Literatura


Tirano Banderas; Ramón María del Valle Inclán. Tiempo de Silencio; Luis Martín Santos


1. Analice la novela Tiempo de silencio, de acuerdo a la importancia que tuvo en el momento de su aparición: técnicas e innovaciones estructurales

Tiempo de silencio de Luis Martín - Santos marca una ruptura en la literatura española de postguerra, separando la novela realista y objetiva de protesta social de otra forma de escribir novelas más `intelectualizada' y subjetivista. Con esta obra, se produce el gran salto hacia delante, después de esta obra de Martín - Santos, la narrativa española modifica su rumbo. En su aspecto más visible, Tiempo de silencio constituyó un rechazo de la novela de medio siglo, tanto en su versión neorrealista, como en la vertiente política y social. Las diferencias no se debieron sólo a la desviación en lo que respecta a las normas artísticas vigentes en el momento, sino que a otra concepción de la novela; esta concepción basada en otros postulados teóricos. Las discrepancias de Luis Martín - Santos con la narrativa de su generación se refieren inicialmente a la función estética y social del género novelístico; esto lo llevó a perseguir una novela diferente en lo temático, lo estructural y lo estilístico.

Uno de los modelos de Martín - Santos fue el propiciado por la lectura de Ulysses de James Joyce; esta obra le proporcionó una nueva concepción narrativa, con nuevos procedimientos técnicos (algunos desconocidos en aquella época). Sin embrago, Martín - Santos no se dedicó a copiar las técnicas de Joyce, sino que asimiló la nueva fórmula novelística y creo la propia. Dentro de la propia novela de Martín - Santos, en la conversación literaria del café, Matías expone una serie de juicios sobre la novela moderna y recomienda: “hay que leer el Ulysses” (81). Pero no sólo rastros del Ulysses encontramos en esta novela, pues también existen alusiones a la Odisea de Homero: “reemprender los periplos nocturnos hacia la aún no explorada Nausicaa…” (125); o las alusiones al Quijote de Cervantes, tanto en lo señalado por Matías sobre la novela moderna en el café, analogando al canónigo de El Quijote, como cuando se nos dice que Dora, la madre de Dorita es: “la maritornes ceñuda…” (142). Por todo esto, Tiempo de silencio se configura como síntesis de lecturas y tradiciones heterogéneas, que su autor fue amalgamando en un singular proceso de asimilación y de nueva creación.

Recursos: Entre los aspectos importantes en esta novela no podemos dejar de nombrar la ironía, la cual afecta a todos los niveles del relato, pero donde más se pone en manifiesto es en el vocabulario utilizado. Un ejemplo de esto es el lenguaje utilizado por Pedro, quien como médico utiliza frecuentemente terminología científica. Los de las chabolas, en cambio, utilizan el vocabulario vulgar característico del entorno que les rodea. Hay, también, terminología económica que es utilizada en el ámbito metafórico, por ejemplo, la descripción del funcionamiento de un cementerio suburbano madrileño visto en términos de las últimas teorías económicas de eficacia en la producción. Para la descripción de la alta sociedad madrileña, utiliza el mismo método; aunque ahora el término comparativo no es la ciencia, sino la Naturaleza. Los términos naturales están usados siempre en el ámbito metafórico, lo que hace que lo que antes era ironía sea ahora implacable sátira. La consecuencia de esta continua fórmula, de la sustitución de la palabra usual por terminología científica y naturalista es que el autor se comunica con el lector de una forma más directa. Además de la ironía, otro de los recursos más utilizados es el desajuste entre realidad y expresión, el tratamiento mítico y una importante caracterización metafórica: los habitantes de las chabolas se convierten en negros, los invitados de la recepción son descritos como pájaros, las personas del café son bañistas, el cómico de la revista es un `muñeco de alambre', etc. Otro recurso inédito es el del monólogo interior, por medio del cual Luis Martín - Santos penetra profundamente en la psicología individual, sin intervenir él mismo en la narración en primera persona; estos monólogos son presentados abruptamente, sin que sepamos quien habla; por lo que los saltos de una escena a otra causan un gran contraste. También existen secuencias (pues así se compone la obra, no de capítulos) construidas íntegramente con monólogos interiores; sus funciones son diversas, pero la más notoria es la de caracterizar a los personajes. Gracias a ellos sabemos los problemas, contradicciones y frustraciones del protagonista, vemos la bajeza moral de la patrona, observamos la crueldad de Cartucho, etc.

Aspectos sociales: En esta obra se nos presentan tres clases sociales con sus respectivos representantes: la clase alta, que tiene su centro en la casa de Matías, gente adinerada y elegante, pero ante todo inútil; la clase media, representada en la pensión, sobre todo por la patrona; la clase baja, representada por el mundo de las chabolas, esa otra ciudad, donde se citan todas las miserias. La novela presenta muchos contrastes entre los opuestos estratos sociales (pasa del suburbio al salón, de la chabola por la pensión a la mansión suntuosa, etc.), pues como dice Julián Palley: Tiempo de silencio es “una crítica profunda de todos los estratos del país, de las ineficacias y pequeñas tiranías, ajustada a las posibilidades editoriales de su época. (Cardona, 167).

Personajes: A diferencia de las novelas representativas anteriores a Tiempo de silencio, Martín - Santos concibe a los personajes de esta novela en función de su individualidad. Cada personaje está claramente definido, y aparece no sólo su dimensión social; sino también aparece la proyección personal. También se separa de los novelistas Martín - Santos, al no hacer una exhaustiva descripción de la constitución física y moral de cada personaje, sino que se expone una reflexión sobre la responsabilidad y los proyectos personales. En esta novela, el protagonista es Pedro, de quien no conocemos su pasado, sólo conocemos el presente y sus proyectos de investigación. Se nos presenta como un desarraigado, que siente envidia ante los ricos y ante los miserables oscila entre la compasión y la repugnancia. Su comportamiento está lleno de contradicciones que no logra superar; es incapaz de hacerse cargo de su vida y de su destino, ni siquiera es capaz de defenderse cuando se le acusa de haber matado a Florita. Da la impresión de ser un personaje que es llevado a lo largo de la novela por unos y por otros. Pedro va perdiendo su personalidad y va enmudeciendo a través del relato, al comienzo, al estar en la chabola del Muecas, Pedro habla; pero a medida que va transcurriendo el relato va silenciándose. Otro ámbito importante en este punto es el de la mujer, a quien el hombre la idealiza como una “sirena silenciosa”. Los monólogos interiores son principalmente masculinos, y los pocos femeninos que hay son los de la dueña de la pensión, que expresan una perspectiva masculina en voz de mujer; no podemos olvidar que ella cumple el rol masculino en la pensión, ella es el `padre de familia', que ha heredado la visión machista de su difunto esposo. Los demás espacios con mujeres son descritos como silenciosos: el burdel, Dorita y su mecedora, la señora del Muecas, etc. Sin embargo, la mujer se niega a representar este papel de “sirena silenciosa” ( como Florita que al conocer a Pedro habla y su padre le dice que mantenga el silencio como su madre) que el hombre le otorga.

Narrador: La novela neorrealista, mostró una clara tendencia a reducir las facultades del narrador en tercera persona, para convertirlo en un registro imparcial de las palabras y actos de los personajes. La oposición de Martín - Santos a la novela neorrealista también se manifiesta en este aspecto. Ni convierte el diálogo de los personajes en el recurso primordial ni acepta el narrador impersonal y distanciado. Lo que distingue a su narrador no es la omnisciencia en sí, sino la abundancia de juicios y comentarios; los cuales tratan sobre diversos temas: históricos, culturales, morales, etc.; así se pone de relieve la intención ideológica del texto. Otra característica es su variedad de funciones y facetas; a lo largo del relato va cambiando so omnisciencia y se distancia con respecto a lo narrado.

Estilo: En Tiempo de silencio, hay una patente desviación de la norma estilística vigente. La realidad reflejada varía, se persigue un nuevo lenguaje artístico. Existe un estilo elevado, que exige mucho del lector. La coexistencia estilística constituye otra de las peculiaridades de esta obra; como los términos latinos utilizados por Matías o el dialecto en el que habla el Cartucho. En cuanto al léxico, destaca su enriquecimiento por medio de variadas formas: vocablos científicos, extranjerismos, neologismos, metáforas, etc. En el nivel sintáctico, destaca el gusto de Martín - Santos por la frase larga.

La audacia de Tiempo de silencio reside en el nuevo estilo diseñado por su autor, creado de antiguos modelos, que han sido asimilados, decantados y enriquecidos. Luis Martín - Santos ha puesto el relato al servicio de una reflexión sobre el individuo y la sociedad, al modo de una novela - ensayo.

2. Seleccione una de las otras tres novelas leídas en esta unidad:

2.1. Ubíquela en su contexto ideológico - cultural

El contexto en que se desarrolla la novela Tirano Banderas puede tener diferentes puntos de vista. Al no ser claramente identificable un ambiente geográfico determinado, esta novela carece de parámetros que den características propias. “Santos Banderas es, como dice Torre, una suma o abstracción, un prototipo del dictador americano, más allá de toda localización geográfica precisa” (Pedraza - Rodríguez, 660). Aunque es considerada una novela americana genuina y total, hay que puntualizar que la intención irónica se sobrepone a cualquier afán de autenticidad. “Valle-Inclán nos presenta en esta obra un ambiente -como señala Speratti-Piñero- caracterizado por la miseria que resulta de oscuros intereses y por una serie de no valores: crueldad, ensañamiento, burlas sangrientas, torpeza colectiva, brutalidad” (Pedraza-Rodríguez, 666)

Es evidente que el autor busca las raíces de su relato en el proceso evolutivo de la historia americana, evolución que se manifiesta en temas como libertad y dependencia, tratados por los indios y los españoles:

“- ¡ Viva Don Roque Cepeda!

-¡Viva el libertador del indio!

-¡Vivaaa!...

-¡Muera la tiranía!

-¡Mueraaa!...

-¡Mueran los gachupines!

-¡Mueran!...” (56)

“-¡Viva España!

-¡Viva el General Banderas!

-¡Viva la raza latina!

-¡Viva el General Presidente!” (56)

Existe una interpretación por parte del autor, de interponer en América un problema de España: la presencia repetida e insistente del espadón que se opone al buen deseo democrático. Esto se puede observar contraponiendo las palabras de Banderas con la del orador del Circo Harris: “- Me congratula ver cómo los hermanos de raza aquí radicados, afirmando su fe inquebrantable en los ideales de orden y progreso, responden a la tradición de la Madre Patria.” (36)

“No se ha intentado la redención del indio que, escarnecido, indefenso, trabaja en los latifundios y en las minas, bajo el látigo del capataz... El océano Pacífico, el mar de nuestros destinos raciales, en sus más apartados parajes, congrega las mismas voces de fraternidad y de protesta. Los pueblos amarillos se despiertan, no para vengar agravios, sino para destruir la tiranía jurídica del capitalismo, piedra angular de los caducos Estados europeos... Los Estados europeos, nacidos de guerras y dolor, no sienten la vergüenza de su historia, no silencian sus crímenes, no repugnan sus rapiñas sangrientas.” (65)

La crítica expresada tras las líneas de Tirano Banderas se puede leer no tan solo como a la figura de un dictador cualquiera, en cualquier parte del mundo, sino que alcanza también a los españoles, representados en los `ricos comerciantes'. Estos apoyan incondicionalmente al tirano porque sus intereses están en pugna con la revolución, mientras el indio siga explotado, ellos llevan las de ganar: “- El indio dueño de la tierra es una utopía de universitarios” (39)

“- La Colonia Española eleva sus homenajes al benemérito patricio, raro ejemplo de virtud y energía, que ha sabido restablecer el imperio del orden, imponiendo un castigo ejemplar a la demagogia revolucionaria. ¡La Colonia Española, siempre noble y generosa, tiene una oración y una lágrima para las víctimas de una ilusión funesta, de un virus perturbador! Pero la Colonia Española no puede menos de reconocer que en el inflexible cumplimiento de las leyes está la única salvaguardia del orden y el florecimiento de la República” (35)

La presencia de España está en la mirada y el enfoque con que ve a sus compatriotas. Dice Zamora Vicente “que `en la esquemática exposición de los malos modos de administración y un desgobierno, Valle tiene presentes los suyos, los de su tierra española, los nada aceptables modos de convivencia españoles...'” (Pedraza - Rodríguez, 660)

En ese enfrentamiento radical entre los indígenas, ignorantes y oprimidos, y los gachupines (españoles), Valle-Inclán carga las `tintas' contra los explotadores, que aparecen desprovistos de toda dignidad. En medio de esos dos grupos se encuentran los criollos y mestizos, divididos a favor o en contra del tirano.

Otra visión que se puede desprender de la lectura es que la obra presenta una revolución política, bajo la cual laten los graves problemas sociales de una comunidad subdesarrollada. El enfrentamiento a la dictadura se lleva a cabo por alcances distintos: por las armas, representado en Filomeno Cuevas: “- ¡Posiblemente! No soy un científico, y estoy obligado a no guiarme por otra norma que la corazonada. ¡Voy a Santa Fe, por la cabeza del Generalito Banderas!” (31); y por medio de la oposición política, representada en el liberal Roque Cepeda: “- ¿Quién ha solicitado el permiso para el mitin?/ -Don Roque Cepeda/ -La propaganda de ideales políticos, siempre que se realice dentro de las leyes, es un derecho ciudadano y merece todos los respetos del gobierno” (52)

Si bien la violencia y la opresión son universales, el ambiente y el decorado son hispanoamericanos y una tiranía hispanoamericana es retratada en forma clara en la novela: “- Las antiguas colonias españolas, para volver a la ruta de su destino histórico, habrán de escuchar las voces de las civilizaciones originarias de América. Sólo así dejaremos algún día de ser una colonia espiritual del Viejo Continente” (63), espíritu que se contrapone al pensamiento de los españoles: “- Redención del Indio. Comunismo precolombino. Marsellesa del mar Pacífico. Fraternidad de las razas amarillas. ¡Macanas!” (68)

Como se puede entender, Valle-Inclán pone de manifiesto toda su ideología sobre Tirano Banderas, correspondiendo al tirano, a los españoles y a los indios, toda una carga especial que es la de enfrentar la realidad que se vive en esta parte del mundo.

2.2. Exponga sus técnicas y dispositivos formales principales

La concentración estructural impone el dramatismo esquemático, la reducción de las descripciones a síntesis apretadas, imponiendo una economía verbal: “El drama es con frecuencia melodrama y reviste apariencias de folletín” (Gullón, 71)

En cuanto a la forma es teatral. La teatralidad se subraya con derroche de elementos burlescos. “La forma dramática se subraya en otros momentos, alguno de los cuales coincide en significación con la presentación del mitote revolucionario como espectáculo” (Gullón, 69)

La idea de simultaneidad da la sensación de que no avanza la novela, que se ven pedazos o fragmentos en estado casi simultáneo, una especie de presente constante. “La estructura de Tirano Banderas es comparable a la del cuadro cubista, según Valle lo entendía: acumulación de fragmentos, fuerzas en pugna y equilibrio, potencias explosivas y marco de contención.” (Gullón, 64). Esta sentencia se puede confrontar con la escena de Lupita `la romántica', la que estando en trance ve el momento en que “Tirano Banderas se va a descansar”, otorgando un ritmo, o mejor dicho, la presencia del futuro en los acontecimientos.

“Como afirma Fichter, nos ofrece una `visión fantasmagórica de crueldades, bajezas morales, sufrimientos e idealismos, visión llena de dramatismo y de bellezas plásticas'” (661), donde está presente una dictadura grotesca, presentando una ironía en la fisonomía y estableciendo un retrato caricaturesco. “Señala Zamora Vicente: la muñequería, el proceso de esperpentización llega ahora al máximo nivel, al retratarnos estos españoles alicortos de espíritu y de amplias ambiciones egoístas” (Pedraza - Rodríguez, 667)

Todos y cada uno de los episodios y personajes se rigen por una ley de paralelismos y contrastes que conforma la estructura íntima de la novela. Posee Tirano Banderas, una técnica que lo acerca casi a lo dramático, obtenido por la constante acción y el diálogo propuesto. Las acciones simultáneas que ocurren sirven para otorgar una visión total.

La disposición cronológica no es lineal (avanza y retrocede constantemente), por lo cual el tema de lo real sufre una nueva perspectiva, ya que se puede decir que quienes no conocen el planteamiento del esperpento “[...] no entenderán Tirano Banderas; no entenderán la tendencia a la distorsión como exigencia técnica impuesta al escritor por los materiales a que pretende dar forma... ¿Esto es realismo? Lo es, si no llamamos realismo a la reproducción mecánica, sino a la expresión significante de lo real.” (Gullón, 71)

Se borran las precisiones históricas, razón por la cual se pretende igualar el tema de la novela con el tiempo mítico.

“En definitiva, Valle-Inclán nos da una visión grotesca y deformada de una realidad que por su mismo carácter no admite otra presentación. No muestra apego alguno hacia las criaturas que ha forjado; su distanciamiento afectivo es total. Tan sólo el indio, como personaje colectivo, merece su simpatía y solidaridad.” (Pedraza - Rodríguez, 663)

BIBLIOGRAFÍA

Cardona, Rodolfo. Novelistas Españoles de Postguerra. 1. Madrid: Taurus Ediciones, 1976.

Gullón, Ricardo. La novela española contemporánea. Ensayos críticos. Madrid: Alianza editorial, 1994.

Martín - Santos, Luis. Tiempo de silencio. Barcelona: Editorial Seix Barral, S.A., 1994.

Pedraza J., Felipe y Milagros Rodríguez Cáceres. Manual de literatura española. VIII. Generación de fin de siglo: Introducción, líricos y dramaturgos. Navarra: Cénlit Ediciones, 1983.

Valle-Inclán, Ramón del. Tirano Banderas. Santiago de Chile: Editorial Nascimiento, 1971.

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Enviado por:Laly
Idioma: castellano
País: Chile

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