Sociología y Trabajo Social


Teoría de los salarios


Trabajo

En Economía, esfuerzo realizado para asegurar un beneficio económico. Es uno de los tres factores de producción principales, siendo los otros dos la tierra (o recursos naturales) y el capital.

En la industria, el trabajo tiene una gran variedad de funciones, que se pueden clasificar de la siguiente manera: producción de materias primas, como en la minería y en la agricultura; producción en el sentido amplio del término, o transformación de materias primas en objetos útiles para satisfacer las necesidades humanas; distribución, o transporte de los objetos útiles de un lugar a otro, en función de las necesidades humanas; las operaciones relacionadas con la gestión de la producción, como la contabilidad y el trabajo de oficina; y los servicios, como los que producen los médicos o los profesores.

Muchos economistas diferencian entre trabajo productivo y trabajo improductivo. El primero consiste en aquellos tipos de manipulaciones que producen utilidad mediante objetos. El trabajo improductivo, como el que desempeña un músico, es útil pero no incrementa la riqueza material de la comunidad.

A raíz de la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII, casi todos los trabajadores estaban empleados mediante el sistema fabril y prácticas similares. Estos trabajadores estaban explotados económicamente y padecían enfermedades, discapacidades o desempleo. A principios del siglo XIX, la creciente oposición a los costes sociales del capitalismo extremo debido a la filosofía del laissez-faire, provocó el desarrollo del socialismo, así como el de movimientos que luchaban contra los excesos cometidos, como en el caso del trabajo infantil. Los trabajadores empezaron a asociarse en sindicatos y cooperativas que les permitieron participar en distintas actividades políticas y protegerse con medios económicos y políticos. Las leyes que regulan el trabajo muestran el éxito y la fuerza de la moderna organización de los trabajadores, al igual que la negociación colectiva y los acuerdos de closed shop muestran sus carencias. La economía industrial es ahora una parte integral de las modernas prácticas económicas.

Para la sociología el trabajo es:

El esfuerzo necesario para suministrar bienes o servicios mediante el trabajo físico, mental o emocional para beneficio propio o de otros.

En el lenguaje actual tiende a diferenciarse entre trabajo remunerado y trabajo gratuito. Se suele denominar trabajo remunerado al empleo bajo contrato a cambio de un sueldo o salario; suele ser considerado como un intercambio de esfuerzos en un lugar determinado y dentro de un horario específico. Sin embargo, estas características están asociadas a la industrialización, con su organización en fábricas y oficinas, que, en su conjunto, fue una actividad masculina. Así, el trabajo en el sentido de empleo ha sido básicamente masculino hasta la reciente incorporación de la mujer. Históricamente la definición de trabajo en su sentido más amplio es incorrecta, ya que de hecho en su mayor parte ha sido realizado por mujeres, especialmente en el hogar y en las prácticas de crianza.

El impacto de la cultura industrial ha sido tan grande que se ha llegado a asociar el concepto de trabajo con el de la fábrica o la empresa, cuando, por el contrario, actualmente se realiza cada vez más en lugares como el hogar, la comunidad y los centros de recreo. En el siglo XX se ha reducido el número de horas de trabajo (por día, semana, año) al mismo tiempo que se han ampliado el periodo de la infancia y los beneficios de la jubilación.

 

Salarios

En economía, precio pagado por el trabajo. Los salarios son todos aquellos pagos que compensan a los individuos por el tiempo y el esfuerzo dedicado a la producción de bienes y servicios. Estos pagos incluyen no sólo los ingresos por hora, día o semana trabajada de los trabajadores manuales, sino también los ingresos, semanales, mensuales o anuales de los profesionales y los gestores de las empresas. A estos ingresos regulares hay que sumarles las primas y las pagas extraordinarias, las primas por riesgo, nocturnidad, índice de peligrosidad u horas extraordinarias, así como los honorarios de los profesionales liberales y la parte de los ingresos percibidos por los propietarios de negocios como compensación por el tiempo dedicado a su negocio.


Los salarios pueden establecerse en función del tiempo, del trabajo realizado o en concepto de incentivos. A veces se descuenta a los asalariados que cobran en función del tiempo trabajado el tiempo no trabajado debido a una enfermedad, pero por lo general estos empleados suelen percibir un salario fijo con independencia de la continuidad. Los asalariados que cobran en función del trabajo realizado lo hacen dependiendo de las unidades producidas. Los trabajadores que reciben sus ingresos gracias a un sistema de incentivos obtienen sus salarios siguiendo una fórmula que asocia el sueldo percibido con la producción o rendimiento alcanzado, de forma que se estimula una mayor productividad y eficiencia.

Un salario elevado no implica por fuerza que se asignen elevados ingresos anuales. Los trabajadores del sector de la construcción suelen percibir elevados salarios por hora trabajada, pero los ingresos anuales suelen ser reducidos debido a la falta de continuidad en el empleo de este sector. Además, el salario nominal percibido no refleja los ingresos reales. En periodos inflacionistas el valor real de los salarios puede disminuir aunque su valor nominal se incremente, debido a que el coste de la vida aumenta más deprisa que los ingresos monetarios. Las retenciones salariales para pagar los impuestos sobre la renta, los pagos a la Seguridad Social, las pensiones, las cuotas a los sindicatos y las primas de seguros, reducen los ingresos reales de los trabajadores.

Factores Determinantes de los Salarios

 Los principales factores determinantes de los salarios, dependiendo del país y la época, son los siguientes: 1) El coste de la vida: incluso en las sociedades más pobres los salarios suelen alcanzar niveles suficientes para pagar el coste de subsistencia de los trabajadores y sus familias; de lo contrario, la población activa no lograría reproducirse. 2) Los niveles de vida: los niveles de vida existentes determinan lo que se denomina el salario de subsistencia, y ello permite establecer los niveles de salario mínimo. La mejora del nivel de vida en un país crea presiones salariales alcistas para que los trabajadores se beneficien de la mayor riqueza creada. Cuando existen estas presiones los empresarios se ven obligados a ceder ante las mayores demandas salariales y los legisladores aprueban leyes por las que establecen el salario mínimo y otras medidas que intentan mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. 3) La oferta de trabajo: cuando la oferta de mano de obra es escasa en relación al capital, la tierra y los demás factores de producción, los empresarios compiten entre sí para contratar a los trabajadores por lo que los salarios tienden a aumentar. Mientras que cuando la oferta de mano de obra es relativamente abundante y excede la demanda, la competencia entre los trabajadores para conseguir uno de los escasos puestos de trabajo disponibles tenderá a reducir el salario medio. 4) La productividad: los salarios tienden a aumentar cuando crece la productividad. Ésta depende en gran medida de la energía y de la calificación de la mano de obra, pero sobre todo de la tecnología disponible. Los niveles salariales de los países desarrollados son hasta cierto punto elevados debido a que los trabajadores tienen una alta preparación que les permite utilizar los últimos adelantos tecnológicos. 5) Poder de negociación: la organización de la mano de obra gracias a los sindicatos y a las asociaciones políticas aumenta su poder negociador por lo que favorece un reparto de la riqueza nacional más igualitario.

Nivel Salarial Medio  
El nivel salarial medio viene dado por la media de todos los salarios percibidos por los individuos, con independencia de su categoría profesional. Los factores que determinan las diferencias salariales entre categorías profesionales son los siguientes: 1) El valor relativo del producto: un trabajador cualificado en una industria que produce bienes con precio mayor que la de un trabajador poco preparado aporta un mayor valor añadido por lo que suele recibir un salario superior. 2) Coste requerido para adquirir la cualificación o preparación necesaria: los empresarios tienen que pagar el precio de la formación profesional si quieren obtener la mayor rentabilidad posible. Si los ingenieros no cobraran más que los albañiles muy pocas personas estarían dispuestas a invertir su tiempo, dinero y esfuerzo para llegar a ser ingenieros. 3) La escasez relativa de ciertas especializaciones laborales: los trabajos para los que existe una amplia oferta de mano de obra suelen estar peor pagados; por otra parte, los trabajos menos comunes están mejor pagados; por ejemplo, una estrella de cine o un presentador de televisión famoso con características específicas suelen recibir elevados ingresos. 4) Interés relativo del trabajo: los trabajos desagradables, difíciles o peligrosos suelen estar mejor remunerados que otros trabajos más fáciles y que requieren un grado de cualificación similar. Así, un conductor de camiones que ha de transportar explosivos cobrará más que uno que transporte alimentos. 5) Movilidad del trabajo: cuando la mano de obra tiende a estar concentrada en un determinado lugar las diferencias salariales son mayores. Por otro lado, la disponibilidad de los trabajadores para desplazarse en busca de empleo tiende a reducir las diferencias salariales entre empresas, profesiones y comunidades. 6) Poder negociador comparativo: un sindicato puede conseguir mejoras salariales superiores para sus afiliados que para los trabajadores no afiliados. 7) Costumbre y legislación: muchas diferencias salariales tienen sus orígenes en las costumbres y en la legislación. Por ejemplo, tanto la costumbre como la legislación fueron responsables de que en Suráfrica los mineros negros recibiesen menores salarios que los mineros blancos, aunque realizasen el mismo trabajo. Por otro lado, los gobiernos y los sindicatos tienden a intentar eliminar las diferencias salariales en función de la raza, el sexo, y otros factores discriminatorios, y promocionan la igualdad salarial: a igual trabajo, igual sueldo.

Teoría de los Salarios

 Casi todas las teorías relativas al salario reflejan una inclinación hacia un concreto factor determinante de los mismos. La primera teoría relevante sobre los salarios, la doctrina del salario justo del filósofo italiano santo Tomás de Aquino, subrayaba la importancia de las consideraciones de orden moral y la influencia de la costumbre. Definía el salario justo como aquel que permitía al receptor una vida adecuada a su posición social. La teoría de santo Tomás es una visión normativa, es decir, marca cuál debe ser el nivel salarial, y no una visión positiva que se define por reflejar el valor real de los salarios.

La primera explicación moderna del nivel salarial, la teoría del nivel de subsistencia, subrayaba que el salario estaba determinado por el consumo necesario para que la clase trabajadora pudiese subsistir. Esta teoría surgió del mercantilismo, y fue más tarde desarrollada por Adam Smith y sobre todo David Ricardo. Este último defendía que los salarios se determinaban a partir del coste de subsistencia y procreación de los trabajadores, y que los sueldos no debían ser diferentes a este coste. Si los salarios caían por debajo de este coste la clase trabajadora no podría reproducirse; si, por el contrario, superaban este nivel mínimo la clase trabajadora se reproduciría por encima de las necesidades de mano de obra por lo que habría un exceso que reduciría los salarios hasta los niveles de subsistencia debido a la competencia de los trabajadores para obtener un puesto de trabajo.


Con el paso del tiempo se ha demostrado que algunos de los supuestos de los que parte la teoría del salario de subsistencia son erróneos. En los países más industrializados la producción de alimentos y de bienes de consumo ha crecido desde finales del siglo XIX con mayor rapidez que la población, y los salarios han crecido sobre los niveles de subsistencia.

La teoría de los salarios de Karl Marx es una variante de la teoría ricardiana. Marx sostenía que en un sistema capitalista la fuerza laboral rara vez percibe una remuneración superior a la del nivel de subsistencia. Según Marx, los capitalistas se apropiaban de la plusvalía generada sobre el valor del producto final por la fuerza productiva de los trabajadores, incrementando los beneficios. Al igual que ocurre en la teoría de Ricardo, el tiempo ha refutado en gran medida la visión de Marx.

Cuando se demostró la invalidez de la teoría del salario de subsistencia se empezó a prestar mayor atención a la demanda de trabajo como principal determinante del nivel de salarios. John Stuart Mill, entre otros, propugnaba la denominada teoría del fondo de salarios para explicar la forma en que la demanda de trabajo, definida como la cantidad de dinero que los empresarios están dispuestos a pagar para contratar a trabajadores, determina el nivel salarial. La teoría parte de la hipótesis de que todos los salarios se pagan gracias a la acumulación, en el pasado, de capital, y que el salario medio se obtiene dividiendo el remanente entre todos los trabajadores. Los aumentos salariales de algunos trabajadores se traducirán en disminuciones salariales de otros. Sólo se podrá aumentar el salario medio aumentando el fondo de salarios.


Los economistas que defendían esta teoría se equivocaban al suponer que los salarios se satisfacen a partir de las acumulaciones de capital efectuadas con anterioridad. De hecho, los salarios se pagan a partir de los ingresos percibidos por la producción actual. Los aumentos salariales, al incrementar la capacidad adquisitiva, pueden provocar aumentos en la producción y generar un mayor fondo de salarios, en especial si existen recursos.

La teoría del fondo de salarios fue sustituida por la teoría de la productividad marginal, que intenta en esencia determinar la influencia de la oferta y demanda de trabajo. Los defensores de esta teoría, desarrollada sobre todo por el economista estadounidense John Bates Clark, sostenían que los salarios tienden a estabilizarse en torno a un punto de equilibrio donde el empresario obtiene beneficios al contratar al último trabajador que busca empleo a ese nivel de sueldos; este sería el trabajador marginal. Puesto que, debido a la ley de los rendimientos decrecientes, el valor que aporta cada trabajador adicional es menor que el aportado por el anterior, el crecimiento de la oferta de trabajo disminuye el nivel salarial. Si los salarios aumentasen por encima del nivel de pleno empleo, una parte de la fuerza laboral quedaría desempleada; si los salarios disminuyesen, la competencia entre los empresarios para contratar a nuevos trabajadores provocaría que los sueldos volvieran a aumentar.

La teoría de la productividad marginal es inexacta al suponer que existe competencia perfecta y al ignorar el efecto que genera un aumento de los salarios sobre la productividad y el poder adquisitivo de los trabajadores. Como demostró John Maynard Keynes, uno de los principales opositores a esta teoría, los aumentos salariales pueden producir un aumento de la propensión al consumo, y no al ahorro, en una economía. El aumento del consumo genera una mayor demanda de trabajo, a pesar de que haya que pagar mayores salarios, si se consigue una mayor riqueza gracias a una disminución del nivel de desempleo.

Casi todos los economistas reconocen, al igual que Keynes, que mayores salarios no tienen por qué provocar un menor nivel de empleo. Sin embargo, uno de los efectos negativos de los aumentos salariales son las mayores presiones inflacionistas, ya que los empresarios tienden a trasladar a los precios estos aumentos en los costes. Este peligro se puede evitar si los sueldos no aumentan sobre los niveles de productividad. Puesto que la participación de los salarios en la riqueza nacional ha permanecido estable a lo largo del tiempo, y es probable que siga así, los salarios reales pueden aumentar a medida que se incremente la productividad.

Trabajo de las mujeres

El trabajo desempeñado por las mujeres ha tenido una importancia vital desde la prehistoria, aunque su contribución a la economía ha variado dependiendo de la estructura, las necesidades, las costumbres y los valores sociales. En la prehistoria, las mujeres y los hombres participaban a partes iguales en la caza y en la búsqueda de alimentos. Cuando se desarrollaron las comunidades agrícolas, y por lo tanto el surgimiento de los asentamientos humanos, el trabajo de la mujer quedó relegado a las tareas del hogar. Preparaban los alimentos, elaboraban la ropa y diversos utensilios, se ocupaban de la crianza de los niños, pero también ayudaban a arar la tierra, recoger las cosechas y atender a los animales. A medida que se fueron desarrollando los centros urbanos, las mujeres vendían o intercambiaban bienes en los mercados.


Desde la antigüedad hasta la era moderna, se pueden establecer cuatro generalizaciones sobre el trabajo remunerado de las mujeres. (1) Las mujeres han trabajado por necesidad económica; las mujeres de menor nivel económico trabajaban fuera de casa, ya sea que estuvieran casadas o solteras, sobre todo si el sueldo de sus maridos no permitía mantener a toda la familia. (2) El trabajo remunerado de las mujeres ha sido análogo a sus labores en el hogar. (3) Aún trabajando, las mujeres han seguido responsabilizándose de la crianza de los hijos. (4) Desde el punto de vista histórico, la remuneración percibida por las mujeres ha sido inferior a la de los hombres, y han desempeñado tareas que recibían menor reconocimiento material y social. En los países industrializados se están produciendo una serie de cambios tímidos aún, pese a que incluyen una mayor proporción de mano de obra femenina en la fuerza de trabajo; una disminución de las cargas familiares (debido tanto al menor tamaño familiar como a los avances tecnológicos que facilitan las tareas domésticas); mayor nivel cultural de las mujeres y un mayor nivel salarial, así como tareas de mayor responsabilidad para las mujeres, que se emplean por motivos económicos y personales. Desde una estimación estadística, sin embargo, todavía no han alcanzado la igualdad salarial ni los puestos de mayor responsabilidad en ningún país.

Las Primeras Mujeres Trabajadoras  
Alrededor del año 2000 a.C. las mujeres podían emprender negocios o trabajar como escribas en la antigua ciudad de Babilonia. Pero en las sociedades primitivas las mujeres de las clases sociales privilegiadas quedaban relegadas al hogar y las mujeres trabajadoras eran, o esclavas o bien plebeyas semi-libres que trabajaban en labores que requerían poca cualificación, o ejercían la prostitución. En la antigua Grecia las mujeres trabajaban fuera del hogar como vendedoras de sal, higos, pan y cáñamo; como costureras, enfermeras, cortesanas, prostitutas, lavanderas, zapateras y ceramistas. Las ocupaciones de las mujeres eran similares en Asia y en América. En la India, las mujeres trabajadoras picaban piedras para hacer carreteras y empeñaban largas jornadas laborales tejiendo.

Europa medieval  
Los artesanos que trabajaban en sus casas solían emplear la mano de obra que les proporcionaba su propia familia. Esta costumbre también se daba en los gremios de la edad media; incluso en aquellas corporaciones donde no se admitían mujeres se podía aceptar a las viudas de miembros del gremio, siempre que tuvieran los conocimientos necesarios. Algunos de los primeros gremios excluían a las mujeres; otros las aceptaban con ciertas limitaciones. En el siglo XIV, en Francia y en Inglaterra las mujeres desempeñaban trabajos reservados tradicionalmente a los hombres, como los empleos de marinero, peluquero, carpintero, cuidadores de caballos y conductores de carretas. Algunos gremios de tejedores estaban formados en exclusiva por mujeres.

De forma progresiva, los gremios fueron sustituidos por el sistema del putting-out (el empresario proporcionaba a domicilio las materias primas y las herramientas necesarias y recogía más tarde el producto acabado). Entre estos trabajadores había mujeres que recibían un salario por su trabajo, mientras que los hombres casados recibían la ayuda de sus mujeres e hijos.

La Revolución Industrial  
Durante el siglo XVIII y principios del XIX, cuando se estaba gestando la Revolución Industrial, el sistema del putting-out fue perdiendo su importancia. Los bienes producidos mediante procesos artesanales en el propio domicilio empezaron a fabricarse en serie con máquinas en grandes fábricas, utilizando el sistema industrial. Las mujeres competían en el mercado laboral con los hombres, pero trabajaban sobre todo en las primeras fases de elaboración de la lana y en las fábricas textiles. Los empresarios preferían emplear a mujeres en este tipo de sectores, por su habilidad y porque pagaban menores sueldos, pero también porque las primeras organizaciones sindicales solían estar formadas sólo por hombres. Lo habitual era que las mujeres fueran explotadas en las factorías, institucionalizándose un sistema en el que predominaban los bajos salarios, pésimas condiciones laborales, largas jornadas de trabajo y otra serie de abusos que, junto con la explotación infantil, eran algunos de los peores ejemplos de la explotación de los trabajadores durante el primer capitalismo industrial. La legislación relativa al salario mínimo y otro tipo de medidas legales intentaron mitigar esta muy notoria explotación de las mujeres trabajadoras.

Las mujeres que desempeñaban actividades profesionales o eran dueñas de negocios, lo que a veces se conoce como profesionales de cuello blanco, sufrían menos los efectos de la explotación, pero se enfrentaban a graves desigualdades salariales y de oportunidades. La creciente utilización de las máquinas de escribir y del teléfono, a partir de la década de 1870, creó dos nuevas clases de trabajo donde predominaba el empleo de mujeres, como mecanógrafas y telefonistas, pero estas dos tareas se institucionalizaron como puestos de bajo nivel salarial y baja categoría laboral. La enseñanza, sobre todo la primaria, era un trabajo que realizaban mujeres, así como la medicina, profesión en la que ellas lograron cierta relevancia. La enfermería ha sido de forma tradicional una profesión reservada en la práctica a las mujeres. Una de las primeras universidades que admitieron a mujeres fue la de Edimburgo (Escocia) en 1889. Asimismo, las universidades argentinas admitían mujeres a finales del siglo pasado, conservando hoy un alto grado de participación de mujeres en la educación superior. Las actividades profesionales, cuyos estatutos fueron uno de los primeros objetivos de la legislación relativa a la igualdad de oportunidades, se convirtió en una plataforma de partida para lograr la equidad de la mujer trabajadora durante el siglo XX, pero todavía no se ha logrado la igualdad salarial ni de oportunidades, más común en el sector empresarial.

La Mujer Trabajadora en la Actualidad  
Aunque las mujeres representan más de la tercera parte de la fuerza laboral mundial y producen más del 70% de los alimentos de África, su trabajo se sigue limitando a ciertos campos profesionales en los que no se requiere una alta preparación y que suelen ser actividades mal remuneradas. Sin embargo, según los datos de la Organización Internacional del Trabajo, a medida que los países se van industrializando las mujeres mejoran su categoría profesional.

Los países industrializados

 El empleo de mujeres en Europa, Estados Unidos y Japón es muy similar. Antes de 1990 la participación de la mujer en Alemania Occidental (ahora parte de la reunificada República Federal de Alemania), era del 38%, y del 55% en Suecia. En España el porcentaje es mucho menor, debido a la tardía incorporación de la mujer al mercado laboral. En casi todos los países industrializados existe una legislación relativa a la igualdad de oportunidades y a la protección de la mujer en el trabajo. La negociación colectiva se utiliza con más frecuencia en Europa que en Estados Unidos para mejorar las condiciones laborales de las mujeres.

Las políticas de empleo en la Europa del Este y en los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con regímenes comunistas partían de la creencia de que la mujer tenía tanto el derecho como el deber de trabajar. En 1936 la Constitución soviética señalaba que no se podía legislar en contra de la igualdad de la mujer. La URSS y sus aliados promulgaron leyes a favor de la protección de menores, la educación, la salud y las actividades lúdicas. Según distintas estimaciones, en las décadas de 1970 y principios de 1980 el 85% de las mujeres soviéticas entre 20 y 55 años trabajaban fuera de casa; en la Alemania del Este el número de mujeres asalariadas superaba el 80%. Aunque participaban más en el mercado laboral que las mujeres de Occidente, las trabajadoras de Europa del Este también se ocupaban de tareas que requerían poca calificación y casi siempre en cargos de menor responsabilidad que los de los hombres. Por ejemplo, en Bulgaria el 78% de los trabajadores del sector textil eran mujeres, pero sólo el 25% contaban con la categoría de ingenieros; para la Unión Soviética estas cifras eran del 74 y el 40% respectivamente. Aunque no se fomentaba el empleo a tiempo parcial, el 50% de las mujeres casadas trabajaban sólo una parte de la jornada. Los estados comunistas defendían que debía pagarse igual salario a igual trabajo, pero eran pocas las mujeres que alcanzaban lo más alto del escalafón. Sin embargo, la exactitud de estas cifras ha sido puesta en duda tras la caída de los regímenes comunistas en Europa y Euro Asia, aunque quizá sea cierto que las mujeres de estos países disfrutaban de una mayor igualdad salarial y un número superior de oportunidades que las mujeres occidentales. Sin embargo es interesante observar la evolución de la situación cuando desaparezcan las industrias estatales y los sistemas de seguridad social en los países de Europa central y del Este.

Entre los países occidentales, Suecia es el único país que ha logrado una mayor igualdad laboral para las mujeres. Durante las dos últimas décadas los ingresos salariales medios de las mujeres han pasado del 66 al 87% de los ingresos de los hombres. Al mismo tiempo, el Gobierno sueco ha emprendido una reforma de los libros de texto, la educación de los padres, la protección de menores, las políticas de impuestos y la legislación relativa al matrimonio y al divorcio para fomentar la igualdad de la mujer en el mercado laboral, al tiempo que se reconocen las necesidades específicas de las madres trabajadoras. Se crearon programas de ayuda y asesoría para las mujeres que se reincorporaban, tras un periodo de maternidad, al mercado de trabajo. Otros países europeos han analizado el modelo sueco, y algunos están adaptando los programas de ayuda a sus políticas de bienestar, aunque el costo económico de la adaptación del sistema de bienestar sueco es un obstáculo importante para conseguir estos cambios.

Japón, el país más industrializado de Oriente, conserva algunas de sus tradiciones hacia la mujer. La participación de las mujeres en el mercado laboral es algo menor que en los países occidentales, pero la mujer suele dejar su trabajo de forma concluyente cuando tiene hijos, a pesar de que el alto porcentaje de educación en Japón hace que exista un elevado número de mujeres con estudios superiores. Se ha creado una legislación relativa a la igualdad de oportunidades para garantizar y fomentar el empleo de las mujeres en tareas diferentes a las reservadas según la tradición a la mano de obra femenina (empleos mal pagados, entre los que predominan las tareas de secretaría y administración) pero el promedio de mujeres que desempeñan altos cargos, tanto en el sector privado como en la administración pública, sigue siendo menor que el registrado en algunos países occidentales.

En Corea del Sur y Singapur, y en otras economías jóvenes en el plano industrial del Sureste asiático, se han creado —gracias al desarrollo de sus economías— nuevas oportunidades laborales para las mujeres. En Corea del Sur la presencia de la mujer en el mundo laboral es más reducida que en Japón; en los demás países de esta zona la presencia femenina es aún menor. Las actitudes paternalistas tradicionales, la importancia de la familia en las diferentes religiones confucionistas y el predominio del Islam en algunas zonas tienden a disminuir el status y la presencia de la mujer en el mercado laboral. Sin embargo, el crecimiento económico ha permitido que las mujeres puedan desempeñar cargos y cobrar salarios que nunca antes habían podido imaginar. Además, estos países son los primeros interesados en impedir que las limitaciones de la tradición reduzcan su potencial creación de riqueza.

Países en vías de desarrollo

 Algunas regiones de África, Asia, Oriente Próximo y América Latina siguen soportando economías agrícolas pobres. La mayoría de las mujeres trabajan en el campo y en los mercados o acarreando combustible y agua en largas distancias, pero su contribución económica sigue sin ser reconocida. Sin embargo en los últimos años cada vez más mujeres se incorporan a las actividades productivas con el desarrollo de los centros urbanos y la mayor educación en muchos países en vías de desarrollo. En los países africanos, en cambio, destaca el elevado porcentaje de la participación femenina en la fuerza laboral, pero su trabajo se limita a tareas agrícolas de subsistencia. A medida que la población se ha desplazado a las ciudades en busca de mayores ingresos, la mujer ha quedado relegada a permanecer en el campo como principal sostén de la familia.

El Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD) ha definido un "paquete de medidas para la enseñanza básica", imprescindible para mejorar la preparación de hombres y mujeres en los países menos industrializados. Entre esta serie de medidas destacan la alfabetización básica, la elección de las preferencias vocacionales, la planificación familiar, el fomento de la salud y la higiene, la protección de menores, la nutrición y el conocimiento de la participación cívica. El analfabetismo es mayor entre las mujeres que entre los hombres. Incluso en los países en los que se han logrado avances hacia la igualdad, los problemas como la elevada tasa de desempleo afecta negativamente al colectivo femenino. En estos países se ha logrado un relativo progreso para ampliar las oportunidades laborales de las mujeres, que siguen sin tener un acceso igualitario a la educación, los programas de formación profesional o los préstamos y facilidades financieras, sobre todo en las áreas laborales imprescindibles para el crecimiento de una economía retraída o atrasada.

Trabajo social

Actividad profesional cuyo objetivo suele ser enriquecer y mejorar el desarrollo individual y de grupo, o aliviar condiciones sociales y económicas adversas.

Antiguamente, todas las formas de filantropía y de caridad (como las realizadas por personas sin formación pero con conciencia social) eran consideradas como un trabajo social. El principal objetivo de estas actividades era resolver los problemas inmediatos de los necesitados sin modificar sus causas. Posteriormente, el gran volumen de estudios sociales realizados ha permitido analizar los desajustes sociales y económicos de la sociedad moderna y coordinar las actividades de los trabajadores o asistentes sociales en un esfuerzo por beneficiar al máximo a las personas necesitadas y a toda la comunidad.


En muchos países, los asistentes sociales están teniendo que ampliar su ámbito de actuación para ayudar a controlar formas antisociales y delictivas de conducta, sin menosprecio, lógicamente, de los derechos civiles de los pacientes. En los países en vías de desarrollo, donde hay pocos asistentes sociales en relación con el número de habitantes, su ayuda es solicitada para obras de beneficencia y gestión de ayudas económicas orientadas a este fin.

Tipos de Asistentes Sociales  
Los asistentes sociales pueden trabajar en puestos muy diversos. Los asistentes sociales de familia tratan directamente con el cliente como miembro de una familia determinada y solicitan la participación y colaboración de todos sus miembros. Trabajan en el sector público (asociaciones de servicio a la familia, hospitales médicos y psiquiátricos, organizaciones públicas o clínicas de desintoxicación), aunque en las dos últimas décadas se viene observando en algunos países una tendencia hacia el trabajo en el sector privado. Una vez determinada la naturaleza del problema, el asistente social de familia intenta ayudar a la persona que lo necesita a superar estas dificultades y a conseguir una asistencia adecuada. También intenta que las personas necesitadas encuentren solución a sus problemas por ellas mismas. En los últimos años han aumentado considerablemente las áreas de especialización del trabajo social.


Los asistentes sociales de grupo planifican o dirigen las actividades de grandes grupos de personas. Este tipo de trabajo social se realiza en centros terapéuticos y hospitales.

Los planificadores sociales son asistentes sociales que investigan y diseñan políticas de bienestar social, que con frecuencia son presentadas como anteproyectos de leyes sociales. Los organizadores comunitarios actúan como coordinadores de área para conseguir que los programas de las diferentes organizaciones cubran al máximo las necesidades de servicios médicos y de bienestar social. También colaboran en programas de autoayuda de grupos locales con intereses comunes como, por ejemplo, programas de formación para dirigentes locales que permitan analizar y resolver los problemas de su comunidad. Los organizadores comunitarios participan de forma activa, como todos los asistentes sociales, en consejos locales de organizaciones sociales y en grupos de acción comunitaria. A veces, el papel de los organizadores comunitarios se solapa con el de los planificadores sociales.

Organizaciones Sociales

 El trabajo social se realiza principalmente en organizaciones públicas y también en entidades privadas, cuyos fondos están destinados a servicios de adopción de niños abandonados, maltratados o que sufren abusos, atención de orfanatos, instituciones infantiles, escuelas de formación de jóvenes y centros de comunidades locales. Además, también se atiende al trabajo social en escuelas, clínicas psiquiátricas y de enfermos mentales, programas de rehabilitación de drogadictos, programas de mejora de relaciones intergrupales y de planificación social. Muchas organizaciones de voluntariado, por ejemplo, conceden ayudas para programas similares.

Formación y Puestos de Trabajo  
Para poder trabajar como asistente social se requiere cursar estudios universitarios o una formación profesional o laboral equivalente. En los planes de estudios destaca el análisis sociológico de los problemas sociales, aunque el derecho y la psicología social también son asignaturas muy importantes. Esta amplia formación refleja los diferentes enfoques de esta profesión, ya que la labor de asesoramiento de los asistentes sociales se basa en los cambios de actitud del individuo o en las causas sociales y económicas, según se considere más adecuado. Para casi todos los puestos de trabajo social se pide un periodo de prácticas, es decir, una formación supervisada en una organización operativa.

Los Niños y el Trabajo:  

Explotación infantil

Denominación utilizada para referirse a la explotación de niños en las fábricas, aunque ahora se aplica al empleo de niños, en especial cuando el trabajo daña su salud o impide que asistan a la escuela. A lo largo de la historia, y en todo tipo de culturas, los niños ayudaban a sus padres en el campo, en el mercado, o en la casa desde que eran lo bastante mayores como para desempeñar una tarea sencilla. De hecho, el empleo de mano de obra infantil nunca se consideró como un problema hasta que apareció el sistema fabril.


Historia  
Debido a que la revolución industrial surgió en Inglaterra, y con ella el desarrollo del sistema fabril y la explotación de los niños, conviene remitirse al siglo XVIII en Inglaterra, cuando los propietarios de las fábricas de algodón recogían niños de los orfanatos o los compraban a gente pobre, haciéndoles trabajar después a cambio, tan sólo, de su mantenimiento. En algunos casos niños de cinco y seis años llegaban a trabajar entre 13 y 16 horas al día.


Algunos reformistas, ya desde 1802 intentaron establecer restricciones legales para paliar este tipo de abusos pero sus logros fueron escasos, ya que no consiguieron siquiera reforzar las leyes existentes que limitaban el número de horas de la jornada laboral o la edad mínima para poder trabajar. Estas condiciones laborales se generalizaron en todas las fábricas. La mayoría de las veces, con el consentimiento de los principales líderes políticos, sociales y religiosos, se permitía que los niños trabajaran en tareas tan peligrosas como la minería. Entre las consecuencias sociales negativas cabe destacar el analfabetismo de la población, el empobrecimiento de las familias y el crecimiento del número de niños enfermos y con las facultades físicas disminuidas.


La indignación social creció de forma paulatina. Sin embargo, la primera ley inglesa relevante sobre explotación infantil no se dictó hasta 1878; en ella se establecía la edad mínima para trabajar a los diez años obligando a los patrones de las empresas a que los niños con edades comprendidas entre los 10 y 14 años no trabajaran más de media jornada o días alternos. Además, el sábado sólo se trabajaría media jornada. Esta ley también limitaba a 12 las horas que podían trabajar los adolescentes con edades comprendidas entre 14 y 18 años, permitiéndoles un descanso de al menos dos horas para comer.


Con la ampliación de la revolución industrial al resto de Europa y a Estados Unidos se generalizaron los abusos y la explotación de niños durante todo el siglo XIX y principios del siglo XX. Al igual que en el caso inglés, los abusos fueron provocando una mayor indignación social que se vio reflejada en la aparición de leyes que limitaban tanto la edad mínima para trabajar como el número de horas por jornada laboral. Por desgracia, en la actualidad la pobreza y la escasez de recursos económicos obligan a millones de niños de los países en vías de desarrollo a vivir en condiciones infrahumanas. Asimismo, en países desarrollados como Estados Unidos existen múltiples denuncias de explotación infantil, sobre todo en los estados limítrofes con México. En países de América, Asia y África, la explotación de mano de obra infantil sigue siendo un fenómeno corriente, incumpliéndose de forma flagrante toda la normativa nacional e internacional.

Problemática Internacional  
A finales del siglo XX el problema de la explotación de mano de obra infantil sigue siendo muy grave en numerosos países. Una serie de estudios realizados en 1979, año internacional del niño, mostraron que hay más de 50 millones de niños menores de 15 años que desempeñan multitud de trabajos en condiciones infrahumanas. Muchos de estos niños viven en países de América latina, África y Asia. Sus condiciones de vida son pésimas y sus posibilidades de alfabetización casi nulas. Sin embargo, sus escasos ingresos son imprescindibles para la supervivencia de sus familias. Muchas veces estas familias no pueden satisfacer las necesidades más primarias, alimentación, vivienda, ropa o agua con la que mantener un mínimo de higiene.

En algunos países la industrialización ha conllevado condiciones laborales para los niños que se asemejan a las peores fábricas y minas del siglo XIX. Por ejemplo, en la India, unos 20.000 niños trabajan 16 horas diarias en las fábricas de fósforos.

Además, los problemas de explotación infantil no se limitan tan sólo a los países en vías de desarrollo, sino que tienen lugar también en las bolsas de pobreza de las grandes ciudades de Europa y Estados Unidos, en lo que se ha venido a llamar el Cuarto Mundo. Existe una creciente preocupación en torno al aumento de la prostitución de menores en los grandes centros urbanos.

Los esfuerzos más destacados para eliminar la explotación infantil a escala mundial provienen de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), creada en 1919 y que hoy forma parte de las Naciones Unidas (ONU). Este organismo ha desarrollado varias convenciones sobre el destino de la mano de obra infantil, prohibiéndose en los países miembros el empleo de menores de 16 años, y planteando la posibilidad de aumentar este límite en caso de tratarse de trabajos peligrosos; también se establece la obligatoriedad de llevar a cabo exámenes médicos periódicos y se regula el trabajo nocturno. Sin embargo, la OIT no tiene capacidad para obligar al cumplimiento de estos convenios, ya que éste es un acto asumido de forma voluntaria por los países miembros.

Organización Internacional del Trabajo (OIT) agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyos principales objetivos son mejorar las condiciones de trabajo, promover empleos productivos y el necesario desarrollo social, y mejorar el nivel de vida de las personas en todo el mundo. Prevista por el Tratado de Versalles (1919), la OIT fue fundada en 1920 como una sección autónoma de la Sociedad de Naciones, convirtiéndose, en 1946, en el primer organismo especializado de la ONU. Su sede central radica en Ginebra (Suiza) pero mantiene oficinas en 40 países de todo el mundo. En 1969 le fue concedido el Premio Nobel de la Paz.

La OIT está integrada por 170 países miembros y se diferencia de otras instituciones de la ONU porque en sus actividades y decisiones toman parte tanto funcionarios gubernamentales como representantes de los empresarios y de los trabajadores. Cada país miembro envía cuatro delegados (dos funcionarios del gobierno, un representante de los empresarios y uno de los trabajadores). La Conferencia General, su máximo cuerpo deliberativo, se reúne con periodicidad anual en Ginebra, para definir y ratificar ciertas pautas internacionales que sirven para evaluar los niveles de trabajo. Esto se consigue a través de las decisiones de asambleas, que están sujetas a la ratificación voluntaria por parte de los países miembros, y también a recomendaciones, con detalladas pautas de legislación, entregadas por estos mismos países.

La OIT establece directrices que intentan evitar la explotación infantil, promover un trato igualitario en el mercado de trabajo a trabajadores minusválidos y personas discriminadas (por razón de género, por ejemplo), la libertad de asociación y los derechos humanos. Supervisa aquellas pautas ya ratificadas para que sean incorporadas a las leyes y aplicadas en las prácticas nacionales. Si lo anterior no se cumpliera, tanto los representantes gubernamentales como los representantes de los empresarios y de los trabajadores, tendrían el derecho de elevar quejas formales a la OIT.

Con el fin de facilitar la adopción y aplicación de los modelos de la OIT, ésta proporciona asistencia técnica a los países miembros. Los programas de cooperación técnica incluyen promoción de empleos, administración y prácticas; administración laboral y relaciones industriales; seguridad social y condiciones de trabajo, como salud y seguridad laboral.

El Consejo de Administración de la OIT consta de 56 miembros: 28 representantes gubernamentales (10 de ellos permanentes —representantes de los principales países industrializados— y 18 elegidos por los distintos países cada tres años), 14 representantes de los empresarios y 14 de los trabajadores. Los miembros no permanentes son elegidos por el Consejo cada tres años. El Consejo está encargado de nombrar al director general y de estudiar el presupuesto de la Organización, que es financiada por los países miembros. En marzo de 1998, el chileno Juan Somavía fue elegido director general de la OIT para sustituir al belga Michel Hansenne en tal cargo, que desempeñará durante cinco años.

Teoría del valor trabajo

Principio que afirma que el valor de un bien o servicio depende de forma directa de la cantidad de trabajo que lleva incorporado. Adam Smith pensaba que el trabajo era la unidad de medida exacta para cuantificar el valor, pero no el factor determinante de los precios. Durante los 25 años posteriores al fallecimiento de Smith, David Ricardo desarrolló la teoría del valor trabajo en sus Principios de economía política y de la imposición (1817) en la que afirmaba que todos los costos de producción son, de hecho, costos laborales que se pagan, bien de una forma directa o bien acumulándolos al capital (por ejemplo, maquinaria adquirida gracias al esfuerzo de los trabajadores). Por ello se defendía que los precios dependerían de la cantidad de trabajo incorporado en los bienes o servicios. Sin embargo, el posible fallo de la teoría es que si dos bienes se producen utilizando la misma cantidad de factor trabajo, pero uno de ellos utiliza más factor capital, el productor del bien intensivo en capital tendrá que recoger el valor de este capital e incluirlo en el precio si quiere obtener la misma tasa de beneficios o ganancias que la del productor del bien intensivo en trabajo. No obstante, la teoría del valor basada en el trabajo se convirtió en un principio fundamental en el pensamiento económico de Karl Marx, que suponía que sólo el factor trabajo podía crear valor.


División del trabajo

En economía, especialización y separación del trabajo aplicado a la producción y al intercambio de bienes dentro del proceso de transformación que realizan diferentes trabajadores o grupos de trabajadores. La división del proceso productivo en diferentes operaciones individuales que realizan distintos grupos de trabajadores es una de las características de las fábricas modernas, y constituye el punto de partida para la creación de cadenas de montaje. Por ejemplo, un coche tiene miles de componentes, cada uno de los cuales sigue un proceso de producción específico. Muchos de estos componentes se producen en fábricas dedicadas en exclusiva a su elaboración; dentro de cada una de estas fábricas los diferentes procesos productivos se reparten entre distintos grupos de trabajadores, cada uno especializado en una tarea concreta. La principal ventaja de la división del trabajo es la mayor productividad, originada por diversos factores. El más importante se debe al considerable aumento de la eficiencia individual y colectiva a causa de la mayor cualificación que permite una mejor especialización; el menor coste de formación de los trabajadores, sobre todo en lo que respecta a la reducción del tiempo; el ahorro derivado de utilizar de modo continuo la maquinaria, que de otra forma permanecería inutilizada si los trabajadores sustituyeran un proceso de fabricación por otro; y la investigación y fabricación de herramientas productivas más especializadas.

Historia  
La división del trabajo es una de las características de la producción desde la antigüedad. A medida que la civilización avanzaba se fue estableciendo una división del trabajo que dependía cada vez más de las aptitudes y la vocación de cada empleado. Las variadas actividades económicas eran realizadas por distintos grupos de productores. Con la creación de nuevas herramientas y técnicas productivas se generó una división entre trabajadores agrícolas y artesanos o trabajadores manuales. El crecimiento de las ciudades aceleró la especialización de los artesanos. La división del trabajo aumentó durante la edad media debido al desarrollo de los gremios y adquirió mayor importancia durante la baja edad media debido al aumento de la producción de bienes de consumo. La Revolución Industrial de finales del siglo XVIII y principios del XIX, dio lugar al moderno sistema industrial de la producción, que ha fortalecido todavía más el incremento de la división del trabajo. Esta división ha creado múltiples y complejos problemas técnicos, organizativos y de personal. Para poder resolverlos se han desarrollado técnicas de gestión o administración industrial altamente específicas y sofisticadas en extremo.

 Contrato de trabajo

Acuerdo de voluntades en virtud del cual el trabajador se compromete a prestar sus servicios por cuenta ajena, bajo la dirección y dentro de la entidad que corresponde a la persona física o jurídica que le contrata, a cambio de una remuneración. En la actualidad y sobre la base de la constatada disparidad de fuerzas entre empresario y trabajador, las normas reguladoras del referido contrato tienden a ser normas imperativas en su mayoría y, como tales, sustraídas a la autonomía de la voluntad de las partes contratantes, de las que resultan condiciones laborales más dignas en el ámbito de lo posible.


Cabe presumir que existe un contrato de trabajo entre todo el que presta un servicio por cuenta y dentro del ámbito de organización y dirección de otro, y el que lo recibe a cambio de la retribución que satisface; por ello, en tales casos y aunque no medie una expresa declaración contractual verbal o escrita, se está en presencia de un comportamiento concluyente, en el orden jurídico relevante. Las condiciones en que se presta el trabajo, antes referidas, permiten distinguir esta clase de contrato de otros que le están próximos, como son el arrendamiento de servicios, el contrato de obra, la sociedad o el mandato.

Las diversas clases o modalidades de contrato de trabajo pueden agruparse en torno a diferentes criterios distintivos. Por la duración, los contratos pueden ser de duración indefinida —son los más frecuentes, desde un punto de vista estadístico— y de duración determinada; procede hablar aquí de trabajos eventuales, en prácticas y para la formación, al margen de la posibilidad de contratos a tiempo parcial o contratos periódicos de carácter discontinuo.


Por razón del lugar de trabajo y teniendo en cuenta las peculiaridades del mismo o los riesgos que conlleva, puede hablarse de contrato de trabajo en el mar, el campo y la minería.

Por la singularidad de la relación laboral en sí misma considerada, cabe hacer referencia a los sirvientes en el hogar familiar, penados en instituciones penitenciarias, deportistas profesionales, artistas en espectáculos públicos y operadores mercantiles dependientes. Cabe hacer mención también a los contratos suscritos por el que ha dado en llamarse personal directivo, compuesto por individuos que desempeñan funciones de dirección, coordinación o control dentro de la empresa, asumiendo responsabilidades en la marcha de la misma. Dentro del personal directivo está, por un lado, el personal de alta dirección y, por otro, los que se dicen cuadros o mandos intermedios, que se encuentran entre los técnicos y los directivos, dado que sus funciones se hallan más restringidas o están sujetas a órdenes o instrucciones superiores.

Deberes y Derechos del Trabajo  
La obligación fundamental del empleado es la prestación de su trabajo en consonancia con la categoría profesional que le corresponda. De acuerdo con este criterio, se plantea la cuestión de la jornada y horario de trabajo —jornada mínima y máxima, clases de horario (rígido, flexible) y régimen de horas extraordinarias— así como el calendario donde se fijan los descansos e interrupciones, ya sea con carácter semanal, o en aplicación de otra pauta periódica para reglamentar las fiestas, los turnos vacacionales y los permisos.

El trabajador tiene además otros deberes, como la diligencia, la obediencia, la buena fe o la no-concurrencia.


Por cuanto a los derechos se refiere, el trabajador tiene, en primer lugar, derecho al salario, asunto en torno al cual giran los que siguen: en dinero y en especie, salario base y complementos (que engloban gratificaciones, incentivos, comisiones o primas). Tiene, además, derechos que giran en torno a la protección de su persona y dignidad, entre los que cabría considerar los siguientes: derecho a trato digno y no discriminatorio, respeto a la intimidad, derecho a la seguridad e higiene en el trabajo, derecho a la ocupación efectiva y a la promoción y formación profesional.

Modificación y Extinción de la Relación Laboral  

La modificación de la relación laboral puede tener lugar por cambio de la persona del empleador, en los casos de transmisión de la empresa, y por cambio de las condiciones de trabajo, desplazamientos, traslados y ascensos del trabajador.

Cabe también la suspensión de la relación laboral por incapacidad temporal, servicio militar, ejercicio de cargo público u otras causas, como la excedencia, que puede ser forzosa y voluntaria.

La relación laboral puede extinguirse por despido del trabajador, desistimiento de éste, mutuo disenso, llegada del término pactado en el contrato, incapacidad, jubilación y otros motivos, ello sin contar con las causas de extinción que afectan al empresario. Sobre esta cuestión deben considerarse supuestos como la incapacidad del empresario en cuanto persona física, su extinción y también la extinción de la persona jurídica contratante.

Derecho del trabajo

Conjunto de disposiciones jurídicas y legales que rige en cada Estado el ámbito de las relaciones laborales. Surgió a finales del siglo XIX como consecuencia de la aparición del proletariado industrial y de la agrupación del mismo en torno a grandes sindicatos. En sus orígenes, giraba en torno al contrato de trabajo (de raigambre civil) para extender más tarde su campo de acción a otros ámbitos de la actividad jurídica (mercantil, administrativo, procesal), lo que llevó aparejado el establecimiento de una jurisdicción singular y órganos administrativos y laborales propios. Las principales materias de las que se ocupa el Derecho del trabajo en la actualidad son: el contrato de trabajo y sus distintas modalidades (a tiempo parcial, temporal, de alta dirección, del servicio doméstico); derechos y deberes de los trabajadores por cuenta ajena; remuneración, salarios, pagas extraordinarias; régimen jurídico de los trabajadores autónomos; seguridad e higiene en el trabajo; Seguridad Social; relaciones laborales; huelga y cierre patronal. Los objetivos fundamentales perseguidos por el Derecho del trabajo responden en esencia a una finalidad tuitiva o de amparo. El trabajo humano, objeto posible de negocios, es un bien inseparable de la persona del trabajador. Debe preservarse de tal forma que mediante normas imperativas se establezcan límites a los contratos sobre actividades de trabajo en las que se comprometan físicamente las personas que han de prestarlas, límites tendentes a proteger bienes como la vida, la integridad física, la salud o la dignidad del trabajador con una finalidad compensadora. Tiende a paliar la disparidad de fuerzas que, en el punto de partida, existe entre quienes demandan y ofrecen trabajo, mediante normas imperativas que establecen contenidos mínimos de los contratos no negociables, así como garantías procesales y administrativas en favor de los trabajadores.

Día del Trabajo

Celebrado tradicionalmente el 1 de mayo en Europa, el Día del Trabajo es fiesta oficial el primer lunes de septiembre en Estados Unidos, Puerto Rico, Zona del Canal de Panamá e Islas Vírgenes.

Primero de Mayo, jornada que aúna la celebración festiva y la reivindicación obrera. Fue instituida como jornada de lucha por la Segunda Internacional, en 1889, para perpetuar la memoria de los trabajadores que fueron detenidos y ajusticiados por manifestarse en Chicago en petición de una jornada laboral de ocho horas. Desde 1890, los partidos políticos y los sindicatos integrados en la Internacional dirigieron, en casi todos los países industrializados, manifestaciones de trabajadores en petición de la jornada de ocho horas y como muestra de la fraternidad del proletariado internacional.

En España, la primera conmemoración de esta fecha tuvo lugar en Barcelona el 1 de mayo de 1890. Los anarcosindicalistas convocaron una manifestación ese día y una huelga general que no debía concluir hasta que se consiguiese la jornada de ocho horas, lo que supuso enfrentamientos con las fuerzas del orden y diversos actos terroristas. Sin embargo, en Madrid, las cosas fueron más pacíficas; los socialistas fueron los que organizaron la convocatoria, que, además, trasladaron al domingo siguiente y la jornada transcurrió sin incidentes.

Este origen reivindicativo y de lucha obrera está asociado al primero de mayo cuya celebración ha pasado por diversos avatares según el país y su régimen político. En la actualidad en casi todos los países democráticos es día festivo y los sindicatos convocan manifestaciones a la vez que realizan fiestas de hermandad. En 1954, la Iglesia católica, bajo el mandato de Pío XII, apoyó tácitamente esta jornada proletaria al declarar ese día como festividad de san José obrero.

Sindicato:

Asociación de trabajadores cuyo fin es mejorar las condiciones económicas y sociales de éstos. El sindicato representa los intereses de sus afiliados, negociando con el empresario los incrementos salariales y las condiciones laborales durante la negociación colectiva. Si no es posible llegar a un acuerdo, el sindicato podrá convocar una huelga o llevar a cabo cualquier otro tipo de acción para presionar al empresario. En algunos países un sindicato es el brazo económico de un movimiento social más amplio, que puede incluir un partido político y una cooperativa (Suecia, por ejemplo, a lo largo de muchos años). En aquellos países donde no existen estos vínculos formales, los sindicatos participan en la vida política, ejerciendo presión para que se promulguen determinadas leyes, o apoyando a algún candidato que defienda los intereses de los trabajadores. Muchos sindicatos también ofrecen servicios de asesoría jurídica para resolver problemas de empleo, seguros y otro tipo de atenciones para los miembros del sindicato y sus familias.


Los sindicatos pueden ser de tres tipos: sindicatos de trabajadores, a los cuales se puede afiliar cualquier trabajador; sindicatos profesionales, a los que se afilian los trabajadores de determinada profesión, como electricistas, carpinteros, o pintores; y sindicatos industriales, a los cuales se pueden afiliar los trabajadores de una determinada industria, como los del sector automovilístico o los de la siderurgia. Los funcionarios públicos también pueden sindicarse.

Historia 

Los sindicatos surgieron como respuesta de los trabajadores a los efectos más perniciosos de la industrialización. Los primeros sindicatos se crearon en Europa occidental y en Estados Unidos a finales del siglo XVIII y principios del XIX, como reacción ante el desarrollo del capitalismo. A medida que se iba desarrollando el sistema fabril, numerosas personas abandonaban el campo para buscar los escasos puestos de trabajo de los grandes centros urbanos. Este exceso de oferta de mano de obra aumentó la dependencia de la clase trabajadora. Para reducir esta dependencia se crearon los primeros sindicatos, sobre todo entre los artesanos, que veían amenazada su actividad laboral, y que ya contaban con cierta tradición de unidad en los gremios. Estos grupos tuvieron que enfrentarse a la oposición de gobiernos y patronos, que los consideraban asociaciones ilegales o conspiradoras que pretendían restringir el desarrollo económico. Durante el siglo XIX se fueron eliminando estas barreras legales gracias a resoluciones judiciales y a la promulgación de leyes favorables a la sindicación, pero los primeros sindicatos no lograron superar las grandes depresiones económicas de la primera mitad del siglo XIX y desaparecieron.


Tanto en los países democráticos como en los no democráticos los sindicatos se oponían al sistema capitalista decimonónico, defendiendo otros modelos alternativos como el socialismo, el anarquismo o el sindicalismo y, tras la Revolución rusa de 1917, el comunismo. A principios del siglo XIX los trabajadores de las minas, los puertos y los transportes constituían la base de los sindicatos de la época. En América Latina los sindicatos aparecieron a finales del siglo XIX, primero en Argentina y Uruguay y algo más tarde en Chile y otros países. La influencia de los trabajadores españoles e italianos emigrados al cono Sur resultó decisiva en el proceso de formación del sindicalismo.

En México, influyó además el ejemplo asociativo estadounidense y ya en 1870 se constituyó el Gran Círculo de Obreros, de inspiración marxista.

Sindicatos Actuales  
La principal función de los sindicatos en los países industrializados democráticos consiste en lograr acuerdos, mediante la negociación colectiva, con los empresarios. Los temas tratados en este tipo de negociación son muchos más que la mera negociación de horas de trabajo y salarios, lo que refleja la creciente complejidad de las sociedades industriales, la mayor fuerza de los sindicatos y el aumento de las exigencias de los trabajadores. En algunos casos, los acuerdos colectivos especifican con gran detalle cuáles serán los salarios, el número de horas por jornada laboral, días de vacaciones, las condiciones de trabajo y otras ventajas. En otras ocasiones, los sindicatos utilizan su poder para forzar la promulgación de leyes a favor de todos los trabajadores, mayores pensiones de jubilación un mejor seguro de desempleo, regulaciones sobre seguridad en el trabajo, más vacaciones, bajas por maternidad, viviendas de protección oficial, seguro médico obligatorio e incluso la creación de tribunales especializados en temas laborales (magistratura del trabajo) y procedimientos conciliatorios que protejan a los trabajadores de decisiones arbitrarias. Los principales sindicatos Latinoamericanos, muy influidos por el marxismo y el anarquismo, elementos de disensión y enfrentamientos internos, fueron la FORA (Federación Obrera de la República Argentina) creada en 1901 y la CGT (Confederación General del Trabajo) que se fundó en 1930; el FORU (Federación Obrera de la República Uruguaya) creada en 1905 y la CSV (Confederación Sindical Uruguaya) que se constituyó en 1951.

En México, la CROM (Confederación Regional Obrera Mexicana) nacida en 1917 al calor de la revolución, se transformó mas tarde en la CTM (Confederación de Trabajadores de México), que a partir de 1936 apoyó de forma resuelta la política obrerista del general Lázaro Cárdenas.


En los países no democráticos que han sufrido una revolución o un golpe de Estado —civil o militar— o no son países independientes, no suelen existir sindicatos libres. Por ejemplo, en China los sindicatos dependen del gobierno y se encargan de poner en práctica los programas de producción de la economía planificada; este tipo de sindicatos suelen ejecutar los programas estatales de bienestar social.

Organización Internacional de Sindicatos

 Los primeros sindicatos internacionales estaban vinculados a movimientos socialistas, cuyos principios siguen manteniéndose en los principales sindicatos actuales. Ya en 1889 se creó la primera secretaría internacional de sindicatos de una industria, formada por varios sindicatos nacionales pertenecientes a la industria editorial. En 1901 varios sindicatos nacionales crearon la Federación Internacional de Sindicatos (FIS). Tras la II Guerra Mundial, la FIS se disolvió para crear la Federación Mundial de Sindicatos (FMS) que intentaba agrupar a sindicatos comunistas y no comunistas. Los sindicatos de los países democráticos se dieron cuenta de que su acción era incompatible con la de los sindicatos comunistas, por lo que crearon la Confederación Internacional de Sindicatos Libres (CISL) que incorpora a casi todos los sindicatos no comunistas. Los sindicatos de la FMS pertenecen casi todos a sindicatos de los países de la antigua Unión Soviética, aunque algunos provienen de países democráticos. Otra asociación internacional de sindicatos, la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) surgió a partir de una federación de sindicatos cristianos. Ahora es una asociación secular, con afiliados en Europa occidental, América Latina y África. En América Latina, la FMS, de influencia comunista, se organizó a partir de 1938 con el título de CTAL (Confederación de Trabajadores de América Latina) y en 1948 se alineó en favor de la URSS, frente a la ORIT (Organización Regional Interamericana de Trabajadores), que se afilió a CSIL, recién constituida en Londres. Los sindicalistas cristianos, por su parte, se agruparon en una organización que adoptó el título de CLAS (Confederación Latinoamericana de Sindicalistas).

Aunque las organizaciones sindicales internacionales tienen poco poder, su importancia estriba en que fomentan la cooperación y facilitan el intercambio de información. Han realizado importantes esfuerzos para coordinar sus líneas de acción. La Organización Internacional del Trabajo, organismo de las Naciones Unidas, también ha desempeñado en este sentido un importante papel.

Importancia de los Sindicatos  
Cuando los sindicatos han tenido suficiente fuerza y poder como para amenazar el proceso de producción, su acción y sus presiones han permitido mejorar el nivel de vida, no sólo de sus miembros, sino de toda la población. Sin embargo, el éxito de su acción depende de la capacidad del empresario y de la sociedad para hacerse cargo de los costes económicos que permiten cumplir con las exigencias sindicales. Por ejemplo, en los países democráticos los sindicatos han logrado mejoras económicas durante los periodos de expansión económica; sin embargo, durante las recesiones han acudido a los gobiernos para exigir ayudas económicas para los trabajadores, puestos de trabajo y otras demandas. El poder de los sindicatos en los países no democráticos es mucho más limitado.

El Trabajo y la Desocupación: - Sus consecuencias psicológicas-
“Ninguna otra técnica de orientación vital liga al individuo tan fuertemente a la realidad como la acentuación del trabajo, que por lo menos lo incorpora sólidamente a una parte de la realidad, a la comunidad humana” (Sigmund Freud” (El Malestar de la cultura)

Significado de la Desocupación . Significado del Trabajo:

Para hablar de desocupación hay que distinguir que tipo de ocupaciones existen. Primero, la ocupación remunerada o trabajo mercantil, donde se realiza una tarea a cambio de una remuneración. Segundo, la ocupación no remunerada, que en general es un trabajo de tipo social, en centros de ayuda, o en instituciones sin fines de lucro (pueden ser voluntariados).

L a desocupación respecto de la cual hablaremos se refiere al primer tipo, es decir a la desocupación de un puesto previo o potencial, remunerado (desempleo), o de un trabajo o servicio a cambio de un honorario o un salario.

El trabajo era antiguamente un fin en sí mismo; actualmente el trabajo es un medio para conseguir una remuneración que nos permite adquirir objetos, que no tienen relación con el trabajo en sí mismo. Lo producido no es realidad igual a lo que adquirimos o consumimos.

Tiempo Trabajado, Tiempo Para Vivir.

Esto trae como consecuencia que, las horas que se ocupan, son horas donde estamos mediando con una actividad, a cambio de una retribución. Es así, que si esas horas ocupadas desaparecen queda un vacío que es difícil de completar, pues se ha despersonalizado. De allí que los fines de semana se conviertan en módulos de vida, opuestos a la actividad de los días laborables.

Aspecto Subjetivo y Aspecto Objetivo:

Por otra parte, en las mejoras que otorgó la técnica, se ha priorizado el aspecto objetivo del trabajo. Es decir que se ha reforzado el perfeccionamiento del producto, dejando en un segundo plano al factor subjetivo, a quien lo realiza. Tanto más cuanto que se han perfeccionado las tecnologías hasta llegar a reemplazar al sujeto del trabajo para fabricar el objeto.

Se han imaginado y proyectado artificios para producir más, para producir mejor, invirtiendo más en ello que en pensa en que medida esto podía afectar a la persona. Se avanzó en el camino de lo intercambiable, quedando relegado el “recurso” humano.

Cuando el “recurso” deja de serlo, se convierte en alguien que nadie necesita, es reemplazado y desplazado.

Aspectos Socioeconómicos que han influido en las Actividades Laborales:

  • La intensificación de las relaciones comerciales internacionales, con mayor competitividad.

  • El aumento y aceleración de las comunicaciones y de la informática, como parte de las mejoras tecnológicas.

  • Teniendo en cuenta lo anterior, la disminución de la demanda laboral industrial y la transferencia a los sectores de servicios.

La necesidad de una especialización permanente.

Aspectos Psicológicos y Sociales a tener en cuenta como Efectos de estos Cambios:

  • Noción de búsqueda y cambio permanente.

  • Valoración de lo rápido y nuevo.

  • Desvalorización de lo tradicional, porque no es nuevo.

  • Búsqueda de la flexibilidad y adaptación permanente, con intensificación del consumo de productos nuevos.

  • Pérdida de valores estables, y difícil encuentro de ideales. Esto trae como consecuencia, una falla en la identidad, en los modelos sobre quien tomar ejemplos.

  • El cambio como modelo de vida, parcialización del tiempo y pérdida de la noción de sorpresa. Las satisfacciones son fugaces, así como los contactos interpersonales y los objetos del consumo.

  • En lo social, una pérdida de la noción del esfuerzo permanente para alcanzar una meta mediata.

    Estos cambios se produjeron de un modo acelerado, promoviendo una disminución de la demanda en puestos tradicionales, frente al aumento de la población activa.

    Para entender por que la desocupación produce efectos psicológicos nocivos en las personas sujetas a esa situación, es importante pensar en lo siguiente:

    Distintos Significados del Trabajo y sus Exigencias Actuales

    El trabajo remunerado puede tener distintas motivaciones:

    • En general la motivación principal es la necesidad e interés en la remuneración.

    • Por realizar una tarea profesional.

    • Por seguimiento de una habilidad específica aprendida o heredada.

    • Depositar en el trabajo una ocupación compensatoria de conflictos. Estos serían los que trabajan excesivas horas.

    • Por cumplimiento de un mandato (a veces familiar)

    Por compensación de actividades anteriores (si no eran las actividades deseadas).

    Funciones del Trabajo:

    El trabajo tiene una función reguladora del tiempo: produce una certeza previa. Cumple una función psicológica individual y social. Crea un orden interno, una necesidad satisfecha de eficiencia, y una función social de pertenencia y de interrelación a los grupos. La remuneración es la recompensa que sostiene y aumenta la propia valoración.

    La autoestima aumenta en la medida que lo que hacemos es aceptado y necesitado por los otros. El trabajo como producto es el intercambio entre uno y los demás que nos aceptan y nos necesitan.

    Es decir que según el significado que tenga el trabajo que uno realice, el desprendimiento de esa relación (desocupación), producirá un efecto psicológico diferente.

    El vínculo con el trabajo actual condiciona al trabajador a un estado de incertidumbre y tensión, por el temor a priori de la posibilidad de la desocupación.

    Además, el afán por la mayor productividad y la competencia desmedida del marketing, exigen en el trabajador, ya no sólo más horas de trabajo, si no más rendimiento y eficiencia, que a veces es casi imposible cumplir.

    Esa exigencia de ajuste constante, de imponer metas cada vez más mediatas y fugaces, crean un estado de acumulación de tensión que se llama estrés, o sobrecarga.

    Si el desempleo ocurre, la persona ya está descompensada con esa sobrecarga de tensión y sobreexigencia, además de la incertidumbre e inseguridad.

    Efectos Psicológicos de la No Ocupación:

    Se pueden encuadrar en la categoría de daños psicológicos por las consecuencias sobre el intelecto, las emociones y la actividad social de la persona afectada.

    Los efectos se pueden analizar según los niveles de instrucción y de calificación, es decir que cambian según:

    • El tipo de actividad o carrera que se haya realizado previamente.

    Según el tiempo que se lleva sin trabajo: haberse quedado sin trabajo recientemente.

    • Reiteradas búsquedas infructuosas.

    • El género (masculino o femenino) y por último:

    • Según la edad.

    En el concepto de desocupados se incluyen tanto las personas que no buscan trabajo y las que activamente lo busquen (aunque esto en si mismo es un trabajo).

  • A mayor instrucción y calificación que se haya adquirido, la sensación de futilidad y de herida a la autoestima, suele ser mayor, por el valor que se le da a los conocimientos largamente adquiridos. Los sentimientos involucran a la persona en su conciencia de capacidad y eficiencia.

  • El sentimiento de ser rechazado y no aceptado produce impotencia y frustración.

  • Si el nivel es de baja calificación, hay sólo expectativas de sobrevivir, conseguir un trabajo para una remuneración necesaria para adquirir lo básico. Las posibilidades de elección y evaluación son menores. Las evaluaciones en las búsquedas son simples, y a veces hasta no existen: se está apto para hacer un trabajo o no, lo conseguirá si existe demanda para ello. La frustración es causada por esa falta de demanda,. Y no tanto por la capacidad frustrada.

  • En cuanto al tiempo transcurrido:

    • Cuando se lleva mucho tiempo desocupado, los efectos psicológicos negativos se tornan más complejos y forman parte de un proceso. A la primera sensación de sorpresa e impotencia, sobreviene un momento de negación del hecho, al cabo del cual puede aparecer el desgano y la sensación de pérdida.

    • En una segunda etapa ser va aceptando la realidad, acompañada de una sensación de dolor o herida de la propia valoración. Es así que se generan estados depresivos, cuando el desgano lleva al aislamiento, con una profundización de la pérdida: de los vínculos laborales y de la seguridad que brinda el trabajo.

    • Ante reiteradas búsquedas infructuosas, sobreviene un sentimiento de confusión por los sucesivos rechazos. Surge una vergüenza social. La posición de poder de los que tienen trabajo, produce mayor desvalorización. Las expectativas que no son cumplidas generan una mayor frustración, que termina paralizando a la persona. Anticipándose a un futuro y probable nuevo rechazo, se paraliza, como si se aproximara a una catástrofe. Esa es la etapa de “bajar los brazos”, y es la de mayor daño. Se pierde la esperanza.

  • En cuanto a los sentimientos según sea varón o mujer, recién en los últimos años la mujer comenzó en forma masiva a realizar trabajos remunerados fuera de la casa.

  • Y es justamente como consecuencia de las pérdidas laborales de muchos jefes de familia es que la mujer se ve obligada a salir, para compensar la falta de ingresos.

    Se observa muchas veces un intercambio de roles en las tareas, cuando la situación de desocupación se ha cronificado, y se ha aceptado irremediablemente.

    Se puede decir que, en general, en la desocupación de la mujer, hay menor frustración y depresión, pues ella realiza tareas alternativas en el hogar. Esto es más probable en los niveles de baja calificación, que entre las mujeres de mayor nivel educativo.

    6. En cuanto a la edad, hay diferencias importantes, por las siguientes razones:

    • La falta de trayectoria en los más jóvenes y la menor expectativa futura en los mayores.

    • En las franjas más jóvenes, las búsquedas de l primer empleo son más numerosas y abarcativas. Hay más expectativas, pero más difusas, pues el horizonte es más lejano.

    Los ideales no están comprometidos con lo que se ha hecho en los trabajos anteriores.

    En cambio, en los grupos de desocupados de mediana edad, los riesgos de caer en estados depresivos son mucho mayores.

    Hubo más desgaste psicológico por anteriores tensiones, y los vínculos que antes unían a los lugares de trabajo creaban una sensación de pertenencia que de pronto se ve coartada.

    Uno de los primeros daños de la desocupación es la falta de ingresos y el potencial perdido. Este último se refiere a lo que queda por aprender y perfeccionarse. Si el tiempo que se lleva desocupado es prolongado, este tiempo del “learing by doing” o “aprender haciendo” no llega a alcanzarse.

    Esa es la razón por la que la pérdida del trabajo den la mediana edad produce daños más significativos que en las primeras etapas.

    Paralelo entre Mediana Edad Desocupada y Envejecimiento:

    En base a la observación clínica, se pueden establecer que los rasgos psicológicos que se generan en las personas que quedan sin trabajo durante la mediana edad, son similares a las características que se manifiestan con el envejecimiento.

    Esto permite concluir que una pérdida laboral después de los 45 o 50 años tiene el mismo efecto que una jubilación.

    Los efectos paralelos serían:

    • Pérdida de los vínculos de pertenencia.

    • Desvinculación para los viejos.

    • Desorganización del tiempo. La jubilación anticipada produce una sincronía en lo que se llama el tiempo social. No se realizan las actividades esperadas por la sociedad, en el tiempo indicado.

    • Espacio vacío: Con la desvinculación laboral queda un tiempo vacío, donde las actividades que antes se realizaban, no encuentran reemplazo.

    • En los viejos, se supone que ya no están en condiciones psicofísicas para realizarlas. En los desocupados, la inactividad es forzada. La desvinculación, el aislamiento y la falta de actividad generan una sensación de ineptitud y de pérdida de eficiencia, que se da tanto en los viejos como en los desocupados. Se esfuman los proyectos, pues no hay esperanza de reinsertarse. La falta de metas inhibe la acción. Las personas de mediana edad pierden la posibilidad de actualizase, quedan fuera de carrera. En esa etapa comienza a gestarse la noción de “cuanto tiempo me queda” por delante. Aparece el conflicto entre generatividad, cunde el estancamiento.

    La disminución de los ingresos significa una restricción del poder de decisión y por lo tanto de la libertad. Genera minusvalía, y puede llevar a sentimientos de agresión hacia el afuera, o de culpa y melancolía hasta llegar a la desesperación.

    Conclusión:

    Como conclusión puede decirse que cuando una persona no se puede reinsertar en una nueva ocupación, los efectos psicológicos pueden ser tan nocivos, como para acelerar un proceso de envejecimiento intelectual y emocional.

    La sociedad y las Instituciones no deberían promover una adultez enferma y sí una vejez sana.

    Se deberían encontrar las maneras para brindar o bien actividades alternativas, o soluciones de índole ocupacional, con un sentido del tiempo sin evasiones en los medios y con creatividad para poder integrar las experiencias vividas.

    El Trabajo por Cuenta Propia:

    Tendencia de los 90

    No se Frena la Caída del Trabajo por Cuenta Propia

    En 1990, el 25% de los trabajadores era cuentapropista; hoy, el porcentaje es del 19,4%. Es el nivel más bajo en los últimos 20 años. Creció con las privatizaciones y la reforma del Estado.

    Mientras la políticas oficiales dicen que hay que promover el trabajo independiente y los microemprendimientos, la realidad es que las profesiones independientes, autónomas o por cuenta propia están en franca retirada.

    Los datos de mayo último del INDEC referidos a la Capital y el Gran Buenos Aires, marcan que la proporción de gente ocupada en actividad autónoma o por cuenta propia llegó a su nivel más bajo: apenas comprende el 19,4% de los ocupados, cuando 10 años atrás, en mayo de 1990, representaban el 25%. Y que, a pesar del aumento natural de la población, hoy hay casi 115.000 autónomos menos que en mayo de 1990.

    A su vez, el último año fue particularmente severo en la caída del cuentapropismo: se perdieron 84.0000 ocupaciones.

    La mayor cantidad de nuevos puestos de trabajo en los últimos 10 años -562.000 personas- se concentró entre los asalariados, pero con la característica que el 70% fue empleado en negro y en actividades de baja productividad, como en los servicios personales, de seguridad privada y doméstico.

    Por todo esto las principales características del mercado laboral en los 90, pueden resumirse de la siguiente manera:

    • Fuerte incremento del desempleo. En la Capital y el Gran Buenos Aires la desocupación aumentó de 375.000 a 866.0000 personas, una suba del 131%.

    • Se registró un sensible crecimiento del trabajo asalariado en negro.

    • Hay menos personas que realizan trabajos por cuenta propia.

    • La industria perdió empleos. De representar el 23,3% de la fuerza laboral ocupada, los trabajadores industriales ahora son el 16,5%. Es decir que la industria porteña y del conurbano ocupa ahora 178.000 personas menos que en mayo de 1990.

    El aumento de la ocupación se registró en las actividades financieras y comerciales que ahora dan trabajo a 550.000 personas, el doble que hace 10 años atrás.

    La hora que no llegó

    A comienzos de los 90 pareció que era “la hora del cuentapropismo”. Con las privatizaciones, los ajustes en el Estado y la tercerización de las actividades en las empresas, desde las propias esferas oficiales se alentó la idea de que con las indemnizaciones los empleados y trabajadores despedidos dispondrían de un capital que podrían volcar a desarrollar el trabajo independiente. Fue la época en que florecieron los quioscos, los negocios de alquiler de videos, los nuevos taxistas y los remises.

    En un trabajo del Banco Mundial divulgado en el mes de Julio, referido a la experiencia de San Nicolás, Susana Peñalva admite “el fracaso de la mayoría de las experiencias de creación de microoemprendimientos” intentadas por un importantes porcentaje de los trabajadores cesantes por la privatización de SOMISA. Para la autora, la responsabilidad recae sobre el sistema de indemnización (individual) de los planes de retiro voluntario”.

    Otro estudio, “Trabajo y civilización”, explica que no es lo mismo “la tercerización que aumentó la participación de los servicios en detrimento de la manufactura”, en países donde ese trabajo está al servicio de la producción industrial que en otras naciones, “donde los servicios se convierten en actividades refugio de trabajadores expulsados del proceso productivo por economías que se asemejan a armadurías o a plazas de consumo de producción importada”.

    También Elsa Cimillo, en una publicación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la editorial Fondo de Cultura Económica, señala que “en principio, los trabajadores por cuenta propia respondieron positivamente a la fase de recuperación de los primeros años de los 90 y fueron un componente del crecimiento del empleo a partir del comercio y los servicios personales y de reparación”. Más adelante, sostiene que “sin embargo, luego, con la drástica apertura económica y los cambios en la forma de comercialización, con la expansión de las cadenas de las grandes firmas extrajeras, se agotó el crecimiento cuentapropista”.

    Por otro lado, siguen creciendo los grandes empleadores. Así, el almacén es reemplazado por el supermercado y el pequeño comercio por los shoppings. Y profesionales como contadores, economistas, médicos o abogados, pasan a desempeñarse como asalariados en las grandes consultoras clínicas o estudios jurídicos.

    De la Esperanza al Salvavidas:

    El trabajar por “cuenta propia” fue un camino para lograr independencia de empleadores pesados y obtener mejores ingresos. Fue, también, el origen de varias fortunas millonarias. Era la época de los médicos ricos, los contadores poderosos y los comerciantes importantes. Hoy, los médicos trabajan para clínicas o redes prestacionales, los contadores deben resignarse en grandes estudios y muchos comerciantes hace tiempo que bajaron las persianas.

    Pero en los 90, fue una salida laboral, que eligieron muchos indemnizados por las privatizaciones o los ajustes en el Estado y por el achicamiento del mercado de trabajo., No fue una opción para crecer, sino para sobrevivir.

    Fue el origen de los remises masivos y baratos, de las canchas de paddle al por mayor, de los “maxiquioscos”, entre otras modas. Una historia que se refleja en la vida cotidiana.

    “Me da mucha bronca pensar que a los 53 años, cuando creí haber conseguido algunas cosas, tengo que volver a empezar”, es la síntesis que hace Alfredo Rojo de su historia laboral. Lo dice desde la experiencia de haber pasado por muchos trabajos que, sin embargo, no le alcanzaron para mantener lo básico; un departamento en el que vivía con su mujer y sus dos hijos y que está a punto de poder por un crédito hipotecario que no puede pagar. Ahora, en tren de achicar gastos y saldar algunas deudas, se mudó a la casa de su suegra.

    Uno de sus primeros trabajos, recuerda, fue un puesto de pollos que montó en un mercado próximo a la plaza Flores, allá por los años sesenta.

    Después, le llegó un empleo en relación de dependencia. Entró, como jefe de expedición, en una empresa de juguetes que cerró hace seis años. Ese fue su momento de esplendor: “Tenía 40 personas a cargo y un sueldo de 3.000 dólares,” recuerda nostálgico.

    “Después hice de todo”, agrega. Fue taxista, remisero, trabajó en una estampería y hasta hizo un reparto de mercadería con un auto que le prestó un familiar, entre muchas otras “changas”.

    Interin, se cansó de golpear puertas para conseguir un trabajo fijo. Todos le fueron negados bajo un argumento, para él, lapidario: “Necesitamos alguien joven con experiencia”, le contestaban.

    Ahora trabaja para una empresa de venta diaria. Rojo devino en uno de esos vendedores que salen con una carpeta a ofrecer electrodomésticos que no cuestan más de 60 pesos y que después se encarga de cobrar todos los días a sus clientes en cuetos de dos pesos.

    El escepticismo en las perspectivas laborales le llegó mucho antes a Claudio F., que acaba de cumplir sus 35 años.

    Se acogió al retiro voluntario de una ex empresa pública e instaló una inmobiliaria en la zona sur. Después de pilotearla durante tres años, la recesión se encargó de hacer añicos su proyecto. El móvil que lo llevó a bajar definitivamente la persiana fueron los ocho meses que el negocio estuvo “parado”, sin vender ni alquilar una sola propiedad.

    “Al principio estábamos muy entusiasmados, invertimos todos nuestros ahorros y confiamos en poder mantener nuestra familia con el negocio”, explica.

    “Pero ya este año, decidí volver a buscar un trabajo en relación de dependencia y empecé a trabajar hace dos meses como gerente de ventas en una empresa de alarmas. Por mínimo que sea, el sueldo representa un ingreso seguro y limpio”, dice priorizando la tranquilidad de cobrar algo fijo a fin de mes.

    Estos son una pequeña muestra de los miles y miles de trabajadores argentinos que lamentablemente sufren las penosas consecuencias que, luego de una drástica apertura económica, la globalización y los cambios en la comercialización, están inmensos actualmente, en el mercado laboral argentino.

    Seguridad Social

    Programas públicos diseñados para proporcionar ingresos y servicios a particulares en supuestos de jubilación, enfermedad, incapacidad, muerte o desempleo. Estos programas, que engloban temas como la salud pública, el subsidio de desempleo, los planes públicos de pensiones o jubilaciones, la ayuda por hijos y otras medidas, han ido surgiendo en muchos países, tanto industrializados como en vías de desarrollo, desde finales del siglo XIX para asegurar unos niveles mínimos de dignidad de vida para todos los ciudadanos e intentar corregir los desequilibrios de riqueza y oportunidades. Su financiación procede por regla general del erario público y su costo se ha convertido poco a poco en una preocupación cada vez mayor para los países desarrollados, que destinan a este fin más del 25% de su producto interior bruto (PIB). Muchos países que se encuentran en el subdesarrollo no pueden hacer frente al gasto que representan estos programas, o bien temen el efecto que las pesadas cargas fiscales impondrían sobre el crecimiento económico.

    El Art. 14 Bis de la Constitución Nacional y el Trabajo:

    Se intentará una somera aproximación a los principios constitucionales emanados del art. 14 de la Constitución Nacional incorporados por la reforma de 1957, que siguiera los lineamientos del constitucionalismo social.

    Es de destacar que el constitucional, complementa al clásico, en cuanto incorpora derechos que imponen al Estado una conducta activa, encaminada a remover los obstáculos que impiden la realización plena de la persona humana. En esa materia adquieren particular relevancia los complejos aspectos de la relación laboral que, en su momento dieron origen a la cuestión social. Cabe destacar que durante el constitucionalismo clásico fue posible el reconocimiento de los derechos sociales merced a la interpretación dinámica de la constitución, según la cual el mandato de la Ley Fundamental no se petrifica en el tiempo sino que adapta a las variaciones de la realidad social.

    Examen particular de las cláusulas constitucionales:

    A continuación se efectuará un somero análisis de las cláusulas constitucionales del art. 14 de la Constitución Nacional.

    • Condiciones dignas y equitativas de labor:

    Esta cláusula tutela el esencial valor de la persona humana que realiza el trabajo. Este no puede afectar la salud, ni los bienes espirituales ni materiales del trabajador.

    • Jornada limitada:

    El trabajo no puede absorber toda la vida del hombre. Por ello se aseguran interrupciones en la prestación, a fin de salvaguardar la integridad psicofísica del trabajador y permitirle la disposición de tiempo para que lo utilice según su libre albedrío (art. 19 de la Constitución Nacional), en las actividades que crea convenientes para su realización como persona.

    La Constitución legisló expresamente sobre la extensión de la jornada, porque, de haberlo hecho, toda reforma al respecto tornaría imperioso recurrir al procedimiento de enmienda de la Ley Fundamental que ella contempla en el art. 30.

    • Descanso y vacaciones pagados:

    Las vacaciones no sólo tienen por objeto reparar fuerzas, sino también permitir un mayor contacto familiar y social por parte del trabajador.

    • Retribución justa:

    La justicia salarial que la Constitución consagra importa que no depende de lo que hubieran convenido las partes, sino de otros factores que exceden la ley de la oferta y la demanda y la libertad contractual. El carácter justo del salario dependerá entonces de otros factores, como el tipo de trabajo, las condiciones en que se lo realiza, su resultado, las concretas posibilidades de pago de la empresa y el interés general.

    • Salario Mínimo Vital y Móvil:

    Se trata de garantizar el ingreso indispensable, ajustado al proceso de incremento del costo de vida, que alcance no sólo para la mera subsistencia sino para la razonable satisfacción de todas las necesidades de la persona.

    • Igual remuneración por igual tarea:

    La cláusula tiende a proscribir el trato discriminatorio en materia salarial, salvaguardando en ese ámbito la garantía de igualdad reconocida por el art. 16 de la Ley Fundamental. Lo que se proscribe es la discriminación arbitraria, como la que reposa en el sexo, raza o religión, pero no aquella que tenga apoyo en una fundamento objetivo como la eficacia o laboriosidad del trabajador.

    • Participación en las ganancias de las empresas con control en la producción y colaboración en la dirección:

    Ya el Magisterio Pontificio había advertido sobre la conveniencia de atenuar el rigor del contrato de trabajo con los elementos propios del contrato de sociedad. La participación en las utilidades es necesariamente una forma accesoria de remuneración, pues el ingreso del trabajador no puede depender de un álea, esto es, de que existan o no ganancias. La cláusula no ha sido reglamentada, excepto por el art. 110 de la Ley de Contrato de Trabajo, que establece que la liquidación sobre las utilidades netas. El precepto constitucional en examen reconoce la intervención del dependiente en la organización de la comunidad empresaria, porque el hombre trabajador no es un mero ejecutor de órdenes sino un ser inteligente con iniciativas que pueden redunda en el beneficio general.

    • Protección contra el despido arbitrario:

    Se trata de tutelar al trabajador contra las consecuencias de la ruptura inmotivada del vínculo o de la que aquél efectúa en razón de graves incumplimientos contractuales del empleador. Tal tutela se concreta en un resarcimiento, o sea una indemnización.

    • Estabilidad del empleado público:

    A diferencia del trabajador privado, del sector privado, el agente público goza de estabilidad. Esta puede ser propia, que obliga reincorporar, o impropia, que se traduce en la indemnización. Los términos empleados, que hacen una clara distinción entre ambas categorías de empleados, pueden autorizar a sostener que la Constitución se refiere a la primera, aunque ese criterio no ha recibido hasta el momento consagración en la doctrina judicial de la Corte.

    • Organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial:

    El derecho a la agremiación se presenta como un desenvolvimiento específico del derecho general de asociarse con fines útiles reconocido por el art. 14 de la Constitución Nacional. Esta consagra la libertad sindicar, que tiene aspectos colectivos e individuales. Respecto de los primeros, tal libertad se concreta en el desenvolvimiento de la asociación profesional al margen de toda injerencia del poder público, de los empleadores o de otra naturaleza. El contenido de la segunda se refiere a facultades de los trabajadores, como son las atinentes a las de constituir asociaciones sindicales, afiliarse o no a las existentes (o desafiliarse de las mismas), así como el relativo a la participación activa en la vida interna de aquéllas ejerciendo los derechos inherentes a la calidad de afiliado.

    • Definición de trabajo según la Ley de Contrato de Trabajo:

    El art. 4° de la Ley de Contrato de Trabajo:

    “Constituye trabajo a los fines de esta ley, toda actividad lícita que se preste a favor de quien tiene la facultad de dirigirla, mediante una remuneración.

    El contrato de trabajo tiene como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí. Sólo después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin económico en cuanto se disciplina por esta ley.”

    O sea que el artículo trascripto nos da los datos básicos que caracterizan el concepto de trabajo. Ello son: actividad humana, manual o de creación, que se presta a favor de otro, a cambio de una remuneración.

    El trabajo que regula la Ley de Contrato de Trabajo, no es todo el trabajo humano, sino aquél que se presta en relación de dependencia o subordinado. Es decir a favor de otra persona, -física o jurídica, sociedad-, de la cual se depende y de quien se recibe un salario como contrapartida o contraprestación.

    En contraste, el trabajador independiente es el que no trabaja sometido a una organización ajena, sino en su propia organización, o el que trabaja solo. Este es el trabajo independiente que queda fuera de la regulación del derecho del trabajo y de la Ley de Contrato de Trabajo.

    INDICE

    Página

    • Trabajo 1

    • Salarios 3

    • Trabajo de las mujeres 10

    • Trabajo Social 18

    • Los niños y el Trabajo 21

    • Organización Internacional del Trabajo 25

    • Teoría del Valor Trabajo 27

    • División del Trabajo 28

    • Contrato de Trabajo 29

    • Derecho del Trabajo 32

    • Día del Trabajo 33

    • Sindicato 35

    • El trabajo y la desocupación 40

    • El trabajo por cuenta propia 50

    • Seguridad Social 56

    • Gráficos 57

    • El artículo 14 bis de La Constitución Nacional y el trabajo 59

    • Definición de trabajo según la Ley de Contrato de Trabajo 64

    BIBLIOGRAFÍA

    • Enciclopedia Ilustrada Cumbre: Tomo IV, XII y XIII

    • Enciclopedia Temática Guinness

    • El gran libro del siglo (Clarín)

    • La Argentina una historia para pensar. Cristina Rins y Felisa Winter

    • Revista de la Sociedad Argentina de Derecho Laboral año V N° 4 y 5 - Abril y Mayo del 2000

    • Ley de Contrato de Trabajo

    • Ley de Contrato de Trabajo comentada López - Centeno - Madrid Ediciones Contabilidad Moderna Tomo I

    • Teoría General de la Subordinación Sergio Bachiller Editorial Abeledo - Perrot

    • La Psicología Social en la Industria - J.A.C. Brown Editorial Fondo de Cultura Económica

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    Enviado por:Federico Freytag
    Idioma: castellano
    País: Argentina

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