objetivos militarres de la coalición internacional.

Daños colaterales: No hay daños colaterales en Al Yazira. Quienes mueren son personas de carne y hueso, niños y mujeres, mayoritariamente, según la cadena. Los ataques recaen sobre “pueblos, aldeas, habitantes civiles”, lugares en los que no hay terroristas ni militares, sino población civil, dicen los afganos.

George Bush: Para la CNN Bush no es Bush a secas. Por norma, al apellido le acompaña el cargo: “President Bush”. Y si hay espacio y tiempo para mencionarlo, se le incorpora el nombre de pila: “US president George W. Bush”. El caso de Bush tiene poco que ver con el resto de personajes que interviene en el conflicto de Afganistán. Por ejemplo, se puede mencionar a Yasser Arafat sin citar su cargo.

George Bush: el presidente estadounidense es, en los informativos y para los moderadores de debates de Al Yazira , George Bush, “Bush”, “el presidente de los EEUU” o “el presidente americano”. Lo mismo ocurre con el primer ministro británico, Tony Blair, o con la asesora del presidente Bush, Condolezza Rice, o con Colin Powell.

Ossama Bin Laden: Tras el 11 de septiembre, los periodistas de la cadena han recurrido a múltiples fórmulas para denominar a Bin Laden. Acompañándosele de su nombre, puede aplicársele el calificativo de “millonario saudí”, “exiliado saudí”, o “terrorista vinculado la organización Al Qaeda.

Ossama Bin Laden: Tampoco hay calificativos en los informativos y debates emitidos por la cadena de televisión de Qatar para Bin Laden, que es directamente llamado por su nombre. Por el contrario, en los periódicos árabes más importantes - Al Hayat y Al Sharq Al Ausat, editados en Londres y con capital mayoritario saudí- Bin Laden es calificado sistemáticamente como “disidente saudí”.

TV E INTERNET

ESTADOS UNIDOS RETIRA INFORMACIÓN SENSIBLE DE SUS PÁGINAS WEB

Distintas agencias federales del gobierno de EEUU han retirado en las últimas horas información 'sensible' de la Red. Mapas de situación de plantas químicas, información sobre oleoductos o planos de instalaciones militares, todo ello ha sito retirado provisionalmente de diferentes sitios web.

Y no sólo los webs oficiales han retirado la información 'comprometida', también lo han hecho muchos sitios mantenidos por particulares, que quieren aportar su particular granito de arena 'a la causa.

Mucha de la información que ha desaparecido es la relacionada con un ataque con armas químicas o bacteriológicas. Listados de productos químicos peligrosos, manuales de actuación en caso de emergencia, y situación de las plantas donde se tratan dichos productos ya no está disponible.

También han sido retirados casi todos los mapas de las instalaciones militares del país, especialmente aquéllos que estaban a alta resolución.

Uniformes vetados

La medida ha llegado también hasta algunas tiendas on line. Según la CNN, la tienda on line Abbott Uniforms ha suspendido la venta de uniformes como los utilizados por la Delta Force, fuerzas especiales enviadas a zonas cercanas a Afganistán.

Otras de las tiendas on line afectadas la Agencia Nacional de Mapas e Imágenes, que ha suspendido todas sus ventas on line y off line de planos de las instalaciones militaresdel país, así como la venta de mapas en alta resolución de cualquier zona de EEUU. La Oficina Estatal de Seguridad en los Conductos ya no proporciona su software -que permite seguir los trazados de todas las conducciones de gas, agua y petróleo que hay bajo el país- a nadie que no se identifique como personal autorizado.

CÓMO SE VIVE EL TERROR EN LA RED

En Internet no todo es diversión: también sirve para que los lectores curiosos diseñen su propia agenda informativa. La velocidad, ya se ha dicho, es el sello de este tiempo. En tributo a su inmediatez, la necesidad de saberlo todo --y ya-- le otorgó a Internet el cetro en el reino de la información. Esto ocurrió en la mañana del 11 de setiembre, cuando la fiebre por la noticia sacudió al mundo, sin distinción de género ni edades.

Desde ese día, los que hasta entonces veían en la red solo un modo más operativo para hacer llegar una carta, comenzaron a intuir el alcance de la oferta de la pantalla. Desde ese día, las cadenas de solidaridad, de chismes, de chistes, de negocios, de fotos y de información vinculadas a los atentados inundaron los correos electrónicos de la mayoría de los usuarios. Era previsible.

También era previsible que los medios online iban a multiplicar su capacidad informativa en un despliegue acorde con la magnitud de los hechos. Lo que tal vez no era tan claro hasta ese día era hasta qué punto el soporte electrónico proponía una nueva era de la lectura, más allá de sus celebrados atributos técnicos. No se adivinaba entonces que Internet, además de ser el Paraíso de la diversión y el entretenimiento, podía formar lectores inteligentes y agudos, sensibles pero desconfiados. Ni tampoco que había llegado la hora de aceitar, como nunca antes, la "capacidad de seleccionar la información", ese diagnóstico que Umberto Eco pronunció hace algunos años.

"¡Entrá, que acá no hay terroristas!" avisaba un mail enviado en cadena por un sitio porno, solo dos horas después de que los aviones se estrellaran contra las Twin Towers y el Pentágono. El juego electrónico en el que quien juega puede tirarle a los aviones demoró un poco más en llegar a los correos. Lo mismo que las ofertas de comerciantes inescrupulosos que vendían depiladores de vellos faciales y, como estrategia publictaria, anunciaban que un porcentaje de las ventas sería destinado a la Cruz Roja.

Las verdaderas cadenas solidarias también tuvieron lugar en Internet, como las que llevaron a cabo todas las instituciones educativas de los Estados Unidos, con el fin de reorganizar sus listados para poder ofrecer información a familiares. La propia Cruz Roja tiene su sitio oficial a través del cual recauda buena parte de su dinero. Aunque los pedidos de billetes suelen ser traicioneros en la Red. Una cadena se ofrecía para organizar la captura de Bin Laden a través de la donación de dinero para los hackers, quienes conformarían una suerte de Internacional de la Piratería para atrapar al más buscado.

Hasta aquí, lo que más o menos todos los usuarios han visto en sus correos personales, porque lo incomparable de Internet es la información que ofrece. Por supuesto, hay mucha mercadería falsa, como la versión antisemita de que cuatro mil judíos habían sido alertados por el Mossad horas antes de la masacre y que por eso se habían salvado, o las profecías de Nostradamus, o la noticia de la aparición de una Biblia, intacta y sin marcas de fuego, entre las ruinas de la zona afectada del Pentágono.

El usuario que despertó a la fiebre informativa de la web ya puede ir tomando nota de este sitio: www.snopes.com especializado en mitos urbanos y en donde uno puede chequear la veracidad de este tipo de noticias. Para los que no se conforman y quieren saber más existen las weblogs, que es una técnica que ordena informaciones de la Red y las actualiza constante mente. Algunos medios --son pocos-- tienen su propia weblog, como el inglés The Guardian (www.guardian.co.uk). En www.metafilter.com o www.scriptingnews.com, hombres y mujeres opinan a través de escritos propios o por medio de links a otros sitios.

Navegando aparecen cosas increíbles, datos que acercan la búsqueda al guión de un policial. En PCMagazine (www.pc.mag.com ), una revista especializada que jamás se le habría ocurrido hojear, uno se encuentra con un artículo de John C. Dvorak que apuesta por un público educado. Allí, y después de un repaso por notas de actualidad de diferentes medios, le sugiere al lector la búsqueda personal y lo orienta en la pesquisa de su propia agenda informativa. Hay que tomar un buscador cualquiera y proponer combinaciones fértiles, como "musulmanes y modernidad" o "Islam y Estados Unidos", aconseja.

Y ahí, prepárese. Porque se puede encontrar con The Times of India (www.timesofindia.com), que le brindará información pormenorizada y artículos sobre los musulmanes que no veneran a Bin Laden, o puede entrar a www.foreignaffairs.com una prestigiosa revista de la Universidad de Princeton o aparecer en

www.english.pravda.com o, ya en francés, en www.lanouvelletribune.press.ma, una publicación marroquí que en su última edidición advertía en su editorial: "Ni cruzada, ni Jihad".

La lista es interminable y hay sitios en todos los idiomas. También están los foros, donde uno puede leer, realmente, qué piensa la gente, más allá de las encuestas. Ahí se dará de narices contra nacionalistas furiosos ("Solo quiero venganza. Yo mismo quiero encargarme de Bin Laden"), pero también se encontrará con la amplia mayoría de los ciudadanos del mundo, para quienes la guerra solo forma parte de la peor de sus pesadillas.

Es el caso de Angel2shine, quien en la discusión propuesta por www.usnews.com pedía: "Por favor, todos. La violencia no es la respuesta. Sólo conseguiremos perder muchas más vidas norteamericanas, matar muchos más árabes inocentes y, probablemente, no llegaremos a encontrar al culpable. ¿O acaso Sadam Hussein no sigue vivo y odiándonos?

LOS SITIOS DE NOTICIAS ACAPARAN LA ATENCIÓN DE LOS USUARIOS

Después de los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono los usuarios de Internet se sumergieron en la red en busca de información - En Estados Unidos se duplicó la cantidad de visitas a las páginas de periódicos y cadenas de noticias - Osama Bin Laden, los Talibán y los sitios de ayuda a las víctimas se sumaron a la lista de los más visitados.

En la semana del 9 al 16 de septiembre, la categoría noticias se ubicó en el tope de las preferencias con un total de 34 millones de visitantes, según datos de la consultora Júpiter Media Metrix. La cadena CNN se ubicó en el primer lugar por cantidad de visitas: un total 17 millones de usuarios entraron a su sitio durante esa semana. Luego se ubicó MSNBC.com con 15 millones mientras que ABCNews y CBS.com se escalonaron detrás con un cifra que rondó los 5 millones de visitantes. Los diarios estadounidenses más consultados fueron The New York Times y The Washington Post, con 4 millones y medio de lectores cada uno. Los sitios de algunos organismos de ayuda, como el de la Cruz Roja (que recibe unas 400.000 visitas diarias desde el 11 de septiembre), se convirtieron en otro de los puntos de concentración de la audiencia de Internet.
Como nunca antes había sucedido, el sexo dejó paso a las noticias en el ránking de preferencias de los usuarios. "En la corta historia de Internet es la primera ocasión en que el sexo no fue el tema más buscado en la red", afirmó David Emanuel, portavoz del buscador AltaVista. La pornografía cayó al escalón número 17, saliendo por primera vez de la lista de los 10 temas favoritos de los cibernautas. Según Google.com , las páginas relacionadas con deportes, computadoras y televisión también perdieron espacio a raíz del conflicto. Los tópicos más buscados, según esta misma fuente, fueron la CNN, el World Trade Center, Osama bin Laden, los Talibán, el FBI, el Pentágono, American Airlines y la Cruz Roja de Estados Unidos.




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