Derecho


Tutela y curatela


CAPÍTULO VI

TUTELA Y CURATELA.

Una persona sui iuris podía estar privada o limitada de su capacidad de actuar por:

  • Falta de edad.

  • Razón de sexo.

  • Enfermedad mental.

  • Tendencia a la prodigalidad.

(Artículos 41-45 del Código Civil de Puebla)

Ante la incapacidad para ejercitar por sí solas sus derechos o cumplir obligaciones y ante la carencia de paterfamilias, surgen dos instituciones que tienden a vigilar, suplir o coadyuvar en sus relaciones jurídicas, a las personas afectadas de incapacidad total o parcial:

  • TUTELA: Se ocupa de los incapaces por falta de edad y por razón de sexo.

  • CURATELA: Se dedica a los enfermos mentales y a los pródigos.

  • CONCEPTO DE TUTELA.

    Se atribuye a Servio el concepto “La tutela es un poder dado y permitido por el Derecho civil sobre una cabeza libre, para proteger a quien, a causa de su edad, no puede defenderse por sí mismo”.

    El tutor:

    • No tiene la potestad, porque el pupilo sometido no queda menos sui iuris.

    • No tiene derecho de corrección, ni autoridad sobre su persona.

    • Su poder cesa cuando el menor llega a la pubertad.

    La tutela era conciderada una carga pública. (munus publicum).

    Requerimientos para desempeñar la tutela:

  • Ser libre.

  • Ciudadano romano (civis).

  • Sexo masculino.

  • Estaban sometidos a este poder los impúberes de ambos sexos.

    El límite de la impubertad en las mujeres era a los 12 años y el de los hombres a los 14 (criterio bajo Justiniano, Siglo VI).

    El impúber bajo tutela, era llamado pupilo y al titular de la tutela tutor.

    La tutela nacía cuando un acto cualquiera, hacía sui iuris a un impúber:

  • Muerte del paterfamilias.

  • Emancipación del hijo impúber.

  • (Emancipación: Cuando un hijo sale de la familia para formar otra. Artículos 54-56 del Código Civil de Puebla).

    CLASES DE TUTELA.

    * Testamentaria: En la época clásica se tomó en cuenta la cualidad de su ascendiente o los sentimientos de afecto del testador. Las reglas eran las siguientes:

    • Si el padre designó tutor testamentario al hijo emancipado, el nombramiento lo confirma el magistrado sin ninguna información;

    • Siendo la madre, la confirmación sólo tiene lugar después de una información sobre la honradez y aptitud del tutor;

    • Si el patrono del impúber, y aun un extraño, el magistrado debe confirmar el nombramiento; pero después de la información y únicamente si el impúber era instituido heredero.

    Únicamente se nombraban tutores testamentarios a los que por derecho se podían elegir como herederos. Excluían a los peregrinos, dedicticios y latinos iunianos. Con los esclavos, la designación tiene efecto si se le manumite haciéndolo civis.

    Al tutor se le designa por su nombre y en forma imperativa. Según los proculeyanos, el nombramiento puede hacerse antes de la institución de heredero. El jefe de familia podía nombrar en su testamento a uno o varios tutores.

    (Artículos 663-675 del Código Civil de Puebla).

    * Legítima: A falta de tutor testamentario, se abre la legítima de los agnados. La tutela y la sucesión eran otorgadas al pariente más próximo, bien sea agnado o cognado, y es diferida a la madre o al abuelo del impúber, con preferencia a los colaterales.

    (Artículos 676-688 del Código Civil de Puebla)

    * Dativa: Durante mucho tiempo, si no había tutor testamentario ni legítimo, el impúber quedaba sin él . Esta laguna se llenó:

    1) Por la Lex Atilia (anterior al 186 a. de C.) la cual da derecho a nombrar tutores al pretor urbano, asistido por la mayoría de los tribunos de la plebe.

    2) Por las leyes Iulia-Titia (final de la República), conceden el mismo poder a los gobernadores de provincia.

    Marco Aurelio creó para este cargo un pretor especial, praetor tutelaris. Las personas obligadas eran la madre del menor, herederos presuntos del mismo, libertos de su padre. Era además, un derecho que cualquiera podía ejercitar solicitando al magistrado el nombramiento de un tutor.

    (Artículos 689-691 del Código Civil de Puebla).

    FUNCIONES DEL TUTOR.

    Se resumen en auctoritatis interpositio y en la gestio del patrimonio del pupilo.

    El tutor se ocupaba de la fortuna del pupilo y no de su guarda ni de su educación. Vela únicamente por los intereses pecuniarios del pupilo; completa su personalidad jurídica y administra su patrimonio.

    El tutor antes de entrar en funciones, debía realizar:

  • Un inventario de los bienes del pupilo. Si no la hacía, se le consideraba culpable de fraude .

  • Algunos suministran la satisdatio: promesa, por estipulación, de conservar intacto el patrimonio del pupilo, y presentar fiadores solventes que tomen el mismo compromiso.

  • Justiniano dictó cierto número de medidas destinadas a proteger los intereses del pupilo cuando era acreedor o deudor del tutor.

  • La función tutelar, en relación al patrimonio del pupilo, operaba de dos maneras:

    Auctoritatis Interpositio: Era la asistencia y cooperación del tutor a un acto jurídico realizado por el pupilo. La intervención del tutor, prestando su auctoritas, venía a servir como complemento a la deficiente capacidad de obrar del pupilo. El sólo actúa si el pupilo ha salido de la infancia.

    La auctoritas está sometida a los siguientes principios:

    No se da ni por mensajero ni por carta. El tutor debe estar presente en el momento del acto.

    No lleva ni plazo ni condición, pues el tutor completa o no con su presencia la personalidad jurídica del pupilo.

    Es voluntaria. El tutor no puede ser contradicho por el magistrado, pues es juez de lo que crea bueno o malo para el pupilo.

    Negotiorum Gestio: El tutor realiza los actos jurídicos mediante este. En la gestio, el tutor administra, y los actos los lleva a cabo sin la colaboración del pupilo; es decir, los realizaba en nombre propio. Era en la persona del tutor en la que el acto producía efectos, después, hacía pasar el beneficio o la carga del acto al patrimonio del pupilo. El tutor debía rendir cuentas al final de la tutela.

    En materia de obligaciones se aceptó, en la época clásica, la posibilidad de que las acciones correspondientes al tutor o contra él se ejercitaran, con el carácter de “útiles”, por el pupilo o contra éste.

    El tutor usaba la gestio negotiorum o la auctoritatis interpositio, según que el incapaz fuera un infans (el que aún no puede hablar, por su corta edad) o persona menor de 7 años; o bien que el pupilo pasare de los 7 años, hasta llegar a la pubertad.

    En el caso de la auctoritatis interpositio, el tutor sólo intervenía excepcionalmente, pues el pupilo, dada su edad, actuaba personalmente, en forma independiente, y el acto producía sus efectos directamente en su patrimonio.

    El pupilo podía realizar todos los negocios jurídicos que mejoraran su condición, sin la auctoritatis interpositio, solo requería de esta para hacerse deudor.

    RESTRICCIONES DE LOS PODERES DEL TUTOR.

    El tutor disfrutaba de amplios poderes, pero sólo podía obrar en interés del pupilo. Hay algunos actos que están prohibidos, tanto al tutor solo como al pupilo asistido del tutor:

  • No podía hacer con los bienes del pupilo donación alguna, ni aún a título de dote para una hermana del impúber. Los regalos de costumbre en proporción a la fortuna del pupilo, son lo único autorizado.

  • Un senadoconsulto dado bajo Septimo Severo prohibió enajenar los praedia rustica vel suburbana (fundos de tierra destinados al cultivo) pertenecientes al pupilo sin previa autorización del magistrado. La enajenación hecha a pesar del senadoconsulto, se considera nula. No puede el comprador usucapirla y está prohibida la hipoteca. Esta prohibición sufre algunas atenuaciones:

    • Cuando el padre de familia, en su testamento, ordenaba la venta de los bienes que recibía el pupilo a título de herencia.

    • Si la enajenación es necesaria.

    • Si la venta es útil para pagar deudas apremiantes.

    • El tutor no podía hacer uso personal del capital que administra del pupilo; debía depositarlo, generalmente, en algún tiempo, de manera provisional, hasta que lo empleara en algo ventajoso.

    • LA RESPONSABILIDAD DEL TUTOR.

      La actio tutelae directa y contraria. La Ley Decenviral estableció, en interés de los pupilos dos medidas muy eficaces:

      Si el tutor testamentario se hacía culpable de fraude o de alguna falta grave, los decenviros autorizaban contra él, en el curso de su tutela, una persecución mediante la accusatio suspecti tutoris, que tenía por objeto separarle como sospechoso.

      Si al fin de la tutela el tutor legítimo se queda fraudulentamente con objetos del pupilo, comete un delito. Entonces el pupilo ejerce contra él la actio rationibus distrahendis, por la cual el tutor era condenado al doble del valor de los objetos sustraídos.

      Al final de la república, esta protección del patrimonio del pupilo se hizo insuficiente, por lo cual se creó la actio tutelae directa, la cual era infamante y se ejercitaba al final de la tutela. Por otra parte, como el tutor pudo haber hecho gastos en favor del pupilo, es justo que obtenga un reembolso, para ello, el pretor le da una actio tutelae contraria.

      El tutor tenía que devolverle todos los bienes que hubiere adquirido y todas las sumas que hubiese cobrado como administrador. En esta rendición de cuentas, el antiguo pupilo debe estar asistido por uno o varios curadores, siendo el tutor el obligado a promover el nombramiento. Si han administrado varios tutores, la persecución puede dividirse entre los que sean solventes.

      GARANTÍAS DEL PUPILO.

      Contra la insolvencia y fraude del tutor, el Derecho Romano organizó un sistema de garantías:

    • El pupilo, acreedor del tutor al fin de la tutela, disfrutaba en la época clásica de un privilegium exigendi; tenía derecho a cobrar con preferencia a los acreedores quirografarios del tutor, pero no a los hipotecarios. Esto cambió con Constantino.

    • Si el tutor otorgó satisdatio, el pupilo podía ejercer la acción ex stipulatu, bien sea contra él o contra los fiadores de la tutela.

    • Si el pupilo no pudo hacerse pagar el tutor ni de los fiadores, le quedaba otro recurso concedido por un senadoconsulto dado bajo Trajano. Era una acción subsidiaria contra los magistrados municipales. La acción podía ejercitarse contra los herederos.

    • El pretor concede al pupilo una última garantía, la rescisión, con la ayuda de la integrum restitutio, de los actos que le causaron perjuicio y que hayan sido ejecutados por el tutor, o por el impúber con la auctoritas del tutor.

    • FIN DE LA TUTELA.

      Terminaba por causas que podían venir del pupilo, ex causa parte pupilli, aquí la tutela concluía definitivamente; o bien por parte del tutor, ex parte tutoris, sólo existía conclusión de funciones del tutor; en efecto, si eran varios, la tutela pasaba a los demás; de lo contario, había que nombrar nuevo tutor.

      Cesa ex parte pupilli:

    • Por la llegada de la pubertad, aunque en el Derecho antiguo la mujer estaba en tutela perpetua, por razón de sexo.

    • Por la muerte del pupilo.

    • Por su capitis deminutio máxima, media o mínima, dándose en adrogación.

    • Cesa ex parte tutoris:

    • Por muerte del tutor.

    • Por su capitis deminutio, máxima y media, en todos los casos; por la mínima tratándose de un tutor legítimo.

    • Por la llegada de un plazo o de una condición limitando las funciones del tutor.

    • Por virtud de una excusa presentada en el curso de la tutela o por destitución.

    • TUTELA MULIERUM.

      En el Derecho antiguo, la mujer adulta sui iuris estaba sometida a tutela perpetua, al colocar a la mujer en esa incapacidad, se pensó menos en su protección que en salvar su fortuna en interés de sus agnados. Esta tutela también pertenecía a los tutores testamentarios, legítimos, fiduciarios o nombrados por el magistrado. La tutela legítima se podía conceder al tutor, aún estando ausente, impúber, loco o mudo y, por consecuencia, incapaz de dar su auctoritas.

      El resultado buscado era que la mujer no disminuyera su patrimonio. Este tutor tenía derecho de ceder la tutela a un tercero llamado tutor cessicius, cuyos poderes se extinguían con los del cedente. Se hacía por medio de la in iure cessio.

      La mujer administraba su patrimonio, por lo tanto el tutor carecía de negotiorum gestio, ya que la mujer administraba su patrimonio, no rendía cuentas. La función del tutor se reducía a prestar su auctoritas.

      La mujer necesitaba la auctoritas para los siguientes actos:

      Enajenar los fundos itálicos, los esclavos, la res mancipi; para hacer testamento; para aceptar una herencia; para contraer toda clase de obligaciones; para hacer una remisión de deuda; para sostener un proceso. Tenía una capacidad más grande que la del pupilo, podía enejenar una res nec mancipi, prestar dinero y hacer o recibir un pago.

      Esta tutela terminaba por la muerte, por la capitis deminutio máxima, media o mínima, y cuando la mujer se daba en adrogación o caía in manu.

      Desde el S. VI se permitía al marido, si tenía a su mujer in manu, dejarle por testamento la elección del tutor.

      Bajo Teodosio y Honorio desapareció esta clase de tutela, con el ius liberorum a todas las mujeres del Principado.

      CURATELA.

      La ley de las XII Tablas organizó la curatela únicamente para los incapacitados accidentales: los furiosi y los prodigi.

      Después por disposiciones del pretor, se protege a los mente capti, los sordos, los mudos, así como a los incapacitados de otro orden.

      La cura o curatela, era la protección de patrimonios necesitados de vigilancia, por incapacidad de su titular. Curator es la persona encargada de tal función. La cura puede aplicarse a un patrimonio sin titular.

      CURA FURIOSI.

      Según la Ley Decenviral, el loco sui iuris y púber, es decir que no tuviera ni la protección del jefe de familia ni la del tutor, se sometiese a la curatela legítima de los agnados, y a falta de éstos, a la de los gentiles.

      La curatela se abre desde que se manifiesta la locura, sin una decisión del magistrado. Se encarga de ella el agando más próximo (un hijo podía ser el curador de su padre loco).

      FUNCIONES DEL CURADOR.

      Debe cuidar el patrimonio del enfermo. Si el paciente recobre sus facultades debido a un intervalo de lucidéz, puede obrar solo como si nunca hubiese estado desequilibrado.

      Al final de la curatela, el curador está obligado a rendir cuentas, así como todas las veces que el loco, recobrando la razón, exigiera la administración de sus bienes. El incapaz o sus herederos tenían contra el curador una actio negotiorum directa para obligarle a rendir cuentas.

      CURA PRODIGI. (Curatela de los pródigos).

      Los pródigos eran los que, teniendo hijos, mal gastaban sus bienes heredados de la sucesión ab intestato del padre o del abuelo paterno. Los decenviros, decidieron que el pródigo fuese declarado en estado de interdicción, colocándole bajo la curatela legítima de sus agnados y, a flata de éstos, de los gentiles.

      El pródigo es asimilado al loco y declarado incapaz, sin que pueda contraer ninguna obligación válida, ni civil ni natural. Pero puede realizar actos que tiendan a mejorar su condición.

      OBLIGACIÓN DEL CURADOR.

      El curador debe administrar y rendir cuentas de su gestión al final de su cargo.

      El curador del loco responde frente a la persona liberada de la curatela o sus herederos.

      CURA MINORUM.

      El menor de 25 años era la persona sui iuris que, conforme a la opinión definitiva, tenía más de 14 años y menos de 25.

      Dada la natural inexperiencia y la falta de plenitud de su desarrollo intelectual, el menor de 25 años, podía realizar actos jurídicos perjudiciales para él.

      El Derecho positivo romano puso primeramente remedio a esta situación por 2 vías: La ley comicial y la del Derecho honorario, promulgando:

      La Ley Plaetoria o Laetoria: votada aproximadamente en el año 191 a. de C., creó un iudicium publicum para perseguir a quien hubiese hecho víctima de un engaño al púber sui iuris menor de 25 años, esta condena implicaba infamia.

      A partir de Marco Aurelio, según parece, se impusa la figura del curator estable que sustituyó al designado para cada negocio. El pretor ofreció al menor 2 remedios:

      Exceptio legis plaetoriae, contra aquél que se había aprovechado de su inexperiencia para exigir el cumplimiento del negocio.

      En la hipótesis de que el negocio hubiese sido ya ejecutado, el pretor auxiliaba al menor con una in integrum restitutio propter aetatem.

      Para que el pretor concediera la integrum restitutio, se requerían los siguientes requisitos:

    • Que el menor hubiese sido perjudicado.

    • Que el perjuicio proviniese por falta de edad.

    • Que el menor no tuviere ningún otro recurso.

    • CURATELA DE LOS PUPILOS.

      El impúber en tutela podía tener un curador en los siguientes casos:

    • Si el tutor sostiene un proceso con su pupilo, no puede dar su auctoritas enun asunto, si está él interesado. Para lo cual era necesario un curador.

    • Si el tutor ha hecho admitir una excusa temporal, es necesario durante este intervalo nombrar un curador en su lugar.

    • Mostrándose el tutor incapaz aún siendo fiel, se le une un curador.

    • El curador no podía suplir a la auctoritas tutoris.

      VENIA AETATIS.

      Otorgaba al menor de 25 años una capacidad de obrar semejante al mayor de edad. La concedías el emperador a los varones mayores de 20 años y a las mujeres mayores de 18 años. Esta habilitación de edad hacia cesar la incapacidad de obrar del menor, y como consecuencia le impedía solicitar la in integrum restitutio.

      CURATELAS ESPECIALES.

    • En la época justinianea, se designaba el curator impuberis para los casos de enfermedad, ausencia, etc., del tutor.

    • El nombrado para los bienes adventicios de un alieni iuris no administrados por el padre.

    • El curator ventris, para asegurar los derechos sucesorios de un concebido y no nacido.

    • Los curatores honorum, que se designaban para cuidar masas de bienes en diversas hipótesis.

    • REGLAS COMUNES A LAS DIFERENTES CURATELAS.

      Los curadores deben cumplir iguales formalidades que los tutores.

      1. Dar la satisdatio cuando los curadores eran legítimos. 2. El curador está obligado a rendir cuentas por la actio, dada la gestión de negocios, directa y contraria a su favor. 3. Las garantías concedidas al loco, al pródigo y al menor, eran casi las mismas que las del pupilo, tenían efecto:

    • El privilegium exigendi. Constantino otorgó una hipoteca tácita para los menores.

    • La actio ex stipulatu, si el curador dio satisdatio.

    • La acción subsidiaria, contra los magistrados encargados de exigir fiadores solventes.

    • La in integrum restitutio, como último recurso que se concede al menor.




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    Enviado por:Maloo
    Idioma: castellano
    País: México

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