Literatura
William Faulkner
EL SUR PROFUNDO
“No es sorprendente que algunos de los mejores escritores Americanos de la época actual como Faulkner, Caldwell, Wolfe, hallan sacado su fuerza creadora de esa tierra destrozada...” William Faulkner uno de los novelistas estadounidenses más importantes de este siglo, famoso por sus cuantiosas obras en las que plasma el conflicto trágico entre el viejo y el nuevo sur de su país. Faulkner quién tuvo que padecer el dolor de vivir en los estados sureños de Estados Unidos en el período posguerra, es decir, vivió en aquel desolado escenario que era resultado de la guerra civil de 1861-1865, se ha dejado afectar por el sufrimiento de su patria Mississippi y a la vez inspirado en ello produjo un complejo conjunto de narraciones que retratan un pueblo, una época y más aún, traspasa estas fronteras para simbolizar el mundo y el hombre contemporáneo. Estas tierras que una vez fueran fructíferas plantaciones de algodón y de tabaco, en la época de la niñez de Faulkner eran un desierto empobrecido, derrotado y agonizante, poblado por una sociedad decadente y aún habitado por los fantasmas de las miles de personas muertas en los enfrentamientos entre los estados esclavistas y los abolicionistas; un terreno lleno de oscuridad y de rastros de “sudor y sangre” imborrables de ese suelo e inolvidables para toda una descendencia de quienes fueron vencidos.
Este espíritu pesimista de derrota con el que cargaba Faulkner, se transcribe en sus libros, es decir que puede encontrarse en sus personajes y relatos cierto aire trágico, pues la mayoría sino todas sus historias terminan con el destino fatal: la muerte; lo cual no es gratuito por tanto que su contexto histórico y mental así le influían, con la diferencia que este genio creador le da un matiz de comedia, o más bien con su lenguaje y estilo sarcástico hace una estupenda y elaborada parodia de la vida y de la muerte, donde ninguno ha elegido su hado pero lo sufren desde la indiferencia y el encanto por la desgracia, por eso pareciera que la imaginación simplemente lleva lógicamente la escena y los personajes a una situación trágica concebida anteriormente, y quizá más elaborada y pensada que lo demás, que solamente es fruto del proceso. Entonces se puede en cierta forma conectar la escritura de Faulkner con los clásicos griegos y latinos, donde el hombre está condenado a cumplir el destino. Escondiendo también anécdotas, textos bíblicos, mitos y leyendas, puede decirse entonces que la literatura faulkneriana representa para Estados Unidos no solamente unas narraciones históricas vacías, pues son algo cercano a lo épico, ya que despliega un pasado, no glorioso como en los cantares clásicos, pero si lleno de un sentido arraigado hacia el ocaso de un mundo, que crea conciencia nacional a partir del dolor e igualmente infunden la riqueza poético sobre aquellos que poseen “genio propio”.
“No soy sino un campesino, decía. Huyó a Europa por algún tiempo, a París, pero no se estableció en la ribera izquierda con Hemingway, Dos Pasos, Gertrude Stein y los demás... Sabía donde estaban sus raíces y volvió a encontrarlas en Oxford, donde vive en su finca cerca de la ciudad. Escribe sus libros por la mañana y se ocupa de sus tierras por la tarde. Por la noche va a la ciudad a beber una copa con sus amigos. El sábado y el domingo le gusta cazar. No podría suponerse una existencia menos literaria...” Muchas veces repitió aquel comentario en el que se afirmaba como un agricultor y no como un literato; pero no inocentemente, ya que estas palabras tienen su tono irónico, y por el contrario de lo que parece, Faulkner es un tanto presumido, y el verdadero sentido de sus frases es más bien que concibe la vida desde la perspectiva de sus ancestros, vive en esta época pero su espíritu prefiere habitar los recuerdos; con la añoranza de aquel pasado “glorioso”. Su vida es la visión de un literato que encuentra placer y necesidad de morar entre olores, sonidos, imágenes y memorias de sus abuelos y de sus tierras. Pero su vida nos siempre fue tan exitosa, pues tuvo que pasar muchas dificultades económicas, antes de publicar sus más exitosos y lucrativos libros: El Ruido y la Furia, y Santuario; pues para sobrevivir y sostener a su familia, realizó múltiples trabajos, desde pintor y piloto hasta empleado de un banco “... Yo, una artista sincero y de primera categoría, que debería estar libre incluso de sus propias responsabilidades económicas... enfurezco cuando los asuntos de dinero me presionan o me preocupan. Pero no sirve de nada, y pierdo tiempo cuando podría y debería estar escribiendo”
Su vida es una colección de contrastes, atravesada por la fuerza de sus creaciones literarias. Es por eso que se puede descubrir un juego en la serie de obras, y especialmente en los títulos de estos. Su primera publicación fue poética: El fauno de mármol, aunque fue un libro con poco éxito, expresa con la figura del Fauno (Dios romano de los campos, hombre sensual y lascivo) su alianza con el sur agrícola y además su gusto por la sensualidad expuesto a lo largo de sus relatos. Adolescencia, muestra el estado de juventud del escritor en cuanto a las letras, pues éste es un bello cuento de iniciación. Al mismo tiempo narra la transición a la adolescencia de su personaje, el despertar a la vida y a muchas otras cosas; que le toca vivir en un espacio, una familia y un tiempo difícil. Continúan: La paga del soldado y Sartoris, donde se muestra el contexto histórico de guerra, y sus nexos familiares con el ejercito, igualmente que sus propias experiencias en pilotaje. Mientras agonizo, muestra la parodia de la muerte, y también posee un significado importante en cuanto al fallecimiento del sur. El oso, plasma muy bien el periodo posguerra desde una historia costumbrista que muestra la importancia de la caza, que representa prácticamente un rito de lucha en contra de la naturaleza y de la muerte; también el paso de la niñez a la adultez se simboliza en este. En Intruso en el polvo, está presente el hecho tácito, de que los negros son simples testigos que afirman la superioridad de los blancos. El cuento Una rosa para Emily, cuenta de la muerte de Emily Grierson, una anciana que más parece una tradición, un monumento perpetuado del pasado que vive entre lo presente, unos recuerdos que atormentan. Ella se encerró en la casa después de la muerte de su padre, y vivió así hasta el día en que murió; su casa siempre despedía un olor fétido, que preocupaba a todo el pueblo y finalmente descubren que ella guardaba un cadáver en la habitación, el de su prometido. Tal vez esta imagen puede simbolizar un tema importante que se repite en mucho de las obras de Faulkner, es decir que el “hombre hiede”, ya sea vivo, muerto o agonizante, e invade o contamina el mundo con su presencia. Las obras más elaboradas son Santuario, ¡Absalón, Absalón!, Luz de Agosto, y El ruido y la furia; especialmente este último, donde se manifiestan diferentes estados de conciencia y diferentes realidades. Su titulo es en base a una metáfora de Shakespeare “la vida es un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia y que nada significa”. Justamente este libro es eso, la vida contada desde varias perspectivas como las de un idiota o un sordomudo.
Todas estos relatos escritos en un tono muy bello y profundo, informan al lector de interesantes y extrañas historias, del desgarramiento de un pueblo, de la desesperación de algunos personajes mostradas en extensos monólogos interiores, pero especialmente se siente esa turbación al tratar de descubrir entre lo que se dice, algo más que nunca se explica, que esta implícito o escondido entre las líneas, algo más profundo que se debe presentir. De igual forma es inquietante el final en cada libro, pues nada esta puesto, nada es evidente o seguro, el final se advierte desde la perspectiva o la mentalidad de quién lo lee y se deja afectar por ello. No es extraño entonces que cada obra tenga tres o cuatro posibles finales, escondidos en las palabras o insinuados por el lector. Se suma que el lenguaje utilizado por Faulkner tampoco es fácil, pues es “rebelde” a la gramática convencional, cambia la construcción lógica del texto para usar una retórica complicada, donde las frases se cortan, y entre los episodios normales aparecen pensamientos y declaraciones que a pesar de parecer hirsutos y dispersos, le dan la profundidad, inteligencia, riqueza y esplendor a la literatura de Faulkner. La brillantez se manifiesta en cada una de las palabras escritas, y el simbolismo se hace presente en todos los detalles. Cada personaje representa una compleja estructura mental, un caos propio, aparte de un significado social. Se ve marcadamente la presencia obligada de blancos y negros, se relata su convivencia y sus odios mutuos; unos que son los nuevos ricos explotadores, sin honor y sin tradición, otros los antiguos aristócratas aplastados, las grandes familias tradicionales, los indios, los mestizos y los humildes negros. Por ejemplo el general Sartoris, representa el viejo sur destruido, y Popeye los estados del norte y la civilización industrial. Todos ellos forman un mundo de seres desesperados, anormales, idiotas, degenerados y alcohólicos
William Faulkner, lleno de una extraña fuerza sorda y de la frescura de un autodidacta, hace parte de la "generación perdida", descubre todo en su soledad, y en el sufrimiento de la realidad, convirtiéndose en único y a la vez en un ser aislado; que encuentra una forma perfecta para exteriorizar ese choque de sentimientos y pensamientos, pues hurgando en lo concreto crea una abstracción recreadora de la comedia humana. Este lugar “mental” y temporal llamado Yoknapatawpha, un condado imaginario ubicado al noroeste del Mississippi, es una zona de 15000 habitantes, en su mayoría campesinos y cultivadores, blancos y negros, unos señores y otros siervos; y sirve de telón de fondo en casi la totalidad de las obras de Faulkner. Es difícil entender la estructura lingüística e igualmente del tiempo y del espacio de estos textos, pues Faulkner siendo realista, su mundo no es real, y finalmente él mismo debido a su temperamento termina por unirse a su propio universo “imaginado”.
Yoknapatawpha refleja el entorno cultural de los estados sureños Estadounidenses, muestra la desgarrada situación de sus habitantes y denuncia los problemas sociales. Este hecho es una muestra de la genialidad de dicho autor, debido a que sus escritos no son inocentes en cuanto a temas personales y existencialistas, y al mismo tiempo nacionales y simbólicos; lo cual influyó notablemente en la escritura Latinoamericana. Así por ejemplo en Colombia, el premio Nobel expositor del realismo mágico Gabriel García Márquez, también desarrolló algo parecido a lo de William Faulkner, ya que ingenió un lugar que sintetizara su país y la problemática de su época, así entonces Macondo se convirtió en la sede privilegiada de las historias de Gabo, un lugar oculto tras las apariencias y relegado al olvido. Es aquí cuando el espacio novelesco se convierte más claramente en un lugar de la desocultación nacional. Allí se conjugan los rasgos más específicos del medio natural, cultural, social e histórico de la realidad Latinoamericana; entre otros, su naturaleza grandiosa, y devastadora, la persistencia de comportamientos míticos, el aislamiento geográfico que conlleva el anacronismo cultural, las complejas relaciones con el mundo exterior, la presencia de estructuras económicas de un mundo subdesarrollado, como son la dependencia, la explotación, y, finalmente, aquellos aspectos más específicamente característicos de la realidad Colombiana. Si bien Macondo podría ser la segunda denominación para Colombia, entonces también Yoknapatawpha que fusiona la historia y la geografía desértica con las características principales del sur, es decir, el esclavismo, el problema racial, la decadencia económica, la mentalidad derrotada, la desmoralización; también es el mejor retrato de los sureños. Otra característica que influyó sobre García Márquez es el hecho de que los cuentos y las novelas están estrechamente conectados en cuanto a los acontecimientos y los personajes, es decir que los cuentos son “fragmentos” de las novelas y estas a su vez constituyen un trozo épico de la sociedad. Por eso se nota en ambos escritores la aparición de los mismos personajes en varias obras, aunque en diferentes facetas; y de temas múltiples que se desvanecen y aparecen y vuelven a parecer hasta el momento en que estallan plenamente.
“... El único tiempo posible es el pasado porque el presente está maldito y el porvenir no se puede imaginar.” Es tal vez este el tema más interesante en Faulkner, pero a la vez lo que complica su lectura. El problema de la cronología y la temporalidad es inventado por el hombre, las fechas y las horas que nos atormentan son nuestro propia idea, nuestra desgracia. Con el desarrollo de una metafísica del “tiempo mutilado”, Faulkner resalta la importancia del pasado, pero no en sentido estrictamente temporal, sino más bien en un tiempo sin reloj, de acuerdo al orden de la importancia para el corazón, de ahí el absurdo de la cronología. Ninguno de sus personajes a escogido su suerte, pero son el resultado irrevocable del pasado, que constituye la única realidad y destino que los condiciona a la fatalidad.
Pareciera entonces que este escritor es netamente tradicionalista, con un espíritu antimoderno y de resistencia al mundo contemporáneo, por decirlo así una mente brillante que quedó cautivada por el pasado. Se nota la separación con el mundo moderno y su crítica a este, en especial con lo relacionado a la industrialización, que ha traspasado todas las fronteras existentes hasta el punto de invadir al mundo y al hombre mismo que es su creador, mecanizando la naturaleza, los sentimientos aún los pensamientos. Sin embargo justamente en el regionalismo se puede encontrar lo contemporáneo, el héroe Faulkneriano, desesperado, fatal, culpable, sin tiempo e inmóvil está totalmente próximo al hombre actual, a los protagonistas de lo contemporáneo. Las fronteras de Yoknapatawpha quedan propasadas y estas obras rodean todo el mundo, la época y las personas.
Antología de la novela Norteamericana contemporánea, pagina 170
3 A propósito de William Faulkner y su obra, pagina 10, Colección Cara y Cruz, editorial Norma.
Ibíd. Pagina 189
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