Psicología


Agresión


En el presente trabajo analizaremos las “Influencias biológicas y ambientales sobre la agresión” con la intención e interés de comprender las causas básicas de este comportamiento en particular.

 

A pesar de los muchos tratados, ideas, corrientes y teorías, a la fecha, los entendidos en la materia no se ponen de acuerdo al respecto, sin embargo muy a pesar de ello y, quizás precisamente por esto tenemos la obligación de formarnos nuestra propia opinión o como hacemos ahora inclinarnos hacia una de las corrientes.

 

De todos los problemas de la humanidad, la agresividad es con certeza uno de los más urgentes, pues sabemos que si no aprendemos a comprender y a dominar nuestra agresividad, no estaremos aquí por mucho tiempo.

Instintos, capacidades biológicas, herencia, medio ambiente, sistema cerebral, normas sociales, aprendizaje, frustraciones, maltratos, etc., etc., es lo que analizaremos como aspectos influyentes en la conducta agresiva.

 

En años recientes un grupo de bien conocidos escritores afirmaron que “los seres humanos son inevitablemente asesinos: que por su herencia animal son genéticamente e instintivamente agresivos y no puede ser de otro modo”...

 

Qué tan cierta puede ser esta afirmación, lo veremos en las próximas páginas.

 

 

  

METODOLOGIA

 

La metodología utilizada para la elaboración de este trabajo fue la investigación bibliográfica. Consultamos diferentes fuentes de información donde quiera que la encontramos: en libros, revistas, exposiciones de psicólogos, la internet, entre otros.

 

El tema es abundantemente estudiado, lo que nos podría sugerir la importancia que actualmente las ciencias biológicas y sociales le atribuyen.

 

Finalmente, éste es el producto de esa investigación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONTROVERSIA

 

 

AGRESIVIDAD: Carácter agresivo. Desequilibrio psicológico que provoca la hostilidad de una persona a las otras que lo rodean. Definición del Pequeño Larousse Ilustrado, 1987.

 

 

¿Qué se entiende exactamente por agresión y/o conducta agresiva? Decimos que existe agresividad cuando provocamos daño a una persona u objeto (acción de agredir). Este daño puede ser físico o psíquico.

 

Es muy fácil agrupar gran número de acciones humanas bajo la rúbrica de agresión pero lo cierto es que para estudiar y comprender este tipo de conducta humana lo que hace falta es justo lo opuesto: intentar separar los diferentes hilos que constituyen esa conducta que denominamos agresiva.

 

En su libro La anatomía de la destructividad humana, Erich Fromm contempla dos tipos de agresión: describe uno como biológicamente adaptativo y al servicio de la vida; un tipo de agresión, según él, filogenéticamente programado y, común tanto a los animales como a los hombres. Ejemplo de ello, de acuerdo con Fromm, es el impulso a atacar o a huir cuando se encuentran amenazados intereses vitales. El otro tipo, la agresión maligna, como son la destructividad y la crueldad, no es biológicamente adaptativa. Este tipo de agresión se observa específicamente en la conducta de hombres como Hitler, Himmler, Goebbels y otros semejantes; es común únicamente a los hombres y brota de las condiciones de la existencia humana.

 

 

 

La popularidad de los escritos de quienes nos cuentan que el hombre es instintivamente agresivo, por herencia de sus ancestros prehistóricos y animales, proviene de que la mayoría de nosotros deseamos una explicación categórica de la “bestialidad” humana, capaz de relacionarla con nosotros mismos y con la conducta de los demás. Difícilmente podría haber una razón mejor para buscar explicación semejante.

 

La guerra es lo primero que viene a la mente cuando pensamos en la violencia. Como horror institucionalizado, racionalizado y sancionado estatalmente, la guerra es la forma final de la violencia a gran escala.

 

Incluso en tiempos de paz oficial, la violencia nos rodea.

 

El ataque a seres humanos por sus propios congéneres no es nada nuevo. Testimonios de violencia entre personas los hay tan antiguos como el hombre mismo. Uno de los actos iniciales de una de nuestras mitologías mayores es el asesinato de un hermano. Era tras era, siglo tras siglo, hasta la actual versión del periódico de esta mañana, la realización humana se ha visto casi siempre acompañada por la violencia humana.

 

Entonces ¿a qué tomarse el trabajo de preguntar, por qué hemos sobrevivido hasta ahora? Hemos recorrido una larga distancia como especie ¿por qué no seguir sencillamente como hasta ahora, viviendo nuestras vidas y protegiéndonos cada cual como mejor pueda? ¿Por qué preocuparse?

 

Hay dos razones. Una es que, como especie, queremos comprender. Una de las cualidades de los seres humanos en general es su ansia de comprender

llámese curiosidad, mente inquisitiva, sed de conocimiento o lo que fuere-, comparable solo con su voluntad de hacer un esfuerzo notable con ese fin, aún cuando en ese momento no sea clara su futura utilidad práctica.

 

La otra razón para intentar comprender nuestra agresividad es que ha llegado el momento de hacerlo. Tras 5 ó 6 millones de años de existencia humana sobre este planeta, la violencia de los hombres amenaza con arrebatar las riendas al espíritu cooperador e inventivo y conducirnos a la extinción. Hasta ahora nos hemos equilibrado bastante bien como especie, y de hecho no hemos dejado de crecer y desarrollarnos. Pero hoy, trabajando nuestro ingenio a toda máquina, hemos creado modos de borrarnos con una velocidad y un rigor antes desconocidos. Si queremos que este agradable planeta lo habite alguno de nuestros descendientes, no hay otra elección que la de conseguir una mejor comprensión de nuestras naturalezas.

 

Algunos deploran nuestra huida de Dios y predican al resto que la fe traerá la paz al mundo y a cada uno en particular. Otros ven la violencia como expresión de inadecuaciones psicológicas individuales. Otros culpan de ese hecho al crecimiento de la permisividad, al declive de la educación clásica, a la existencia del impuesto progresivo sobre la renta, a la desaparición de las diferencias de clase, a las iniquidades del sistema social, etc., etc.

 

Algunas ideas nos informan que la agresividad es un instinto heredado de nuestros ancestros prehumanos remotos; que está profundamente metida en nuestros genes y que, por eso mismo, es imposible de erradicar. Que nosotros por nuestra naturaleza fundamental, somos criaturas violentas; somos asesinos por naturaleza.

 

Los escritores más importantes que han adoptado esta teoría de la agresividad innata durante la última década han sido Konrad Lorenz, Robert Ardrey, Raymond Dart, Desmond Morris, Anthony Storr y Niko Tinbergen. Entre sus libros más conocidos están: Sobre la agresión, African Genesis, El contrato social, Aventuras con el eslabón perdido, El zoo humano, El mono desnudo y Acerca de la guerra y la paz en los animales y el hombre.

 

 

 

PUNTOS DE VISTA CONTRAPUESTOS

 

Otro punto de vista de la naturaleza de la agresión, interpreta los datos de modo muy diferente a como lo hacen los autores de todas esas obras populares. Sin negar para nada un componente genético en la agresión humana, ni que los hombres prehistóricos fuesen capaces de agresión, tanto la determinación genética de la agresión como su práctica prehistórica se han exagerado mucho, obviando que los seres humanos han vivido sujetos a ideas altruista y pacíficamente durante la mayor parte de su historia evolutiva de lo que esos escritores pretenden hacernos creer. Incluso hoy, cuando la violencia a gran escala amenaza con poner fin a nuestro mundo, la mayoría de los humanos no tenemos nada de violentos, y hay sociedades enteras donde aún hoy la violencia es mínima o inexistente.

 

Esta observación nos confirma el reconocimiento de que los seres humanos somos capaces de todo un amplio repertorio de conductas, y que no estamos inclinados a matar más que a socorrer. Hacemos ambas cosas. El desafío para nosotros, como sociedad, no es encontrar una explicación singular y simplificada de por qué un hombre mata a otro, sino por qué bajo provocaciones semejantes un hombre mata, otro socorre y otro pasa de largo por la otra acera de la calle.

 

La explicación no se encuentra en supuestos instintos humanos, que tenderían a empujarnos a todos los hombres y mujeres siempre en una dirección, sino que depende principalmente de las experiencias de nuestras vidas enteras, que varían ampliamente de una persona a otra.

 

Esto no supone negar que existe una contribución genética en casi toda forma de conducta. Pero sí niega que ninguna conducta específica de los seres humanos esté determinada genéticamente. Las potencialidades son genéticas en origen. El talento para la música, por ejemplo, parece ser heredado. Las habilidades para tocar el piano, que constituye una forma específica de conducta humana, ya no lo es; es aprendida. Naturalmente, a menudo es difícil separar ambas cosas.

 

Un niño con talento musical en una familia de músicos tiene excelentes probabilidades estadísticas de llegar a ser un músico. Pero es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres; qué parte proviene de una actitud familiar hacia la música como “única base razonable para la vida”; qué parte proviene del deseo de destacar entre personas que creen en el éxito; y qué parte se debe enteramente a otras causas, como una cualidad temperamental o el deseo de complacer a un familiar. Lo que sí es seguro en esta situación es que el talento musical heredado, por grande que sea, no hará a un músico a menos que se combine con muchos años de muy diversas experiencias. Y en esta situación, como en la mayoría de aquellas donde se encuentran mezclados ambos factores, el factor cultural es claramente más importante que el genético. Es decir: la herencia sólo suministra la potencialidad; el resultado específico estará determinado por los años de experiencias cotidianas.

 

La agresividad o la conducta agresiva , al igual que tocar el piano, es en gran medida un resultado de la aprobación y del apoyo activo, lo mismo que, según las teorías, la conducta pacífica se produce porque es estimulada mediante recompensas.

 

Estos dos puntos de vista opuestos acerca de la agresión humana -el de que la conducta agresiva es innata y el de que, aún admitiendo las influencias genéticas, resulta básicamente aprendida- constituyen algo más que un debate académico expuesto con lenguaje culto. Las dos perspectivas no sólo definen dos modos absolutistas de percibir a los seres humanos, sino también dos modos de adjudicar características al máximo dualistas a los humanos. Y eso posee implicaciones para nosotros como individuos, como sociedad y como sobrevivientes.

 

Las soluciones a todos nuestros problemas dependen de qué perspectiva acabemos adoptando. Si los seres humanos somos inevitablemente criminales, las soluciones deberán adecuarse a nuestras tendencias asesinas; por otra parte, si la conducta humana es en su mayor parte aprendida, nuestras soluciones deberán apoyarse en esta capacidad.

 

FORMAS DE AGRESIÓN

 

Entre los animales se han observado varias formas de agresión. Cada una de ellas está clasificada según la situación-estímulo que la provoca.

 

1.- Agresión depredadora: provocada por la presencia de una presa natural.

2.- Agresión anti-depredadora: provocada por la presencia de un depredador.

3.- Agresión territorial: defensa de un área frente a un intruso.

4.- Agresión de dominancia: provocada por un desafío al rango del animal o a su deseo de un objeto.

5.- Agresión maternal: provocada por la proximidad de algún agente amenazador para las crías de la hembra.

6.- Agresión del destete: provocada por la creciente independencia de la prole; los progenitores amenazan, o incluso atacan suavemente a su descendencia.

7.- Agresión parental disciplinada: provocada por diversos estímulos, como mamar a deshora, juegos bruscos o demasiado prolongados, alejamientos y cosas semejantes.

8.- Agresión sexual: provocada por las hembras con el propósito de apareamiento o de establecer una unión prolongada.

9.- Agresión relacionada con el sexo: provocada por los mismos estímulos que producen la conducta sexual.

10.- Agresión entre machos: provocada por la presencia de un competidor masculino de la misma especie.

11.- Agresión inducida por el miedo: provocada por el confinamiento o acorralamiento y la incapacidad de escapar, o por la presencia de algún agente amenazador.

12.- Agresión irritable: provocada por la presencia de cualquier organismo u objeto atacable.

13.- Agresión instrumental: cualquier cambio en el medio, como consecuencia de los tipos de agresión anteriormente descritos, que incrementa la probabilidad de que se produzca una conducta agresiva en situaciones semejantes.

 

Como destaca el profesor Kenneth E. Moyer, estos tipos no se excluyen mutuamente. Moyer opina que las bases neurales y endocrinas son distintas para cada una de ellos.

 

“No hay ningún tipo singular de conducta que pueda denominarse agresivo”, escribe Roger N. Johnson, profesor de zoología en el Ramapo College, en su libro Agresión en el hombre y en los animales.

 

 

 LA HERENCIA Y EL MEDIO

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El hecho es que el desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Esto no sólo se aplica a nuestro músico, que combina su talento heredado, sus rasgos de personalidad y las influencias de sus padres, maestros, amigos, críticos y público para hacer de él o de ella un concertista; lo mismo vale para el resto de los mortales, en quienes se combinan todos esos factores, y quizás otros, en toda su conducta.

 

Sin embargo, evidentemente que existen algunos rasgos físicos en los seres humanos que no son tan susceptibles a las influencias del medio: así, por ejemplo, el color básico de la piel y el cabello, la forma de éste, la forma de la nariz, el control de la respiración, la agudeza auditiva y visual y otras cosas semejantes.

 

Los genes determinan también los límites potenciales del desarrollo de cualquier rasgo en cualquier ambiente dado. Tamaño, longevidad, inteligencia y fuerza constitucional son ejemplos de este tipo de limitaciones impuestas por los genes. No es probable, pongamos por caso, que un niño con dos largas líneas de antepasados inferiores a 5'5” de estatura alcance más de 6'3”. Pero aquí nos encontramos con otra consideración. Quizás esos antepasados tenían esa estatura debido a una mala nutrición y no por su propia constitución genética. ¿Qué sucede entonces? Si una mujer encinta de esta familia recibiese una dieta nutritiva poderosa desde el comienzo mismo de su gravidez y si a su hijo se le diese comida nutritiva a lo largo de la infancia y de la adolescencia, podría fácilmente crecer hasta los 6 pies. Algo así es lo que ha sucedido con generaciones enteras: que debido a un mejor nivel de nutrición y de higiene infantil, han ido creciendo cada vez más con cada generación.

 

Lo mismo vale para la inteligencia. Teóricamente, cualquier individuo hereda su capacidad intelectual básica. Es decir, sus genes determinan los límites exteriores para el desarrollo de su intelecto en cualquier medio dado. Pero no podemos saber cuáles son esos límites. El ejemplo más simple y muy familiar para todos nosotros es la convicción, tan frecuente, de que “no sirvo para las matemáticas”, “jamás podré aprender francés”… Esa incapacidad de aprendizaje casi nunca es resultado de un defecto intelectual, en la mayoría de los casos son el resultado de muchas otras fuerzas, ambientales todas ellas.

 

El fracaso en el aprendizaje es probablemente más cultural que genético.

 

Los retrasados mentales o los aquejados por otros tipos de lesión cerebral son a menudo víctimas, no de una herencia deficiente, sino de fuerzas externas que han actuado sobre sus células cerebrales. Este tipo de lesión se produce frecuentemente durante el período prenatal. Una embarazada que carezca de una nutrición adecuada corre el grave peligro de lesionar las células cerebrales de su hijo. Todos sabemos que la falta de oxígeno en el cerebro de un adulto durante un breve período provoca una lesión cerebral irreversible. Lo mismo acontece con el cerebro del feto en desarrollo. Si fuma, por ejemplo, o si consume drogas de cualquier tipo, el contenido de oxígeno se reducirá y el desarrollo del niño se verá afectado.

 

La otra cara de la moneda es algo que también han observado innumerables profesores y encargados de la custodia de niños, incluidos los padres: en un ambiente favorable, la inteligencia de cualquier chico crecerá, sea cual fuere el metro usado para medirla.

 

Todo esto se resume en un único punto: los genes nunca operan en el vacío; existen siempre en un medio de algún tipo.

 

Sabemos por infinidad de estudios sobre cientos de miles de seres humanos que el medio prenatal constituye un factor influyente en la capacidad mental y en la salud física general del individuo. Sea cual fuere la dotación física, nuestra condición se ve siempre afectada, de un modo u otro, para bien o para mal, por la calidad de nuestras experiencias antes del nacimiento.

 

Las Teorías reactivas ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo. Una de sus más firmes exposiciones sostiene que “las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos.”

  

 

 

 

 

INFLUENCIAS AMBIENTALES

 

Como las personas son excelentes aprendices, las experiencias influyen en casi toda la conducta humana, esto hace que la teoría más común explique la agresividad como consecuencia de factores ambientales o sociales.

 

A través de la observación enseñamos a los individuos lo que hay que hacer.

 

La experiencia aprendida es determinante en el comportamiento agresivo en los seres humanos. Los niños aprenden que una actitud agresiva les permite tener control sobre algunos recursos como por ejemplo los juguetes o la atención de los padres. Los niños también aprenden a ser agresivos, observando a otros comportarse agresivamente. Los niños cuyos padres usan la fuerza física para disciplinarlos, tienden a usar la agresión física cuando interactúan con otros y los padres que abusan a sus hijos, generalmente fueron niños abusados.

 

Una de las primeras teorías que relacionó el comportamiento agresivo a factores sociales fue la del sociólogo francés Gabriel Tarde, quien no por esto dejó de atribuir la debida relevancia de los factores biológicos en la existencia de tendencias agresivas, aunque enfatizó que las causas de la agresividad son principalmente sociales.

 

 

 

FACTORES INFLUYENTES

 

Uno de los factores influyentes en la aparición de la conducta agresiva es el factor socio-cultural del individuo. Uno de los elementos más importantes dentro de este ámbito es la familia. Dentro de la familia, además de los modelos reforzados, son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que es sometido el niño. Se ha demostrado que tanto un padre poco exigente como otro con actitudes hostiles y que desaprueba constantemente al niño, fomentan igualmente el comportamiento agresivo.

 

Otro factor influyente en la agresividad en los niños es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Esta incongruencia se da cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o amenazante hacia el niño. Así mismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras ignorada, o bien cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace (lo protege).

 

Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden inducir al comportamiento agresivo.

 

Dentro del factor socio-cultural, tanto el tipo de sector donde se viva como expresiones “no seas cobarde”, “defiéndete”, “pelea”, etc., fomentan la agresividad.

 

 

 

 

 

NORMAS SOCIALES

 

En algunas culturas, la agresión es bien aceptada. Unas encuestas realizadas en 1970, en E.U.A., revelaron que los norteamericanos aprueban el lastimarse entre sí. Un alto porcentaje opinó que la guerra era justificable, que los niños deben pelear y que los policías deben usar la fuerza física; igualmente opinan que los cónyuges tenían igual autorización el uno hacia el otro, y se permitía a padres y a maestros que disciplinaran a los niños por medio de castigos físicos (Stark y McEvoy).

 

Las comedias que a diario vemos por el cable nos presentan a la familia como algo amable, sano y divertido; pero el hogar puede ser peligroso (en cualquier parte del mundo).

 

La encuesta Gelies 1982 sugiere que para ese año, 4 de cada 100 estadounidenses fueron severamente maltratados. ¿Causas de los maltratos? Cadena de maltratos transferidas de generación en generación; problemas económicos, el alcohol, las drogas, entre otros.

 

Es una situación como esta la que lleva a Rap Brown, activista en pro de los derechos civiles a afirmar que:

 

“La violencia es tan estadounidense como el pay de manzanas”.

 

 

 

 

Sin embargo las normas a favor de la agresión no son universales; en Malasia Central, los 13,000 Semais no tienen policías y en su comunidad se desconoce el asesinato. En Montana, los huteritas han vivido en relativo aislamiento durante cerca de 150 años; son propietarios comunitarios de sus tierras y trabajan básicamente como granjeros. Para mantener esta forma de vida, le enseñan a sus niños a reprimir todo signo exterior de ira. A pesar de que quizás este no sea el modo ideal para manejar la agresión, ha conducido a niveles muy bajos de asesinatos, robo, ataques y violaciones.

 

 

 

FRUSTRACIONES EN LA ESCUELA

 

 

“La frustración y el fracaso en la escuela

parecen contribuir a la agresión”

Dr. Dunivant.

 

 

La investigación sobre las historias de hombres delincuentes violentos aportó información acerca de la función que desempeña la escuela:

 

a) En los años preescolares presenta problemas para concentrarse, a menudo son hiperactivos y exhiben dificultades perceptuales y de aprendizaje.

b) Tienen un concepto muy pobre de sí mismos y carecen de habilidades adaptativas.

c) Culpan a otros de sus dificultades y se comportan de manera desafiante y perturbadora.

 

 

 

A pesar de que los futuros delincuentes pueden mostrar importantes talentos no académicos, es probable que los maestros consideren que estos niños son una molestia y los castiguen y los pongan en ridículo. Este tratamiento áspero genera más hostilidad y enajenación. Para manejar la vergüenza de los constantes fracasos aumentan su nivel de “payaseo”, travesuras y perturbación. Cuando llegan al 4to. ó 5to. grado, los pequeños que caen en esta categoría se asocian con otros que tampoco son buenos estudiantes. Tarde o temprano, estos chicos son suspendidos, les cambian de escuela una y otra vez y, muchas veces, hasta dejan los estudios. Es frecuente que al llegar a la secundaria (si es que llegan) estos jóvenes estén vagando por las calles, odiando a todo el mundo.

  

CONDICIONES SOCIALES

 

Ciertas condiciones sociales provocan que la agresión sea más probable, entre ellas:

 

ð        El anonimato: las modernas ciudades proporcionan grandes cantidades de estimulación sensorial, quizás demasiada para que muchas personas la manejen de manera cómoda. Esta sobrecarga sensorial o cognoscitiva genera un clima impersonal: no hay con quien hacer verdaderas relaciones (solo contactos superficiales), por lo que es muy difícil mantener una estabilidad emocional; la tecnología es tan avanzada y cambiante que no da tiempo pensar en el futuro, hay que vivir lo inmediato, estar a la moda, estar “IN” siendo uno más del montón.

 

¿Implicaciones prácticas? Los estudios de laboratorio demuestran que cuando se vive de forma impersonal, el individuo se siente anónimo, por lo que se vuelve más resentido y agresivo.

 

 

ð        La pobreza: una serie de condiciones que van junto con la pobreza aumenta la posibilidad de la agresión. Los medios masivos enaltecen la riqueza y alimentan fantasías con respecto a un estilo de vida lujoso,... cuando en realidad lo que hay es desempleo, insalubridad, hacinamiento, hambre, aburrimiento... y un camino que sólo parece estar abierto para la delincuencia.

  

 

EL CEREBRO Y LA AGRESION

 

La agresión está muy difundida en el mundo occidental, los estudiosos del sistema nervioso se han aplicado a investigar la posibilidad de que exista algo en la estructura del cerebro humano, capaz de explicar quizá esa conducta. En años recientes se ha incrementado el número de estudios proyectados para iluminar posibles bases neurológicas de la agresión. Muchos investigadores de neurología experimental y neurociencias en general pretenden actualmente haber localizado áreas cerebrales que representan bases neurológicas o sustratos de la conducta agresiva. La parte del cerebro asociada más generalmente con la agresión se denomina “Sistema Límbico”. Esta parte del cerebro, llamada también “cerebro visceral”, se considera estructuralmente primitiva en comparación con el estrato denso de células conocido como materia gris, el neocórtex, que rodea todo cuanto contiene como la cáscara de una naranja.

 

El sistema Límbico es, por así decirlo, un anillo sobre el aspecto interno del cerebro, cuya parte antero-inferior es conocida como la amígdala.

 

La amígdala está situada profundamente en cada lóbulo temporal y ha sido fuertemente identificada con la conducta agresiva. Diversas partes del sistema límbico se han asociado una y otra vez con la agresión, aunque hay quienes discuten la existencia misma de tal sistema. Sin embargo, hay acuerdo general a la hora de afirmar que tal sistema es observable como entidad morfológica.

 

Existen áreas en el cerebro que al ser estimuladas dan lugar a una conducta violenta o agresiva con independencia de situación, contexto o experiencia previa. En consecuencia, se extrae la conclusión de que esas áreas del cerebro constituyen las bases o substratos neuronales de la violencia

  

INFLUENCIAS BIOLÓGICAS SOBRE LA AGRESION

 

Las teorías del comportamiento agresivo, a veces llamados “instintos agresivos”, que sostienen que la agresividad es innata, es decir que se nace con ella, son llamadas “teorías activas”.

 

Ha sido realmente difícil encontrar pruebas fehacientes que apoyen esta, a pesar de que la noción no ha sido abandonada.

  

FACTORES GENETICOS

La evidencia de una asociación entre la composición genética y la agresividad la encontramos en estudios empíricos de gemelos idénticos (que tienen la misma composición genética) y niños adoptados (genéticamente diferentes de los demás miembros de la familia). Estos estudios han demostrado que la herencia biológica afecta la tendencia hacia la agresividad independientemente del ambiente social en que se desarrolle el individuo.

 

 

ANORMALIDADES NEUROLÓGICAS

 

Estudios en el área de influencia de los factores biológicos en la agresividad enfatizan el rol de los factores neurológicos. Estos estudios hacen un enfoque en anormalidades en el funcionamiento del cerebro, que reducen las inhibiciones a la agresión.

 

Algunos investigadores han descubierto que existe relación entre el comportamiento agresivo y un daño en el lóbulo frontal del cerebro. Otro tipo de disfunción que puede estar relacionado a la agresión es un desbalance químico en el cerebro. Los pensamientos, el comportamiento y las emociones de los seres humanos dependen de la transmisión de impulsos eléctricos en el sistema nervioso central. Los espacios entre las células del sistema nervioso se llaman sinapsis y los químicos que permiten el flujo de impulsos eléctricos a través de las sinapsis son llamados neurotransmisores. Los científicos creen que una reducción anormal en los niveles de neurotransmisores interrumpe el flujo de impulsos eléctricos, lo que ocasiona un corto circuito en las emociones como la simpatía o la empatía, que inhiben el comportamiento agresivo. Se ha encontrado que existe una relación entre los niveles de neurotransmisores específicos, como la serotonina, y ciertos comportamientos antisociales, incluyendo la violencia.

 

 

EL INSTINTO

 

El instinto ha sido una de las más socorridas explicaciones en la conducta de los seres vivientes. Tiene la virtud de ser sencillo y entenderse fácilmente. Cuando circunscribimos las acciones de los seres humanos para determinar si el instinto juega un papel en la agresión humana, estamos tocando problemas verdaderamente importantes.

 

¿Qué es un instinto? ¿Es algo que corresponde a una realidad o es más bien un artefacto creado por quienes están demasiado dispuestos a buscar explicaciones simples para una conducta compleja?

 

Las complejidades de la conducta humana son tales que se prestan fácilmente a tergiversaciones de todo tipo. Precisamente porque los fenómenos de la conducta humana son tan difíciles de analizar es, en parte, por lo que se reciben tantas explicaciones fáciles. El “instinto” es indudablemente uno de esos fenómenos que han recibido la más popular de las explicaciones. Las arañas tejen por instinto, las gatas amamantan a sus criaturas por instinto, los castores construyen presas por instinto y así sucesivamente. Por consiguiente, cuando las mujeres amamantan a sus hijos y los hombres van a la guerra a “defender a su país” (matando a otros hombres), lo hacen por instinto.

 

Konrad Lorenz y otros etólogos (estudiosos de las costumbres) de su mismo credo mantienen que prácticamente toda la conducta animal es instintiva, es decir que para todo acto realizado por un animal existe de antemano un arreglo dentro de su sistema nervioso que determina tal acto. Ante un estímulo específico la criatura reacciona siempre de una manera específica y predeterminada, y todos los miembros de esa especie reaccionarán de la misma manera al mismo estímulo.

 

Según Lorenz, todos los animales tienen en su interior programas semejantes, al servicio de lo que él considera las cuatro grandes pulsiones: hambre, miedo, sexo y agresión. Naturalmente, claro está, los programas varían de especie a especie.

 

 

C O N C L U S I Ó N

 

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales.

 

Las causas de la conducta agresiva son múltiples; atribuir el origen o el desarrollo de tal conducta a una causa singular va sencillamente en contra de los hechos. El desarrollo de la conducta agresiva, tanto en los animales como en los humanos, depende, durante cada fase de desarrollo, de la compleja interacción entre organismos y medio.

 

Podemos poner por ejemplo el niño con talento musical, que proviene de una familia de músicos; es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres, qué parte proviene de la actitud de la familia hacia la música o qué parte se debe a otras causas. Lo que sí es seguro es que, por muy grande que sea el talento musical heredado por este niño, no será músico si no lo combina con muchos años de diversas experiencias.

 

Los seres humanos son capaces de cualquier tipo de conducta, incluyendo la conducta agresiva e incluyendo también la bondad, la crueldad, la sensibilidad, el egoísmo, la nobleza, la cobardía y la travesura; la conducta agresiva no es sino una conducta entre otras muchas.

 

 

 

 

 

R E C O M E N D A C I O N E S

 

 

Después de concluir que tanto los factores biológicos como el ambiente influyen en la formación de una conducta agresiva y, como señalara el sociólogo francés Tarder, el comportamiento agresivo puede ser alimentado por la imitación, nuestra primera recomendación va dirigida a motivar a los padres a desempeñar un rol más activo y comprometido, recordando que nuestro mayor competidor es la tecnología, no dejarle a ésta la función orientadora, ni permitirle ser el modelo más idóneo a imitar. Esta responsabilidad debemos asumirla y agregarle calidad al tiempo compartido con nuestros hijos: cuidando nuestro comportamiento, vocabulario, forma de conducirnos, expresiones, etc. cuando estamos con ellos. Igualmente debemos tener pendiente, a la hora de corregirlos, cómo y con cuáles palabras debemos hacerlo.

 

En segundo lugar, llamar la atención de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos en el sentido de regular el contenido y calidad de los programas de radio y televisión, especialmente los que se transmiten en el llamado “horario estelar” (de 8:00 am./8:00 pm.).

 

 

 

 

  

B I B L I O G R A F I A

 

 

 

 

DAVIDOFF, Linda L.

Introducción a la Psicología

3era. Edición, McGrawn-Hill, México. 1994

 

 

Diccionario PequeÑo larousse ILUSTRADO, 1987.

 

 

ENCICLOPEDIA ENCARTA

 

MONTAGU, Ashley

La naturaleza de la agresión humana

(THE NATURE OF HUMAN AGGRESSION)

Alianza Universidad Editorial. Madrid, España. 1993

 

Otras fuentes: la internet, http//altavista/personalidad.agresividad.

(enero 24, 2001)

 

 

GUIA DE CONTENIDO

* * *

 

PAG

INTRODUCCION

METODOLOGIA 2

CONTROVERSIA 3

Puntos de vista contrapuestos 6

FORMAS DE AGRESION 9

LA HERENCIA Y EL MEDIO 11

INFLUENCIAS AMBIENTALES 14

Factores influyentes 15

Normas sociales 16

Frustraciones en la escuela 17

Condiciones sociales 18

EL CEREBRO Y LA AGRESION 20

INFLUENCIAS BIOLOGICAS SOBRE LA AGRESION 22

Factores genéticos 22

Anormalidades neurológicas 22

El Instinto 23

CONCLUSION 25

RECOMENDACIONES 26

BIBLIOGRAFIA 27

 

En el presente trabajo analizaremos las “Influencias biológicas y ambientales sobre la agresión” con la intención e interés de comprender las causas básicas de este comportamiento en particular.

 

A pesar de los muchos tratados, ideas, corrientes y teorías, a la fecha, los entendidos en la materia no se ponen de acuerdo al respecto, sin embargo muy a pesar de ello y, quizás precisamente por esto tenemos la obligación de formarnos nuestra propia opinión o como hacemos ahora inclinarnos hacia una de las corrientes.

 

De todos los problemas de la humanidad, la agresividad es con certeza uno de los más urgentes, pues sabemos que si no aprendemos a comprender y a dominar nuestra agresividad, no estaremos aquí por mucho tiempo.

Instintos, capacidades biológicas, herencia, medio ambiente, sistema cerebral, normas sociales, aprendizaje, frustraciones, maltratos, etc., etc., es lo que analizaremos como aspectos influyentes en la conducta agresiva.

 

En años recientes un grupo de bien conocidos escritores afirmaron que “los seres humanos son inevitablemente asesinos: que por su herencia animal son genéticamente e instintivamente agresivos y no puede ser de otro modo”...

 

Qué tan cierta puede ser esta afirmación, lo veremos en las próximas páginas.

  

METODOLOGIA

 

La metodología utilizada para la elaboración de este trabajo fue la investigación bibliográfica. Consultamos diferentes fuentes de información donde quiera que la encontramos: en libros, revistas, exposiciones de psicólogos, la internet, entre otros.

 

El tema es abundantemente estudiado, lo que nos podría sugerir la importancia que actualmente las ciencias biológicas y sociales le atribuyen.

 

Finalmente, éste es el producto de esa investigación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CONTROVERSIA

 

 

AGRESIVIDAD: Carácter agresivo. Desequilibrio psicológico que provoca la hostilidad de una persona a las otras que lo rodean. Definición del Pequeño Larousse Ilustrado, 1987.

 

 

¿Qué se entiende exactamente por agresión y/o conducta agresiva? Decimos que existe agresividad cuando provocamos daño a una persona u objeto (acción de agredir). Este daño puede ser físico o psíquico.

 

Es muy fácil agrupar gran número de acciones humanas bajo la rúbrica de agresión pero lo cierto es que para estudiar y comprender este tipo de conducta humana lo que hace falta es justo lo opuesto: intentar separar los diferentes hilos que constituyen esa conducta que denominamos agresiva.

 

En su libro La anatomía de la destructividad humana, Erich Fromm contempla dos tipos de agresión: describe uno como biológicamente adaptativo y al servicio de la vida; un tipo de agresión, según él, filogenéticamente programado y, común tanto a los animales como a los hombres. Ejemplo de ello, de acuerdo con Fromm, es el impulso a atacar o a huir cuando se encuentran amenazados intereses vitales. El otro tipo, la agresión maligna, como son la destructividad y la crueldad, no es biológicamente adaptativa. Este tipo de agresión se observa específicamente en la conducta de hombres como Hitler, Himmler, Goebbels y otros semejantes; es común únicamente a los hombres y brota de las condiciones de la existencia humana.

 

 

 

 

 

La popularidad de los escritos de quienes nos cuentan que el hombre es instintivamente agresivo, por herencia de sus ancestros prehistóricos y animales, proviene de que la mayoría de nosotros deseamos una explicación categórica de la “bestialidad” humana, capaz de relacionarla con nosotros mismos y con la conducta de los demás. Difícilmente podría haber una razón mejor para buscar explicación semejante.

 

La guerra es lo primero que viene a la mente cuando pensamos en la violencia. Como horror institucionalizado, racionalizado y sancionado estatalmente, la guerra es la forma final de la violencia a gran escala.

 

Incluso en tiempos de paz oficial, la violencia nos rodea.

 

El ataque a seres humanos por sus propios congéneres no es nada nuevo. Testimonios de violencia entre personas los hay tan antiguos como el hombre mismo. Uno de los actos iniciales de una de nuestras mitologías mayores es el asesinato de un hermano. Era tras era, siglo tras siglo, hasta la actual versión del periódico de esta mañana, la realización humana se ha visto casi siempre acompañada por la violencia humana.

 

Entonces ¿a qué tomarse el trabajo de preguntar, por qué hemos sobrevivido hasta ahora? Hemos recorrido una larga distancia como especie ¿por qué no seguir sencillamente como hasta ahora, viviendo nuestras vidas y protegiéndonos cada cual como mejor pueda? ¿Por qué preocuparse?

 

Hay dos razones. Una es que, como especie, queremos comprender. Una de las cualidades de los seres humanos en general es su ansia de comprender

llámese curiosidad, mente inquisitiva, sed de conocimiento o lo que fuere-, comparable solo con su voluntad de hacer un esfuerzo notable con ese fin, aún cuando en ese momento no sea clara su futura utilidad práctica.

 

La otra razón para intentar comprender nuestra agresividad es que ha llegado el momento de hacerlo. Tras 5 ó 6 millones de años de existencia humana sobre este planeta, la violencia de los hombres amenaza con arrebatar las riendas al espíritu cooperador e inventivo y conducirnos a la extinción. Hasta ahora nos hemos equilibrado bastante bien como especie, y de hecho no hemos dejado de crecer y desarrollarnos. Pero hoy, trabajando nuestro ingenio a toda máquina, hemos creado modos de borrarnos con una velocidad y un rigor antes desconocidos. Si queremos que este agradable planeta lo habite alguno de nuestros descendientes, no hay otra elección que la de conseguir una mejor comprensión de nuestras naturalezas.

 

Algunos deploran nuestra huida de Dios y predican al resto que la fe traerá la paz al mundo y a cada uno en particular. Otros ven la violencia como expresión de inadecuaciones psicológicas individuales. Otros culpan de ese hecho al crecimiento de la permisividad, al declive de la educación clásica, a la existencia del impuesto progresivo sobre la renta, a la desaparición de las diferencias de clase, a las iniquidades del sistema social, etc., etc.

 

Algunas ideas nos informan que la agresividad es un instinto heredado de nuestros ancestros prehumanos remotos; que está profundamente metida en nuestros genes y que, por eso mismo, es imposible de erradicar. Que nosotros por nuestra naturaleza fundamental, somos criaturas violentas; somos asesinos por naturaleza.

 

Los escritores más importantes que han adoptado esta teoría de la agresividad innata durante la última década han sido Konrad Lorenz, Robert Ardrey, Raymond Dart, Desmond Morris, Anthony Storr y Niko Tinbergen. Entre sus libros más conocidos están: Sobre la agresión, African Genesis, El contrato social, Aventuras con el eslabón perdido, El zoo humano, El mono desnudo y Acerca de la guerra y la paz en los animales y el hombre.

 

 

 

PUNTOS DE VISTA CONTRAPUESTOS

 

Otro punto de vista de la naturaleza de la agresión, interpreta los datos de modo muy diferente a como lo hacen los autores de todas esas obras populares. Sin negar para nada un componente genético en la agresión humana, ni que los hombres prehistóricos fuesen capaces de agresión, tanto la determinación genética de la agresión como su práctica prehistórica se han exagerado mucho, obviando que los seres humanos han vivido sujetos a ideas altruista y pacíficamente durante la mayor parte de su historia evolutiva de lo que esos escritores pretenden hacernos creer. Incluso hoy, cuando la violencia a gran escala amenaza con poner fin a nuestro mundo, la mayoría de los humanos no tenemos nada de violentos, y hay sociedades enteras donde aún hoy la violencia es mínima o inexistente.

 

Esta observación nos confirma el reconocimiento de que los seres humanos somos capaces de todo un amplio repertorio de conductas, y que no estamos inclinados a matar más que a socorrer. Hacemos ambas cosas. El desafío para nosotros, como sociedad, no es encontrar una explicación singular y simplificada de por qué un hombre mata a otro, sino por qué bajo provocaciones semejantes un hombre mata, otro socorre y otro pasa de largo por la otra acera de la calle.

 

La explicación no se encuentra en supuestos instintos humanos, que tenderían a empujarnos a todos los hombres y mujeres siempre en una dirección, sino que depende principalmente de las experiencias de nuestras vidas enteras, que varían ampliamente de una persona a otra.

 

Esto no supone negar que existe una contribución genética en casi toda forma de conducta. Pero sí niega que ninguna conducta específica de los seres humanos esté determinada genéticamente. Las potencialidades son genéticas en origen. El talento para la música, por ejemplo, parece ser heredado. Las habilidades para tocar el piano, que constituye una forma específica de conducta humana, ya no lo es; es aprendida. Naturalmente, a menudo es difícil separar ambas cosas.

 

Un niño con talento musical en una familia de músicos tiene excelentes probabilidades estadísticas de llegar a ser un músico. Pero es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres; qué parte proviene de una actitud familiar hacia la música como “única base razonable para la vida”; qué parte proviene del deseo de destacar entre personas que creen en el éxito; y qué parte se debe enteramente a otras causas, como una cualidad temperamental o el deseo de complacer a un familiar. Lo que sí es seguro en esta situación es que el talento musical heredado, por grande que sea, no hará a un músico a menos que se combine con muchos años de muy diversas experiencias. Y en esta situación, como en la mayoría de aquellas donde se encuentran mezclados ambos factores, el factor cultural es claramente más importante que el genético. Es decir: la herencia sólo suministra la potencialidad; el resultado específico estará determinado por los años de experiencias cotidianas.

 

La agresividad o la conducta agresiva , al igual que tocar el piano, es en gran medida un resultado de la aprobación y del apoyo activo, lo mismo que, según las teorías, la conducta pacífica se produce porque es estimulada mediante recompensas.

 

Estos dos puntos de vista opuestos acerca de la agresión humana -el de que la conducta agresiva es innata y el de que, aún admitiendo las influencias genéticas, resulta básicamente aprendida- constituyen algo más que un debate académico expuesto con lenguaje culto. Las dos perspectivas no sólo definen dos modos absolutistas de percibir a los seres humanos, sino también dos modos de adjudicar características al máximo dualistas a los humanos. Y eso posee implicaciones para nosotros como individuos, como sociedad y como sobrevivientes.

 

Las soluciones a todos nuestros problemas dependen de qué perspectiva acabemos adoptando. Si los seres humanos somos inevitablemente criminales, las soluciones deberán adecuarse a nuestras tendencias asesinas; por otra parte, si la conducta humana es en su mayor parte aprendida, nuestras soluciones deberán apoyarse en esta capacidad.

 

 

FORMAS DE AGRESIÓN

 

Entre los animales se han observado varias formas de agresión. Cada una de ellas está clasificada según la situación-estímulo que la provoca.

 

1.- Agresión depredadora: provocada por la presencia de una presa natural.

2.- Agresión anti-depredadora: provocada por la presencia de un depredador.

3.- Agresión territorial: defensa de un área frente a un intruso.

4.- Agresión de dominancia: provocada por un desafío al rango del animal o a su deseo de un objeto.

5.- Agresión maternal: provocada por la proximidad de algún agente amenazador para las crías de la hembra.

6.- Agresión del destete: provocada por la creciente independencia de la prole; los progenitores amenazan, o incluso atacan suavemente a su descendencia.

7.- Agresión parental disciplinada: provocada por diversos estímulos, como mamar a deshora, juegos bruscos o demasiado prolongados, alejamientos y cosas semejantes.

8.- Agresión sexual: provocada por las hembras con el propósito de apareamiento o de establecer una unión prolongada.

9.- Agresión relacionada con el sexo: provocada por los mismos estímulos que producen la conducta sexual.

10.- Agresión entre machos: provocada por la presencia de un competidor masculino de la misma especie.

11.- Agresión inducida por el miedo: provocada por el confinamiento o acorralamiento y la incapacidad de escapar, o por la presencia de algún agente amenazador.

12.- Agresión irritable: provocada por la presencia de cualquier organismo u objeto atacable.

13.- Agresión instrumental: cualquier cambio en el medio, como consecuencia de los tipos de agresión anteriormente descritos, que incrementa la probabilidad de que se produzca una conducta agresiva en situaciones semejantes.

 

Como destaca el profesor Kenneth E. Moyer, estos tipos no se excluyen mutuamente. Moyer opina que las bases neurales y endocrinas son distintas para cada una de ellos.

 

“No hay ningún tipo singular de conducta que pueda denominarse agresivo”, escribe Roger N. Johnson, profesor de zoología en el Ramapo College, en su libro Agresión en el hombre y en los animales.

 

 

LA HERENCIA Y EL MEDIO

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El hecho es que el desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Esto no sólo se aplica a nuestro músico, que combina su talento heredado, sus rasgos de personalidad y las influencias de sus padres, maestros, amigos, críticos y público para hacer de él o de ella un concertista; lo mismo vale para el resto de los mortales, en quienes se combinan todos esos factores, y quizás otros, en toda su conducta.

 

Sin embargo, evidentemente que existen algunos rasgos físicos en los seres humanos que no son tan susceptibles a las influencias del medio: así, por ejemplo, el color básico de la piel y el cabello, la forma de éste, la forma de la nariz, el control de la respiración, la agudeza auditiva y visual y otras cosas semejantes.

 

Los genes determinan también los límites potenciales del desarrollo de cualquier rasgo en cualquier ambiente dado. Tamaño, longevidad, inteligencia y fuerza constitucional son ejemplos de este tipo de limitaciones impuestas por los genes. No es probable, pongamos por caso, que un niño con dos largas líneas de antepasados inferiores a 5'5” de estatura alcance más de 6'3”. Pero aquí nos encontramos con otra consideración. Quizás esos antepasados tenían esa estatura debido a una mala nutrición y no por su propia constitución genética. ¿Qué sucede entonces? Si una mujer encinta de esta familia recibiese una dieta nutritiva poderosa desde el comienzo mismo de su gravidez y si a su hijo se le diese comida nutritiva a lo largo de la infancia y de la adolescencia, podría fácilmente crecer hasta los 6 pies. Algo así es lo que ha sucedido con generaciones enteras: que debido a un mejor nivel de nutrición y de higiene infantil, han ido creciendo cada vez más con cada generación.

 

Lo mismo vale para la inteligencia. Teóricamente, cualquier individuo hereda su capacidad intelectual básica. Es decir, sus genes determinan los límites exteriores para el desarrollo de su intelecto en cualquier medio dado. Pero no podemos saber cuáles son esos límites. El ejemplo más simple y muy familiar para todos nosotros es la convicción, tan frecuente, de que “no sirvo para las matemáticas”, “jamás podré aprender francés”… Esa incapacidad de aprendizaje casi nunca es resultado de un defecto intelectual, en la mayoría de los casos son el resultado de muchas otras fuerzas, ambientales todas ellas.

 

El fracaso en el aprendizaje es probablemente más cultural que genético.

 

Los retrasados mentales o los aquejados por otros tipos de lesión cerebral son a menudo víctimas, no de una herencia deficiente, sino de fuerzas externas que han actuado sobre sus células cerebrales. Este tipo de lesión se produce frecuentemente durante el período prenatal. Una embarazada que carezca de una nutrición adecuada corre el grave peligro de lesionar las células cerebrales de su hijo. Todos sabemos que la falta de oxígeno en el cerebro de un adulto durante un breve período provoca una lesión cerebral irreversible. Lo mismo acontece con el cerebro del feto en desarrollo. Si fuma, por ejemplo, o si consume drogas de cualquier tipo, el contenido de oxígeno se reducirá y el desarrollo del niño se verá afectado.

 

La otra cara de la moneda es algo que también han observado innumerables profesores y encargados de la custodia de niños, incluidos los padres: en un ambiente favorable, la inteligencia de cualquier chico crecerá, sea cual fuere el metro usado para medirla.

 

Todo esto se resume en un único punto: los genes nunca operan en el vacío; existen siempre en un medio de algún tipo.

 

Sabemos por infinidad de estudios sobre cientos de miles de seres humanos que el medio prenatal constituye un factor influyente en la capacidad mental y en la salud física general del individuo. Sea cual fuere la dotación física, nuestra condición se ve siempre afectada, de un modo u otro, para bien o para mal, por la calidad de nuestras experiencias antes del nacimiento.

 

Las Teorías reactivas ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo. Una de sus más firmes exposiciones sostiene que “las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos.”

  

INFLUENCIAS AMBIENTALES

 

Como las personas son excelentes aprendices, las experiencias influyen en casi toda la conducta humana, esto hace que la teoría más común explique la agresividad como consecuencia de factores ambientales o sociales.

 

A través de la observación enseñamos a los individuos lo que hay que hacer.

 

La experiencia aprendida es determinante en el comportamiento agresivo en los seres humanos. Los niños aprenden que una actitud agresiva les permite tener control sobre algunos recursos como por ejemplo los juguetes o la atención de los padres. Los niños también aprenden a ser agresivos, observando a otros comportarse agresivamente. Los niños cuyos padres usan la fuerza física para disciplinarlos, tienden a usar la agresión física cuando interactúan con otros y los padres que abusan a sus hijos, generalmente fueron niños abusados.

 

Una de las primeras teorías que relacionó el comportamiento agresivo a factores sociales fue la del sociólogo francés Gabriel Tarde, quien no por esto dejó de atribuir la debida relevancia de los factores biológicos en la existencia de tendencias agresivas, aunque enfatizó que las causas de la agresividad son principalmente sociales.

 

FACTORES INFLUYENTES

 

Uno de los factores influyentes en la aparición de la conducta agresiva es el factor socio-cultural del individuo. Uno de los elementos más importantes dentro de este ámbito es la familia. Dentro de la familia, además de los modelos reforzados, son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que es sometido el niño. Se ha demostrado que tanto un padre poco exigente como otro con actitudes hostiles y que desaprueba constantemente al niño, fomentan igualmente el comportamiento agresivo.

 Otro factor influyente en la agresividad en los niños es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Esta incongruencia se da cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o amenazante hacia el niño. Así mismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras ignorada, o bien cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace (lo protege).

 

Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden inducir al comportamiento agresivo.

 

Dentro del factor socio-cultural, tanto el tipo de sector donde se viva como expresiones “no seas cobarde”, “defiéndete”, “pelea”, etc., fomentan la agresividad.

 NORMAS SOCIALES

 

En algunas culturas, la agresión es bien aceptada. Unas encuestas realizadas en 1970, en E.U.A., revelaron que los norteamericanos aprueban el lastimarse entre sí. Un alto porcentaje opinó que la guerra era justificable, que los niños deben pelear y que los policías deben usar la fuerza física; igualmente opinan que los cónyuges tenían igual autorización el uno hacia el otro, y se permitía a padres y a maestros que disciplinaran a los niños por medio de castigos físicos (Stark y McEvoy).

 

Las comedias que a diario vemos por el cable nos presentan a la familia como algo amable, sano y divertido; pero el hogar puede ser peligroso (en cualquier parte del mundo).

 

La encuesta Gelies 1982 sugiere que para ese año, 4 de cada 100 estadounidenses fueron severamente maltratados. ¿Causas de los maltratos? Cadena de maltratos transferidas de generación en generación; problemas económicos, el alcohol, las drogas, entre otros.

 

Es una situación como esta la que lleva a Rap Brown, activista en pro de los derechos civiles a afirmar que:

 

“La violencia es tan estadounidense como el pay de manzanas”.

 

Sin embargo las normas a favor de la agresión no son universales; en Malasia Central, los 13,000 Semais no tienen policías y en su comunidad se desconoce el asesinato. En Montana, los huteritas han vivido en relativo aislamiento durante cerca de 150 años; son propietarios comunitarios de sus tierras y trabajan básicamente como granjeros. Para mantener esta forma de vida, le enseñan a sus niños a reprimir todo signo exterior de ira. A pesar de que quizás este no sea el modo ideal para manejar la agresión, ha conducido a niveles muy bajos de asesinatos, robo, ataques y violaciones.

FRUSTRACIONES EN LA ESCUELA

 

“La frustración y el fracaso en la escuela

parecen contribuir a la agresión”

Dr. Dunivant.

  

La investigación sobre las historias de hombres delincuentes violentos aportó información acerca de la función que desempeña la escuela:

 

a) En los años preescolares presenta problemas para concentrarse, a menudo son hiperactivos y exhiben dificultades perceptuales y de aprendizaje.

b) Tienen un concepto muy pobre de sí mismos y carecen de habilidades adaptativas.

c) Culpan a otros de sus dificultades y se comportan de manera desafiante y perturbadora.

 

A pesar de que los futuros delincuentes pueden mostrar importantes talentos no académicos, es probable que los maestros consideren que estos niños son una molestia y los castiguen y los pongan en ridículo. Este tratamiento áspero genera más hostilidad y enajenación. Para manejar la vergüenza de los constantes fracasos aumentan su nivel de “payaseo”, travesuras y perturbación. Cuando llegan al 4to. ó 5to. grado, los pequeños que caen en esta categoría se asocian con otros que tampoco son buenos estudiantes. Tarde o temprano, estos chicos son suspendidos, les cambian de escuela una y otra vez y, muchas veces, hasta dejan los estudios. Es frecuente que al llegar a la secundaria (si es que llegan) estos jóvenes estén vagando por las calles, odiando a todo el mundo.

CONDICIONES SOCIALES

 

Ciertas condiciones sociales provocan que la agresión sea más probable, entre ellas:

 

ð        El anonimato: las modernas ciudades proporcionan grandes cantidades de estimulación sensorial, quizás demasiada para que muchas personas la manejen de manera cómoda. Esta sobrecarga sensorial o cognoscitiva genera un clima impersonal: no hay con quien hacer verdaderas relaciones (solo contactos superficiales), por lo que es muy difícil mantener una estabilidad emocional; la tecnología es tan avanzada y cambiante que no da tiempo pensar en el futuro, hay que vivir lo inmediato, estar a la moda, estar “IN” siendo uno más del montón.

 

¿Implicaciones prácticas? Los estudios de laboratorio demuestran que cuando se vive de forma impersonal, el individuo se siente anónimo, por lo que se vuelve más resentido y agresivo.

 

 

ð        La pobreza: una serie de condiciones que van junto con la pobreza aumenta la posibilidad de la agresión. Los medios masivos enaltecen la riqueza y alimentan fantasías con respecto a un estilo de vida lujoso,... cuando en realidad lo que hay es desempleo, insalubridad, hacinamiento, hambre, aburrimiento... y un camino que sólo parece estar abierto para la delincuencia.

  

EL CEREBRO Y LA AGRESION

 

La agresión está muy difundida en el mundo occidental, los estudiosos del sistema nervioso se han aplicado a investigar la posibilidad de que exista algo en la estructura del cerebro humano, capaz de explicar quizá esa conducta. En años recientes se ha incrementado el número de estudios proyectados para iluminar posibles bases neurológicas de la agresión. Muchos investigadores de neurología experimental y neurociencias en general pretenden actualmente haber localizado áreas cerebrales que representan bases neurológicas o sustratos de la conducta agresiva. La parte del cerebro asociada más generalmente con la agresión se denomina “Sistema Límbico”. Esta parte del cerebro, llamada también “cerebro visceral”, se considera estructuralmente primitiva en comparación con el estrato denso de células conocido como materia gris, el neocórtex, que rodea todo cuanto contiene como la cáscara de una naranja.

 

El sistema Límbico es, por así decirlo, un anillo sobre el aspecto interno del cerebro, cuya parte antero-inferior es conocida como la amígdala.

 

La amígdala está situada profundamente en cada lóbulo temporal y ha sido fuertemente identificada con la conducta agresiva. Diversas partes del sistema límbico se han asociado una y otra vez con la agresión, aunque hay quienes discuten la existencia misma de tal sistema. Sin embargo, hay acuerdo general a la hora de afirmar que tal sistema es observable como entidad morfológica.

 Existen áreas en el cerebro que al ser estimuladas dan lugar a una conducta violenta o agresiva con independencia de situación, contexto o experiencia previa. En consecuencia, se extrae la conclusión de que esas áreas del cerebro constituyen las bases o substratos neuronales de la violencia

  

INFLUENCIAS BIOLÓGICAS SOBRE LA AGRESION

 

Las teorías del comportamiento agresivo, a veces llamados “instintos agresivos”, que sostienen que la agresividad es innata, es decir que se nace con ella, son llamadas “teorías activas”.

 

Ha sido realmente difícil encontrar pruebas fehacientes que apoyen esta, a pesar de que la noción no ha sido abandonada.

 

FACTORES GENETICOS

La evidencia de una asociación entre la composición genética y la agresividad la encontramos en estudios empíricos de gemelos idénticos (que tienen la misma composición genética) y niños adoptados (genéticamente diferentes de los demás miembros de la familia). Estos estudios han demostrado que la herencia biológica afecta la tendencia hacia la agresividad independientemente del ambiente social en que se desarrolle el individuo.

 

ANORMALIDADES NEUROLÓGICAS

 

Estudios en el área de influencia de los factores biológicos en la agresividad enfatizan el rol de los factores neurológicos. Estos estudios hacen un enfoque en anormalidades en el funcionamiento del cerebro, que reducen las inhibiciones a la agresión.

 

Algunos investigadores han descubierto que existe relación entre el comportamiento agresivo y un daño en el lóbulo frontal del cerebro. Otro tipo de disfunción que puede estar relacionado a la agresión es un desbalance químico en el cerebro. Los pensamientos, el comportamiento y las emociones de los seres humanos dependen de la transmisión de impulsos eléctricos en el sistema nervioso central. Los espacios entre las células del sistema nervioso se llaman sinapsis y los químicos que permiten el flujo de impulsos eléctricos a través de las sinapsis son llamados neurotransmisores. Los científicos creen que una reducción anormal en los niveles de neurotransmisores interrumpe el flujo de impulsos eléctricos, lo que ocasiona un corto circuito en las emociones como la simpatía o la empatía, que inhiben el comportamiento agresivo. Se ha encontrado que existe una relación entre los niveles de neurotransmisores específicos, como la serotonina, y ciertos comportamientos antisociales, incluyendo la violencia.

 

EL INSTINTO

 

El instinto ha sido una de las más socorridas explicaciones en la conducta de los seres vivientes. Tiene la virtud de ser sencillo y entenderse fácilmente. Cuando circunscribimos las acciones de los seres humanos para determinar si el instinto juega un papel en la agresión humana, estamos tocando problemas verdaderamente importantes.

 

¿Qué es un instinto? ¿Es algo que corresponde a una realidad o es más bien un artefacto creado por quienes están demasiado dispuestos a buscar explicaciones simples para una conducta compleja?

 

Las complejidades de la conducta humana son tales que se prestan fácilmente a tergiversaciones de todo tipo. Precisamente porque los fenómenos de la conducta humana son tan difíciles de analizar es, en parte, por lo que se reciben tantas explicaciones fáciles. El “instinto” es indudablemente uno de esos fenómenos que han recibido la más popular de las explicaciones. Las arañas tejen por instinto, las gatas amamantan a sus criaturas por instinto, los castores construyen presas por instinto y así sucesivamente. Por consiguiente, cuando las mujeres amamantan a sus hijos y los hombres van a la guerra a “defender a su país” (matando a otros hombres), lo hacen por instinto.

 

Konrad Lorenz y otros etólogos (estudiosos de las costumbres) de su mismo credo mantienen que prácticamente toda la conducta animal es instintiva, es decir que para todo acto realizado por un animal existe de antemano un arreglo dentro de su sistema nervioso que determina tal acto. Ante un estímulo específico la criatura reacciona siempre de una manera específica y predeterminada, y todos los miembros de esa especie reaccionarán de la misma manera al mismo estímulo.

 

Según Lorenz, todos los animales tienen en su interior programas semejantes, al servicio de lo que él considera las cuatro grandes pulsiones: hambre, miedo, sexo y agresión. Naturalmente, claro está, los programas varían de especie a especie.

C O N C L U S I Ó N

 

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales.

 

Las causas de la conducta agresiva son múltiples; atribuir el origen o el desarrollo de tal conducta a una causa singular va sencillamente en contra de los hechos. El desarrollo de la conducta agresiva, tanto en los animales como en los humanos, depende, durante cada fase de desarrollo, de la compleja interacción entre organismos y medio.

 

Podemos poner por ejemplo el niño con talento musical, que proviene de una familia de músicos; es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres, qué parte proviene de la actitud de la familia hacia la música o qué parte se debe a otras causas. Lo que sí es seguro es que, por muy grande que sea el talento musical heredado por este niño, no será músico si no lo combina con muchos años de diversas experiencias.

 

Los seres humanos son capaces de cualquier tipo de conducta, incluyendo la conducta agresiva e incluyendo también la bondad, la crueldad, la sensibilidad, el egoísmo, la nobleza, la cobardía y la travesura; la conducta agresiva no es sino una conducta entre otras muchas.

 R E C O M E N D A C I O N E S

 Después de concluir que tanto los factores biológicos como el ambiente influyen en la formación de una conducta agresiva y, como señalara el sociólogo francés Tarder, el comportamiento agresivo puede ser alimentado por la imitación, nuestra primera recomendación va dirigida a motivar a los padres a desempeñar un rol más activo y comprometido, recordando que nuestro mayor competidor es la tecnología, no dejarle a ésta la función orientadora, ni permitirle ser el modelo más idóneo a imitar. Esta responsabilidad debemos asumirla y agregarle calidad al tiempo compartido con nuestros hijos: cuidando nuestro comportamiento, vocabulario, forma de conducirnos, expresiones, etc. cuando estamos con ellos. Igualmente debemos tener pendiente, a la hora de corregirlos, cómo y con cuáles palabras debemos hacerlo.

 

En segundo lugar, llamar la atención de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos en el sentido de regular el contenido y calidad de los programas de radio y televisión, especialmente los que se transmiten en el llamado “horario estelar” (de 8:00 am./8:00 pm.).

 

B I B L I O G R A F I A

 

DAVIDOFF, Linda L.

Introducción a la Psicología

3era. Edición, McGrawn-Hill, México. 1994

 

 

Diccionario PequeÑo larousse ILUSTRADO, 1987.

 

 

ENCICLOPEDIA ENCARTA

 

MONTAGU, Ashley

La naturaleza de la agresión humana

(THE NATURE OF HUMAN AGGRESSION)

Alianza Universidad Editorial. Madrid, España. 1993

 

Otras fuentes: la internet, http//altavista/personalidad.agresividad.

(enero 24, 2001)

 

  

GUIA DE CONTENIDO

* * *

 

PAG

INTRODUCCION

METODOLOGIA 2

CONTROVERSIA 3

Puntos de vista contrapuestos 6

FORMAS DE AGRESION 9

LA HERENCIA Y EL MEDIO 11

INFLUENCIAS AMBIENTALES 14

Factores influyentes 15

Normas sociales 16

Frustraciones en la escuela 17

Condiciones sociales 18

EL CEREBRO Y LA AGRESION 20

INFLUENCIAS BIOLOGICAS SOBRE LA AGRESION 22

Factores genéticos 22

Anormalidades neurológicas 22

El Instinto 23

CONCLUSION 25

RECOMENDACIONES 26

BIBLIOGRAFIA 27

 

 

 

 

 

 

I N T R O D U C C I O N

 

En el presente trabajo analizaremos las “Influencias biológicas y ambientales sobre la agresión” con la intención e interés de comprender las causas básicas de este comportamiento en particular.

 

A pesar de los muchos tratados, ideas, corrientes y teorías, a la fecha, los entendidos en la materia no se ponen de acuerdo al respecto, sin embargo muy a pesar de ello y, quizás precisamente por esto tenemos la obligación de formarnos nuestra propia opinión o como hacemos ahora inclinarnos hacia una de las corrientes.

 

De todos los problemas de la humanidad, la agresividad es con certeza uno de los más urgentes, pues sabemos que si no aprendemos a comprender y a dominar nuestra agresividad, no estaremos aquí por mucho tiempo.

Instintos, capacidades biológicas, herencia, medio ambiente, sistema cerebral, normas sociales, aprendizaje, frustraciones, maltratos, etc., etc., es lo que analizaremos como aspectos influyentes en la conducta agresiva.

 

En años recientes un grupo de bien conocidos escritores afirmaron que “los seres humanos son inevitablemente asesinos: que por su herencia animal son genéticamente e instintivamente agresivos y no puede ser de otro modo”...

 

Qué tan cierta puede ser esta afirmación, lo veremos en las próximas páginas.

  

METODOLOGIA

 

La metodología utilizada para la elaboración de este trabajo fue la investigación bibliográfica. Consultamos diferentes fuentes de información donde quiera que la encontramos: en libros, revistas, exposiciones de psicólogos, la internet, entre otros.

 

El tema es abundantemente estudiado, lo que nos podría sugerir la importancia que actualmente las ciencias biológicas y sociales le atribuyen.

 

Finalmente, éste es el producto de esa investigación.

 CONTROVERSIA

 

 

AGRESIVIDAD: Carácter agresivo. Desequilibrio psicológico que provoca la hostilidad de una persona a las otras que lo rodean. Definición del Pequeño Larousse Ilustrado, 1987.

 

 

¿Qué se entiende exactamente por agresión y/o conducta agresiva? Decimos que existe agresividad cuando provocamos daño a una persona u objeto (acción de agredir). Este daño puede ser físico o psíquico.

 

Es muy fácil agrupar gran número de acciones humanas bajo la rúbrica de agresión pero lo cierto es que para estudiar y comprender este tipo de conducta humana lo que hace falta es justo lo opuesto: intentar separar los diferentes hilos que constituyen esa conducta que denominamos agresiva.

 

En su libro La anatomía de la destructividad humana, Erich Fromm contempla dos tipos de agresión: describe uno como biológicamente adaptativo y al servicio de la vida; un tipo de agresión, según él, filogenéticamente programado y, común tanto a los animales como a los hombres. Ejemplo de ello, de acuerdo con Fromm, es el impulso a atacar o a huir cuando se encuentran amenazados intereses vitales. El otro tipo, la agresión maligna, como son la destructividad y la crueldad, no es biológicamente adaptativa. Este tipo de agresión se observa específicamente en la conducta de hombres como Hitler, Himmler, Goebbels y otros semejantes; es común únicamente a los hombres y brota de las condiciones de la existencia humana.

 

La popularidad de los escritos de quienes nos cuentan que el hombre es instintivamente agresivo, por herencia de sus ancestros prehistóricos y animales, proviene de que la mayoría de nosotros deseamos una explicación categórica de la “bestialidad” humana, capaz de relacionarla con nosotros mismos y con la conducta de los demás. Difícilmente podría haber una razón mejor para buscar explicación semejante.

 

La guerra es lo primero que viene a la mente cuando pensamos en la violencia. Como horror institucionalizado, racionalizado y sancionado estatalmente, la guerra es la forma final de la violencia a gran escala.

 

Incluso en tiempos de paz oficial, la violencia nos rodea.

 

El ataque a seres humanos por sus propios congéneres no es nada nuevo. Testimonios de violencia entre personas los hay tan antiguos como el hombre mismo. Uno de los actos iniciales de una de nuestras mitologías mayores es el asesinato de un hermano. Era tras era, siglo tras siglo, hasta la actual versión del periódico de esta mañana, la realización humana se ha visto casi siempre acompañada por la violencia humana.

 

Entonces ¿a qué tomarse el trabajo de preguntar, por qué hemos sobrevivido hasta ahora? Hemos recorrido una larga distancia como especie ¿por qué no seguir sencillamente como hasta ahora, viviendo nuestras vidas y protegiéndonos cada cual como mejor pueda? ¿Por qué preocuparse?

 

Hay dos razones. Una es que, como especie, queremos comprender. Una de las cualidades de los seres humanos en general es su ansia de comprender

llámese curiosidad, mente inquisitiva, sed de conocimiento o lo que fuere-, comparable solo con su voluntad de hacer un esfuerzo notable con ese fin, aún cuando en ese momento no sea clara su futura utilidad práctica.

 

La otra razón para intentar comprender nuestra agresividad es que ha llegado el momento de hacerlo. Tras 5 ó 6 millones de años de existencia humana sobre este planeta, la violencia de los hombres amenaza con arrebatar las riendas al espíritu cooperador e inventivo y conducirnos a la extinción. Hasta ahora nos hemos equilibrado bastante bien como especie, y de hecho no hemos dejado de crecer y desarrollarnos. Pero hoy, trabajando nuestro ingenio a toda máquina, hemos creado modos de borrarnos con una velocidad y un rigor antes desconocidos. Si queremos que este agradable planeta lo habite alguno de nuestros descendientes, no hay otra elección que la de conseguir una mejor comprensión de nuestras naturalezas.

 

Algunos deploran nuestra huida de Dios y predican al resto que la fe traerá la paz al mundo y a cada uno en particular. Otros ven la violencia como expresión de inadecuaciones psicológicas individuales. Otros culpan de ese hecho al crecimiento de la permisividad, al declive de la educación clásica, a la existencia del impuesto progresivo sobre la renta, a la desaparición de las diferencias de clase, a las iniquidades del sistema social, etc., etc.

 

Algunas ideas nos informan que la agresividad es un instinto heredado de nuestros ancestros prehumanos remotos; que está profundamente metida en nuestros genes y que, por eso mismo, es imposible de erradicar. Que nosotros por nuestra naturaleza fundamental, somos criaturas violentas; somos asesinos por naturaleza.

 

Los escritores más importantes que han adoptado esta teoría de la agresividad innata durante la última década han sido Konrad Lorenz, Robert Ardrey, Raymond Dart, Desmond Morris, Anthony Storr y Niko Tinbergen. Entre sus libros más conocidos están: Sobre la agresión, African Genesis, El contrato social, Aventuras con el eslabón perdido, El zoo humano, El mono desnudo y Acerca de la guerra y la paz en los animales y el hombre.

 

 

 

PUNTOS DE VISTA CONTRAPUESTOS

 

Otro punto de vista de la naturaleza de la agresión, interpreta los datos de modo muy diferente a como lo hacen los autores de todas esas obras populares. Sin negar para nada un componente genético en la agresión humana, ni que los hombres prehistóricos fuesen capaces de agresión, tanto la determinación genética de la agresión como su práctica prehistórica se han exagerado mucho, obviando que los seres humanos han vivido sujetos a ideas altruista y pacíficamente durante la mayor parte de su historia evolutiva de lo que esos escritores pretenden hacernos creer. Incluso hoy, cuando la violencia a gran escala amenaza con poner fin a nuestro mundo, la mayoría de los humanos no tenemos nada de violentos, y hay sociedades enteras donde aún hoy la violencia es mínima o inexistente.

 

Esta observación nos confirma el reconocimiento de que los seres humanos somos capaces de todo un amplio repertorio de conductas, y que no estamos inclinados a matar más que a socorrer. Hacemos ambas cosas. El desafío para nosotros, como sociedad, no es encontrar una explicación singular y simplificada de por qué un hombre mata a otro, sino por qué bajo provocaciones semejantes un hombre mata, otro socorre y otro pasa de largo por la otra acera de la calle.

 

La explicación no se encuentra en supuestos instintos humanos, que tenderían a empujarnos a todos los hombres y mujeres siempre en una dirección, sino que depende principalmente de las experiencias de nuestras vidas enteras, que varían ampliamente de una persona a otra.

 

Esto no supone negar que existe una contribución genética en casi toda forma de conducta. Pero sí niega que ninguna conducta específica de los seres humanos esté determinada genéticamente. Las potencialidades son genéticas en origen. El talento para la música, por ejemplo, parece ser heredado. Las habilidades para tocar el piano, que constituye una forma específica de conducta humana, ya no lo es; es aprendida. Naturalmente, a menudo es difícil separar ambas cosas.

 

Un niño con talento musical en una familia de músicos tiene excelentes probabilidades estadísticas de llegar a ser un músico. Pero es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres; qué parte proviene de una actitud familiar hacia la música como “única base razonable para la vida”; qué parte proviene del deseo de destacar entre personas que creen en el éxito; y qué parte se debe enteramente a otras causas, como una cualidad temperamental o el deseo de complacer a un familiar. Lo que sí es seguro en esta situación es que el talento musical heredado, por grande que sea, no hará a un músico a menos que se combine con muchos años de muy diversas experiencias. Y en esta situación, como en la mayoría de aquellas donde se encuentran mezclados ambos factores, el factor cultural es claramente más importante que el genético. Es decir: la herencia sólo suministra la potencialidad; el resultado específico estará determinado por los años de experiencias cotidianas.

 

La agresividad o la conducta agresiva , al igual que tocar el piano, es en gran medida un resultado de la aprobación y del apoyo activo, lo mismo que, según las teorías, la conducta pacífica se produce porque es estimulada mediante recompensas.

 

Estos dos puntos de vista opuestos acerca de la agresión humana -el de que la conducta agresiva es innata y el de que, aún admitiendo las influencias genéticas, resulta básicamente aprendida- constituyen algo más que un debate académico expuesto con lenguaje culto. Las dos perspectivas no sólo definen dos modos absolutistas de percibir a los seres humanos, sino también dos modos de adjudicar características al máximo dualistas a los humanos. Y eso posee implicaciones para nosotros como individuos, como sociedad y como sobrevivientes.

 

Las soluciones a todos nuestros problemas dependen de qué perspectiva acabemos adoptando. Si los seres humanos somos inevitablemente criminales, las soluciones deberán adecuarse a nuestras tendencias asesinas; por otra parte, si la conducta humana es en su mayor parte aprendida, nuestras soluciones deberán apoyarse en esta capacidad.

 FORMAS DE AGRESIÓN

 

Entre los animales se han observado varias formas de agresión. Cada una de ellas está clasificada según la situación-estímulo que la provoca.

 

1.- Agresión depredadora: provocada por la presencia de una presa natural.

2.- Agresión anti-depredadora: provocada por la presencia de un depredador.

3.- Agresión territorial: defensa de un área frente a un intruso.

4.- Agresión de dominancia: provocada por un desafío al rango del animal o a su deseo de un objeto.

5.- Agresión maternal: provocada por la proximidad de algún agente amenazador para las crías de la hembra.

6.- Agresión del destete: provocada por la creciente independencia de la prole; los progenitores amenazan, o incluso atacan suavemente a su descendencia.

7.- Agresión parental disciplinada: provocada por diversos estímulos, como mamar a deshora, juegos bruscos o demasiado prolongados, alejamientos y cosas semejantes.

8.- Agresión sexual: provocada por las hembras con el propósito de apareamiento o de establecer una unión prolongada.

9.- Agresión relacionada con el sexo: provocada por los mismos estímulos que producen la conducta sexual.

10.- Agresión entre machos: provocada por la presencia de un competidor masculino de la misma especie.

11.- Agresión inducida por el miedo: provocada por el confinamiento o acorralamiento y la incapacidad de escapar, o por la presencia de algún agente amenazador.

12.- Agresión irritable: provocada por la presencia de cualquier organismo u objeto atacable.

13.- Agresión instrumental: cualquier cambio en el medio, como consecuencia de los tipos de agresión anteriormente descritos, que incrementa la probabilidad de que se produzca una conducta agresiva en situaciones semejantes.

 

Como destaca el profesor Kenneth E. Moyer, estos tipos no se excluyen mutuamente. Moyer opina que las bases neurales y endocrinas son distintas para cada una de ellos.

 

“No hay ningún tipo singular de conducta que pueda denominarse agresivo”, escribe Roger N. Johnson, profesor de zoología en el Ramapo College, en su libro Agresión en el hombre y en los animales.

   

LA HERENCIA Y EL MEDIO

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El hecho es que el desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales. Esto no sólo se aplica a nuestro músico, que combina su talento heredado, sus rasgos de personalidad y las influencias de sus padres, maestros, amigos, críticos y público para hacer de él o de ella un concertista; lo mismo vale para el resto de los mortales, en quienes se combinan todos esos factores, y quizás otros, en toda su conducta.

 

Sin embargo, evidentemente que existen algunos rasgos físicos en los seres humanos que no son tan susceptibles a las influencias del medio: así, por ejemplo, el color básico de la piel y el cabello, la forma de éste, la forma de la nariz, el control de la respiración, la agudeza auditiva y visual y otras cosas semejantes.

 

Los genes determinan también los límites potenciales del desarrollo de cualquier rasgo en cualquier ambiente dado. Tamaño, longevidad, inteligencia y fuerza constitucional son ejemplos de este tipo de limitaciones impuestas por los genes. No es probable, pongamos por caso, que un niño con dos largas líneas de antepasados inferiores a 5'5” de estatura alcance más de 6'3”. Pero aquí nos encontramos con otra consideración. Quizás esos antepasados tenían esa estatura debido a una mala nutrición y no por su propia constitución genética. ¿Qué sucede entonces? Si una mujer encinta de esta familia recibiese una dieta nutritiva poderosa desde el comienzo mismo de su gravidez y si a su hijo se le diese comida nutritiva a lo largo de la infancia y de la adolescencia, podría fácilmente crecer hasta los 6 pies. Algo así es lo que ha sucedido con generaciones enteras: que debido a un mejor nivel de nutrición y de higiene infantil, han ido creciendo cada vez más con cada generación.

 

Lo mismo vale para la inteligencia. Teóricamente, cualquier individuo hereda su capacidad intelectual básica. Es decir, sus genes determinan los límites exteriores para el desarrollo de su intelecto en cualquier medio dado. Pero no podemos saber cuáles son esos límites. El ejemplo más simple y muy familiar para todos nosotros es la convicción, tan frecuente, de que “no sirvo para las matemáticas”, “jamás podré aprender francés”… Esa incapacidad de aprendizaje casi nunca es resultado de un defecto intelectual, en la mayoría de los casos son el resultado de muchas otras fuerzas, ambientales todas ellas.

 

El fracaso en el aprendizaje es probablemente más cultural que genético.

 

Los retrasados mentales o los aquejados por otros tipos de lesión cerebral son a menudo víctimas, no de una herencia deficiente, sino de fuerzas externas que han actuado sobre sus células cerebrales. Este tipo de lesión se produce frecuentemente durante el período prenatal. Una embarazada que carezca de una nutrición adecuada corre el grave peligro de lesionar las células cerebrales de su hijo. Todos sabemos que la falta de oxígeno en el cerebro de un adulto durante un breve período provoca una lesión cerebral irreversible. Lo mismo acontece con el cerebro del feto en desarrollo. Si fuma, por ejemplo, o si consume drogas de cualquier tipo, el contenido de oxígeno se reducirá y el desarrollo del niño se verá afectado.

 

La otra cara de la moneda es algo que también han observado innumerables profesores y encargados de la custodia de niños, incluidos los padres: en un ambiente favorable, la inteligencia de cualquier chico crecerá, sea cual fuere el metro usado para medirla.

 

Todo esto se resume en un único punto: los genes nunca operan en el vacío; existen siempre en un medio de algún tipo.

 

Sabemos por infinidad de estudios sobre cientos de miles de seres humanos que el medio prenatal constituye un factor influyente en la capacidad mental y en la salud física general del individuo. Sea cual fuere la dotación física, nuestra condición se ve siempre afectada, de un modo u otro, para bien o para mal, por la calidad de nuestras experiencias antes del nacimiento.

 

Las Teorías reactivas ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al individuo. Una de sus más firmes exposiciones sostiene que “las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos.”

 

 

 

  

INFLUENCIAS AMBIENTALES

 

Como las personas son excelentes aprendices, las experiencias influyen en casi toda la conducta humana, esto hace que la teoría más común explique la agresividad como consecuencia de factores ambientales o sociales.

 

A través de la observación enseñamos a los individuos lo que hay que hacer.

 

La experiencia aprendida es determinante en el comportamiento agresivo en los seres humanos. Los niños aprenden que una actitud agresiva les permite tener control sobre algunos recursos como por ejemplo los juguetes o la atención de los padres. Los niños también aprenden a ser agresivos, observando a otros comportarse agresivamente. Los niños cuyos padres usan la fuerza física para disciplinarlos, tienden a usar la agresión física cuando interactúan con otros y los padres que abusan a sus hijos, generalmente fueron niños abusados.

 

Una de las primeras teorías que relacionó el comportamiento agresivo a factores sociales fue la del sociólogo francés Gabriel Tarde, quien no por esto dejó de atribuir la debida relevancia de los factores biológicos en la existencia de tendencias agresivas, aunque enfatizó que las causas de la agresividad son principalmente sociales.

 

 

FACTORES INFLUYENTES

 

Uno de los factores influyentes en la aparición de la conducta agresiva es el factor socio-cultural del individuo. Uno de los elementos más importantes dentro de este ámbito es la familia. Dentro de la familia, además de los modelos reforzados, son responsables de la conducta agresiva el tipo de disciplina a que es sometido el niño. Se ha demostrado que tanto un padre poco exigente como otro con actitudes hostiles y que desaprueba constantemente al niño, fomentan igualmente el comportamiento agresivo.

 

Otro factor influyente en la agresividad en los niños es la incongruencia en el comportamiento de los padres. Esta incongruencia se da cuando los padres desaprueban la agresión castigándola con su propia agresión física o amenazante hacia el niño. Así mismo se da incongruencia cuando una misma conducta unas veces es castigada y otras ignorada, o bien cuando el padre regaña al niño pero la madre no lo hace (lo protege).

 

Las relaciones deterioradas entre los propios padres provoca tensiones que pueden inducir al comportamiento agresivo.

 

Dentro del factor socio-cultural, tanto el tipo de sector donde se viva como expresiones “no seas cobarde”, “defiéndete”, “pelea”, etc., fomentan la agresividad.

 

NORMAS SOCIALES

 

En algunas culturas, la agresión es bien aceptada. Unas encuestas realizadas en 1970, en E.U.A., revelaron que los norteamericanos aprueban el lastimarse entre sí. Un alto porcentaje opinó que la guerra era justificable, que los niños deben pelear y que los policías deben usar la fuerza física; igualmente opinan que los cónyuges tenían igual autorización el uno hacia el otro, y se permitía a padres y a maestros que disciplinaran a los niños por medio de castigos físicos (Stark y McEvoy).

 

Las comedias que a diario vemos por el cable nos presentan a la familia como algo amable, sano y divertido; pero el hogar puede ser peligroso (en cualquier parte del mundo).

 

La encuesta Gelies 1982 sugiere que para ese año, 4 de cada 100 estadounidenses fueron severamente maltratados. ¿Causas de los maltratos? Cadena de maltratos transferidas de generación en generación; problemas económicos, el alcohol, las drogas, entre otros.

 

Es una situación como esta la que lleva a Rap Brown, activista en pro de los derechos civiles a afirmar que:

 

“La violencia es tan estadounidense como el pay de manzanas”.

 

 Sin embargo las normas a favor de la agresión no son universales; en Malasia Central, los 13,000 Semais no tienen policías y en su comunidad se desconoce el asesinato. En Montana, los huteritas han vivido en relativo aislamiento durante cerca de 150 años; son propietarios comunitarios de sus tierras y trabajan básicamente como granjeros. Para mantener esta forma de vida, le enseñan a sus niños a reprimir todo signo exterior de ira. A pesar de que quizás este no sea el modo ideal para manejar la agresión, ha conducido a niveles muy bajos de asesinatos, robo, ataques y violaciones.

 

FRUSTRACIONES EN LA ESCUELA

 

 

“La frustración y el fracaso en la escuela

parecen contribuir a la agresión”

Dr. Dunivant.

 

 

La investigación sobre las historias de hombres delincuentes violentos aportó información acerca de la función que desempeña la escuela:

 

a) En los años preescolares presenta problemas para concentrarse, a menudo son hiperactivos y exhiben dificultades perceptuales y de aprendizaje.

b) Tienen un concepto muy pobre de sí mismos y carecen de habilidades adaptativas.

c) Culpan a otros de sus dificultades y se comportan de manera desafiante y perturbadora.

 A pesar de que los futuros delincuentes pueden mostrar importantes talentos no académicos, es probable que los maestros consideren que estos niños son una molestia y los castiguen y los pongan en ridículo. Este tratamiento áspero genera más hostilidad y enajenación. Para manejar la vergüenza de los constantes fracasos aumentan su nivel de “payaseo”, travesuras y perturbación. Cuando llegan al 4to. ó 5to. grado, los pequeños que caen en esta categoría se asocian con otros que tampoco son buenos estudiantes. Tarde o temprano, estos chicos son suspendidos, les cambian de escuela una y otra vez y, muchas veces, hasta dejan los estudios. Es frecuente que al llegar a la secundaria (si es que llegan) estos jóvenes estén vagando por las calles, odiando a todo el mundo.

 

CONDICIONES SOCIALES

 

Ciertas condiciones sociales provocan que la agresión sea más probable, entre ellas:

 

ð        El anonimato: las modernas ciudades proporcionan grandes cantidades de estimulación sensorial, quizás demasiada para que muchas personas la manejen de manera cómoda. Esta sobrecarga sensorial o cognoscitiva genera un clima impersonal: no hay con quien hacer verdaderas relaciones (solo contactos superficiales), por lo que es muy difícil mantener una estabilidad emocional; la tecnología es tan avanzada y cambiante que no da tiempo pensar en el futuro, hay que vivir lo inmediato, estar a la moda, estar “IN” siendo uno más del montón.

 

¿Implicaciones prácticas? Los estudios de laboratorio demuestran que cuando se vive de forma impersonal, el individuo se siente anónimo, por lo que se vuelve más resentido y agresivo.

 

 

ð        La pobreza: una serie de condiciones que van junto con la pobreza aumenta la posibilidad de la agresión. Los medios masivos enaltecen la riqueza y alimentan fantasías con respecto a un estilo de vida lujoso,... cuando en realidad lo que hay es desempleo, insalubridad, hacinamiento, hambre, aburrimiento... y un camino que sólo parece estar abierto para la delincuencia.

  

EL CEREBRO Y LA AGRESION

 

La agresión está muy difundida en el mundo occidental, los estudiosos del sistema nervioso se han aplicado a investigar la posibilidad de que exista algo en la estructura del cerebro humano, capaz de explicar quizá esa conducta. En años recientes se ha incrementado el número de estudios proyectados para iluminar posibles bases neurológicas de la agresión. Muchos investigadores de neurología experimental y neurociencias en general pretenden actualmente haber localizado áreas cerebrales que representan bases neurológicas o sustratos de la conducta agresiva. La parte del cerebro asociada más generalmente con la agresión se denomina “Sistema Límbico”. Esta parte del cerebro, llamada también “cerebro visceral”, se considera estructuralmente primitiva en comparación con el estrato denso de células conocido como materia gris, el neocórtex, que rodea todo cuanto contiene como la cáscara de una naranja.

 

El sistema Límbico es, por así decirlo, un anillo sobre el aspecto interno del cerebro, cuya parte antero-inferior es conocida como la amígdala.

 

La amígdala está situada profundamente en cada lóbulo temporal y ha sido fuertemente identificada con la conducta agresiva. Diversas partes del sistema límbico se han asociado una y otra vez con la agresión, aunque hay quienes discuten la existencia misma de tal sistema. Sin embargo, hay acuerdo general a la hora de afirmar que tal sistema es observable como entidad morfológica.

  

Existen áreas en el cerebro que al ser estimuladas dan lugar a una conducta violenta o agresiva con independencia de situación, contexto o experiencia previa. En consecuencia, se extrae la conclusión de que esas áreas del cerebro constituyen las bases o substratos neuronales de la violencia

INFLUENCIAS BIOLÓGICAS SOBRE LA AGRESION

 

Las teorías del comportamiento agresivo, a veces llamados “instintos agresivos”, que sostienen que la agresividad es innata, es decir que se nace con ella, son llamadas “teorías activas”.

 

Ha sido realmente difícil encontrar pruebas fehacientes que apoyen esta, a pesar de que la noción no ha sido abandonada.

 

 

FACTORES GENETICOS

La evidencia de una asociación entre la composición genética y la agresividad la encontramos en estudios empíricos de gemelos idénticos (que tienen la misma composición genética) y niños adoptados (genéticamente diferentes de los demás miembros de la familia). Estos estudios han demostrado que la herencia biológica afecta la tendencia hacia la agresividad independientemente del ambiente social en que se desarrolle el individuo.

 

 

ANORMALIDADES NEUROLÓGICAS

 

Estudios en el área de influencia de los factores biológicos en la agresividad enfatizan el rol de los factores neurológicos. Estos estudios hacen un enfoque en anormalidades en el funcionamiento del cerebro, que reducen las inhibiciones a la agresión.

 

Algunos investigadores han descubierto que existe relación entre el comportamiento agresivo y un daño en el lóbulo frontal del cerebro. Otro tipo de disfunción que puede estar relacionado a la agresión es un desbalance químico en el cerebro. Los pensamientos, el comportamiento y las emociones de los seres humanos dependen de la transmisión de impulsos eléctricos en el sistema nervioso central. Los espacios entre las células del sistema nervioso se llaman sinapsis y los químicos que permiten el flujo de impulsos eléctricos a través de las sinapsis son llamados neurotransmisores. Los científicos creen que una reducción anormal en los niveles de neurotransmisores interrumpe el flujo de impulsos eléctricos, lo que ocasiona un corto circuito en las emociones como la simpatía o la empatía, que inhiben el comportamiento agresivo. Se ha encontrado que existe una relación entre los niveles de neurotransmisores específicos, como la serotonina, y ciertos comportamientos antisociales, incluyendo la violencia.

 

 EL INSTINTO

 

El instinto ha sido una de las más socorridas explicaciones en la conducta de los seres vivientes. Tiene la virtud de ser sencillo y entenderse fácilmente. Cuando circunscribimos las acciones de los seres humanos para determinar si el instinto juega un papel en la agresión humana, estamos tocando problemas verdaderamente importantes.

 

¿Qué es un instinto? ¿Es algo que corresponde a una realidad o es más bien un artefacto creado por quienes están demasiado dispuestos a buscar explicaciones simples para una conducta compleja?

 

Las complejidades de la conducta humana son tales que se prestan fácilmente a tergiversaciones de todo tipo. Precisamente porque los fenómenos de la conducta humana son tan difíciles de analizar es, en parte, por lo que se reciben tantas explicaciones fáciles. El “instinto” es indudablemente uno de esos fenómenos que han recibido la más popular de las explicaciones. Las arañas tejen por instinto, las gatas amamantan a sus criaturas por instinto, los castores construyen presas por instinto y así sucesivamente. Por consiguiente, cuando las mujeres amamantan a sus hijos y los hombres van a la guerra a “defender a su país” (matando a otros hombres), lo hacen por instinto.

 

Konrad Lorenz y otros etólogos (estudiosos de las costumbres) de su mismo credo mantienen que prácticamente toda la conducta animal es instintiva, es decir que para todo acto realizado por un animal existe de antemano un arreglo dentro de su sistema nervioso que determina tal acto. Ante un estímulo específico la criatura reacciona siempre de una manera específica y predeterminada, y todos los miembros de esa especie reaccionarán de la misma manera al mismo estímulo.

 

Según Lorenz, todos los animales tienen en su interior programas semejantes, al servicio de lo que él considera las cuatro grandes pulsiones: hambre, miedo, sexo y agresión. Naturalmente, claro está, los programas varían de especie a especie.

 C O N C L U S I Ó N

 

Los rasgos de la conducta humana no están determinados exclusivamente por la herencia ni por el medio. El desarrollo de prácticamente todos los rasgos de la conducta humana es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales.

 

Las causas de la conducta agresiva son múltiples; atribuir el origen o el desarrollo de tal conducta a una causa singular va sencillamente en contra de los hechos. El desarrollo de la conducta agresiva, tanto en los animales como en los humanos, depende, durante cada fase de desarrollo, de la compleja interacción entre organismos y medio.

 

Podemos poner por ejemplo el niño con talento musical, que proviene de una familia de músicos; es imposible establecer qué parte de esa conducta se debe al talento heredado de los padres, qué parte proviene de la actitud de la familia hacia la música o qué parte se debe a otras causas. Lo que sí es seguro es que, por muy grande que sea el talento musical heredado por este niño, no será músico si no lo combina con muchos años de diversas experiencias.

 

Los seres humanos son capaces de cualquier tipo de conducta, incluyendo la conducta agresiva e incluyendo también la bondad, la crueldad, la sensibilidad, el egoísmo, la nobleza, la cobardía y la travesura; la conducta agresiva no es sino una conducta entre otras muchas.

 

R E C O M E N D A C I O N E S

 

 

Después de concluir que tanto los factores biológicos como el ambiente influyen en la formación de una conducta agresiva y, como señalara el sociólogo francés Tarder, el comportamiento agresivo puede ser alimentado por la imitación, nuestra primera recomendación va dirigida a motivar a los padres a desempeñar un rol más activo y comprometido, recordando que nuestro mayor competidor es la tecnología, no dejarle a ésta la función orientadora, ni permitirle ser el modelo más idóneo a imitar. Esta responsabilidad debemos asumirla y agregarle calidad al tiempo compartido con nuestros hijos: cuidando nuestro comportamiento, vocabulario, forma de conducirnos, expresiones, etc. cuando estamos con ellos. Igualmente debemos tener pendiente, a la hora de corregirlos, cómo y con cuáles palabras debemos hacerlo.

 

En segundo lugar, llamar la atención de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos en el sentido de regular el contenido y calidad de los programas de radio y televisión, especialmente los que se transmiten en el llamado “horario estelar” (de 8:00 am./8:00 pm.).

 

B I B L I O G R A F I A

 

DAVIDOFF, Linda L.

Introducción a la Psicología

3era. Edición, McGrawn-Hill, México. 1994

 

 

Diccionario PequeÑo larousse ILUSTRADO, 1987.

 ENCICLOPEDIA ENCARTA

 MONTAGU, Ashley

La naturaleza de la agresión humana

(THE NATURE OF HUMAN AGGRESSION)

Alianza Universidad Editorial. Madrid, España. 1993

 Otras fuentes: la internet, http//altavista/personalidad.agresividad.

(enero 24, 2001)

 GUIA DE CONTENIDO

  PAG

INTRODUCCION

METODOLOGIA 2

CONTROVERSIA 3

Puntos de vista contrapuestos 6

FORMAS DE AGRESION 9

LA HERENCIA Y EL MEDIO 11

INFLUENCIAS AMBIENTALES 14

Factores influyentes 15

Normas sociales 16

Frustraciones en la escuela 17

Condiciones sociales 18

EL CEREBRO Y LA AGRESION 20

INFLUENCIAS BIOLOGICAS SOBRE LA AGRESION 22

Factores genéticos 22

Anormalidades neurológicas 22

El Instinto 23

CONCLUSION 25

RECOMENDACIONES 26

BIBLIOGRAFIA 27

 




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Enviado por:Grethel G Crespo
Idioma: castellano
País: República Dominicana

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