Historia


Alejandro Magno


Alejandro Magno

Alejandro III el Magno, (356- 323 a.c), rey de macedonia (336- 323 a.c) conquistador del imperio persa y uno de los lideres más importantes del mundo antiguo.

Las primeras conquistas

Alejandro nació en Pela, la antigua capital de Macedonia; era hijo de Filipo II, rey de Macedonia y Olimpia, princesa de Epiro. Aristóteles fue su tutor, enseñándole retórica y literatura y estimulo su interés por la ciencia, la medicina y la filosofía. En el verano del año 336 a.c Filipo fue asesinado y Alejandro ascendió al trono de Macedonia. Se encontró rodeado de enemigos y se vio amenazado por una rebelión en el extranjero. Alejandro ordenó la ejecución de todos los conspiradores y enemigos nacionales. Marcho sobre Tesalia, donde los partidarios de la independencia habían obtenido el control, y restauro el dominio macedónico. Hacia finales del verano del 336 a.c había restablecido su posición en Grecia y un congreso de estados en Corinto lo eligió comandante del ejercito griego para la guerra contra Persia. En el año 335 a.c dirigió una campaña brillante contra los rebeldes tracios cerca del Danubio. A su regreso a Macedonia, reprimió en una sola semana a los hostiles ilirios y dardanelos cerca del lago Pequeño Prespa y después se dirigió hacia Tebas, que se había sublevado. Tomó la ciudad por asalto y arrasó sus edificios respetando solo los templos y la casa del poeta lírico Píndaro, esclavizando a unos treinta mil habitantes capturados. La rapidez de Alejandro en reprimir la sublevación de Tebas facilitó la inmediata sumisión de los otros estados griegos.

La creación de un imperio

Alejandro comenzó su guerra con Persia la primavera del 334 a.c al cruzar el Helesponto ( actualmente Dardanelos) con un ejercito de unos 365.000 hombres de Macedonia y de toda Grecia; Sus oficiales jefes eran todos Macedonios, incluidos Antigono, Tolomeo y Seleuco. En el río Gránico, cerca de la antigua ciudad de Troya, atacó a un ejercito de 40.000 persas y griegos hoplitas (mercenarios) Sus fuerzas derrotaron al enemigo y, según la tradición, solo perdieron 110 hombres; Después de esta batalla toda Asia se rindió. Al parecer en su camino a través de frigia cortó con su espada el nudo gordiano, que en la mitología griega es un complicado nudo atado por Gordias, un campesino frigio, que se convirtió en rey porque entró el primero en un pueblo y cumplía con las condiciones del oráculo, según el cual los habitantes debían elegir como gobernante a la primera persona que entrara en la plaza pública en un carro. En agradecimiento, Gordias dedicó su carro al dios Zeus y lo colocó en el bosquecillo del templo, atando la lanza del carro al yugo con una cuerda. El nudo era tan complicado que nadie podía desatarlo. Se decía que quien fuera capaz de desatar el difícil nudo se convertiría en el gobernador de Asia, el mismo Alejandro Magno fue incapaz de desatar el nudo gordiano, así que sacó su espada y lo cortó de un tajo; después de esto, continuó avanzando hacia el sur y se encontró con el ejercito principal persa, bajo el mando de Darío III, en Isos, en el noreste de Siria. Según la tradición, el ejercito de Darío se estimaba en 500.000 soldados, cifra que hoy es considerada exagerada. La batalla de Isos, en el año 333 a.c, termino con una gran victoria de Alejandro. Aunque corto la retirada, Darío huyo, abandonando a su madre, esposa e hijos a Alejandro, quien les trató con respeto debido a su condición de familia real. Tiro, un puerto marítimo muy fortificado, ofreció una resistencia obstinada, pero Alejandro lo tomo por asalto en el 332 a.c después de un asedio de siete meses. Seguidamente, Alejandro capturó Gaza y después pasó a Egipto donde fue concebido como libertador. Estos acontecimientos facilitaron el control de toda la línea costera del Mediterráneo. Más tarde, en el 332 a.c, fundo en la desembocadura del río Nilo la ciudad de Alejandría, que se convirtió en el centro literario, científico y comercial del mundo griego. Cirene, la capital del antiguo reino de Cirenaica, en el norte de África, se rindió a Alejandro en el 331 a. C., extendiendo sus dominios a todo el territorio de Cartago.

En la primavera del 331 a.C. Alejandro hizo una peregrinación al gran templo y oráculo de Amón-Ra, el dios egipcio del Sol a quien los griegos identificaron con Zeus. Se creía que los primeros faraones egipcios eran hijos de Amón-Ra, y Alejandro, el nuevo dirigente de Egipto, quería que el dios le reconociera como su hijo. La peregrinación tuvo éxito, y quizá confirmara la creencia de Alejandro en su propio origen divino. Dirigiéndose de nuevo hacia el norte, reorganizó sus fuerzas en Tiro y salió hacia Babilonia con un ejército de 40.000 infantes y 7.000 jinetes. Cruzó los ríos Éufrates y Tigris y se encontró con Darío al frente del ejército persa, el cual, según informes exagerados, llevaba un millón de hombres, cantidad que no impidió que sufriera una derrota devastadora en la batalla de Arbela (Gaugamela) el 1 de octubre del 331 a.C. Darío huyó al igual que hizo en Isos y un año más tarde fue asesinado por uno de sus propios colaboradores. Babilonia se rindió después de Gaugamela, y la ciudad de Susa, con sus enormes tesoros, fue igualmente conquistada. Más tarde, hacia mitad del invierno, se dirigió a Persépolis, la capital de Persia. Después de robar los tesoros reales y apropiarse de un rico botín, quemó la ciudad, lo cual completó la destrucción del antiguo Imperio persa. El dominio de Alejandro se extendía a lo largo y ancho de la orilla sur del mar Caspio, incluyendo las actuales Afganistán y Beluchistán, y hacia el norte a Bactriana y Sogdiana, el actual Turkestán ruso, también conocido como Asia central. Sólo le llevó tres años, desde la primavera del 330 a. C. hasta la primavera del 327 a. C., dominar esta vasta zona.


Para completar la conquista del resto del Imperio persa, que en tiempos había incluido parte de la India occidental, Alejandro cruzó el río Indo en el 326 a. C. e invadió el Punjab, alcanzando el río Hifasis (actual Bias); en este punto los macedonios se rebelaron, negándose a continuar. Entonces Alejandro construyó una flota y bajó navegando el Hidaspo (llamado Hydaspes por los griegos, donde derrotó al dirigente indio Poros en el 326 a. C.) hacia el Indo, alcanzando su delta en septiembre del 325 a. C. La flota continuó hacia el golfo Pérsico. Con su ejército, Alejandro cruzó el desierto de Susa en el 324 a. C. La escasez de comida y agua durante la marcha había causado varias pérdidas y desacuerdos entre sus tropas. Alejandro pasó aproximadamente un año organizando sus dominios e inspeccionando territorios del golfo Pérsico donde conseguir nuevas conquistas. Llegó a Babilonia en la primavera del 323 a. C., pero en junio contrajo fiebres y murió. Dejó su Imperio, según sus propias palabras, “a los más fuertes” este ambiguo testamento provocó terribles luchas internas durante medio siglo.

EL LEGADO DE ALEJANDRO


Alejandro fue uno de los mayores conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la velocidad con la que cruzó grandes extensiones de terreno. Aunque fue valiente y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo requería, aunque cometió algunos actos de los que luego se arrepintió, caso del asesinato de su amigo Clito en un momento de embriaguez. Como político y dirigente tuvo planes grandiosos; según muchos historiadores abrigó el proyecto de unificar Oriente y Occidente en un imperio mundial, una nueva e ilustrada hermandad mundial de todos los hombres. Hizo que unos 30.000 jóvenes persas fueran educados en el habla griega y en tácticas militares macedónicas y les alistó en su Ejército. Él mismo adoptó costumbres persas y se casó con mujeres orientales: con Estatira (o Stateira; Que murió hacia el 323 a. C.), la hija mayor de Darío III, y con Roxana (que murió hacia el 311 a. C.), hija del sátrapa de Bactriana Oxiartes; además animó y sobornó a sus oficiales para que tomaran esposas persas. Poco después murió. Alejandro ordenó que las ciudades griegas le adoraran como a un dios. Aunque probablemente dio la orden por razones políticas, según su propia opinión y la de sus contemporáneos, se le consideraba de origen divino. Tras su muerte, la orden fue en gran parte anulada.


Para unificar sus conquistas, Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se llamaron Alejandría en honor a su persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien pavimentadas y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero sujetas a los edictos del rey. Los veteranos griegos de su Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos se instalaron en ellas y se introdujo la cultura y la lengua griega. Así, Alejandro extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino para los reinos del periodo helenístico y la posterior expansión de Roma.

ÍNDICE

  • Alejandro Magno.

  • Las primeras conquistas.

  • La creación de un imperio.

  • El legado de Alejandro.

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    Enviado por:Paula Mérida Morillas
    Idioma: castellano
    País: España

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