Geografía


Alicante. Fiestas típicas


FIESTAS TIPICAS ALICANTINAS

  • Las Hogueras

  • Las Hogueras de Alicante representan la esencia del carácter abierto y pasional mediterráneo de los alicantinos que se sintetiza en el rito de la Noche de San Juan, un rito ancestral que hoy se vive de una forma más rica en cuanto a sus manifestaciones y formas sin perder ni un ápice de su base popular. Durante unos días la calle es ocupada por la Fiesta. La gente abandona su vida cotidiana y se traslada a la calle, espacio abierto y polivalente donde la ciudad convive.

    Además de la hoguera, o monumento fogueril, que es el hito visual, la barraca es el punto de reunión donde suceden todos los actos de la Fiesta, tanto sociales como gastronómicos, donde no faltan les bacores y la coca en tonyina.

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    Como Fiesta que ensalza la fecundidad, la mujer es otro elemento clave de las Hogueras, tanto por estética como por esencia; la Bellea del Foc representa durante todo un año a la mujer alicantina, llegando a ser un personaje con rango de ídolo popular reconocido por grandes y chicos. Esta simpatía se hace extensiva a los desfiles donde la presencia de las bellezas, es aplaudida efusivamente por el público que bordea las calles.

    El fuego, clave de la Fiesta, con origen en festivales ígnicos de la antigüedad, pasa por aquellas piras de enseres viejos que se quemaban en la calle, para convertirse en monumento, en la hoguera motivo de desvelos económicos y orgullo colectivo para cada una de las más de 80 comisiones que hacen posible esta Fiesta a la que no es ajena ningún rincón de la ciudad.

    Así llegamos a otras piezas que componen tan rico tapiz festivo, música fuegos articiales, mascletá, y la Fiesta en la Fiesta: los toros. En este rápido recorrido de presentación llegamos al acto final de Hogueras, la Cremà, noche mágica que culmina con otro ritual ancestral como es amanecer bañándose en el mar.

    El broche de fiesta lo pone el Castillo de Fuegos artificiales en la Playa del Postiguet, donde miles de personas se reúnen para disfrutar de cinco espectáculos que ofrecen en concurso, empresas nacionales e internacionales de pirotecnia.

    La figura central de las Hogueras merece un comentario más extenso. Definido por constructores y artistas como "arte efímero", el monumento está construido con materiales muy perecederos, fácilmente inflamables: cartón, madera, papel, pintura,... Magníficas esculturas que han tardado meses en realizarse, están concebidas para convertirse fugazmente por el fuego en ascuas, en cenizas.

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    Pero esto no es motivo de pena, sino todo lo contrario; el tema de la Fiesta es precisamente que el monumento, bello e imponente, figura central de las Hogueras, arda bien, que cumpla su función perfectamente.

    Conjunción de arquitectura, escultura y pintura, el monumento tiene sus normas para su composición formal, alrededor de las cuales el artista puede dar salida a todo su potencial creativo. Frente a esta ortodoxia de estilo, la hoguera tiene su contrapunto en los ninots, figuras grotescas que tienen una finalidad decorativa y transgresora.

    Con ellos se da licencia a la crítica social y política, permitiendo manifestar el parecer popular sobre un arquetipo social o un personaje de actualidad. Miles de personas fascinadas por el fuego y la Fiesta, llegan desde medio mundo, convirtiendo a Alicante en un centro de atracción internacional.

  • Semana Santa

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    Tiene la Semana Santa alicantina no sólo la cualidad de belleza, sino un personal acento. La rica conjunción de canto de saetas, de la presencia de manolas (mujeres ataviadas con peineta y mantilla), de bandas de música donde la corneta y el tambor adquieren el peso solemne de la gravedad, de elegantes y sobrios estandartes, dan custodia y preeminencia a unos engalanados pasos impresionantemente "bailados" por los costaleros, que se acompañan de cofradías vestidas de los sobrios colores del dolor.

    Las distintas manifestaciones y actos con los que se prepara la llegadad de la Semana Santa , tales como via crucis, conciertos, exposiciones o ensayos con los tronos, dan paso a la solemne celebración con el Pregón que tiene lugar en el Teatro principal de la ciudad. Así principia la ajetreada Semana Santa alicantina, en la que veinticinco procesiones y más de treinta conjuntos escultóricos engalanados con flores, se entrelazan y pueblan los barrios, plazas y avenidas.

    Entre toda esta riqueza ornamental destacan, por encima de todos, los actos de Miércoles y Jueves santo.

    El primero de estos días tienen lugar la Procesión de la Santa Cruz, que, desde el barrio con el mismo nombre situado en la ladera del monte Benacantil, hace fluir en bajada los pasos del Cristo gitano y el Descendimiento a través de las estrechas y enrevesadas calles del Casco Antiguo hasta el centro urbano.

    En este descenso es impresionante el esfuerzo y la habilidad de los costaleros, que luego deben ascender, con no menor ahínco, para devolver las imágenes a la ermita del Barrio de Santa Cruz.

    La noche del Jueves santo, preludio de la Crucifixión, tiene como protagonista la imponente Procesión del Silencio, que muestra como figuras centrales dos dramáticas imágenes de incalculable valor artístico: el Cristo de la Buena Muerte, obra de Nicolás de Bussi (s.XVII) y la Virgen de las Angustias, obra de Francisco Salzillo(s. XVIII).

    Estas imágenes son acompañadas de la incierta luz de las velas, la vibrante solemnidad de trompetas y timbales, la dolorosa ruptura del silencio con la saeta que comienza y el intenso aroma del incienso, las flores o la cera quemada.

    Asimismo, son de resaltar las procesiones del Martes Santo, o la mañana del Viernes Santo donde salen en desfile una sucesión de figuras de la Pasión por la Explanada, entre las que sobresale la de la Verónica, cubierta con un preciosos manto profusamente decorado con bordados en oro, siendo ésta una procesión muy arraigada en el sentir alicantino de La Pasión.

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    También es la Explanada, con su atrezzo de luz mediterránea y palmeras cimbreantes, el escenario de la procesión de la Virgen de la Alegría que desfila el Domingo de Resurrección junto a la imagen de Cristo Resucitado tras el Encuentro en la Plaza de Ayuntamiento.

    Pese a esta solemnidad, venir en Semana Santa a Alicante permite que el visitante puedad alternar ratos de recogimiento con los de diversión, de ensimismarse en contemplar el arte ,con disfrutar de todas las posibilidades que ofrece la ciudad, siempre con un ambiente cálido y acogedor

  • Santa Faz

  • La romería al monasterio de la Santa Faz, con casi cinco siglos de antigüedad, es la otra gran fiesta alicantina, siendo ésta más intimista y sosegada que las Hogueras de San Juan, en la que el visitante puede departir con los alicantinos en un contexto casi familiar.

    Este sosiego, sin embargo, se traduce en casi 300.000 personas que ocupan los ocho kilómetros que unen la Concatedral de San Nicolás, punto de partida de la romería, hasta la llegada al monasterio donde se acoge la reliquia motivo de fervor, peticiones y anhelos para los romeros.

    La fecha de celebración es móvil, ya que se elige el segundo jueves después del Semana Santa, y según años, puede variar en un mes de diferencia. Hay que madrugar, porque la distancia es larga y porque el Ayuntamiento reparte miles de cañas con romero para peregrinos, y aún así no hay para todos. Casi al despuntar el día ya están reunidos los representantes de estamentos sociales, religiosos y políticos de la ciudad, casi todos vestidos con blusón negro y pañuelo al cuello, éste con los colores de la ciudad, blanco y azul celeste.

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    El recorrido se hace a lo largo de un vía crucis por la nacional 340 que ese día queda cortada al tráfico rodado. En puntos acordados por la tradición se van haciendo paraetas, siendo una de las más concurridas la municipal, en la que se reparten de forma gratuito vino de la tierra y rollitos caseros de anís.

    La llegada al caserío de la Santa Faz es una pugna por conseguir un sitio desde donde presenciar la apertura del camarín que acoge el sagrado lienzo, realizado en fina gasa, en el que está plasmada, según la tradición, la "imágen" de la faz de Cristo recogida por la virgen Verónica.

    Tras este último acto religioso, el monasterio se llena de plegarias, de murmullos, de cirios encendidos y exvotos colocados por fieles que piden algún favor generalmente para un familiar. En los alrededores la fiesta se sucede entre comidas al aire libre y visitas a los cientos de puestos de venta ambulante que llegan para la ocasión; la compra de un objeto de artesanía forma parte del ritual. Al caer la tarde, el goteo de romeros regresando a pie a la ciudad se sucede hasta el anochecer cerrando esta cita hasta el año próximo. Ya queda cerca la noche de San Juan.


  • Fiestas de Moros y Cristianos

  • La fiesta de Moros y Cristianos se ha convertido en una de las más representativas de la vida social alicantina, consiguiendo ser, en conjunto, una atractiva mezcla de religiosidad, estricta etiqueta y controlado festival callejero. Ese es el caso de San Blas, Villafranqueza, Altozano y José Antonio, donde las calles son ocupadas por vecinos y amigos dispuestos a pasar unos días de alegría compartida entre música, desfiles y pólvora.

    Participar en la fiesta supone un gran esfuerzo para muchas familias el poder costearse la participación en la filà, pero aún lo es más si el cabeza de familia acepta la capitanía. Pero esa dedicación de tiempo y dinero durante un año merece la pena por el fantástico ambiente que se consigue en una esmerada preparación.

    La amistad es un componente esencial de la fiesta de Moros y Cristianos. Sin ese espíritu de camaradería la fiesta no existiría. En cuarteles y kábilas se comparte casi todo, siendo la comida y la bebida alrededor del cual suceden los encuentros. Si tiene la suerte de que alguien le introduza en un cuartel o en una kábila le tratarán como si le conocieran de toda la vida.

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    Pero, para evitarse algunos disgustillos, es conveniente saber algunas reglas, que si se infringen, notará que no hacen ninguna gracia: el traje no es una disfraz - la fiesta no tiene nada que ver con los carnavales- y la fiesta, pese a su carácter divertido, es algo muy serio, con sus reglas y protocolo.

    La fiesta alicantina, en general, sigue la siguiente pauta argumental: el "Avís de festa"(aviso de fiesta) es un desfile donde los bandos -cristiano y moro- con sus filaes o comparsas visten el traje de gala a modo de publicidad directa para atraer al público. Con la "Nit de l'Olla", en la que se realiza el pregón, comienza la fiesta en kábilas y cuartelillos; a partir de ese momento ningún festero irá a su casa a menos que haya una causa mayor.

    Cada mañana con la "Diana" lo festeros despiertan a los vecinos con un desfile informal donde no falta la música y las "despertàs" a ritmo de arcabucería. Además de estos actos mencionados, de carácter casi privado, las apariciones más vistosas se reservan para regocijo del público; son las "Entradas", donde la figura central del capitán encabeza los desfiles de cada bando acompañadolas más de las veces por cabos y abanderadas y las "Embajadas" que representan la lucha dialéctica por la toma de la plaza a la que sigue una batalla de arcabucería o "Alardo".

    El fin de fiesta lo pone la "Retreta", un cierre humorístico, casi carnavalesco, donde los festeros, tras las exigencias del protocolo, tienen licencia para divertirse.

    16 al 19 de Marzo: Barrio de Villafranqueza

    9 al 12 de Junio: Barrio de San Blás


    12 al 16 Agosto: Barrio Altozano


    24 al 28 Agosto: Barrio Jose Antonio

  • C a r n a v al

  • Como preludio a las rígidas normas de la Semana Santa, con la Cuaresma de por medio, el Carnaval es la licencia para romper el orden social en una fiesta caracterizada por el exceso, pero sin llegar al caos.

    La ciudad entera se disfraza con la complicidad de todos, en la que cada uno se convierte en aquello que siempre quiso ser y nunca se atrevieron a manifestar. En esta mascarada, que resurgió por generación espontánea, participan incluso los lugares y espacios más representativos de la ciudad, ya que cada año varios de ellos es elegido para asistir a la fiesta como convidado de piedra.

    Junto a esa manifestación, grupos de gente se disfrazan con un motivo elegido, con el fin de participar en un ir y venir donde la alegría , por encima de la originalidad, es el motivo común para todos los carnavaleros. Así ,año a año, la numerosa familia carnavalera ha ido multiplicándose espontáneamente hasta convertir esos presurosos días de frío invierno en una cita ineludible de desenfreno, risa y esperpento, transformación y color.

    Comienza el intenso festival con el ritual de la representación de los Autos de Don Carnal y doña Cuaresma, y converge en el ya tradicional Sábado Ramblero que transforma una de las principales arterias de la ciudad, y aledaños, en punto de reunión obligatorio del disfraz, la crítica y la chanza, lugar de transmutación en personajes arquetípicos del momento o en otros provinientes de las más personales ensoñaciones, dando cuenta de nuestra dispar realidad y naturaleza. La afluencia de gente es tal que casi resulta imposible entrar o salir del Barrio o la Rambla o viceversa.

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    Aquí la música adquiere el protagonismo de ser no sólo el sonido que nos acompaña, sino que forma parte esencial de la danza de ilusiones y antifaces. Y así, con la breve intensidad de lo auténtico, la máscara y el maquillaje, el color y la deformidad, se sepultan hasta el año siguiente en el transcendental Velatorio y entierro de la Sardina, convenientemente acompañada en su cremación por el llanto de figuradas plañideras.

    En este acto final, todo el mundo se viste de negro, llora y porta velas en señal de luto por la pena al decir adiós a unos días sin el encorsetamiento de los prejuicios y las normas. Para calmar esa pena, se reparten rosquillas entre los asistentes al sentido Velatorio.

    También los niños tienen su Carnaval y para ellos se reserva el Domingo de Piñata, una jornada de juegos con grupos de animación, donde la figura central son las piñatas, bolsas con regalos que han de ser obtenidas mediante divertidas pruebas.

  • Fiestas de Verano

  • Poco después de las Hogueras de San Juan, las Fiestas de Verano, que se desarrollan durante julio y agosto, son unas fiestas sosegadas donde predominan los espectáculos musicales y los actos culturales que tienen su escenario en plena alle, siendo la moderna Plaza del Puerto el núcleo principal de actividad del Festival Internacional de Música, Teatro y danza.

    En esas noches de pleno estío, en las que resulta casi imposible conciliar el sueño, los alicantinos y visitantes, de todas las edades o gustos, toman la fresca con la posibilidad de descuchar un concierto -clásico, jazz o blues- , presenciar una obra de ballet o disfrutar de una pieza teatral.

    Estas jornadas culturales y musicales han ido adquiriendo cada vez más prestigio por la alta calidad de los artistas que a ellas concurren, de forma que en pocas ediciones, en el año 1999 será su tercera edición, ya tienen un reconocimiento y alcance internacional.

    Si los espectáculos son el principal ingrediente de estas fiestas culturales, la música es el nexo de unión a casi todos ellos, siendo uno de los actos má tradicionales el de la noche del 3 de agosto, la tradicional Alborada.

    Desde las once de la noche y hasta la madrugada, la Banda Sinfónica Municipal de Alicante, llena el cálido ambiente nocturno con el sonido de las piezas clásicas ejecutadas, demostrando una vez más que la música es uno de los signos más claros y representativos de la identidad alicantina.

    Entre tanta cultura profana, el único acto religioso que se conserva de las primitivas fiestas en honor de la patrona de la ciudad es la procesión que cada 5 de agosto recorre algunas calles del Casco Antiguo partiendo desde la Concatedral de San Nicolás.


  • Fiestas en barrios


  • Santa Cruz - Raval Roig - San Antón - Tabarca

    Estos cuatro barrios son representativos de ese Alicante entrañable, tradicional, familiar, todavía no invadido por el neón y con cierto regusto de pasado feliz.

    El Barrio de Santa Cruz, se sitúa en lo más alto de Alicante, colgada de Benacantil, cerca del cielo. En este escenario se celebra la festividad de la Cruz de Mayo, una manifestación religiosa colorista y pasional, artesana, ya que son las mujeres las que engalanan con flores unas cruces que adornan el barrio que se llena de una explosión de alegría callada.


    En la otra ladera del Benacantil se sitúa el Raval Roig, tradicional balcón marinero de la ciudad, que cambia de ritmo en septiembre con motivo de la festividad en honor de la Virgen del Socorro; juegos populares , cucañas, concursos gastronómicos y danzas devuelven ecos de un pasado reciente con toda la gracia de la tradición aprendida.


    También a los pies del Benacantil, pero mirando a la ciudad, está el Barrio de San Antón, donde cada 17 de Enero se celebra el Porrat de San Antón, con su bendición de animales y con la presencia de puestos callejeros de porrate, consistente en dulces artesanos y frutos secos.

    Tabarca es un punto y aparte que merece inexcusablemente una visita por su interés paisajístico, gastronómico y humano. En julio, en plena época turística la romería marítima en honor de la Virgen del Carmen da el tono solemne a tanto sol y sangría, en un acto emotivo donde la imagen de la virgen es motivo de una procesión en barcos en la que se recuerda a los marineros difuntos lanzando flores al mar entre cantos y salves marianos.

    FIESTAS ALICANTE

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    Enviado por:Paula Bolaños
    Idioma: castellano
    País: España

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