Literatura


Trece Tesoros; Michelle Harrison


Todo comienza cuando la madre de Tanya decide que su hija iba a pasar el resto del verano en la mansión de su abuela Florence. Era una mansión enorme, escondida entre la maleza y de muy difícil acceso, un viejo letrero de metal en lo alto de la verja de entrada decía: ``Mansión Elvesden''. A Tanya le esperaba un duro verano en casa de su abuela, pero al menos podría seguir investigando los túneles secretos de la mansión con Fabian, hijo del cuidador de la casa. Se despidió de su madre y entró a la casa.

Warwick, el cuidador, la condujo hasta su habitación, donde siempre se alojaba cuando venía. No había cambiado nada. Se instaló, descansó un poco y más tarde salió, comprobando antes si su escondite de todos lo años permanecía sin haber sido descubierto, guardaba todos sus objetos de valor debajo de una tabla medio suelta que se podía levantar con facilidad a los pies de la cama oculta debajo de una alfombra. Finalmente salió de la habitación. Se percató de que la puerta del final del pasillo que siempre se hallaba cerrada, ahora estaba abierta. Entró muy sigilosamente y se puso a hojear los libros de las estanterías llenas de polvo. Cogió un libro que hablaba sobre las hadas y empezó a leer cuando de repente se cayó de entre las páginas un viejo recorte de periódico de 1922, hace poco más de cincuenta años. Hablaba de otra chica desaparecida en los bosques, esta tenía catorce años. Su nombre era Morwenna Bloom. De repente sintió como una mano le tocaba el hombro, no se dio cuenta de que su abuela se encontraba allí de pie detrás de ella con los brazos en jarras y lanzándole una mirada fulminante. Se encontraba tan concentrada leyendo que no se percató de su presencia. Le enseñó el recorte de periódico a su abuela y le preguntó por él. Ella solo le contó que esa chica y ella eran amigas de la infancia pero que después se distanciaron y cambió de tema rápidamente y se fueron de aquella habitación. Tanya no sabía nada de esa chica, pero Florence sabía perfectamente lo que le pasó, pero no era la única, Warwick también lo sabía. Esta era la verdadera historia:

Morwenna era la mejor amiga de Florence, las dos tenían el mismo don que tenía Tanya, el don de la clarividencia. Un día los padres de Morwenna decidieron enviarla a un internado, pero ella se negaba a ir. Florence le dijo que no fuera, ya que perdería a la única amiga que tenía, así que planearon fugarse juntas. Pero las hadas, que estaban escuchando, les hicieron una oferta mejor, un lugar donde nadie les encontraría, nadie les podría hacer daño, y además no envejecerían, el reino mágico. Morwenna quería escapar, pero Florence no estaba tan segura de dejar a su familia atrás. Las hadas les dieron hasta el solsticio de verano para elegir y se fueron. El día antes del solsticio de verano Florence tuvo una gran discusión con sus padres, habló con Morwenna y juró que no volvería más. Hicieron el pacto con sangre. Llegó el día y Morwenna estaba en los bosques esperándola pero Florence no aparecía, así que fue a su casa a ver qué le pasaba. Habló con el cuidador de la finca, Amos, que estaba perdidamente enamorado de ella. Morwenna le contó a Amos lo que iba a hacer y le dio un mechón de su pelo para que la recordara, pero él le suplicó que no lo hiciera. Él poco imaginaba que ese simple mechón de pelo pertenecería a un plan más grande. Ese mechón la mantendría siempre con 14 años, no quería estar vieja y débil cuando volviera. A medianoche entró en el reino mágico, al principio estaba feliz, pero nunca perdonaría la cobardía de Florence. Con el paso de los años se dio cuenta de que no quería estar allí, pero cuando te entregas voluntariamente al reino de las hadas después no puedes volver, no había ninguna posibilidad, bueno… excepto una, que una mortal con el don de la clarividencia y unida a ella por lazos de sangre la sustituyera. Pasaron los años y Florence tuvo un bebé, era la oportunidad de Morwenna, le robaría a su pequeño y remplazaría en su lugar. Cuando sellaron con sangre el pacto, la sangre de Morwenna y de Florence se mezclaron, por lo tanto el bebé compartía su misma sangre, pero no tenía el don de la clarividencia. Pero tenía un plan, hizo que le trajeran al bebé al bosque para atraer a Florence, y así fue. Cuando la encontró le suplicó que le devolvieran a su pequeño, acababa de nacer. Morwenna le dijo que se lo devolvería si ella ocupara su lugar en ese mismo momento, pero Florence le suplicó que le dejaran criar al bebé solo siete años más. Florence juró que al séptimo aniversario del bebé estaría allí y ocuparía su lugar. Tontamente Morwenna accedió, le devolvió su pequeño y se esfumó, pero había caído en la trampa. El bebé había nacido un 29 de febrero, por lo tanto el verdadero séptimo aniversario sería 28 años después. Pero inesperadamente nació otra chica unida a Florence por lazos de sangre y con el don de la clarividencia, Tanya.

Esta era la verdadera razón por la cual la abuela de Tanya no quería que ella se quedara en la casa ni que se acercara a los bosques, se lo tenían totalmente prohibido, incluso a Fabian.

Esa noche las hadas le hicieron una visita a Tanya, ella había estado hablando de ellas en un libro que después enterró en el jardín trasero con la esperanza de que las hadas no lo encontraran. Ellas le tenían totalmente prohibido escribir sobre ellas o hablarle a alguien de que existían. La castigaron y la atormentaron hasta que se divirtieron, a Tanya le había quedado claro qué no debía hacer.

Por la mañana se vistió, desayunó y quedó con Fabian en el porche de la casa a las once, era sábado e iban a ir al mercado de Tickey End. Fabian llegó puntual y los dos partieron hacia el pequeño pueblo. Pasaron horas y horas y compraron cantidad de cosas. Hablaron de los túneles que se decía que comunicaban la casa con algunos de los distintos establecimientos del pueblo y de las desapariciones de niños robados cuando se encontraron frente al centro de acogida. Había sido recientemente cerrado a causa de la desaparición de un bebé hace unos días. Por lo visto ya había ocurrido más veces y habían acabado cerrándolo. Ya casi era la hora de irse cuando a Tanya decidió entrar en una pequeña tiendecita llamada: ``La Caja de Pandora''. Se quedó mirando las figuritas de brujas y un pequeño frasquito que contenía sangre de dragón, según la dependienta. De repente alguien más entró en la tienda, una anciana cargada de bolsas con la que Tanya tropezó sin querer, se disculpó pero la anciana no dijo nada. Pasaron unos instantes de silencio incomodante, justo cuando Tanya iba a irse la anciana le tendió la mano y le dio una extraña brújula de latón, de forma circular con una larga cadenita para colgársela al cuello. Solo tenía una letra, la `H'. Por no ser maleducada decidió aceptarla. Mientras se marchaba la vieja le dijo: ``Úsala sabiamente''. La vieja que le había dado la brújula era Morag `La loca'.

Mientras volvían de camino a la mansión se la enseñó a Fabian, se quedó tan extrañado como Tanya, y le dijo que la tirara ya que se la había dado Morag y probablemente estaría estropeada. Pero aun así Tanya decidió meterla junto al recorte de periódico que encontró, el libro sobre las hadas y las demás pertenencias bajo la tabla de su cuarto.

Amos despertó a Tanya a la mañana siguiente, solo eran las ocho de la mañana y el anciano ya estaba pidiendo su desayuno. Bajó a desayunar y decidió que esa misma mañana pasearía a Oberón, su gran doberman que siempre le hacía compañía. Subió a su habitación y se vistió de rojo, ya que leyó en su libro de las hadas, que el rojo la protegería de ellas y salió al jardín. Fabian estaba escondido entre los arbustos haciendo experimentos como de costumbre, cuando de pronto Fabian espanta a un conejo y Oberón lo empieza a perseguir adentrándose en el bosque. Tanya culpa a Fabian de que Oberón se haya adentrado en el bosque y le obliga a que la acompañara a buscarlo.

Los dos se adentran en el bosque. Tras media hora buscando no encuentran a Oberón y Tanya se empieza a impacientar, cuando de repente aparece una chica de su edad más o menos, vestía un vestido verde e iba descalza. Decía que había visto al dóberman. Tanya y Fabian la siguieron pero de repente a los dos se les heló la sangre, no se podían creer lo que estaban viendo. Warwick estaba de pie frente a los dos chicos junto al dóberman. Estaban en un buen lío. Cuando Fabian se giró hacia la chica, ella ya no estaba, había desaparecido. Warwick los llevó de vuelta a casa y les dio un buen sermón, aunque en parte, los había salvado a los dos.

La mañana del siguiente día transcurrió con normalidad. A eso de las seis de la tarde se encontró con Fabian, quería mostrarle algo. Le dijo que se llevara una linterna y que le esperara en el pasillo del 2do piso. Tras cinco largos minutos de espera, Fabian apareció con otra linterna y un par de velas. La condujo hasta el final del pasillo y le mostró una vieja puerta de madera llena de pequeños agujeritos que se escondía tras un viejo tapiz. Sacó una llave maestra que robó a su padre y la consiguió abrir. Acababan de descubrir uno de los viejos túneles de los que hablaba la gente y se habían pasado tanto tiempo buscando sin obtener ningún resultado. Los dos encendieron sus linternas y continuaron por el túnel. Llegaron a una habitación infantil, parecía como si alguien hubiera intentado sellar esa habitación y que nadie la pudiera encontrar nunca. En el centro de la habitación había una preciosa cuna con un osito dentro, a su derecha había un gran baúl con muchos juguetes dentro. Fabian descubrió un pequeño tapiz colgado en la pared bordado a mano. Decía: ``Enhorabuena por el nacimiento de tu hija'' y la fecha debajo. El bebé nació un 29 de febrero, ¡Ese cuarto era del bebé de Florence, y el bebé que nació era la madre de Tanya!

Salieron de ese cuarto y continuaron por los túneles, llegaron a una habitación con los muebles cubiertos por una lona blanca. Esa debía ser la habitación de los Elvesden. Había un retrato de ellos colgado en la pared. Fabian le contó la historia de lo que le pasó a lady Elvesden. Por lo visto, estuvo visitando a la curandera local, para aprender a usar las hierbas de los remedios caseros y demás, aparentemente tenía un don para curar y quería desarrollarlo. En esa época a las `brujas' se las perseguía y se las mataba. Lord Elvesden prohibió a lady Elvesden seguir viendo a la curandera para que no la relacionaran con ningún tipo de brujería y acabaran ahorcándola. Pero ella siguió yendo y al final acabó mal. La curandera resultó que también hacía de comadrona, un bebé que trajo al mundo murió varios días después y esta muerte fue seguida por un aluvión de enfermedades, lo que puso en el punto de mira a las dos mujeres. La curandera fue expulsada del pueblo y huyó a los bosques, se dice que Morag `La loca' es descendiente suya. Elisabeth no tuvo tanta suerte, los niños la insultaban por la calle, la gente se persignaba cuando la veía pasar incluso llegaron a escupirle. Pero ella parecía aguantarlo todo sin inmutarse, incluso llegó a seguir investigando las artes curativas. Finalmente Lord Elvesden la hizo internar. Allí se fue volviendo más y más loca y finalmente se acabó quitando la vida, se ahorcó.

Esa noche le costó un poco dormirse después de lo que le había contado Fabian pero finalmente se lo puedo quitar de la cabeza y pudo conciliar el sueño de una vez.

La mañana del día siguiente transcurrió lentamente y como se aburría tanto, decidió ir al 2do piso e ir a echar una miradita por las habitaciones. Encontró una caja llena de fotos de la infancia de su abuela cuando de repente se quedó paralizada. Había una imagen en tono sepia en la que aparecía su abuela, pero no estaba sola, junto a ella estaba otra chica de su misma edad. Tanya le dio la vuelta la foto, había una anotación que decía: `Florence y Morwenna a sus catorce años'. ¡La chica que estaba con Florence era la misma chica que habían visto en los bosques, la desaparecida Morwenna Bloom!

Guardó las demás fotos y corrió a buscar a Fabian. Se reunieron en secreto y Tanya le mostró la foto, se quedó muy pálido y asustado. De repente apareció Warwick, estaba buscando a Fabian así que tuvieron que dejar la conversación para otro momento. El resto del día transcurrió muy rápido.

Por la noche no se podía dormir, así que decidió que iba a seguir leyendo su librito sobre las hadas, pero había habido un corte en el suministro eléctrico y no tenía luz. Decidió bajar a la cocina a por unas cuantas velas, sabía que su abuela las guardaba allí. Se armó de valor, y decidió bajar. (pág 154-155)




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Enviado por:Benito Camela
Idioma: castellano
País: España

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